La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 05
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- 05 - La furia de la afligida princesa de hielo
Mi existencia se la debía a él, mi vida era maravillosa porque él la había vuelto así; seguía fervientemente sus pasos porque él ya había trazado un camino para mí. Mi labor era su labor, mi tristeza sólo lo acercaba aún más, mi felicidad sólo era producto de estar a su lado, mi amor por él sólo se comparaba a el amor que él sentía por mí…, pero mi perdición total de todas aquellas y hermosas emociones hacia él, me fueron arrebatadas junto con su vida, y nunca olvidaré a mi querido hermanito, Obi…
Secundaria “Sanctus Mica’el”. Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: presentía que algo malo ocurriría con su sola presencia; en ese momento, poco me importaba mi bochornoso estado frente al chico por el que me sentía atraída, sabiendo que posiblemente el sentimiento no sería correspondido. En este momento teníamos frente a nosotros a la primera mujer de la historia bíblica, anterior a Eva, y no podía negar su desbordante belleza y esbelta figura que se moldeaba de manera perfecta en sus 1.70 de estatura. Su alargada y trenzada cabellera dorada, que recorría con sencillez su espalda hasta alcanzar su cintura; sus lumínicos e hipnóticos ojos carmesíes que brotaban una amarga y despiadada sed de sangre, pero a la vez desbordaban una candente y pasional lujuria; sus carnosos y rojos labios que despertaban el deseo carnal de cualquier hombre, y su atrevido atuendo negro de cuero que se adaptaba con facilidad ciñéndose ante sus curvas haciéndola parecer a una fémina espía de las reconocidas películas de acción hechas en Hollywood, escotando su voluptuoso busto de 110 centímetros; sin embargo, toda esa descripción era opacada, pues la despampanante dama aquí presente le sobresalían un par de cuernos de carnero imposibles de ignorar.
Por parte de papá, escuché hace años la historia de la primera súcubo, mientras investigaba las creencias hebreas. Su nombre era Lilith, una figura legendaria del folclore judío, de origen mesopotámico a la que se la considera la primera esposa de Adán, anterior a Eva. Según la leyenda, abandonó el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al Mar Rojo, uniéndose allí con Asmodeo, que se convirtió en su amante, y con otros demonios de los cuales resaltan Lucifer y Samael…
Además, por si no fuera poco, contábamos con una chica de 1.60 de estatura, de tez cobriza, y de actitud perezosa e indiferente que esta vez desbordaba la motivación y sed de sangre suficiente como para asesinar a esta diabólica mujer recién aparecida…
— ¿Oana, aun sigues molesta por lo que pasó hace casi 2 años…? —Expresaba esta mujer de manera satírica— Ya deberías olvidar lo sucedido…
Ella no había completado su descarado comentario cuando una helada corriente de aire creó, de la nada, estalagmitas de hielo sólido que surgían aferrados sobre el suelo de la azotea con la firme intención de agredirla, pero esto sólo la obligó a saltar desde lo alto del edificio principal de la escuela, y aterrizando sin inconveniente alguno sobre el suelo del campo de juego al interior de las instalaciones, teniendo en cuenta que el edificio donde estábamos contaba con 4 plantas…
Oana comenzó a murmurar, por lo que no lograba entender lo que ella susurraba en ese momento, siendo demasiado imperceptible para mis oídos y también lo decía muy rápido; sin embargo, lo que haya dicho con anterioridad, me hacía sentir en otro mundo, como aquella vez cuando Iori luchó contra el Grendel y aquellas otras ocasiones en las que enfrentamos a los Mystics, siendo un cielo nocturno de luna llena azul. De repente, Oana se dirigió hacia mí al mirarme fijamente y decirme lo siguiente:
— Ni se te ocurra la genial idea de seguirme en esta batalla… —expresaba ella claramente llena de rabia— ¡Y cúbrete el pecho, por favor!
Oana me dejó a solas con Iori tras saltar desde la azotea hasta el campo de juego de la escuela, donde ya se encontraba Lilith lista para recibirla plácidamente y enfrentarla con ansias, o eso era lo que podía ver desde la azotea. Viendo su forma de actuar, no parecía la misma chica de 14 años que conocí días atrás; era una joven totalmente diferente, pero preocuparme por ella en esta ocasión serviría de nada, ya que presenciaba como Iori ni se inmutaba en lo absoluto, y él tampoco parecía actuar con naturalidad, porque incluso su mirada se veía perdida y vacía; de pronto, mi atención se concentró sólo en Oana, y lo que haría ella a partir de este momento…
Perspectiva de Oana: había esperado tanto por esto; la muy desgraciada reía a carcajadas como si nada, aplaudiendo de tal manera que la situación le pareciese bastante jocosa, tanto que se le salían una que otra lágrima.
— ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA…! ¡Veo que no te detendrás, Oana! Hace 2 años, tú y tu hermano intentaron detenerme, pero recuérdame cómo acabó… Acaso ¿No terminó con la muerte de Obi? ¿…? ¡Hmmm! ¿Así es como él se llamaba…? —yo no respondía a sus provocaciones, limitándome a observar con total repudio a la muy perra— ¿…? ¡Un momento…! Recuerdo que aquella ocasión vestías una gabardina similar a esa, pero el patrón lineal era de un color distinto… ¿…? ¿Por qué? Acaso… ¿Tiene algún significado tu cambio de look? —Quería ignorar cada una de sus provocaciones, pero esta maldita lo ponía difícil, y al verme casi inmutable, ella reaccionaba aparentemente decepcionada, incluso lloraba— ¿Huh? ¿No quieres hablarme…? Que desilusión, Oana… Y yo que deseaba escucharte hablar… antes de enviarte con tu hermano…
Ya no pude seguir conteniéndome más; mi rabia hacia esta zorra descarada se desbordó por completo, y no había razón para no utilizar mis habilidades mágicas, bastándome solamente con extender mi mano derecha y apuntar a la maldita súcubo. Pude haber usado cualquiera de los “Exponentias” que he aprendido, hechizos que requieren una visualización mental específica, además de ser invocados al recitarse correctamente; no obstante, decidí apostar por algo de mayor nivel, un hechizo avanzado y tan complejo que solamente se puede invocar por medio de una “Nireru no Mahou-jin”, un sello circular que, prácticamente, se asemeja a lo que los humanos denominaron en este mundo como “circulo de hechizo”…
— ¡¡Magicae Incipere: Ice Maker…!! —recitaba yo muy enojada.
— ¿…? ¿El “Magicae”, “Ice Maker”? —aparentemente susurró la maldita, y con aparente decepción la muy cínica, pero ignoré que reconociese mi Magicae.
— “Lanza de la persecución”…
Agregué para complementar mi avanzado hechizo, ya que para ejecutarla debo imaginar algún objeto que se materializará gélidamente. El nombre con el que lo complemento ya era una adición mía; eso lo hacía sonar genial. Cada vez que usaba este Magicae (Ice Maker), un traslucido emblema de tono azul, casi semejante a un copo de nieve, se formaba superpuesto en el ‘Nireru no Mahou-jin’ de 30 centímetros que apareció en ese instante, y gracias a ese poder creé una lanza de hielo que recorrió la distancia total entre esa perra (Lilith) y yo…
Materialicé esa lanza para que se desplazara a una gran velocidad; no obstante, y desafortunadamente, la lasciva súcubo resultaba ser bastante ágil como siempre, incluso más que antes, superando la velocidad de mi invocación, por lo que esquivar la helada lanza no representó gran esfuerzo para ella; sin embargo, la lanza gélida siguió su curso, impactando en la pared de una edificación adyacente al campo de juego de este plantel escolar, destruyéndose junto a mi helada lanza que se convertía en pequeños trozos de hielo.
Tras fallar al primer intento, decidía abalanzármele con gran rapidez; una vez cerca, inicié mi ofensiva con una serie de puños y patadas, movimientos con gran técnica, agilidad y potencia que daban pie para entablar una batalla cuerpo a cuerpo contra una súcubo que, en el pasado, llegó a demostrar cuan diestra era en este estilo de combate. Como supuse, Lilith demostraba su destreza a la hora de moverse, esquivando cada agresiva intención con el sólo retroceder de sus pasos, movimientos muy bien coordinados que fueron acompañados posteriormente con acrobacias bastante llamativas. Reconozco que la malnacida sabía pelear bastante bien, logrando en ocasiones desviar algunos de mis ataques; inclusive, también contaba con una gran fuerza, ya que la última patada que lancé con la pierna izquierda, fue detenida de manera forzada tan sólo utilizando como medida defensiva, y con total firmeza, su antebrazo derecho, lo que le daba otra oportunidad para desafiarme y provocarme verbalmente…
— ¿…? ¿Esto es todo lo que tienes? —Preguntaba la muy perra— Si hace 2 años atrás, no pudiste derrotarme cuando contabas con la asistencia de tu querido hermano… ¿Cómo esperas derrotarme tú sola…?
Sus palabras sólo lograban enfurecerme aún más, y aprovechándome del pie que apoyaba logré generar un ágil salto que me impulsaba hasta alcanzar una altura considerable, para así intentar conectarle en su “lindo” rostro una patada con mi pierna derecha, pero esa endemoniada mujer retenía nuevamente mi intención agresiva, sujetándome esa misma pierna con su mano izquierda, jalándome hacia ella, acercándome lo más que pudo y exponiéndome a su repentino movimiento…
— Repulsu Reiectae… —recitó ella, sonriendo complacidamente, mientras yo pensé con suma angustia, atónita y confundida cómo aprendió a utilizar un Exponentia cuando eso era una rareza en un Mystic de su clase.
Al colocarme su mano derecha de manera extendida y superficial sobre mi pecho, pude ver como una lumínica y blanquecina masa deforme, del tamaño de una pelota de golf, surgió de la palma de su mano, liberando una onda de choque capaz de repulsarme de manera abrupta, arrojándome por los aires hasta hacerme chocar contra uno de los muros de la 2da planta del edificio principal de la escuela, ubicada a unos 26 metros aproximadamente del campo de juego.
— ¿¡OANA!? ¿¡OANA!? ¿¡OANA…!?
Esa fue ‘Pechos grandes’ (Yuna), que preocupada por mi estado físico gritaba mi nombre, sin embargo era lo menos que me interesaba en ese momento. Sí me dolía un poco el cuerpo y reconocí la increíble habilidad mágica de la maldita de Lilith, pero no tenía tiempo para descansar entre esos escombros, así que salí lo más pronto posible y me le abalancé de nuevo sin ninguna estrategia en mente…
Perspectiva de Yuna: me sentía impotente viendo la “lucha personal” de Oana; grité y grité llamándola sin obtener respuesta de su parte, pero al verla surgir casi ilesa solamente la angustia disminuyó un poco, además de aumentar mi deseo de querer apoyarla en esta contienda… ¿Entonces para qué entrené tanto si no podía ayudarla?
— ¡¡…!! ¡¡Iori, vamos a ayudarla…!! —Exclamaba con desespero y preocupación, pero él ni se inmutaba, lo que me puso anonadada y confundida— ¿…? ¿Iori…? ¿Qué te sucede…?
Iori parecía negarse a responder, pero pronto me daba cuenta de su condición física, viéndolo temblar como si él se reusara a cometer algo que no deseaba hacer, y al ver sus ojos, me convencí más de que algo extraño le había sucedido…
Aunque no dejé del todo a un lado lo que a Iori le sucedía, atendí de nuevo a Oana en su batalla con esa súcubo. Con un increíble salto que la mantenía suspendida en el aire, de repente la vi aterrizar sobre el suelo, apoyándose de sus extremidades como si se tratase de una araña, o casi parecido a una. Se levantó rápidamente, avistó a su endemoniada objetivo y alzó bruscamente sus brazos de tal manera que parecía levantar el suelo, pero lo que hizo en realidad fue un camino gélido lleno de afiladas estalagmitas, todas dirigidas con gran velocidad hacia Lilith…
Perspectiva de Oana: no vacilé en atacarla invocando uno de mis creaciones de hielo, no obstante la maldita perra contrarrestó mi jugada una vez levantó y bajó ambos brazos rápidamente, dirigiéndolos hacia el suelo. Sé que esas manos fueron envueltas con una poderosa aura, generando una potente onda de aire que chocaba contra el suelo que, casualmente, había sido transformado en un sendero gélido, destrozando y deteniendo el avance de mi ataque; sin embargo actué rápidamente y me le abalancé en su contra tras tomar el impulso suficiente para hacer un gran salto que acortara drásticamente nuestra distancia…
— Ice Maker: Espadas de los titanes…
Al hacer nuevamente uso de mi gélido y creativo Magicae, creaba dos espadas de hielo que aparentaban ser algo pesadas debido el tamaño excesivo que les había concedido, y exageré un poco al darles un tamaño aproximado, a cada espada, de unos 1.78 metros de largo (incluyendo empuñaduras), de afiladas hojas que contaban con un ancho de 30 centímetros, y con las que no dudé en utilizar con tanto frenesí para acabar con su maldita existencia. A pesar de su gran tamaño, las creé con el fin de no ralentizar mis movimientos, por lo que la perra de Lilith comenzaba a tomar mayores precauciones al evitar y esquivar las hojas de mis espadas de hielo.
No obstante, al ver una abertura después de algunos segundos de pura evasión sin descanso, Lilith pateó con su pierna derecha la espada de hielo que empuñaba con mi mano derecha, pero su acción la dejaba expuesta a un posible ataque de esa otra espada que empuñaba con mi otra mano, ya que la muy imbécil me había dado la espalda con su último movimiento, sin embargo esta demostró cuan ágil ya era, girando rápida e inesperadamente su cuerpo, encarando con suma confianza el próximo ataque que pretendía acertar. Fue muy pero muy rápida, tanto que no me percaté cuando se había armado con algo bastante afilado, pues la hoja de mi espada izquierda era dividida en dos tras un asertivo y rápido movimiento de ella, quien ahora, inesperadamente, empuñaba una Shukketsu.
La reconocí de inmediato; jamás olvidaré la guarda redondeada y empuñadura de tono azul índigo que caracteriza a esa arma, aquella que sólo traía recuerdos a mi mente sumergida en la rabia y en la sed de venganza; dolorosos recuerdos de hace 2 años atrás, cuando tuve mi última misión junto a la persona que más amaba, aquel que horas antes de iniciar nuestra cacería intentaba despertarme de un profundo sueño…
— ¿Oana? ¿Oana? ¡Despierta! ¿OANA?
Obi era de esos chicos que pretendían ser estrictos, mas no lograba serlo cuando incluso yo contaba con sólo 12 años, igual que él. En ese tiempo tenía mi típico castaño cabello ondulado drásticamente más alargado, y Obi lo tenía lacio y corto, pero con un mechón de su cabello emblanquecido, un poco raro de por sí; como hermanos gemelos, poseíamos las mismas características físicas, como el tono de piel y el color de nuestros ojos; lo único diferente era nuestra estatura en ese tiempo, pues para ese entonces yo medía 1.45 y él los casi 1.60 de estatura. Creí que había sido un sueño cuando él me llamaba de manera insistente; yo simplemente estuve recostada sobre un cómodo sofá que reposaba en una habitación que habíamos alquilado al sur de Liverpool, y para ese año aun vestíamos nuestros uniformes de ‘Slayers’ adscritos a la 11va división; negra gabardina de patrones lineales de colores verde y azul…
— ¿…? ¿Obi…? ¿Eres tú…? —pregunté aquella vez aun estando casi dormida.
— ¡Oana! —Él exclamó con sorpresa— ¡No puedo creer que aun tengas sueño! ¡Tsk! ¿Cómo puedes dormir tanto? Anoche nos fuimos a dormir al mismo tiempo, no deberías estar tan cansada…
— ¡YAWN…! Obi, sabes muy bien que somos totalmente diferentes… Que seamos gemelos, no significa que seamos iguales… ¿O sí? —mencioné adormitada, mientras que Obi se sentó en el sofá.
— ¿…? C-Claro que no, hermanita… —él sonrío al decirlo— Pero algo que nos hace completamente similares, es el sentimiento que ambos compartimos— afirmó tras juntar su frente con la mía aquella vez, de manera amorosa y fraternal.
Como olvidar la Shukketsu de Obi; es imposible no recordar los florales detalles azules en su empuñadura, los mismos que adornaban cuando permanecía enfundada. Siempre la consideré un arma muy bella…
— ¡Je, je! Hasta nuestras Shukketsus son diferentes, pero tienes razón…, sé que me quieres y sabes que te quiero, pues sólo somos tú y yo, Obi… —fue una de las últimas palabras que llegué a expresarle cariñosamente.
Aunque efímero aquel recuerdo en medio de nuestra batalla, miraba fijamente con repudio a la escoria malnacida de Lilith; tanto era el resentimiento que sentía hacia ella que las lágrimas se me salieron…
— ¿¡…!? ¿¡Qué demonios haces…!? ¿¡…!? ¿¡CON LA SHUKKETSU DE MI HERMANO…!?
Fue obvio gritar enfurecida, reclamando y exigiendo alguna explicación mientras intenté agredir a Lilith con la gélida y enorme espada que recién recuperaba, aquella que empuñaba con mi mano derecha y le arrojaba su filo sin piedad; pero, aunque fui extremadamente veloz comparado con mis últimos ataques, la puta lograba retroceder hábilmente tras dar un paso atrás, siendo totalmente evidente con ese ataque desmedido. Sin embargo, tal ataque fue tan poderoso y lleno de rencor, que terminó destrozando la espada de hielo, además de generar un cráter de más de metro y medio de diámetro pero con poca profundidad en el suelo agramado…
— (Suspiró) El día en que tu hermano murió, su Shukketsu dejó de pertenecerle… Extrañamente esta arma empezó a aceptarme como su dueña, así que la conservé para mí… —comentaba con sonrisa la muy zorra, pero la interrumpía con mis palabras.
— ¡¡Aun no respondes a mi pregunta…!! —Y obviamente preguntaría indignada— ¿¡Qué demonios haces con la Shukketsu de mi hermano…!?
— ¡…! ¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA…!! —Sonreía de manera hipócrita, seguido de una fuerte carcajada— ¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA…!! ¡¡Ya te dije que su Shukketsu ahora me per-!! ¿¡…!?
Su burla no terminaba, cuando repentinamente la tomé por sorpresa. Me satisfacía verla tan atónita, y supuse que la sensación de entumecimiento era clarísimo con casi todo su brazo y gran parte de la mitad del lado izquierdo de su cuerpo inmovilizados del frío, los que logré congelar inesperadamente… Imaginar que podía pensar la maldita con tanto asombro y confusión, en parte me reconfortó ante tanto odio que sentía por ella, preguntándose “¿Cuándo rayos pasó?” o “¿Cuándo congeló esta mi cuerpo?”…
— ¡Después de su muerte, daba por perdida su Shukketsu, pero ahora tengo una razón más para matarte…! —Le decía tras mirarla con mayor odio que antes, preparándome para lanzarle mi siguiente ataque al arquear mi brazo derecho internamente, recitando en ese momento el hechizo que pretendí lanzarle— Ice Maker: Prisión invernal…
Balanceé mi brazo bruscamente como había planeado hacer, liberando una poderosa ráfaga de aire que congelaba todo lo que me rodeaba, especialmente con trayectoria hacia Lilith. Confiaba que con este ataque todo terminara para esta malnacida, sin embargo esta nunca se mostró atemorizada, incluso si la había tomado desprevenida congelando casi la mitad de su cuerpo, el que liberó segundos después tras expulsar una tenebrosa energía oscura de color morado, la misma horrible energía que chocaba contra la ráfaga gélida que había invocado de un tajo. Creí que había sido mi imaginación, pero antes de que completara mi elemental hechizo ofensivo me había parecido oírle recitar con tanta calma: “Magicae Incipere: Death Breaker”…
Solamente le bastó con extender su mano izquierda para detener mi gélida ráfaga, y debido a la furia que sentía no me había percatado del emblema de tono violeta que se asemejaba a un cráneo, símbolo que emergió del ‘Nireru no Mahou-jin’ de casi 25 centímetros de diámetro y que destrozó el hielo que en algún momento aprisionó la mitad de su cuerpo.
— ¿…? ¿Q-Qué es…? ¿Q-Qué h-hizo…? —expresaba anonadada, quedándome paralizada ante la confusión.
— ¡Phew…! —Y la puta respiró de alivio— Me tomó tiempo el poder convencer a Samael de enseñarme su Magicae, pero ya viste el resultado ¿No? Sin embargo, también logré convencer a Lucifer…
Ahora ella extendía su brazo derecho una vez dejaba incrustada en el suelo la Shukketsu que originalmente había legado mi hermano, apuntando su mano claramente hacia mí, una confundida y atónita Mysthic Slayer de nublado juicio por mera rabia y sed de venganza, agregando a su convincente afirmación lo siguiente:
— Ya que he logrado adquirir parte de su nuevo Magicae de la luz del alba… ¡…! Magicae Incipere: Exile Flame…
Intenté moldear con mi Magicae de creaciones gélidas, cañones dispuestos a liberar poderosas ráfagas de energía helada, recitando lo más rápido que pude “Ice Maker: Ventisca balística”, pero Lilith había logrado invocar casi al mismo tiempo o incluso más rápido que yo el Magicae de anaranjado emblema de la luz del alba, disparando una flameante, gigantesca, y poderosa bola de fuego destellante mi contra, esfera llameante de 3.5 metros de circunferencia…
La colisión de ambos ataques fue inevitable por unos cuantos segundos, no obstante estaba más que claro quien había reclamado la ventaja entre ambos hechizos de alto nivel, resultando vencedor la gigantesca bola de fuego que arrasaba con el disparo gélido de los cañones de hielo que, a duras penas, había logrado materializar en tan poco tiempo. Como estaba previsto, la bola liberaría un potente estallido que me encerró en su llamarada incandescente, destrozando a su vez casi la mitad del campo de juego al interior del plantel educativo.
Perspectiva de Yuna: fue un estallido demoledor, y quizás doloroso también para la integridad física de Oana, pero qué podía yo hacer ante tan devastador resultado. Las llamas y el humo en el ambiente del destrozado campo de juego se disiparon segundos después, y Lilith, satisfecha con el resultado que denotaba con su malévola sonrisa lasciva, parecía reclamar su trofeo al ver la conclusión de sus actos, tomando con su mano derecha la espada que había sacado de quien sabe dónde, y que en su momento había dejado incrustada sobre el engramado suelo. Caminó hacia Oana, y una vez estuvo lo más cerca de ella apuntó la hoja de su arma en contra de la que permanecía malherida en el suelo chamuscado…, aquella que podía ver desde la azotea donde me encontraba, luchando por reponerse de tremendo ataque…
Perspectiva de Oana: “¡Te dije que no lograrías vencerme…!”, fue lo que exclamaba sonriendo esta maldita súcubo mientras yo intentaba mantenerme consciente después de tan brutal hechizo, mas no se quedaba callada la condenada perra cornuda.
— ¡No pudiste hacerlo hace 2 años, no lo lograste ahora, Oana…! ¡No sé si me estás prestando atención, pero quisiera escuchar tu último deseo antes de que te reúnas con tu hermano en el más allá…!
(Tenue risa) quien iba a pensar que ella también tenía un poco de consideración con sus enemigos. Esta me había dado una oportunidad y no pensaba desaprovecharla; la cuestión en ese momento fue cómo lograría derrotarla, y sólo una cosa se me ocurrió, pero incluso para mí rozaba a desesperación. El ‘Nireru no Mahou-jin’ ha estado en todo Magicae por alguna razón; remover el “sello” no resultaría difícil, mas no implicaba que fuese una opción a considerar, puesto que removerlo significaba más poder del que se podía controlar, y solamente bastaba con recitar 2 palabras, que aquejada de dolor, pude mencionar:
— ¡…! Ice M-Maker…: D-Dimisit Magicae…
En cuestión de milésimas de segundo, el cuerpo de Lilith se congelaba por completo y no sólo de manera superficial, suponiendo también que sucedía a nivel celular. Sólo una vez recurrí a este método, y en ese entonces había logrado congelar todo a mi alrededor por debajo de los 80°C bajo cero , y si mis cálculos eran correctos, creía logrado cristalizar el tejido epitelial de esta malnacida perra llamada Lilith; sin embargo, aunque paralizada por el frío extremo, ella aún conservaba su conciencia intacta, ya que si bien la expresión atónita en su rostro se conservaba inmóvil, sus ojos levemente podían moverse, aunque ella ya sabía que al más mínimo movimiento muscular le afectaría gravemente todo su esbelto y congelado cuerpo…
No cuento con habilidades telepáticas, pero verla intentar preguntarme y ver como su rostro se quebró por unos segundos, me hizo imaginar que, quizás, fue una pregunta como “¿¡Qué me hizo esta desgraciada!?” la que se le pasó por su cabecita lujuriosa. Su atónita y angustiosa expresión se quedaba congelada, literalmente, delante de mí, y aunque débil y bastante malherida tomé las fuerzas suficientes para ponerme de pie y encararla verbalmente.
— ¡…! Sé que te preguntas qué fue lo que te hice ¿Cierto…? La respuesta es simple…; tal vez conozcas uno que otro Exponentia…, además de lograr que lord Samael y lord Lucifer te enseñaran sus nuevos Magicaes, pero si ellos te hubiesen enseñado todo sobre ellos no te lo estarías cuestionando… —le explicaba con la mayor paciencia posible, seria y muy débil— Sabía que no podía hacerle frente al poder de ese Magicae con mi “Ice Maker”, así que antes de que tu ataque me alcanzara, me vi obligada a cubrirme en una fina capa de hielo para poder soportar tu ataque, de lo contrario no hubiera sobrevivido a eso o por lo menos poder moverme… ¡…! Sólo necesitaba estar cerca de ti por un mísero instante y desbloquear el sello que limita el potencial de todo Magicae. Agradezco la fortuna de que la Shukketsu de Obi resistiera todo el potencial liberado del “Ice Maker”… —pude sonreír, así sea de manera tenue; tal vez por el agotamiento o quizás por simple felicidad— Me alegro por eso, y ahora puedo vengar con mis propias manos su muerte…
Perspectiva de Yuna: a lo lejos presenciaba lo que acontecía en el campo de juego de la escuela, y de alguna manera llegué a comprender el por qué él no se involucró desde un principio en su batalla; pero creí de manera equivoca. Iori nunca se movió por una simple razón, y aunque desconocía por completo tal motivo, Oana no consiguió lo que quería. Por lo que sabía de Lilith, a ella se le reconocía como un ser inmortal, un ser absuelto de las capacidades de las Shukketsus… y algo me decía que ella lo sabía. Nunca la vi usar su propia Shukketsu; sin embargo, alguien no tuvo piedad con ella y terminó por arrebatarle esa oportunidad que tanto había luchado en conseguir…, acabar con la existencia de Lilith, aquella que era eliminada con el movimiento giratorio de un hacha de dudosa procedencia…
Perspectiva de Oana: el inesperado desenlace de mi venganza inconclusa, sólo me impulsaría a cometer una locura aún más descabellada que la anterior. Lo que una Shukketsu no había podido lograr, lo hizo alguien más con el poder suficiente para acabar con la vil existencia de esta desgracia eterna… Mi corazón aún se sucumbía a un rencor profundo que se desbordaba sin cesar, y mi alma seguiría atormentada por no poder hacer algo por mi querido hermano… ¡¡Maldita sea mi suerte!!
Comments for chapter "05"
QUE TE PARECIÓ?
La verdad si da pena lo de Oana