Inspirado a cambiar por ella - 2
Al día siguiente, Luca deambula en las calles despejadas de Garaolla. Como cada domingo, los pandilleros se toman descanso, sin embargo, suele haber algunos de rango bajo intentando obtener prestigio al tomar territorios, desconociendo las reglas básicas y que siguen siendo débiles frente a los capitanes o los jefes.
Su camino lo lleva a una panadera a cinco calles de su casa ahora desierta sin su abuelo. La panadera conoce a Luca desde que era un bebe por lo que la confianza es muy grande. Lo recibe con una sonrisa y una bolsa. El chico se muestra avergonzado ya que no hay dinero en sus bolsillos y siente que debe pagarle. Sin embargo, la mujer de unos cuarenta años de edad le acaricia en la cabeza y exclama:
-Ten, me lo pagas cuando tengas dinero. No olvides que tiene dentro seis medialunas de manteca.
-Si, muchas gracias. -responde sonrojado.
-Ve a casa y desayuna.
-Claro. Se lo agradezco.
En el camino de regreso se encuentra con Pablo quien busca una verdulería porque su madre le pidió que haga esas compras para el cumpleaños de una amiga de ella. El chico se desvía y acompaña a Luca. La realidad es que ambos disfrutan de la compañía del otro a pesar de haberse enfrascado en peleas tontas, a pesar de todo lucharon siempre espalda con espalda:
-¿Qué hay? -pregunta Pablo.
-Nada, compraba el desayuno. Ten. -le ofrece medialuna.
-Oh, gracias. -toma una y la devora muy rápido.
-Oye, al menos come más lento. No pienso darte una segunda medialuna.
-Es que a esta hora y tan calentita.
-Te repito, no pienso darte otra.
-Si, si, lo sé. -lo mira y tiene una expresión distinta. Su aura ha cambiado. Sonríe y vuelve a mirar al frente. -Te veo diferente.
-¿Eh? ¿Cómo?
-Como si quisieras enfrentarte a la vida…sin necesidad de hacerlo con los puños. Jajaja, olvídalo.
Luca abre la boca intentando decir algo:
-Ayer…
-¿Huh? ¿Qué pasó ayer?
-Nada.
-Okey. -termina de comer su medialuna y vuelve a su camino. -Sea lo que sea que estés buscando ahora, no dudes en que yo te apoyaré. ¿Está bien, bro?
-Claro.
Ambos chocan los puños y separan sus caminos.
AVAVAVAVAV
Semanas más tarde tras las vacaciones de verano a principios de año…
Los estudiantes de la escuela “San Sebastián obrero” regresan con mezcla de desazón y entusiasmo por volver a ver a sus compañeros. Entre el tumulto de jóvenes adolescentes, una figura destaca por su imponente presencia incluso muchos llegan a alejársele por ello.
Luca recorre la multitud abriéndose paso fácilmente entre los demás estudiantes. Busca su curso ya teniendo la lista de asignaturas, pero no tiene idea de a donde tiene que ir.
A pesar de que San Sebastián obrero sea una escuela secundaria publica, tiene prestigio de ser exigente y de difícil entrada. Solo hay dos tres maneras de entrar, por recomendación, realizando un examen altamente difícil y una beca deportiva.
Los que ven a Luca se preguntan como es que alguien como él está en la escuela y no es detenido. Se preguntan también si es estudiante o infiltrado que solo está ahí para robarles. Nadie se le acerca, salvo una persona que desde atrás lo toca varias veces con la yema de su dedo tan frágil y delgado.
En eso, Luca se voltea y ve a Soledad mirándolo seriamente:
-¡¿Tu?! -exclaman los dos al mismo tiempo con gran sorpresa.
El chico la lleva junto a unos árboles para que no sea tan escandalosa. Ella no se deja intimidar así que se apoya contra el árbol y con brazos cruzados:
-¿Qué haces aquí? ¿vienes a delinquir a esta escuela? No te dejaré hacerlo ¿entiendes?
-No, no, te equivocas. -intenta explicar lleno de nervios.
-¿Qué esperas para decirme?
-Pues…-le extiende un papel con un sello que dice “Aprobado”.
La chica de nombre Soledad lee el papel y se asombra:
-¿Una beca deportiva? ¿Cuándo pasó esto?
-Hace unos días. Participe en un torneo de boxeo. Gané invicto.
-Eso dice aquí. Tu logro es increíble, pero ¿enserio? ¿me estás acosando?
-¿Heh? No, para nada.
-Dime si es así. Te denunciaré. -dice con expresión de desagrado hacia él.
-¡Oye, tan solo quiero…!
-¿Qué quieres? -espera a que termine la frase, pero el chico se queda en silencio y mirando hacia el suelo.
-Nada.
-Haaa, bien. Te diré que tengo mis dudas sobre ti. ¿A que curso tienes que ir?
-Es uno llamado 2°A.
-¿A? cielos. -se agarra la cabeza con disgusto.
-¿Qué sucede?
-Seremos compañeros.
Tras esto, Soledad lleva a Luca hasta el salón de clases donde aún siguen llegando sus compañeros. Antes de entrar, le pide como favor que se comporte y trate de hacer amigos. Luca asienta, pero cuando los dos cruzan la puerta, se topa con las miradas discriminatorias de sus compañeros.
Suspira y se dirige hacia el fondo donde hay un pupitre disponible. Al llegar, deja su mochila al lado de la silla y se sienta a gusto con sus piernas sobre la mesa. A su lado un grupo de tres, cuyo porte físico es casi idéntico al de él, hostiga a un chico de menor tamaño, pero misma edad. Claramente son abusivos, pero ¿Qué va a importarle a él? Intenta ser mejor persona, siguiendo la promesa que le hizo a su fallecido abuelo.
La escuela no es ajena a los hostigamientos estudiantiles ya que las autoridades suelen considerarlos como “cosa de niños” y no lo atienden como asuntos reales. Grave error.
Muchos estudiantes que sufren abusos escolares abandonan el colegio o sufren violencia física excesiva de parte de sus compañeros. Nadie hace nada y el centro de estudiantes no encuentran la manera de evitarlo.
Soledad se voltea varias veces durante la clase de matemática solo para ver a Luca durmiendo con el rostro sobre la mesa y algunos de los abusivos le arrojan papeles al estudiante indefenso. Le roban sus bolígrafos y quitan cartuchera.
Luca solo observa.
La clase termina con el sonar del timbre. El docente es el primero en retirarse cuando toma sus cosas. Luego los estudiantes que están mas cerca de la puerta dejando a los del fondo como últimos a retirarse:
-Bien, creo que iré a descansar un poco al baño. -dice en voz baja Luca.
El grupejo de abusivos se reúne de nuevo alrededor del estudiante. Empieza a darle fuertes palmadas al rostro y la cabeza. Le arrebatan la cartuchera y se la arrojan unos con otro dejando sobre el suelo el contenido:
-Haaaa, mejor me voy. -piensa Luca. Sin embargo, escucha un ruego.
-Por favor…ayúdame…
Luca no se voltea y sigue su camino hasta la puerta que da al pasillo y que conecta al patio de la escuela. Ya no está en las calles golpeando pandilleros, su decisión es esa, priorizar la paz y ser una persona de bien alejado de la violencia. Así es como quiere vivir.
Entonces, se abre la puerta frente a él y un cabello largo oscuro y mirada feroz entra al salón, caminando a pasos pesados y encara al grupo acosador. Soledad, quien no se deja intimidar por esos brabucones, defiende al chico hasta que el grupo se dispersa y salen del salón.
Preocupada por el chico, lo lleva a la oficina del centro estudiantil.
Pasa por al lado de Luca, pero ni lo mira, se enfoca en su labor de defender a los estudiantes.
Esa actitud tan feroz y noble hace que se encienda una chispa en el interior sin vida de Luca. Sonríe y vuelve al plan original de quedarse en el baño hasta que termine el descanso.
AVAVAVAVAV
Por la tarde, Luca regresa a su casa tras un largo día en la escuela. Se siente agradecido por no volverse en grupo, ya es considerado como una muy mala imagen a lo que agradece en silencio. No es correcto, pero cree que es el mejor camino:
-Haaaa, que día más agotador. Jamás imagine que no pelear me llegara a agotar de esta manera y…-nota que Soledad camina a su lado. -¿Por qué estás al lado mío?
-Solo camino de vuelta a mi casa y que parece es en la misma dirección que la tuya. Además, procuro que no ocasiones problemas, pandillero.
-Eso parece y no me llames así.
-¿Cómo, pandillero?
-Te dije que…haaa, no pareces la clase de persona que se calle.
-Y tú el típico chico que no le gusta hablar, pero henos aquí, conversando. -dice con sonrisa pícara.
-Por cierto. -exclama él.
-¿Sí?
-¿Qué fue eso del otro día?
-¿A qué te refieres?
-¿Por qué esos imbéciles de Don Orione quisieron atacarte? Sé que no suelen hacer eso y justamente contra una chica, pero lo que vi fue un acoso.
La chica se queda callada y deja de caminar. Luca avanza unos pocos metros y se detiene. Voltea a mirarla y nota que su rostro está cabizbajo. No entiende que le pasa, pero sospecha que es algo referido al motivo por el que la acosaron:
-Debería preguntarle. -extiende su mano para llamar su atención.
Entonces, Soledad levanta la mirada mostrando una sonrisa y retoma el camino:
-Ven, sigamos.
-Oye.
-No pasa nada. -dice sin mirarlo a la cara. -Olvídalo ¿quieres? Además, no eres quien para indagar en esas cosas.
-¡Tsk! Que molestia.
Por el resto del trayecto, ninguno de los dos volvió hablarse.
Probablemente por el hecho de que tanto el orgullo de Soledad como el de Luca les impidió cortar el silencio que se formó como un muro sólido entre ambos.
AVAVAVAVAV
Al día siguiente, Luca es abordado por Soledad, quien lo palpa en el hombro y este se voltea mirándola a los ojos. Esa vista le provoca una gran timidez. Sin embargo, baja la mirada y ve que ella sostiene una bolsa con galletas “horneo”. Una deliciosa marca y a la vez que cara. Le entrega un paquete a él:
-¿Qué haces? -pregunta él.
-Es a modo de disculpa por lo de ayer. Actué poco educada y la verdad que me sentí muy mal. Por favor, acéptalas.
-No, gracias.
-¡¿Haaa?! ¡te dije que las aceptes!
-Y yo te dije que “no, gracias”
-¡Lo vas a aceptar!
-¡Te dije que no!
-¡Si! -intenta meterle el paquete en el bolsillo, pero el chico se resiste colocando las manos.
-Eres un maldito terco.
-Y tu eres alguien que se vuelve demasiado confianzuda con la gente. ¿Acaso no me temes?
-No lo hago.
-¡Pues deberías!
-¡¿Por qué tendría que hacerlo?!
-¡Tsk! ¡bien, me lo quedo!
La insistencia de Soledad rinde sus frutos y ambos permanecen juntos hasta llegar al colegio. Extrañamente para Luca, no se toma a mal la discusión de hace momentos con ella, incluso la toma como una prueba de actitud.
En tiempos pasados, Luca habría golpeado la pared o golpeado a cualquier chico que pasase, pero ahora simplemente respira hondo y se deja llevar por su nueva vida y la fresca brisa juvenil.
Está decidido a cumplir con la promesa y mirando a Soledad de un vistazo apenas piensa:
-Creo…-vuelve a mirar al frente. -que ser alguien decente no estará nada mal. -sonríe.
Al llegar a la escuela, se ve un enorme tumulto de gente y en el centro ocurre una pelea. Dos chicos del grupo de brabucones agreden violentamente a un estudiante un curso menor al de ellos.
El semblante de Soledad cambia drásticamente. Se vuelve muy seria y casi agresiva. Le pide a Luca que sostenga sus cosas y camina hacia la multitud.
Ella no teme a nada ni a nadie por lo que se mete en medio de los estudiantes e interviene antes de que uno de los chicos le da una patada en la cabeza el que se encuentra tirado en el suelo. Soledad le da un pañuelo para su nariz sangrando.
Como nadie intervino y hasta lo presenciaron como un espectáculo sádico, Soledad mira a todos y cada uno con decepción. También toma nota de los que de manera indirecta participaron para luego realizar una petición a las autoridades de acta y suspensión a esos estudiantes:
-Presidenta, no tendría que meterse en conversaciones de chicos. -dice uno de los violentos.
-¡¿A esto llamas conversación?! ¡esto es una masacre! Braian, Yamil, esto no se quedará así. Ya mismo iré con las autoridades del colegio.
-Se claro. Como digas. ¿Por qué crees que estamos en la puerta del colegio haciendo eso?
-Tienen razón. No es como si esta escuela fuera hacer algo, contra los hijos de los principales benefactores de la institución. Tan solo tocarlos o sancionarles significa la expulsión o sanción inmediata. Es tan frustrante. -piensa con total impotencia la presidenta Soledad.
-Si, eso pensamos. -exclama Yamil.
-Yamil, vámonos. Ya me aburrí de este imbécil. -dice Braian.
-Tienes razón. Perdí el interés. -responde Yamil.
Soledad endurece su rostro intentando tragarse cualquier palabra que quiera salirse de la boca. La multitud se dispersa dejándola a ella sola con el chico del curso menor. Dos chicas, del centro de estudiantes y amigas de ella, se acercan para ayudarla y consolarle.
Luca solo se queda mirando a las espaldas de esos dos abusivos:
-Incluso en escuelas tan exigentes como estas existen basuras como ellos. Vaya problema.
-¿Me das mis cosas por favor? -pide Soledad estando frente a frente con Luca.
-Si. Ten. -le da las bolas y mochila a Soledad.
-Gracias. ¿Y bien?
-¿Qué?
-¿Dirás algo sobre lo ocurrido?
-¿Qué tendría que decir?
-Nada, supongo. Solo quería saber que no te hicieras el tonto.
-No estoy en posición para hacer tal cosa.
-Ahora sabes que el centro de estudiante no tiene el poder que debería.
-Cuando la realidad es que debería ¿cierto?
-Dejémoslo ahí Luca.
-Seguro.
Soledad y Luca avanzan hacia la entrada de la escuela.
Lo ocurrido parece que afectó a Soledad, puesto que, durante el resto del día, ella no se encontró bien. Y en cierta forma, Luca ya posó su mirada sobre los abusivos, pero la promesa es lo único que evita hacer justicia por mano propia.
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