La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 02
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- 02 - Curiosidad encarnada en cabellos dorados
Hoy vengo a la escuela secundaria con gran optimismo, y me refiero al hecho de que hoy sí lograré averiguar quién es realmente Iori Kurosawa…, pues… últimamente ha sido esquivo conmigo, y mi tímida actitud tampoco me ayuda en absoluto, pero debo ser fuerte y tener el coraje de preguntarle qué sucedió hace 3 días…, ya que… él salvó mi vida…
Hace 2 noches atrás, no sabía qué acababa de suceder, pero sea lo que sea que haya sucedido, aún una parte de mi cuerpo estaba bañada con mi propia sangre; la parte izquierda de mi cuello, recorriendo mi camisa y quien sabe hasta dónde más llegaba. Me sentía agitada y cansada, hasta el punto de sentir a veces que la respiración se me cortaba; no sabía si tal estado era producto de la mortal mordedura, o acaso era producto de lo que había presenciado en ese entonces…, atestiguando con mis propios ojos como Andrew era acribillado por la misteriosa espada que Iori aun empuñaba en su mano derecha, y que balanceó para liberar de un solo tajo un poderoso resplandor cegador y destellante. Iori tomó la funda y enfundó su extraña arma, se acercó hacia mí y se agachó para levantarme con sus brazos, tal y como a una princesa; quizás sabiendo del deplorable estado en el que me encontraba.
Por fortuna esa noche mis abuelos no se encontraban en casa todavía; mis primos por su parte, estaban cada uno en sus habitaciones, siendo la única persona que nos recibió al llegar, Dorothy, la ama de llaves de la mansión Gardner, aquella que ha trabajado con mi familia paterna por más de 10 años y que por el momento, tras mudarme a Inglaterra, se había convertido en mi única amiga…
Aunque Dorothy era una mujer dócil y pasiva, en el fondo era bastante temperamental, por lo menos conmigo, estando mucho más pendiente de mí que de cualquier otra persona en esta casa. A pesar de su considerable actitud madura, en realidad es una hermosa dama de tan sólo 35 años, cuya piel caucásica, ojos verdes y cabello largo, lacio de color castaño claro, demostraban cuan bella es; de complexión delgada y, más o menos, de mi estatura, siempre recogía su cabello hasta envolverlo con un moño de tomate, aunque rebeldemente se le escapara un leve flequillo largo que lucía al costado derecho de su rostro, lo que aumentaba su delicada belleza…
— ¿…? ¿Señorita Yuna? —Me preguntaba Dorothy con perplejidad y angustia— ¿Qué le ocurrió…? ¿Y por qué está bañada en sangre…? —e insistiendo en preguntas que me eran difícil de contestar…
Aunque debilitada por la pérdida de sangre, intenté contestarle de tal manera que no sintiera más preocupación del que ya sentía, por lo que con una tenue sonrisa le dije —Dorothy, no te preocupes, sólo tuve un pequeño percance…, eso es todo… —Pero ella respondió mientras su enojo se elevaba poco a poco, olvidando la angustia y la sorpresa con la que me recibió…
— ¿Pequeño dice? ¿Usted me cree estúpida, señorita Yuna? —mencionaba casi histérica, pero de repente ponía su atención sobre Iori, diciéndole con angustia y cierta vergüenza— ¡Por favor, joven, lleve a la señorita a la habitación! ¡Perdóneme de antemano al molestarlo de esta forma!
Iori no parecía sentir molestia alguna, pero sé que en el fondo se sintió apenado al tenerme cargada sobre sus brazos…, y Dorothy parecía aliviada con eso…
— N-No se preocupe, señorita… Con gusto la llevaré a su habitación…
— ¡Gracias, joven! Es usted muy amable ¡…! Por favor, sígame… —mencionó seria.
Una vez acomodada en mi habitación, la que estaba al fondo del pasillo de la segunda planta de la mansión, Dorothy se hizo cargo de mí. Iori, por su parte, se fue de la mansión tras cumplir su tarea de regresarme a donde resido, incluso sin que Dorothy se diese cuenta. No tuve tiempo de agradecerle, y Dorothy tampoco, por lo que había hecho por mí esa noche, sin embargo tampoco tuve el tiempo para exigirle explicación alguna del por qué me besó, pero luego lo pensé mejor, concluyendo que habría otros momentos para preguntarle eso y más. Lo curioso del caso, es que cuando Dorothy se dispuso a tratar mis heridas, se suponía que habrían marcas de colmillos o una severa herida en mi cuello, pero sorprendentemente no había señas de mordeduras…, y tras avanzaban los minutos, mi debilidad desaparecía y poco a poco recobraba mis fuerzas. Logré que Dorothy se tranquilizara y, también, convencerla de lo que sucedió esa noche quedara entre sólo nosotras dos…
Secundaria Sanctus Mica’el. Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna:
Parece que el destino, tras ensañarse en mi contra hace 2 noches, me había dado la oportunidad que necesitaba en este nuevo día. Habíamos culminado la clase de biología y pronto vendría la hora de ir al gimnasio para la clase de educación física; sé que durante ese lapso podría, por lo menos, planear algún encuentro con él, claro que no precisamente a esa clase de encuentro a solas ni nada…, ya que… no sé… llegara a… besarme otra vez… (Sonrojada) ¡Tonta, tonta, tonta! Quiero saber quién es y nada más…, así que de camino al gimnasio, me le acerqué y le pregunté con la acostumbrada actitud tímida e introvertida de siempre…
— ¿Eh…? ¿Iori…? —Pero me puse nerviosa, demasiado nerviosa como para preguntarle lo que deseaba. Eso sí, respondió a mi llamado, pero su actitud tosca sólo me intimidó y me puso mucho más nerviosa de lo que ya estaba…
— ¿Qué quieres? —preguntó Iori.
— B-Bueno… p-pues… este… y-yo… —expresaba con titubeo, sin poder expresarme con claridad.
— Te pido que, si no tienes algo que decirme, por favor no me hagas perder mi tiempo. Tengo cosas que hacer… —me dijo tajantemente, marchándose además.
Quedé como un zapato, sola y avergonzada, y quizás humillada; me ignoró por completo una vez más, perdiendo una oportunidad de oro para averiguar lo que yo deseaba saber. Que humillante…
En fin, nuestras clases continuaron como de costumbre y cada vez pensaba alguna forma de conseguir la oportunidad perfecta para aclarar mis dudas, así que ideé un plan; no fue el mejor plan, pero era lo único que se me pudo ocurrir en el momento. Lamentablemente, recurrí a la típica nota de “admiradora secreta” desconociendo si funcionaría o no, es más, hasta yo era pesimista sobre si mi plan daría resultado y llamaría su atención, así que mi única opción por ahora era esperar el resultado de mi nota anónima.
Llegué antes que él al lugar propuesto en la nota, citándolo al final de clases a la entrada de la azotea del edificio principal de la escuela; estaba muy asustada por lo que podía pasar, pero me propuse a mantener el coraje para afrontar tal situación, hasta que repentinamente llegó…
— ¡Ah! ¡Eres tú…! —Expresaba con frialdad y también con cierta decepción, preguntándome con la misma actitud— ¿Qué quieres de mí?
Por un instante no podía pronunciar sonido alguno; las palabras no brotaban de mi boca y comencé a temblar de los nervios, pero aun así saqué el coraje suficiente para decirle con toda la determinación que había acumulado en ese instante…
— ¿Quién eres, Iori Kurosawa…?
Permaneció en silencio por un par de minutos tras mirarme fríamente a los ojos, hasta que se dignó a responderme, de manera textual —No creo que te interese saberlo, Yuna Gardner— Pero con lo que él no contaba es que su amarga respuesta solamente me daría el valor suficiente para calmar mis nervios y seguir insistiendo…
— ¡…! Entonces… ¿Por qué me besaste…? O ¿Qué le hiciste a Andrew? Acaso… ¿Lo asesinaste? ¿Qué dirán las personas cuando se pregunten sobre su paradero? ¿No temes que las autoridades se inmiscuyan en esto…?
Perspectiva de Iori:
Que insistencia la de esta chica; no sabía si ignorar su lluvia de incógnitas o simplemente inventarme alguna excusa, sin embargo ya conocía que esto, tarde o temprano, iba a suceder y que debía saciar su excesiva curiosidad… ¿Querías respuestas, Yuna Gardner? Pues yo te las daré…
— ¡…! El beso que te di esa noche no tiene mucha importancia ¿Sabes? Sólo lo hice porque vi que en tu estado no podías beber el elixir tu sola… —le respondía con el mayor desinterés, pero viendo como me miraba, algo me indicaba que lo del beso le parecía poco convincente— Segundo, Andrew se había transformado en un ser sobrenatural capaz de superar a los mortales y amenazar a los seres humanos… ¡Hmm! ¿Por lo de asesinarlo? Hice más que eso… Yo borré toda existencia de él. Acaso… ¿No te has cuestionado el por qué ninguno en esta escuela se ha percatado de su desaparición…?
Perspectiva de Yuna:
Iori tenía razón; al día siguiente de ser rescatada de sus garras y ver cómo fue eliminado frente a mis propios ojos, noté que al pasar por el salón de Andrew, no había silla que estuviera desocupada. Todos los asientos estaban ocupados por cada alumno en aquel salón de clases, llegando a pensar que sus compañeros lo creían enfermo, había salido de viaje o le había sucedido algo que justificara su ausencia, sin embargo todos parecían vivir sus vidas como si nada…
— Entonces… ¿Por qué yo sí lo recuerdo…? Acaso… ¿Tuvo algo que ver con el simple hecho de haber sido su víctima o algo similar…?
De alguna manera, su respuesta sería un poco más considerada y comprensiva en comparación a las respuestas que ya me había dado…, incluyendo lo que dijo sobre el beso…, puesto que Iori respondía —No estoy seguro por qué deberías recordarlo, pero sé que nada tiene que ver con que hayas sido víctima de sus actos… Lo único que se me pasa por la cabeza… es que tú crees en él y, tal vez, en cualquier otro ser sobrenatural— Todo parecía cobrar sentido, y era lógico que sólo yo pudiera recordar su existencia…
— Por eso ninguna persona, incluso las autoridades, se enterarán de lo que pasó hace 2 noches… —agregaba Iori.
Él se disponía a marcharse del lugar, creyendo y considerando resuelta todas las dudas que me agobiaban, pero antes de dejarlo en paz, le hice una última pregunta que lo obligaría a detenerse y responderme sin siquiera mirarme, aquella inquietud que le lanzaba con tanta seriedad y preocupación…
— Entonces… ¿Hay más seres como él…?
— ¿…? Entre menos sepas de esto…, mejor para los dos.
Con esa última respuesta, no sé si sentí algo de humanidad en él o era simplemente mi imaginación, pero aquellas palabras solamente causaron algo completamente diferente en mí; elevaron mi sed de curiosidad, sintiendo que algo más ocultaba…
Culminada las clases del día, se me ocurrió la genial idea de seguirlo en secreto…, claramente en busca de respuestas que, sospechando de él, se había negado a responderme; así que sin que se diera cuenta…, lo seguí por un par de horas hasta que llegó a un parque cerca de una zona residencial el cual estaba bastante arborizado.
Me pareció más que sospechoso que llegara precisamente a esta zona, pero mucho más que no se percatara de mi presencia. Lo observé por unos minutos, esperando alguna reacción por su parte, pero sólo se limitó a prepararse para alguna ocasión que yo desconocía. En primer lugar se deshizo de la corbata roja de su uniforme, después recogió las mangas de su camisa blanca, acomodándolas por encima de los codos de ambos brazos, revelando unas muñequeras azules en cada antebrazo; desabotonó un poco la misma camisa, y por último tomó su espada enfundada, la cual chocaba la punta de la misma contra el suelo… Creo que me pareció verlo mover sus labios, como si algo hubiese murmurado o algo así, y sea lo que haya dicho, de repente sentí una fuerte onda de aire; corriente tan violenta que parecía alterar la realidad misma. En parte fue extraño y también aterrador, sin embargo me concentraba más en no ser descubierta por él…
— ¿PODRÍAS DEJAR DE OCULTARTE…? —O eso creí yo ante la seriedad puesta en su vociferante voz— ¡SAL DE AHÍ DE INMEDIATO! ¡ENFRÉNTAME DE UNA BUENA VEZ Y ACABEMOS CON ESTO…!
Hasta yo pensé que ya había sobrepasado los límites, y tales palabras ya eran un poco extremas; pero, al ver que desenfundaba su espada, pensé lo peor y comencé a sentirme asustada, y además a temblar del miedo, así que antes de que cometiera alguna locura digna de ser la primera plana del diario matutino, tuve que salir de mi escondite mientras las lágrimas se me salían de mis ojos azules.
— ¡POR FAVOR, IORI, NO ME HAGAS DAÑO! ¡TE LO SUPLICO…! ¡NO VUELVO A SEGUIRTE DE NUEVO…! —grité atemorizada, ignorando la perplejidad y confusión en su mirada.
— ¿Q-? ¿…? ¿Qué demonios haces aquí, Yuna Gardner…? —preguntó desconcertado.
— ¿Eh…? ¿Q-Qué…? Acaso… ¿No te percataste de que yo estaba aquí…? —respondí confundida, recibiendo de inmediato sus verbales exigencias llenas de enojo.
— ¡Huye de aquí lo más rápido que puedas…!
Más allá de parecer furioso, parecía más preocupado por mi presencia, siendo repentinamente atacado por algo que no pude avistar en su momento… Grité su nombre con angustia, intentando descifrar lo que estaba pasando; sea lo que haya intentado agredirlo, él logró defenderse con su espada, aun si hacía que Iori retrocediera de manera abrupta, y con tanta brusquedad que raspara el mismo césped humedecido…
— ¿Estás bien? No te lastimó ¿O sí…? —le preguntaba angustiada, sin embargo Iori me respondía de forma grotesca y agresiva.
— ¡Ya te dije que huyeras de aquí…! ¡No es necesario que te preocupes por mí…!
— ¿…? ¡Por favor, Iori…! ¿Contra quién o qué estás luchando…?
Él estaba más concentrado en lo que estaba haciendo que en atender a mis inquietudes, pero ni yo imaginaría que él respondería a mi pregunta, respuesta bastante tosca pero con una sutil muestra de angustia…
— ¡Ocúltate en un lugar seguro o “El Grendel” podría lastimarte…! Has oído de él ¿Cierto?
¿El Grendel? ¡Claro! ¡Sabía que había escuchado sobre él alguna vez! Pero jamás creí que llegaría a presenciarlo en persona. Recuerdo que papá me contó la historia de “El Grendel”, relatándome al pie de la letra que este era un monstruo descendiente de Caín y principal antagonista del poema épico “Beowulf”, de la mitología nórdica, que realizaba ataques nocturnos en el palacio “Heorot”, pues la alegría, los cantos y la música de los guerreros del rey y de la gente enojaba a la bestia, ya que se escuchaba hasta su pantano. Beowulf, un intrépido héroe del pueblo de Gautas que parte en auxilio del monarca junto a 14 guerreros, lucha cuerpo a cuerpo, sin armas, con el engendro, que sólo puede liberarse de su agresor perdiendo a cambio uno de sus brazos y huyendo herido a morir en su cueva …
Esa es la historia que yo recuerdo…, y al verlo aparecer entre la oscuridad, en efecto era aquella corpulenta y endemoniada bestia peluda de 2.50 de estatura, de garras afiladas, y penetrantes y brillantes ojos escarlatas, que emergía lentamente sin su brazo derecho, tal como en la historia, y que desbordaba desde el fondo de su alma una sed de sangre e instintos asesinos.
— ¿¡…!? ¿E-E-Ese es el G-Grendel…? —pregunté enormemente atemorizada, pero Iori me susurraba sin antes exigirme silencio.
— ¡Shhh! ¡…! No te muevas… Yo me haré cargo de él…
Perspectiva de Iori:
El Grendel apenas lograba ser avistado, y tener a esta descuidada y entrometida chica en ese momento dificultaba mi tarea, cuando repentinamente se abalanzó contra mí a una velocidad imposible de contemplar, teniendo en cuenta lo enorme que es…, pero no importaba cuán rápido era, yo también estaba a su altura o incluso más, así que esquivarlo en el momento justo no fue tan difícil, dándome tiempo de salvar a Yuna de sus afiladas garras, alejándola del lugar que se convertiría en zona de batalla, resguardándola en un sitio seguro…
Tenía que llamar totalmente la atención del Grendel, y lo único que se me ocurrió fue enfrentarlo directamente; no era lo que había contemplado en un principio, mas no existía otra alternativa gracias a esa chica. Me costaba creer la astucia que esta bestia empezaba a demostrar; era veloz atacando y moviéndose de un lugar a otro, aprovechando las edificaciones aledañas, mientras se desplazaba con saltos precisos de casa en casa con la intención de agredirme; sin embargo, me bastaba con movimientos acrobáticos, destreza y velocidad inigualables para darle pelea a esta agresiva bestia. Debía demostrar todo el entrenamiento por el que pasé para convertirme en un ‘Slayer’ hecho y derecho.
No me convenía alargar la batalla; cada segundo comenzaba a ser tedioso, y no veía que esta lucha tuviese un final. El Grendel, en cuanto a fuerza bruta, tenía la ventaja sobre mí, sin embargo aún le era imposible alcanzarme en velocidad, y si a eso le agregamos que contaba con un arma capaz de eliminarlo, estaba más que claro quien se llevaría la victoria; así que, desatado el listón, desenfundaba mi afilada espada tras alejarme unos cuantos metros por escasos segundos, aprovechando una abertura que parecía haber dejado apropósito, ya que si bien había logrado lastimarle su único brazo con un tajo, provocándole algunos cortes en él, este aprovechaba para lanzarme una brutal patada, ataque con el que me repulsó alrededor de 15 metros, dejándome rodando en el césped con el que choqué tras recibir su poderosa patada derecha sobre mi torso completo.
Esa chica, Yuna, me creía prácticamente muerto, y en parte no la culpaba por pensarlo, pues un simple humano no hubiese resistido tan violenta ofensiva… Supuse lo obvio; verla gritar mi nombre con tanta propiedad y preocupación hizo que se me viniera una idea a la cabeza; la bestia se abalanzó, sin dudar, en contra de la expuesta chica que había llamado toda su atención con su exasperante grito angustioso, sin embargo era lo que yo esperaba, interponiéndome rápidamente en su camino, y listo para un último y certero ataque… No pude evitar sonreír plácidamente, estaba a merced del filo de mi espada del que ya no había escapatoria… ¡Caíste, Grendel!
Perspectiva de Yuna:
Aunque fui testigo de este desenlace, lo único que pude ver fue que con un solo movimiento de su espada, Iori liberó una poderosa y lumínica ráfaga azulada, aquella que impactaba sobre el torso velludo del Grendel al que destrozaba en cuestión de segundos, cuerpo que culminaba calcinado, pulverizado y eliminado de la faz de este mundo, borrando toda existencia de la mitológica bestia nórdica…
Creo que lo peor ya había pasado; Iori una vez más había salvado mi vida y no tenía el coraje para agradecerle todo lo que había hecho por mí, siendo que esta vez terminé exponiéndome al peligro por cuenta propia. Me sentía muy avergonzada, incluso ignoraba mi sugerencia de llevarlo a un centro médico, ya que la herida en su frente no paraba de sangrar. La verdad tampoco podía verlo a los ojos, pero aun siendo una carga para él, consideradamente se ofreció a acompañarme a mi casa una vez más, por lo que sentí la necesidad de decirle siquiera algo que justificara mis acciones… A medio camino hacia mi hogar me detuve, la culpa y la vergüenza no me dejaban tranquila, y al parecer estaba dispuesto a escucharme una vez también se detenía…
— ¿…? ¿Iori…? Lo lamento mucho… Siéndote sincera…, me siento muy avergonzada por lo que pasó esta tarde…; de verdad lo siento tanto… —por alguna razón comencé a llorar y mi voz se entrecortaba mientras ofrecía disculpas— No q-quise… inmiscuirme en t-tus asuntos… ¡Hic! S-Solamente… quería respuestas… ¡Hic! Quería saber de ti… ¡Sniff!
— Yuna… ¿Ya entiendes el por qué no debes saber de mí…? Entre más sepas quien soy en realidad, más estarás expuesta al peligro —sus palabras me sorprendieron tanto, tal amabilidad jamás llegué a contemplarlo en lo que restaba del día— ¡…! Lo que menos deseo es involucrar a gente inocente…; sin embargo, si no fuese porque El Grendel se había enfocado en ti, no hubiese bajado la guardia y habría costado más trabajo derrotarlo… —mencionó con una seria y tosca expresión, contraste a la amabilidad de sus palabras, mientras yo expresé solloza.
— ¿…? ¿D-De verdad…? ¡Sniff! ¿Lo dices en serio…?
— S-Sí… Gracias, Yuna… —me dijo mirándome con una tenue sonrisa, percatándome de la leve actitud de timidez que él expuso casi imperceptible.
Esa noche, Iori me hizo muy feliz; presentía que poco a poco me estaba ganando su confianza y creo que eso era lo que debía hacer, intentar ser lo más paciente posible, aun si desconozco cuánto tiempo él estará en nuestra escuela, pero sí sabía que podía ganarme su confianza y llegar a convertirme en su amiga.
A la mañana siguiente me costó despertarme; tanto anoche como esa mañana no dejaba de pensar sobre lo sucedido en aquel parque. Sin embargo, al llegar a la escuela, de camino al salón de clases me esperaba una sorpresa en el pasillo…
— ¿Ah…? ¿Iori…? ¿Qué haces por aquí tan temprano…? —pregunté asombrada.
— Te esperaba ¿No es obvio? —Dijo toscamente; ya debería de acostumbrarme a esa forma de ser, pero después de un suspiro, declaraba seriamente— Estuve pensado sobre la situación de anoche, y antes de que se convierta en un dolor de cabeza para mí, he decidido en… ¿Eh? ¿Cómo se dice…? ¿Secuaz o algo así…?
— ¿Eh? ¿En serio…? —pensé casi incrédula; no por la proposición, sino por la avergonzada actitud que me mostraba, esa que mezclaba con irritabilidad mientras hacía su propuesta.
— Sin embargo, antes debes saber sobre mí… —nuevamente suspiró algo impaciente, pero de inmediato explicaría con total seriedad— Pertenezco a una organización guardiana radicada fuera de este mundo, cuyo objetivo es eliminar la existencia de seres sobrenaturales amenazantes que conozco como “Mystics” ¡…! Andrew, el vampiro y El Grendel eran algunos de mis objetivos, aquellos que solamente puedo derrotar con esta espada, conocida como “Shukketsu” (enseñaba la chokutou enfundada), un arma especial con la capacidad de eliminar la existencia de los Mystics, y al poseerla, automáticamente me convierte en un Mysthic Slayer ¡…! Siendo el caso, el hecho de que puedas verlos te hace apta en mi labor como ‘Slayer’, y sé que de alguna manera aportarás grandes beneficios en mis misiones, pero es tu decisión si deseas ser parte de todo esto… Entonces… ¿Qué dices…?
Sentirme anonadada en un principio por toda aquella explicación era inevitable, pero supongo que la sonrisa que se formaba lentamente en mi rostro daba una clara respuesta…
— ¡Sí…! ¡Sí quiero, Iori Kurosawa!
Y a partir de ese momento, comenzaría una nueva etapa en mi vida, una en la que sería testigo fiel de todos los acontecimientos futuros que rodeaban a esta ciudad y a este mundo…
Comments for chapter "02"
QUE TE PARECIÓ?
Yuna es una chica encantadora, y hay mucho misterio en Iori que intriga