Inspirado a cambiar por ella - 5
Una semana después, Luca se despierta a la mañana del sábado. No suele madrugar en los fines de semana, pero un mensaje de Soledad lo alarma obligándolo a saltar de la cama, cambiarse y salir despedido a su encuentro:
-“Hola Luqui, disculpa la hora. ¿Estás disponible? Necesito hablar contigo”. 7:18. Sole n.n
Luca sale de su casa y es recibido por varios vecinos, que entre que salen a realizar compras a panadería y sacan a sus perros, lo saludan como a un miembro más de su familia. Él corresponde con agrado, pues no era solo un pandillero de los más peligrosos del país, sino un chico amable, querido y respetado entre la comunidad de vecinos. Todos sabían sobre su pasado y ni así le temen.
Sale de allí y encara hacia la avenida con una bolsa de plástico en su mano. Una muy pequeña bolsa.
El chico camina unas calles, exactamente siete, hasta un parque recién abierto y en el que convergen estudiantes de varias escuelas. El sitio está ubicado enfrente de dos escuelas y a la vuelta de otras cuatro por lo que la afluencia de estudiantes de secundario y preparatoria es constante.
Allí la ve a Soledad, siempre tan elegante vestida, aunque fuera reunirse en un parque y no a una cita. Sin embargo, su corazón late mucho más rápido que de costumbre ya que siente que está en una especie de cita.
Se saludan con un beso en la mejilla y Soledad lo invita sentarse en uno de los bancos a metros de los toboganes. Luca recuerda que lleva la bolsa por lo que le ofrece de su contenido con mucha timidez:
-Los cociné yo mismo. No sé si te gusten.
-¿Huh?-asoma su cabeza y ve que son galletas con chips de chocolate. Se queda sorprendida.
-Si…si no te gustan…
Sin mediar palabra, la chica saca dos galletas grandes y sonríe:
-Que cortés eres. Muchas gracias Luqui.
-Si, no hay de qué.
Por unos segundos se escucha el crujir de las galletas siendo masticadas por Soledad. Ella se muestra solemne y se nota en su cara que disfruta del dulzor de esas galletas. Se queda sorprendida del talento de Luca para prepararlas y que queden exquisitas. Está tentada a pedirle la receta.
-Sole.
-¿Si?
-¿Por qué me pediste que venga a esta hora?
-Claro. -exclama y traga la galleta. Se pone seria ya que es un tema que a ella le importa, pero a la vez teme porque se involucre Luca. -Quiero que hablemos sobre esos chicos.
-¿Quiénes?
-Los abusivos. La elite.
-La elite… ¡ja! Parece el nombre de un grupo de villanos de una pésima serie de Madflix. -se burla Luca. No se toma enserio y con razón, los abusivos son el eslabón más asqueroso en el mundo de los pandilleros.
-No deberías tomarlo a la ligera este tema.
-¿Por qué? Ellos no son más que una vergüenza. Estaría bien no darles importancia. Son basura.
-Para ti, pero no para los demás y ahora piensas así, pero…no estoy segura que más adelante se mantenga de esa forma.
Es cierto, que cuando uno se encuentra en la cima y la deja todo parece muy pequeño sin haber encontrado ese algo que represente o haya representado un reto. Luca siempre fue temido por su inmenso talento para el combate y el respeto de no solo por su propia pandilla, sino la de la ciudad y el país entero siempre lo tuvo.
Temerle a un grupejo como esos abusivos se siente como un mero insulto para su persona. Tener que sentirse preocupado, solo haría que su imagen fuera reducida a una debilidad.
-¿A dónde quieres llegar?
-Braian y sus amigos, ellos pusieron sus ojos sobre ti.
-¿Huh? ¿en qué sentido?
-Te ven solitario y como una potencial amenaza.
-Oh, ¿enserio? Entonces ellos consideran que me tienen que hacer conocer mi lugar ¿eso es lo que pretenden? ¿Cómo un sapo de otro estanque?
-Si.
-¿De eso se trata todo? ¿de ver quien la tiene más grande? Que estupidez.
-Por eso…
Soledad baja la cabeza y aprieta la parte baja de su blusa.
Mientras Luca se jacta de que jamás lo van a apalear ni a tratar como porquería, la chica se siente consternada de que su compañero no lo tome como debe ser puesto que el futuro en la preparatoria está en juego:
-Luca.
-¿Huh?
Cuando gira su cabeza y la ve así, no puede evitar sentirse culpable.
Por más que quiera disculparse, solo atina a permanecer callado mirando al suelo. Durante varios segundos están sin hablarse hasta que ella levanta el rostro y sonríe:
-La solución aparecerá si ambos lo pensamos mejor juntos ¿Qué opinas?
En ese instante, Luca se da cuenta de que Soledad tiene una hermosa sonrisa. Queda encandilado:
-Por supuesto.
Soledad da un salto lejos del banco. Estira sus brazos y luego los levanta con el sol de frente. Los rayos del sol realzan sus facciones juveniles. Cierra sus ojos y se muestra muy feliz:
-Los rayos del sol matutinos son lo mejor ¿verdad?
-¿Eh? Ah, sí, sí.
-¿Estás bien? Te noto pensativo y callado. Hey, no te lo tomes tan a pecho.
-Estoy bien. -se levanta del banco.
-¿Quieres ir a algún lado?-pregunta ella.
-No tenía pensado hacer nada hoy así que lo dejo a tu criterio.
-Bien, entonces, caminemos. Tengo que hablar de otra cosa.
-Está bien.
Los dos se ponen en marcha para recorrer el parque y luego caminan hasta la avenida comercial, donde se encuentran decenas de locales como restaurantes, panaderías, cafeterías. Allí entran a una cafetería de nombre “Los Laureles”, un lugar típico donde estudiantes universitarios y de preparatoria suelen concurrir a estudiar o pasar el rato.
Una camarera los atiende muy amablemente y lleva hasta una mesa con dos sillas. Soledad se quita su morral y coloca sobre la silla. Mientras tanto, Luca queda anonadado por la delicadeza con la que ella actúa. Siempre tan digna y hermosa.
Sobre la mesa hay un cartel pequeño con código QR donde se realizan los pedidos. Soledad usa su teléfono para pedir. Ella pide un café cortado con una medialuna luego mira a Luca:
-¿Qué quieres pedir Luqui?
-Emmm…lo mismo que tú.
-Bien. Dos cortados y dos medialunas.
-Sole.
-Si, lo sé. Veamos por donde empiezo. Sabes que los miembros del centro de estudiantes están en una cruzada respecto a ti. Si bien ha pasado casi un mes desde que empezaste en la escuela, no confían en que te adaptes. Para ellos es un gran problema porque no conciben a alguien tan solitario como tú.
-¿Tienen problema con que no quiera hablar con nadie? Eso es absurdo.
-Concuerdo contigo.
-Pero no puedes hacer nada al respecto y quieres que yo lo haga ¿verdad?
-Así es. Necesito…quiero que dejes de creer que todos te odian o son tus enemigos. Hay muchos estudiantes buenos, humildes y que pueden sacar lo mejor de ti sin dudarlo.
-¿Cómo tu?
Ella se queda sin palabras y él completamente petrificado porque eso que acaba de decir, salió sin que tuviera control de su boca. La camarera llega con el pedido colocándolos frente a cada uno con mucho cuidado.
Luca toma la medialuna y bruscamente se lleva la mitad a la boca. Soledad sopla su cortado mientras aparta a un lado su cabello para que no caiga sobre el líquido caliente.
Mirara hacia donde mirara, él regresa a observarla como si estuviera presenciando una magnífica obra de arte:
-¿En que estábamos?-pregunta ella.
-Sobre hablar con gente de la escuela, creo.
-¿No conociste a nadie o intercambiaste palabras?
Luca aparta la mirada, lleno de culpa. Recuerda los pedidos de ayuda de aquel chico cuando fue emboscado por los abusivos. Prefiere llamarse al silencio.
-Escucha, no es solo para guardar apariencias y que no te vean como un peligro, también genuinamente tienes que abrirte a las personas.
-No es tan fácil como piensas.
-Entonces explícame por favor. Eres alguien honesto que cumple con su palabra y deseos de mejorar ¿Por qué te es difícil abrirte a los demás?
-No es tan fácil…pasar de vivir usando la violencia a hacerme amigos de todos esos chicos y chicas que quieren aportar algo a la sociedad. Yo…solo tengo esto…-levanta sus dos puños.
Su respuesta es suficiente como para que Soledad no cuestione.
Pero la chica no se deja vencer y siendo tan testaruda como es, lo confronta golpeando con fuerza la mesa de madera. Llama la atención de los clientes y empleados por el solo sonido de su voz y el golpe:
-¡Esa no es una respuesta lógica! -se levanta abruptamente.
Una vez que dice eso, mira a su alrededor y vuelve a sentarse. Acomoda el cabello mientras que Luca está perplejo ante la rudeza de su compañera. Nunca se esperó esa reacción tan enérgica de su parte. Le encanta lo que acaba de suceder.
-Todos merecemos la oportunidad de cambiar. Me rehúso a que quedes fuera de eso. Es por eso…que te lo pido Luqui…
-¿Huh?-sus ojos se abren de par en par cuando la mira y se encuentra con una expresión tan honesta y pura que despeja toda duda ante la oportunidad de cambio que se le ofrece.
-Por favor…se parte de ese cambio. Creo en ti y que vas a lograrlo. Eres capaz de todo, sé que sí.
Luca sonríe, pero no con falsedad, ni ironía, tampoco para fanfarronear sino con absoluta felicidad y entusiasmo como la de un niño pequeño. Eso resquebraja el interior tan duro de Soledad:
-Daré lo mejor de mí Sole.
-S-Si, cuento contigo.
Luego de eso, los dos continúan su desayuno riendo y hablando sobre lo que más les gusta hacer los fines de semana.
A lo lejos, alguien los vigila llamando la atención de gente que va pasando. Incluso niños que van de la mano con sus madres lo observan y señalan mientras se burlan de él.
-Estos punks, nunca van a entender mi Flow…-murmura mientras sonríe. Por dentro cree verse cool pero la gente lo mira raro y los niños se burlan. Las ancianas le dejan dulces en la bolsa que sostiene. -Muchas gracias señora. -dice con cada anciana que pasa a dejar dulce. Luego vuelve hacia la cafetería. -Así que…estabas aquí…
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