Keimamura X - 21
La puerta de la biblioteca es abierta de una fuerte patada de Mokuro. De frente lo tiene a aquel último de Endless Paradox que falta, Egon. El tipo de cabello albino posa con un libro entre sus manos, titulado “Lista de mercenarios”, un libro de la Sociedad de los Guardianes donde registran a los principales grupos problemáticos para la vigilancia internacional. Las mafias y hombres de poder también aprovechan esta lista para contratar a los mejores sicarios para sus fechorías.
—No hay más lugares donde esconderse.
—¿Esconderme yo? ¿De ti? Jajaja, ¿cómo rayos has entrado al castillo?
De no creer que Egon no esté enterado de lo que pasa afuera, pero un estruendo que parece provenir de la pelea de Kei, que llega hasta aquí gracias a la puerta abierta, llama la atención del tipo.
—¿Pensaron que saldrían impunes? Vinimos por ustedes, basuras—dice Mokuro y frunce el ceño.
—Hmmm. No es muy inteligente de parte de ustedes entrar en la sede principal de una de las legiones más peligrosas del mundo. ¿no? Yo que ustedes me hubiese marchado del país.
—Los… los guardianes no, ¡No les tenemos miedo! —Con las manos a los costados, Mokuro libera gran cantidad de energía. —¡Modo de batalla: INFINITY!
Desde la perspectiva de Egon todo el reiki de Mokuro se empieza a intensificar. Hay una mayor concentración de energía en las puntas de los miembros, tales como las manos y los pies. El aura azul baña a Mokuro, excepto aquella naranja que rodea sus manos y pies. El cabello del chico se eriza en puntas, mientras su propia estática parece adueñarse de su cuerpo.
—Tan joven y ya con una habilidad propia, se nota que ha mejorado la calidad de entrenamiento para los guardianes. ¿Y qué? ¿es todo?
De repente Mokuro dispara una carga de energía con su mano, la cual deja estupefacto a Egon, por inesperada. No obstante, el ataque no ha impactado en él, solo ha roto la ventana a su espalda y siguió hacia el exterior.
—Hablamos sobre ti. Seré precavido, pero acabaré contigo.
Mokuro extiende su brazo derecho hacia delante para posicionarse en guardia.
—Solo que esa es la debilidad de los guardianes, su sobre confianza.
Sin responderle otra vez, Mokuro se le abalanza encima. Egon arroja una especie de polvo directo a la cara del muchacho, el cual lo deja bromoso un simple segundo, hasta que el chico vuelve a surgir con los cachetes algo inflado, pues está aguantando el aire. Le mete un puñetazo en el rostro al albino, le barre las piernas con su pie, haciendo que caiga y golpee su nuca contra la pared. Por último, ataca con una patada como en soccer, para hacerlo deslizarse por el suelo.
—Kgg… mierda. —Se queja Egon y vuelve a levantarse. El muchacho ya no está a su vista. —¿Dónde has ido?
Trata de cerciorarse entre las estanterías, pues no parece poder verlo ni sentirlo. Hay una habilidad de reiki conocida como rastreo, la que permite expandir el aura para sentir el reiki de otros usuarios, el cual es utilizado ahora mismo con Egon, cosa que le da una impresionante advertencia. Él vira hacia atrás, pues desde la ventana ingresa Mokuro, rompiendo el cristal, y lo embiste de lleno.
“Salió apenas le saqué los ojos de encima”, piensa.
Lo toma del brazo y lo zarandea, estrellándolo con una de las bibliotecas, que se le cae encima.
“Es necesario ventilar todo este lugar, pero no puedo sacarlo afuera. Hay riesgo de que se escape”, analiza Mokuro en su cabeza.
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Aunque Mokuro parece tenerlo controlarlo, mientras que Law ha tenido una victoria, tanto Kei como Akina y Naomi están aún en aprietos. En el caso de Kei, desde hace rato que se lleva dando palazos con el inmenso de Bertolt.
El chico logra encajarle unos cuantos espadazos, que gracias a la protección del grandote no son más que golpes y no cortes, terminando haciendo como golpes de bate de parte de Kei contra el abdomen y las costillas de su enemigo. Bertolt logra atajar su espada. El muchacho levanta el pie y vuelve a pesar, desprendiendo repentinamente un una gran cantidad de agua que embiste a su rival y lo lleva a chocar contra una de las paredes.
—Aquametida.—Es lo que recita Kei en el momento de realizar su habilidad. Es un golpe basado en arremeter contra su objetivo a partir de una poderosa corriente marítima.
[—Me gusta tu manera de improvisar. Estás ante un adversario superior a ti.—Le habla la voz de su cabeza.]
—¡Lo sé! ¡Trampa de Agua!—Luego de ladear su espada de lado a lado, Bertolt da un salto desde la posición que está, para alejarse, y así evitar la erupción acuática.
—Jajaja no me engañas más de una vez, enano. Piensa bien tus movimientos. ¡Roaaaaah!—exclama Bertolt.
Él viene a las corridas hacia Kei, quien se pone en su postura del agua. Apenas vas a ser arrollado, Kei gira sobre su eje para poder esquivar, y así ataca la base de la columna de su oponente. El grandote no se va a dejar pasar, tal cual como está, realiza un sorprendente salto hacia la espalda y extiende su codo, para así caer con un pesado movimiento de lucha libre, con todo su cuerpo sobre el delgado Kei.
—Jajaja te tengo atrapado, enano. Peso 130 kilos, para que lo sepas. Un humano normal hubiese quedado como una tortilla jeje.
—No te tengo miedo, grandote. ¡Te dije que vas a pagar!—Ruge Kei, pero apenas quiere levantar su arma, él se la vuelve a atajar.
—No más.
Se lo ve encerrado al muchacho, a punto de ser cazado por este hambriento depredador. De repente, Bertolt observa hacia un costado y se larga de allí, pues Law llega con una patada a través de uno de sus portales. Kei se queda quiero, con la mirada fija en la puerta de este salón, allí está Law que acaba de llegar.
—Estaba pensando a quién debía apoyar. Ganaste, Kei. —Sonríe el muchacho.
—¡Jaja! ¡Que sorpresa!
Antes que nada, Law arroja algo que tiene entre las manos, un pedazo de chapa llena de agujeros, lo más cerca que puede de aquel grandulón. Bertolt reconoce lo que es eso con instantaneidad.
—¿Qué le has hecho a Georg?
—Solo fue el primero en caer. Y tú serás uno más, Bertolt.
Kei parece contento de enterarse de esa noticia, que su amigo ha ganado su batalla. Ahora Kei se vuelve a levantar, abre las piernas y coloca su espada mirando hacia el techo, agarrándola con ambas manos desde su empuñadura. La postura de la tierra. Un segundo raund en este combate está a punto de comenzar.
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En el jardín la cosa se complica. Todo el metal, la arena de hierro y la propia materialización del reiki por parte de Cryne han logrado que su magia magnética de la forma de un gran martillo, cuya cabeza es tan grande como Akina misma.
—¿Lista, chiquita?
—¡Kori no Kabe!—grita Akina para levantar un muro que la defienda.
Manipulando el movimiento del martillo, cuando lo hace impactar contra la pared de Akina, se rompe como un vaso de vidrio. La chica empieza a huir.
–Dudo que haya algún lugar que te sirva como defensa, chiquita.
Akina huye hacia la parte techada del jardín, allí se oculta detrás de una de las columnas. Se cae de cola al suelo cuando el mazo rompe el primero de estos pilares, pero rápido reacciona y vuelve a correr. No importa, columna por columna las va derribando a cada una, y con estas, el techo.
—Aizu duro.—Actúa apenas tiene la oportunidad.
Lleva el martillo contra la escarcha, deteniendo su avance. Ella extiende su mano, haciendo que esquirlas se vayan separando de la masa del martillo, así usarlas como proyectil.
“¡Joder!”, nota Akina en su mente.
—¡Kori no kabe! ¡Kori no kabe!
Frente a ella produce dos murallas que buscas detener los disparos de esquirlas. Sin que pueda percatarse, una de estas atraviesa los dos murales, y con ello también su muslo izquierdo.
—¡¡Aaaah!!—Suelta un grito de dolor.
Para colmo, el martillo avanza de forma frontal, llevándose puesta las paredes y ahora a la paralizada Akina por su herida. Ella es impactada por el fuerte golpe y despedida contra una de las columnas más cercanas.
—Jajajaja te dije que era una pérdida de tiempo.
Cryne hace que su martillo destruya otra de las columnas para que el techo se le caiga encima a la joven guardiana. Luego de esto, desarma la forma de la herramienta para volver a acercar a las partículas de metal junto a ella. Un nuevo ataque detona justo contra su espalda, empujándola con rodillas hacia delante.
Es indescriptible la irritación con la que mira en la dirección que vino ese ataque, pero las cejas abajo y sus dientes enseñados, dan mucho que temer. Allí la puede ver a Naomi, que se ha vuelto a levantar después de la cruenta descarga que ella le había aplicado.
—¡Akina! ¡Eres una perra!
—¡Y tú una malnacida! ¿Qué clase de ataque traicionero es ese? ¡¿Los guardianes no tienen un código de honor o algo parecido!?
—¡Te voy a hacer pagar por todo! —La enfurecida Naomi cruza los brazos en X delante de su cara. Al llevarlos hacia el costado, expulsa una abrumadora cantidad de poder con intensidad, despedazando el césped debajo de ella y dejando alguna que otra grieta en la tierra.—¡AAAAAH!
Cryne se cubre con los brazos del fuerte viento que desprende esta joven. Destaca como incrementa su nivel de poder de manera descomunal.
—¡Arcángel Santo Miguel! —el brillo dorado rodea el cuerpo de Naomi.
Todo el cuerpo de la muchacha se ve reforzado con una armadura medieval, plateada con líneas doradas, de la cual se protegen hasta las propias manos, menos la cabeza, que tiene una aureola dorada encima. Además, a su espalda se extienden dos largas alas emplumadas, que hacen relucir su color blanco. Ella extiende su mano a un costado, donde aparece una larga espada de doble filo.
—Pude interpretarte bien. Se te acabó el tiempo, Cryne. —Se la nota muy molesta a la chica.
“¿Qué es este nivel de poder? Es…, es aterrador”, piensa Cryne, nivelándose ella misma con su rival.
Despreocupándose, arroja todas sus esquirlas contra la muchacha. Naomi agita sus alas y se levanta en el aire, desde donde hace un corte en el aire al grito de:
—¡Corte Eclesial!
Una onda en forma de corte va directo hacia Cryne, desintegrando todas las esquirlas que ella arroja como proyectiles. Obligada, la mujer corre de su lugar, dejando al ataque de Naomi impactar contra el suelo. El estallido hace pensar lo inseguro que habría sido recibirlo de lleno.
—¡Aaaah!
Naomi llega desde arriba con ambas manos hacia arriba. ¡La velocidad con la que actúa Cryne es increíble! Pero no es suficiente, puesto que su antebrazo izquierdo es tajado en limpio por el filo de la espada de la guardiana. La sangre salta en el aire. Cryne se ataja de su propio brazo mientras grita despavorida por su dolor, pero eso no es suficiente para generar compasión en Naomi.
—¡Corte eclesial!
Ahora la onda impacta de lleno contra la mujer, llevándola consigo hasta dar contacto con alguna de las paredes, donde detona.
—Huh… huh…—jadea Naomi.
Naomi corre hacia su compañera, limpia todos los escombros de arriba con rapidez. Afortunadamente, lo que se topa es una capa de hielo.
—¡Akina!
El cristal se desvanece al ser oída la voz de la amiga. Allí está la muchacha, toda herida, raspones y moretones, pero consciente, en fin. Akina sonríe al poder ver a Naomi a la cara.
—¿Pudiste ganar la pelea?
—Sí, sí. No te preocupes. Te voy a dar una ayuda ahora. Balanza celestial.
La muchacha alza su mano, materializando en ella una gran balanza clásica, en forma de cruz y con sus clásicos platillos. Esta es una de las principales habilidades de Naomi, enfocada principalmente en dos tipos de regeneración.
—Voy a darte un poco de mi energía, ¿sí? Reiki: Juicio Celestial.
Tras recitar esas palabras, una cálida aura abraza a amabas muchachas. Reiki: Juicio Celestial, es una de las variantes de la Balanza Celestial de Naomi. Ella elige entre dos objetos que considera desalabeados, la balanza otorgará energía de aquel que posea más al que posea menos hasta encontrar el equilibrio.
—No tengo habilidades curanderas ni nada, pero creo que nos pueden ayudar. No quiero que vuelvas a pelear, ¿sí?—Señala Naomi en tanto prosigue con su poder.
A su vez, desde lejos, la visión borrosa de Cryne se pega sobre las chicas. Ella está atajando su brazo cercenado con la mano que le queda, la presión se le baja debido a la pérdida de sangre que no deja de chorrear.
—No… no… ¿cómo pasó esto?
Aunque Cryne siempre sospecho que nunca las cosas podrían salir bien, ella no estaba preparada para esto. Siempre supo que hasta podía tener problemas con la ley, por el camino oscuro que decidió tomar, pero nunca para una muerte tan temprana. Ella está enojada y frustrada, no solo porque cree que podría haber derrotado a esas chicas, sino que tampoco creyó que terminaría tan mal.
“Yo… las tenía en mis manos…, joder, las tenía en mis manos. ¿Por qué fui tan estúpida?”, piensa.
Poco a poco su propia realidad va perdiendo el color.
“Maestro… Liselot. Venga a ayudarme, usted dijo que estaría para apoyarnos. Maestro Liselot, juré protegerlo porque creí en su causa, en una mejor vida para nosotros”, piensa ella.
Los ojos se van volviendo pesados, la respiración se le hace difícil a la chica, y las lágrimas brotan de sus ojos.
—Chicas… chicas… auxi… lio.
“Todo es culpa de una niñitas. Yo… no quiero morir. ¡No quiero morir! ¡Por favor! No quiero morir. ¿Por qué no me ayudan? Ni el señor Liselot, ni esos guardianes. ¿No que los guardianes existen para ayudar a los humanos? ¿Por qué me ignoran y sonríen entre ellas como si todo estuviese feliz?”, las palabras taladran la cabeza de Cryne. Ella misma siente cómo se le va toda su energía, pero su siniestra muerte sorpresa no es lo que más la frustre, sino el mero hecho de ser olvidada. “Ni siquiera he tenido la oportunidad de despedirme de Emilia, mi amiga”
—No quiero morir… sola.
…
Deben ser unos cinco minutos los que les toma a las dos chicas volver a estar pendientes de su situación. Algo renga por su herida, Akina se esfuerza por poder caminar, aunque se ayude de Naomi. Juntas van justo delante de Cryne, quien toda pálida y entre un charco de sangre no parece más estar entre ellas.
—Me pasé la mano—expresa Naomi, algo arrepentida, incluso sudando.
—Descuida. Es algo que podía ocurrir.
—Es que, no lo entiendes. No se entiende cuando nunca mataste a un humano.
Aunque Akina trate de ser fuerte, ella también se siente culpable. Después de todo, es la primera vez que ellas son las que acaban con la vida de alguien. Se abrazan en un intento de consolarse entre ellas. Solo que todavía todo está muy lejos de entrar en calma.
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