La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 09
La ignorancia humana los lleva a una hostilidad asegurada; yo, que he vivido oculto entre las sombras de una sociedad que se autodestruye lentamente, he observado la desconfianza, el rencor y la soberbia que inunda al ser humano. He vivido sin temor a su raza, y desde centenares de años he sido superior ante ellos; seres insignificantes que se proclaman y se alzan en la cima de una pirámide evolutiva sin sentido, y sigo sin comprender como los Mysthic Slayers se enfrascan en protegerlos, sabiendo que en algún momento podrían ser traicionados, como yo alguna vez lo fui… “Umbra”, no sólo me mostró un camino distinto, me enseñó una forma de vida totalmente diferente sin la necesidad de ocultarme bajo las contaminadas sombras de una plaga que destruye su propio mundo y que transforma la naturaleza misma para su beneficio egoísta…
Tal vez no lidere del todo a la orden secreta ‘Tanken’, pero él confió en mí para llevar su objetivo al alcance…, sin importar que métodos me tocara utilizar para hacer su sueño realidad.
Oscuridad perpetua invadía esa habitación medieval; sólo la flameante luz de un trio de velas iluminaba el recinto opacamente; como me encantaba este ambiente. Medusa arrodillada se dirigía hacia mí, un imponente y sombrío ser de aproximadamente 1.80 de estatura, oculto dentro de una majestuosa y tenebrosa capa roja del que era difícil revelar mi rostro; sólo esos brillantes ojos rojizos míos se avistaban ante el espacio negro de la oscuridad invasora. Asterión también arribaba poco después en aquella habitación, emergiendo de la perpetua oscuridad queriendo robarme toda la siniestra atención e imponencia que quería mantener; igual, con mi presencia era ya suficiente, y Medusa procedió a cesar su silencio…
— Hemos logrado destruir a la portadora del 4to sello, mi señor…, pero tras cumplido nuestro objetivo, la vida de Akakios se ha desvanecido por la premeditada intromisión de aquellos a los que nuestro señor ‘Umbra’ nos advirtió —explicaba esa gorgona con sumo respeto. Eso me agradaba; no quería imaginar que pasaría si no lo hiciera, y qué consecuencias le traería (risa tenue).
— No sólo eso, mi señor, los culpables lograron escapar con vida, ya que un apestoso licántropo los ayudó inesperadamente tras dejarlos cerca de la entrada al reino de Hades —ese era Asterión, expresándose respetuosamente como de costumbre.
— Ya veo… Entonces…, debemos actuar lo más pronto posible, y destruir los 3 sellos restantes —decía sin angustia alguna. Estaba muy seguro de lo que habíamos planeado— Asterión, Medusa…, en caso dado en que se vean comprometidos en una difícil situación, pueden liberar sus “maldiciones” y usarlas como les plazca; sin embargo, cada uno de ustedes conoce cuales son los riesgos de usarlos.
— ¡Sí, señor! —respondieron ambos al unísono. Perfecto.
— Excelente… ¿Hay alguna otra cosa que reportar? —preguntaba dudosamente, mientras permanecían silentes ante la cuestión inesperada que arrojé.
— ¡…! S-Su lanza…, señor…; l-la lanza que le fue otorgada a Akakios como préstamo…, d-desapareció… —Medusa me revelaba tal información con temeridad…, y eso me decepcionó un poco.
— Que malas noticias…, pero igual… ya no importa, porque nuestro señor ‘Umbra’ me ha concedido algo mucho más importante que una simple lanza…
Norte de Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: dos días; fueron dos días de estar sumergida en un profundo sueño, aunque ya casi un mes había pasado desde su llegada repentina. Él solamente se presentó ante mí con una mirada fría, una actitud seca, y una extraña espada atada en su propia funda…; estuve a merced de una temible criatura que se ganó mi confianza sólo para devorarme bajo sus asesinos instintos, pero él estuvo ahí para salvarme de sus garras.
Al principio me cuestionaba cuál era su objetivo; no obstante, en su primer intento de respuesta, supe qué clase de persona se me presentaba ante mi humilde e ingenua personalidad, pero eso no me detuvo, porque con él conocí de lo que era capaz de hacer, de lo que guardaba en mi interior, y de lo que quería proteger a toda costa y con mis propias manos.
Ese día, aquel 27 de abril, me hallaba en atrevidos y lujuriosos atuendos, reposando en una habitación en la cual carecía de comodidad para lo que acostumbraba estar, mientras asimilaba con resignación el relato de un joven licántropo, que si no fuese por su repentina llegada, tal vez estaría reunida con mis padres en el más allá…
Perspectiva de Blanimir: con una mente llena de dudas e historias confusas, la joven Gardner se regocijaba bajo las tibias cobijas de aquella fémina habitación. Había un inconveniente por tratar, y era imperativo que él se presentara a tiempo, lo que apaciguó mi angustia al verlo llegar en compañía de esa joven ‘Slayer’; sin embargo, había ignorado la ausencia del joven ‘Slayer’ llamado Iori Kurosawa, tal vez previendo la llegada de Kenji Yamamoto…
— Lo esperaba con ansias, señor Kenji Yamamoto… —expresaba ansioso— Llegué a pensar que jamás se presentaría ante nosotros, debido a su condición.
— ¡Wow! Creo que alguien aquí sabe más de mi propia vida que yo… Debería cuestionar eso… ¿No lo cree, jovencito? —decía el señor Kenji con total serenidad; raro en un individuo de su calibre.
— Obviamente conoce mi longevidad, señor Kenji; para el clan “Unsterblich”, el tiempo es sólo una eternidad casi placentera —comentaba yo seriamente sonriendo, expresándome lo más cortés y gentil posible— Tome asiento por favor.
— ¡Je, je! ¡Claro, claro! Oana me dijo que solicitabas mi presencia, pero… ¿Puedo saber para qué? Puesto que ella se negó a contarme los motivos de dicha solicitud… —expresó seria y serenamente, acatando al gesto de cortesía que yo planteaba.
— Por supuesto que sí, señor Kenji, pero antes quisiera hacerle una pregunta… ¿Cuántos sellos posee la “Espada Sealant”, y quienes portan dichos sellos?
— ¿…? ¿“Sealant” dices? —Preguntaba al posicionar sus brazos indicando duda o confusión; pretendiendo engañarme como si no supiese algo al respecto— ¡Hmmm! ¿Qué sabe sobre esa “espada”, señor…? ¿…? —incluso preguntó sobre mi identidad, la que con seriedad no le negué…
— Blanimir…; mi nombre es Blanimir von Ewig… Sobre la “espada” en cuestión, no sé mucho al respecto…
— Entonces estamos igual, mi querido amigo… —y él respondió jocosamente sereno, pero después expresaría con seriedad— Sin embargo, sé que cada sello debe ser removido en un orden especifico…, ya que de lo contrario la “espada” quedaría totalmente sellada por toda la eternidad… o eso dicen —agregó al sonreír de manera serena y tranquila. Simplemente lo único que pude hacer fue suspirar decepcionado.
— ¿…? ¿Por lo menos conoce quienes son los portadores de estos sellos? —agregué una inquietud, hecha con seriedad y leve angustia; pero él de nuevo posicionó sus brazos demostrándose dudoso y confundido.
— ¿Hmmm…? ¿…? El 1er sello se hallaba en un Mystic Zero radicado en Estados Unidos; el 2do y 3er sello, se hallaban en una pareja de Mystics Zero que compartían una relación afectiva en China…; el 4to sello lo protegía Lilith, la líder original de todos los súcubos, y ella residía aquí en Liverpool…
Sólo por mencionar…, Oana Northrop parecía reaccionar algo inconforme, e incluso molesta al escuchar lo dicho por el señor Kenji, y tras revelar dicha información, la joven ‘Slayer’ se retiraba de la reunión de manera un tanto grosera…, lo que confundiría, de forma aparente, al interrogado y experto ‘Slayer’ frente a mí en aquel momento…
— ¿…? ¿Eh? ¿He dicho algo malo…?
— Por favor, continúe, señor Kenji, la prioridad por el momento es conocer los portadores de estos sellos —expresé insistente, ignorando la descortés actitud de la joven ‘Slayer’.
— ¿Eh? ¡C-Claro…! —Y el señor Kenji seguiría explicándome serio y sereno— Si no me equivoco…, los sellos restantes residen en Londres y, por supuesto, todos ellos son (mirando a Blanimir) Mystics Zero…
— ¿…? Entiendo… Casualmente…, Lilith ha sido asesinada, así que la siguiente víctima es el portador del 5to sello… —comenté con leve preocupación, algo que fue difícil de ocultar, por cierto.
— En efecto, Blanimir ¿…? Por cierto, tengo entendido que Iori Kurosawa se encuentra bajo tu protección. Quisiera verlo ahora que tengo la oportunidad… —me dijo sonriendo de manera serena. Esa actitud ya me estaba perturbando un poco.
No vi problema alguno en conducirlo en donde se había metido Iori Kurosawa, ya que por lo que pude ver antes de mi reunión con el señor Kenji fue que se dirigió hacia la habitación donde Yuna Gardner descansaba, y que casualmente también se alojaba en ese instante Oana Northrop, dejándolo solo con aquellos jóvenes sin antes presenciar lo siguiente:
— ¡Hola a todos! ¿Cómo están…? —expresaba el señor Kenji, de manera efusiva y carismática; eso también me dejaba perplejo para alguien de su nivel…
— ¿…? ¿Director Stainthorpe? —Expresaba sorprendida y verbalmente hacia el señor Kenji, mientras intentaba cubrirse con la cobija— ¿Q-Qué hace usted aquí?
— ¡Señorita Gardner, veo que goza de buena salud…!
Perspectiva de Oana: ¿Director Stainthorpe? ¿Ese es el nombre que adoptó en el mundo humano, señor Kenji Yamamoto? Ya lo había escuchado todo. De igual manera…, había cosas que pretendía pasar por alto, limitándome a nada más que escuchar lo que tenía el señor Kenji para compartir en ese momento…
— ¡Nah! Porque es usted, señorita Gardner, puede llamarme respetuosamente señor Yamamoto.
— ¿¡…!? ¿¡Yamamoto!? —exclamaba confundida ‘Pechos grandes’. Pobrecita el tener que tratar con el señor Kenji.
— Ese es su nombre real, Yuna… Él es Kenji Yamamoto, uno de los Mysthic Slayers más reconocidos de nuestro mundo… —dijo Iori seriamente.
— ¿…? ¿T-Tú ya lo conocías, Iori? —dijo sorprendida la ‘Pechos grandes’.
— ¡Je, je…! Veo que te has adaptado bien a esta ciudad, Iori Kurosawa… —mencionó el señor Kenji con serena sonrisa, mientras Yuna lo detallaba de pies a cabeza, expresándose confundida.
— ¿Eeeh…, señor director…? ¿Por qué se ha peinado así…? ¡Su cabello luce desaliñado…!
— ¿Ah, esto…? —respondía él (Kenji)— En la escuela no puedo lucir mi cabello con naturalidad (tocándose el cabello), ya que se supone que debo demostrar una actitud y apariencia pulcra ante la directiva y ante todo el cuerpo estudiantil, por lo que debe extrañarle al no verme peinado como de costumbre ¿Cierto, señorita Gardner?
— B-Bueno sí…, pero no tenía idea de que usted fuese un Mysthic Slayer, señor director… —comentó ella tímidamente, pero Iori agregaría.
— Y no cualquier Mysthic Slayer, puesto que fue él quien me recibió en este mundo y me ayudó a incorporarme a la misma escuela a la que asistes…; además, él me otorgó esta Shukketsu (enseña dicha arma).
Una vez expuesta su identidad real frente a ‘Pechos grandes’, no pasarían algunos minutos para dejar el tema finalizado cuando el señor Kenji me citaba a una habitación aparte, expresando claramente que había varios asuntos que solucionar entre ambos, dándose cuenta de cierta amargura reflejada en mi rostro con respecto a cierta información revelada. Y así, nuestra conversación discreta se llevó a cabo…
— Lamento haberte ocultado la verdad sobre Lilith, pero una vez que me enteré de que se había convertido en la portadora de uno de los sellos de ‘Sealant’, no podía dejar que la cazaras… —explicaba el señor Kenji con suma seriedad.
— Obi murió por culpa de ella… —y yo le expresaba seria y algo enojada— A pesar de que yo misma terminé asesinando a mi propio hermano, no puedo evitar sentir rencor y culparla por lo sucedido.
— Reconozco que Lilith cometió muchos errores; errores que pusieron a cada Mysthic Slayer en riesgo una vez se involucraron directamente con ella, incluso apuesto a que “Juuni Bumon” desconoce lo que está pasando con los portadores de los sellos de ‘Sealant’ —y de nuevo soltó otro suspiro más profundo, algo mayor al que lanzó antes de reconocer verbalmente su error— ¡…! Por lo menos, lograste recuperar la Shukketsu de Obi ¿Cierto?
— ¿…? —Y mi suspiró malgeniado no se pudo evitar— Por supuesto que la recuperé, porque la muy perra intentó usarla en mi contra, pero por fortuna la Shukketsu no parecía responderle como la maldita esperaba…, incluso intentó convencerme de que la Shukketsu la había elegido como su dueña. Ilusa la condenada.
— ¡Hmm! Entiendo… ¿…? Y ¿Cómo sigue tu Shukketsu?
— ¿…? Igual que siempre… Ahora me he concentrado en usar la de Obi, sin embargo he tenido que repararla, ya que usarla la ha agrietado… —le respondía seria y enojada, sin embargo no evité sentirme melancólica conforme atendía a su inquietud— ¡…! Creí que su Shukketsu no me rechazaría…
— ¿Y qué esperabas, princesa Northrop…? Es obvio que su Shukketsu te rechaza, o acaso… ¿Olvidaste que fuiste capaz de restaurar una Shukketsu desde cero? —Comentó serio y reprendientemente tranquilo el señor Kenji; era extraño verlo enojado— Sé muy bien cómo funcionan las Shukketsus y si eso está pasando, es por algo… —de repente exhaló irritado, agregando en ese momento— Creo que deberías enfocarte en reparar tu espada y proteger la de tu difunto hermano. Así que abstente de seguir utilizándola; no estás mentalmente en condiciones de usarla.
Ante la tajante advertencia del experimentado ‘Slayer’ en frente mío, ponerme pensativa ante aquellas palabras no era de extrañar, no obstante se disiparía de repente ante el surgir de otro tema que expondría un secreto que él no contaba filtrado; secreto que prácticamente yo conocía de antemano, y expuse con la mayor seriedad pero también con la menor angustia posible…
— Señor Kenji, cuando Iori vino a vivir junto a los humanos, le pidió que hiciera algo por él ¿Cierto? —Y él se sorprendió, pero no tardó mucho en responderme con la serenidad de siempre.
— En efecto… ¿…? ¿Tienes algo en mente…? —agregó igual de sereno, pero con una curiosa sonrisa.
— Blanimir con sus interrogantes, no tuvo la necesidad de explicarnos qué es ‘Tanken’, dejándonos claro cuáles son sus objetivos…, y ‘Sealant’ hace parte de esos objetivos… Si queremos detenerlos, debemos contar con toda la fuerza posible, por lo que es necesario que libere el control total del Maná de Iori para que pueda usar sus Magicaes y, sobre todo, su verdadero potencial.
— ¡Humm! ¿Crees posible obtener la victoria, si desato el poder que Iori me pidió sellar?
El señor Kenji borró su rostro sereno ante mi propuesta, transformando esa típica expresión en una sonrisa que evidenciaba la maquinación de un alocado plan… Verle tal expresión plasmada en su rostro me llenó de desconfianza, inclusive me aterrorizó con esa sonrisa, mas nunca dudé en asentir con total determinación.
— ¡Je, je! ¡Bueno, pues entonces pongámonos en marcha…!
Preparados para enfrentar a lo desconocido y decididos a desarraigar el mal que acechaba a los inocentes, aquellos que siguen ignorando involuntariamente lo que sucede bajo las sombras de una ciudad plagada de males invisibles. ‘Pechos grandes’ cambiaba su ‘look’ al equiparse con un atuendo más cómodo, aunque igual de atrevido, otorgado por el licántropo, Blanimir; para aquella ocasión, ella se vistió con un traje de cuero de cuerpo entero, que se alineaba con su esbelta y juvenil figura, y le quedaba bien con esos “enormes atributos”; por otro lado, Iori decidía usar una negrada camisa de mangas largas, pantalones de mezclilla azul índigo, y botines con estilo juvenil de color negro, atuendo que le conseguí al pasar por nuestro apartamento de regreso hacia el lugar donde nos habíamos alojado por dos días, y como de costumbre recogió las mangas de su camisa por encima de sus codos, colocándose sus muñequeras azules en cada brazo, agarrando por ultimo su Shukketsu enfundada.
— Creo que ya todos estamos listos, así que necesitamos una manera de hallar a la gorgona y a ese minotauro —ese fue Blanimir, quien comentó con determinación.
— No podría estar más de acuerdo contigo, Blanimir…, pero debo objetar en algo…, y es sobre la participación de Yuna en esto… —y ese comentario fue de Iori dicho con toda seriedad.
— ¿…? ¿Iori…? —y Yuna reaccionaba atónita, al igual que algunos de nosotros pero con menor intensidad.
— En un principio, Oana y yo, decidimos involucrarte en nuestra labor, pero las cosas han tomado otros rumbos, inclusive saliste lesionada en nuestra última contienda contra aquellos Mystics… —expresaba Iori pretendiendo ocultar su angustia— No quiero que te lastimen de nuevo.
— ¿…? Eso… lo tengo muy claro, Iori…, sin embargo en este momento no tenemos tiempo para debatir mi participación —y ella respondía muy determinada; eso fue algo de admirar… ¿o reprender?— Estoy convencida de que después de acompañarte en esta tarea tan descabellada, y terminar con éxito esta misión, mi familia se ensañe en alejarme de ti…, por eso no me importa arriesgar mi vida, con tal de serte útil y permanecer a tu lado…, así sea por última vez… No suelo hacer promesas, ni mucho menos que me las hagan, pero quisiera que prometiéramos regresar con vida…
Convencida de lo que quería lograr ese día, ella se expresaba con una cálida y serena sonrisa…, y aunque pareciese que Iori ni se inmutara ante decididas palabras, él repentinamente esquivó la mirada de Yuna, sonrojándose tenuemente de la posible vergüenza que disfrazaba con mera seriedad e indiferencia… Hasta a mí casi me contagiaba de esa vergonzosa reacción…
— ¡Je, je! Nunca antes había visto a una humana tan decidida como tú, señorita Gardner —agregaba el señor Kenji con serenidad sonriente— ¿…? Oye, Iori… ¿Me prestas tu mano derecha por un segundo?
Iori se mostró escéptico aquella vez ante la petición del señor Kenji, pero aun así cedió sin oponerse. De repente, él reaccionó de manera sorprendida al tener una extraña sensación que recorrió todo su cuerpo, hasta que soltó la mano del señor Kenji con claro temor y desconfianza…
— Creo que ahora podrás cumplirle la promesa a la señorita Gardner…
— Iori, permíteme decirte que no dejaré que algo le ocurra a tu compañera humana, pues mi novia pronto estará con nosotros, y sé que estará dispuesta a acompañarnos en nuestra misión —comentaba Blanimir— Iori, Yuna, si no fuese porque la salvaron, yo no los hubiese podido salvar…
— ¿…? ¿A qué te refieres, Blanimir? —preguntó Iori confundido.
En medio de nuestra conversación, la puerta de aquel apartamento cedía sin dificultad alguna, siendo una fémina figura la que se adentraba a esa residencia en particular de aquella vez. La chica de contextura delgada, de 1.61 de estatura, de piel caucásica, y ojos rojos escarlata, se abalanzaba hacia el licántropo, otorgándole un cálido y reconfortante abrazo. La chica de aparentes 16 años tenía el cabello rubio, lacio y largo, aquel que lucía con dos coletas en ambos lados de su cabeza; usaba una gargantilla negra con una figura metalizada dorada en forma de rosa, y luciendo un atuendo semejante (para no decir que igual) al que Yuna usaba en aquel entonces; no obstante, tanto Iori como Yuna, parecieron identificarla de inmediato; no sabía cómo la habían conocido, pero fue seguro en esa bodega donde enfrentamos a los Mystics Asterión y Medusa…
— ¡Calma, calma, cariño…! —Blanimir expresó avergonzado, para luego expresarse complacidamente— Permítanme todos y les presento a ustedes a mi novia… (Señalaba a la chica). Ella… es Vania.
— Es un placer conocerlos a todos ustedes, y me alegro que se encuentren bien —dijo ella con gentiliza, dejando de abrazar a Blanimir en su momento.
— ¿…? Tú… estabas en aquella bodega… —afirmaba Yuna muy anonadada. Mis suposiciones no fueron erradas después de todo.
— ¡Claro…! ¿Tú debes ser la líder actual de los súcubos, verdad? —y el señor Kenji preguntó sonriendo como de costumbre…
Yuna e Iori reaccionaron sorprendidos ante la pregunta del señor Kenji, pero respecto a mi reacción, que fue mucho más sorprendida, la mencionada Vania y su novio Blanimir, aunque no parecieron importarles tal revelación, no pudieron ocultar su leve sorpresa ante la evidente reacción que expuse en ese instante…
— ¿¡…!? ¿E-Eres una súcubo…? —pregunté anonadada.
— ¿…? S-Sí… Yo soy la hija de Lucifer…, y mi madre… era Lilith… —y ella, sin temor, respondió seria y tímidamente a mi inquietud.
Cuando creía resignarme a perder la única oportunidad de vengar su muerte, su descendiente directo se me presentaba en mi cara…; sin embargo, quería… ¡No…! Deseaba no volver a sentir rencor en mi corazón, pero el destino se ensañaba en volver mi vida un caos y otorgarme una oportunidad para tomar represalias ante alguien que podía ser más que inocente.
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