Keimamura X - 1
Una nación importante en el mundo oriental es una gran isla conocida como Nipón. Uno de sus departamentos lleva el nombre de Distrito Eucalipto y su ciudad cabecera el homónimo. La ciudad está rodeada de los cerros y montañas, cubiertos de vegetación verdosa sobre las cuales no se suelen inmiscuirse las personas.
Esquivando los árboles que se aparecen por su camino hay un joven de cabello negro y ojos cafés, viste con un atuendo azul oscuro con una camisa blanca. En su corrida solo una de sus manos está suelta, pues con la otra ataja en su cadera una espada enfundada, la cual tiene una guarda con dos picos y más arriba hay otros dos pinchos que se desprenden hacia los costados como en forma de cruz, solo que uno asciende hacia arriba y el otro hacia abajo. Al centro está la figura de un rombo con algo similar a un ojo en su centro.
Lo que lo ha llevado a este bosque es escuchar los alaridos desesperados de una persona en su interior. En tanta oscuridad, cualquier persona normal habría llamado a las autoridades, pero él ha decidido ir a resolver el misterio. Hay un grave problema para él, que el rastro del sol que apenas son luces anaranjadas que brotan de algún lado del horizonte, solo ha envuelto el bosque en la oscuridad.
—¡Oiga! ¡¿Dónde está?! —exclama el joven deteniéndose para buscar orientarse y recuperar el aliento.
Esa valentía por la que tanto se está jactando, se ve tambaleada cuando un brazo cercenado cae desde arriba justo delante de él. Observa el miembro que está desprendiendo sangre fresca, lo que le pone azul el rostro por el terror y lo obliga a alzar la mirada. Allá arriba entre los gajos de los árboles, hay una horripilante criatura. De grandes miembros delanteros y traseros, musculosos y sin ningún vello, su cabeza parece la de un casco sin ojos que entre sus quijadas tiene el cuello de una persona cuyo rostro desfigurado ya se desconoce. Tras partirlo con un morisco más, es el resto del cuerpo el que se suelta hacia el suelo.
—¿E-Esa cosa es un Aria?—expresa el chico estupefacto.
La criatura desciende hasta el suelo aterrizando con sus cuatro miembros como los gatos, anteponiéndose al joven. Debe ser casi un metro más alto o por lo menos así lo percibe él, y el grosor de su cuerpo se siente como si dos toros inmensos se hubieses unido en uno.
*¡Ruaaaaarh!* el rugido que suelta es capaz de quebrantar más la valentía del chico, haciendo que se aparte de él con un salto de espaldas. Él toma su espada y la desenvaina, llevándola adelante.
—¡Maldito monstruo! ¡Soy un Guardián y voy a proteger a mi gente! ¡No pienses que retrocederé! —grita, en un esfuerzo por darse ánimos y no mearse en los pantalones.
“¿Qué estoy haciendo? C-Creí que mi país era un lugar seguro de este tipo de cosas. Me tiemblan las piernas y apenas puedo hacer fuerza sobre mi espada.”, piensa.
El monstruo es el primero en hacer un movimiento, abalanzándose y lanzando un manotazo con sus enormes garras. Él afortunadamente puede tirarse hacia delante y girar por el piso, esquivándolo. Se ha abierto la oportunidad con un flanco, entonces toma su arma y trata de hacer una estocada directo al corazón. Sin embargo, la patada trasera de la criatura le inserta un golpe en su lado izquierdo, derribándolo. Sin terminar de caer, el monstruo vuelve con una de sus manos delanteras y de un revés lo manda a volar al chico.
En pleno vuelo choca contra el tronco de uno de los árboles y rebota contra el suelo. Se agarra de las costillas, donde recibió el golpe, apretando los dientes por el sorpresivo dolor. Sin soltar su espada, trata de volver a ponerse de pie y enfrentarlo una vez más. Sabe bien que correr ya no es alternativa, esa cosa es cuestión de que lo agarre y lo despedace, por lo que morir peleando le es su mejor opción.
El chico tiene un tapón en la garganta, porque el miedo no les es un muro para sus sentimientos, nada quiere saber con morir al pensar en sus amigos y seres queridos. Eso lo hace expresarse con grandeza.
—Mis amigos que me acompañaron, mi maestro y mis superiores, Yui, y por mis padres… ¡No voy a perder! ¡¿Me oyes?! ¡Yo, Kurosawa Kei, voy a salir de esta!
Esta fuerza de voluntad se ve quebrada cuando, obligado, se tiene que tirar hacia atrás cuando a gran velocidad se acerca el monstruo y arroja otro manotazo horizontal, pasando a través de la corteza del árbol, arrancando un pedazo del tronco incluso.
—Kgg…
“No, no puedo morir aquí…”, piensa él, con los ojos algo llorosos.
Abre su boca la criatura, mostrando su babosa lengua y sus afilados dientes. Nuevamente alguien se aproxima por uno de los lados, teniendo enfocado este preciso momento y evadiendo cualquier planta y árbol que se aparece en el camino. Ya a una distancia que debe ser menor a los diez metros, a las orejas de Kei llega un clamor de una mujer.
—¡DE-JA-LO! —grita ella, encajando una doble patada directo al cuello de la criatura, con una fuerza tan impresionante que la criatura es expulsada, rompiendo las ramas y plantas que se interpongan hasta alejarse decenas de metros de distancia.
La heroína se detiene justo delante de él. No hace más que admirarla, con una capa que le cubre todo su cuerpo, botas apenas visibles, un cabello azulado desprolijo que le tapa la mitad derecha de la cara, unos extraños ojos rojos y, aún más excéntrico, un pequeño colmillo que sale del lado derecho de su boca.
—¿Estás bien?
—¡S-Sí!—Atiende Kei de inmediato y vuelve a aferrarse a su espada.
Se aleja del chico para mantenerlo a salvo ya que el monstruo se aproxima hacia ellos. La criatura arrolla todo hasta poder alcanzarla, trata de embestirla con su armatoste cuerpo y ella simplemente pasa por arriba con un salto, con la mano sobre el lomo. Vira la criatura y arroja otro ataque con sus confiables miembros superiores, ella evade el ataque y lleva hacia atrás uno de sus puños.
Con el pecho al descubierto, la mujer le encaja un poderoso puñetazo en medio del esternón, con tanta energía para que nuevamente esa criatura, que la multiplica varias veces en tamaño y peso, salga despedida contra un árbol. Cae algo atontada contra el suelo, ella levanta una de sus piernas hacia arriba y le encaja una patada descendente en medio de la corona de la cabeza, haciéndola estamparse contra el suelo. Los dientes y los sesos de la bestia son dispersados con el impacto.
—Huh…—Suspira la mujer. Ella levanta una mano, generando una pequeña esfera luminosa sobre ella y se gira hacia donde está el chico.—¡Listo, ya ha terminado!
—¡Y-Yanin! ¡¿Qué es lo que haces aquí?! —aúlla emocionado Kei, reconociéndola y comenzando a correr hacia esta fantástica mujer.
—¡Espera! —Frena ella al chico con la mano justo delante de su cara. El chico tiene que deslizar los pies para no chocarse con ella.—Creo que nada de lo que has hecho correspondió, ¿uál es la norma básica de la Sociedad de los Guardianes?
—Eh… eh… es que, ¡escuché a alguien en peligro! —Procura justificarse el joven.
—¿CUÁL es la norma? —Reitera la pregunta la mujer, que debido a su aspecto del rostro se nota que es toda una joven.
—Nuestra vida primero—Baja los brazos y la frente el chico, con culpa por haber cometido tan grave error.
—Tienes suerte de que escuché el rugido de la criatura. Gracias a Dios estaba pasando por aquí de casualidad, me dirigía directo a la ciudad. ¿Cómo estás, Kei?
Kei está contento de volver a verla, pues la conoce de algún entonces y pareciera no verla hace rato. También, es atrapante el haberla visto pelear, porque el chico no recuerda tal momento espectacular.
—Claro que estoy bien, no podría estar mejor de volver a ver. ¡Me gradué como Guardián!
—Síii. Me he enterado. Comencé un viaje de regreso a esta ciudad el día que me enteré que te graduaste como Guardián. Lo pude ver en una televisión mientras divagaba en una ciudad.
—¿De veras? Ya estoy siguiendo el camino como te prometí. ¡Verás que te derrotaré y me contarás todo sobre mis padres!—Le apunta con su dedo Kei, con un aura de orgullo imposible de no notar. —¿Te quedarás un tiempo con nosotros? —Sonríe Kei de oreja a oreja, cerrando los puños y alzándolos hacia delante.
—Hmmm… me es difícil ya que tengo mucho que hacer, pero sí podría ir a hablar contigo en casa. ¿No? La aventurera Yanin Vistaminda entrará en tu casa, te deberías sentir honrado—Se acomoda el cabello ella, a pesar de estar todo desordenado.
—¡Claro que sí! Tengo varias preguntas que hacerte y tratar de persuadirte.
—Ñii~ A ver si lo logras. Antes que nada, debemos llamar a las autoridades para que atiendan esta situación, y luego te contaré las cosas mientras vamos de regreso a la ciudad, ¿dale?
—¡Sí! —Afirma él entusiasmado. Pero la sonrisa se le borra al recordar el estado de esa persona a la que vino a rescatar.
Luego de llamar a la policía y los servicios de paramédicos, el chico se aventura de regreso a la ciudad junto a esta rara mujer. Tres semanas han pasado desde esta situación.
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Es la mañana del 4 de febrero de 2016.
Hay un día soleado y despejado en la Ciudad Eucalipto. Es la temporada de invierno pero no ha nevado esta vez, con la excepción de la navidad. En un departamento de la periferia de esta urbe es donde vive Kei a solas.
Durmiendo placentero en su cómoda cama en su departamento a solas, no espera que nada lo moleste durante su descanso. O debería ser así hasta que un libro es reboleado por la habitación, dándole un duro golpe en la cara.
—¡Rayos! Fue… fue un sueño otra vez—grita Kei al despertarse prepotente. La sábana se escurre al sentarse, dejando a la vista su torso desnudo.
—¿Vas a seguir durmiendo todavía? —interroga una muchacha joven de cabello violeta y ojos verdes. Lleva el cabello suelto por encima del lado izquierdo del hombro, pero tiene un corte lineal en el lado derecho, mientras su flequillo también es recto. Tiene anteojos celestes y viste un uniforme de campera y minifalda negra, sobre una camisa blanca con prolijo moño. —¿Duermes desnudo? ¡Es otoño! —Se sonroja la chica y cierra la puerta.
—Yui…, perdón, estaba cansado. Vengo de entrenar ayer.
—Pues es hora de comenzar a entender que hay que amoldar los entrenamientos al estudio y no al revés—Frunce el ceño la chica.—Ahora, no me obligues a entrar y vestirte yo misma.
—¡Solo dame un momento! ¡Hey! Eso es acoso sexual.
El chico ve la hora marcada en las 7:30 am. Es un jueves cotidiano y tan solo en media hora tiene la entrada al colegio, así que entiende totalmente el regaño de la muchacha.
Tratando de contenerse, suspira su enojo y se apoya en una pared con los brazos cruzados. Esto se está volviendo una situación típica y pareciera que no hay regaño que lo solucione. Uno de sus dedos rebota una y otra vez debido a su impaciencia.
“¿Es que acaso se está burlando de mí? No, no. Es solo un simple idiota”, piensa la chica.
—No puedo creerlo, Kei. Cuando vas a entrenar rápido te levantas, sino tus sueños parecen eternos.
La puerta de la habitación del chico se abre completamente, mostrándose él al fin, hábilmente cambiado. El uniforme es el mismo que el de la chica pero con un pantalón de vestir también negro. Claramente toma de sorpresa a la chica, que queda con los ojos pegados en el joven, apenas parpadeando dos veces.
—¿Siquiera te cepillaste los dientes…? —pregunta la chica.
—La higiene primero, ¿no? Vamos ahora que llegamos tarde.
—Esa es mí línea—gruñe la chica y lo empieza a tirar de la oreja.
—¡Aaaah! ¿Qué haces? ¡Duele! —se queja Kei.
Esta muchacha es Fukugawa Yui, es la amiga de la infancia de Kei y toda su vida casi como su hermana mayor. Sin lugar a dudas es una de las personas más apreciadas por el chico. Hace muchos años Kei quedó huérfano y no había nadie para cuidarlo, los abuelos de Yui, con los que ella vive, accedieron a encargarse de él. Kei ha crecido y ha podido disfrutar de un departamento propio que todos los años que pasaron ha estado a su nombre. Inclusive son vecinos.
Ya en las calles, Kei va conduciendo una bicicleta a toda marcha, llevando a su amiga en la parte trasera. Ella se ataja fuerte de la cintura de Kei, pues las calles empinadas aceleran mucho la marcha de la bici, lo que da una horrible sensación de peligro para alguien que es enemiga del vértigo como Yui.
—¡Wooooo!—aúlla Kei.
—¡No vayas a hacer algo irracional! No quiero morir hoy.
—Sabes que nunca he chocado—dice Kei, tratando de observar para atrás.
—¡No saques la vista del frente!
Al volver a ver en el camino, hay una persona delante. La colisión es inminente y parece inevitable, pero Kei logra hacer una maniobra para deslizar la rueda trasera y esquivarla. Tanto Kei, como Yui y esa persona tienen un profundo alivio luego de creer que iban a morir.
—¿Ves?
—Huh… ¿Qué voy a hacer contigo? —Se la nota frustrada a la joven.
Estas son todas las mañanas para Kei y Yui. Solo que el enojo del día de hoy se debe a que Yui siempre es llevada por Kei en su bicicleta al colegio, pero siendo jueves Kei se quedó dormido después de otra noche de entrenamiento en artes marciales y algo llamado reiki, que realiza en un templo a las afueras de la ciudad. Es ella la que tiene que compartir el precio de su irresponsabilidad. Para Yui, Kei es su acompañante de la escuela desde que son niños, y es una costumbre que no quiere perder, pero cada día parece estar más cerca de tener que abandonarla.
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Instituto Preparatorio Sauce (Ciudad Eucalipto, Nipón)
La preparatoria más importante de la ciudad es de índole estatal. Ubicada a media manzana de la plaza central de la ciudad, es un edificio variopinto con apariencia francesa. La puerta principal es la que tiene un mejor diseño, dando espacio a su jardín hasta llegar a su entrada en la vereda. Aquí están entrando y saliendo alumnos y profesores constantemente durante la duración del sol en la cima.
Terminadas las clases del día de hoy, Yui, un año mayor a Kei, va hasta su salón para buscarlo y regresar a la casa. Abre la puerta con timidez, queriendo evitar que alguien le diga algo, encontrando a los alumnos del salón guardando sus cosas. Observa por todos los lugares que puede pero en ningún lado puede avistar a su amigo.
—Oh joder.—Sospecha donde puede que se encuentre.
Ya para cuando está llegando a la sala con el nombre de “Dirección”, debe ser casualidad que lo ve a Kei saliendo de allí y cerrando la puerta. En la mente de la chica deben estar las peores situaciones con los peores comportamientos de Kei, pero trata de contener su enojo injustificado y se arrima a preguntarle.
—¿Qué ocurrió?
—Nada, otra vez me agarró el profesor no prestando atención en clases. Dijo que no quería volver a verlo si no quería que reprobara la materia.
—Huh… trato de no agarrarme el pelo. ¿Acaso así debe sentirse una madre?
—Ya te dije que soy enemigo de los estudios. Me sacan la cabeza. Tal vez debería aprender a simular mi atención—habla Kei consigo mismo.
Tal cual lo dice él mismo, la afición de Kei no está en sentarse a leer libros ni hacer un ejercicio de matemáticas, a pesar de que lleva bastante simpatía con la historia. Kei es un fiel seguidor de los deportes, las batallas y, por sobre todo, la aventura. Es por ello que él hace ya unos meses se ha recibido de Guardián, un título de autoridad de una organización llamada Sociedad de los Guardianes, cuyo rol es similar a la policía internacional.
Aunque tenga que ir a contracorriente, Yui ha tratado de llevarlo por “el buen camino”. Terminar los estudios, conseguirse un trabajo y ser social, son todos objetivos de ella para su querido amigo. Kei es bastante introvertido si no conoce a las personas, lo que hace que no tenga amigos en el colegio. Todo esto Yui lo sabe muy bien y por eso se le hace muy difícil entusiasmar a Kei para venir a clases.
—Te hice una promesa, Yui. Terminaré el colegio, como te dije y además me lo pide la Sociedad de los Guardianes. Jeje. No hay por qué preocuparse.—Frota su pulgar por la nariz cuando suelta una simpática sonrisa el chico.
—Hmm… yo solo quiero lo mejor para ti. No sé qué haría si te fueras de mi lado—dice ella en una vocecilla algo baja y desvía la mirada.—¿Qué tal si vamos a casa? Hoy tengo preparada una cena para ti. —Deja escapar una linda sonrisa.
—¡Claro! ¿Pero qué dijiste antes?
—Nada, solo camina.
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Cuando van caminando por el patio mientras Kei le cuenta cómo fue el momento en que lo regañaron, el sol empieza a decaer por el horizonte, y se ven sorprendidos ante la espera de dos personas en la puerta principal de la entrada al colegio. Uno es un joven de cabello rubio bastante más alto que Kei, apariencia apuesta, ojos verdes y cabello rubio, de ropa casual y unos auriculares rojos pendiendo de su cuello. A su lado está una chica petisa de cabello marrón y ojos celestes, llevando el uniforme del mismo instituto que ellos.
—Jajaja pensé que te enamoraste de los estudios, Kei. Creo que hace diez minutos que ya estamos aquí.
—¿Mokuro? ¿Akina?
—Mokuro, tú eres de Sapporo, ¿qué haces aquí? —habla Yui.
—Creo que a este idiota se le olvidó que hoy tenemos que reunirnos con el maestro—comenta Akina, con una cara de muy pocos amigos.
—¡Maldición! ¡Me había olvidado por completo! ¡En serio!
—¡Kei! ¿Otra vez no diciéndome lo que vas a hacer?
—¡Lo siento! ¡Lo siento!—hace reverencia el muchacho.—¡Hoy el maestro me dará mi espada y nos hablará de nuestra primera misión! ¡Te prometo que llegaré para cenar! ¡No, espera! Eso no tiene sentido… ¡Para dormir! ¡Aaah, qué digo! ¡Ya sé! ¡Te prometo que mañana a la noche cenaremos juntos y yo seré el que hará la cena! ¡La preparé yo y solo yo! —Apunta con el dedo, rogando que esta excusa improvisada lo salve de volver a hacer enojar a su amiga.
…
La chica llamada Akina mira hacia arriba de los árboles para evitar la vergüenza ajena y Mokuro resopla por la nariz, tratando de contenerse para no largarse a reír.
—¡No te enojes, por favor! ¡Es todo mi culpa!
—No estoy enojada. Mientras no te metas en problemas, no me enojaré. Solo déjame la bicicleta, ¿sí?
Kei queda algo callado. Normalmente ella lo sigue amonestando hasta que el chico quede con la cabeza lavada, pero ahora se ha calmado.
—Para que la gruñona de Yui se calme, te espera algo feo, Kei, ja—habla Mokuro.
—Akina, ¿puedes pegarle?
—Claro.—Suelta una interesante sonrisa Akina.
—¡No! Aléjate, no tengo miedo en defenderme—Reacciona Mokuro casi automático, dando un pequeño brinco para alejarse de ella.
—Jejeje espero que sepas que en algún momento te tocará entrenar conmigo.—Lo mira con una sonrisa sospechosa la enana.
—Kei, será mejor que dejes de causar problemas. No voy a seguir cargando con tus problemas—Trata de sacarse la culpa de encima el muchacho rubio. A partir de lo que dice, debe ser algo común que pasen este tipo de cosas. Mokuro se ve arrastrado por el simple hecho de ser el amigo más cercano a Kei.
—No te preocupes. Los palos se rompen con facilidad, tendrás un entrenamiento fácil—dice Kei.
—¡Ahora sí! —Le salta Akina encima y lo amarra del cuello con los brazos, haciendo una mataleón. Se esmera en poder ahorcarlo al chico, que hace un esfuerzo inútil por liberarse.
—¡No respiro! —exclama la afónica voz de Kei.
Se empieza a reír Yui de todo esto, ya que le parece muy cómico. Además, está encantada de que Kei tenga tales amigos. Ella ya conocía a Mokuro, desde pequeña también, pero Akina es alguien nueva, pues se ha hecho su compañera desde que comenzaron a entrenar. Tal vez esto de ser un Guardián, con la posibilidad alejar a Kei de ella, tenga sus cosas positivas.
Recién cuando son separados con insistencia, se pueden despedir de Yui para cada uno irse por un camino distinto.
—Adiós, chicos. Cuídenlo y cuídense ustedes.
—Claro, Yui, nos estamos viendo. —Saluda Mokuro alzando una mano.
—Adiós, Yui. Nos vemos en clases mañana.—Se despide Akina también, posando sus manos tras la espalda. Ahora se ve muy bonita e inofensiva, todo lo contrario a comparación de hace unos minutos.
—¡Chau! No trates de levantarme mañana porque de verdad estaré muy dormido.
—Jajajaja créeme que lo sé muy bien—responde Yui y luego empieza a pedalear.
De esta forma, estos tres jóvenes encaminan hacia el lado norte de la ciudad, en tanto Yui va al lado opuesto. Si enfrentarse a grandes criaturas como hace unas semanas es el trabajo de un Guardián, estos tres chicos debes estar recibiendo un gran y sofisticado entrenamiento. ¿Quién será su maestro? ¿Qué será esa espada que mencionó Kei?
Comments for chapter "1"
QUE TE PARECIÓ?
Hola está muy entretenido este cap. Tremenda criatura monstruosa me hubiera gusta ver una ilustración. Hay que checar algunos detallitos en la semanticas estructurales.
Hola! Gracias! Voy a estar trabajando en eso!