Keimamura X - 03
Kei llega al apartamento, se acuesta a dormir… y no puede creer que Yui lo despierte a los griteríos para ir a la escuela. Eso que él le había dicho que no lo hiciera. Pero eso no es todo, Kei ni siquiera se ha bañado y es obligado por Yui a bañarse, y ella lo espera paradita en la puerta del baño escuchando todo lo que ocurre. Después de eso, casi como esclavo, lo obliga a pedalear a toda marcha para llegar a la escuela, con apenas un minuto de margen para no llegar tarde. Para cuando llegan, el baño que se tomó Kei resulta en vano. No obstante, el día puede ocurrir con normalidad.
Es el martes 5 de febrero de 2016.
Instituto Preparatorio Sauce (Ciudad Eucalipto, Nipón)
Puede que todo haya ido normal luego de haber llegado a la institución, solo que en todo el viaje Kei se olvidó de contarle algo importante, en relación a que hoy no podría cumplir la promesa que le hizo a Yui. Y hay que taparse los oídos para cuando se entera.
—¡¿Qué tienes que hacer qué?! ¿A ti te parece, Kei? No cuesta nada decírmelo antes—pone ambas manos en las caderas.
—¡Es que me olvidé! ¡Te dije que fueras a la escuela sin mí!
—¿Qué piensan, chicos? Es un desagradecido, ¿verdad? Una se esfuerza por ayudarlo a cumplir su asistencia escolar y miren como responder. —Le consulta Yui a Akina y Mokuro, los cuales, obviamente dando una respuesta favorable, asienten con la cabeza.
—¡Traidores! —Se queja Kei.
—Huh… bueno, por lo menos me llevaré la bicicleta otra vez.
—Yui.
—¡No! Nada de promesas. Solo sabes que estás endeudado conmigo y me debes una comida y un helado.
Se queda sin palabras Kei. Yui voltea la bicicleta y se monta para estar lista para su partida.
—Chau Aki, chau Mokuro. Cuiden a Kei. ¡Nos vemos! —saluda ella y empieza a pedalear.
Sus dos amigos lo miran. Pero permanecen callados. Entonces, primero ladeando la cabeza, con expresión de “qué vergüenza”, Akina es la primera en voltearse y empezar a caminar.
—Hombres, siempre tan incumplidores y superficiales.
—Heeey JAJAJA Yui te tiene como a su perrito eh. Te estás arrastrando, te dejas dominar. ¿Qué ha pasado, Kei?
—¡Silencio! Tú siempre le haces caso a Akina.
—Yo solo respeto a mi compañera de equipo. Además, todos sabemos que el que está al mando soy yo.
—¡Akina! Mokuro te acaba de llamar súbdita.
La estrategia de armar barullo de Kei no sirve. Ella responde con un grito, que al alejarse se empieza a hacer resonante y distante, pero imposible de no reconocer su regaño.
—¡Vengan para aquí, malditos incrédulos! Espero no quieran recibir una paliza.
Se observan el uno al otro. Alzan los hombros como si no le creyeran a la chica y comienzan a caminar para poder alcanzarla.
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Templo “Voluntad” (Distrito Eucalipto, Nipón)
La rutina es la misma de siempre, solo que al llegar a las escalinatas, ellos empiezan a subir corriendo desde un principio. A tres cuarto de camino hay que decir que sus músculos están algo contraídos. Cabe destacar que para una persona normal y saludable, ascender al templo le puede tomar una hora y media de ascenso. Ellos pueden hacerlo en quince minutos.
—¡Sí! —festeja Kei tras llegar primero.
—¡Eso es trampa! ¡No me puedes empujar por las escaleras! —Se queja Mokuro.
—¡Akina nos congeló los pies! ¡Tampoco valía usar poderes! —interpela Kei y ambos chocan las frentes para mirarse muy de cerca.
Quien aparece atrás es Akina, que agarra del cuello de la ropa a los dos chicos y los arroja hacia atrás para que pasen a través de la puerta Torii y caigan por las escaleras. La puerta se abre y se la puede ver a Tomoyo, quien viene a recibirlos. Akina es la única que está frente a ellos y ella le entrega una sonrisa a su “sempai”, que en Nipón se usa como honorífico para los superiores dentro de un ámbito, como lo es una escuela.
—¡Tomoyo-sempai! ¡Estoy primerita! —Muestra una encantadora sonrisa la chica.
—Buenas noches, Akina. —Sonríe Tomoyo al recibirla.
—Je-Je-Je esta chica me cae realmente bien.—Se oye la voz de un viejo. Esto la obliga a la chica a mirar hacia arriba, ya que de ahí ha venido esta invasora voz. Y realmente es así, Seiryu, el maestro, está de pie sobre el arco, sobando su barba con una de sus manos.
Se aleja un poco la muchacha para poder recibirlo. Tal como pensaba Mokuro, ella es igual. No ha podido percibir al viejo antes de llegar. Y esta distracción es suficiente para que Akina no se dé cuenta que Kei viene corriendo por su cabeza, por una actitud vengativa por lo que ha hecho recién.
—¡Aaaaaah! —Al llegar a la cima otra vez, Kei salta hacia Akina para arremeter sobre ella. Sin embargo, no logra con su objetivo. De repente una fuerza extraña lo hace estrellarse contra el piso.—Mi cuerpo está muy pesado Kg…
—¡Jajajajaja! —se ríe Mokuro mientras va llegando. —Eso por impulsivo. ¡No creas que no lo olvidaremos, Akina! ¡No te distraigas en ningún momento! —advierte Mokuro en un repentino cambio de actitud.
—Ay sí, mira cómo te tengo miedo—pone cara de nada Akina mientras se cruza de brazos.
Cuando Seiryu baja de la cima del arco, los invita a pasar al templo ya que se tienen que poner a hablar de la misión tal como dijo el día anterior. Se van de nuevo a la sala donde está la estatua de los brazos y allí se sientan en el suelo alrededor de la mesa ratona. Tomo, como costumbre, trae un poco de té y se lo sirve a todo el grupo.
El anciano bebe pacientemente y todo queda en un silencio incómodo porque esperan a que él comience con el tema.
—Me incomoda el silencio—se queja Kei, apoyando su cachete sobre una de sus manos y el codo sobre la mesa.
La muchachita le da un sopapo detrás de la cabeza para acomodarle las ideas, por desubicado. Luego de eso le muestra el dedo por arriba de sus labios en signo de silencio.
—Pacientes, siempre pacientes…—dice Seiryu. —Muchas veces, es bueno relajarse con una tacita de té y simplemente sentarnos en un baño a reflexionar…
—Hmmm… perdón. —Mira hacia un lado Kei mientras apoya su cara sobre una mano.
Akina permanece cruzada de brazos y con los ojos cerrados. Mokuro está expectante de todo, a veces mira detenidamente a cada uno de los miembros de la habitación. También por incomodidad.
—No quiero quitarles más tiempo del que tienen. Estuve hablando con la burocracia de la Sociedad de los Guardianes y me dieron el permiso para otorgarles una importante misión. Como son mis alumnos, les dije que estaban preparados para esto y ellos aceptaron—comenta Seiryu.
—¿Una misión solo de nosotros tres? —Se muestra algo asombrado Mokuro.
—Exactamente. Es una misión que tiene cierto nivel de peligrosidad. Yo sé que ustedes actuarán correctamente y sortearán ese dilema. Tienen que ser muy perspicaces todo el tiempo y dejar tranquilos sus corazones. Yo creo que si superan esta prueba, no tendrán mayor problema con ninguna otra.
Kei está algo fascinado por lo que dice el viejo. Akina se muestra atenta para no perderse nada tampoco. Mokuro, como intelectual que es, saca una libreta para poder anotar todo lo importante que vaya a decir el viejo.
—El día de ayer les estuve hablando de los cinco Titanes Elementales. Hace dos años, un grupo conocido como los Pecados Capitales, asaltó el sarcófago sagrado donde estaban ocultas, en un subsuelo de la nación Grecia Ancestral.
—¿Los Pecados Capitales? ¡He leído noticias del periódico de la Sociedad! Es uno de los grupos más buscados por lo la ONU y la S.GG (Sociedad de los Guardianes). Empresarios y gobiernos ofrecen recompensas altísimas—dice Mokuro.
“Esto sí se puso de lujo”, tiene en mente el chico.
—¿Tan sobrestimados estamos? —pregunta Kei.
—Espera que no terminó de contar—reclama Akina.
—Soy bastante impaciente.
Luego de un trago largo de té, hasta el punto de vaciar su tacita, Seiryu se da el tiempo de seguir contando.
—Un año después, un Guardián reportó la aparición de una de las criaturas en Laurasia del Oeste, en un país llamado Checo-Slovensko. Se cree que habrán vendido a las criaturas por mucho dinero. Pero los Titanes no tienen mucho poder si no son usados con la maldición de tu espada, Kei, de la Sombra de los Dioses.
—Eso quiere decir… ¿Qué tengo que reclamarlos como míos?
—Claro que sí—afirma Seiryu mientras mira como Tomoyo le sirve un poco más de té.—Estuvimos haciendo un seguimiento de donde fueron a parar los titanes. El grupo de Hayate Tukusama, un Samurái miembro de la familia noble Tukusama, estuvo trabajando en este punto. Pero pidió un retorno ya que se quiere centrar en su búsqueda de los Desertores.
—¿Hayate? Lo conozco. Tengo que volver a entrenar con él—comenta Kei.
Los chicos ya conoces a este hombre mencionado por el maestro. Primero lo encontró Kei, cuando entrenaba a solas en los bosques que rodean a su ciudad, y lo conoció. El hombre, viendo que él conocía a Yanin y que Hayate la está buscando, decidió darle un entrenamiento base sobre cómo ser un espadachín. Le dijo que debía respetar alguno de los códigos samurái que él sigue.
—Él no estará con ustedes en esta misión. Pero ha dejado los pilares para que ustedes puedan caminar y resolverla.
—¿De qué trata la misión entonces? —pregunta Akina.
—Un grupo llamado Endless Paradox parece que los está reuniendo. Son un grupo mafioso dedicado a la trata de mujeres y las subastas ilegales.
—¿Es que todo se trata de grupos malignos? —resalta Mokuro.
—Jajajaja hasta los malos saben trabajar en grupo. De otro modo cualquiera podría derrotarlos—dice Seiryu.—Parece que algunos miembros estarán infiltrados en el expreso pacífico que marcha a Amsterdam el martes próximo. Se supone que los infiltrados cargan con dos de los cinco titanes. Se cree también que ya deben tener los otros tres bajo sus manos. El deber de ustedes es infiltrarse en ese tren y recuperar a las dos bestias.
Acá hay varias reacciones. Los gestos de emoción y ardor de Kei, de que está realmente contento. Y la expresión estupefacta de Akina y Mokuro.
—¿¡Qué!? —exclaman al mismo tiempo.
—¡Espere! ¡¿El martes?! ¿¡Tan pronto!? Y estamos hablando de un grupo mafioso. ¿Siquiera saben si no usan poderes? —dice Mokuro.
—Más que poderes, deben utilizar Magia. A estas alturas ya habrán escuchado de ella pero yo no soy el indicado para contarles de ese ámbito. Nunca me he incumbido mucho—dice Seiryu.—Queda en ustedes si aceptarla o dejarla de lado.
—¡Claro que aceptamos! ¡Barreremos el piso con esos tipos! —dice Kei alzando su puño.
Mokuro y Akina lo miran frunciendo el ceño.
—Kei—llama Akina.
—¿Sí?
—Recuérdame encontrar la forma de volver en el tiempo y cachetearme en el momento que te elegí como compañero de equipo, ¿sí?—sonríe Akina.
—Vaya, eso fue muy cruel —Mokuro siente repelús.
—Ja, claro que lo haré. Yo creo que debe haber una mejor compañera que una gruñona—apenas termina de hablar, el chico recibe un puñetazo en medio de la boca que lo manda a chocar contra una pared.
Avanza paso a paso la chica encaminando hacia el chico. Está realmente furiosa, arisca y sacada, hasta una vena le palpita en la cabeza. Tomoyo está picando la cara de Kei mientras lo mira en el piso.
—Ooooy, ooooy—expresa Tomoyo.
—Creo que Kei no podrá ver el mañana—dice Mokuro.
El viejo se queda atisbado también. Él tiene algunas reflexiones en su cabeza.
“Parece que se pelean, pero en realidad tienen una buena química como grupo. Creo que está siguiendo un camino muy parecido a su padre… hasta tiene la misma iniciativa que él”, piensa Seiryu. “Aun así hay cosas que los diferencian”
—¿Podría seguir contándonos sobre la misión? Realmente no quiero perderme nada.
Asiente con la cabeza Seiryu y sonríe. El maestro sigue detallando la misión a la vez que Tomoyo separa a Akina de Kei. Mokuro se encarga de ordenar todo para tenerlo anotado, ya sean consejos o cosas formales. El viejo saca unos papales donde ellos deben anotar su número de identidad como guardianes y la firma. El rango de la misión es C.
Los rangos de las misiones están clasificados según el nivel de peligrosidad o el nivel de demanda. Es decir, si la Sociedad de los Guardianes lo clasifica como peligroso o hay muchos demandantes respecto a un mismo caso. Comienza desde el rango F, donde no hay peligros alguno, hasta el rango SS, donde la muerte es muy segura si actúa un solo Guardián, sin importar su nivel.
Una vez terminado con todo, Mokuro guarda las cosas en un bolsillo interno de su campera. Luego Kei y Akina acceden a firmar, y entonces oficialmente ya comienzan la misión.
Finalmente este tema está agotado, así que parece que no les queda otra cosa más que ponerse a practicar y prepararse mentalmente para esta misión.
—Ahora antes de que se vayan, quiero volver a repetir un pequeño sparring. Quiero que Tú, Mokuro, y tú, Kei, se enfrenten a Akina. Quisiera saber qué nivel tienen los tres ahora mismo. Debieron haber mejorado y supongo que Akina también.
—¿Ya?—pregunta Mokuro.
—Claro. Salgamos afuera y combatamos.
—Oh sí, estaba patearle el trasero a este idiota—dice Akina observando a su declarado enemigo.
—¿Me llamas idiota? Espero que estés preparada, niñita.
—Ouuh yo no sé cómo voy a hacer con estos dos en el viaje—reniega Mokuro.
—Jejeje siempre nos espera muchas cosas, niño—responde Seiryu mientras se pone de pie.
Los chicos se ponen de pie como los adultos y encaran hacia afuera. Va haber una batalla de práctica una vez más para poder comparar los niveles del grupo. Seguramente Seiryu quiere asegurarse de que esta misión la podrán enfrentar sin problema alguno, o si tendrá que enviar algo de ayuda disimulada. Esta misión de recuperar a los Titanes Elementales será la introducción de estos aprendices al mundo profesional de los guardianes. ¿Podrán hacerle frente?
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