La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 06
La batalla había llegado a su fin; la calma regresaba a mi corazón, y los daños se evitaron al llevarse a cabo desde otro plano existencial, como en aquellas ocasiones que luchamos contra los Mystics… Todo parecía estar resuelto; no obstante, algo me decía que esto sólo era el inicio de algo mucho peor; el cuerpo congelado de Lilith yacía en el suelo hecho trizas, parecía el resultado óptimo de aquella batalla, pero no como en realidad ella deseaba…
Secundaria “Sanctus Mica’el”. Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: Oana parecía mirar indignada y con frustración los restos de su cadáver pulverizado; supuse su evidente insatisfacción, y si soy franca conmigo misma yo también me habría sentido igual. No sólo su vestuario lucía harapiento, desaliñado y rasgado, sabiendo que su lucha fue muy difícil hasta dejarla agotada y malherida; su corazón y su alma seguían hecho añicos…, y estos no serían reparados hasta que ella hiciese justicia por su propia cuenta. Era todo eso lo que imaginaba desde la restringida azotea de la escuela…
Iori y yo decidimos llegar al campo de juego, mientras aún permanecíamos en este plano existencial, considerando que las cosas no habían concluido todavía. Ella ya se había marchado evadiendo las gradas de ese escenario académico y deportivo, suponiendo ella de donde vino el sorpresivo ataque y también quién fue el misterioso agresor, además de llevarse consigo el arma de funda azul que alguna vez empuñó la abatida súcubo. Desconocía que pasaba por su mente, mas no como se sentía; sin embargo, lo único que podía decir con certeza era que no nos quedaríamos de brazos cruzados.
Al llegar al apartamento de Iori, había la necesidad de cambiarnos de ropa, y él aprovechó la ausencia de Oana para prestarme la habitación que ella suele usar y así localizar algunas cosas que, ella misma, se ofreció a resguardarme durante los días que tomábamos para entrenar, explicándome que cargar con una mochila cada vez que viniera a entrenar, era algo que le parecía tedioso, por lo que guardó muchos de mis atuendos que usaba casualmente en los días que no era necesario ir a la escuela.
Elegí algo cómodo y poco atrevido, ya que aún me sentía avergonzada por lo que sucedió en la azotea de la escuela, sin lograr superar la bochornosa escena donde él conoció una fracción íntima de mi cuerpo…; por eso, decidí vestirme con una rosada blusa cuello tortuga y sin mangas, un pantalón de licra negra y zapatillas casuales de tono rosa. Por su parte, él se colocó una camiseta manga corta blanca, una rojiza chaqueta deportiva con capucha que terminaría recogiendo las mangas, por encima de los codos y enseñando sus típicas muñequeras azules; también lució pantalones deportivos azules y zapatos deportivos rojos…
No sabía cómo dirigirme hacia él, ni tampoco cómo reaccionaría de ahora en adelante, sin embargo ambos parecíamos coincidir y creer que este no era el mayor de nuestros problemas, teniendo una labor que cumplir.
— ¿Iori…? E-Esto… ¿Cómo te explico…? —expresaba yo evidentemente nerviosa.
— ¿…? Quieres saber qué pasó allá ¿Cierto…? —Preguntó Iori con indiferencia— Sin embargo… ¿Qué es lo que necesitas saber en sí…? —agregó él con seriedad, mientras yo dudaba por unos segundos hasta que por fin me decidía a responder.
— ¡…! ¡Dímelo todo, Iori…! ¡Necesito saber qué fue lo que pasó allá…!
Él se quedó en silencio por unos cuantos segundos ante mi decidida actitud, pero antes de responderme, señaló que tomara asiento tras verlo sentarse en el sofá de la sala de estar de su hogar, para luego comenzar a explicarme de inmediato e iniciar con un preocupante suspiro…
— De dónde vengo y pertenezco, es necesario pasar por una serie de pruebas antes de pertenecer al cuerpo principal de ‘Slayers’ —me explicaba seriamente— por lo que los altos mandos nos envían con una sencilla pero complicada y, sobre todo, tediosa misión…, cazar mientras proteges a los humanos de la “Verdad”.
— ¿…? ¿A qué clase de “Verdad” te refieres…? Creí que su labor primordial era proteger a los Versteckts de las garras de los Mystics… —expresé confundida.
— ¡Hmm…! Respecto a eso, Yuna…, Oana te mintió… —expresó apenado y también molesto, pero sólo por unos instantes, recuperando su seria actitud— Si bien cada Mysthic Slayer debe evitar que ciertos Mystics crucen los límites entre este mundo y el plano que habitan, borrando su existencia si es necesario…, en realidad es por el bienestar de la humanidad…
Quedé anonadada ante su explicación, pero aun así continué escuchando, presintiendo que él había profundizado más en un tema en específico…
— Oana y yo seguimos siendo Mysthic Slayers de rango muy bajo, partiendo de que se clasifican por lo que conocemos como “Stars”, y que se enumeran del 1 al 5… 1 Star, es el rango más bajo y el que se le asigna a todo ‘Slayer’ luego de obtener su título; luego le sigue 2 Stars, considerado un buen rango debido a que se te considera apto para cazar a Mystics más poderosos, especialmente por fuera del mundo humano; el 3 Stars, 4 Stars y el 5 Stars, son los rangos más altos y respetados entre los ‘Slayers’, líderes confiables en una unidad o escuadrón. A nosotros se nos encomienda cierta misión para ascender de rango, y en mi caso jamás pude hacerla; quizás es por eso que ya no me considere un ‘Slayer’ oficial…
— Entonces… —lo interrumpí repentinamente, haciéndole cierta cuestión— ¿Por qué asumes esta responsabilidad si ya no te corresponde hacerlo…? —Iori se quedó en silencio, pensándolo tal vez, pero de repente respondió:
— Lo hago por Oana…
— ¿…? ¿Oana…? —pregunté asombrada y confundida, pero él suspiró pausadamente antes de responder.
— Oana presentó la prueba a los 12 años, cuando por lo general a cada ‘Slayer’ de 1 Star se le asigna esta prueba a partir de los 13 años…, aunque eso no viene al caso… ¡…! En fin; Oana vino a presentar su prueba, pero con ella ya venía alguien más; la única persona que la hacía trabajar como era debido, su hermano gemelo, Obi Northrop… —agregaba Iori, con seriedad y cierta melancolía.
— ¿…? ¿¡Hermano gemelo!? —exclamé anonadada… ¡Por dios! ¡Cuántas sorpresas tuve esa vez!
— Desde que la conozco, siempre ha tenido esa actitud holgazana, pero bajo la compañía de su hermano, ella era todo lo contrario. Ambos trabajaban arduamente, era él su factor motivacional, ya que se consideraban compañeros con un inigualable afecto entre ellos. Como ‘Slayers’ mantenían a salvo a los humanos de la “Verdad”, y todo apuntaba a ser un éxito cuando presentaran su prueba de ascenso, la que fue designada hace 2 años atrás… Ellos no tenían conocimiento de a quien cazarían para pasar la prueba, y al parecer tampoco quienes le asignaron tal objetivo…
— ¿…? Lilith ¿Cierto…? —comenté con presunción, y otra vez pausó su explicación por un instante.
— No quise creerlo hasta que lo experimenté en carne propia, pero Lilith tenía la capacidad innata de persuadir la mente de los varones con tanta facilidad, volviéndolos sus fieles esclavos, siempre y cuando la víctima tuviese algún pensamiento lascivo o lujurioso en ese momento… —explicaba él, serio y preocupado.
— ¿¡…!? Así que fui el detonante de que Iori se convirtiese en la carnada perfecta para atraer a Lilith ¿Eh…? —pensé presumidamente, contraste al rostro sonrojado que enseñaba por la vergüenza.
— Obi, al parecer, cayó fácilmente en el control mental de Lilith, por lo que fue obligado a enfrentarse a su propia hermana…
— ¿…? Eso quiere decir que, cuando te pedí que ayudáramos a Oana, habías caído bajo su poder… ¿Cierto?
— N-No del todo, pero sí… —Iori respondió con seriedad, disimulando el ruborizar evidente en su rostro.
— Entonces, en aquella ocasión, en la que lo vi temblando… ¿Estaba oponiendo resistencia…? —eso también lo pensé, pero de manera analítica.
— Si realizaba algún movimiento, podría haberte atacado sin dudarlo e incluso haber atacado a Oana, pero tal vez ella me hubiese derrotado como lo hizo con su hermano… —agregaba él, serio y melancólico.
— ¿…? ¿Qué dices, Iori…? Acaso quieres decir que…
De cierta manera…, una parte de mí no deseaba oír la respuesta, puesto que ya suponía cual sería… y la reacción que yo tendría frente a esto…
— Lilith no asesinó a Obi, la culpable fue la mismísima Oana… Durante su confrontación con Lilith, Oana se vio obligada a enfrentarse a su propio hermano, y como consecuencia ella salió victoriosa de su lucha al tener que asesinar a Obi. Esto le trajo grandes consecuencias emocionales a Oana, en especial a su Shukketsu…
— Entonces… Oana pudo haber vencido sin tanta dificultad a Lilith, si hubiese tenido su Shukketsu… Eso explicaría el por qué no utilizó su Shukketsu en el combate… —pensé de manera comprensiva, para luego preguntarle a Iori— Y ¿Qué le pasó a su Shukketsu?
— ¡Hmmm! No lo sé… Sólo sé que ha quedado inservible, pero eso es todo —Iori respondió con seriedad.
Todo parecía estar claro, o por lo menos lo más importante, pero todavía había algo que me inquietaba y de alguna manera insistiría para saciar mi curiosidad, sin antes suspirar…
— Una cosa más, Iori… ¿Qué clase de “Verdad” le ocultan a los humanos?
Él me miró fingiendo enojo, pero parecía más esquivo que cualquier otra cosa, como si deseara evitar la pregunta, y su silencio corroboraba eso…, hasta que respondió serio y lleno de determinación: “Tarde o temprano lo sabrás, pero por hoy es mucha información por digerir…”
— Ahora… debemos hallar a Oana, antes de que cometa otra locura o su vida corra peligro… —agregó él para terminar nuestra conversación sobre Oana.
Él dejó por sentado nuestra plática y sólo me informó de lo estrictamente necesario, pues aun permanecíamos en el plano existencial que los Versteckts habían creado desde el inicio del combate contra Lilith. Iori fue muy claro en que debíamos apresurarnos en hallarla, ya que consumiría drásticamente la energía de los Versteckts y estos se expondrían ante la sociedad y, también, exponiendo a cualquier Mystic que se atreviera a aparecerse en el momento. Si eso ocurría, mientras buscábamos a Oana, no habría quien para proteger a los ciudadanos de Liverpool…
Tras recorrer algunos puntos estratégicos siguiendo el débil Maná de Oana, llegó un tiempo en que perdimos el rastro, ya que Iori reconocía que no era muy bueno rastreando el Maná y, particularmente, en las condiciones en las que ella se encontraba dificultaban su búsqueda, encimándole también que tardamos mucho en actuar; no obstante, él sintió la presencia de un Mystic dentro de una bodega abandonada, y en ese momento el rastro del Maná de Oana se había mezclado con el nuevo Maná que Iori hallaba por la zona industrial de esta ciudad.
Parecía una locura, pero sabíamos que, aunque nuestra prioridad era hallar a Oana, no podíamos ignorar a este Mystic, decidiendo investigar dentro de la bodega. En ella, encontramos a varias jóvenes mujeres atadas de brazos y piernas, y en un estado de inconsciencia absoluta, lo que llamó nuestra completa atención, a pesar de los atuendos algo atrevidos de estas mujeres, decidiendo igualmente intervenir; pero, de forma rápida, fuimos abordados por el supuesto culpable tras atacarnos sin cuartel y de manera sorpresiva desde el punto más alto de la bodega. Por fortuna, Iori reaccionó a tiempo, salvándome a mí también al mismo tiempo tras tomarme de la cintura con su brazo izquierdo, y saltando a un costado para eludir el inesperado ataque, agresión que impactó con fuerza sobre el suelo, levantando escombros y también una espesa cortina de polvo…
— ¿Yuna, estás bien…? —me preguntó con ligera preocupación.
— ¡“Hai”! ¡“Shinpaishinaidekudasai”! (¡“Sí”! ¡“No te preocupes”! En japonés) —respondí angustiada y confundida— ¿…? Pero… ¿Qué o quién nos atacó? —agregué susurrando, mientras se dispersaba la cortina de polvo.
— Creo que fue un “Sátiro”…, pero… ¿Qué hace un Sátiro aquí? —respondió Iori susurrándome, serio y preocupado.
Un año atrás, encontré un libro que hablaba sobre mitología griega; en él, se describía al sátiro como uno de los compañeros itifálicos de Dionisio con características equinas, incluyendo una cola, oreja y, a veces, hasta falo de caballo. Las representaciones artísticas primitivas lo muestran a veces con piernas de caballo, pero en la cerámica con figuras negras del siglo VI a.C. las piernas humanas eran más comunes; sin embargo, en la mitología romana, hay un concepto similar a los sátiros con características de cabras, siendo el ‘fauno’ medio hombre, media cabra. Los sátiros adquirieron su aspecto caprino a través de su fusión posterior con el Fauno romano, un espíritu itálico despreocupado de la naturaleza con características similares e identificadas con el dios griego Pan; por otra parte, en la literatura latina se suele describir a los sátiros con la mitad inferior de una cabra, con cola de cabra en vez de caballo de los sátiros griegos; además, los sátiros se convirtieron en criaturas casi idénticas a los Faunos, y también estos suelen ser representados en el arte romano con cuernos de cabra, mientras que los más jóvenes suelen representarse con protuberancias óseas en sus frentes …
Dejando de lado lo que recordaba en aquel texto, una vez dispersa la nube polvorienta presencié con mis ojos la apariencia verdadera de nuestro agresor. Era un hombre alto con una talla promedio a los 1.80 de estatura; por su complexión física y musculatura, podría especular cuan pesado podía ser, lo que me asombraba por lo rápido que se podía mover; sus cabellos de color castaño claro, lacio y alborotado no llegaban más allá de sus hombros, y sus evidentes cuernos que se asemejaban con las de una cabra, junto con esas extremidades inferiores cubiertas de una exuberante vellosidad que llegaban hasta su cintura, y al igual parte del mentón de su apuesto rostro de tez clara; llevaba puesto un chaleco azul índigo con bordes dorados, cargando sobre sus fornidos hombros una extraña lanza de doble cuchilla de casi 2 metros de largo, de resplandecientes filos escarlatas y metálica empuñadura; sus penetrantes e intimidantes ojos verdes con pupilas rayadas, y esa amenazante sonrisa que pedía a gritos algo que rebanar; lo más llamativo de él, era el tatuaje que llevaba sobre el hombro izquierdo. No sabía con exactitud cuál era su forma, pero mi intuición me decía que no sería la primera y última vez que la vería…
— ¿Quién demonios son ustedes, par de mocosos? Y ¿Qué hacen aquí…? —exclamó el sátiro exigente.
Me sorprendió mucho al oírlo hablar, aunque sonaba un tanto hipócrita con todo lo que he experimentado, pero sí me sorprendió un poco…; prácticamente soné indecisa (risa tímida). De repente, algo parecía llamar su atención, pues su confiada sonrisa se tornó tenue al observarnos…
— ¿…? ¡Tú…! ¡Chico del cabello alborotado…, esa espada que cargas…! ¿Es esa una Shukketsu…?
Iori disimuló su asombro, pero esa reacción no pudo ser ocultada por completo; sin embargo él le preguntaría exigentemente: “¿Quién eres? ¿Y cómo sabes de la existencia de las Shukketsus?”…, a lo que segundos después, el sátiro contestaría entre risas ante esa cuestión:
— De donde vengo sus Shukketsus son… ¿Cómo lo diría…? “Famosas”.
Tras escuchar lo último que dijo, se me ocurrió preguntarle algo en particular, pero su sonrisa se borraría por completo de su rostro al mirarme directamente a los ojos…
— Estas mujeres… ¿Para qué las necesitas…? ¡…! Acaso… ¿Guardan alguna relación con Lilith…?
— ¿…? ¿Cómo sabes sobre la existencia de Lilith? —expresó este, serio y malhumorado.
— Porque ella acaba de ser asesinada… Por eso preguntó…
Iori se tomó el atrevimiento de responderle y confesarle sobre el fallecimiento de Lilith, sin embargo ante aquella respuesta…, el sátiro sonreiría de nuevo y nos preguntaría: “¿Ustedes lo hicieron?”, pero Iori contestaría seriamente al tiempo en que detallaba disimuladamente la lanza que este sostenía sobre sus hombros…
— Para nada… ¡…! ¿Guardas alguna relación con ella…?
— ¡Jah…! ¡No veo la necesidad de decírtelo, chico, pero si te diré quién soy…! —Comentaba caminando, acercándose lentamente a nosotros— ¡Mis amigos me conocen como Akakios y me gusta mucho el que mis oponentes conozcan mi nombre, antes de llevarlos a la tumba…! ¡Saluden a Lilith de mi parte…!
Sin más que decir se lanzó repentinamente en nuestra contra y a una velocidad increíble, arrojándonos uno de los extremos de su peligrosa arma afilada. En ocasiones anteriores, Iori no me permitiría combatir, pero tras los extenuantes entrenamientos, he adquirido cierta destreza y agilidad en combate; así que, luego de aprender a convocar mi propia arma a una gran velocidad, lo hice mientras me defendía de su primer ataque.
Iori por su parte, dejó que el nudo de la funda de su Shukketsu se desatara por sí sola; la desenfundó rápida e inesperadamente optando también por defenderse. Ambos resistimos el impacto de su lanza, pero su fuerza y velocidad estaban más allá de lo que habíamos solido enfrentar, pues tanto él como yo sentimos la presión de su poder tras ser repelidos, intentando resistir con nuestras piernas mientras el suelo se zanjaba en el acto. Su potente arremetida hizo que quedáramos expuestos a su siguiente movimiento; de repente, solté mi espada y comencé a controlarla de manera remota y con gran rapidez, pero todo parecía ser inútil…
Akakios era hábil, logrando desviar mis ataques con la espada al utilizar su lanza con maestría y agilidad; de repente, Iori recuperó su postura y se lanzó a la ofensiva tras acecharlo de manera rápida y sorpresiva por el costado derecho de este, no obstante Akakios resistió tal amenaza al golpear la hoja de la Shukketsu de Iori, desviando su trayectoria en el mismo instante en que lograba repeler mi ataque a distancia…
— Crepitus…
Creo que se consideraba esto como “recitar un hechizo”; sé que debe poseer algún otro nombre, pero aun así lo hizo sonrientemente confiado. Para lograrlo, él se despojó de su lanza por unos cuantos segundos, colocando posteriormente su mano izquierda sobre su brazo derecho, apuntando la palma de esa misma mano hacia Iori…, pero Iori reaccionó a tiempo, por lo que rápidamente respondería a su ataque tras extender su mano izquierda y recitar seriamente: “Abducet Infixum”…
Todo fue muy repentino; la palma de la mano izquierda de Akakios generaba chispas que inesperadamente se transformaron en una llamarada explosiva que alcanzaba a lastimar a Iori con tan poderosa explosión. Sin embargo, lo que haya recitado Iori parecía minimizar el daño, por lo que sólo tuvo como consecuencia algunas heridas superficiales y daños menores en su ropa, pero Akakios no se detendría tras realizar un ágil y repentino movimiento con su lanza, escapando de nuestra vista; el resultado, la cuchilla de su lanza desgarraba la chaqueta y la camiseta de Iori, hiriéndolo seriamente en su hombro izquierdo. Al ver como Iori fue alcanzado por ese ataque, llamé a mi espada a la que empuñé yo misma esa vez; rápidamente me abalanzaba en contra del sátiro, atacándolo por la retaguardia, sin embargo la bestia se defendió de mí, además de propinarme una bofetada con su mano izquierda, esa que entumeció tanto mi mejilla izquierda y que me arrojó por los aires, hasta que terminé chocando contra el suelo de manera abrupta.
Perspectiva de Iori: fue totalmente imprudente lo que ella hizo, mas no significaba que pasara por alto su sufrimiento, lo que me indignó repentinamente. Levantándome del suelo con una pirueta muy veloz, intenté lanzarle al sátiro un tajo que iniciaba desde el interior de mi cuerpo, aprovechándome de la parte expuesta que, aquel que respondía al nombre de Akakios, había dejado para mí. Confiaba en provocarle una seria herida a la altura de las costillas del lado derecho de su torso, sin embargo interpuso su lanza, especialmente la extensa empuñadura metálica con la que detuvo mi sorpresivo ataque, aprovechando también para arrojarme una patada bien potente, aquella que conectaba con su pata izquierda sobre la parte derecha de mi abdomen, repulsándome algunos metros que ni vagamente pude calcular y que me hacían chocar estrepitosamente contra una de las paredes del espacioso lugar.
Eso me dolió y quizás había fracturado algunos de mis huesos; no podía reponerme a tiempo, lo que ese sátiro aprovechó de inmediato para continuar con su arremetida desmedida; sin embargo, ninguno de los dos previmos lo que pasó después, tomándonos por sorpresa al no avistar en qué momento Yuna se interponía en nuestros caminos; ella defendiéndome y encarando al mismo tiempo a Akakios, sosteniendo firmemente su carmesí Tänzerin…
— ¡¡DEJA A IORI EN PAZ…!! —gritó Yuna enfurecida.
Le bastó balancear frenéticamente su espada carmesí para liberar una onda de energía pura muy oscura, tenebrosa ráfaga de color negro que dirigía rápidamente en contra de Akakios, aquel que sin temor encaraba de manera desquiciada…
— ¡¡APÁRTATE, NIÑA…!! —exclamaba Akakios sonriendo maléficamente.
Jamás se detuvo; fui testigo fidedigno de como Akakios directamente encaraba la destructiva y enérgica onda de oscuridad, recibiendo de manera descabellada el impacto de esa ráfaga negra que generaba al instante una poderosa explosión tras impactar contra el sátiro. Aunque imposible de creer, Akakios surgía de la cortina de humo que se generó tras aquella explosión, pero no ileso frente a las heridas considerables que poseía en todo su cuerpo; me dejó perplejo tal resultado.
Tanto el sátiro como Yuna, también se quedaron anonadados por tal resultado, pero de pronto esa decidida y valiente Yuna caía al suelo, débil o agotada; aunque Akakios, a un ritmo menos acelerado, proseguía con su arremetida ahora tomando como su objetivo a una inconsciente Yuna Gardner. Verlo tan preocupado y adolorido, gestos que no pudo ocultar, me hicieron imaginar por lo que pasaba por su mente, pensamientos que quizás eran reproches sobre la situación, lo que disfrazaba con insultos y palabras burdas, incluso su expresión en el rostro delataban frases como “¡Ese ataque me afectó más de lo que me esperaba!” u otras también como “¡Me cuesta creer que esa chica sea un mayor problema para mí, que el mismísimo Mysthic Slayer…!”; simples conjeturas mías…
Felicidades, Yuna Gardner, gracias a tu intervención me aproveché de su debilidad física; tu sola intervención me hace desconfiar cada vez más de ti, pero te estoy agradecido por esa oportunidad que me diste. Tomé mi Shukketsu y arremetí de manera rápida, posicionándome por la parte baja del torso del sátiro, para así lograr cercenarle su brazo derecho, mano con la cual sostenía la mortífera lanza, y logrando hacerlo al transformar el filo azulado de la hoja de mi Shukketsu, en una totalmente escarlata, siendo sólo por unos instantes. Luego giré mi cuerpo y solté al mismo tiempo mi propia espada, aprovechando aquella lanza que tomaba prestada y sostuve con mi mano libre, arrojándosela desde la espalda al sátiro, y atravesándole el pecho al mismo tiempo. Indignado y casi moribundo ante el repentino empalamiento que le provoqué, Akakios, el sátiro, exigía una explicación al respecto una vez volteaba y enfocaba completamente su vista sobre mí, cuya mirada se cruzaba con la mía.
— ¡M-Maldición! ¿…? ¿Qué hiciste…? ¡¡Puagh!! —Expresaba con rabia, mientras caía de rodillas y regurgitaba sangre en abundancia— ¿P-Por qué me atacaste tan traicioneramente, ‘Slayer’…?
— Muy simple…, descubrí tu secreto, Akakios —comentaba con seriedad y levemente adolorido, a lo que el sátiro reaccionaba confundido ante la respuesta que le daba— Debo reconocer que tus habilidades de combate son excepcionales, pero tras luchar contra ti, me percaté de dos cosas… Primero, no parecías temerle a mi Shukketsu aun si bloqueabas cada uno de mis ataques; no sé si los ataques de Yuna te afectarían, pero igual los evitabas también. Sólo aquellos que se convierten en Mysthic Slayers pueden desarrollar una habilidad inmunitaria, defendiéndonos del filo de las Shukketsus; esa habilidad es conocida como “Fumetsu”…
— ¿¡…!? ¿¡Q-Qué…!? —respondía él anonadado.
— Extrañamente eso también nos hace resistentes a las habilidades mortíferas de los Mystics, al igual que a las hojas de todas las Shukketsus… Había escuchado historias de Mystics de baja categoría que eran capaces de resistir el filo natural de las Shukketsus; y Lilith, al parecer, corroboraba esas historias, aun siendo categorizada como un Mystic de clase “C”… Fui testigo de su enfrentamiento, y no niego que me sorprendí al verla dominar Exponentias y dos Magicaes; eso me hizo pensar que habría desarrollado su Maná interior…, a tal punto de adquirir la habilidad inmunitaria del Fumetsu…, igual que tú…
Akakios no podía ocultar su asombro ante las conclusiones prácticamente asertivas, limitándose a oír mis palabras mientras aún conservaba una pizca de consciencia en medio de su lenta agonía…
— Como Mysthic Slayer, aprendí a desarrollar una técnica para este tipo de casos, pero nunca he sido lo bastante diestro en el “Satsujin”, como se le conoce a esta técnica… Entonces…, si Lilith poseía inmunidad a las Shukketsus… ¿Cómo pudo ser asesinada…? Segundo; esa lanza que ahora se aloja en tu pecho tuvo la oportunidad de herirme, y suponiendo que Lilith, tú y yo contamos con la bendición de Fumetsu, eso significa que existe alguna otra arma que sea capaz de neutralizar los efectos al igual que el Satsujin ¿Cierto…? Mi Shukketsu jamás te eliminaría…, entonces… ¿Por qué no hacerlo con la misma arma que fue capaz de lastimarme?
— ¿¡¡…!!? ¡¡M-Mal…di…t-to…!! —exclamó Akakios con su último aliento.
Nunca fue necesario a que respondieras si guardabas relación con ella o no, pero la lanza en tu pecho lo demuestra… Siéndote sincero, esperaba obtener alguna respuesta de tu parte, pero ahora sólo te deseo… que los regentes del reino de la muerte se apiaden de tu última pizca de existencia… y que logres descansar en paz…, Akakios…
Comments for chapter "06"
QUE TE PARECIÓ?
La verdad si me sentí mal por Oana