Keimamura X - 27
En la noche del 16 de enero de 2016, un joven de cabello albino se escabulle por los suburbios de Zuid, la ciudad capital del Reino Ámsterdam. Divaga entre un lado y otro, hasta entrometerse en unos callejones oscuros donde no llega la luminaria pública. De repente, hay un hombre muy alto, que lo debe casi duplicar en altura, vestido con una túnica completamente blanca, encapuchado y sin dejar que se le vea la cara. Este joven, Egon, le logra ver la mano, donde puede ver un tatuaje en haragana, una antigua forma de escritura de Nipón. La palabra que tiene tatuada es Ira, y si pudiese ver su otra mano, lograría avistar otro tatuaje, Pecado.
Junto a este hombre hay una puerta, a la cual abre. Esto da directo hacia una taberna, donde hay mucha gente reunida. No es en realidad ningún secreto, es una taberna que pertenece a pandillas y mafias de la ciudad, a las que las fuerzas policiales no pueden acercarse. El joven ve muchos hombres que se caracterizan por tener importantes tatuajes en su cuerpo, hay algunas mujeres pero son minoría. Aun así, entre tantos ve más encapuchados de blanco que ocultan sus rostros. Uno es más que extraño, ya que es del tamaño de un niño pequeño y está correteando por el piso, otro es muy corpulento, obeso para ser más preciso. Tres más se ven como humanos cotidianos, como uno más de todos, pero también con su ropa blanca que los encubre.
—Al fin…
Egon avanza hasta llegar hasta una mesa donde hay uno de estos encapuchados en solitario. Justamente en una mesa para dos, asientos frente a frente. Egon se arrima con cuidado, viendo que hay una nota de un diario que habla de la caída de la familia Calitzo.
—Kggg…—Lo enoja siquiera ver eso. Egon toma asiento frente a este encapuchado solitario.
—Estaba contando el tiempo antes de irme.
—Disculpa que tenga que recurrir una vez más a ustedes, Pecados Capitales. Pero… esos bastardos… de los caballeros nos atacaron e hicieron pedazos a mi familia… ¿Quién iba a creer que se entrometerían de esa manera?
—¿Y no pensaste que fue porque fueron demasiado débiles?
—Tch… ¡jamás! Recurrieron a la Sociedad de los Guardianes… había chicos muy jóvenes entre ellos y no eran nada débiles.
—Sí, pude darme cuenta—contesta el encapuchado, con el diario bajo una de sus manos.
—Se han quedado con uno de los titanes, pero yo tengo los otros cuatro conmigo. Hay un pendejo que tiene la espada que alguna vez me mencionó mi padre, la Sombra de los Dioses. Con ella pueda manipular a uno de los titanes, a su antojo. Necesito que acaben con Los Caballeros y esos chicos que se metieron con nosotros, para así recuperar al titán.
…
—Y dime… si tu familia fue destruida, ¿cómo nos piensas pagar?—levanta la mirada ese tipo, que suena como un muchacho joven también. Su rostro se ve opacado por una sombra de la cual solo se puede destacar uno de sus ojos.
—Conozco banqueros, ellos tienen ahorros de mi familia. Tengo dinero suficiente para pagarles.
—Hmmm… ya hemos obtenido lo suficiente de parte de Endless Paradox. Aun así, tu dinero puede que nos interese. ¿Qué tal si también me das a los titanes una vez más?
—¿Eh? N-No, estos son una reliquia que planeo usar. Es más, fueron ustedes quienes…
—¿Quieres que hagamos tu pedido o no?
—¡Kgg…!
Egon extrae con desconfianza a las cinco gemas de su bolsillo. Las coloca todas arriba de la mesa. Ese tipo extiende la mano y las gemas empiezan extrañamente a levitar hasta posicionarse sobre su mano.
—Por favor… háganlos triza y les daré la mitad de lo que tengo. No voy a renunciar a rearmar mi familia.
—Pude ver por televisión un poco del caso de tu hogar. Y pude ver a los jóvenes que dijiste—este tipo de la túnica tiene en mente un recuerdo, la vista de ese guardián de cabello negro, Kei.—Quiero que sepas que este pedido lo haremos por interés propio, Egon.
—¿Eh?
—Los negocios con Endless Paradox, una legión secreta, están terminados.
Estupefacto, Egon ve como la mano de ese tipo se acerca a su cara y lo atrapa.
—¡¿Qué haces?!
Todos en la taberna se exaltan, menos los encapuchados.
—Magia secreta: Infart…
El corazón de Egon se ve detenido, el joven se agarra de su pecho y luego se cae de la silla. Este tipo simplemente se va caminando, ignorando lo que acaba de pasar, dejando sorprendidos al resto de los expectantes.
—Compañeros, creo que después de tanto tiempo, nos vamos a divertir.
La túnica de este tipo misterioso está dividida adelante del costado izquierdo, sobre un borde que tiene escrito también en esa escritura de las manos del hombre de afuera. Dice “Soy el malo final”.
…
Continuará…
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