La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 03
Ahora que lo pienso, me cuestiono sobre si fue buena idea o no el haberle propuesto a Yuna Gardner de asistirme en mis misiones. Aunque suene un poco tosco, ella podría representar un obstáculo mayor que los mismos Mystics, y solamente por considerarla un estorbo en las batallas… (Suspiro) Originalmente acepté custodiar esta ciudad por petición de cierta persona, pero se suponía que trabajaría en conjunto con la persona con que suelo convivir desde que llegué de Kioto.
Creo que ya es hora de cobrar el favor…; si fue esa persona quien sugirió involucrar a Yuna, pues debería ser esta misma quien la instruya, porque yo carezco de la paciencia requerida para enseñar hasta los más simples conceptos básicos, y jamás en contemplado la idea de tomar la maestría como vocación…
Mi nombre es Iori Kurosawa, tengo 15 años y siendo franco con cualquiera, no suelo y tampoco me gusta hablar mucho sobre mí; no tiene sentido confesar que me gusta o no, e incluso de lo que hago o haré, igual no le veo tanta importancia a lo que llegue a pasar de aquí en adelante…; dejé de hacerlo hace tiempo… Sin embargo, si llegaran a preguntarme cuál fue la primera impresión que me llevé de Yuna…, la verdad… no tiene caso decirlo; sería una pérdida de tiempo…
Mediados de Abril… Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: para mí fue toda una sorpresa escuchar la petición de Iori, pues viniendo de una persona como él, que ha demostrado poco interés en mí, que me pida de la noche a la mañana que lo asista en sus misiones, creo que cualquiera se sentiría de la misma forma. Cómo podría rechazar dicha oferta, presenciando y siendo hasta víctima de los Mystics que han aparecido durante estos días; sin embargo, desconozco si la decisión que he tomado se debe a que de alguna manera he terminado convencida u obtenido el impulso adecuado para enfrentar a estos míticos seres, o se debe al hecho de lo que he comenzado a sentir por él.
No quiero pensar que me he enamorado de Iori, pero a veces…, quisiera saber qué es lo que piensa sobre mí… como mujer… Respecto a su decisión de tomarme como su asistente, fue claro y directo, reconociendo mi capacidad para ver a los Mystics, además de elogiar mi participación en aquella disputa contra el Grendel, el que por palabras propias de Iori le habría resultado más complicado vencerlo de no ser por mi presencia. Quizás podría ser indispensable por así decirlo…, aunque mi seguridad también está por encima de todo, y con base a eso él consideraba necesario alguna preparación física que potenciara mi ayuda en sus misiones…
— ¿Q-Qué…? ¿Me vas a entrenar…? —pregunté anonadada.
— ¡Nop! Dije que había que entrenarte, no que “yo” te entrenaría —expresaba con seriedad y de manera tosca.
— ¿…? P-Pero si tú eres el único que ha estado enfrentando a los Mystics…
— En eso te equivocas, pues hay alguien más que se supone que trabajaría conmigo en las misiones, mas es un completo estorbo; incluso más que tú… ¡…! Sin ofender…
— Si él me considera un estorbo, no me quiero imaginar cuanto le estorba aquella persona… —pensé, mientras me reía un tanto avergonzada.
— Mañana es sábado; un día perfecto para comenzar con tu entrenamiento. No sé dónde quieres que nos encontremos —suspiraría con amargura, para expresarse después con cierta molestia— ¡Argh! “Otoko” no sale de ese apartamento. Eso ya es todo un lío…
— ¿Ah…? ¿”Otoko”…? —Pensaba confundida— Acaso… ¿Será otro chico…? Bueno, suena lógico, ya que “Otoko” es “chico” en el idioma japonés… Aunque suena raro que lo use de apodo…, pero en fin… —y así, comentaría despreocupadamente— ¡…! Está bien…, si tú lo dices. Y… ¿A qué hora nos encontramos mañana?
— ¿Hmmm? ¿Estás disponible a partir de las 8:00 am?
— Sí. Sí estoy disponible a esa hora… ¿Por qué?
— Pues… haré lo posible para que Otoko se presente en el lugar que elijas, ya que ambos no conocemos mucho la ciudad y resultaría complicado elegir un lugar lo bastante discreto…
Mi mente voló mucho más allá de mi imaginación; debía centrarme en que mi encuentro con él sólo se debía a motivos meramente “deportivos” y no para otras cosas…, pero ¿Cómo dejo de pensar en ello…?
— ¿…? ¿Yuna…? ¿Me estas poniendo atención…?
No pude evitar sonrojarme de la vergüenza ante su confusa inquietud, por lo que terminaba ocultando mi rostro con mis manos, mientras agaché mi cabeza y con nerviosismo le respondía —¡¡S-Sí…!!
Al día siguiente, muy temprano por la mañana, ya casi era la hora de encontrarme con Iori y no podía evitar sentirme nerviosa. Cualquiera pensaría que es una cita, por lo menos Dorothy se lo imaginó; inclusive…, ella misma eligió mi atuendo para la ocasión…
Esperaba que él no lo considerara muy atrevido, pues este vestido rojo es algo corto en comparación a lo que suelo usar cuando estoy en casa, y el escote es algo atrevido para mi gusto; siento que estoy mostrando de más. Por fortuna este chaleco de mezclilla me hacía sentir un poco menos incomoda, y estas medias ligeras negras resaltaban mi tono de piel y no enseñaba mucho mis piernas. Me sentía algo nerviosa, siendo la primera vez que me encontraría con él fuera de la escuela; pero cuando lo pensaba bien, recordaba que vendría con alguien más… Sólo esperaba que no se presentara con la otra persona… ¡Dios mío! ¿QUÉ RAYOS ESTABAS PENSANDO…? ¡¡Yuna, que atrevida eres!!
— Sí que eres puntual…
Casi grito del susto gracias a que me tomó desprevenida al oírlo a mis espaldas, así que lentamente volteaba para confirmar si de verdad era él… Iori ha tomado esto como costumbre el de sorprender a las personas por detrás…
— ¿Iori…? ¡Wow! No puedo apartar la vista de él… Luce… (Suspiro) ¡¡LINDO…!! —Pensé mientras me sonrojaba; luego, lo elogié alegremente— T-Te ves… bien… Es la primera vez que te veo sin el uniforme…
Su atuendo juvenil me había cautivado por completo; esa camiseta negra combinaba a la perfección con la chaqueta de algodón gris que traía puesta, al igual que sus pantalones oscuros y zapatos deportivos blancos. Por su parte, él me miraba con detalle de arriba abajo, de pies a cabeza y cada parte de mi cuerpo; hasta cierto punto…, ya me estaba poniendo nerviosa e incomodando al mismo tiempo, pues no dejaba de mirarme con detenimiento, hasta que por fin decidió opinar sobre mi apariencia…
— ¿…? ¿Por qué viniste vestida así? —y matara el momento y el sentimiento sin alguna pizca de piedad, con la misma bala llena de desconsideración y poco tacto de siempre.
— ¡L-Lo siento, Iori…! —Exclamé avergonzada, mientras pensaba bajo la misma tónica— ¡Dios mío! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza…! No puedo ni mirarlo a la cara… ¡¡Trágame tierraaa…!! —Ante toda vergüenza, intentaba explicarle— ¡P-Pero de verdad créeme! ¡Le dije a Dorothy que no necesitaba venir vestida de esta forma para reunirme contigo…!
Él suspiró con cierto aire de decepción, pero aun así me dijo —Relájate ¿Quieres? Igual, no logré que viniera Otoko. Ya de por sí resulta ser una persona bastante perezosa, por eso me estorba en las misiones… —y de repente suspiró de nuevo en busca de paciencia— En fin… Mejor iremos a mi apartamento.
— ¿…? ¿A-A-A tu apartamento…? —pregunté nerviosa.
— Así es. No tengo más opción que llevarte hasta allá, ya que Otoko no se dignó a acompañarme y me pidió que te llevara conmigo hasta allí; si no te causaba alguna molestia…, claro está…
— T-Tranquilo, Iori. N-No me molesta en absoluto… —respondía de manera animada, intentando ocultar la vergüenza que sentía.
Una vez llegamos al lugar donde residía Iori, mi primera impresión fue conocer al mencionado “Otoko”, puesto que siempre imaginé que se trataría de un chico, pero por desgracia es una chica… y más… ¡¡Bonita que yo…!!
— Yuna, te presento a Otoko… —expresaba con la misma seriedad y tosca actitud de siempre, presentándome a la susodicha.
— ¡Aahh! Deja de llamarme así, Kurosawa… Sabes que mi nombre es Oana y aun así me dices “Otoko”, cuando conoces muy bien que no sé qué significa “Otoko”… —expresaba ella de manera somnolienta.
— ¿Eh…? ¿Es en serio? —Pensé sarcásticamente, para luego comentar de manera despreocupada— Bueno…, en primer lugar, es un placer conocerte, Oana. Me llamo Yuna Gardner… y, segundo, “Otoko” significa…
Llegó un momento en el que dudaba en decirle cuál era su significado verdadero, pero preferí dejarlo así, ya que Iori se entrometía al decirle a ella algo que se podría considerar… sensato:
— Tienes un diccionario japonés justo a tu lado… ¡Úsalo!
— ¡Ay, Iori…! —Expresaba Oana de forma quejumbrosa— ¡Me resulta más sencillo el que tú me expliques lo que significa…!
A simple vista, Oana aparentaba ser una chica muy hermosa de contextura delgada, de piel cobriza, y ojos cafés claros; cabello ondulado color castaño de corte mediano, que se la pasaba holgazaneando en casa de Iori, luciendo desaliñada y poco aseada, ya que según lo poco que me comentó Iori es que siempre la hallaba en el mismo sofá…, desde que se iba para la escuela hasta que regresaba de esta, por lo que siempre debía realizar todas las labores domésticas todos los días…
— ¡Pero si tú misma puedes averiguar lo que significa…! —respondió Iori con cierta inconformidad, manteniendo su acostumbrada actitud.
— ¡Nah…! Me da pereza… —afirmó Oana tras acurrucarse en el sofá, mientras Iori suspiró con impaciencia.
— Tú no cambias, Oana, y creo que nunca lo harás…
Sin embargo, en algún momento llegué a pensar, que Oana tenía problemas con sustancias psicoactivas o algo que la relacionara con trabajos nocturnos, como la prostitución o algo parecido, y que Iori se había ofrecido en ayudarla a superar tales problemas, puesto que dejaba poco a la imaginación masculina al vestir en la forma en que me la presentaron. Usaba camisilla y ‘Shorts’ de colores blancos que revelaban su desnudo busto poco desarrollado, y también revelaban fácilmente la ropa interior que llevaba puesta, pero lo que más me impactó… fue su perezosa y holgazana actitud; no obstante, Iori aclararía esa primera impresión que tuve respecto a su compañera de convivencia…
— Presumes ser una Mysthic Slayer mejor que yo, pero todas las misiones que te corresponden me las dejas a mí. Me pregunto cada día ¿Cuándo te dedicarás a tu trabajo? —decía Iori de manera seria y exigente.
— ¡Supéralo, Kurosawa…! —Expresaba ella desinteresadamente— No lograrás que salga de este apartamento, ni con tus sermones, ni quejas o cualquier otra cosa que se te ocurra para mortificarme la vida… ¡YAWN! —culminó sus palabras con un gran bostezo.
— ¿Ah sí? Pues recuerda que me prometiste entrenarla a ella (Yuna). No olvides que me lo prometiste ayer en aquella apuesta de anoche… —comentó él con tanta seriedad.
Oana parecía no tener una contramedida ante lo dicho por Iori, por lo que con mucha lentitud se levantó del sofá y caminó tambaleante dirigiéndose hacia mí, pero de repente perdió el equilibrio, aterrizando sobre mí y postrando su rostro sobre mi pecho…, como si estuviera bajo los efectos del alcohol…
— ¡Aww! ¡Que suavecito se sienten…! —Expresaba Oana somnolienta— Iori, deberías tocarlos…
De verdad me hizo sentir incomoda, muy incómoda y avergonzada, pues no retiraba su rostro de mis senos ni dejaba de decir tonterías… Tras recuperar la compostura, luego de pasados algunos minutos…, Oana retiró su cara de mi pecho y se dispuso a explicarme como me prepararía para serle de utilidad a Iori en sus misiones, además de explicarme ciertas cosas que él se había negado a contarme, todo eso mientras se dirigía de nuevo hacia el sofá. Aunque no parecía importarle mucho si entendería o no, ya sea porque sus gestos demostraban menos interés que los que ya había acostumbrado ver diariamente en Iori, quise pensar que se debía a su falta de entusiasmo.
— ¡Hmm…! ¿Yuna, cierto…? —Expresaba ella medio seria y casi confundida— ¿Eh…? ¿Por dónde empiezo…? ¡…! Ya sé… ¿Sabes por qué Iori te “reclutó”, Yuna?
No tardé en responderle de manera negativa sin la necesidad de hacerlo verbalmente, ya que con toda franqueza no tenía idea del por qué él me había pedido su ayuda, aclarándole precisamente que sólo había pedido mi asistencia bajo ciertas razones que Iori me había mencionado, sin embargo lo que ella diría si me sorprendería, pues me dijo, palabras textuales: “Porque en realidad la idea fue mía…”. En un principio, no pude evitar sentirme confundida al respecto, pero seguí atendiendo a su explicación…
— Veras, Yuna. Tu capacidad para ver a los Mystics ya es extraordinario de por sí, y no cualquier persona puede hacerlo fácilmente en este mundo que está lleno de escépticos; personas que consideran a los Mystics seres fantásticos o invenciones literarias; mitos o leyendas por así decirlo —comentaba Oana con seriedad— Personas como tú, los ‘Slayers’ como Iori y yo los conocemos como “Gläubiger”; un ser humano que cree en la existencia de los Mystics…, eso explicaría el motivo por el cual puedes verlos y también interactuar con ellos…
— ¿…? ¿Quieres decir que las demás personas no pueden verlas? ¿…? Entonces ¿Cómo se justifican, ante el mundo, los daños ocurridos durante los encuentros que Iori ha tenido contra los Mystics…? —pregunté confundida.
— Difícilmente eso nunca ocurra ¿Sabes? Existen dispositivos ocultos en todo el planeta que modifican el plano existencial, pero sólo se activan ante la reacción del portador de una Shukketsu…
— Eso justificaría aquella ocasión en la que Iori chocó contra el suelo la punta de la funda de su espada, poco antes de luchar contra el Grendel… —pensé analíticamente, mientras Oana seguía su explicación.
— La mayoría de los Mystics como tal, intentan mas no logran pasar del todo nuestro plano existencial, por lo que no representan una amenaza para el mundo humano; sin embargo, aquellos dispositivos que te mencioné hace poco, tienen una forma casi humanoide habitando y resguardando ese plano existencial, los cuales se les conocen como “Versteckt”. Estos seres cibernéticos viven en constante amenaza por parte de los Mystics y estos a su vez son los que nos permiten traspasar y habitar ese plano existencial, y acabar con los Mystics antes de que logren atacarlos, porque si un Versteck es eliminado, las probabilidades de que pasen al plano existencial de los humanos aumenta en un 3% por zona… —no sé por qué, pero Iori la observó disimuladamente con leve asombro y desconfianza, a lo que omití de momento.
— ¿…? Pero…, no entiendo algo… ¿Cómo es posible que yo pudiera ser agredida por un Mystic…? Recuerdo perfectamente que un compañero de la escuela se transformó en vampiro y quiso asesinarme…
— Esas son las consecuencias de ser un Gläubiger, pues tu cuerpo emite ondas similares a las de un Versteckt… —Iori la volvió a mirar de la misma forma, con desconfianza y sorpresa— Y es por eso que debemos prepararte, ya que eres una ambulante presa rubia con pechos grandes…
Una vez más me hizo sentir incomoda y ridiculizada, mientras cubría mis pechos con mis brazos; pero, más allá de eso, también me hizo sentir atemorizada por mi propia integridad…
— La mayor parte de tu tiempo, siempre estás con Iori, pero también terminas estando en el mismo lugar y en la misma situación que él…
— ¡Lo sé, lo sé! “Watashi no sei” (“mi culpa” en japonés) —pensé quejumbrosa, gesticulando un evidente puchero con mi boca.
— Por eso debes aprender algo de magia…
— ¿Eh…? ¿En serio…? —expresé emocionada.
— ¿Eres sorda o qué?
Su contesta era, de cierta manera, grotesca e irrespetuosa, por lo que contradictoriamente terminé reaccionando intimidada y avergonzada frente a ella y a Iori…
— ¡‘Gomen’nasai’! (“lo siento” en japonés).
— En fin… —mencionó Oana después de un suspiro, para luego comentar con seriedad—Primero debemos extraer tu “Maná”, la fuente interna de todo ser vivo y la que necesitarás para aprender, como mucho, hechizos de defensa; sin embargo usaré un método poco usado por los Mysthic Slayer…
Ella se me acercó de manera tranquila y colocó su mano derecha sobre mi cabeza; de repente sentí una rara sensación, hasta perder la noción del tiempo y de la realidad misma…
Todo estaba oscuro, no podía ver ni hablar, tampoco escuchaba sonido alguno y no sentía los objetos a mí alrededor; era como si estuviera en un profundo vacío que me devoraba sin piedad. Mi corazón y mi respiración se aceleraba poco a poco; sentía una sofocación que se acumulaba en mi pecho y sólo una cosa se me vino a la mente…, una imagen… que había intentado olvidar para siempre…, pero entre más lo intentaba, más rápido corría por mi mente…; no podía escapar de ella, y la tristeza me abordaba sin consideración; sólo sentía sufrimiento y frustración… Comencé a llorar sin que alguien pudiera verme, comencé a gritar sin que alguien pudiera escucharme; no podía soportarlo más, quería morir, quería desaparecer, quería dejar de existir…, y no quería verme a mí misma, a la pequeña yo de 8 años… bañada con la sangre de mis padres…, aquellos que fueron asesinados frente a mi… ese día, 8 de marzo…; pero…, algo me hizo reaccionar y salvarme de tal sufrimiento…, despertándome de esa pesadilla…
— ¿…? ¿Q-Qué…? ¡Sniff! ¿Qué pasó…? —preguntaba sollozando, en medio de dudas y confusiones.
— Parece ser que… hay algo que no te deja vivir en paz… —expresaba Oana de manera seria, pero también comprensiva— Puedes llorar cuanto gustes, hasta que te sientas mejor.
A Oana no parecía importarle mis sentimientos en sí, pero tenía puesta la mirada muy fija en mí; la veía algo borrosa, siendo las lágrimas en mis ojos las que dificultaban mi visión. Pronto sentí en mi hombro derecho una cálida mano que me pedía con desespero que me tranquilizara…, era Iori…; él no necesitaba decírmelo con palabras, y una parte de mí quería que me expresara sus pensamientos o algún tipo de consuelo, pero no fue necesario tras recostarme sobre su pecho y abrazarlo fuertemente, llorando desconsoladamente…, mientras él simplemente me dejaba desahogarme…
Pronto se hizo de noche, sin darme cuenta había pasado todo el día en el apartamento de Iori. No me sentía bien; aquellas imágenes seguían frescas en mi cabeza, siendo Oana quien le pidió a Iori que me acompañara a mi casa, considerando que no podía dejarme ir sola en esas condiciones tan deplorables.
Deambulando por las solitarias calles de Liverpool, ni él ni yo cruzamos palabra alguna mientras caminamos, incluso poco me importaba en el momento si tenía la oportunidad de estar a solas con él o no; de repente dejé a un lado mis emociones tras sentir un escalofrío que recorría todo mi cuerpo, sintiendo un terrorífico cambio en el ambiente el que sin esperarlo fui nuevamente protegida por Iori, aquel que usó su Shukketsu en contra del sorpresivo agresor al que a su vida eliminaba en ese instante…
— Yuna, mantente cerca… —se expresaba él con seriedad y preocupación.
“No te separes de mí” fue lo que agregó tras asumir una actitud protectora por su parte, posicionándose frente a mí, y resguardándome detrás de él, viendo a la criatura que se desvanecía lentamente en el suelo inerte, mientras Iori seguía manteniéndose en guardia, quizás suponiendo que había más de un agresor, ya que Iori expuso sin vacilar que los “Goblins” (duendes en habla hispana) atacaban en manada…
Mamá me relató una vez un cuento popular gitano llamado ‘el Rey Gobb’, sin embargo en otros relatos populares se describían a los Goblins, traducidos y englobados al idioma español como ‘duendes’, estos eran unas criaturas monstruosas del folclore europeo, atestiguada por primera vez en las historias de la edad media. Se le adscribían habilidades numerosas y contradictorias, temperamentos y apariencias variables según la historia y país de origen; generalmente son pequeños y feos, traviesos o directamente malvados, y codiciosos, especialmente por el oro y las joyas; suelen tener habilidades mágicas similares al hada o un demonio, pero nunca llegué a pensar que me toparía con un gran número de estas endemoniadas criaturas.
Pronto, los incontables seres de arrugada tez verdosa y orejas puntiagudas se nos abalanzaron rápidamente, aquellos de atuendos primitivos de gran similitud con lo usado en el medioevo. Iori arremetió de manera rápida y eficaz, encargándose de ellos uno tras otro, cercenando sus pequeñas cabezas que con destreza y velocidad, conseguía con su Shukketsu, asesinando a cada Goblin de ojos brillantes manipulando su espada con maestría, apoyado de movimientos y saltos acrobáticos de los que me dejaba más que perpleja, movimientos que superaban con creces a aquellos de los que fui testigo en otras batallas y, obviamente, no podía seguir con detalle; no obstante, también se defendía ante los frenéticos ataques de estos seres de un metro de estatura, pareciendo una interminable lucha de la que empezaba a ser más difícil encarar para él…
Intenté refugiarme para darle alguna chance a Iori de combatir en libertad, hasta que de repente a una de estas criaturas se le presentaba la oportunidad de agredirme, aquel que con sus afiladas y sucias garras arremetía impiadosamente en mi contra. Pero rápida e inesperadamente una corriente gélida me rodeó, tan fría que erizaba mi piel, pero que congelaba su pequeño cuerpo y que junto con él se levantaba una pared de hielo, muro de gran grosor que me rodeaba y me ponía a salvo de los Goblins, y que también me separaba de Iori. Puesta a salvo de manera aparente, quise indagar el origen de dicho hielo amurallado, pero la respuesta llegó a mí más rápido de lo que imaginaba.
No parecía ser la misma persona que había conocido el día de hoy, y más si ella llevaba un atuendo que jamás había presenciado. Fui lo demasiado buena y rápida para detallar todo su atuendo, ya que Oana lucía una gabardina similar a una ‘Trench Coat’ negra con un patrón de líneas verdosas algo extrañas para mí; aparentemente debajo de esta, parecía vestir una falda corta del mismo color o quizás un vestido bastante ceñido a su figura, y botines de tacón bajo de color negro que se mezclaban con sus medias de liga negras.
— No te distraigas, “Pechos grandes”… —expresaba Oana con seriedad e ironía— De verdad sí que eres una carga para Iori.
— ¿¡…!? ¿¡Oana…!? —exclamé sorprendida tras su llegada inesperada.
— Escúchame… ¿Quieres un consejo, Pechos grandes? —Decía tajantemente— Acepta tu pasado y el sufrimiento que trae consigo…, si en realidad quieres ayudarlo.
Reconozco que tenía miedo en el momento, pero ella tenía razón; de alguna forma debía aceptar la cruel realidad y reconocer el motivo por el cual ellos murieron… Mis padres se sacrificaron por mi bienestar, y sigo viva gracias a ellos…
Fue extraño para mí esa repentina sensación; un dolor intenso en mi pecho se alojaba inexplicablemente, y aunque fuese insoportable, no afectaba como yo creía mi condición de salud, manteniéndome consciente todo el tiempo. Algo se concentraba en ese punto y el dolor se intensificaba cada vez más, tanto así que debilitaban mis piernas y se doblegaran por el sufrimiento físico que me aquejaba.
Perspectiva de Iori: no tenía idea de lo que estaba pasando con Yuna, estaba más pendiente de los Goblins que atacaban sin cesar que de su seguridad. Confiaba que estuviese a salvo del centenar que nos rodeaba, y me relajé mucho más al ver a Oana presente junto a ella; sin embargo, de repente empezó a desprender de su cuerpo una energizada aura azulada, aquella que emergía rápidamente del cuerpo Yuna hasta tornarse rojiza, concentrándose justamente en medio del pecho bien dotado de esta y que salía disparada en contra de algunos Goblins que se interponían en mi camino.
Atravesó como si nada el muro de hielo creado por Oana, y también exterminó a algunos Goblins a su paso, siendo todo muy rápido inclusive para mí…, no obstante la culpable era una espada que jamás había visto, arma de agrietada hoja carmesí y guarda dorada, semejante a una corona, y que para colmo se movía aparentemente bajo su propia voluntad, pero también supongo que bajo el poder de la ya no tan indefensa Yuna Gardner…
Yuna se veía claramente anonadada por lo sucedido, mientras la espada realizaba su trabajo con cada estocada veloz, atravesándole el pecho y destrozándole el corazón a cada Goblin que se interpusiera en su camino, hasta que la espada regresó a su dueña. Yuna detallaba su arma invocada, y sólo en sus manos, específicamente en la mano derecha, pudimos darnos cuenta de la quebrada cadena colgante en la oscura empuñadura café de la espada carmesí de 1.21 metros de largo aproximados, hoja adornada con ilegibles glifos rojizos. Su nueva actitud contrastaba con su habitual personalidad, y extrañamente a Oana le parecía irrelevante su manera de actuar, pero no había tiempo para pensar en eso ante la situación que encarábamos.
Parecía muy decidida, incluso dispuesta a participar en la batalla de la que no dudó en dejar que su espada se encargase de eliminar, de forma remota, a cada una de las endemoniadas criaturas que aun invadían la zona. Sonreí algo emocionado, considerándola un apoyo verdadero del que aproveché para eliminar a los restantes Goblins que habían logrado traspasar este plano del mundo humano. Oana se limitaba a ocultar nuestra presencia de las posibles personas en los alrededores, y eso ya era todo un logro para un ‘Slayer’ de su nivel, mientras Yuna y yo nos encargábamos de todos los Goblins restantes; ella permitiendo que su recién invocada arma acribillara cuanto Mystic se le atravesara, y yo luciéndome con movimientos bastantes complejos que sólo un humano, amaestrado en las más grandes artes marciales de este mundo, podía someramente igualarme, solo en fuerza y velocidad aclaro; y solamente en un par de minutos lograríamos acabar con toda existencia del ejercito de Goblins, solos Yuna y yo…
Perspectiva de Yuna: resuelta aquella situación, no pude evitar sentirme emocionada tras liberar un poder que desconocía en mi interior. No paraba de hablar sobre lo que había logrado en ese entonces, y tanto Iori como Oana parecían conformes con el resultado, aunque sus gesticulaciones aun demostraban cierta falta de interés al respecto o, más bien, no le daban tanta importancia como yo. Por primera vez, después de la muerte de mis padres, volví a ser aquella persona que alguna vez fui…; esta es la verdadera Yuna Gardner que solía ser.
Le agradecí mucho a Oana por su ayuda, la abracé de la emoción y de la felicidad que sentía, aunque no fuese reciproca conmigo; luego, me despedí de Iori diciéndole que nos veríamos muy pronto el lunes en la escuela, y una vez culminada nuestra reunión me refugié en mi casa, dejando que ambos, libremente, se marcharan de regreso a su hogar, quizás conversando por lo sucedido esta noche…
Perspectiva de Iori: no suelo hablar mucho con Oana, pero al verla un poco angustiada no pude evitar cuestionarme que le sucedía, pero de alguna forma ella fue la que tomó la iniciativa y me habló de lo sucedido en la lucha contra los Goblins, mientras volvíamos al apartamento… De alguna forma, supo llenarme de preocupación tras escuchar sus comentarios, así que iniciar una conversación con ella no era tan malo después de todo…
— Increíble; la extracción de su Maná fue exitoso, pero no me esperaba que liberara tanto poder a la primera intención… —mencionó Oana con seriedad aparente.
— ¿…? ¿A qué te refieres? Acaso ¿Eso no es algo positivo…? —pregunté aparentemente serio.
— En su caso…, no lo es —comentaba ella con cierta angustia— Admito que en un principio dije que le enseñaría magia para defenderse, además de mentirle sobre el peligro que representan los Mystics, lo de querer atacar a los Versteckts y todas esas patrañas…, pero por ciertas razones debía liberar la fuente de su poder, y el resultado es este, una “Tänzerin”…
— Así que sí le mentiste ¿Eh, Oana? —pensé, limitándome solamente a escucharla.
— Las Tänzerins son espadas que surgen de la superación mental y emocional en los seres humanos, y existen 7 formas diferentes de esas espadas, pero Yuna casualmente liberó a la más peligrosa e inestable de todas ellas…; la “Kurimuzon”… —tras lo dicho, Oana se quedó en silencio, pero tras un profundo suspiro, seguiría explicándome con total seriedad— ¡…! Kurosawa, no suelo pedirte cosas de más…
— ¿En serio? Qué cínica eres… —pensé, mientras la miraba con escepticismo, pero esa misma expresión se transformaría de repente en preocupación.
— Pero si ella ha sido capaz de liberar a la “Kurimuzon”, tal vez sea capaz de liberar a las otras 6… —dijo tras mirarme fijamente por un instante, lo que en su momento no presté tanta atención a lo que mencionó de último— ¡…! Sigue trayéndola a nuestro apartamento; seguiré entrenándola hasta volverla diestra con esa espada…, ya que será para su propio beneficio, el nuestro y el de cualquiera que resida en esta ciudad.
Como dije en un principio, no me importa lo que suceda, incluso que quieran hacer la mayoría de las personas; sin embargo, debo reconocer que lo que me decía Oana no era un juego…, y que tal vez lo que consideró en algún momento una buena idea, se tornaría mucho más peligrosa de lo que ya era en un principio. Ya fui testigo sobre las capacidades de Yuna, y tan sólo verla luchar una sola vez me aterró un poco… ¿Qué hemos hecho, Oana?
Comments for chapter "03"
QUE TE PARECIÓ?
Oana es algo molesta, pero la verdad no llega a desagradar.
Con respecto a Yuna y esa espada pues llama bastante la atención