Inspirado a cambiar por ella - 14
Al día siguiente por la tarde soleada y fresca digna del otoño, Soledad recibe la invitación de Luca para salir un poco, recorrer el parque, tiendas, y de paso acompañarlo a buscar un paquete al correo ya que decidió comprarse una carcasa para su teléfono celular.
Se reúnen junto a una estación de tren a cinco calles de su casa. Ella viste de una manera casual pero como le queda acaba por encandilar al chico. Su look tan de otoño y la forma en que camina, tan tímida mientras se acomoda el sombrero que siempre lleva, hace que le cueste mucho poder respirar. El corazón le late muy rápido. Siente como algo revoloteara en su estómago.
Cuando ella llega, se queda parada frente a él, como si esperase algo. Entonces, Luca mira a los ojos y no evite abrazarla con fuerza, tomándola por sorpresa. Ella responde también con un abrazo por el torso de él.
Les cuesta poder expresar sus verdaderos sentimientos y por esa razón cada demostración de afecto los acerca más y más hasta ese punto en que ya no puedan contenerse y quieran gritarle al mundo lo mucho que se quieren. Sin embargo, el muro sigue siendo firme y alto.
-E-Esa ropa…-dice Luca con dificultad.
-¿Huh? ¿Qué tiene?
-Nada. Te queda…muy…lindo
Soledad no sabe que responder. Se reacomoda una vez más el sombrero y agacha la mirada hacia el suelo con el rostro rojo como un tomate.
-¿Vamos? – pregunta ella.
-S-Si, claro.
Mientras caminan por la calle que los lleva hasta la avenida, Soledad intenta no apartarse del lado de Luca, pero en su cabeza empieza a ser un caos tras las palabras de él, las cuales no se las esperaba.
-¡Dios, no puedo creer que me haya dicho eso! ¡e-es increíble! No, tengo que mantener la cordura. No puedo comportarme fuera de mí. Esta no soy yo, pero…-piensa y mira a Luca sin que este se dé cuenta. Lo ve tan serio hablándole a ella. No evita ver cada centímetro de sus facciones tan juveniles, pero a la vez que varoniles. Se siente tan cómoda y feliz que no evita apoyar su cabeza contra el brazo del chico.
-¿Sole? ¿pasa algo? ¿estás cansada? -pregunta Luca al notar su extraño gesto.
-No, para nada. -exclama mientras niega con la cabeza. -¿Y tú?
-¿Yo?
-Si, ¿te pasa algo?
-No. Eso creo. -responde él. -Dije eso, pero…no creo que pueda contener mis ganas…de abrazarla y besarla. -piensa y da unos vistazos a su rostro.
-Me alegro. -sonríe, pero no tan feliz como quisiera.
Luca se detiene frente al edificio del correo.
-Ya llegamos.
-¿Qué es lo que venimos a buscar? -pregunta Soledad.
-Bueno, es algo que compré.
-¿Sí?
-Ajá. ¿Te parece bien si me esperas aquí?
-Claro. No te tardes ¿sí?
-Por supuesto que no. No me tardo. -trota hacia dentro del edificio gris con carteles que dan indicación de que se encuentra el correo nacional.
Tal y como el chico prometió, regresa rápido con un paquete. Con él en su mano derecha se para frente a la chica y lo entrega sin decirle nada. Ella se queda confundida hasta que cae en la cuenta de que es un obsequio.
-¡¿Heeeeeh?! ¡¿esto es para mí?!
-Ajá.
-¡¿Pero por qué?! ¡dios, no tengo nada para ti!
-¡Jajajaja, tranquila, tranquila! Esto es algo que decidí obsequiarte. Como una forma de agradecerte por haberme ayudado tanto.
-¿Ayudado? ¿en qué? Yo no hice nada. El que hizo todo fuiste tu.
-Ojalá fuera así. Tuve tantas ocasiones para haber roto mi promesa y siempre apareciste tu para apoyarme. Ábrelo.
Soledad toma el paquete y con mucho cuidado y delicadez empieza a romper el envoltorio de plástico transparente. Luego estira la cinta hasta que se abre el papel madera, revelando algo de tela en el interior. Con la punta de sus dedos extrae el contenido y resulta ser un gorro nuevo de color rosado y un estilo que sigue a la que suele usar para salir o en la escuela.
-E-Es…muy hermosa Luca, en verdad me encanta. Muchas gracias. Yo…
Toma por sorpresa al chico abrazándolo con fuerza.
Luca siente los latidos del corazón de Soledad, así como también el calor de su cuerpo. Se queda petrificado una vez más gracias a la chica.
La toma del rostro con ambas manos y quedan tan cerca que casi pueden sentir el aliento caliente del otro. Luca sonríe y acerca su boca y besa la frente de Soledad.
-Yo debería darte las gracias por haberme salvado. -piensa él.
En medio de ese momento, Soledad estornuda y tiembla de frio. Su piel está fría, así que Luca la toma de la mano y lleva por la avenida, recorren distintas cafeterías viendo precios económicos hasta que encuentran un lugar que se ve cálido, con mangas y libros para leer y los precios le llaman la atención con un cartel que dice: “25% de descuento para parejas”. Entonces ambos se miran y lanzan una pequeña carcajada.
Los dos entran al local, presentándose como una pareja que hace poco tiempo están saliendo. Una mentira piadosa que ayuda a pagar menos.
Son llevados hasta una mesa en la que a su lado hay un mueble con muchos título de mangas a disposición para leer mientras beben algo caliente.
-¿Te gustan los mangas, Luca? -pregunta Soledad.
-Si. Sobre todo, los shonen de peleas. -responde Luca mientras recorre con la mirada cada uno de los mangas a disposición.
-Ya veo.
-¿Y tú?
-También. Los de misterio y comedia romántica.
-¿Sí? No te veía como alguien que le guste leer estas cosas.
-¿Por qué lo dices?
-Siempre estás trabajando en el centro de estudiantes o directamente estudias mucho.
-¿Me ves muy seria? ¿eso dices?
-Yo…no sé qué decirte.
-Jajaja, tranquilo. Tienes mucha razón. A decir verdad, empecé a leer manga el año pasado gracias a mi amiga Dalia. Me pidió que lea un manga en específico de misterio. Cuando me di cuenta ya había leído más de 150 mangas en un año.
-Vaya, increíble.
La mesera llega hasta la mesa con una sonrisa y un curioso delantal rosado con el rostro de un personaje de animé.
-Buenas tardes. ¿Qué van a ordenar?
-Quisiera un café con leche y dos Rolls de canela. -exclama Luca.
-Dos por favor. -interrumpe Soledad. Hace seña con sus dos dedos levantados.
-Perfecto. ¿Saben que al ser pareja tienen descuento del 25%? -pregunta la mesera.
-Si. -responde Luca.
-Bien, en breve les traeré su pedido.
-Gracias. -dice Soledad.
La mirada de Soledad sobre Luca cae con ternura. Él no sabe dónde meterse porque tal radiante belleza de ojos no deja de mirarlo con profundo respeto y aprecio. Traga saliva para decir algo.
-Sole.
-¿Sí? – dice ella. Está con expresión de que esperar que él diga algo.
-Yo…pues…
-¿Qué? -sonríe ella.
-Que hermosa eres. -piensa Luca, y aun así le cuesta mucho poder decírselo. -No nada. Aquí parece que no está el manga que me gusta. Que mal, tendré que leer otro, je.
-Claro…tampoco yo encuentro el que me gusta. -se pone seria con algo de decepción, pero las esperanzas aún firmes.
Luca se siente extraño, a su alrededor hay muchas parejas charlando y sonriendo. Estando con su compañera y amiga, Soledad, se siente fuera de lugar y con justa razón, tuvieron que mentir para obtener el 25%. Ella ni se inmuta, Disfruta del momento con él.
-Este lugar es muy bonito. Nunca vine aquí. -enuncia Soledad.
-¿No? Yo tampoco. Tiene muchos mangas y todo se ve delicioso.
-Si. Aunque…-lo mira con una tierna sonrisa y mirada cómplice que no se percata el chico.
-¿Aunque? ¿Qué cosa? -levanta su mirada.
-Solo pensaba en voz alta.
-Ya veo.
La mesera llega con una bandeja y sobre ella el pedido de ambos. Luca le cede a Soledad para que le sirva primero.
Luego de ubicar las tazas con café con leche, la mesera regresa a su puesto. Luca revuelve con una cuchara el líquido. Soledad huele el olor que desprende y hace una mueca de mucho agrado.
-Huele bien ¿verdad? -pregunta ella.
-Totalmente.
-Creo que podría venir más seguido.
-No lo dudo. Tienes que descansar. Sobre todo, porque te esfuerzas demasiado.
-Y que lo digas. A veces me cuesta seguir leyendo formularios y cartas de queja.
-¿Envían muchas?
-Si y cada vez más.
-Esos imbéciles se están pasando.
-Luca ¿pensaste lo que te dije? -termina de decir eso y da un delicado sorbo y luego soplo para enfriar un poco.
-¿Sobre lo de ser guardián?
-Bueno, no con ese nombre, pero esa es la idea.
-No me pudiste explicar del todo eso.
-Cierto, eso fue error mío. Lo siento.
-No, está bien. Antes que nada ¿podrías darme un poco más de tiempo? A pesar de que no me hayas dicho nada, sé que quieres hacerme parte de algo. Necesito pensarlo.
-Si, si, lo se. Me disculpo porque te intento incluir y no pensé en cómo te llegues a sentir.
-Al contrario, agradezco tu intención. Es solo que aún lidio con estos idiotas y no deseo pelear con nadie.
-No, claro que no. Agradezco mucho todo el esfuerzo que haces. Tómate el tiempo necesario ¿sí? -ella extiende las manos hasta las de Luca para apretarlas con fuerza y transmitirle valor.
-Te agradezco mucho. -sonríe el chico.
Inesperadamente, el ambiente cambio drásticamente, incluso las demás parejas los miran con gran emoción. La juventud que emiten. La ternura de ella y la ferocidad envuelta en un delicado velo de amabilidad y cariño. Sin darse cuenta, llaman la atención e incluso se murmuran cosas como, “que linda pareja”, “ella es muy bonita”, “él parece muy rudo pero gentil”.
AVAVAVAVAV
Por la noche en un almacén abandonado por la zona industrial, Braian y Yamil llegan en coche donde son observados por varios chicos de su misma edad que vigilan la entrada. Portan cadenas y palos de madera. Se los ve desconfiados y filosa mirada sobre los visitantes.
Llegan hasta la entrada y los pandilleros miran a ambos chicos que están vestidos con ropa de marca cara. Desde adentro se oye una imponente y firme orden.
-Déjenlos pasar.
Inmediatamente los que vigilan armados la entrada se abren y dejan que Braian y su acompañante puedan pasar.
Al entrar a aquel almacén, con olor a humedad y ruido de jolgorio juvenil por doquier, ven al menos veinte chicos, jugando cartas, comiendo y sobre una caja de metal hay uno de imponente figura de cabello corto negro, fumando con total calma.
Posa su atención sobre Braian. No aparta su mirada sobre ellos. La tensión es fácilmente palpable y cualquier cosa que diga el privilegiado, podría acabar perjudicándolo de la peor manera. Lo primero que hace es pedirle a Yamil que le dé la maleta que porta en su mano.
Luego de eso, mira a aquel chico.
-Eres un pandillero. -dice Braian.
-Que observador. -exclama el muchacho que a simple vista no lo parece, pero tiene la misma edad que ellos. Junto con esas palabras, los pandillos rodean al dueto de ricachones y abusivos.
-Tengo una propuesta para hacerte.
-¿Propuesta? ¿Qué es lo que podría querer un maldito imbécil con ropa cara?
-Si. Es una impresión primeriza, pero te aseguro que valdrá la pena. -responde nervioso. Se agacha para abrir la maleta y cuando lo hace, gira el objeto revelando fajos y fajos de billetes verdes. Todos los pandilleros, incluyendo aquel chico, quedan anonadados. -Tu nombre es Sebastián Zenón ¿cierto? Quiero que hagas algo por mí. Por supuesto que, si lo haces, se te pagará bien por eso.
-Vaya, vaya, tienes mi completa atención.
Sebastián se baja de la caja metálica y arroja el cigarrillo. Camina hasta Braian. Tan solo la presencia a menos de dos metros de distancia es suficiente para intimidar a esos dos. La presión hace que Yamil mantenga la cabeza agachada, pero Braian sonríe de manera incómoda porque acaba de encontrar a un león feroz, capaz de doblegar a cualquiera.
-Se trata de secuestro y emboscada.
-Interesante. -se agacha y toca, acaricia y aprieta los billetes. -¿Todo esto por secuestro y emboscada? ¿Quién es el pobre infeliz?
-Por el momento no importa. Vas a tener todo mi apoyo tanto económico como de influencias. Siempre y cuando se logre.
-Bien. Aunque te advierto una sola cosa.
-¿Qué?
-Existe un código entre los pandilleros. Nada de civiles inocentes. Si me entero que se trata de eso, voy a romperte todos los putos huesos. ¿Está claro? -se para frente a Braian. La diferencia de tamaño es enorme y a pesar de que intenta sostenerle la mirada, sucumbe ante el miedo. -¿Cuándo empezamos?
-A-Antes de las vacaciones. Quiero dejar el mensaje bien en claro para el segundo semestre.
-Okey, vete de aquí. Antes de eso, ten. -le entrega un papel con números escritos.
-¿Qué es esto? -toma el papel.
-Es mi número de celular. Contáctame. Y ya sabes, nada de civiles.
-Claro.
De regreso al auto negro, Yamil sigue temblando y Braian no puede controlar su sonrisa perversa.
-¿E-Ese chico es un estudiante como nosotros? -pregunta Yamil.
-¿Acaso importa? Ya tengo la solución a mis problemas. Esos estúpidos del centro de estudiantes van a conocer lo que es meterse conmigo. ¡Jajaja, imbéciles! ¡Soledad, Luca van a conocer de lo que soy capaz!
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