Keimamura X - 12
La puerta es derribada por completo cuando el grandulón Bertolt se abre paso con una estampida. Aterriza sobre la puerta derribada y desde ahí mira hacia los jóvenes.
—¡Se terminaron las escondidas! ¡JAJA! Admito que fue inteligente la forma en que me congelaron, pero no volverá a pasar.
—¡Modo de batalla: Infinity!—Extiende los brazos Mokuro, revelando su habilidad propia.
El joven es el primero en mandarse hacia delante. Cryne genera un arco con su brazo izquierdo y tira con la mano derecha. Ignora por completo a Mokuro yendo hacia Bertolt, se centra en el muchacho que está detrás de todos.
—¡Kori no kabe!—se levanta la pared de hielo de Akina. A pesar de que la flecha tiene el suficiente poder como para abrirse paso, Kei tiene la oportunidad de correrse a un lado y esquivar el ataque. Cryne simplemente extiende la mano y dispara un rayo hacia Akina, el cual avanza irregular mente hasta comenzar a electrocutarla.
Podría seguir la descarga, de no ser que Law sale desde uno de los portales y le lanza un puñetazo en la cara a la chica, el cual ella no lo espera para nada. La mujer no es débil, a pesar de recibir el golpe, rápidamente reacciona con una patada en giro gancho. Law se agacha y toma su distancia de ella.
—¡Aaaaah!—llega Kei con su espada. Trata de acribillar a la mujer con el filo de su arma, pero cuando es debido, ella ataja su arma.
—Vaya, qué desventaja no saber que esto conduce la electricidad eh—sonríe Cryne para luego enviar energía a través de la espada. Afortunadamente Law vuelve a aparecer y le da una patada en el abdomen a la mujer.
—¡¡Aaaaah!!—se suma Akina a esto, quien, aprendiendo de sus dos amigos en el entrenamiento de hace unos días, pasa por arriba de Kei y sorprende a Cryne con un puñetazo.—¡Aizu doro!—apenas Cryne cae al suelo, ella envía el hielo para poder petrificarla en un lugar.
Mokuro procura atacar con sus puñetazos contra el gigante, pero el tipo los está recibiendo todos de lleno, limitándose a mantener los brazos abiertos esperando que tengan algún efecto. Mokuro de repente se aleja un poco y lleva un brazo atrás para cargar energía, cuando lo lleva para delante, Bertolt le atrapa la muñeca.
—Ja, ja—mueve el brazo de Mokuro para desviar el ataque y que vaya hacia Law.
La bomba de energía se dispara, pero Law está al tanto y hace que atraviese uno de sus portales. Parece que tienen encerrado a Bertolt, pero éste se agacha justo en el momento que el ataque vuelve a resurgir; esquivándolo.
—¿Cómo?—se pregunta Law.
Le mete un puñetazo a Mokuro en el rostro y encara hacia sus otros tres enemigos. El compañero de ellos, Egon, se ha ido con el resto de los pasajeros, pues creen que los dos son más que suficiente para derrotarlo.
—Inverna Meteora—Akina une las dos manos, de forma que tras recitar se genera entre ellas una larga espada fabricada completamente en el gélido hielo.
—¡Bien!—exclama Kei.
El primer en dirigirse a ellos no es ninguno de ellos tres, es Mokuro, con un salto y un puñetazo, cosa que no engaña a Bertolt y lo intercepta en el aire. Akina sale desde un portal prestado por Law y se cuelga del cuello de Bertolt con sus piernas. Levanta su espada, pero él atrapa a Akina desde los hombros y debajo del brazo para que no siga. Kei se acerca también, Bertolt lo detiene con una patada.
“No se detengan… él se adelanta nuestros movimientos, pero no puede con los cuatro”, tiene en mente Mokuro.
Kei arrolla con un espadazo en la parte trasera de las rodillas, Mokuro se aproxima con una patada, Bertolt inteligente se agacha hacia delante como para que golpee a Akina en su lugar, pero Law utiliza un portal para caer arriba del grandote. Mokuro logra detener su propio ataque. Los cuatro chicos dan un salto para tomar distancia y apuntar con las palmas de sus manos. Cargan energía en forma de un disparo, condensando la energía en forma de esferas y ráfagas que estallan y queman a su objetivo. Esta habilidad la puede hacer todo usuario de reiki y se llama explosión.
No es tan fácil para los chicos concretar su cometido, porque el hielo se rompe y libera a Cryne que estaba atrapada. Con una rabieta, la mujer hace aparecer unos aros mágicos alrededor de su muñeca para anunciar su hechizo.
—Magia eléctrica 11°: Circuito de continuación—la mujer lanza un rayo irregular, pero que impacta directo en Kei y así va haciendo conexión en fila con cada uno de los jóvenes, haciéndolos gritar por la fuerte descarga.
Los jóvenes sueltan sus cargas, las cuales estallan en distintos lugares del vagón, suficientes para que Cryne pierda el equilibrio y deje de atacar. Bertolt de pie no quiere dejar que Kei se le escape, quien está corriendo hacia el pasillo, pero Mokuro se entromete para defender a su amigo.
—Vaya que son insistentes, gusanos.
“¿A dónde rayos vas, pendejo?”, se pregunta Mokuro al ver a su amigo.
—No hay tiempo, Mokuro. Hay que seguir peleando—anuncia Law.
—Huh… huh…—se muestra algo agitada Akina.
—Tres contra dos, creo que les va a hacer falta más cabezas. Pero les tengo respeto por haber resistido tanto.—Presume Cryne, apoyando su mano sobre la cadera.
Por el pasillo del tren, Kei va camarote por camarote buscando donde está el último de ellos. La intuición de Kei es muy sencilla, porque si las gemas no están en el escenario, debe tenerla uno de ellos, y seguramente es alguien con quien no pelean. No serían tan descuidados.
—Joder, joder…
Kei prosigue adelante, puede ver que por la ventana se ve agua todavía, pero ya es mucho más clara de lo que era en algún momento, por alguna luz que está llegando desde arriba.
Tras salir de uno de los camarotes, por un pelo que logra avistar a lo lejos a alguien adentrándose en el vagón de cargas y cerrando la puerta. Hay varias posibilidades, pero puede que sea esa persona. Corre hacia ese camino mirando lo que puede entre las cabinas abiertas.
—¡Dame las gemaaaas!—llega con una patada el muchacho.
Las cajas de carga van cayendo por el camino, alguien las está derribando para crear obstáculos. Kei empieza a saltar, escalar y deslizarse por debajo de ellas. Se ve obligado a detenerse cuando ve una densa nube violeta frente a él, recordándole que había alguien que podía dormir a los pasajeros, cosa que dijo Law. Kei empieza a retroceder, no es para nada seguro continuar.
Desde la superficie del mar, se abre camino rompiendo las holas un tren, locomotora que sale primero aferrándose a las vías magnéticas del exterior y empieza a ser acompañada por todos los vagones. Los sistemas de estas vías disponen de una corrección, para que ninguno de los vagones pueda descarrilarse de su trayecto. Aquí afuera ya el sol está pegando por el este, justo delante de donde transita la máquina.
Kei vuelve a salir del vagón de carga, y no hay manera de describir la felicidad que tiene al ver el horizonte a través de la ventana. El encierro se ha terminado, ya pueden utilizar la luz del día, el aire fresco del exterior y no ser dependientes de una locomotora.
—¡¡Aaaaaah!!—grita Kei, cargando energía en su espada. Se pone en la postura del agua, con las manos sobre su frente y la espada apuntando al enemigo. Empieza a clavar estocadas contra el vidrio blindado, una y otra vez. Entretanto más lo va fisurando, más agresivos se vuelven sus ataques. Serán unos cinco minutos los que tiene que hacer esto, y cuando lo ve lo suficientemente débil, crea una pelota de energía en una de sus manos y la lleva contra el cristal.
Una vez roto, el muchacho sale hacia afuera. O el enemigo está dentro del vagón de carga y le puede caer desde el techo, o simplemente se ha escapado por la escotilla. La segunda es menos probable, ya que él recién pudo darse cuenta que el tren salió recientemente. Escala hacia la sima y se monta sobre el techo. Observa hacia un lado, luego hacia el otro. ¡Allá! Pues la segunda era menos probable pero no imposible, se lo puede ver al joven de cabello albino correr con una maleta.
—¡Detente! ¡Tienes algo que es mío!—intenta seguirle el ritmo Kei.
Egon lo mira con desdén, no parecía que alguien le seguiría el ritmo de esta forma. Pensó que fue suficiente la distracción de Bertolt y Cryne, pero el error se ha remarcado.
Dentro del tren continúa la batalla, Bertolt atrapa a Mokuro y Akina desde el cuello, haciendo un aplauso para que se choquen los dos, luego de eso los arroja con fuerza uno después de otro hacia Law; resguardándose más atrás. El joven los recibe con uno de sus portales y así alivianar la caída.
—Chicos, estoy seguro que empiezan a entender los poderes de Bertolt, ¿verdad? Él siempre está adivinando lo que hacemos, casi como si viese el futuro—dice Law.
—Sí, pero le cuesta reaccionar cuando lo atacamos en conjunto—contesta Mokuro.
—Aun así los ataques de esa mujer son muy fastidiosos, y ni siquiera parece que pelee en serio—Se suma también Akina.—Kori no kabe ¡Kori no kabe! ¡Kori no kabe!—con la fuerza que le va restando a ella, genera tres paredes en secuencia, que intervengan entre una parte del vagón y la otra, entre el enemigo y ellos.
—Lo vi a Kei irse, tengo miedo que algo le pase. Es un idiota, si lo duermen puede perder la espada—dice Mokuro, bastante enojado con la actitud que tomó su amigo.
—Si quieren puedo ir a buscarlo. Tenemos la ventaja de haber salido al exterior. ¿Creen poder resistir?—dice Law.
—La verdad que tus poderes nos fueron de mucha ayuda… Bertolt ha adivinado casi todas las veces que quise congelarlo.
Una de las paredes se escucha romperse por la fuerza de los puños. La segunda también, pero no parece ser a través de golpes y seguramente tenga que ver con la mujer del rayo.
—¡Espera!—se da cuenta Akina. Toma de su bolsillo uno de los teléfonos, el único que está entero por el momento. Y ahora sí hay señal, justo lo que buscaban—¡Sí! ¡Sí! Podemos pedir ayuda—se apresura a mover sus dedos y no perder tiempo.
—El problema es ahora, no cuándo llegaran ellos—dice Mokuro.
—Pues busquemos los tres a Kei y esperemos juntos a los refuerzos—dice Law.—¿No?
—Vaya, también eres inteligente, Law. Me gusta estar con dos cerebritos.
La última de las murallas se rompe a través de una tacleada de parte de Bertolt. Cryne viene detrás de él, caminando con mucho estilo y delicadeza. Al mismo tiempo, arriba del tren, Egon va llegando hasta el mismo vagón donde están posicionados los jóvenes ahora mismo, y se detiene volteando hacia Kei.
–Bien, aquí será suficiente.
—Por fin decidiste pelear conmigo. No hay escape en todo el tren, bastardo—prepara su espada Kei.
—Ja, ja, ja. Claro que no hay escape en todo el tren, pero no es necesario para mí, ¿no crees? Deberías hablar por ti mismo.—El tipo mete la mano en el bolsillo y muestra una de las gemas, la que tiene forma de gota de agua y es de color azulado.
—No te atreverías. No sabes lo valioso que es eso—dice Kei.
—¿Estás pensando que voy a tirarlo? No soy idiota, chico. Solo observa esto—a través de reiki que manda hacia su dedo, el tipo rompe la gema con la fuerza de sus dedos. La piedra se va rompiendo y va liberando algunas luces celestes.—¡Ja, Ja, Ja, Ja! ¡Veamos lo que dicen las historias!
La cara de sorpresa de Kei va a la par de esas luces que empiezan a brillar. Está por encontrarse con uno de los cinco titanes elementales que le contó su maestro, criaturas terriblemente fuertes y que le corresponde atrapar.
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