Keimamura X - 15
Miércoles 13 de enero de 2016.
Ciudad Eucalipto (Nipón)
Hacia la periferia de la ciudad existe una zona residencial que consiste en edificios departamentos para familias y personas individuales. En el tercer piso viven tanto Kei como Yui, siendo vecinos uno del otro. Es muy temprano ahora mismo en el país, pero la vecina del muchacho ya está levantada porque anda algo impaciente. Ella convive con sus dos abuelos, quienes la cuidan desde muy pequeña, y es el abuelo ahora mismo que también está levantado junto a ella. En las noticias, canal puesto, se hacen eco de lo sucedido en el océano Aliado.
<—Lamentablemente, de los doscientos cincuenta pasajeros que abordaban la nave, casi ciento noventa de ellos fueron víctimas fatales. El resto se encuentran hospitalizados en el Hospital Estatal de Harleem, muchos en estado grave. Nos comunicamos directamente con Fabricio, nuestro colega en la ciudad…—informa el periodista.>
La tasa que sostenía Yui entre sus manos con su té calentito se viene al piso y se hace trizas, a lo que le sigue el sonido de sus pasos apresurados. Su abuelo, sentado en el sillón y esperando el desayuno, se gira a verla pero su nieta ya no está.
—¿Yui?
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Hay un paisaje muy desolado, sin ninguna señal de vida ni sus ruinas. Domina el color blanco entre el cielo y la tierra, unificándose en uno mismo, donde el viento corre permanentemente. Aquí está Kei, caminando sin rumbo fijo y queriendo encontrar algo que lo ayude a escapar. De pronto, a espaldas del chico y por arriba del hombro se puede ver que hay una silueta humana detrás, cosa que le produce un escalofrío y lo hace mirar. No hay nada.
—¿Sientes como el poder fluye dentro de ti? —se hace eco la voz de hombre viejo.
—Tú otra vez…
—Mientras más titanes atrapes, más cerca estaré de recuperar mi forma. Ahí podrás conocerme.
—Siempre soy muy confiado con los demás, pero mi maestro me advirtió de ti. —Frunce el ceño Kei.
—Jejeje claro que sí. Todos me temen, pero no llegan a conocerme. Créeme, no eres el único usuario con el que he estado. Cargar la espada es una gran responsabilidad, y puede acabar contigo muy rápido.
—Si estás tramando algo, sabrás que lo evitaré. Pero no me voy a rendir tan fácil como el resto. No me asustas, Beyord.
—Linda actitud soberbia. Típico de un principiante.
—Ahora dime ¿Dónde estoy, joder? Ya me estoy mareando aquí.
—Esta es tu mente, Kei. Es un espacio entre tu consciente y subconsciente, un espacio vacío que hace de filtro. Una gran pared. La llamo el Mundo del Dolor, un caos de la mente humana donde la sensación del placer se ve considerablemente reducida. En tanto te falte costumbre, terminarás aquí cada vez que tu organismo celular tenga complicaciones.
—Espera, espera, cerebrito. Vamos más despacio, nada de analogías y esas cosas. ¡Empecemos de nuevo!
—Jejeje, fui lo más literal que pude, Kei. Ahora despierta.
—¿Eh?
El vértigo invade a Kei cuando el piso se esfuma bajo sus pies y cae hacia un vacío infinito. Solo puede desgastar sus pulmones y las cuerdas vocales mientras el mundo blanco se va opacando poco a poco.
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Los ojos del muchacho se abren con dureza, cual de una pesadilla despierta. Está agitado y desorientado, pues es una habitación de paredes blancas y está recostado sobre una camilla. Sobre su boca y nariz hay una mascarilla, y se ve luz entrar por su costado izquierdo, una ventana. Efectivamente es un hospital.
—¿Qué rayos? ¿Acaso fue todo un delirio mío? —se enoja consigo mismo.
Mira hacia un costado tratando de ver por la ventana, pero vaya que se lleva un fuerte susto al ver a un hombre parado justo del otro lado del cristal. En primer lugar se para muy raro, porque su cadera se tira hacia delante y su torso hacia atrás, con los brazos colgando. Su aspecto es de barba y pelo muy largo, aunque atado con un trapo viejo, además de que está muy sucio y su roma se ve demacrada y andrajosa.
—¡¡Aaaah!! ¡¡Un fantasma!!
El hombre espía se va de la nada, en coincidencia con la puerta que se abre para auxiliar al sobresaltado Kei. Quien se muestra es Akina, algo alterada por lo de recién, pero le resulta muy aliviador ya verlo sentado en la cama.
—¡Kei!—sonríe.
—¿Aki? ¡Ah! ¡No me golpees! —Se cubre con los brazos.
—Oye, puedo ser agresiva pero tengo mis modales, ¿sabes? Nos preocupamos mucho por ti, Kei
—Claro que lo entiendo, Aki—le da una mueca alegre. —Pero, ¿qué me pasó? ¿Dónde estamos?
—Los doctores dijeron que estabas envenenado y por eso cuando te rescataron al caer al agua, ya estabas inconsciente. Parece que el veneno y el desgaste de tu cuerpo hicieron un combo explosivo. Aun así, mientras el resto de los pasajeros están en estado grave, tú tuviste una recuperación muy rápida y eso sorprendió a los doctores
—¡Cierto! ¡La flota de la S.GG y el tren! ¿Pero aun estando grave, cómo se encuentran?
La chica baja un poco la mirada y ladea levemente la cabeza, como con desilusión.
—Casi ninguno está estable y mucho de los pasajeros, en sí su mayoría, perdieron la vida. Los guardianes actuaron rápido luego de que atrapaste al dragón de agua y se dijeron a la sede más cercana, que es la nación de Amsterdam, donde estamos ahora.
—Llegamos a donde debíamos… ¿¡Y Mokuro y Law!?
—No te preocupes—sonríe la chica. —Ellos están perfectamente sanos. Mokuro se fue a hacer unos trámites por los datos de nuestra patrulla y Law tenía planes en esta ciudad, se tenía que reunir con gente que conocía. De enserio que quien nos preocupaba eras tú… viendo el destino de los demás.
—¡jaja! De toda mi vida he sido fuerte, no tienen que preocuparse por mí. Verás que algún día me llamarán el inmortal. —Muestra su brazo el muchacho, como si presumiera sus músculos.
La chica lo toma de la nariz y lo atrae, causándole un leve dolor por el tirón. De la nada lo suelta y le pica la frente con dos dedos.
—Una vez nos reunamos los tres tendremos que hablar muy claro. Mientras estén bajo mi tutela, ninguno de los dos podrá hacer idioteces suicidas otra vez. N-No es porque me preocupen, pero el maestro lo quiere así—desvía la mirada la chica.
Por la puerta principal llega Mokuro, trayendo unos papeles entre sus manos, que lo tiene pensativo, pero verlo a su amigo también tiene un empujón de alegría.
—¡Kei!—rodea la mesa para pasar al otro lado y poder abrazarlo.—¡Amigo, estás despierto!
—De verdad tu truco funcionó, Mokuro—comenta Akina.
—¿Truco? —se confunde Kei.
—Recordé algo que nos dijo el maestro, que si tú estabas muy mal, que mantengamos la espada cerca de ti. Me tomó tiempo convencer al doctor, pero de verdad que tuve razón. Ya veremos la cara que pone al verte jaja.
—Oh…—Kei se da cuenta entonces de por qué sentía algo sólido y molesto a su lado. Corre la sábana para poder destapar y ver que su espada está junto a él, enfundada pero presente. —Sí… así que la regeneración también sirve para venenos.
—Ya he confirmado nuestra llegada a la sede, tardarán una semana en venir a buscarnos, así que podremos alojarnos en la ciudad. Lástima que no tenemos nada pago, excepto la salud. Tenemos que firmar estos documentos—muestra el joven los papeles.
Tras terminar, el doctor llega en un pequeño rato. Algo estupefacto por la rápida recuperación de Kei, basta con un examen rápido como para comprobar sus capacidades y darlo de alta. Esa así que ambos salen hacia la ciudad una vez entregados los papeles, pues ahora tienen que saber dónde hospedarse.
Esta es la ciudad capital del país, la ciudad Zuid, una bonita y atractiva urbe de edificios coloridos, todos con una altura promedio entre los cuatro y cinco pisos, terminando en techos en forma de cono o redondeados, con adornos de mármol. Lo más bello de la ciudad deben ser unos canales de agua que la atraviesan, donde hay muchos botes por donde pasea la gente.
—La verdad que no sé por dónde podríamos comenzar jaja—se lo nota emocionado a Kei.
—¿Estás seguro de costear el hotel? Tendré que pagar para devolverte lo que gastemos—le dice Akina a Mokuro.
—La plata no es un problema para mí, pero como cualquiera necesitamos dormir y dormir bien. No queremos terminar como ese pobre hombre—dice Mokuro y observa hacia un callejón. Allí hay un sintecho, con un carro de supermercado a su lado, cargado de pedazos de cartón y botellas de vidrio. El hombre está hurgando en los basurales para ver si encuentra algo de utilidad.
—¡Hey!—apunta Kei con su dedo directamente al anciano. —Ese es el vagabundo que me estaba espiando.
—¿Cómo?—contestan sus dos amigos.
De pie en su forma tan peculiar, con sus brazos colgados y la cadera para delante, el viejo se queda mirando fijamente hacia los jóvenes. No pone ninguna expresión, más que su frialdad, como si buscara espantarlos. Cosa que logra que ocurra, los chicos deciden alejarse de él.
Los chicos siguen paseando por la ciudad. Se compran cosas para comer, observan vidrieras de chucherías y ropa que les parece curiosa por el país.
Es como el momento de relajación para ellos mientras empiezan a hablar de lo sucedido en el tren, pues hasta el momento es algo que querían evitar. La gente muerta a la que no pudieron salvar y la que puede fallecer ahora mismo, no son cosas que los mantengan especialmente cómodos.
No obstante, en el momento que ellos parecen ver un hotel que se les hace interesante, alguien aparece ante ellos, un joven de cabello lila vestido con un sobre todo oscuro con líneas que parecen querer variar entre el marrón y amarillo.
—¿Law? Pero qué casualidad—Sonríe Akina.
—Jajaja chicos. Kei, que alegría verte sano. ¿Sabes? Yo apostaba por que te curaras.—Guiña el ojo.—Creo que Mokuro no.
—¿Qué dices? Creo que esto era al revés—se queja Mokuro.
—No voy a decir de quien sospecho, pero creo que es obvio.—Lo observa a Law con mirada sospechosa.
—Chicos, tengo buenas noticias. Estaba por ir a verlos al hospital, pero ahorraron camino. Tenemos dónde quedarnos. Mi Legión tiene algunas habitaciones en un hotel y hay espacio para ustedes tres, así que…. Y además, hay alguien que quiere verlos con mucha ansiedad. En especial a ti, Mokuro.
—¡Sí!—festeja Akina. —Ya no me sentiré culpable de que Mokuro pagara. La comida no cuenta.
—Hmmm espero no sea una trampa para emboscarnos—comenta Kei.
—Jajaja tal vez, ¿tú que dices? —Le sigue el juego Law.
—Bueno, si tú lo dices. Pero espérate un poco. ¿Dijiste Legión? ¿Acaso esas cosas no son ilegales? —habla Mokuro.
—Bueno, como sabes, el tatuaje que vieron en mi pecho durante el examen, no era simple adorno. Pertenezco a una importante Legión que tiene mucha incidencia en Villa Hidalguía y ellos vinieron hasta aquí esperando a que terminara la misión. También sospechaban que los miembros de Endless Paradox se entrometieran, así que llegamos aquí. Tenemos algunas deudas con ellos.
—¿O sea que siempre supiste lo que podían ser?
—Y algo así—trata de hacerse el tonto Law.
—Después de todo, la única honesta aquí termino siendo yo—se cruza de brazos Akina. —La verdad, que por lo menos nos adelante el trabajo, ¿no crees, Mokuro?
—La verdad que sí. Si me dices toda la información, podremos comunicarnos con la Sociedad de los Guardianes.
—En realidad…
—Ay no…—se adelanta Mokuro.
—No puedo dejar que pase eso. A pesar de que la cúpula superior conozca de mi Legión, no todos lo saben. Así que debe permanecer en secreto todo lo que nos involucre. Estaré como civil en la ciudad—dice Law.—No digo que se metan ustedes también, pero si regresan, solo hagan como si todo hubiese terminado en el tren.
—Lo sospeché. Cosas ilegales para cosas ilegales. Huh… pero bueno, podremos darte una mano hasta que volvamos. Después de todo, no podremos dormir tranquilos después de lo que pasó—comenta Mokuro.
—Apoyo la moción de Mokuro. No pienso quedarme con los brazos cruzados—dice Kei.
—¡Esperen! Relajémonos un poco. Solo díganme que estaremos tranquilos. Venimos de un aprieto y no podemos ir a otro. Tenemos gente que espera por nosotros, chicos—trata de hacerlos entrar en razón la chica.
El primero en dar su respuesta es Mokuro, pues él asiente varias veces con la cabeza. Comprende persuasivamente lo que dice su compañera, pues no están autorizados a seguir más allá. Así que mientras se mantengan como civiles para regresar a Nipón, todo encuadrará dentro de lo permitido.
¿Cómo serán los miembros de esa legión a la que dice pertenecer Law? ¿Qué fue lo que llevó a estos grupos a ser ilegales? Son muchas dudas las que los aprendices deben responder y recién están comenzando a explorar.
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