Keimamura X - 25
Llegaron miembros de la Sociedad de los Guardianes a la provincia León Dorado por el llamado que hicieron a través de los teléfonos. Allí cargaron con Bertolt, con el cuerpo de Cryne, de Georg y llevaron en prisión preventiva a Calitzo, de quien decidirán el futuro en algún momento. Los medios de comunicación también filtraron la noticia y pudieron escabullirse hacia la provincia, movidos por los impactos de las explosiones y los llamados de los lugareños.
Todo el grupo de aprendices y la legión regresaron al hotel, donde toman sus cosas y entonces se ponen en marcha de regreso al país de Villa Hidalguía.
Toma unas cuantas horas volver al país a través del avión. Tanto Kei, Mokuro, Akina como Law están absortos. En primer lugar, están todavía perplejos por lo que pasó, desde el tren hasta el enfrentamiento con Endless Paradox. En segundo lugar, los nervios de un posible castigo por actuar sin autorización de la S.GG los está carcomiendo vivos. En tercer lugar, el mero hecho de haber ganado pero no obtener lo que quisieron. Tal vez es Kei el más desilusionado, quien, a pesar de tener a uno de los titanes, pudo haber tenido al resto con él.
Ciudad Florencia (Provincia Escudero, República de Villa Hidalguía)
Aunque el cansancio se aferra de sus espaldas, todos llegan finalmente a la capital y encaminan directamente a un restaurante a unas pocas cuadras del centro de la ciudad. Es un edificio bastante bonito, ventanales de cristales y ornamentaciones de madera, en especial en el piso. Arriba, está el cartel que dice “Los Caballeros. Restaurante”.
La puerta principal lleva un cartelito colgante que dice “cerrado”, pero aun así puede verse gente del otro lado. El primero en abrir la puerta es Faxu, quien da paso al resto del grupo. Las campanillas de viento se sacuden al abrirse la puerta, llamando la atención de dos muchachas que disfrutan de un desayuno de café y tostadas.
Una de ellas es una niña de cabello teñido de color azul, piel blanca con tonos rosaditos y ojos de color marrón. Viste con un enterito azul sobre una remera negra. Lo que más resalta de ella son dos orejas de conejo que lleva de adorno sobre su pelo. Su apariencia gestual la hacen ver empática y divertida. A su lado a hay una muchacha de tez morena, cabello violeta oscuro y ojos amarillentos. Viste con una camperita, falda sobre las rodillas y un gorrito con pompón. A ella se la nota como una chica introvertida y de tonos calmados.
—¡Faxu! ¡Misterius! ¡Maestro! ¡Naomi!—grita ella.
Justo después de ellos ingresa el muchacho del sobretodo marrón.
—¡Laaaaaw!—corre la niña hacia él.
Ella lo abraza fuertemente, cosa que pone muy contento a Law. Él le revuelve el pelo con una mano detrás de la cabeza.
—¿Qué tal, Bonnie?
—¡Muy preocupada! ¡Pensé que les pasaría algo!
Ni ella ni la otra chica fueron convocadas por el maestro para la misión. Fyodor se arrima a la barra y se sienta para poder esperar alguna bebida. Naomi también carga con al pequeño Peu entre sus brazos, al que también habían dejado en el hotel.
—Estamos muy bien—sonríe Naomi.—Tuvimos algunos miedos pero logramos superar todos.
—¡Me lo tienen que contar todo! ¡Tú también Faxu!—grita ella para poder atraparlo a Faxu, quien se está yendo hacia la barra para servirle bebida a su maestro.
—Eeeh… ¡Claro!—afirma y luego se larga junto con Misterius.
—¿Tú que dices Hanna? ¿Los torturaremos hasta que nos cuenten todo?
La otra chica, sigilosa se acerca con ellos y su respuesta se reduce solo a asentir con la cabeza y murmurar sin abrir la boca. Law voltea hacia la puerta, ya que todavía no han ingresado ninguno de los amigos que no presentó. El primero que parece temer entrar es Kei, a él le sigue Akina y luego Mokuro, quien hace rato le insiste.
—No tienen veneno, entra ya, Kei.
—Es que… bueno…
—Te presento a mis compañeros de examen. Kei, el más pocho y quien no tiene poder propio.
—¡Oye!
—Akina, la chica más testaruda que conozco. Y Mokuro, el muchacho millonario con quien coincidimos mucho. Además, es primo de Naomi.
La chica cruzada de brazos lo mira de mala gana a Law, mientras que Mokuro saluda con su mano ya que acepta lo que dijo.
—Jajaja tal vez tenemos puntos similares, pero comencemos con decir que soy más alto—presume Mokuro y hace pasar su mano por arriba de Law, como si mostrara la diferencia.
—¡Que lindo!—comenta Bonnie.
—Así que este es tu restaurante, Law. Supongo que nos invitarás mucha comida, ¿verdad?
—¿Tienes para pagar?
—Bueno…—responde Kei dubitativo, hasta que desvía sus ojos hacia Mokuro.
—¡Ni lo vuelvas a pensar!—se queja Mokuro.
Las conversaciones siguen entre ellos, pero hay algo más. Akina es algo tímida cuando se trata de conocer gente nueva, así que por su incomodidad se queda cercana a Naomi, hasta que Bonnie decide romper el hielo y se le arrima.
—Un gusto en conocerte también—sonríe. —Soy Bonnie y ella es mi amiga Hanna.
—Eh… un gusto en conocerlas, chicas.
De pronto Bonnie se arrima mucho más a Akina, casi chocando nariz con nariz, frunciendo el ceño para poder provocarle miedo.
—Escucha, solo Naomi puede coquetear con Law. Así que espero no ver nada parecido en ti, ¿comprendes?
—¡B-Bonnie!—interrumpe Naomi toda ruborizada. —¡No le hagas caso!
—No te preocupes que tampoco me iba a dejar amedrentar por una enana.
—¿¡Qué dijiste!?
—¡Bonnie!—se mete Hanna para tomarla de la mano.
—¡Lerolero!—le saca la lengua Akina, cosa que desata una rabieta aun mayor en Bonnie, pero que su amiga hace lo posible por contener.
Dejando a un lado las presentaciones, reúnen algunas de las tantas mesas al centro del gran comedor, colocando sillas en los alrededores junto con los platos, cubiertos y platos para cada uno. Faxu, Naomi y Hanna son los que van a la cocina a encargarse de hacer algo delicioso para almorzar antes de que los chicos regresen a su país otra vez.
Antes que nada, es Bonnie quien trae una pequeña mascota consigo también. Es bastante rara, es una foca muy redondita pero que tiene grandes espinas en la espalda.
—¡Miren! Ayer fui a casa y traje a mi mascota. Se llama Foqui.
—¡Owww!—expresa Hanna quien justo pasaba por aquí. —No pensé que lo traerías hoy.
—¿No es hermoso?
*¡Kiya!* chilla la criatura, a quien la dejan sobre una mesa.
De pronto, Peu, recostado y durmiendo sobre una ventana, despierta para ver a su nuevo acompañante. El animalito empieza a levitar y se acerca donde están ellas.
—Peu, tú también eres hermoso—se arrima Hanna y lo toma con sus manos. Ella lo coloca en la mesa junto a Foqui, mientras el resto se empiezan a acercar.
—Esa cosa sí que se ve peligrosa. Entre eso y acariciar un cactus, no hay diferencia—se acerca Kei.
—¡Hey! ¡No lo trates así! —se queja Bonnie.
*¡Warf!* ladra Peu.
*¡Killa!*
*¡Warf, Warf!*
Las dos mascotas se colocan una enfrente a otra, mirándose entre sí a los ojos. Todo parece muy normal, pero de repente Peu se mueve y le encaja un aletazo en la cara a Foqui.
Se enoja y se sale de sus límites la pequeña foquita y se lanza encima de Peu, con quien empieza una feroz batalla. Toda la tierra los envuelve mientras se magullan el uno al otro con sus afilados dientes.
Akina y Hanna intervienen para tomar a Peu y Foqui, aunque los dos sigue aleteando y gruñendo desde la distancia, esperando a ser liberados y despedazar a su rival.
—¡Listo, Peu! ¡Cálmate!
—¡Foqui, no hagas eso!—se queja Hanna y entonces se lo pasa a Bonnie.
Lamentablemente Bonnie tiene que llevarse a Foqui otra vez al piso de arriba, porque no se ve posible retenerlos si se van a distraer.
El plato que toca en este mediodía es una bandeja de fideos con almóndigas que trae Faxu desde la cocina. A su lado llega Naomi y colocan la bandeja al medio de la mesa. Fyodor se sienta en una de las puntas mientras el resto va hacia los costados.
El plato es exquisito y todo deleitan de él con gusto. Si bien unos minutos se distienden los sonidos que no sean del degusto, Fyodor se sirve un poco de vino en un vaso para luego tomar la palabra.
—Chicos, Naomi, Law, Mokuro, Akina y Kei. Me gustaría hacerles unas recomendaciones, unos consejos de un viejo veterano.
—S-Sí, cómo no, maestro.
—Siempre estoy abierto a escuchar consejos de los sabios—dice Mokuro.
—Ustedes, chicos, han tenido su primera gran misión y se extendió más de lo que pensaban. Vieron cosas horribles, que seguro que los perseguirá sobre todo cuando vayan a dormir—habla Fyodor, lo que pone seriedad en los aprendices. Los recuerdos del tren regresan a sus cabezas, las personas atrapadas en los camarotes y aquellos que se hundieron con los vagones.—He conocido guardianes, el papá de Law era uno. La mayoría de ellos… no llega a viejos. Este es el primero de sus encuentros con este tipo de personas, con este tipo de despreciables humanos, que lamentablemente se diseminan por la sociedad del mundo.
…
…
A Kei se le viene el recuerdo de sus padres, según le contó la señorita Yanin, ambos fallecieron haciendo su labor como guardianes.
—Seguro que todos tienen deseos, promesas y metas que cumplir. Les pido que sean unidos entre ustedes, que no comentan en el error de que se les levante el ego, no dejen que suban los humos. Porque ante estos miserables, siempre el mayor enemigo no es ellos, sino uno mismo. Uno cuando es atrapado en su sobre confianza, en caer en el error de subestimar a los demás. Los veo a ustedes y veo más jovencitos que pasaron ante mí, aprendices que formaron parte de mi legión también. Muchos de ellos se largaron solos pensando que al mundo se lo devoraban…
Estos dichos llegan a un punto algo sensible de los chicos. Esta realidad la vivieron no solo en el tren de la tormenta, sino en cada segundo que estuvieron atrapados en la técnica sombría de Liselot Calitzo.
—Esfuerzo, insistencia, rutinas, nunca las dejen de lado. Yo, de verdad confío en ustedes. Veo una luz de esperanza en ustedes, los miro y parecen muy unidos.
El viejo se enfoca en cada uno de ellos, quienes no le sacan el ojo de encima. Aunque Kei es quien rompe el hielo.
—Menos mal, ya me estaba haciendo arrepentir de elegir este camino, abuelo.
—Jajajaja ¡No, jovencito!—logra liberar una risa el anciano.—Chico, los veo a todos angustiados, resguardándose en una máscara para mostrarse fuertes. Sé que los tiene dolidos haber visto a toda esa gente sufrir. Ustedes no merecían verlo, no tan temprano. Sin embargo… tómenlo como una lección.
Ellos se ven algo desazonados, Akina con los ojos llorosos, como también Law que recuerda a sus amigos de los que siempre cuenta. O también está la preocupación de Bonnie y Hanna por la seguridad de Naomi y Law…
—A Law y Naomi estoy seguro que los veré muy seguido por aquí. Pero ustedes tres, les agradezco ser cercanos a este nieto que yo mismo adopté. Los veo y me generan esperanzas, veo una juventud fuerte y luchadora.
Kei golpea su pecho con un puño y yergue su espalda.
—¡A usted tampoco lo decepcionaremos! ¡Esos canallas pagaran por lo que hicieron!
—Claro que sí, ¡Ese es el espíritu, Kei! ¡Ja!—enseña el puño Mokuro, y Kei accede a chocar nudillos.
El viejo no parece tener mucho más para decir, recogiendo su vaso con vino y dando un trago para entonces continuar comiendo.
—¿Escuchaste, primito? ¡Dijo que somos muy unidos!—Naomi se lanza sobre Mokuro para abrazarlo.
—¡Espera! ¡Aah!
—Ahora dilo de nuevo sin dar vergüenza ajena, ¿quieres? Y a ti también—les reclama Akina a sus dos compañeros.
—¡Como siempre con esa actitud roñosa! ¡Perdónela, abuelo!—contesta Kei.
—¡¿A quién le dices roñosa, pendejo?!
Mientras Akina se ciega y pasa por arriba de la mesa para darle una lección a Kei, Fyodor se queda observando la espada enfundada junto a la silla de Kei. La reconoce muy bien y solo le genera dudas.
“¿En qué estás pensando, Seiryu? ¿Por qué a este chico? ¿Acaso se está acercando el día? Tú prometiste que ese gran peligro dejaría de existir cuando tú te marcharas…”, piensa Fyodor.
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Llegado la tarde, Kei, Mokuro y Akina son los que viajan al aeropuerto, donde son recibidos por muchos hombres de traje negro. Mokuro fue quien avisó a su padre que les brinde transporte para poder volver a su país. Ellos son acompañados por Law y Naomi, que trae a Peu entre sus brazos.
—Bueno, hasta aquí entonces—habla Law.—A pesar de todo lo malo, fue bueno compartir otra aventura con ustedes. No creo que haya podido sobrevivir solo si estaba en ese tren.
—Vale, tenemos que decir lo mismo, ¿no? Jajaja—responde Mokuro.
—Y tú Naomi, si no fuese por ti que enfrentaste con tanta valentía a ese viejo, no sé si la estaríamos contando—comenta Akina sobre su amiga.
—Solo usé mis sentimientos para proteger lo que quería. N-No fue nada…
**¡Warf!**
—Jajaja todos estuvimos impresionantes. ¡Solo recuerda, Law! ¡Cuando caíamos del cielo sobre el gran dragón de agua! Jajaja ¡Inolvidable!
—¡Claro que sí! Chicos—extiende su mano, a lo que Mokuro corresponde con un apretón.—Nos estaremos viendo dentro de un tiempo, supongo. Veremos si podemos hacer más misiones juntos. Estén juntos como dijo el maestro.
—Y tú cuida de Naomi, pero tampoco te pases. No te doy permiso para nada raro, ¿entiendes?
—¡Oww! Pero si mi primito siempre está pendiente de mí. Aki, mira, te quiero encargar a Peu.
—¡Aaah! ¿Por qué a esa criatura?—grita Kei.
**¡Warf! ¡Warf!** le devuelve el ladrido.
En cambio la chica asiente con la cabeza y lo recibe en brazos al pequeño animal.
—Pero si es tan lindo, claro que sí lo cuidaré—frota su carita contra la cabeza del animal.
—Ustedes cuiden bien a mi primito, ¿sí?
—Jaja ¡Cuido de este muchacho desde que éramos niños! Así somos los mejores amigos—se acerca Kei a Mokuro, tratando de rodear su cuello con el brazo, cosa que obliga al rubio a inclinarse por ser más alto.
—Y mándenle saludos a Seiryu. Desde que terminamos el examen que no lo veo.
—Serán dados—sonríe Akina.
En tan solo veinte minutos, Akina y Kei están mirando por la ventanilla del avión hacia la ciudad Florencia, mientras Mokuro charla con algunos de sus guardaespaldas.
Sin lugar a dudas han salido sanos físicamente de esta misión. Una misión que fue más allá del umbra, de lo esperado y lo marcado. Pero resultaron prácticamente victoriosos y eso los llena de autoestima para un futuro.
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