La Daga del Emperador de Plata - Volumen I - 14
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- 14 - Epilogo I: Más de un solo camino
Ya no puedo más…, me siento muy cansada y tan débil; este ardor insoportable tampoco desaparece, y me duele mucho… Iori sigue vivo; logré salvarlo a tiempo, pero creo que la batalla no ha acabado todavía. Tengo que hacer algo, tengo que levantarme y apoyarlo de nuevo…, sin embargo me siento tan pesada… ¿Dónde estará mi espada? No la veo por ningún… ¡Ahí está…! Ven a mí…, por favor…, Iori me necesita… ¡Levántate, Yuna! ¡Levántate…!
Con la última gota de mis fuerzas, y tras haber recuperado mi espada (regresando a ella por “voluntad propia”), lograba ponerse en pie, tambaleando, pero lo hice; y como pude, ante la borrosa visión que poseía aquella vez, fui capaz de ver el forcejeo entre Grigore e Iori, atestiguando medio consciente como Iori parecía perder la poca ventaja que poseía al quebrársele la hoja de su Shukketsu en dos, sin embargo también fui testigo de la rápida intromisión de Vania, aquella que con su golpe alejaba al tal Grigore de mi debilitado y querido ‘Slayer’. Sin dudarlo, balanceé mi fragmentada espada, realizando un tajo ascendente que liberaba una destructiva y poderosa ráfaga de energía negrada de la que ni supe como convoqué, potente ofensiva que terminaba destruyendo esa arma carmesí, dejándome solamente con una empuñadura en mis manos; sin embargo, aquella colosal ofensiva que zanjaba el terreno con su recorrer, se tragaba al malévolo y desprevenido vampiro, borrando toda existencia de este malvado ser. Aparentemente había logrado mi objetivo, y después de lo sucedido sólo recobré el sentido en un hospital…
3 días después…
Hospital Universitario: Royal Liverpool. Liverpool, Inglaterra.
Habían pasado 3 días desde ese incidente y es poco lo que recuerdo de aquel día… Desperté hace tan sólo 24 horas, creo…, y según lo que me dijo Marie, la enfermera que me ha atendido, es que fui trasladada a este hospital por petición de mis abuelos.
Cuando me desperté, estaba en una suave cama, bastante cómoda para ser de un centro médico; estaba bocabajo cuando recobré el conocimiento, Marie me dijo que no debía moverme mucho, y tampoco es que pudiera hacerlo; era esa vez y seguía recostada a medio lado, esperando a que las heridas en mi espalda sanaran por completo…
En poco tiempo me hice amiga de Marie, una mujer entre los 28 a 30 años de edad; de cabello lacio y muy claro, y de tersa piel caucásica palidecida, quizás ante la poca exposición al sol; por sus facciones y voluptuosidad, parecía soviética, y además de sus aparentes 1.70 de estatura que corroboraban su ascendencia. Aunque Marie era una bella mujer de ojos verdes y fuerte temperamento, en verdad era amable, muy cuidadosa y atenta conmigo; limpió mi cuerpo con suma delicadeza y peinó mi cabello constantemente, dejándomelo suelto mientras estuve hospitalizada; también me había ayudado a vestirme con el camisón, lo que resultaba algo tedioso el tener que usar solamente bragas bajo ese camisón, pero de nada valía quejarme.
Dorothy también estuvo aquí acompañándome; fue ella la que recibió la llamada que informaba sobre mi estado de salud. Según ella, al parecer, fue Iori quien le avisó sobre mí; le dijo que me había dejado en un hospital cercano al centro de la ciudad y una vez que mis abuelos se enteraron, decidieron solicitar un traslado a este hospital…
Según palabras de Marie, me recuperaba bastante rápido, aunque todavía siento algo de ardor en mi espalda, cosa normal según el cuerpo médico de ese hospital, siendo las secuelas que dejaron esas heridas, y Marie también aquella ocasión pensó lo mismo. No obstante, tenía miedo de lo que pudiera pasar a partir de ese día, porque sabía que mis abuelos no estaban muy contentos con mi estado actual.
Para los que no conocían a mi abuela paterna, Abigayle Gardner, ella es una mujer con una rígida forma de ser y una persona llena de soberbia, muy activa a pesar de su avanzada edad, acostumbrada a presumir sobre su estatus social, con ínfulas de tener la razón en todo. En la otra cara de la moneda de oro, está mi abuelo paterno, Hiram Joshua Gardner, con el que mi abuela lleva casada durante más de 40 años, siendo sólo 4 años mayor que ella; él es un hombre adinerado que se ha enfocado casi toda su vida en grandes y exitosos negocios, para colmo también tiene un temperamento bastante fuerte y, a eso le encimamos, una actitud conservadora, ya que en su juventud prestó el servicio militar para su país, por lo que crio con mano dura a todos su hijos, incluyendo a papá, que en paz descanse…
Cuando supieron de mi estado, según Dorothy, se preocuparon mucho, pero sé que la angustia no demoró tanto, pues también había escuchado de Dorothy que habían estado hablando con el “director Stainthorpe” sobre un traslado a otra sede de esta misma secundaria, que a diferencia de la sede en esta ciudad, la de la ciudad de Londres funciona como un internado. Dorothy me dijo que la decisión ya había sido tomada, y que tan pronto me dieran de alta me iría hasta allá para terminar graduándome por fuera de Liverpool. De verdad era un poco injusto, pero no era que pudiera oponerme a mis abuelos, y vivir con mis abuelos maternos nunca había sido una opción, por meras razones económicas.
Me sentí algo deprimida, y consideré pasar esta tristeza en cama, deseando nunca recuperarme de esa lesión tan dolorosa en mi espalda; sin embargo, Dorothy me alegró un poco cierta mañana, ya que llegaba a esa habitación en compañía de dos personas que ya les había tomado el suficiente cariño. No pude ocultar mi alegría al verlos llegar hasta ahí, por lo que, mientras me acomodaba en la cama para sentarme, tampoco pude evitar gritar de felicidad sus nombres…
— ¡IORI! ¡OANA!
— ¡Shhh…! ¡Silencio, ‘Pechos…’! —Y Oana exclamaba reprendiente, pero expresaría seria y avergonzada, corrigiéndose a sí misma— ¡Ahem! Yuna… Estamos en un hospital ¿Recuerdas?
— Je, Je…, “Gomen’nasai” (“lo siento” en japonés) —expresé sonriendo avergonzada, pero luego agregaría con sonrisa serena— Me alegro tenerlos aquí a los dos…, en serio… me alegra mucho…
— Q-Queríamos saber cómo estabas… —comentaba con seriedad y leve timidez mi querido Iori.
Ver a Iori luciendo el uniforme de verano de la escuela me parecía raro, pero ver a Oana con el mismo uniforme que yo suelo usar en la escuela durante la temporada de verano, de verdad que sí me impactó. Verla con su ondulada, y castaña cabellera recogida con una coleta de caballo, la hacían lucir muy bonita; su camisa blanca de mangas cortas parecía algo grande para su contextura delgada, al contrario del chaleco de ‘Corset’ negro que se moldeaba perfectamente a su cintura; su falda roja le quedaba algo corta, revelando de más, pero con las pantimedias negras que ella lucía, todo eso se quedaba bajo la imaginación del sexo opuesto…
— Je, je… Y-Ya veo… —expresaba con timidez, pero yo mencionaría con cierta jocosidad— E-Es raro verte vestida así, Oana…
— ¿…? ¿E-En serio…? A-Antes solía usar este uniforme… Ya sabes…, f-fachada mientras hacía mis labores de ‘Slayer’…
— ¿E-Está bien…? —Le comentaría a Oana con seriedad y melancolía— ¿…? I-Iori, Oana… ¿Cómo acabó todo ese día? ¿Ganamos?
Ambos estaban muy tímidos, extraño para lo que suelen ser, lo que me causó mucha gracia ver esa faceta de ellos…, sin embargo quise indagar sobre lo sucedido esa última noche que estuvimos todos juntos, sobre todo el resultado de la batalla. No esperaba que se quedaran en silencio; ambos se miraban a la cara con cierta disimules, intentando evadir la inquietud que les hacía, pero era Oana quien se tomaba la valentía de responderme bajo una actitud algo angustiosa…
Perspectiva de Iori: me aliviaba y también me avergonzaba que fuese Oana quien se tomaba el tiempo de responderle a Yuna, pero francamente no era capaz de hacerlo. Sólo me limitaba a escuchar lo que Oana le explicaba a Yuna, sin embargo eso ocasionaba que los recuerdos que tenía del final de esa noche regresaran a mi mente; memorias más que frescas e imborrables en mi cabeza.
Esa noche en especial, de aquel 27 de abril, la batalla contra Grigore llegaba a su fin, y lo que daba algo de fe era un zanjado camino de gran anchura y profundidad, trayecto que difícilmente podía conocérsele cuantos metros albergaba a simple vista. Sacando fuerzas de donde no teníamos, cada uno fue a auxiliar a quien consideraba mayor asistencia; Vania, sumamente agotada, no dudó en asistir a Blanimir, aquel que continuaba presionando su sangrante herida abdominal; por mi parte, dejando atrás la dañada Shukketsu, atendí de inmediato a la desmayada Yuna, aquella a la que tomé con mis brazos y a la que con delicadas palmadas en su mejilla izquierda intenté despertar mencionando constantemente su nombre… Oana simplemente se limitaba a estar ahí sentada en el polvoriento y agrietado suelo, enfocando su vista hacia el cielo nocturno iluminado por la luna azul, exhalando aliviadamente como si ya todo hubiese terminado…
Confiados de que todo había finalizado a nuestro favor, desde la sombra del licántropo una figura maliciosa emergía de manera amenazante; negrada hoja agrietada de opaco filo escarlata que apuntaba hacia el cuello de una distraída súcubo, cuya estocada pretendía ponerle fin a su existencia, nos dejó perplejos a todos. Fue algo tarde para reaccionar, inclusive a aquellos que habían logrado percibir al demacrado y gravemente herido de Grigore, aquel que si acaso conservaba solamente sus ceñidos y harapientos pantalones de cuero negro, además de sus deteriorados botines tácticos, y además del palidecido cuerpo lacerado y ensangrentado, arremetía sin cuartel en contra de Vania.
No obstante, siendo el único en avistar la sorpresiva ofensiva traicionera, Blanimir empujó a Vania hacia un lado con tal de apartarla del trayecto mortal de aquella ‘chokutou’ a punto de quebrarse, siendo apuñaleado gravemente en su pecho (técnicamente en el corazón) con la afilada hoja que lo empalaba sin contemplación, cuchilla que culminaba incrustada al terminar quebrándose en su pecho atentado y que dejaba alguna oportunidad para que Grigore se alejase algunos pocos metros de su objetivo, mientras Vania tomó esa chance para auxiliar a su amado gravemente herido.
— ¿¡…!? ¡¡I-Imposible…!! —Oana exclamó susurrando sorprendida y atemorizada.
— Ja, ja, ja… ¡Ja, ja, ja, JA, JA, JA, JA, JA, JA…! —Reía Grigore malévolamente a carcajadas, exclamando satisfecho— ¡¡Por fin acabé contigo, Blanimir!!
— ¡¡Coff, coff!! ¿¡C-Cómo fue posible…q-que tú sobrevivieras a…!? ¡¡Coff, coff!! —Blanimir exclamaba anonadado, angustiado y confundido, tosiendo sangre sin parar.
— ¿¡…!? ¡¡N-No…!! ¡¡Hic!! ¡¡No, no, no, no, no…, B-Blanimir…!! ¡¡Hic…!! —y Vania exclamaba con llanto, angustia y desesperación.
— ¡¡ESTAMOS MÁS CERCA DE LIBERAR LA ESPADA DE ‘SEALANT’!! —Grigore gritó con alegría, bajo una expresión desquiciada y malvada, pero exclamaría indignado y tosiendo adolorido— ¿¡…!? ¡¡Coff, coff…!! ¡¡Coff, coff, coff, coff…!! ¡¡Esa puta (mirando a Yuna) casi me mata con su ataque…!! ¡¡Pero ya no cuento con armas…!!
Su declaración fue evidente; Grigore solamente sostenía las empuñaduras de un hacha sin hoja y de una ‘chokutou’ con una hoja a la mitad, armas de las que con indignación se despojaba al lanzarlas por doquier, avanzando lenta y tambaleantemente en dirección hacia mí mientras abrazaba a Yuna. Vania se aferraba al cuerpo agonizante de Blanimir, susurrándole con llanto inconsolable que resistiera, pero también susurraba para sí misma algo que casi nada podíamos oír con certeza: “¡¡Myghal, ayúdame!! ¡¡Por favor, salva a Blanimir!! ¡¡Te necesito, Myghal…!!”…, y al abrazarlo con mucha más fuerza, parecían que sus plegarias habían sido escuchadas, puesto que una luz descendía inesperadamente del cielo…
Grigore gesticuló pánico al sentir aquella cálida luminiscencia a sus espaldas, mayor a la que experimentó al luchar contra Yuna; entonces, de aquella destellante y cegadora luz, una fémina, sencilla y delgada silueta emergía casi sin poder ser detallada. Tal figura parecía vestir una blanca gabardina, prenda que ondeaba al son de su corta cabellera, sin embargo aquel misterioso individuo se acercó rápidamente hacia el infame de Grigore, extendiendo su mano derecha hacia el hombro derecho del atemorizado vampiro, aquel que pretendió voltear para corroborar la identidad del que él presumía ya conocer.
— ¿¡…!? ¿¡Myghal…!? —exclamó temblando del miedo, siendo la última palabra que mencionaba Grigore.
No podía detallar al misterioso individuo, mas no fui ajeno ante el indescriptible acto que este realizó, colocándole esa mano extendida en el lacerado y sangrante hombro derecho de Grigore, el que repentinamente soltaba un insoportable alarido; grito insufrible que dejaba claro el fin de su existencia, puesto que su cuerpo empezaba a calcinarse, volviéndose como cenizas que recién surgían del fuego extinguido, y que con su último grito daba clara señal del final de su vida en este mundo…
La destellante luz sólo desapareció cuando aquel individuo daba por terminada su acción, desapareciendo junto con la inconsolable Vania y el agonizante de Blanimir, sin antes que aquella luz resplandeciera con mayor fuerza.
Su cara decía todo; el rostro conmocionado de Yuna era más que evidente, y verla tapar su boca con su mano derecha para no dejar escapar algún gemido afligido, delataba su dolor y su tristeza, aquellos que en sus ojos aguados señalaban cuan deprimida y frustrada podía sentirse, frustración de la que me contagió; no obstante, Oana omitió algunas cosas, sobre todo aquella actitud que adoptó en medio de la batalla, una descontrolada actitud que es ahora y no podemos comprender…
Perspectiva de Yuna: me dolió tanto enterarme de lo sucedido; conocer que a la final ese sujeto se había salido con la suya, arrebatándole el futuro a Blanimir con el que pudo haber cultivado junto a Vania. No lloré, pero no evité que mis lágrimas se escaparan, y mi deplorable estado emocional casi causaba que retiraran a Iori y a Oana de la habitación, pues en ese momento la enfermera Marie entraba para examinarme. Hice por todos los medios que ellos se quedaran, sin embargo fue inútil, hasta que Dorothy se hizo presente en la habitación y convenció a Marie de dejar siquiera a alguno de los dos; en ese caso, le pedí a Oana que se retirara, ya que quería quedarme un poco más con Iori… Él se sorprendió, pero tanto Iori como Oana no se opusieron ante mi egoísta petición.
Perspectiva de Oana: no quise oponerme a la petición de Yuna; tampoco soy estúpida para no darme cuenta de lo que ambos sienten el uno por el otro. ‘Pechos grandes’ no teme expresarle, así sea de manera indirecta, sus sentimientos a Iori, y el tarado que tengo de compañero, o no se daba cuenta de las señales… o también se negaba a reconocer que sentía algo por ella… Iori, eres un completo idiota…
Quise relajarme un poco, así que me dirigí hacia la sala de espera, y para mi sorpresa me encontraba al señor Kenji Yamamoto sentado cómodamente en ese sillón café, portando envuelta entre una manta blanca la Shukketsu de Iori… ¿Cómo hizo para burlar la seguridad del hospital? No tuve ni la más mínima idea, pero si él estaba ahí, significaba que logró cumplir mi petición.
— ¡Buenos días, princesa Northrop! —me saludó alegre y serenamente.
Su repentina llegada se veía opacada frente a su apariencia física, pues el peinado que lucía, llamaba mi atención, y respecto a su aspecto físico no dudé en decirle con cierta seriedad y jocosidad lo que pensaba…
— ¿…? ¿Cuál es su problema con ese raro peinado, señor Yamamoto…?
— ¿Eh…? ¡Aaahh! ¿Este peinado…? Pues… e-este…
Pronto tomaría el raro peinado del señor Kenji como objeto de burla, comenzándome a reír por unos cuantos segundos, ya que el susodicho lucía el cabello parejo a base de fijador para el cabello, que lo hacían ver, según cierto calificativo de algunos países del mundo humano, como un “Nerd”.
— ¡Ahem! Verás, Oana…; ante la directiva de la escuela y del cuerpo estudiantil…, me toca peinarme así, ya que una vez termine lo que haga aquí regresaré a la escuela… —y el señor Kenji expresaba avergonzado, sonriéndome tímidamente— ¡P-Pero bueno, no importa! —Agregaba con seriedad y serenidad— Estoy acá para entregarle esto (la Shukketsu) a Iori… ¿Dónde está?
— ¿Iori? Está con Yuna… Se quedó conversando con ella… —comentaba seria y apáticamente. No estaba de humor para bromas— Cambiando el tema… ¿Hay algo que usted sepa de Yuna Gardner que Iori y yo no conozcamos?
— Je, je… ¿Por qué tendría que saberlo? Es a mí y me desconcierta que la “conversión” de ese vampiro no haya funcionado en ella… Me aterra que el resultado fue algo que ni él esperaba… —suspiró él— Iori se topó con una chica muy peculiar…
No me convencía de a mucho su declaratoria; por más que lo evite, él lleva más tiempo en este mundo que Iori y yo juntos. Igual, no valdría la pena seguir con el tema, así que mejor me dediqué a indagar sobre el estado de la Shukketsu de Iori…
Fue un poco inquietante el no saber cómo logró evadir a los guardias de seguridad del hospital, tratándose de que el señor Yamamoto entró portando un “arma” a ese hospital, sin embargo estaba más interesada de saber si había logrado reparar la Shukketsu que Iori había dañado en la batalla; pero, al verla técnicamente intacta, me tranquilizó un poco, lo que resultaba difícil el no elogiar su excelente trabajo.
— Es usted un excelente “herrero”, señor Yamamoto —comentaba seria y complacida— Ni yo habría reparado un daño tan severo como el provocado por un ‘Kenjutsu’…
— En serio me halagas, pero no olvides que provienes de un linaje de nuevos forjadores de armas… —comentaba él con serenidad, pero fue interrumpido por mí, exclamando indignada y melancólica.
— ¡Se equivoca…! Por mis venas solamente hay sangre noble… Una legitima Northrop y nada más —y ante mis palabras, el señor Kenji suspiró con decepción.
— ¿…? ¡Como sea…! Al fin y al cabo… ese Mystic Zero llamado Grigore…, cumplió con uno de sus objetivos… Blanimir ya estaba condenado una vez se convirtió en el portador del 5to sello…
— ¿…? —Y yo mencionaría asombrada y confundida— ¿Usted lo sabía?
— Pues claro…, siempre lo supe…, pero toma lo sucedido como algo que tarde o temprano pasaría… Que bien que no pasó algo peor ¿No lo crees?
Verlo expresarse tan desconsideradamente con esa sonrisa serena me causó tanta indignación, que no medí las consecuencias de mis actos una vez lo sujeté firmemente del cuello de su camisa, incluso solté la Shukketsu…
— ¿¡…!? ¿¡Cómo puede decir eso con tanta serenidad…!? —Exclamaba indignada— ¡¡Acaso…!! ¿¡No siente ningún lamento por Blanimir…!?
Fue estúpido lo que hice, y solamente me daría cuenta de mi error al detallar su intimidante mirada, esos ojos que me pedían “amablemente” que dejara de sujetarlo, recordando que de frente tenía a un poderoso Mysthic Slayer, por lo que más que intimidada, lo solté al recuperar la calma.
— La Shukketsu de Obi Northrop… ¿Dónde está…? —Comentaba él, sonriendo serenamente intimidante— No me digas que dejaste que esa súcubo se llevara una Shukketsu que ‘Juuni Bumon’, posiblemente, ha estado buscando durante 2 años… —y luego expresaría con seriedad, serenidad y analíticamente— aunque reconozco que… me sorprende que una Shukketsu reaccione ante un Mystic Zero de clase ‘C’; nunca antes había ocurrido… ¡Meh! Supongo que debe tratarse por ser descendiente directa de Lucifer… —agregó sonriendo desinteresada y serenamente con inocencia.
— Cuando tenga la oportunidad…, recuperaré la Shukketsu de Obi… —comentaba seria y avergonzada, pero fui interrumpida por el señor Kenji.
— ¡Nah! Que se la quede… —me sorprendió y me confundió su actitud desinteresada ante algo tan serio como una Shukketsu— Que alguien como ella haya sido aceptada por una Shukketsu, significa que es digna de portarla; sin embargo, por la forma en que lo dijiste, estoy por pensar en que no te quedarás más en esta ciudad… —agregaba serio y sereno— ¿A dónde piensas marcharte…?
No tenía caso seguir ocultándolo, sinceramente ya no tenía motivos para continuar en esta ciudad, lugar que me vinculó afectivamente con Obi. Le respondí al señor Yamamoto que: “No tenía rumbo fijo” y “Que no sabía que haría a partir de este momento”; también le dije que: “Necesitaba estar sola por un tiempo, para así organizar mis pensamientos”, y también fui clara al decirle que: “Si se lo pedía a Iori, él protegería a la ciudad de los Mystics. Simplemente tenía esa corazonada”… Él me miró sin tener algún interés de preguntarme otras cosas más, y sorprendiéndome con su amable gesto, se despidió de mí acariciándome la cabeza y deseándome éxitos en mi cruzada…
Desde ese 30 de abril del presente año, no volví a ver a Iori y a Yuna…; nunca fui capaz de despedirme de ellos dos porque sé que, por lo menos, Yuna no me hubiese dejado marcharme…
Perspectiva de Yuna: notaba a Iori un poco nervioso; desde un principio ya lo estaba, o eso es lo que me daba a entender su torpe actitud desde que, incluso, estaba con Oana. No hubo necesidad de decírselo verbalmente, sólo le señalé que se sentara a mi lado, acatando a mi petición y complaciéndome al sentarse a mi diestra, mirando hacia la ventana mientras evitaba fijarse en mí; se veía tierno y en verdad me parecía gracioso tenerlo tan nervioso… Tenía un poco hinchado mis ojos, y pareció que haber llorado no me ayudó tampoco; también me sentía algo somnolienta, la excusa perfecta para reposar mi cabeza sobre su hombro izquierdo, lo que corroboraba mi sospecha sobre su extraña timidez; temblaba un poco, como un cachorro que busca de calor corporal, lo que me parecía mucho más tierno, pero de repente dejó de hacerlo, quizás había logrado tranquilizarse, siendo capaz de dirigirse de forma verbal hacia mí.
— ¿Y-Yuna…? —Expresaba serio, un tanto tosco, y con timidez ¿De verdad era el mismo Iori? — ¿T-Te sientes mejor…? Digo…, debiste sufrir ciertas quemaduras en tu espalda…
— Pues… todavía duele un poco; el ardor en mi espalda no desaparece, pero estoy bien —expresaba serenamente sonriente— Agradezco mucho el que te preocupes por mí.
— C-Claro que lo estoy… De no haberte involucrado en todo esto de los ‘Mystics’…, no estarías en este estado.
— ¡Humm…! (sonrisa)… Al contrario, Iori, me alegro haber hecho parte de esta locura —susurraba sonriendo con serenidad; en verdad, por primera vez, fui algo atrevida— Tú me sacaste de esta burbuja que me aprisionaba y asfixiaba… Después de la muerte de mamá y papá, no había vuelto a ser la misma de antes… hasta que te conocí (Iori reaccionaba levemente sorprendido)… Aquella noche, en medio de la batalla, recuerdo haber sentido que me besaste otra vez… Cuando te protegí, me preguntaste por qué lo hice…
— Pero tú solamente me restregaste en cara aquella vez que te besé por primera vez… —y él susurraba tosca y avergonzadamente— Y-Ya antes te había respondido con la verdad…
— Mentiroso… —interrumpí a Iori, susurrándole serenamente— Eres un mentiroso, Iori Kurosawa… Pueda que esa vez fue por la poción que me hiciste beber cuando estaba inconsciente…, pero la reciente noche… ¿Cuál fue tu excusa para hacerlo?
Se quedó callado; prácticamente lo había acorralado con simples conjeturas que llegaban a tener un poco de veracidad. Verlo intentar que respondiera a mis cuestiones llegaba a parecerme más que gracioso, sin embargo siempre se mantuvo bajo la misma actitud rebelde, esa expresión seria y actitud tosca que pretendía mantenerlo como alguien difícil de doblegar; pero, al dejar de apoyar mi cabeza sobre su hombro, lo sujeté de su mejilla derecha con mi mano izquierda, suave y delicadamente, sin dejar de hacerlo; lo miré directamente a los ojos, atestiguando en primera fila su tenue perplejidad mientras yo seguía sonriéndole con serenidad y coquetería…
— Si te dieras cuenta de lo que siento por ti…, no sería necesario tener que decírtelo… Tú tampoco quieres reconocerlo…, y la verdad, debido a ciertas circunstancias, es mejor dejarlo así ¿Sabes? Apenas me recupere me marcharé de Liverpool, sin embargo no quiero irme sin antes confesártelo, Iori Kurosawa (Un par de lágrimas brotaban de sus ojos)… Me gustas…; de verdad, me gustas mucho, Iori… No necesito dudar para protegerle la vida a la persona que quiero con toda mi alma.
Mi corazón estaba acelerado; no había marcha atrás en mi declaración, y ver la constante perplejidad en sus ojos me ponían mucho más nerviosa de lo que ya estaba. Una parte de mí estaba bastante segura de que sus sentimientos me corresponderían, pero mi otra parte tenía miedo de no serlo, así que antes de continuar ansiosa por mi confesión… decidí darle un beso…, un cálido y apasionado beso que no tardó ni 3 segundos…, mas ser correspondido físicamente sintiendo sus labios…, ya fue suficiente para mí.
No tenía caso que él siguiera a mi lado, por eso le pedí que me dejara sola; además, Marie y Dorothy se presentaban poco después a la habitación, por lo que su partida fue inevitable…
Principios de Mayo. Londres, Inglaterra.
Las cosas aquí en este internado no son tan diferentes de lo que solía vivir en Liverpool, pero de cierta manera me siento más tranquila que antes. Ya ha pasado una semana desde que salí del hospital y sólo llevo 3 días desde que comencé a vivir en Londres; Dorothy fue la única en acompañarme a esta icónica ciudad británica, y respecto al método de internado que tiene esta sede, cada fin de semana tengo derecho a salir, por lo que ella fue la opción indicada tras mi traspaso a esta escuela. De cierta forma, no tengo algo de que quejarme…, aunque reconozco que su presencia me hace falta, pues lo último que hice fue besarlo.
Extraño Liverpool, entre otras cosas, sin embargo se me ha facilitado adaptarme a esta sede, entablando amistades mucho más rápido que antes, tal y como solía ser antes. Prácticamente he vuelto a ser la Yuna Gardner extrovertida que Garil y Sakura criaron juntos. Espero con ansias el día en que nos podamos reunir nuevamente, contigo y con Oana…, porque ustedes son lo más preciado que tengo ahora, en especial tú, Iori Kurosawa, aquel que por accidente se cruzó en mi camino y salvó mi vida… Eres lo mejor que me ha pasado, y por eso es que seguiré diciéndole a todo el mundo las veces que pueda…; me gustas mucho… y te quiero tanto, Iori…
La noche del 27 de abril de 2018.
En alguna parte del mundo…
Lo poco que se pudo escuchar entre comunicadores radiales; una conversación trágica y llena de desesperación…
— ¿HEINZ, ME ESCUCHAS? CAMBIO…
— ¿…QUÉ SUCEDE, MYGHAL? CAMBIO…
— ¡ES BLANIMIR! (respiración agitada) ¡…! ¡ESTÁ A PUNTO DE MORIR! CAMBIO…
— ¡¡…SÁLVALO, MYGHAL!! (Voz quebrada de Vania) ¡¡SÁLVALO…!!
— ¡¡V-VOY EN CAMINO…!! ¡¡NO DEJES QUE MUERA, MYGHAL!! ¡¡JÚRALO POR EL HONOR DE K’…!!
Continuará…
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