Inspirado a cambiar por ella - 7
Durante el fin de semana, Luca pasa toda la tarde trabajando en un almacén de barrio. A pesar de que los vecinos y varios locales ayudan al chico para su día a día, llevándoles suministros, comida hecha y hasta se han ofrecido clubes donde ejercía como aprendiz de artes marciales para que pudiera pasar su tiempo libre en lugar de estar solo, su orgullo le impidió aceptar.
Luca pidió a un local de suministros que le permitan trabajar a cambio de un sueldo. Como las leyes del país impiden el trabajo infantil, a menos que haya firma de padre que autorice, se le rechaza esa petición. Sin embargo, el dueño un hombre bastante joven le acepta “la ayuda” a cambio de “una mesada” como forma de evadir esa cuestión de ley. Otra condición es que fuera solo viernes, sábados y domingos durante la tarde y solo por cuatro horas.
Debido a su situación, intenta evitar a cualquier compañero de la escuela, por lo que si ve a algún conocido de allí se mete hacia adentro del local con la complicidad del dueño que ríe cuando pasa.
Sin embargo, va a ayudar al proveedor a ingresar varias cajas y cuando sale a buscar la tercera caja llena de azúcar, nota que a lo lejos se acerca un grupo que se ríe y bromea empujándose y golpeándose. Por instinto gira a mirar que sucede y ve a ese grupo de abusivos de la escuela. Rápidamente toma la caja y la entra al local. Se queda allí esperando a que pasen y volver con su labor.
Ricardo, el dueño del lugar, lo ve que está detrás del mostrador:
-¿Ya terminaste con las cajas? ¿Por qué te escondes? -lo ve intranquilo, aunque no asustado. -¿Huh?-mira hacia la calle y ve al grupo pasar. Ricardo siente repulsión con solo verlos. -Puedes salir.
-¿Huh?-mira a Ricardo.
-Esos tres mocosos, ya se fueron.
-Haaaa, rayos.
-No entiendo las circunstancias ni nada por el estilo, pero sin duda que es un trio muy desagradable. ¿Quiénes son? -pregunta el treintañero.
-Si tuviera que definirlo, diría que es la peor clase de escoria posible.
-Tratándose de alguien como Luca, con un pasado de pandillero temible, me debería extrañar esa actitud, pero quizás es un motivo más profundo. Mejor no indagaré más. -piensa.
Ricardo da unos pasos hasta una heladera y saca una pequeña botella de cola. Se la arroja al chico y exclama:
-Ten, bebe. Sé que hace frio afuera pero quizás tengas sed. Yo te invito.
-G-Gracias.
-Oh, vaya que pasó el tiempo. Ya son más de las seis de la tarde, vete a casa. Disfruta del resto del sábado y mañana puedes venir como a la una de la tarde. En mi oficina hay una bolsa con víveres. Te lo ganaste.
-Gracias Ricardo. -agradece con profunda vergüenza.
-¡Deja de tener vergüenza, niño tonto!-le grita al oído.
-¡¿Por qué mierda me gritas?!
-Eres un tonto. Trabajar para comer no es malo, más bien todo lo opuesto, es algo digno. Y que decidas haberlo hecho te hace aun más digno. Prioriza ser mejor persona y estudiar mucho. De lo demás nos haremos cargo el barrio.
-Si, te lo…se los agradezco.
Desde afuera de la tienda a unos cuantos metros, Anabella ve salir de la tienda a Luca con el buzo puesto del almacén que lo involucra como empleado. La vicepresidenta observa con mayor detenimiento cada detalle que ve.
Según su concepción, Luca no deja de ser un pandillero violento y desalmado pero la expresión con la que sale del almacén y que sea empleado de allí, le resulta curioso y enigmático. Entonces lo sigue durante dos calles. En ese lapso, Luca es saludado por muchos vecinos, sean ancianos, niños, y gente con perros a los que el chico acaricia. Nadie le teme o rechaza, y ciertamente Anabella ve una faceta que nunca imaginó:
-¿No se supone que es un pandillero? ¿Dónde está su grupo violento? ¿Por qué se saluda con tantas personas? ¿no saben quién es? -piensa Anabella.- Haaaa, ¿Qué haces Anabella? Siguiendo a otra persona como una acosadora. Mejor…me voy. Tengo que estudiar con Soledad y Delia.
Anabella da media vuelta y encamina para regresar con sus compañeras a la biblioteca. En el camino, ve a una persona extraña moviéndose con un aparato de dos ruedas a motor llamado segway. Esa persona se la ve vestida con un disfraz de conejo gris y la cabeza descubierta. Lo mira como si lo hiciera con los locos de la calle. Inmediatamente lo ignora.
Es el excéntrico chico que sigue desde detrás a Luca.
Todos los que pasan por al lado se le quedan viendo algunos como si fuera un bicho raro, otros con simpatía al compartir ese sentido del humor, y otros simplemente con desconcierto ya que no entienden que sucede.
Los niños corren a su lado intentando alcanzarlo o sobrepasar su velocidad. Una niña pequeña se tropieza y cae contra el pavimento. El chico se detiene y baja del aparato. Camina hacia la niña y la ayuda a levantarse:
-¿Estás bien?-pregunta el chico vestido de conejo y el rostro deslumbrante.
-Shi. -exclama la niña.
-Bien. Me alegro. Procura no alejarte de tus padres ¿sí? Tampoco estén cerca de mí porque se podrían lastimar. ¿Está bien?
-Ajá. Muchas gracias señor.
-No me lo agradezco. Pórtense bien y disfruten del sábado, bye bye. -regresa a su transporte, pero cuando ve que Luca desapareció, se queda en shock y triste hasta que escucha una voz.
-¿Leo?
-¿Huh?-se gira con el aparato y ve a Pablo con dos bolsas llenas con carne y verduras. -Pablo.
Pablo y Leo recorren las calles oscuras y frías del barrio. Ambos conversan sobre muchas cosas, puesto que no se ven desde la disolución de la banda:
-¿Qué es de tu vida Leo?-pregunta Pablo.
-Ayudo a mi hermano en el taller.
-Cierto que tu familia tiene un taller mecánico de autos…y…-mira el segway. -¿Cómo es que usas eso?
-Se lo robé a la última banda que vencimos.
-Ah, con razón al otro día volvieron pidiendo que le devolvamos algunas cosas. ¿Qué más les quitaste?
-No, nada. -mira hacia otro lado.
-¡Si entiendes que para mentir eres bien malo!
-Ya, ya, eso les pasó porque perdieron la pelea. Si no hubieran insultado a Luca y escupido en su cabeza, se habrían ahorrado esa humillación.
-Lo sé. Todos lo apreciamos y admiramos por lo que ese insulto bastó para enloquecernos. Por cierto ¿no estabas siguiéndolo?
-¡¿Heeeeh?! ¡Bueno, yo, yo, no!
-Tranquilízate. Dime ¿Qué pasa?
-Nada. Es solo que quiero saber como están mis amigos. Además…
-¿Además qué?
-Necesito que me corrobores algo.
-Claro.
Leonardo detiene su segway y baja de él. Ve una vereda lo suficientemente alta como para que se siente:
-Pablo. ¿Luca está en pareja?
-¿Huh? ¿Por qué lo preguntas? -pregunta con expresión seria mientras se sienta. -Quizás se refiere a Soledad. Aunque no puedo decir mucho, no la he conocido y Luca apenas me habló de ella. Es demasiado reservado con esas cosas.
-Por nada. Curiosidad. -sonríe Leonardo.
-Entiendo.
-¿Sabes? Tu y yo lo hemos viste furioso, serio y hasta algunas veces sonreír, pero por enfrentar a rivales fuertes. El otro día, lo vi sonreír muy genuinamente en una cafetería. Estaba con una chica. -reconoce Leo.
-¿Enserio los seguiste tal cual un psicópata? -se horroriza Pablo.
-Es por eso que te pregunté si él está en pareja. Como sea, da igual si está o no. Cuando Luca disolvió a la banda, me sentí preocupado de como sería la vida de ahora en más. El verlo sonreír junto con alguien, me hizo darme cuenta de algo.
-¿Qué cosa?
-Que un pandillero puede tener más opciones y una es ser feliz.
Leonardo no es conocido por ser el más elocuente, brillante o avispado, incluso entre los antiguos miembros de la banda, con Martín a la cabeza, era el más descerebrado pro certero en combate. Pero esas palabras que salen desde lo más profundo de él, dan muestra de la lealtad y muy alta estima hacia Luca.
El excéntrico joven, un año mayor que Luca y Pablo, habla desde el corazón y como es conmovido por la demostración de su antiguo líder y amigo de querer mejorar para bien tras la muerte de su abuelo.
Leonardo se para y dirige hacia el segway. Piensa en salir y seguir a Luca por la mañana del domingo. No lo hace por acoso como piensa Pablo, simplemente es alguien que gusta observa y admirar las acciones de aquellas personas a las que considera dignas de ello.
-Bueno, supongo que ya es tarde. Me voy.
-Okey. Por cierto.
-¿Sí?
-¿Porque ese disfraz de conejo?
-Es lo primero que tome de mi armario.
-Ah, ¿usabas eso?
-No se. Lo vi y lo agarré.
-¿Enserio? -pregunta con expresión confundida.
-Cuídate Pablo.
-Si, tu también.
-Yes, sir.
-Cielos, que sujeto tan raro. No ha cambiado en nada. -Pablo murmura en voz baja mientras que Leonardo se aleja a escasa velocidad.
AVAVAVAVAV
En la propiedad Nora, hogar de Soledad, las chicas se juntan para estudiar y pasarle bien entre amigas. La habitación de Soledad, es austera con una cama con sábanas blancas y grises que dan muestra de sobriedad. Muebles con libros adornan los metros cuadrados, una computadora ubicada frente a la cama junto a ella el televisor con el que suele ver telenovelas de origen asiático.
Sin embargo, lo que más se destaca es un enorme oso de peluche que al verlo, Dalia se apresura a saltar sobre él y abrazarlo con fuerza y mucho entusiasmo juvenil. Anabella se muestra distante, pero mira al felpudo y quiere también rodearlo con sus brazos.
Dalia, la más joven, es quien destaca por su alegre y entusiasta forma de reírse a carcajadas de las cosas que dice Anabella. Suele molestarla debido a la enorme seriedad que impone.
En paralelo, Soledad intenta controlar a Dalia, pero siempre se sale con la suya. A pesar de que Soledad le lleva un año a la rubia, ambas son mejores amigas desde la tierna infancia ya que sus madres fueron compañeras en la universidad y la amistad entre ambas familias se intensificó.
-Chicas, hoy tenemos que estudiar con intensidad. No olviden que el lunes está el examen de oficio y toda la escuela estará involucrada. Sole, tu eres quien debe mostrar mayor seguridad y responsabilidad. -insiste Anabella con dar importancia a los estudios a pesar de que es un sábado a la noche y Dalia está eufórica por pasarla bien con sus amigas.
-Eres demasiado aplicada Ana. Relájate. -dice Dalia.
-Y tu eres demasiado relajada. Este examen es vital y lo saben. -insiste de nuevo. Anabella.
-Si, si, ya lo sé. De alguna forma entiendo que debo aprobarla, pero ¿Por qué la toman ahora? ¿Qué no se hace en el segundo semestre?
-Al parecer quieren corroborar el nivel educativo del año pasado y como no se pudo hacer, entonces lo harán este. Lo explicó la profesora de biología en el acto de la semana pasada por el día de los veteranos. -responde con regaños.
-Ah, es que me quede dormida, jejeje. -sonríe de manera juguetona.
-Haaa, que dolor de cabeza. Me sorprende que tus notas en idioma sean tan excepcionales.
-Jejeje, es que soy impresionante. -exclama levantando el pulgar y sonriendo.
-Me pregunto si Luca estará estudiando. -se pregunta Soledad mirando al suelo y los dedos sosteniendo la barbilla. -Tendría que haberle dicho si necesitaba hacer un repaso que con gusto me tomaría el domingo para ir juntos a esa cafetería. ¿Q-Que estoy pensando ahora? Yo…-añade.
-¿Sole? ¿holuuu?-la llama Dalia. -¡Soledad!
-¡Aaaaahh, me asustaste Dalia! ¿Qué pasó?-se exalta Soledad.
-Nada, jejeje. Le preguntaba a Anabella porque se demoró.
-¿Demorar? Ah, es verdad. Te tardaste más de la cuenta cuando fuimos a la biblioteca. ¿Te paso algo?
-Denme un respiro. Dalia, no vinimos a hablar de esas cosas ¿está bien? Los exámenes…-exclama Anabella mientras se toma la cabeza.
-Si, están a la vuelta de la esquina, pero no te puede tomar todo el tiempo del mundo contarnos. Vamos, dilo.
-Dalia, te interesa algo tan tonto. Fui a comprar las cosas para hoy y había mucha gente. No sé qué piensas de mí, pero por favor, abstente.
-Aburrida.
-¿Huh?
-A-B-U-R-R-I-D-A.
-Que infantil eres. Sigamos con los estudios ¿quieren?
Soledad aprovecha el descanso impuesto por Dalia para husmear su teléfono y enviarle un mensaje a Luca. Cuando lo termina de escribir, levanta la mirada y ve a Dalia con la que intercambia miradas y ella le guiña disimuladamente.
Al poco tiempo, ellas retoman los estudios. Soledad relee sus apuntes de inglés, Anabella le explica algunos procedimientos matemáticos a Dalia. Luego pactan un breve descanso tras una hora de estudio para ir por unos refrigerios.
El silencio se rompe fácilmente cuando el teléfono celular de Soledad suena con el tono clásico de recepción de mensaje de la app. Anabella y Dalia la miran a Soledad.
-¿No les molesta?-pregunta Soledad.
Dalia niega con su cabeza con su característica sonrisa.
Anabella no hace ni dice nada. Se muestra estoica, aunque sospecha que puede ser Luca, puesto que Soledad se ve impaciente por responder.
-Solo será un momento.
-Tómate tu tiempo. -dice Dalia.
Revisa los mensajes y se nota en su rostro que está feliz.
-Veo que alguien estará imparable no solo hoy sino el lunes. -sonríe Dalia mientras observa con discreción a Soledad.
-¿Qué significará ese chico para Sole? -se pregunta Anabella. No puede dejar de pensar en lo que vio ese día. Un pandillero que en verdad busca la rectitud y ser alguien bueno y útil.
Comments for chapter "7"
QUE TE PARECIÓ?