Keimamura X - 04
A un costado del templo se despliega una hermosa arena, marcada por piezas de bambú alineadas y formando un gran círculo junto a un enorme árbol de una ancha copa, un árbol de hojas rojas que las está desprendiendo sobre la arena y todo el templo, las cuales Tomoyo tiene que barrer. El rojo del árbol es muy fuerte y lo hace atractivo entre toda esta montaña verdosa, lo que hace al templo de su cima junto a este árbol mucho más esplendoroso.
Mientras están bajo el «dojo», como se llaman los espacios de entrenamiento en Nipón, es decir en el Templo Voluntad, los chicos deben respetar los ritos honorarios antes de una batalla. Los tres está sentados en posición seiza, una antigua forma cultural de sentarse, utilizada principalmente por los artistas marciales, las rodillas al suelo y ellos sentados sobre sus piernas con la espalda erguida, mientras sus manos posan sobre sus muslos. Akina está a unos tres metros de Mokuro y Kei, que están uno al lado del otro dando al cara a la muchacha. Los tres forman un triángulo. Fuera de la arena están Seiryu y Tomoyo, los dos están compartiendo una extraña infusión, compuestas de hierbas en un recipiente no más grande que la mano al cual se le carga agua caliente y se bebe desde una bombilla.
—Me gusta esta tranquilidad. Recuerdo la impaciencia de algunos la primera vez que vinieron aquí—comenta Seiryu mientras mira hacia Kei.
Los ojos de los tres jóvenes permanecen cerrados, claramente relajados.
«Bueno… el maestro nos verá pelear… es hora de que demuestre de lo que soy capaz… pero también ellos lo tienen que mostrar. Creo que… es como si fuera el momento de enseñar quién es mejor…», piensa Kei.
—Antes que nada, los pondré a prueba teóricamente. Veamos qué tan buena memoria tienen—dice Seiryu. —Alguien responda, ¿qué tipos de habilidades tiene el reiki?
Rápidamente levanta la mano Mokuro.
—Se divide en dos gamas. Las habilidades generales, aquellas que todos los usuarios del reiki pueden utilizar. Entre ellas están la explosión, el rastreo, la escritura, termogénesis. Por otro lado, están las habilidades propias, aquellas que solo las genera cada usuario de forma individual.
—Hmmm… muy bien. Nada que sorprenderse de un estudioso. Otro. ¿Cómo se desarrolla una habilidad propia?
Ahora es Akina quien tímidamente levanta la mano.
—Aki.
—Las habilidades propias se forjan a través de la unificación del reiki con la creatividad, las emociones, talentos y un coste. Algunos estudios dicen que el reiki se unifica con los pulsos eléctricos del cerebro para hacerlo…
—Buena acotación, Akina. Y por último, Kei.
El muchacho no cree ser el mejor en la parte teórica, aunque es fanático de la actitud práctica. Aun así, está al tanto de todo lo que han dicho sus compañeros.
—Dime a qué se debe el color de las auras de cada uno de los usuarios. Cuáles son y sus por qué.
—Bueno… el color del agua de cada uno de los usuarios se debe a su personalidad durante la infancia. Los extrovertidos y honestos con el color amarillo, los tímidos con el verde, los soberbios con el azul, los solitarios e introvertidos con el rojo y los violetas como… ¿Una mezcla?
—Excelente resumen, Kei. —Lo felicita el anciano. —Ahora sí, cuando ustedes quieran, chicos. Porque en cualquier momento me terminaré yendo a dormir.
—¿Yo haré de árbitra? —pregunta Tomoyo.
—Como usted guste, señorita.
Los chicos abren los ojos para mirar directamente hacia su rival. Simultáneamente Akina hace lo mismo. Lentamente se van poniendo de pie mientras se miran uno al otro. Junto bajan levemente la cabeza como reverencia. El primero en ponerse en guardia es Mokuro, un pie avanza adelante, el talón de atrás se levanta y acomoda los hombros levantando las manos por arriba de su cara. Mokuro se ha especializado en el uso de sus manos, pero sus poderosas piernas no son para subestimar. Akina le sigue a él, ella avanza un pie hacia delante, posicionándose lateralmente, pero mirando medianamente hacia ellos con su torso. Uno de sus puños está a la altura de su cadera mientras el otro, el derecho y de atrás, llega hasta su pecho.
«Bien… entonces como me enseñó Hayate», piensa Kei en ese guerrero que le ha enseñado a usar la espada. El chico entra en guardia, avanza con un pie hacia delante en una posición muy amplia entre piernas, las flexiona y coloca ambas manos sobre la empuñadura, colocando la espada, cubierta con su funda, detrás de él y con la hoja recta hacia el cielo.
Tomoyo se adelante un poco al viejo, quien ahora reposa en el suelo, y levanta su mano.
—Entonces, ¡que inicie esta batalla! —da la señal.
—¡Aquí voy, enana! —exclama Mokuro corriendo. El muchacho llega hasta ella y comienza dando golpes rectos hacia delante y luego un boleado, cosa que Akina va esquivando con mucha precisión. Apenas puede, le da la espalda a Mokuro y le encaja una patada en medio de su estómago. Akina logra agacharse cuando la espada de Kei va a golpearle en la cabeza. Con el talón de su pie le mete una patada detrás de la cabeza al muchacho.
Ambos retroceden y rodean a la chica. Ella ha dado el primer golpe. Cuando los chicos llegaron por primera vez, tras sus primeros días de entrenamiento tuvieron estaba batalla y todo resultó en una paliza de parte de la chica, quien venía entrenando hace ya un año con el anciano. Esta es la oportunidad que tienen para enseñar cómo se lograron superar y, tal vez, Akina de no retroceder.
La muchacha cambia de lugar sus piernas. Kei coloca la hoja de su espada mirando hacia delante y avanza con una estocada, Akina se mueve a un costado y entonces Kei gira su espada por arriba de su cabeza y le encaja un golpe en el abdomen de la chica. Mokuro salta por arriba de su amigo y sorprende a Akina con un golpe en la cara, pero la inercia le permite a la muchacha girar y contraatacar con una patada al muchacho. Se aproxima Kei, el muchacho arremete con varios tajos desde varios ángulos, Akina se ve obligada a esquivar, cubrirse y contraatacar con sus ágiles piernas. La chica sabe usar sus brazos, pero toda su confianza la ubica en su tren inferior, tanto en velocidad como en potencia. Mokuro llega con una patada alta, Akina se agacha y le barre la pierna de apoyo. Cuando cae Mokuro es el turno de su amigo, Kei viene con su espada desde arriba y Akina desde el suelo solo llega a atrapar la hoja de la espada entre sus dos palmas. Levanta la pierna y lo va a alejar al chico, pero Kei le amarra la pierna con su brazo.
—¡JA! No habrás pensado que solo usaría mi espada, ¿o sí?
—Tch—chista Akina y con su otra pierna le mete una patada en medio de la cara al chico, logrando liberarse del todo.
—¡Aaaah! —expresa Kei al ser golpeado.
Mokuro ataca de sorpresa a Akina por la espalda, la cual intenta hacer una contra-estrategia con una de sus piernas, solo que Mokuro parece ya pudo prever este movimiento y aprovecha para esquivarlo, atrapar la pierna de la chica, pasarla por arriba de su hombro y azotar a la joven contra el suelo con una poderosa derribada. Kei salta por arriba de Mokuro y cae sobre Akina clavando su espada contra el suelo, ella logra girar por el piso a tiempo.
—¡Eres insistente, Aki! ¡Somos dos contra uno! —dice Mokuro, llegando con una lluvia de golpes de puño. Akina no es lela, emplea bien sus brazos para desviar y tratar de contraatacar. —¡Ya no estamos tan pendejos! —Le gana a la chica al meterle un gancho en el estómago. Luego la embiste con su hombro para empujarla unos dos metros.
Apenas ella levanta la mirada, Kei viene hacia ella. No le van a dar tiempo a respiro. La muchacha frunce el ceño, algo frustrada tal vez.
—Aizu doro (Carretera de hielo)—recita la chica. Desde debajo de sus pies se puede ver como se enfría el suelo y surge la escarcha que avanza armando un camino hasta entrar en contacto con Kei, donde lo congela por completo.
—¡Tus habilidades! ¡Eso es trampa! —se queja Mokuro y mira hacia Tomoyo, quien al mismo tiempo mira hacia Seiryu. El viejo simplemente sube y baja los hombros, como si eso no importara. —Es broma, ¿cierto?—parece sentirse estafado Mokuro y Akina le mete una patada en el rostro.
Pero el frío de Akina no dura demasiado y se rompe la capa de hielo que había atrapado al chico. Ahora sí que está algo enfurecido el joven.
—¡Joder!—corre Kei hacia ella. Está en pleno intercambio de golpes con Mokuro cuando Kei viene con una estocada hacia su espalda. El golpe que impacta contra ella no solo la empuja sino que cae también arriba de su amigo. Al caer uno arriba del otro, Akina logra apoyar las manos a los costados de la cara de Mokuro, pero la fuerza de la Kaede hace que sus rostros casi se golpeen, quedando en contacto nariz con nariz.
Aunque solo dura un segundo, ellos cruzan miradas. Los ojos verdes de Mokuro y los ojos celeste cielo de Akina. El muchacho rubio nota que ella es realmente más linda de lo normal de cerca, cosa que logra que se sonroje un poco hasta que…
—¡Aah! —llega Kei con un espadazo directo a la cabeza de Akina, ella logra retirar su cabeza y le termina golpeando en la cara al amigo. Cuando intenta volver a arremeter contra ella, la muchacha salta en retirada.
—¿Eres idiota? ¡Eso ha dolido! —exclama Mokuro.
—¡Hey! Caíste ante los encantos de la bruja. ¡Tenía que traerte de nuevo al mundo real!—responde Kei, intentando excusarse de alguna manera.
—¡Aizu doro!—vuelve a activar su habilidad la chica. Mokuro se da cuenta y se escapa, pero Kei vuelve a sufrir el mismo destino.
Se adelanta el muchacho contra su rival. Viene con una andanada de golpes, dos golpes rectos, que Akina los esquiva, un boleado, el cual ella también evade, y un gancho el cual ella desvía. Desde su lugar, la muchacha salta y le encaja una doble patada al muchacho para mandarlo muy lejos. A pesar del precio de caer al suelo también, Mokuro casi termina fuera de la arena.
—Aizu doro—esta es la oportunidad para congelarlo también. La escarcha avanza por todo el suelo en camino hacia Mokuro hasta petrificarlo. ¡Está listo! Pero no, porque si no es lo suficientemente veloz uno suplanta al otro. Kei llega hacia ella blandiendo la espada.
—Te aprovechas que tienes poderes eh, ¡espera a que tenga mis titanes!
—Ay no sé, no veo que los tengas ahora—dice Akina.
Desde fuera está observando atentamente el viejo. No solo ve las tácticas empleadas por los muchachos o sus destrezas físicas. Sino que va más allá, puede ver como fluye la energía en sus cuerpos y de qué manera, lo que lo lleva a varias conclusiones.
«Mokuro tiene un control sobre el reiki bastante bueno… suele concentrar toda su energía en las partes de su cuerpo donde va a atacar para tratar de ser duro y concreto. Pero a cambio pierde velocidad y todo el resto de su cuerpo queda indefenso para los rápidos contraataques de Akina. Ella en cambio sigue siendo la mejor de los tres y se nota que lleva un año de ventaja a ellos. Su reiki está constantemente equilibrado en todo su cuerpo, permitiéndole ataques rápidos y precisos, pero también buena defensa y resistencia. Y por último está Kei que es el más desastroso… ya que no sabe concentrar el reiki en su cuerpo. Su energía se dispersa todo el tiempo o se centra en partes que ni siquiera está empleando, como los tobillos o los hombros. La lleva bastante difícil como lo era la chica relámpago, pero con la Sombra de los Dioses tiene forma de compensarlo. Cuando tenga el control de los titanes el nivel de energía que tendrá será vasto y eso le permitirá suplir sus fallas. Pero queda en él si aprender a controlarlo tal como Akina y convertirse en un monstruo como guerrero o solo ser uno más del montón», examina Seiryu con lucidez. «Por otra parte, es verdad que ya han desarrollado sus habilidades. Akina puede emplear su termogénesis para enfriar su aura y al parecer emplea el agua de su cuerpo para generar la escarcha que va a congelar a su oponente»
A todo esto, a pesar de ser bastante irracional Kei con sus ataques, Akina no lo ha podido someter y eso le ha permitido a Mokuro volver a librarse de los cantos helados de la muchacha.
—No me voy a dejar humillar, Aki—dice Mokuro. El muchacho cruza sus brazos en equis delante suyo y luego los abre hacia los lados diciendo:—¡Modo de batalla: Infinity! —una enorme cantidad de aura es desprendida por Mokuro hacia sus costados. Aura azulada pero también pequeñas cantidad de aura naranja que rodean sus puños como sus manos.
«Vaya… el nivel de poder de Mokuro se ha elevado mucho. Y no solo eso… ahora ha entrado en un equilibrio como Akina en todo su cuerpo», piensa Seiryu.
—Esto es interesante. —Sonríe el anciano.
Nadie descarta que Tomoyo también no esté pensando cosas parecidas a su maestro, solo que ella es mucho más reservada.
Los cabellos de Mokuro se han erizado también y Kei toma esto como una increíble señal.
—¡Eso es! —alza el puño Kei con mucha felicidad. Akina aprovecha a meterle una piña justo al medio de los dientes.
Mokuro avanza mucho más rápido que antes, tanto que Akina le cuesta darse cuenta que lo tiene arriba. Le mete un puñetazo en el estómago, uno en el rostro y luego un rodillazo. Para alejarla de él, Mokuro la liquida con una patada frontal. Akina vuela y choca contra el suelo, en la frontera de la arena.
—Aizu doro—toca el suelo con sus manos Akina. Mokuro prosigue zigzagueando por arriba del camino de escarcha de Akina, sin tocarlo. Llega hasta ella y le atrapa el brazo para volver a hacerle una toma y la arroja contra el suelo. Akina recibe un fuerte golpe en los pulmones que le quitan parte del aire. Pero no es hora de sufrir, porque llegan los puñetazos de Mokuro que le quieren robar la victoria. Ella gira por el suelo y rota hacia atrás para volverse a parar, Mokuro en un segundo tal vez, ya está con su rostro a menos de veinte centímetros de ella.
—¡Kori no kabe! (Pared de hielo)—delante de la muchacho se manifiesta una pared de cristal que de tanto frío emana vapor. Mokuro no le teme y lleva su mano hacia atrás. Abandona sus nudillos para levantar sus dedos y juntarlos, como imitando una punta.
—¡Warrior’s Spear Strike! (Golpe de lanza del guerrero)—al estrellar su puño cargado de poder contra la pared de Akina, esta se rompe por completo.
—¡Aizu doro!—sigue insistente Akina tratando de congelar al muchacho. Sin embargo, el rubio no se va a dejar. Y una nueva complicación surge, ya que Kei también viene por ella desde uno de los costados.
«Estoy encerrada», piensa Akina. En su pensamiento se pierde y Mokuro arremete con una patada lateral, luego Kei batea su abdomen con su espada y Mokuro hace un giro en el aire para luego meterle otra patada que la mande a volar hasta el otro lado. Akina recibe los duros golpes de sus compañeros, pero lo hace a través de sus brazos cruzados delante suyo.
Los dos muchachos van tras ella, quien empieza a escaparse por la frontera de la arena.
«Akina ahora mismo ha entrado en una desventaja completa. La velocidad sorprendente de Mokuro la tiene a maltraer…» piensa Seiryu mientras tanto Akina huye y Mokuro se le manifiesta adelante, cuando trata de darse vuelta está Kei también, lo que la obliga a hacer un giro y escaparse por el medio.
La muchacha mueve los ojos tratando de buscar algo que le pueda servir, solo localizando una pequeña fuente con un bambú resonando, un viejo adorno del templo donde se bañan los pajaritos.
«Por supuesto. No es que Akina esté en desventaja contra ellos. Solo que la arena pequeña le da una completa ayuda a Mokuro y su velocidad, porque si estuviese en una arena abierta y tuviese el agua para congelarla, tendría el apoyo suficiente para mantenerse distante del chico y liquidar a Kei con su hielo. Impresionante, enana, impresionante», sigue Seiryu con sus análisis.
—Sí…—Sigue con su sonrisa de oreja a oreja. —Estos chicos llegarán muy lejos. ¡Tomoyo, detén el combate!
—A su orden, maestro—afirma la mujer. Tomoyo levanta las dos manos hacia arriba y luego las baja. Automáticamente los tres jóvenes son atraídos contra el suelo donde se estrellan y no pueden levantarse.
Usan sus brazos para forcejear y tratar de ponerse de pie otra vez pero no lo logran. Es como si una impresionante fuerza los atrajera a la tierra.
—Mi cuerpo… pesa…—dice Kei.
—Perdonen mi atrevimiento pero quiero tener el honor de anunciar el empate en esta batalla—
—¿¡Qué!?—exclaman los tres.
Aquella fuerza que los atraía desaparece por completo, pero también los jóvenes hacen desaparecer su propia energía puesto que el combate se ha terminado.
—¡Eso no es justo! ¡Lo teníamos ganado!—dice Kei.
—Es cierto. Al fin habíamos tomado la delantera—dice Mokuro.
«Hmmm aunque pensándolo bien, tiene sentido…», tiene en mente Mokuro mientras recuerda ver la expresión perdida de Akina, tratando de buscar qué hacer.
—La ventaja la tenían, pero había una serie de cuestiones que hacían que Akina no pudiese volver a tomar la delantera. Y para no quitarles la ventaja, decidí terminar la pelea.
—Pero maestro, podía hacer algo todavía. ¡Me las podía arreglar!—se queja Akina.
—Enana, guarda tu orgullo ahora. Yo estoy feliz de haberlos visto progresar tanto—dice Seiryu. —¿Verdad, Tomoyo?
—Es cierto, maestro. Ustedes han tenido un increíble avance en el uso de sus poderes y vemos que han desarrollado habilidades interesantes—comenta Tomoyo.
—HUh…—suspira Kei. —De cualquier forma ya estaba muy agotado
Akina ha inflado los cachetes. Ella realmente quería tratar de dar vuelta el combate. No iba a permitir que ellos dos se burlaran de ella.
—Acérquense, por favor, chicos—
Los muchachos le hacen caso a su maestro y al llegar, él los toma a los tres desde los hombros para abrazarlos en conjunto.
—Realmente están haciendo muy feliz a este pobre viejo—agrega Seiryu.
—Maestro…—susurra Akina. —Me alegra tanto—afirma ella mientras corresponde al abrazo.
—Jajaja vaya, el gran maestro Seiryu nos está felicitando. Fascinante—se alegra Mokuro también.
Luego de esto, los tres aprendices son invitados a tomar un vaso de agua. También Tomoyo y Seiryu emplean un ungüento hecho de miel para ponerlo en las zonas de sus golpes, ya que a pesar de la protección del reiki, han sido bastante duros y para que no tengan dolores, inflamaciones ni moretones el día de mañana. Entonces pasados unos minutos de descanso, toman sus cosas para poder marcharse de nuevo hacia sus hogares. Justo sobre la puerta Torii es donde los retiene Seiryu para decirles unas últimas palabras.
—Akina, te felicito. Peleaste muy bien. Mokuro, realmente me has sorprendido, estuve sacando conclusiones acerca de tus movimientos y cambiaste repentinamente—dice Seiryu.
Los ojos de Akina se tornan muy brillosos ante la felicitación del anciano.
—¡Gracias, maestro!—se inclina hacia delante en una reverencia.
—¡ja! Sabía que era genial después de todo—comenta Mokuro. —Igual supongo que tenemos mucho que mejorar y empezar a planear estrategias como equipo—
—Bien dicho, Mokuro. Y Kei, creo que sabrás que estás un poco flojo en el manejo del reiki. Pero no te detengas, tienes mucho por delante. Aprovecha la espada y recuerda controlar tus emociones mientras la uses. Estaré dándote una mano—dice el viejo.—Y mañana Hayate te estará esperando en las afueras de la ciudad, me dijo que en el mismo lugar donde se habían encontrado. Hoy a la mañana pasó por aquí para pedirme que te diera ese mensaje—
—¿Hayate? ¡Genial!
—No es necesario que ustedes dos vuelvan al templo. Relajen y estense listos para la misión. Se encontrarán en el punto que acordamos con Yamato, él los guiará hasta donde deben ir.
—¡Genial!—se emocionan los tres.
—Nos acompañará en la misión también, ¿verdad?—pregunta Mokuro.
—No esencialmente. Pero estará cerca para cualquier problema. Así que, muchachos. ¡Mucha suerte y que el guardián divino les de su bendición!—saluda Seiryu.
Los tres alumnos se posicionan firmemente y también lo hace Tomoyo desde atrás, para luego inclinarse hacia delante, en lo que exclaman juntos:
—¡¡Kru!!—
Luego de estos los jóvenes al fin vuelven a bajar del templo. Ahora es momento de regresar a sus hogares que todavía tienen una semana de escuela que continuar y Kei encima tiene otro encuentro el día de mañana. Hoy se están retirando del templo con mucha motivación tras los halagos del viejo. ¿Qué es lo que les espera en la misión del tren?
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