Inspirado a cambiar por ella - 8
La mañana del lunes se estira con un silencio incómodo. El cielo, cargado de nubes negras, parece inclinarse sobre las casas y fuertes estruendos resuenan con fuerza causando pánico entre los animales y los niños pequeños.
Una brisa helada se filtra por cada rendija, presagiando una tormenta. No llueve todavía, pero todo, desde el temblor de las hojas hasta el nerviosismo en el aire, anuncia el estallido inminente.
Los estudiantes entran rápido debido a la exigencia de llegar a horario y más aún con el examen propuesto por el ministerio de educación para cada escuela del país. El interés captado por toda la ciudad es tal que nadie pretende perturbar a los estudiantes.
Luca es el último en llegar, con ojeras bien negras y torpeza en su andar, pero con seguridad de haber estudiado con toda su alma gracias a la ayuda de Soledad. Está muy seguro de que el examen no será cosa fácil, pero recibió la ayuda de la mejor del colegio, no tiene por qué temerle a un montón de ecuaciones, datos y conjugación.
Cruza la entrada y escucha unos sonidos inquietantes. Los pasos se vuelven pesados mientras que esos sonidos, esas voces extrañas, lo hacen querer investigar.
Sabe que si se desvía podría ponerse en peligro su estadía como estudiante. Es apenas un becado y no tiene como ir contra ese sistema que lo quiere someter, aprisionar o hasta expulsar de allí. Se resiste y encara hasta la puerta, pero cuando escucha palabras de auxilio, su cuerpo se mueve por sí solo como una bestia curiosa. Tan solo eso. Pero cuando se asoma y observa, se encuentra con Braian, Yamil y Claudio atormentando a un chico de su curso. No es Joel, pues el interés disminuyó hasta unos discretos acosos.
-Mejor me retiro. No tengo que ver con esto. -piensa con intenciones de irse hasta su aula.
Sin embargo, ese estudiante que yace en el suelo con sangre en la nariz mira a Luca y extiende su mano y lágrimas en los ojos, buscando alguien, un alma dispuesta a defenderlo.
-Por favor no me mires así. -ruega Luca. -No quiero desperdiciar esta oportunidad que me han dado. No quiero que Soledad se decepcione de mí. Por favor, ocúpate de tus asuntos. Haaaa, no de nuevo. -añade con desagrado.
Luca da unos pasos hasta donde ocurre el acto violento. Claudio toca varias veces el hombro de Braian y Yamil para que dejen de golpearlo. El ex pandillero le hace una mueca para que se levante y busque ayuda.
Cuando el chico sale corriendo y pasa por al lado de Luca le dice:
-Te lo agradezco.
-Solo vete. No quiero verte por aquí solo. Refúgiate en tus compañeros.
-Gracias.
Braian clava la mirada sobre Luca y no duda en acercársele con los demás atrás. La confianza que emite podría fácilmente causar rechazo.
En sus manos yace la violencia y el abuso hacia compañeros y compañeras por igual. Su atención esta puesta en el doblegar la voluntad de Luca. Sea cual sea la forma en que se den las cosas, el interés es que Luca pierda la paciencia y haga lo que ellos pretendan. Saben que el chico es peligroso y si no hacen algo para acabar con su estancia en la escuela, podría volverse la piedra en el zapato de ellos.
Yamil comete el error de increparlo por lo de la otra vez en que el puño le quedó absolutamente lastimado y con problemas en las articulaciones.
Braian lo aparta a un lado de manera brusca para que no haga algo insensato.
Claudio se mantiene algo distante. No quiere ser parte de la situación. La primera impresión caló profundamente en el chico.
Braian se queda parado frente a Luca y este ni se inmuta ni siquiera estando rodeado.
-Luca.
-Tu debes ser Braian.
-Claro. ¿Qué pasa con esa mirada?
-¿Que mirada?
-La que justamente tienes ahora ¿Acaso eres estúpido? -recrimina Yamil.
No lo demuestra, pero la agresividad de Yamil molesta a Luca.
Tan solo una mirada de Braian basta para hacerle callar a Yamil.
-Dime Luca, y quiero que respondas con total seriedad. -exclama Braian.
Luca arquea una ceja y espera con expresión de pocos amigos.
-¿A qué has venido aquí?
-¿Porque mierda estos imbéciles vienen a preguntarme eso? Maldición, tengo unas ganas enormes de responderles de la peor manera posible y mandarlos al carajo. -piensa Luca y aprieta fuerte el puño.
-¿Sucede algo? Si tienes miedo descuida, nosotros podremos vernos como peligrosos, pero somos amigables.
-¿Que basura está diciendo este idiota? Hace momentos estaban acosando a un chico de nuestra clase. Si estuviera en mi mejor forma de determinación los habría apaleado hace tiempo. -piensa incrédulo. Abre su boca para responder, pero en ese momento una voz se impone contra todos ellos.
-¡¿Qué creen que están haciendo?! -pregunta Soledad con voz furiosa.
-¿Soledad? ¿Qué hace ella aquí? -se pregunta Luca mientras la ve llegar a paso ligero pero mirada que le hiela la sangre.
Braian no se deja amedrentar y la desafía sonriendo. El chico al que acosaban hace momentos fue a buscar pensando que Luca podría sufrir una situación violenta.
-Solo estábamos hablando con nuestro amigo, Luca.
Luca se da media vuelta e ignora al grupo de Braian.
-Ustedes tienen la palabra amigo demasiado infravalorada. Que yo sepa…un amigo no intimida al otro, más bien te complementa y apoya sin importar que ocurra.
-Que idiota iluso. -murmura Braian y hace una mueca para que Yamil se aproxima por detrás y con su puño le golpea el costado de la cabeza que lo tumba contra el suelo.
-¡Jajaja, eso es lo que te pasa por querer verte cool! ¡conoce tu lugar basura inútil! -se mofa Yamil. -Woaaaa, carajoooo, tienes el cuerpo demasiado duro, idiota. ¡Te mataré! -se retuerce de dolor. Ahora su mano está muy hinchada, más que aquella vez.
-¡Luca! -grita Soledad. -¡¿Cómo pueden ser capaces de hacer esto?!
-¡Cierra la boca maldita estúpida! ¡tienes suerte de que no te rompamos esa hermosa cara! -le grita Braian.
Soledad se mantiene firme en proteger a Luca. Cree en él y no dejará que se meta como si fuera basura. Braian se siente insultado ante la firme determinación de la presidenta del centro de estudiantes a enfrentarlo.
El líder del trio recuerda cuando el año anterior tenía fuertes deseos de tenerla de pareja, pero los continuos rechazos de su parte habían hecho que su mente enloqueciera lleno de pensamientos sádicos. A veces sueña con el simple hecho de tenerla en su cama y dejarle marcas con uñas y dientes. Braian es un potencial sádico con influencia y dinero. No hay nada más peligroso que ese tipo de persona.
Soledad siente un profundo miedo de ser lastimada por aquellos tres, pero no hay vuelta atrás. Si es para ayudar a Luca, estaría dispuesta a darlo todo sin dudarlo.
Su corazón late muy rápido y fuerte. Mira a Luca tan vulnerable, reacio a hacer algo. Lo admira por ello y por esa razón se interpone entre ellos y él. Extiende los brazos y mira de manera más ruda.
-Soy Soledad Nora, presidenta del centro de estudiantes y es mi deber ayudar a cada estudiante en los problemas que tenga y que pase un divertido año escolar. No dejaré que gente como ustedes haga lo que quiera.
Braian ignora a Soledad como importándole muy poco lo que tenga que decir.
-Te podrás imaginar porque hemos estado metiéndonos contigo. No es nada personal, es solo que creemos que no nos pareció divertido ver que uno de nosotros haya terminado herido. -explica Braian, convencido de que lo que hacen es lo mejor. – ¿Recuerdas lo del vestuario de hombres aquel día?
-Por supuesto.
-Dime, ¿cómo te sientes ahora? -pregunta Braian. Se para cara a cara con Luca y sonríe, ahora de manera maliciosa.
-Este bastardo quiere colmarme la paciencia. -piensa Luca con solo mirarlo a los ojos.
-Golpéame basura sin valor. Quiero que veas lo que ocurre cuando se meten en mi patio de juego y mis dominios a fastidiar lo que hemos construido. -piensa Braian.
-No podría sentirme más…decepcionado.
Aquella respuesta tan propia de Luca no hace más que enfurecer tanto a Braian como a Yamil. Claudio se queda a un lado sin intenciones de meterse por temor a ser vapuleado.
-¿Que mierda acabas de decir? -Yamil lo confronta duramente. Se nota la diferencia física entre ambos. Mientras que Yamil es delgado y levemente más alto, Luca es más corpulento y con más presencia que los tres abusivos.
Luca no se inmuta, a pesar de tener la cabeza sangrando y protegiendo con su propio ser a Soledad.
-Si van hacerlo dejen a Soledad fuera de eso.
-¡¿Qué crees que dices?! ¡tú no tienes poder de decisión aquí! -vocifera Yamil.
-Yamil. -dice Braian.
-¿Huh?
-Dejemos que se vaya la presi. Las mujeres no tienen cabida en asunto de hombres. Su lugar es en la cocina o en la cama, jajaja.
Soledad se avergüenza de esos comentarios tan crueles y fuera de lugar.
-¡No, no pienso irme a ningún lado! ¡dejen de molestar a los estudiantes! -grita la presidenta.
-Odio que tengas tantas agallas, estúpida. Te haré pasar un muy mal rato.
Desde su lado, Claudio intenta evitar quedar pegado a las acciones de sus compañeros porque ya tuvo ese breve instante en que vislumbro al Luca más brutal y sin duda ha quedado marcado ese chico por la marca intimidatoria de esa aura.
-Es un error que nos sigamos metiendo con este chico. -piensa Claudio. -Da igual que tengamos poder, este chico…si es liberado…podríamos dejar en libertar a un monstruo fuera de lo normal.
-¿De qué mierda estás asustado Claudio? No hará nada. No podrá hacer nada. -exclama Yamil.
Braian extiende su mano para tomar a Soledad del brazo y arrastrarla por el suelo y saciar su hambre de violencia contra alguien más débil. Luca reacciona poniéndose de pie.
Las cadenas se rompen liberando al monstruo capaz de demoler cualquier voluntad y destrozar enemigos que se atreven a maltratar a sus seres queridos. El único que advierte eso y se da cuenta es Claudio, quien al ver cómo se recompone el chico y carga su puño, no evita orinarse en sus pantalones y rápidamente avisa a Yamil.
Entonces, se oye una voz amable pero que pone en guardia a Luca. Se da media vuelta y ve al profesor de educación física y la profesora de inglés juntos mirando toda la situación:
-¿Qué ocurre aquí? ¿Qué no ven que hay un examen importante? Vayan para adentro. Ustedes tres, rápido, rápido. -exclama la profesora.
Braian pasa por al lado de Luca mientras este aparta con cuidado a Soledad de ellos:
-Más te vale que te cuides. Esta será la última vez que nos humillas. ¿Te quedó claro? -advierte en voz baja.
-Chicos, ¿están bien? -pregunta con preocupación la profesora.
-Si profesora, es que yo…-intenta explicar Soledad.
-Tranquila, no se preocupen. Quizás necesiten entrar, Ya empezó a gotear. ¿Sebastián? -mira al profesor y este le indica que vaya con Soledad mientras espera a Luca.
El profesor se apoya contra la pared a la espera de que Luca pudiera decir algo. Lo encuentra muy silencioso, aunque generalmente lo es, no es común que debido a lo que acaba de suceder esté tan en shock:
-Imagino lo que habrá pasado, pero…
-Profesor.
-¿Huh?
Luca se da media vuelta con lágrimas en sus ojos y rostro lleno de angustia. Sebastián se sorprende de verlo así:
-Casi…la cago…estuve a punto de romperle la nariz a Braian y Yamil. Casi fallo a Soledad. Soy de lo peor. -camina hasta Sebastián y apoya la cabeza contra el pecho del profesor.
-Vaya, así que puedes incluso hacer tal expresión. -piensa y sonríe Sebastián. -No hiciste nada de lo que yo no hubiera hecho. -lo consuela.
-Ellos le iban hacer algo a Soledad. De eso estoy seguro.
El chico suena tan impotente y vulnerable que Sebastián no evita mantener la sonrisa.
Las gotas empiezan a caer desde el cielo y los relámpagos se intensifican a lo largo y ancho de la ciudad con destellos que iluminan las nubes.
-Vamos adentro. Te tiene que ver la enfermera Úrsula.
-Estoy bien.
-No es una petición. Vamos, hazme caso ¿quieres?
-Está bien.
AVAVAVAVAV
Después de las clases, los estudiantes se retiran a sus casas. Luca se adelanta con Soledad mientras que los últimos en irse son aquellos tres chicos violentos. Esperan junto a la dirección a petición del director Horacio.
Los tres miran con desprecio a Sebastián, puesto que si no hubiera sido por él nada de eso habría pasado. Se sienten humillados de no salir con los demás.
La profesora Lidia también está con el profesor de educación física.
Tal y como Sebastián supone al ver a los chicos con cara de molestia, Lidia es en parte culpable de que el director no los haya apañado.
-Si saben que esto no quedará así, ¿verdad? – pregunta Braian.
-Seguro que sí y lo que hicieron hoy tampoco. -dice Lidia. Ella quiere mucho a sus estudiantes y los defendería frente a cualquiera, aunque deba arriesgar su propia carrera.
-Hicimos lo que cualquier persona en nuestra posición podría. ¿Qué ustedes no lo hacen todo el tiempo? Mandándonos a estudiar, cumplir horarios, hacer proyectos, diablos hasta obligarnos a relacionarnos con estos idiotas mediocres. -se justifica Yamil.
Sebastián, a diferencia de Lidia que no puede creer lo que oye, entiende a la perfección la idiosincrasia de esos chicos ya que crecieron en lugares con poder e influencia y se desarrollaron creyendo ser mejores al punto de que no tienen ética ni moral.
-Déjalos. -le dice Sebastián.
-Pero…
-No pueden razonar con ellos.
La puerta del despacho de Horacio se abre, saliendo el director. Mira a un lado y ve a los tres chicos inquietos. Les ordena que regresen a sus casas. Se apresuran a la salida, ya no querían estar un minuto más en la escuela.
Luego de eso, hace una seña a ambos profesores para que lo sigan a la oficina. Les ofrece agua o café, pero le rechazan cortésmente.
Sebastián ve a un costado una botella de ron y no duda en cuestionarlo acerca de ello y en un ámbito en el que no tendría que ingerir tal cosa:
-Esta es una escuela ¿sabes? No tendría que haber eso aquí.
-Ya se. Es solo para calmar mis nervios.
-¿Qué necesita director de nosotros? -pregunta Lidia.
-Necesito que me expliquen lo que pasó hoy.
-Ya lo sabes. Esos tres atacaron a Luca y Soledad, además de que otro resultó muy herido y terminó en la enfermería. -exclama Sebastián.
-¿Es la respuesta oficial? ¿la verdadera? -pregunta Horacio.
-¿Acaso desconfías de nosotros? -pregunta Sebastián.
-Director, esos chicos están fuera de control y si Luca explota…-le dice Lidia.
-Si, si, entiendo ese punto. Mierda, ¿Qué se supone que debo hacer? -se pregunta en voz alta.
-Atarlos de manos. -propone Sebastián.
-¡Ja! Como si eso fuera posible. Ellos son los hijos de nuestros…
-Principales benefactores. Ya lo sabemos. Lo sabemos y no por eso hay que dejarles hacer lo que quieren. -dice Lidia.
Como la mayoría de los docentes, Lidia está en contra de que se haga la vista gorda a las acciones de los tres chicos. Hay docentes que fueron advertidos acerca de regañarlos o someterlos a castigos como darles más tarea o retenerlos en la escuela más allá de los debido.
-¿Creen que es lo que quiero? Ver todos los días a esos mocosos mofarse de mi o la comunidad educativa. Se sienten poderosos. Si tuviera una respuesta no estaría en este problema. Por eso me refugio en la bebida, para no pensar en ello. -saca del costado inferior la botella y la vacía en el té.
-Hace poco tiempo, una de las chicas del centro de estudiantes armó un proyecto. ¿Qué hará con eso? -pregunta Lidia. Su relación con el centro de estudiante es notable y cálida casi maternal. Además, ella fue presidenta del centro en sus días de estudiante cuando iba a una escuela de señoritas.
-¿Qué proyecto? -pregunta intrigado, Sebastián.
-Se podría hacer, pero se requiere la aprobación del 51% de la comunidad educativa. En la situación de la escuela, donde más de la mitad pertenece a los benefactores, dudo que llegue siquiera a ejecutarse. A lo que voy es que se podría votar en la asamblea estudiantil como primera fase, pero ser aprobada, eso es otra cosa. -da un largo sorbo a su taza de té lleno de ron.
AVAVAVAVAV
En el camino a casa, Soledad se aferra al brazo de Luca. Se siente culpable de lo ocurrido en la escuela y no encuentra las palabras para disculparse. Por esa razón es que se queda callada todo el trayecto.
Luca traga saliva, nervioso, pensando que ella está molesta.
-Yo…lo siento.
-¿Por qué lo dices? -pregunta Soledad sin levantar la mirada.
-Es que por mi culpa pasaste un mal rato y no pudiste terminar el examen. Perdón.
-No seas tonto. -aprieta el brazo del muchacho. -Te lo dije, voy a ayudarte en la escuela pase lo que pase.
-Si, pero no quería arruinar tus estudios. Además…me ayudaste mucho ayer.
-Hiciste lo que cualquier persona de bien haría. Estoy…muy orgullosa de ti.
El corazón de Luca palpita como tambores en su pecho. Soledad no está ajena a ello. Tiene la cara roja y trata de que Luca no la vea así.
A pesar del frio de esa tarde de otoño, ella siente el calor de Luca y un cosquilleo en su estómago que la aferra a él. El cariño que tiene por él la lleva a no despegarse. Luca no responde ni hace nada. Él está mucho más sonrojado que ella, solo que está con la vista al frente en el camino.
Se le nota en la cara que está incómodo, no de forma negativa, sino que jamás pensó en encontrarse en una situación como esa, donde una chica estuviera tan apegada a él.
Con el correr de las cuadras, se adapta y hasta sonríe cálidamente. Desconoce que le ocurre, pero múltiples pensamientos llegan a su mente como abejas a una colmena:
-Ojalá…que esto no se acabe jamás. -piensa él.
-Te protegeré como sea. -piensa Soledad mientras levanta su rostro para mirarlo, aunque sea una vez. -Haaa…-se encuentra con la mirada de él. Lejos de entrar en vergüenza, ella mira los ojos oscuros de Luca como si el tiempo se hubiera detenido. -Si pudiera definir un estado en mi mente y corazón…sería calidez y felicidad. -añade ella a sus pensamientos.
-Que…hermosa es ella…-piensa Luca.
Lentamente ellos acortan distancia con sus labios apuntándose entre sí. Sus cuerpos se pegan más. Los brazos bien tonificados de Luca envuelven con un cuidado increíble a Soledad. Ella cierra los ojos, dejándose llevar por el momento.
Lo inevitable se acerca o eso es lo que ambos piensan.
De la nada se aparece Leonardo con su segway. Lleva un disfraz de banana y una mochila atrás. Soledad no entiende que sucede, pero al darse cuenta de que casi besa a Luca, se pone tan roja como un tomate y comienza a tartamudear.
Luca, se le acerca con una sonrisa bastante sádica con venas hinchadas a los costados del cuello. Leo acaba de cagar el ambiente y una hermosa situación para Luca y no se dio cuenta.
-¿Qué onda Luca? ¿pasó algo? Ah, hola ¿Qué tal? Soy Leonardo, amigo de Luca. Tu debes ser… ¿Quién eres?
-¡Oye, en verdad eres un…! -exclama Luca claramente enojado.
-Jajaja, soy Soledad. -rompe en risas. -Mucho gusto Leonardo.
-Haaa, que inoportuno eres. -le dice un poco más calmado.
-Lo siento es que hace tiempo no te veo y no me respondes mis mensajes. -dice Leo.
-Cierto, desde que empecé en la escuela no he vuelto hablar con nadie excepto con Pablo. Deben de estar preocupados por mí. -piensa Luca mientras observa a Leo hablando con Soledad y ella riendo por el motivo por el que está disfrazado de banana. -Podría…presentársela a los chicos…aunque… ¿Qué fue lo que estaba por pasar? No, más importante aún… ¿Qué es lo que siente mi pecho cuando estoy con ella…o hablo por mensaje…o estuvo en peligro…ella… ¿me está gustando?
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