La canción del cielo nocturno - 03
—¡No puedo doblar!
—¡Inútil, frena!
—¡Vamos a morir!
—¡Prepárense para el choque!
Unas voces gritando me despiertan. Al ver qué sucede. Las caras burlonas de mis amigos no aguantan más y estallan en risas.
—Hikari, si vieras tu cara despabilada entre sueño y susto te reirías igual que nosotros —dijo Daylen.
—¿Estás bien Hikari? No quería asustarte, pero los demás insistieron —dijo Bozcier.
—Se pasan de chistosos ustedes —suelto unas carcajadas y miro por el parabrisas— así que este es el hospedaje del valle.
—Corrección, se llama El Hospedaje Maravilla, ¿recuerdo que nos dijiste que te hospedaste una vez cuando eras una niña? —dijo Leyna.
—Sí, pero no recuerdo mucho de aquel entonces, además, cada cierto tiempo cambian las maravillas y está prohibido sacar fotos, así que esta experiencia es tan nueva para mí como para ustedes —le respondo.
—Bien, basta de tanto hablar y a mover las patas; que las maletas no se van a bajar solas —dijo Buster.
Abro la puerta del auto y me bajo. Al ver la fachada recuerdo de mejor manera el famoso hospedaje maravilla: construida de madera y equipada con las más altas comodidades dignas de tener cinco estrellas. Además, en la parte trasera del hospedaje se encuentra un recorrido turístico con intrínsecos secretos. Es el mejor lugar para veranear, con aire refrescante del valle y un montón de misterios para descubrir. Mis vacaciones no podrían ser mejor.
Daylen nos apresura a sacar las maletas y en la puerta nos está esperando un hombre delgaducho, de unos 50 años y con pocos pelos en su cabeza.
—Bienvenidos y gracias por su reserva, mi nombre es Azan, seré la persona encargada de cuidar y satisfacer sus necesidades durante su estadía. Por favor, dejen sus maletas aquí que yo las llevaré a sus respectivos cuartos… Por cierto, cuando vayan al recorrido tengan cuidado, quién sabe qué puede ocurrir. Dicen que el alma del dueño original todavía vaga por el valle.
Dejamos las pesadas maletas y nos apresuramos a entrar al hospedaje. Me separo del grupo para descansar en mi habitación. Luego de un rato, voy al salón principal, para reunirme con mis amigos.
—Según las indicaciones, tenemos que empezar el recorrido a las seis en punto, hasta entonces podemos jugar un rato —dijo Daylen.
La tarde pasó sin ningún inconveniente. Comimos y jugamos un rato a las cartas.
—Ya estamos cerca de la hora y recuerden que nadie puede llevar una cámara, no quiero que después nos llamen la atención, de seguro tienen algún tipo de sistema de vigilancia —dijo Leyna.
—Y-Yo ni siquiera traje una —dijo Bozcier.
—No te pongas nervioso, ¿qué castigo nos aplicarían? ¿Obligarnos a limpiar el piso? —dijo Buster.
—En cualquier caso, hay que irnos ya —dijo Daylen.
Caminamos hacia la parte trasera del hospedaje y bajamos por una pendiente, luego de un par de minutos nos encontramos de frente con un cartel de entrada y uno de salida. Entre medio de ellos, la tierra está partida en dos, revelando un gran abismo y en el fondo se ve un bosque al igual que en lugar donde nos encontramos. Por una parte, el camino de entrada toma gran distancia del de la salida debido al acantilado que hay entre ellos. Me parece que es algo como un recorrido circular.
Reanudamos el paso siguiendo el estrecho camino de la entrada, dirigidos por Daylen al frente. Este solo nos permite avanzar si vamos en fila. De otro modo sería imposible. Luego de un rato, llegamos a un amplio y señalizado sendero, con unas altas rejas al costado del barranco y postes de luz que siguen el recorrido.
Al seguirlo nos topamos con un cartel con forma de flecha que apunta hacia la derecha, se puede leer “Tótem Avalet”. La dirección nos lleva fuera del camino señalizado, nos adentramos en el bosque y la tarde, que entre más avanzamos, parece no ayudar mucho con su luz.
—¡M-Miren! —dijo Bozcier.
Hallamos un gran tótem de cristal de unos cuatro o cinco metros de altura.
—Esto es todo, ¡qué aburrido! —dijo Buster.
—Un momento, según las instrucciones que me pasó Azan, en la primera maravilla tenemos que esperar a que sean las seis con quince; aún faltan tres minutos —dijo Daylen
Esperamos en silencio, de pronto, un rayo de luz atraviesa la oscuridad en la que estamos y alcanza a llegar donde está el tótem. Lo ilumina por completo y este desprende rayos de luz parecidos al de una aurora boreal por todas partes. Los bonitos engravados aborígenes se reflejan en las hojas de las matas y árboles, todo el lugar que antes estaba apagado y frío, ahora es un espectáculo pirotécnico de luces.
—¡Qué bonito! —exclamó Bozcier—. Nunca antes vi algo como esto.
Bozcier se acerca, toca el tótem y se queda parado… Grita y sale corriendo de la nada. Intento pararlo. Se escabulle en los arbustos que están camino al sendero, escuchamos otro grito de él. Buster y Leyna se apresuran a seguirlo. Daylen se aproxima a ver el tótem y lo acompaño.
Al mirar con más cuidado, en la parte interior superior del tótem, hay un cráneo humano. Busco un mejor ángulo y ahora comprendo; todo un esqueleto humano atrapado en los cristales del Tótem Avalet. La cara de Daylen no refleja miedo, más bien, determinación.
—Hikari, tenemos que ir a buscar a Bozcier y pedir ayuda, estamos en un serio problema, ninguna compañía haría algo de tan mal gusto; esto no va con el concepto original del tótem, alguien debió modificarlo.
—¿Qué quieres decir?
—¿Te acuerdas que el dueño original se perdió y su cuerpo nunca fue encontrado? De entre todos los visitantes que tiene al año este lugar y las diferentes maravillas que existen, por mera estadística su cadáver debió ser encontrado hace mucho. O la otra opción: somos los primeros en ver este tótem. Hikari… no estamos solos en el bosque, a eso me refiero.
Nos apresuramos a retomar el sendero principal. Al salir nos encontramos con Leyna y Buster.
—Miren… —dijo Buster—. Tenemos que encontrar a Bozcier rápido.
El robusto cuerpo de Buster se mueve hacia un costado revelando algo desconcertante. Los trozos de Azan parecen una cucaracha de carne humana. Los dedos de sus pies, cosidos entre sí, están incrustados en su cráneo como dos antenas. Sus largos dedos índices están pegados a sus mejillas emulando ser unas pinzas. Las piernas cercenadas en su espalda parecen alas y los trozos de sus brazos son sus nuevas patas. A su alrededor, un montón de pisadas nos dejan sin pistas sobre cuál dirección tomó mi asustado amigo.
—Leyna y yo seguiremos el recorrido, ustedes vayan a la cabaña y llamen a la policía —dijo Buster.
Daylen asiente y nos separamos del grupo. Esta vez corrimos por el sendero; llegamos hasta la parte estrecha. Un repentino temblor desprende unas rocas enormes de una ladera; Daylen no se percata. Le grito que se corra y por poco lo terminan aplastando. La mayoría cae a la quebrada, sin embargo, una obstaculiza el camino a la cabaña. Luego de darme las gracias, Daylen se acerca a inspeccionar la roca, intenta moverla y cruje… sin parar; se abre una enorme grieta en la piedra. Unos grandes ojos de pescado aparecen junto con una boca con dientes afilados. Despavorida, el pez roca muerde a Daylen. Su delgado y largo cuerpo intenta escapar, pero los colmillos lo aprietan todavía más fuerte.
—¡Por qué a mí…!
Las fauces lo aprietan una última vez, aplastando todo su cuerpo. La sangre salta por los aires, igual que una frutilla exprimida con la mano. El estropajo de cuerpo lo lanza con fuerza delante de mis pies. La criatura empieza a rodar despacio hacia mí. Entre el miedo y las ganas de llorar, escapo.
Corro sin pensar. La tarde ya se acabó. Entre la oscuridad los postes de luz se prenden ayudándome a seguir el sendero. Me detengo un momento para recomponerme. Recobro el aliento. No siento que me sigan, pero intentar ir al hospedaje por ese camino es imposible, solo me queda avanzar. Después de un rato de caminar me encuentro con un puente.
—Otte Hikari, no pongas ni un pie en el puente, aléjate —dijo Leyna.
Esto es serio, cuando Leyna habla muy formal es cuando algo grave pasa. Aunque, ya había pisado el puente con mi pie izquierdo; demasiado tarde. A la distancia una sombra brumosa, espesa y lenta se asoma debajo de Leyna.
—¡Corre! —le grito.
Ella intenta escapar por el puente, sin embargo, la sombra acelera y le agarra el pie; la arrastra fuera del puente. Me apresuro y le alcanzo a tomar la mano. Estando a punto de caer al precipicio, la sombra sube poco a poco hasta el codo de Leyna.
—¿Por qué? —dijo Leyna.
La sombra le corta el brazo. Dirige el cuerpo engullido de Leyna hasta lo más profundo del oscuro abismo. Un fuerte alarido de agonía resuena tan fuerte que del susto suelto el brazo amputado; el abismo escupe una de sus piernas por los aires. La lanza tan fuerte que vuela mucho más lejos que la altura del puente.
De pronto, las luces del puente se empiezan a tambalear. No tengo tiempo para nada más que pensar en correr. Cuando estoy por llegar casi al final de la plataforma, el oscilar no se detiene, siento que se desmoronará por lo fuerte que se agita. Doy un salto y llego hacia el otro extremo. Miro hacia atrás y una gran masa oscura atrapa al puente y se lo traga por completo en su oscuridad. Lo arranca y se lo lleva a lo profundo de la quebrada.
Recobro el aliento y sigo adelante. No tengo tiempo para llorar. Si permanezco en este valle del infierno un segundo más no sé en qué momento pueda suceder algo. Tengo que estar callada y en alerta. Camino despacio por el sendero hasta que algo me agarra y me lanza al interior de unos arbustos.
—H-Hikari, soy yo —dijo Bozcier—. Guarda silencio y escúchame, tenemos que ocultarnos, el asesino del viejo Azan sigue suelto, ¿dónde están los demás?
Sus palabras me tranquilizan. Si nos escondemos hasta el amanecer quizás sobrevivamos. Espero que, por lo menos, Buster escape y pida ayuda.
—Daylen y Leyna están muertos, lo que pasó fue que yo…
Un galopar salvaje me interrumpe, se escucha que proviene por la izquierda, luego, por la derecha, al frente y atrás. Es una agonía el no saber por dónde va a venir lo que sea que está haciendo tanto ruido. Para. Silencio… Un estresante silencio. Lentas pisadas se acercan. Una silueta se posiciona debajo de un poste de luz y veo el misterio del alboroto.
Un ciervo, ojalá pudiera llamarlo solo eso. Sus pies son sin duda los de un animal, pero su torso pertenece al de un hombre escultural. Tiene una cabeza casi humana, de ella se desprenden unos enormes cuernos, y sus ojos disparatados en todas direcciones me perturban. Sus brazos los tiene cubiertos de pelo. Y lo más inquietante. Desprende un potente olor a putrefacción, tiene llagas, heridas abiertas y tumores por todo su cuerpo. La lengua la lleva colgando, expulsando baba verde y mohosa por su boca. La bestia se acerca de a poco hacia nosotros. Bozcier sale del arbusto.
—Hikari… no hace falta decir nada; adiós.
La criatura mitad ciervo y mitad hombre da un alarido ensordecedor y se abalanza contra Bozcier. Este también corre hacia él y lo agarra de los cuernos; botándolo al piso. Aprovecho la oportunidad y escapo por el sendero sin mirar atrás. Un grito de agonía llega hasta mis oídos. Llorando, avanzo. Me hubiera gustado, que me lo dijeras por lo menos una vez.
A la distancia miro al fin el cartel de salida. Tengo los pies entumecidos. Si sucede algo más, ya no sé qué haré. No creo tener la fuerza para seguir, después de lo que pasó.
—Te estaba esperando, no creas que vas a escapar de mí —dijo Buster.
Saca un fierro y se pone en guardia. En la salida, su imponente cuerpo no da cabida para pasar. Y entonces un ruido… Veo aparecer algo… Está sobre mí… Ya… me cansé de mentir.
Corro. Lo atrapo. Se resiste.
Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo. Lo apuñalo.
¡Vaya que eres resistente! Duraste más que los demás antes de morir.
Bueno, ahora que me descubriste, solo tengo una última cosa por decir:
¿Quieres convertirte en mi séptima maravilla?
Comments for chapter "03"
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