La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 13
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- 13 - Batalla a muerte (3): energía en libertad
Mi destino parecía sellado en el momento en que me enfrentaba a Grigore von Ewig; en aquel instante en que culminaba nuestra conversación, y desenfundaba su rara chokutou, él arremetía descaradamente en mi contra. No parecía ser otra espada de hoja recta más, ya que los detalles que esa arma poseía, en cierta medida, no se diferenciaban tanto de una Shukketsu; sin embargo, a pesar del metal negro del que fue forjada su hoja, esta tenía un filo rojizo algo opaco que la hacían ver letal; la empuñadura negra poseía grabada en su superficie extrañas figuras plateadas, y desde la punta de la hoja hasta la base de la empuñadura, se le podía apreciar los 1.04 metros de largo… Mi existencia estaba en riesgo; nada podía hacer y poco era lo que tenía en mente para salir de esta, pero mi tranquilidad regresó, así fuese por segundos, al presenciar la inesperada aparición de Iori Kurosawa…
Abril 27 de 2.018. Liverpool, Inglaterra.
Perspectiva de Iori: todo apuntaba a que mi repentina intervención representaba un gran alivio para Blanimir. Aparecí fugazmente a su lado izquierdo, mas fue suficiente para llevármelo de ese tenebroso lugar, sujetándole del brazo derecho con mi mano izquierda y tele-transportándonos fuera de ese tal ‘Kein Ort’, o como se llame, lo más pronto que podía.
Fue algo estrepitoso nuestro inesperado retorno a aquella prisión que descendía sin piedad, y en parte sabía que el usar mi Magicae sin limitaciones iba a repercutir de tal forma, no obstante mi esfuerzo se vio algo en vano cuando esa mancha negra aparecía nuevamente en el suelo, sólo a unos escasos 7 metros alejados de Blanimir y yo, emergiendo intimidante ese ser que de manera efímera avisté en ese oscuro vacío en el que estaba atrapado el licántropo…
— ¡Hmm! Tú debes ser Iori Kurosawa… —comentaba ese extraño sujeto, sonriendo confiadamente— Ahora entiendo por qué ‘Umbra’ nos advirtió sobre ti… En serio representas el mayor obstáculo para sus planes… “Conscidisti Obumbratio”.
Dibujando una escalofriante sonrisa, recitaba repentinamente un peligroso pero muy habitual Exponentia usado por ‘Slayers’, y con el balancear ascendente de su hoja negrada, aquel pálido individuo liberó una ráfaga, entre negrada y rojiza que destrozaba el suelo, cuya ráfaga energizada recorría zanjando la superficie hasta conectar con su objetivo final. Ese tajo desbordante de Maná lucía más peligroso de lo normal, aun así lo esquivamos a tiempo con un impulsivo salto, y al hacerlo coordinadamente, cada quien decidía actuar a su manera, y por mi parte me dispuse a recuperar mi Shukketsu, mientras Blanimir elegía encarar directamente a aquel hombre…, que extrañamente lucía un uniforme similar al de él, y que enfrentaba a mano desnuda; toda una desquiciada estrategia de su parte.
Decidí unírmele tras recuperar mi Shukketsu, maniobrando mi arma con la mayor destreza y velocidad que contaba en ese momento, pero el muy desgraciado resultaba ser bastante hábil, tanto en combate cuerpo a cuerpo, como en el manejo de la espada, defendiéndose de los ataques de ambos sin mucha dificultad, y tomándole menos de 20 segundos neutralizarnos, exponiendo su superioridad tras desviar uno de mis letales tajos y propinándome a la vez, con su pierna izquierda, una patada que impactaba en mi pecho, repulsándome con violencia hasta hacerme chocar contra un muro que yacía a 15 metros de distancia. No obstante, antes de ser ridiculizado por su fuerza bruta, vi que contra Blanimir usó la empuñadura de su espada recta para golpearlo en la garganta, provocándole un leve regurgitar de sangre, y para después inmediatamente propinarle con su pierna derecha una patada giratoria en la cabeza, provocando que su cara chocase contra el suelo mismo.
Era claro quién era su principal objetivo, ya que aquel sujeto pretendía apuñalear al inconsciente de Blanimir, incrustándole la hoja negra de su espada recta en la espalda, lo que habría logrado de no ser por la repentinamente aparición de Vania, quien tras regresar de la planta inferior, al tiempo, recitaba un Magicae que antes había visto…
— ¡Magicae Incipere: Exile Flame! —exclamó desesperadamente.
— ¿…? ¡Interesante…! —Por su déspota y emocionada sonrisa, imaginé que fue eso lo que pensó, pero de inmediato exclamaría con la misma actitud— ¡Pero ineficaz en mi contra…! ¡Conscidisti Obumbratio!
La llamarada esférica de 80 centímetros de diámetro se veía lo suficientemente poderosa, pero un simple tajo envuelto de pura energía negra-roja bastaba para dividir su flameante ataque, la que fue cercenada horizontalmente hasta hacerla estallar en el proceso, generando una potente explosión que destruía todo lo que estaba a su alrededor. No obstante, la ráfaga oscura continuaba su recorrido destructivo, y habría herido a Vania si no se hubiese agachado a tiempo, e incluso pudo haber acabado con su vida, quizás, al atestiguar como aquella ráfaga finalizó en un muro adyacente a esta, zanjándola sencillamente.
— ¿¡IORI, LO TIENES…!? —Vania me gritó de manera alterada y con nerviosismo.
La treta improvisada dio sus frutos, lo que alivió el corazón de la bella súcubo tras verme aparecer a su lado y con Blanimir sobre mi espalda. Hacer esos saltos espaciales me estaba agotando más de lo que creía, y el que llegara a casi perder el conocimiento no me extrañaba, pero sí le regresaba la desvanecida angustia a Vania…
— ¿¡…!? ¿¡Iori!? ¿¡Blanimir…!? ¿¡Se encuentran bien…!? ¿¡Chicos…!? —Ella nos susurraba angustiada, o eso era lo que podía oírle intentando mantenerme consciente, pero de repente gritó desesperada— ¡¡AHORA, OANA…!!
Perspectiva de Oana: era, en ese instante, mi turno para actuar; supe que lo había tomado con la guardia baja (Grigore) desde que lo aceché desde su retaguardia, incluso su sorpresiva reacción aparentó además de ser tardía, mas no lo fue desde un principio. Que tonta e ingenua fui…
— Ice Maker: Ataúd de hielo —recité seria y un poco nerviosa, ya que habíamos cruzado miradas; mirada intimidante en sus rojizos ojos.
A pesar de lo poco confiada y valiente que me sentía en ese momento, incluso ignorando la falta de fuerza física, aprisioné a ese sujeto en un bloque de hielo que materialicé luego de liberar una gélida ráfaga, aquella que invoqué tras juntar mis manos, uniendo palma con palma. Sin embargo…, en menos de un segundo, el bloque gélido sufrió grietas múltiples que ocasionaban la fragmentación de la misma, siendo la causante una poderosa onda liberada desde el centro de la estructura de hielo que había construido, y que terminaba repulsándome unos escasos 3 metros, liberándose así mismo el peligroso individuo que intenté inmovilizar.
— ¿¡…!? ¿¡Qué rayos…!? —exclamó Vania atónita.
— Patético… Creí que el poder gélido de tu Magicae sería más frío, pero resulta ser como una suave brisa… —comentaba aquel hombre de tez pálida, decepcionado e indignado por mi aparente desempeño— Te encuentras débil, Oana Northrop. Su lucha contra Asterión y Medusa terminó agotándolos (miró a Iori y a Vania), y el único en “condiciones” de luchar, agotó su Maná para llegar hasta acá… Un desperdicio total de energía… Como sea —expresaría sonriendo malévolamente; claro que ignoraba el hecho de conocer mi identidad— Creo que la ‘Kyuukei Keimusho’ está a menos de los 1.500 metros de altura, y la verdad nunca predije que el generador de anti-gravedad se agotaría tan rápido…, por lo tanto es hora de que acabe con todos ustedes, así que… comenzaré con Blanimir…
Habiendo marcado, o más bien, reafirmado a su víctima, ese amenazante ser caminaba a paso lento, acortando la distancia entre él y su objetivo, Blanimir; ante la vista de los que yacían impotentes en medio del cansancio y la fatiga…, pero ella, temblorosa ante el miedo, se interpondría en el camino de aquel hombre de uniforme oscuro con la intención de proteger a su amado licántropo.
— ¡N-No te atrevas a dar un paso más…! —Expresaba Vania titubeante; en serio era tanto el miedo, que podía ver como sus piernas temblaban— ¡T-Te juro…, que protegeré a Blanimir…! ¡Cueste lo que me cueste…!
Valiente, convincente y decidida, su afirmación tomaba fuerza cada vez más, pero repentinamente Blanimir despertaría, y colocándose en pie de manera forzada, tomaría por sorpresa a la aterrorizada de Vania, quien terminaría viéndolo con admiración…; hasta yo reconocí su esfuerzo por un instante sin olvidar el resentimiento sin sentido que le tenía a ella.
— G-Gracias, Vania…, pero déjame que yo me haga cargo… —decía Blanimir con valentía— Sin embargo, necesito que hagas algo por mí…
— ¿…? ¿B-Blanimir? —y ella susurró anonadada.
— Grigore tiene razón…, por eso quiero que destruyas esta prisión…, ya que pronto terminará colisionando y destruyendo lo que esté a su alrededor… —susurraba Blanimir, convincente y angustiadamente.
— ¿…? P-Pero Blanimir…, con el poder del ‘Exile Flame’ no podré destruir una estructura tan grande como esta… —y ella respondían susurrando con temor y pesimismo. Y sí, mi oído siempre fue agudo como para escuchar su conversación…
— Eso lo sé, por eso quiero que uses “ese” otro Magicae, el que te fue obsequiado… Sólo dime cuanto tiempo necesitas…
— Que B-Blanimir y yo te lo daremos… —e Iori, sorpresivamente, se incorporaba a la conversación, quien susurraba con determinación— Sea lo que tengas que hacer, hazlo rápido… ¿Sí…?
Vania, al ver la confianza depositada en ella, dejaba la angustia y la desesperación tras asentir con una valiente actitud. No tenía bien claro lo que la ingenua súcubo haría para sacarnos de esa situación, pero verla expresarse tan decidida daba señales de que lo lograría…
— ¡Un minuto! —Vania susurraba de manera convincente— ¡Sólo necesito un minuto, y destruiré esta prisión!
— ¡Cuenta con eso, Vania! —Iori afirmaba con determinación, agregándole una sonrisa y adoptando una posición ofensiva, blandiendo su Shukketsu con ambas manos— ¡Vamos con todo, Blanimir…!
— ¡Por supuesto! —y Blanimir exclamó determinado.
Decididos a proseguir la difícil lucha contra aquel despiadado ser, Iori y Blanimir arremetían esta vez de manera coordinada, pero a su manera, ya que con Shukketsu en mano, Iori atacaría continuamente a aquel hombre llamado Grigore, negándole la oportunidad de contraatacar; por otra parte, Blanimir atacaría a mano desnuda arrojándole golpe cuanto pudiera, haciendo que el tal Grigore retrocediera ante su ofensiva e impidiéndole que este hiciera algún movimiento agresivo, por lo que durante dicha contienda aquel Mystic sólo podía defenderse de aquella agresiva ofensiva.
Por otro lado, Vania parecía concentrada al permanecer quieta en una zona específica, y con las palmas de sus manos unidas entre sí, murmuraba lo que parecía ser una poderosa habilidad mágica… Por mi parte, poco a poco, parecía reponerse de aquel imperceptible ataque, colocándome de rodillas en el suelo mientras veía la batalla de Iori y Blanimir contra Grigore, contienda que empezaba a intensificarse pasados los primeros 30 segundos…
No sabía si eran imaginaciones mías, pero sentía como la ‘Kyuukei Keimusho’ descendía más rápido, y para agravar las cosas, Iori y Blanimir parecían perder terreno en la batalla, siendo superados poco a poco por ese tal Grigore, demostrando su superioridad tanto en fuerza, velocidad y técnica, ya que en una mínima oportunidad cortó a Iori en la pierna derecha tras un hábil y ágil movimiento de su espada; luego, con otro rápido movimiento lanzó una patada con su pierna derecha desde la retaguardia, intentando golpear en el rostro a Blanimir una vez lo avistó detrás de él, aunque el licántropo contuviera su avanzada y evitara el golpe certero al saltar antes de recibir aquella patada…
No obstante, ninguno de los dos guerreros contaba con que el movimiento anterior estuviese planificado, siendo Grigore quien giraba su cuerpo para darle la espalda a Iori y arrojándole la patada que esquivó Blanimir con anterioridad, por lo que aquella patada impactaba sobre la herida recién hecha, la misma que conservaba en la pierna derecha; posteriormente, con un ágil cambio de manos, Grigore empuñó su espada recta con la mano izquierda, y tras balancearla de forma interna, la hoja de su espada realizó un corte severo y casi mortal en el abdomen del licántropo, provocando una fatal herida que Blanimir intentaba contener dicha hemorragia, presionando el reciente y profundo corte hecho de un solo tajo.
Todo parecía estar en nuestra contra, y la posibilidad de derrotar al indómito Grigore se veía sumamente escaza, pero con lo que ninguno contó en aquel momento, era el movimiento que Vania había logrado preparar con éxito, pues una vez lista su mágica habilidad, procedió a colocar ambas manos en el suelo, recitando libremente la siguiente frase llena de determinación: “Magicae Incipere: Blinding Force”.
Resplandeciente su luz dorada que surgía al formarse sobre un ‘Nireru no Mahou-jin’ desbordado de celestial poder y dorado resplandecer; el poder de un plateado emblema de espadas, en cuyo centro una alada máscara violeta alumbraría con fervor, esparciendo su luz cegadora por toda la esférica prisión descendente… ¿Qué clase de poder era ese? Yo aún no lo sabía, pero fue suficiente para lograr lo impensable…
Perspectiva de Yuna: a lo lejos, en el cielo nocturno, se podía admirar un bello resplandor que envolvía a aquella esfera que se acercaba rápidamente con su descenso. ¿Qué causaba ese hermoso fenómeno? Sólo Iori y los demás allí dentro sabían lo que ocurría; no obstante, sea lo que sea que estuviese pasando ahí, a tan sólo 220 metros de chocar contra el suelo en el que precisamente estaba yo, la esférica estructura se desintegraba lentamente al tiempo en que su luz desaparecía junto con él. Antes de que la estructural esfera flotante desapareciera por completo, su descenso culminaba sin ocasionar daño alguno, y al verlos segundos después sortear entre bloques escabrosos que desaparecían al contacto, facilitándoles el aterrizaje exitoso en medio de una lluvia de escombros inofensivos que descendían casi hecho polvo, aliviaban mi corazón; Iori, Oana, Blanimir y Vania regresaban aparentemente a salvo y junto a mi lado.
— ¡Iori, Oana…! ¡Todos…! —Exclamaba con alegría, corriendo a recibirlos complacidamente. No podía ocultar mi dicha— ¡Gracias al cielo que se encuentran bien…!
— ¿…? Yuna…, acaso tú… —Iori expresaba débilmente. Tan apaleado se veía él.
Antes de poder culminar siquiera alguna frase, me le abalancé aliviada, abrazándolo con regocijo y con lágrimas llenas de felicidad; no obstante, ante el cálido recibimiento, fueron las palabras de Iori las que demostrarían su arrepentimiento por el dolor que él me causó en su momento, pues por primera vez correspondió a mi abrazo, limitándose a usar solamente su brazo izquierdo, también optando por acariciarme delicadamente mi cabeza, siendo el mayor gesto de gentileza que tuvo conmigo…
— Yuna…, lamento tanto… el haberte mentido… —Iori expresó con sinceridad y melancolía. Sentí cuan honesto fue conmigo y con sus sentimientos.
— ¡No te preocupes! ¡Sniff! —y yo respondía sollozando y en medio de lágrimas— ¡Te entiendo…! ¡Sniff! ¡Me conformo con verte cumplir la promesa…!
De alguna manera, Oana no soportaba la empalagosa escena entre Iori y yo, sin embargo no fue del todo apática al vernos, sonriendo un tanto aliviada, lo que incluso dio pie para que ella atendiera indirectamente a Blanimir y a Vania, quienes reaccionarían sorprendidos ante la gentileza de Oana.
— Ustedes… ¿Se encuentran bien? —Preguntaba Oana con amabilidad, a lo que después reaccionaría confundida. Fue extraño y lindo a la vez— ¿Eehh? ¿Sí se encuentran bien…? T-Tus heridas parecen algo bastante serias… —y Blanimir sonrió por unos segundos…
— Agradezco tu preocupación, Oana Northrop… —agregaba Blanimir, con seriedad y angustia— Pero por desgracia… la batalla no ha terminado aún…
— ¿…? ¡Él…, ha regresado…! —Vania dijo con ligera angustia, lo que preocupó a casi todos, en espacial a mí.
Llevando arrastras con su mano izquierda el arma homicida usada en contra de Lilith (el hacha), un extraño y misterioso hombre de pálida tez empuñaba en su mano derecha una oscura espada recta, mientras avanzaba por el camino solitario de una avenida carente de iluminación. Su gabardina se veía sucia y harapienta, sus ojos denotaban una desbordante maldad y actitud sicótica que miraba fijamente a sus presas; todo apuntaba a que carecían de tiempo suficiente para reponer las energías perdidas, pero aun así decidían levantarse para encarar a esta amenaza… ¿Era aquel a quien enfrentaban además de a la gorgona y al minotauro allá en esa esfera flotante?
— Blanimir, debo reconocer que has reunido un grupo bastante molesto (miró a Vania)…, en especial a esa súcubo… —aquel hombre aterrador mencionaba con sonrisa malévola— Ese Magicae, me recuerda al clan “Daitenshi”… Me pregunto… ¿Cómo obtuviste esa rareza de poder?
— ¿…? Esa hacha, es la misma que se usó para asesinar a Lilith… —y Oana, repentinamente, comentaba seriamente tras avistar esa hacha, agregando indignada— ¿Por qué eres tú quien la conserva, Grigore?
— La pregunta sobra, querida… ¿Cómo no conservarla? —Respondía sonriendo de manera desafiante— Esta hacha originalmente me pertenece… ¡JA, JA, JA, JA…! ¡Así es…! ¡Todas las armas usadas por sus oponentes, originalmente son de mi posesión, al igual que esta nueva espada…! —Exclamaba el tal Grigore presumidamente, bajo una malévola sonrisa que me intimidaba— Cuando te topaste otra vez con Lilith, sabía que sería la oportunidad perfecta para asesinarla… Estuve siguiéndola todo el tiempo, incluso presencié tu batalla con ella…; y una vez la inmovilizaste con tu Magicae de hielo, tomé la oportunidad y le arrojé esta hacha logrando asesinarla… Fui yo quien dejó inconsciente a todas las súcubos que intentaron enfrentar a Akakios, y también quien le otorgó esa lanza que robaste (mira a Blanimir)…
Vania y Blanimir reaccionaban con asombro, pero para sorpresa de Grigore…, ese sentimiento se tornaría en indignación y repudio total en contra de él. En cambio Iori y yo no tuvimos una reacción tan despectiva en comparación a los demás, pero evidentemente sentimos molestia ante la actitud de aquel canalla; sin embargo, era Oana la que más repudiaba a ese individuo de tez pálida, quien confesaba su culpabilidad al arrebatarle la oportunidad de llevar a cabo su venganza…, lo que llamaba mi total atención…
— Blanimir, como el portador del 5to sello de ‘Sealant’, es necesario que mueras por el bien de los planes de ‘Umbra’…, así que te eliminaré a ti primero…, luego asesinaré al súcubo (mira a Vania y después a Iori), seguiré con el Mysthic Slayer, después con la usuaria del ‘Ice Maker’ (mira a Oana y a Yuna respectivamente)…, y por último, para no dejar testigos…, acabaré con la humana… ¿Hmm…? O pensándolo mejor… —comentó analítico el canalla de Grigore, pero expresaría con soberbia al mirarme lascivamente; esa actitud me erizó la piel— Creo que me resultará más beneficioso si la uso a ella…
En ese momento me sentí asqueada, pero también me sentí intimidada ante su infame declaratoria, y verlo directamente a sus ojos escarlatas me hizo recordar su origen. Cuando pasé mi último ‘Halloween’ con mis padres, me disfracé de una vampira, y mi papá, aprovechándose de la situación, me habló por primera vez sobre los vampiros sin algún planteamiento académico.
Los vampiros son, según leyendas populares, unas criaturas míticas que sobreviven alimentándose de la esencia vital, generalmente en forma de sangre, de los seres vivos, y que en algunos casos, logran transformar a sus víctimas en otros vampiros de menor pureza. Aunque la historia de los vampiros se remonta milenios atrás, su máximo apogeo se produjo entre los siglos XV y XVI en Europa, principalmente en Rumanía y Hungría. De hecho, Transilvania, región central de Rumanía, es conocida por ser la cuna de los vampiros y donde pasó gran parte de su vida el más famoso de todos ellos; el conde ‘Vlad Drakul’, más conocido como el conde ‘Drácula’…
Ninguno se percató de su agilidad; nos tomó por sorpresa a todos, inclusive no nos percatamos de cuando él había logrado alejarme del grupo. Fueron pocos metros, pero eran los suficientes para cometer lo impensable; sentí que clavó por unos instantes sus colmillos en mi cuello, casualmente la misma parte que alguna vez mordió Andrew, sin embargo algo fue diferente…, y estuve segurísima de eso al perder la consciencia instantáneamente…
Perspectiva de Iori: fue bastante sorpresivo para todos; imponentes al ver como Grigore ya había mordido a Yuna en el cuello, dejando esas típicas marcas que el ser humano consideraba haber sido atacado por un vampiro. No había sangre en esas diminutas marcas en su cuello, o por lo menos no del acostumbrado color rojo, más bien parecía negra y mucho más espesa de lo normal; Yuna se veía somnolienta, casi a punto de desmayarse, mas seguía en pie; Grigore sólo sonreía con complacencia, y algunos de nosotros imaginaba lo que había sucedido en ese lapso corto de tiempo, y fue esa carcajada malévola lo que lo corroboró.
— ¿¡…!? G-Grigore…, no te atreviste a hacerlo… ¿Cierto? —Mencionó Blanimir con temor, agregando indignación y angustia— ¿¡Q-Qué demonios le hiciste a Yuna!?
— Je, je… Con que ese es su nombre ¿Eh? —el malnacido vampiro expresaba con desquicia sonriente— El potencial de esta chica es mucho mayor que el de ese chico llamado Andrew… Asterión y Medusa me lo contaron, así que aproveché para convertirla en mi esclava personal… Yuna, querida…, acábalos a todos e…
Ante la interrupción de su infame declaración, un fuerte sentimiento o, quizás fue, mero instinto de supervivencia, Grigore se alejó de repente de Yuna algunos cuantos metros, percatándose de que esta había liberado su reformada ‘Tänzerin’, la que empuñaba con su mano derecha y con la que había arrojado un veloz tajo ascendente. El malnacido de Grigore lo había considerado sólo un roce sobre el pectoral izquierdo, pero la rasgadura en su negrada gabardina de estampa alada y la hemorragia palpable en esa parte de su cuerpo, señalaban algo más grave…
Todos nos veíamos estupefactos ante el inesperado movimiento de Yuna, sin embargo el tono escarlata y aquellas pupilas rayadas en sus ojos respondían, tal vez, a nuestras dudas. Tras reponerse de la repentina y letal ofensiva, Grigore vio a los ojos de Yuna, presenciando una intimidante mirada en esos ojos rojizos por parte de esa descontrolada chica que había dejado de ser dulce y tierna, e incluso vio cómo las marcas del cuello desaparecían sin dejar rastro. Debido a su actitud, quizás fue la primera vez que Grigore sentía temor, y su reacción sudorosa corroboraba lo obvio.
— ¿¡…!? ¡E-Esta c-chica…! ¡Esta chica desprende un aura tan amenazante…, que me hace temblar…! —Imaginé que eran esas palabras las que pasaban por su mente angustiosa, y sin poder contener su tembladera— ¡No puede ser…! ¿¡La conversión no funcionó!? ¿¡Por qué…!?
Sin vacilar, el vampiro pretendió arremeter en contra de Yuna blandiendo hacha y espada, pero antes de que este pudiera premeditadamente actuar, ella ya había, de forma frenética, arremetido en su contra, logrando inesperadamente que Grigore tomara una actitud defensiva, pues la descontrolada Yuna Gardner atacaba sin vacilar y bajo una peligrosa actitud que desconcertaba a todos los demás, incluyéndome.
A simple vista, Yuna parecía ser una persona totalmente diferente debido a sus impredecibles movimientos y experta maniobrabilidad con la espada, habilidades que la hacían notar como una experimentada espadachín, negándole al vampiro posibilidad alguna de contraatacar, inclusive hasta el punto de hacerlo retroceder. Oana y yo no salíamos del asombro, quedándonos prácticamente inmóviles ante aquella batalla que, poco a poco, se transformaba en una cacería, puesto que ante la frenética ofensiva de Yuna, Grigore optaba por huir de ella.
— ¿…? ¿Qué está pasando…? —Era lo que Oana pensaba, analizando su expresión asombrada y angustiosa— ¡Yuna está arrinconando a ese Mystic…, ella sola…!
— ¿…? ¿Qué rayos está sucediendo? —Y yo pensaba igual de angustiado y confundido— ¡Esta manera de luchar…, no es propio de ella…! ¡Sé que no estoy loco…! ¡¡Todos fuimos testigos de cómo la mordió en el cuello…!! ¡¡Pero incluso él está confundido; no sabe lo que pasó…!! ¿Qué hago…? ¿¡Qué hago…!?
Grigore no hallaba la forma de darle vuelta a la situación; una batalla que ya alcanzaba prácticamente el minuto de duración y poco o nada podía hacer, solamente defenderse. Yuna mantenía constantemente su impredecible ofensiva con una espada que empezaba a mostrar signos de deterioro, logrando incluso provocarle alguna que otra herida “superficial” al vampiro, cortadas hemorrágicas leves que atemorizaban a un frustrado y desesperado Grigore; de repente, una rápida estocada hecha poco después de una elusión acrobática por parte de la frenética Yuna, se hundía sobre el costado derecho del abdomen del acorralado vampiro, hasta atravesarlo impiadosamente con su desgastada y agrietada hoja carmesí…, no obstante la letal ofensiva parecía darle alguna chance a Grigore, puesto que con un tajo cruzado que hacía con ambas armas (hacha y espada), pretendía cercenar la cabeza de Yuna, pero ella reaccionaba con velocidad, retrocediendo para evadir ese mortal ataque, incluso si eso significaba sacar la débil hoja de su espada de aquella grave herida que ella había provocado recién… Su actitud me dejaba boquiabierto y más que confundido.
La sangre brotó a chorros luego de no tener hoja afilada que suprimiera aquella herida abdominal, lo que hizo que Grigore tambaleara aquejado del insoportable dolor; sin embargo, a pesar de la fatal herida, el desquiciado vampiro se abalanzó en contra de Yuna al lucir prácticamente desprotegida…
Casi a merced de sufrir el doble ataque que Grigore preparaba con fervor, Yuna no parecía vacilar con tal de acabar de una vez por todas con la existencia de este ser endemoniado, incluso exponiendo su propia integridad. Oana, Vania, Blanimir e incluso yo no veíamos con buenos ojos lo que Yuna pretendía lograr, y no pudiendo soportarlo más, aun estando debilitado, con alguna pizca de energía que conservaba invoqué el efecto del ‘Sanjigen Janpu’, siendo la última que logré hacer ese día, trasladándome espacialmente para sacar de ahí a Yuna, lo que con éxito conseguí.
Revolcados contra el suelo, me negaba a liberar a Yuna de mis brazos, aquella que con furia luchaba para desaferrarse de mis entrecruzados brazos, manteniéndome detrás de su espalda. No estaba tan pendiente de lo que Grigore hacía después; me limitaba más en contener a Yuna, no obstante supe que ese imbécil caía arrodillado al suelo, cansado y bastante agitado, mas no parecía haberse rendido del todo, viendo la clara oportunidad para atacarnos tras aprovecharse de nuestra situación; sin embargo, ante mi acto de valentía, Oana, Blanimir y Vania no dudaron en inmiscuirse en la contienda con tal de protegernos o tal vez distraer al obstinado de Grigore, mientras que yo seguía aferrándome a Yuna con tal de lograr que se calmara, y al oír tales desesperados alaridos me motivaron a encontrar las palabras necesarias para que recobrara el sentido…
— ¡¡Y-Yuna…!! ¡¡C-Cálmate, por f-favor…!! —Exclamaba angustiado y desesperado— ¿¡Dónde e-está…la chica amable q-que conocí!? ¿¡Ah…!? ¡¡Esa c-chica…curiosa que l-le…gusta meterse en p-problemas…!!
De repente Yuna consiguió liberarse de mis brazos, mas no estaba dispuesto a rendirme fácilmente, abalanzándomele de nuevo, despojándola de su espada y quedando esa vez cara a cara con ella. Me sentía impotente ante la violenta expresión en su rostro, ya no tenía alguna idea de qué hacer, pero en medio del forcejeo me percaté de algo…, y fueron sus aguados ojos escarlatas de rayadas pupilas los que avisté en esa frenética Yuna, aquella que con mirada enfurecida lloraba a cantaros, y que me provocaban un sentimiento de comprensión y aflicción, emociones que ni yo entendía, pero que de alguna manera parecía empatizar con los sentimientos de Yuna, dejando escapar mis propias lágrimas…
Entonces, al susurrar su nombre y morderme los labios, la besé sin reparo…; un beso corto y sin razón justa, pero bastante efectivo; gesto romántico del que desconocía si fue mero impulso u otra cosa, pero igual fue eso lo que la dejó perpleja, relajándose y volviendo en sí, lo que se reflejó en el tono natural de sus ojos llorosos. Por fin había logrado calmarla, aunque eso también me dejó con una incomodidad difícil de borrar.
Por otra parte, casi arrinconado ante la presente batalla, Grigore poco a poco recuperaba su superioridad a pesar del demacrado estado en el que se encontraba, agregándole además de que luchaba contra 3 personas al mismo tiempo, defendiéndose de sus ataques haciendo uso de un hacha que blandía en su mano izquierda, y de una espada que empuñaba en su mano derecha. Oana, que había creado una espada gélida con la que apuntaba incansablemente a los puntos vitales de este; Blanimir, aunque severamente herido, arrojaba potentes puñetazos y patadas rápidas con la clara intención de destrozarlo; y Vania, agotada tras invocar aquel destello cegador, apoyaba al licántropo en el combate cercano; sin embargo, ninguno parecía hacerle frente, inclusive la anterior frenética actitud de Yuna ocasionó mayores problemas para Grigore, quien harto de sus inútiles ofensivas, recitó exaltado…
— ¡¡AAARRGGHH…!! ¡¡”Prohibitus Diligenter Examinans, Fecit Lumen Sanguine”!!
Liberando desde su cuerpo una ondeante ráfaga expansiva escarlata, Grigore invocaba una serie de explosiones consecutivas que pusieron en apuros a quienes lo atacaban en ese instante, optando por huir de las mismas, mas no logrando escapar de todas ellas, incluso Yuna y yo no estábamos exceptos de sufrir esas secuencias destructivas, y antes de que nos alcanzara, fue Yuna quien decidía protegerme, partiendo del mero hecho de que era yo quien me mantenía encima de ella…
Las explosiones cesaron luego de algunos agobiantes segundos, dejando a casi todos malheridos, a excepción de mí que, prácticamente, resultaba ileso gracias a Yuna. Grigore lucía mucho más agotado y débil, inclusive sus heridas parecían ser más serias que antes, aquellas que no paraban de sangrar; pero, a pesar de todo, él sonrió maliciosamente y, aunque tenue, empezó a reír malévola y complacidamente, viendo que tanto había logrado con su último movimiento recitado; no obstante, todos empezaron a moverse, débiles pero aún con vida, lo que detuvo esa tediosa carcajada…
— ¿…? Y-Yuna… ¿Por qué…? —le expresaba a ella, con seriedad, debilidad y confusión.
— ¿Tú m-me responderías si te preguntara otra vez por el beso…? —y ella me preguntaba con tenue sonrisa serena, débil y adolorida.
Nuestras miradas no paraban de cruzarse, y quizás fue el momento más emotivo entre nosotros dos, lo que para mí resultaba igual de incomodo que antes, pero la gota de sangre que cayó sobre el suelo polvoriento nos retornaba a la realidad. Ambos lucíamos bastante desaliñados, nuestros atuendos además de sucios, estaban algo harapientos…; sin embargo era lo de menos comparado con lo que Yuna había sufrido, experimentando la peor parte.
La mayoría de su espalda había sufrido las consecuencias de aquellas explosiones, luciendo heridas severas que exponían casi su lacerada piel ensangrentada; ella, de alguna manera, se las había arreglado para conservarse consciente, pero ante las graves heridas no pudo seguir despierta, desmayándose repentinamente sobre mi pecho, dejándome desconcertado sobre su estado de salud.
Grigore seguía dispuesto a terminar con lo que empezó, entrecruzando su hacha y su espada, armas que empezaban a emanar una leve energía rojiza que se concentraba en los filos de aquellas que blandía sin consideración; no obstante, tras dejar recostada en el suelo a Yuna a medio lado, me coloqué de pie empuñando mi Shukketsu con ambas manos y bajo una postura semejante a una técnica de espada utilizada en la era de los samuráis del mundo humano, ‘Battoujutsu’, posicioné la hoja en el costado izquierdo de mi cuerpo, filo que comenzaba a emanar una azulada aura energizada que concentraba con gran intensidad. Ambos cruzamos miradas por un instante, y sin mediar palabra arremetimos uno contra el otro, desatando una última contienda que, quizás, daría fin a todo esto, y adicionándole la presencia de Oana, la única hasta ese instante que atestiguaría tal mortal enfrentamiento…
Perspectiva de Oana: intentaba colocarme de pie, pero tal esfuerzo parecía inútil, sintiéndome impotente ante lo que observaba. Sabía perfectamente que no había algo que pudiera hacer para inclinar la balanza en contra de Grigore, aquel que seguía viéndose superior frente a Iori; sin embargo, de repente, avisté a Vania dispuesta a actuar, viéndola repuesta y en condición de continuar la lucha.
No podía dejar de mirarla, y tampoco dejaba de hacerlo con la Shukketsu enfundada que le perteneció a mi difunto hermano gemelo; analizando un poco las cosas, sólo había algo que podía hacer en ese momento, y sin pensarlo tanto, decidí llamarla… Casualmente, Vania se percataba de mi acercamiento poco después de atender a mi llamado; me le arrodillé, la miré cara a cara y le enseñé la Shukketsu que, técnicamente, le entregaba en sus manos.
— Vania…, por favor… Usa esta Shukketsu —le dije de manera seria y un poco angustiada.
— ¿E-Eh…? ¿Q-Qué…? —Mencionaba Vania sorprendida y confundida— Pero… ¿E-Esta es…? ¿Esta es la Shukketsu que mi madre había robado…?
— No tengo tiempo para preguntas estúpidas… —le respondía con seriedad y enfado, pero también con cierta frustración, incluso en llanto— Esta Shukketsu no responde a mi voluntad, pero algo me dice que sí responderá a ti… Debió estar en manos de tu madre durante estos casi 2 años, sin embargo pienso que fue a ti a quien reaccionaba… ¡Sniff! Por eso quiero que la uses, porque estará en buenas manos.
— ¿…? O-Oana…, yo… N-No sé qué decir… —y Vania se expresó de manera afligida; supuse que también un poco comprensiva.
— ¡Sniff! Jamás perdonaré a Lilith…, pero t-tampoco… puedo condenarte a ti… cuando s-sé que tú no tienes relación alguna en este embrollo… ¡Sniff! P-Por eso te pido que uses esta Shukketsu… en nombre de mi hermano.
Pensarán algunos lo mucho que me he humillado al entregarle un arma a un Mystic de su clase, sin embargo habrán otros que pensarán que fue lo correcto, considerando lo noble que era, y sigue siendo, Vania para ser un súcubo. Entonces, decidida y optimista en ese instante, recibió la Shukketsu sin reparo alguno, mientras que yo aproveché para secarme las lágrimas. Por otra parte, la contienda entre Iori y Grigore no daba señal de terminar, aquellos que con finos movimientos enseñaban sus mejores técnicas de batalla armada, inclusive a veces usaban uno que otro movimiento acrobático para engalanar su mortal duelo; sin embargo, a pesar de sus graves lesiones, Grigore seguía siendo superior en este enfrentamiento que ya sobrepasaba el minuto de duración…
— ¡¡Prohibetur Causas Sanguinis Filo!! —y fue lo que Grigore recitó con frenesí en medio de su contienda…
Perspectiva de Iori: ya era difícil luchar contra ese vampiro de linaje puro, como para que elevara su propia dificultad al expulsar una rojiza energía que ya comenzaba a ser visible, aquella que elevaba las capacidades de combate de Grigore, acelerando sus movimientos con tal de acorralarme con tan frenética ofensiva; no obstante, incluso estando débil y agotado, no me quedaba atrás, lo que incluso Oana pudo reconocer al instante ante la postura que adopté…
— “Kenjutsu, Touhou sutansu: Liberum Navitas” —recité mentalmente, con determinación, en conjunto con la seria y decidida expresión en mi rostro.
No me quedaba de otra que usar uno de los cardinales del “Kenjutsu”, una técnica con la espada que algunos Mysthic Slayers conocen o se atreven a utilizar, y era Oana quien corroboraba las graves consecuencias que traía el sólo usarlo una vez…
— ¿¡…!? ¡Lo sabía! —Oana Exclamaba angustiada, contraste al rostro atemorizado que enseñaba— ¡¡I-Iori, si continuas usando esa técnica, tu Shukketsu no lo soportará…!! ¡¡Detente, Iori!! ¡¡DETENTEEE…!!
La base del “Liberum Navitas” es adoptar la postura del ‘Battoujutsu’, así mi Shukketsu resplandecía con mayor intensidad hasta el punto de asemejarse a un cuerpo etéreo, arma completamente azulada que parecía estar hecha de nada más que de pura energía, aquella que utilizaba para responderle ofensivamente a Grigore, además de igualar sus capacidades físicas, estando casi al nivel de ese malnacido.
Así pude mantener la contienda por otros 30 segundos más…, mas no fui ajeno a lo que sucedía a mi alrededor, percatándome cuando pude de que Vania empuñaba con su mano derecha la Shukketsu que Oana usaba, arma que comenzaba a reaccionar de manera positiva, ya que esta se desenfundaba por sí sola hasta adoptar su forma de batalla. No entendía el por qué, pero presentía que en algo me podía ayudar, concentrándome totalmente en mi batalla personal…
Perspectiva de Oana: Vania ahora empuñaba esa Shukketsu con ambas manos mientras cerró sus ojos, tornándose muy concentrada luego de posicionar aquella espada por encima de su cabeza… Durante unos 5 segundos, supuse que Vania sentía una cálida sensación que recorría todo su ser; yo también sentí lo mismo la primera vez que empuñé mi Shukketsu, así que en las profundidades de su mente, avistaría al último dueño de aquella espada que yacía en sus manos.
La experiencia es diferente para cada nuevo portador, pero tratándose de mi querido Obi, él se presentaría ante ella con la serena sonrisa que lo caracterizaba, extendiendo plácidamente su mano y ofreciéndosela al súcubo…, perdón, a Vania. Sin embargo el combate continuaba sin dar todavía a un ganador…, y cierta lastimada chica, de la que ninguno se percató en ese instante, se levantaba débilmente del suelo e intentando hallar su destrozada espada escarlata…
Todo apuntaba a culminar tan compleja y letal batalla entre el vampiro Grigore e Iori Kurosawa, puesto que sus últimos movimientos del momento dejaban a ambos peleadores forcejeando entre armas, filos encontrados que generaban una corriente tan poderosa que agitaba todo a su alrededor; energías de tonalidades contrariadas que colisionaban entre sí con tal de conseguir el triunfo. No obstante, algo fallaba, brindándole la oportunidad para acabar con su enemigo…, siendo repentinamente la hoja de la Shukketsu de Iori la que se quebraba en dos, y tal suceso disipaba las energías que envolvían las armas de ambos contendientes, dejándolo a merced del peligroso Grigore.
Me arrepentí de haber predicho las consecuencias de haber usado una técnica cardinal del ‘Kenjutsu’, pero era obvio que tarde o temprano sucedería; sólo imploraba que fuese Vania lo suficientemente rápida para salvar a Iori…, y la angustiosa y sorpresiva reacción en su cara delataba la frustración que sentía…; supuse, que por su mente, lamentaba el no poder cumplirle la promesa a Yuna, inclusive para mí sería triste el que hubiese muerto aquella vez…
— ¡¡Perece ante mi supremacía, maldito intento perdido de Mysthic Slayer…!! —Grigore exclamaba egocéntricamente, sonriendo malévolamente.
Aliviando mi corazón, de repente, Vania arremetió desde el lado izquierdo de Grigore, balanceando la hoja de la Shukketsu para lograr siquiera golpearlo en ese costado del torso del vampiro, provocando esa repulsión inesperada que lo desconcertaba y me tranquilizaba, y que lo alejaba del agotado Iori que terminaba desfalleciendo de rodillas sobre el suelo, al igual que aquella que salvó su “pellejo”. Gracias a la divina intervención de “Seele” que Iori sobrevivió a todo esto, y gracias a ti también, Vania…
Sin embargo, indignado por el repentino actuar de Vania, Grigore ignoró completamente, al igual que todos los que aun permanecíamos conscientes, la potente ráfaga que lo abordó descuidadamente, poderosa energía negrada que lo envolvía sin piedad hasta tragárselo por completo, aquella que borraba rastro del vampiro que aparentaba despedirse con un agónico alarido, y que dejaba solamente de frente a todos nosotros, incluso de Blanimir que recién se recuperaba, un terreno zanjado de gran anchura, profundidad y recorrido.
Nuestra sorpresa y confusión fue más que evidente; ninguno conocía de dónde provino o quien realizó tal ataque de gran magnitud, sin embargo la duda sería resuelta más pronto de lo que imaginamos, ya que una tambaleante Yuna era, probablemente, la causante de esto, y por la postura en la que se mantuvo poco antes de desplomarse inconsciente… otra vez, todo apuntaba a que era la causante, pareciendo haber sostenido su espada (arma que ya no estaba presente) de tal manera que hubiese hecho un tajo en ascenso, liberando tan poderosa ofensiva…
Perspectiva de Iori: era un final casi amargo para nuestro orgullo de guerrero, pero igual también fue más que placentero; la calma regresaba después de una batalla tan dura, y la victoria quedaría en nuestras manos. Nosotros… que dimos todo de sí, arriesgando nuestras vidas con tal de conservar el bienestar de la humanidad. Oana, Blanimir y Vania, dieron todo su apoyo hasta el último segundo; sin embargo, la verdadera heroína es Yuna, y su mayor logro quedará en nuestras memorias…, recuerdos que jamás serán revelados a la humanidad y de los que nunca reconocerán al tener tan grandiosa persona… Gracias, Yuna Gardner.
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