La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 01
Papá me contaba historias fantásticas sobre dioses griegos, dioses egipcios, dioses hindúes, entre otras deidades o seres supremos mitológicos, debido a que se dedicaba a la arqueología, estudiando más que todo, las creencias culturales de antiguas civilizaciones. A pesar de que su trabajo me parecía sumamente aburridor, las historias que me narraba sobre esas creencias que él investigaba, me parecían divertidas y entretenidas; como Zeus, padre del olimpo, arrojaba con fiereza sus poderosos rayos hacia la tierra; Ra, dios del sol egipcio, creador de vida y símbolo de la luz, Odín, “El Gran Padre” y rey de Asgard, entre otros seres maravillosos y míticos que de alguna forma despertaban mi fe en ellos. Mamá por las noches, antes de dormir, me contaba hermosas historias sobre princesas, diabólicas y temibles brujas, y diminutas y mágicas hadas que lograban introducirme en un sueño profundo en el que plácidamente despertaba con una sonrisa con cada amanecer.
Recuerdo que vivíamos en Osaka, Japón, ya que papá comenzó a trabajar en un grupo de investigación para la universidad de Londres, y que estuvo radicado en Osaka hace 6 años. Mamá y yo vivíamos en la casa de mis abuelos, junto con mi tía, que era la hermana menor de mamá, y yo estudiaba en una escuela cercana a tan sólo 3 calles de ahí.
Muchas veces le pregunté a mi madre cómo conoció a papá, aunque yo ya sabía la respuesta, nunca me cansaba de oírla y ella tampoco de contármela…
Ella (entre risas) siempre empezaba así: “recuerdo que cuando hice mis pasantías en Londres, Garil visitaba con mucha frecuencia el grupo de investigación al que yo pertenecía, aunque siempre era con la excusa barata de pedir prestado un esfero negro, porque el de él se le terminaba la tinta, pero en realidad era para verme a mí. Siempre se me pasaba por la mente el hecho de que un chico tan apuesto y adinerado como él podía fijarse en una chica como yo, pero intentaba no pensar en eso; sin embargo, para vísperas de fin de año, en plena culminación del siglo XX, me dijo que al verme por primera vez sintió como su corazón latía a millón y que cada vez que llegaba con la tonta excusa de prestar un esfero, era con la única finalidad de ver mi dulce sonrisa, pues con sólo verme sonreír era suficiente para alegrar su día, así que antes de regresar a Japón, el 29 de diciembre de 1.999, me invitó a salir; al día siguiente, se ofreció a acompañarme al aeropuerto, me miró fijamente a los ojos y me dijo: Sakura, no puedo ocultar todo el amor que siento por ti, y aunque esta petición es muy precipitada, no puedo evitar preguntarte… ¿Si quieres ser mi novia…? Sonrojada y mi corazón a punto de estallar, le respondí que sabría la respuesta el 8 de marzo del próximo año; creí que preguntaría por qué esa fecha, pero simplemente me contestó que entonces valdría la pena esperar por mí…”
Tal vez las historias dejaron de ser maravillosas al tener 15 años en la actualidad, pues ya soy toda una señorita que sobrepasa la estatura promedio de una chica de mi edad y cada día que pasa siento que mis sostenes me aprietan cada vez más, puesto que ya tengo que usar copa D a temprana edad; para colmo este uniforme de secundaria, con chaleco tipo ‘Corset’ negro y camisa blanca tampoco colaboran mucho al ajustarse demasiado a mi busto, comparado a la falda colegial roja y mis pantimedias negras que sí que son cómodas… Sin embargo…, en realidad mi alegre interés por aquellas historias murió hace tiempo. Era muy feliz en ese entonces, hasta que hubo un terrible accidente en un centro comercial en Osaka que cobró la vida de centenares de personas, incluyendo las vidas de papá y mamá; me es imposible olvidar ese desafortunado suceso, puesto que cada año recibo mi cumpleaños recordando el fallecimiento de Garil Gardner y Sakura Fujioka-Gardner, siendo ese mismo día, el 8 de marzo de 2.011, que cumplía mis 8 años de vida.
Mi nombre es Yuna, es obvio que soy mitad japonesa mitad inglesa, pero son mis cabellos dorados y ojos azules los que delatan mi ascendencia europea pura; mi cabello es sumamente largo, pues ya casi ha sobrepasado mi cintura, por lo que es común que siempre me haga una coleta de caballo al costado izquierdo de mi cabeza. Actualmente vivo con la familia Gardner, específicamente, con mis abuelos y varios primos paternos, pero el decir que soy feliz viviendo en Liverpool, con mi “familia”, no es algo que yo llame “vivir” y mucho menos “feliz”. Curso 3er año de secundaria en una de las mejores escuelas privadas de la ciudad creada hace pocos años, con un modelo educativo bastante similar al modelo oriental, niveles académicos muy avanzados, pero con cierta doctrina eclesiástica un tanto flexible; conocida en toda Liverpool como la “Secundaria Sanctus Mica’el”, por lo que los mejores graduados de aquí, pasarían a culminar su estudios en el resto de Europa en preparatorias privadas de alto prestigio, las cuales poseen convenios con esta escuela en particular.
Marzo 23 de 2.018. Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna:
Solía ser muy extrovertida, pero he cambiado tanto desde la muerte de mis padres, volviéndome más introvertida; lo único que conservo es el gran esfuerzo y dedicación al estudio, lo cual es insuperable…, puesto que si decaigo en mi rendimiento académico, perderé el único apoyo que mis abuelos paternos me brindan, el costoso pago de la cuota mensual de esta escuela secundaria, y la oportunidad de viajar fuera del país. Estoy a un trimestre de graduarme de “Sanctus Mica’el”, teniendo en cuenta que estamos a inicios de la primavera y que las cosas en este punto se complican aún más; sin embargo, al comenzar mi día, un extraño e inusual acontecimiento pasó; el profesor de lengua inglesa, que resulta ser el coordinador del salón 3-B al cual pertenezco, llegó minutos antes de iniciar las clases, lo curioso del caso fue que trajo consigo a un nuevo estudiante…
— ¡Clase, buenos días! —Todos mis compañeros, incluyéndome, correspondimos a su saludo matutino, pero inmediatamente el profesor fue directo al asunto— ¡Hoy les quiero presentar a un nuevo estudiante, viene de intercambio desde Japón y por este ultimo trimestre nos acompañará en clase…! Por favor, pasa y presentante ante todos…
Me causó mucha curiosidad al oír que venía de Japón, me era imposible apartar la vista de él y estaba lo más atenta posible de lo que tuviera que decirnos a todos, pero su actitud seria y poco amigable me intrigó aún más, esperando con ansias todo lo que respectaba a él…
— Mucho gusto… Me llamo Iori Kurosawa, tengo 15 años y vengo de la ciudad de Kioto, Japón…
Dijo con seriedad, casi con desinterés; aunque a simple vista parecía un chico tímido, la forma con la que se expresaba me parecía tosca, bajo una personalidad bastante amargada. Su mirada fría y llena de desconfianza lograba intimidar con sencillez a los otros chicos de la clase, sin mencionar que a las chicas les atraía esa actitud arrogante y rebelde de un chico como él, muy evidente ante tantos murmullos, pero algo que tal vez ninguno se había percatado… era el objeto que sostenía en su mano izquierda, hasta que el profesor le llamaba la atención…
— ¿Eh…? ¿Iori…? L-Lo siento, señor Kurosawa, pero no puede cargar con esa “Katana” en mi clase. Tendré que confiscarla de inmediato…
Sin embargo, él no titubeó ni un segundo, respondiéndole al profesor con una actitud fría, pero respetuosa al interrumpirlo con las siguientes palabras:
— Con todo respeto, usted está equivocado, profesor —respondía— En primer lugar, profesor, esta no es una “Katana”, esta es una “Chokutou”; y en segundo lugar, debo llevarla conmigo a donde sea que yo vaya, ya que le perteneció a mi difunto abuelo, y como última voluntad me pidió que la llevara conmigo a todas partes…
— L-Lo entiendo señor Kurosawa, pero lamentablemente… —el profesor casi intimidado, intentaba responderle a Iori, pero de nuevo sería interrumpido.
— El director está enterado de la extraña petición que me hizo mi abuelo antes de morir… —refutaba serio y convincentemente— Además, si usted logra desatar este nudo, y desenfundar esta vieja y oxidada espada, yo mismo la dejaré en casa al venir día tras día a esta escuela… ¿Le quedó claro, profesor? —preguntó de manera atrevida y desafiante.
Era imposible ignorar la situación que se presentó aquel momento en el salón de clases; ningún estudiante había sido tan desafiante ante cualquier profesor, y mucho menos retarle de esa manera. Era la primera vez que algo así pasaba y no pasó mucho para que él ganara fama entre todos los estudiantes; lo más raro de todo… es que un chico como él despertaba en mí cierto interés, y me era confuso interesarme precisamente en él, porque no tenía idea de qué clase de atracción despertó en mí. A la final, se instaló en nuestro salón y la jornada transcurrió con “normalidad” con lo que restaba del día…
La semana transcurrió sin darme cuenta, y el distanciamiento del chico nuevo era cada vez más evidente; aunque, pasados aquellos días, comencé a detallarlo físicamente y a percatarme de ciertos detalles, como su alborotado cabello negro, tan oscuro como la noche; sus oscuros y profundos ojos cafés que intimidaban sin reparo, y su estatura que coincidía casi con la mía, pues yo mido 1.65; pero sobre todo, la dedicación al cargar de un lado a otro su extraña espada. Tenía que reconocer que la guarda de esta poseía una forma bastante peculiar y “geométrica”, y al estar tan absorta en él, sin darme cuenta y de manera repentina un chico de la clase 3-C se me acercó, mientras aún era hora del almuerzo.
Yo sabía que este joven lo había visto en alguna parte o por lo menos tenía conocimiento de quien se trataba, pero mi pregunta en ese entonces era ¿A qué vino? Y ¿Por qué hacia mí? Aunque algo que debía reconocer de este chico, es que era muy apuesto; el sólo acercarme a él podía sentir su varonil y dulce fragancia que desprendía de su camisa blanca de mangas largas, adornada con la corbata roja y el chaleco negro que llevaba puesto como parte esencial del uniforme escolar. Al tenerlo tan cerca, quedé hipnotizada ante su exuberante belleza por lo que lo único que pude atender mientras me hablaba era su nombre; creo que me pareció oír que se llamaba Andrew o algo así, pero intenté concentrarme y escuchar sus palabras:
— Tu nombre es Yuna Gardner ¿Cierto? —Preguntaba interesado— ¿Si has escuchado todo lo que te he dicho…?
Al oír su inquietud, intenté ocultar la vergüenza que sentía al no atender sus palabras, pues no me pasaba muy seguido y casi siempre me la pasaba sola, pero con disimulo le dije:
— ¿Eh…? ¡Sí! ¡Sí te he escuchado…, pero…! —se rio tímidamente a carcajadas por algunos segundos ante mi distraída respuesta.
— ¡Tranquila…! Sé que no me has prestado atención, pero aun así me reconforta el hecho de haber cruzado algunas palabras contigo… Nos vemos en otra ocasión, Yuna Gardner…
Aquel día, fue la primera vez que un chico se me acercó para hablarme, por lo menos de manera decente, sin morbosidad e irrespeto hacia mí como mujer; me sentí tranquila, muy relajada al conversar con él y, la verdad, me sentí muy feliz en ese momento. Un par de días transcurrieron; Andrew y yo empezábamos a conversar más seguido aprovechando el tiempo para el receso. Hablábamos de todo un poco; me sentía de maravilla a su lado, pero de alguna manera no podía evitar sentirme ligeramente angustiada por el solitario chico de intercambio.
Era menos frecuente el toparme con Iori Kurosawa mientras los días pasaban durante la jornada académica, incluso, casi ni lo veía, a excepción de las clases que compartíamos juntos. Para mí, era inevitable el no pensar en él, pero siempre me cuestionaba ese extraño interés en él, sin embargo lo dejaba a un segundo plano… Durante una tarde, después de culminada las clases, Andrew se ofreció a acompañarme a mi casa, puesto que las actividades extracurriculares de la escuela nos tomaban más tiempo de lo que se acostumbra a diario en la escuela, y básicamente mi relación amistosa con él se había afianzado considerablemente.
Ya estaba anocheciendo, y la idea de tener su compañía en el momento no me pareció ni mal, pues las calles estaban prácticamente despejadas. La verdad, muchas cosas se me cruzaron por la mente al estar sola con el chico más popular de mi escuela; no podía evitar pensarlo, e incluso, ambos caminábamos en total silencio por un callejón oscuro. De pronto, sentí su mano al tocar la mía, y mi corazón se aceleró de emoción; sentí su brazo rodear mi cintura con total delicadeza…, y rápidamente me atrajo hacia su ser quedando muy, pero muy cerca de él, despertando una excitación que jamás había experimentado…
— L-Lo siento, Yuna… —me decía Andrew susurrándome al oído, mientras sentía su agitada respiración y jadeo perpetuo en mi cuello— Pero… ¡Ya no lo puedo soportar…!
Cerré mis ojos pensando que ese hermoso momento iba a pasar y que nada en el mundo podría evitarlo, pero lo que sentí en ese instante, fue un terrible dolor en el cuello. Grité y grité desesperada, pero solamente sentía como sus colmillos se incrustaban sobre mí y mi carne se desgarraba en su mandíbula; era horrible, y pensé que moriría, pues sentía que algo cálido y espeso recorría por mi pecho y humedecía la camisa de mi uniforme…; sabía que era mi sangre que fluía al brotar de la mordedura provocada por él con tanta brutalidad y desconsideración, y poco a poco sentía que el dolor desaparecía, pero también que perdía el conocimiento; sólo en ese instante se me pasó por la mente y a gritos 6 palabras… ¡¡QUE ALGUIEN ME AYUDE POR FAVOR…!! Pero nunca creí que mi salvador aparecería tan pronto…
— Nunca pensé que actuarías tan pronto… —expresó alguien a espaldas de quien estaba a punto de acabar con mi vida, pero su voz me era algo conocida…
Perspectiva de Iori:
Aunque sintiese mi presencia, ya era demasiado tarde; aprovechando que lo tomaba desprevenido desde su espalda, le di un fuerte golpe en la parte lumbar, específicamente en el costado derecho de la misma con un solo puño de mi dominante derecha, haciendo que liberara a Yuna de aquella mortífera mordida. Intentó gritar aquejado del dolor que le provoqué, pero fue mi oportunidad para alejarlo de esta chica, sosteniéndolo del cuello de su camisa y arrojándolo contra un vehículo parqueado a algunos escasos 10 metros de nosotros (él y Yuna); vi cómo se quedaba inmóvil entre el metal retorcido del auto, mas había cosas más importantes que atender.
Fueron pocos segundos, pero lograba tomarla entre mis brazos, la recosté como pude sobre acera manchada con algunas pizcas de sangre, y al ver que ella yacía entre la vida y la muerte, no tuve más opción que utilizar un elixir curativo que conservaba en una botella de cristal, aquella resguardada en mi bolsillo izquierdo. Viendo el deplorable estado en que ella se hallaba y suponiendo lo difícil que sería beberlo por ella misma, me tocó beberla y suministrársela de boca a boca…
Perspectiva de Yuna:
Alguien… ¿Me está besando…? Eso era lo que pensaba; inquietud de la que no obtenía respuesta inmediata. Recuperando totalmente el conocimiento e ignorando lo que se vertía por mi garganta, me percaté de lo que Iori estaba haciéndome en ese instante, y sonrojada por la experiencia de ser besada por primera vez, cerré mis ojos para dejarme llevar por el romántico momento…, pero repentinamente fui repelida por Iori, alejándose bruscamente de mí con un salto que me dejaba perpleja, ya que nunca había visto a alguien realizarlo con poco esfuerzo para distanciarse tanto desde un punto en específico, mas no era por razones sin sentido, siendo que me salvaba de la violenta arremetida de un agresivo Andrew.
— ¡Maldito! —Exclamaba con furia y seguía haciéndolo— ¡¡MALDITO!! ¿¡Quién eres y por qué te entrometes en mi camino…!? —Pero Iori ignoraba por completo la pregunta de Andrew, sacando las siguientes conclusiones:
— “Quiróptero impuro de clase baja”… Técnicamente, eres un vampiro menor… —expresaba con total frialdad— Tu asqueroso olor se podía sentir a kilómetros. No logro comprender como soportaste tu sed de sangre por mucho tiempo…
— ¡¡Eso no te interesa!! ¡¡MALDITO!!
De manera frenética se lanzaba ofensiva y agresivamente en contra de Iori mientras yo, confundida, paralizada y asustada me limitaba a estar ahí en el suelo, sin apartar la mirada de lo que acontecía frente a mis ojos…
Perspectiva de Iori:
Era imposible evitarlo; era mi deber el acabar con este humano, no obstante él ya había dejado de serlo. Este se me lanzó sin vacilar, lanzándome zarpazos insistentes, pero sin acierto alguno, pues evitarlos no representaba mucho esfuerzo y poco valía la pena el tener que corresponderle ofensivamente.
Esta pelea empezaba a prolongarse más de lo imaginado, cada segundo que dejaba pasar extendía mis claras posibilidades de victoria; suena un poco arrogante, pero he luchado con seres más peligrosos que un vampiro recién convertido. Me vi obligado a contratacar con tal de detener esta absurda pelea, así que dándole 3 golpes directos en su cabeza con mi mano derecha, los que repartí en su mejilla izquierda, otro en la mejilla opuesta y el último golpe en la parte superior de su cabeza.
Este inmundo ser, agotado por su inútil esfuerzo por agredirme, y sometido técnicamente por mí, cesaba cualquier movimiento al instante una vez caía de rodillas, mirándome fijamente indignado. Verlo hacerme aquella expresión me provocaba acabar con su miserable existencia, entonces fue que decidí usar esta “espada”, desatando el lazo que envuelve su empuñadura, guarda y funda, pero de repente este me hizo una inquietud del que pude haber ignorado…
— ¿Quién demonios eres…?
— ¿…? ¿Yo…? Soy un “Mysthic Slayer”… —respondí serio y tranquilamente.
Desenfundando mi espada revelaba su verdadera forma, una afilada y mística arma de 1.11 metros de largo, de hoja recta y azulado filo, en cuya guarda romboide reposaba la “Gema Reminiscente”, una joya redonda de opacado brillo; también revelaba la empuñadura de color negra, adornada de un largo listón blanco que prácticamente envolvía la misma cuando estuvo enfundada, y aquella que utilizaba instantáneamente para intentar cortarlo a la mitad. Para fortuna del condenado, esta inmundicia de persona logró salir ileso de mi ataque, esquivándolo a tiempo con un simple salto hacia atrás, tomándose nuevamente la osadía de atacarme; sin embargo, a duras penas, podía mantenerse en pie, y confiado de su suerte me dijo con una sonrisa que llegué a repudiar con disimulo:
— ¿Acaso crees que me derrotarás tan fácilmente, estúpido…? ¡Soy un vampiro! ¡Uno de los seres sobrenaturales más poderosos de este mundo! —exclamaba eufóricamente, pero ni me inmutaba ante tales palabras, respondiéndole lo siguiente:
— Tú no eres un vampiro completo, sólo eres un humano cuya fortuna fue caer en manos de un vampiro de linaje puro. Incluso estoy por pensar que el que te transformó en vampiro, tampoco era de sangre pura…
— ¡¡CÁLLATEEEEE!! —exclamaba a viva voz, atreviéndose a interrumpirme en el acto.
Lleno de ira total, se abalanzaba hacia mí…, pero en cuestión de segundos actuaba con un poco más de velocidad que él, balanceando mi espada de forma descendente y propinar un certero tajo; tajo ineludible con el que liberé un azulado destello de luz que cercenaba y calcinaba a tan frenético vampiro. Bastó un solo tajo letal para borrar todo rastro de su existencia y acabar de una vez por todas con este maldecido ser…
Dada por terminada esta contienda, ahora el problema era Yuna; aquella víctima más de las peligrosas excentricidades que gobiernan este mundo desde las sombras, y de las que juré acabar si llegaran a convertirse en una seria amenaza. Yuna Gardner… desde ese instante… ¿Qué haría contigo?
Comments for chapter "01"
QUE TE PARECIÓ?
Yuna, Iori el singular compañero de colegio.
Buena la batalla
Buen comienzo e interesante como está contada por perspectiva de los personajes 👏👏👏