Keimamura X - 13
Océano Aliado, un cuerpo de agua basto ubicado del lado derecho del mapamundi, tan basto y vació que se vuelve una verdadera planicie cristalina entre Laurasia y el continente Lincestis, este océano es el que atraviesa el llamado tren de la tormenta. A kilómetros de las vías hay tres buques patrulleros navegando, armado con cañones de bajo calibre pero con antenas muy desarrolladas, de forma de hacer contacto con los satélites. Los barcos llevan pintado el símbolo de una rosa de los vientos con una letra G en el medio, el logo de la Sociedad de los Guardianes.
Sobre la cubierta principal de esta nave están muchos hombres y mujeres uniformados con chalecos de combate azules oscuro, sobre pantalones sueltos de color negro y buzos ajustados. Uno de ellos es un hombre de cabello azul con cicatrices sobre su ojo derecho que escalan como tres arañazos.
En un cielo de amanecer parcialmente nublado, aquellas nubes más oscuras parecen tener un comportamiento egoísta y se unifican para ennegrecer el cielo. Caen algunas gotas de agua sin llegar viento, lo que da una mala señal para cualquier marinero.
—Capitán Kamaguchi, entendemos que lo han asignado en la marina de la S.GG, así que hay cosas que le falta aprender. Cuando llueve antes del viento es una mala señal. Por otro lado tengo un mensaje importante, llegó un S.O.S proveniente de uno de los guardianes que tripulan el tren de la tormenta— habla un hombre de los tantos que hay.
—Solo es por esta misión, pero siempre podemos aprender algo nuevo je—sonríe este hombre.—Maestre, ajuste el rumbo hacia el tren. No perdamos nada de tiempo a ese llamado, avise a toda la flota y a la S.GG. Que se enteren tanto la sede oriental como la central.
—¡Entendido, capitán!—Lleva la mano sobre la frente en posición firme.
Debe ser cuando terminan de conversar ellos dos que llega el viento con una abrumadora fuerza a golpearlos y hacer saltar las aguas.
#
El tren se va abriendo paso entre la correntada, librando su carril. Sobre el techo se encuentran dos personas, un joven de cabello albino y ojos celestes, vestido en traje de gala negro y lo mismo su rival, solo que su cabello es negro y sus ojos cafés. Kei se aferra a su espada con ambas manos para hacerle frente al albino.
—¿¡Qué has hecho!?—exclama Kei.
—Le encuentro una resolución a este conflicto sin sentido, ¿qué más? Ja, ja, ja. Aprovecho a un novato para estrenar nuevos juguetes.
De manera repentina, el agua de uno de los lados del tren, se unifica y se levanta en una columna que pronto toma algunas curvas, ya que en su punta se conforma la cabeza de un dragón. Si bien está hecho de agua, sus ojos rojos y el cristal que tiene resaltando justo en su frente parecen algo más concreto.
—Vaya…
**¡Ruaaaaaaaaaaaaaaargh!** ruge la criatura.
Ha comenzado a llover con la aparición de esa criatura. Si Kei tenía alguna duda de que todo sobre los titanes fuera algo falso, acaba de desecharlo. No solo llamarlo ha oscurecido los cielos, sino que el agua se está amalgamando en esa criatura. Está estupefacto ante semejante criatura que supera en metros y metros la altura del tren.
—Imposible…—susurra Kei.
[—No te impresiones demasiado. Ese hombre no es la espada, debes atravesar el cristal de la cabeza para poder absorber los poderes de ese titán y revelarás su verdadera forma. A pesar de todo, te presento a la titánide, Aquatetis—habla la voz de la cabeza de Kei]
—T-Tú… ¿Dices que se llama Aquatetis?
[—Diosa de todos los mares y las criaturas marinas. Pero esto es tan falso que ni siquiera tiene su forma original, su control sobre el agua se debe encontrar limitado. Atravesemos esa gema y nos adueñamos de sus poderes, Kei.]
—Tch…—se aferra a la espada Kei, viendo otra vez hacia su oponente.
#
Debajo del mismo techo en el mismo vagón donde se paran estas dos personas, hay cinco más frente a frente. Cryne y Bertolt, librando una pequeña batalla contra los guardianes novatos, Mokuro, Akina y Law.
El tren retumba cuando se levanta el pilar del agua a estribor, llamando la atención de todos ellos a pesar de la tensión de sus miradas.
—¡¿Qué carajos es esa cosa?!—se exalta Akina.
—¡Egon!—se acerca rápidamente a la ventana para ver lo que sucede, Bertolt.—¡Te crees demasiado por solo ser el hijo del jefe!
—Es joven, déjalo ser a su manera. Mejor asegurémonos de estos chicos—habla Cryne.
El primero en comenzar corriendo es Mokuro, aprovechando que Bertolt se ha distraído con mirar hacia afuera. El que le sigue es Law, abriendo uno de sus portales para poder meterse y por último está Akina, quien reacciona unos segundos más tarde.
—¡Kori no kabe!—produce una pared de hielo entre Cryne y ella para que no sea de estorbo.
Bertolt se da cuenta de lo que ocurre, Akina ha apostado a que podrá esquivarlo. Aquí viene el error, cuando ella va a esquivarlo y así superarlo, Bertolt parece predecirla y la agarra de uno de sus brazos. Cierra el puño el tipo para preparar una golpiza, pero desde un portal emerge Law, encajándole una patada en la cabeza.
—¡Aizu doro!—aprovecha a exclamar Akina, congelando una vez más a su oponente.
Liberada la chica, huyen por la puerta principal del vagón. La pared de cristal se rompe cuando Cryne utiliza sus poderes eléctricos, mostrándose molesta por lo que acaba de pasar. Ella misma lanza un ataque ligero sobre el grandulón, de forma que la capa que lo mantiene petrificado se rompa.
—¡Dejemos de perder el tiempo, Ayrton!
—A ese sabandija… ¡Le voy a romper los huesos!—exclama.
Los muchachos prosiguen hacia delante, viendo cómo todos los camarotes tienen personas inconscientes en su interior, pero ignorándolos ya que es prioridad su supervivencia. La primera pregunta en sus cabezas es “¿Por dónde escapó Kei?”, sabiendo muy bien que hay una escotilla superior en el vagón de cargas, siendo la única posibilidad por ahora. Por supuesto que su respuesta se ve frustrada cuando a lo lejos se nota la lluvia entrar y se reflejan los relámpagos en el vidrio roto del piso.
—El tarado rompió una ventana, ¿qué habrá pasado?—se pregunta Mokuro.
—No importa, tenemos que llegar a él—responde Law.
Mokuro trepa por el ventanal, solo que sus dos predadores ya los tienen divisados desde el momento que escaparon. Primero una flecha relámpago rosa el rostro a Law, no haciéndole ningún rasguño, pero alertándolos.
—¡Insectoooos!—vocifera Bertolt, corriendo hacia ellos.
—¡Kori no kabe!—crea la pared de hielo la chica.
—Akina, debes subir, yo los retengo.
—¿Estás loco? Te van a hacer trizas.
Mientras Mokuro está escalando, se oye una de las ventanas romperse, justo la que está al lado de ellos. El muchacho lo avista en plena escalada, pero ya es tarde como para arrepentirse. De pronto, cuando un relámpago ilumina los nublados y lúgubres cielos, Mokuro puede ver al dragón de agua levantado, que acompaña al tren en su viaje.
—¿Ese es uno de los titanes…? Impresionante…
Mokuro empieza a correr hacia el frente, pero de la pierna lo atrapa Bertolt, porque no va a dejarlo escapar. El tipo utiliza su impresionante fuerza para arrojarlo hacia el lado contrario, intentando que sea por la borda. Mokuro rebota sobre el techo y se ataja de uno de los costados.
—Kgg… Maldición.
—Pueden ser unos novatos, pero resultaron ser bastante fastidiosos—exclama Bertolt.
Mokuro también vuelve a reponerse y se pone en guardia.
—Bien, con que esas tenemos, eh. Voy a darte lo que quieres. ¡¡Aaaah!!—expulsa su aura el muchacho, con mucha intensidad, buscando generar impresión en su rival.
—JA JA esas tenemos.
#
Dentro del tren, la pared hecha por Akina se rompe, dejando lugar a Cryne. Ella tiene su arco y flecha preparados, pero los chicos están listos para batir con ella.
—Eeeh, son algo valientes después de todo. Ya generaron muchos problemas, pendejos. Voy a hacer que lo lamenten—ella apunta y disparar automáticamente.
Cuando su proyectil pasa por uno de los portales de Law, ya está lista para recibir ese contraataque, solo que al mismo tiempo ambos ya encaran hacia ella desde ambos costados. Tal cual lo predice, por mera inducción, la flecha vuelve a salir hacia ella y la atrapa con una de sus manos.
—¡¡Aaah!!—Law se abalanza dando puñetazos y patadas. La mujer se moviliza, bloqueando y esquivando los ataques del joven.
—Aizu doro—Apoya las manos sobre el piso la chica. Law se retira para evitar ser el objetivo de la habilidad de su propia compañera, pero Cryne no se va a dejar doblegar tan fácilmente. Con la flecha que tiene en sus manos golpea el suelo, de tal manera de romper el camino de escarcha.
Law dispara energía con las palmas de sus manos, obligando a defenderse a la mujer. Luego de dos o tres detonadas, ella da un salto hacia un costado, aprovechando el humo levantado por la explosión. Une sus manos generando energía eléctrica y entonces las separa, demostrando que tiene dos cuchillas ahora, lista para ir cuerpo a cuerpo.
Akina es la que primera se lleva la sorpresa al verla salir de forma fortuita, Cryne amaga querer darle un tajo en el cuello, pero le encaja una de sus cuchillas en el abdomen, electrocutándola. El grito de su compañera pone atento a Law, lanzando una patada contra su rival. La mujer desvía el ataque y también acierta una de sus navajas contra el joven. Akina, histérica, se lanza sobre las piernas de la mujer y la derriba. Cryne le patea la cara para sacársela de encima, pero esto da tiempo a Law para recuperarse.
—Inverna meteora—recita la muchacha para fabricar una vez más su espada de hielo en la mano.
Tanto Law como Akina se abalanzan sobre ella, convirtiendo la batalla en un intercambio, esquive y contraataque constante entre los tres. Cualquier ataque de Cryne puede derribar momentáneamente a los guardianes, mientras que la espada de Akina podría congelarla, lo que sería su fin.
#
Si hay alguien que tiene una situación difícil es Mokuro, porque a pesar de ser un buen peleador cuerpo a cuerpo, siendo a lo que se dedica, Bertolt parece predecir todos sus ataques. No importa qué haga, solo se gana una golpiza. Procura patear sus piernas, Bertolt lo detiene con una patada frontal en el estómago. Trata de esquivar uno de los boleados del tipo e ir por su espalda, pero Bertolt regresa con un codazo y lo derriba contra el suelo. Mokuro da una voltereta y se yergue una vez más.
—Joder, eres insistente, grandulón. Jajaja pero créeme que estoy entendiendo.
—Entonces felicitaciones, novato. Puede que sepas que estoy al tanto de todo lo que harás.
Frunce el ceño Mokuro.
“Vale… él siempre ha sabido lo que voy a hacer. Lo único que se me ocurre es que pueda ver a través del tiempo o algo así. El maestro nunca nos dijo que se pudiese lograr algo tan loco con el reiki. Además, hasta la ciencia le cuesta entender el tiempo, ¿qué puede ser? Él ni siquiera usa sus poderes, es solo fuerza bruta”, piensa el joven.
El joven se abalanza hacia él una vez más. Empieza con su andanada de ataques, el musculoso toma su distancia o suele bloquear los golpes. Cuando viene un boleado de Mokuro, con la misma mano bloquea y contrataca contra la nariz del guardián. Sigue insistiendo el chico, entre tanto Bertolt no lo deja avanzar, lo único que gana Mokuro en lugar de progresar es enfurecerse.
El joven arroja dos esferas de energía contra el pecho de su enemigo, éste las recibe de lleno y la explosión ocurre. Nublada la vista, Mokuro salta por a por su oponente. Lamentablemente Bertolt se vuelve a anticipar, atrapándolo de la ropa en pleno vuelo.
—¿Quién te crees? De no ser por mi reiki mi ropa se habría roto. Tengo que volver a usarla, ¿no lo sabías?—
—Tch—chista Mokuro y le patea el mentón. Poco afecta ese golpe a Bertolt, arrollando a Mokuro contra el techo del tren. Tan fuerte lo hace que el duro acero gana una limitadísima abolladura.
—Se ve que has puesto mucho entusiasmo, pero este es tu fin—levanta el puño.
Pareciendo inconsciente, Mokuro ni siquiera tiene los ojos abiertos. Ese golpe lo ha aturdido realmente, generándole un zumbido en su oído. Aun así, él tiene la determinación puesta por su maestro en la cabeza, la virtud de la voluntad férrea, el nunca rendirse.
—¡¡Aaaaah!!—Mokuro carga una esfera de energía en una mano y la lleva hacia delante, proyectándola directo al rostro de Bertolt.
El estallido es enorme, muy inesperado y arrollador, capaz de hacer que este hombre que parece que todo lo resiste, retroceda tres grandes pasos. Aun agitado, Mokuro, gira hacia atrás para volver a ponerse de pie. Tal vez esto le dé una seña de qué capacidad tiene ese hombre parado ante él.
#
Kei emprende una carrera hacia el joven de cabello albino. Al llegar a él lanza algunos espadazos que son evadidos por Egon, pero por fortuna Kei es un mayor conocedor en artes marciales. Apenas da un corte horizontal, Egon se agacha y se escapa a un costado, y esto aprovecha Kei para patearle el tobillo y barrerle las piernas. El albino cae al piso, Kei lo patea en el estómago, levanta la espada pero se le escapa con un giro. Kei cambia de guardia, con sus manos delante de su frente y la espada cruzando por delante de él.
“La postura del fuego es la postura de la violencia”, repite en su mente el muchacho.
—Te crees muy habilidoso eh. Te daré una lección, mocoso.
—Solo creo que eres un charlatán.
Cuando Egon se le tira encima, Kei da un paso atrás para evitar el ataque y entonces le encaja un espadazo en medio de la cabeza. El albino queda estampado contra el suelo.
—Lo sabía, ahora, dame las gemas.
—Jajajaja.
—No estás en la posición para poder reírte, ¡dame las gemas!—le da una patada, de manera que lo voltea cara arriba.
—Jajajaja ¿las quieres? Están en mi bolsillo, tómalas.
El dragón de agua ha estado acompañando el tren, pero no ha hecho ningún movimiento malicioso. Es un mero observador de todo lo que ocurre.
El joven guardián se agacha inocente a hurgar en el bolsillo, pero esto es lo único que necesita Egon, quien apenas ve que se pone de cuclillas, le arroja un polvo directo al rostro. Kei empieza a toser y se tira con la cola al suelo.
—Te falta ser un poco vil—dice Egon.—Veo que ese dragón es mera imagen, no sirve para nada.
Kei sigue tosiendo, se pone en cuatro patas ya que se siente mareado y los ruidos de afuera se empiezan a sentir alejados y con un eco.
—¡Basura!—le patea las costillas a Kei.—Ahora nosotros nos iremos y a ustedes les quedará morir, tú por ese veneno y el resto con este tren que se perderá en el abismo.
Casi como si se sintiese insultado, el dragón de agua lanza un rugido y es aquí que embiste con su cabeza directo al tren. Como lo hace justo al centro, apenas pierden el eje, los vagones traseros son los primero en descarrilarse y hundirse en el mar. El tren sigue avanzando, el conductor, al sentir la tremenda fuerza de choque, se ve obligado a activar un protocolo pensando que es un tsunami. Abre una compuerta y jala una palanca; este mecanismo activa patadas mecánicas que salen junto a las ruedas al mismo tiempo que activa los frenos, con el objetivo de atajarse de las vías y que el tren no se hunda. Afortunadamente el tren queda cruzado en una ligera “S”, haciendo que solo sean los últimos cinco vagones los que se caigan al agua.
Kei se ataja de uno de los bordes para no caer, Egon también se cae al suelo y se agarra del suelo como puede.
En los últimos vagones de pasajeros la cosa se pone complicada, porque por allí se escabulle el agua por las dos ventanas principales, siendo Akina y Cryne absorbidas por el mar, y luego están Mokuro y Bertolt que caen debido al golpe.
Hay un helicóptero que desprende una luz junto a la máquina, apuntando directamente al joven albino. Avistado, el helicóptero arroja unas escaleras para que él pueda treparse.
—N-No d-dejaré que escapes…—trata de subirse Kei, pero el mareo y la pérdida de fuerzas lo impide.
—¡Disfruta tus últimos minutos!
Apenas se cuelga de las escaleras y empieza a subir, el helicóptero empieza a moverse con delicadeza en dirección a la parte trasera del tren. Al maquinista se lo ve salir por una de las ventanas, sacude los brazos pensando que es un helicóptero de S.O.S.
—Joder…—susurra Kei mientras sigue trepando al techo.
El dragón de agua está viendo hacia el aparto volador, y lanza un rugido. De no ser porque alguien desde dentro de la nave parece recitar un conjuro, haciendo que múltiples espectros hechos de túnicas marrones desgarradas y andrajosas aparecieran y vayan a atacarlo, se morfaría también el helicóptero.
—Chicos… Chicos… Tengo que ir a ayudarlos—expresa Kei. Apenas se puede mantener de pie, ya que hace algunos pasos y vuelve a caer al suelo. Kei no está bien orientado, así que piensa que sus amigos estaban más atrás, a pesar de que antes estaban justo en el vagón donde él se encuentra parado. Aun así, esa intuición del muchacho es correcta, ya que ellos de verdad han quedado atrapados en la parte trasera.
A estas alturas solo les queda depender de ellos mismos y si la ayuda de la Sociedad de los Guardianes llegará a tiempo. Y lo que es peor, el gran dragón no tiene intenciones de largarse de allí. La tormenta tampoco cesa…
Comments for chapter "13"
QUE TE PARECIÓ?