La Daga del Emperador de Plata - Volumen II - 01
Para mí fue el día más horripilante en mi vida, aunque estuvo completo de alegrías, diversión, y grata compañía, pronto se transformó en la razón primordial del por qué participo en esta lucha. Sus partidas dejaron un gran vacío en mi corazón, uno que nunca pretendí llenar con el paso de los años, pero sin tener la intención de hacerlo, él se presentó ante mí con una fría, seca, tosca, y desinteresada actitud…
Pronto conocí más como él, con diferentes formas de pensar, y… con pérdidas similares que los arrojaban a vacíos más profundos…; y desde aquel 30 de abril, han tomado caminos diferentes…; sin embargo, me dieron la fortaleza suficiente para encarar mis pérdidas, y terminaron llenando ese vacío… Ojala ellos también hubiesen tenido lo que yo tuve tras conocer a los Mysthic Slayers…, pero por desgracia ellos experimentaron a su manera el sufrimiento que cargaron ese 8 de marzo de hace 7 años atrás…, pues su dolor los impulsó a ser los enemigos que aquel día, con tristeza, enfrenté en esa nueva batalla por el bien de los inocentes.
Junio 18 de 2.018.
Secundaria “Sanctus Mica’el” (sede Londres). Londres, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: el verano casi iniciaba al igual que las vacaciones imponían el final de mi último año en la secundaria Sanctus Mica’el. Quien imaginaría que el tiempo trascurriría tan rápido en esos casi 2 meses de estar residiendo en la ciudad de Londres, y más si había estado dedicada 100% en mis estudios…, b-bueno (risa tímida)… en realidad le había enfocado en un 90% a mis estudios, cuyo esfuerzo fue suficiente para mantenerme en los primeros lugares en cuanto rendimiento académico, siendo el otro 10% lo invertido en una rutina de entrenamiento intenso a espaldas de Dorothy, puesto que la mayoría del tiempo la pasé en esa sede, pudiendo actuar con cierta libertad, y alejada de la supervisión de Dorothy como tal.
Sin embargo…, creo que muchos se preguntarían el por qué lo hice…, sabiendo que había estado alejada de sucesos sobrenaturales e invasiones de los Mystics durante esos meses, pero siempre existió una leve corazonada que me impulsaba a mantenerme en forma, preparada para los futuros acontecimientos que podrían rodearme como capricho del destino, ya que en una ocasión…, lo viví en carne propia…
Durante ese tiempo, logré hacer algunas amigas al no costarme tanto relacionarme con otras personas…, hasta el grado de simpatizar al instante en que entablaban una conversación conmigo; muchas de ellas quedaban admiradas por el tamaño de mi busto, otras por el largo de mi cabello, y eso que me lo había cortado un poco al no poder seguir soportándolo tan largo; desde entonces, lo he podido lucir sin coletas, sin embargo lo trenzo para mayor comodidad.
Aquel día, antes del solsticio de verano, recibí la grata noticia de ver al director de la sede de Liverpool, aquel quien conocía por su identidad real como Kenji Yamamoto, y quien era conocido como el director Stainthorpe, su “alter ego” en el mundo humano. Estaba tan entusiasmada por verlo, ya que él era el único que podía proporcionarme la información necesaria sobre ciertos seres queridos…
Ese mismo día, el señor Kenji se presentó, luciendo lo más pulcro que acostumbraba ver mientras estuve en la sede principal (Liverpool), y en su rol como director nos dio un discurso que abarcaba una importante noticia.
— Buenos días, estimados alumnos de la secundaria Sanctus Mica’el de Londres —ese fue el señor Kenji, saludando a todos los presentes dentro del auditorio con la serenidad de siempre. Su voz invadía todo el lugar por el micrófono en el estrado— Es un placer verlos en este día en especial, ya que hoy se conmemora el XV (décimo quinto) aniversario de creada y fundada nuestra institución académica… Para el final de la primavera, la institución ha recibido una invitación muy pero muy especial por parte del mismísimo presidente de la reconocida multinacional, “Empire Company”, quienes les otorgaran un tour por todas sus instalaciones en la sede radicada en esta misma ciudad, con el objetivo de incentivar a la juventud de hoy a que empiecen a tener visión para su futuro, ya que los alumnos de 3er año dejan nuestra institución este verano, dando paso al siguiente peldaño en la escala del éxito.
Su discurso prácticamente llenó de motivación al cuerpo estudiantil de último año de secundaria, demostrando con aplausos cuan complacidos estaban; a mí, personalmente, me causaba algo de risa…, una que tocaba aguantar ante los demás al punto de querer estallar, no porque me pareciera gracioso lo que nos dijo a todos, sólo que al verlo sumergido en su papel como director de una escuela secundaria no era algo que lograba asimilar por completo, y más si conocía su verdadera identidad.
Tras cerca de una hora, luego del anuncio y de otros discursos por parte de la planta docente, el señor Kenji tuvo cierto tiempo libre que invirtió al interactuar con parte del cuerpo alumnado y algunos profesores del auditorio, así que al ver una chance quise acercármele, pero pronto fui interceptada por una pequeña niña de cabello rosado… Por los nervios y la vergüenza ante su curiosa e intimidante mirada, no lograba pronunciar palabra alguna, pues en la forma en la que me miraba, parecía perforarme la cabeza.
Sonreía ante la intimidante mirada de la pequeña niña de cabellos rosados, pero ella, a simple vista, parecía ser toda una tierna niña de 12 años, de 1.49 de estatura, y de complexión delgada. La tonalidad que desbordaba suavidad y delicadeza sobre su piel caucásica y pecosa, ese lacio y corto cabello rosado cuyo flequillo abundante ocultaba su esmeraldero ojo derecho, la enaltecían en lindura. Un prendedor con forma de rosa roja adornaba el costado izquierdo de su cabello, y esa camiseta azul celeste de mangas largas con estampas de pétalos de cerezo, con ese overol de falda de mezclilla que llevaba un corazón de color rosa bordado sobre la parte frontal de aquella prenda, la hacían lucir toda una ternura andante, pero su constante mirada intimidante, denotaban todo lo contrario…
— D-Disculpa…, pero quisiera hablar con el director Stainthorpe, por favor… —expresaba con nerviosismo hasta que esa niña me interrumpió con su dulce voz, preguntándome de manera tosca y poco amigable.
— ¿Qué quieres de Kenji…?
Me sorprendió al saber que ella conocía su identidad real, incluso usó el tono adecuado para que nadie la escuchara a excepción de mí, pero pronto le dije con el mismo tono tras agacharme y alcanzar su altura, respondiéndole con una sonrisa serena…
— Creo que él debe tener alguna información que deseo con ansias, por eso necesito hablar con él.
Aunque fui lo más amable posible, ella se enfrascaría en mantener su grosera actitud, pues me sacaría de quicio al enseñarme una mofa desinteresada y apática, pero pronto la persona que solicitaba con ansias se acercaría hacia nosotras, y con su característica sonrisa serena me abordó desde mi retaguardia.
— Veo que ya conociste a Ana, je, je… Permíteme disculparme por ella, pero esta “pequeñita” no le agrada los seres humanos.
— ¿Señor Kenji? ¿Cómo está? —me sorprendió su repentina llegada, pero igual lo saludé con amabilidad.
— Hola, Yuna Gardner. Presiento que necesitas hablar conmigo ¿Cierto? —Se expresaba él de forma serena— Busquemos un lugar más apropiado… ¿Te parece?
Minutos después, al ubicarnos dentro una de las chozas de jardín en los alrededores de la escuela, desde un principio llegué a creer que él podría saber algunos detalles luego de marcharme de Liverpool, pero por desgracia su relato me entristecía con cada palabra… A pesar de haber estado junto a ellos por casi un par de meses, me sorprendió al conocer su desinformación en ese tema, afirmando con toda certeza que desconocía el paradero de Iori Kurosawa y de Oana Northrop.
— Entonces… ¿No sabe dónde se encuentran los dos? —pregunté desanimada y cabizbaja.
— Quisiera darte la información necesaria, pero te mentiría si te dijera que sé en donde se encuentran… —respondía el señor Kenji, con seriedad y total franqueza— Lamento el no poder ayudarte…
— N-No se preocupe, señor Kenji. Es algo que se le salió de las manos…
En medio de nuestra conversación, la pequeña Ana (la niña de cabello color rosa) se montó sobre la banca donde permanecía sentado el señor Kenji, arrodillándose a su lado y ubicándose al costado izquierdo, mientras con toda ternura y afectividad hacia él, alborotaba su oscuro cabello, desaliñando el peinado que lucía incómodamente, pues recuerdo que dijo, en alguna ocasión, que ante las personas debía lucir pulcro ante el rol que asumía al convivir en el mundo humano; luego, la pequeña de cabellos rosados se acurrucaba sobre su regazo, queriendo de manera subliminal que el señor Kenji le acariciara la cabeza, a lo que él correspondería a la petición indirecta y caprichosa de aquella niña que se regocijaba adormitada sobre su regazo…; igual, proseguimos con nuestra conversación.
— Cuando Oana se marchó de la ciudad, ella no quiso revelarnos lo que haría o donde estaría…, pasando por alto su decisión, hasta el punto de ignorarla. Oana consideró que eso era lo correcto, pero con Iori fue todo lo contrario —agregaba el señor Kenji.
— ¿Cómo así, señor Kenji…? —pregunté con ligero asombro y confusión.
— Iori estuvo a cargo de las labores que le correspondían originalmente a Oana como Mysthic Slayer, pero de repente cambió de parecer… Admito que tal decisión me tomó por sorpresa, y desde un principio él había tomado la iniciativa de proteger a la ciudad hasta hace un mes, presentándose en mi oficina y diciéndome que no continuaría protegiendo a la ciudad sin darme alguna justificación…
La noticia me tomó por sorpresa, por lo que pronto le comenté que me costaba creer que Iori haya actuado de esa forma…, pero ante la pregunta que le hice, el señor Kenji me miró fijamente en silencio, como si no tuviera una respuesta asertiva al encoger sus hombros por un instante con un rostro que demostraba desconocer el motivo…
— Entonces… ¿Qué cree que lo hizo cambiar de parecer…?
Y obviamente, no obtuve la respuesta que buscaba, al punto de cuestionarme mentalmente sobre su paradero y sin poder evitar sentirme afligida por la noticia, pero en ese mismo instante decidí continuar hacia adelante.
Pasaron 3 días desde mi conversación con el señor Kenji, y lo prometido se cumplió…; el día esperado llegó en un abrir y cerrar, y la jornada iniciaba con el solsticio de verano, así como las vacaciones de verano, finalizando una jordana académica anual y el culminar de la etapa secundaria para el alumnado de 3er año.
Como lo anunció el señor Kenji, bajo el rol del director Stainthorpe de la secundaria Sanctus Mica’el de Liverpool, y la planta docente de la sede en Londres, acudimos a la cita propuesta por la multinacional ‘Empire’. Según el itinerario planificado para ese día, los estudiantes de las clases correspondientes desde la ‘A’ hasta la ‘H’, recibimos un tour completo por las instalaciones de “Empire Company London”.
De camino a la compañía, mientras observaba por la ventana del autobús al pasar por el palacio de “Westminster”, aledaña a la gran campana del reloj (Big Ben), a sus alrededores vi a un chico que yacía recostado sobre la acera, con una capucha desaliñada y sucia de color azul índigo que cubría por completo su rostro, aunque claramente podría apreciar su tez caucásica, y algunos mechones lacios de su cabello negro, también podía avistar su suéter deportivo azul, con mangas largas de color blanco, pantalones ‘Drill’ de color rojo, y botines deportivos azul oscuro. De cierta manera me sentí afligida por él, porque lucía sucio y algo harapiento, como si la suerte lo hubiera abandonado…, pero tal momento fue sólo efímero al perderlo de vista ante el continuo recorrer del autobús…
Una vez estuvimos dentro de las instalaciones de ‘Empire Company’, una edificación de estilo vanguardista compuesta por más de 8 plantas; la persona en recibirnos antes de iniciar el recorrido fue un hombre joven, apuesto y elegante, aquel que llamaba bastante la atención de mis compañeras de clase e incluso de otras chicas de la secundaria.
Aquel apuesto y joven caballero pudo estar entre los 24 a 25 años de edad, siendo de contextura delgada y además de denotar una rutina física constante en el gimnasio, puesto que, aunque no era fornido, lucía en excelente forma, o eso aparentaba a simple vista; su cabello corto ondulado de color castaño bastante claro, casi rubio, sus ojos verdes claros, caucásico, y con una talla aproximada de 1.78, detallaban al hombre de los sueños de cualquier mujer. Vestía camisa blanca, saco de color gris plata y pantalones de mezclilla azul celeste, sin alguna corbata que le generaba ese toque juvenil y atractivo; zapatos mocasines de casi la misma tonalidad que el saco grisáceo, y esos anteojos ondulados que le daban un toque intelectual; todo un “Don Juan”.
Para sorpresa de todos, sobre todo de las chicas, aquel joven apuesto era Klaus Labelle, el presidente y dueño de la multinacional ‘Empire’…
— Buenos días, queridos alumnos de Sanctus Mica’el —Klaus Labelle nos recibió con alegres y alentadoras palabras— Me complace recibirlos en estas instalaciones el día de hoy, ya que este será su último día en el alma mater que los acogió durante 3 años, y deseo que desde ya empiezan a enfocarse en lo que harán en un futuro próximo una vez cursen sus 3 años en la preparatoria.
Siendo franca conmigo misma, poca atención le otorgué a su discurso de bienvenida, reconociendo que su hermosa sonrisa y actitud caballeresca me mantenían hipnotizada; aunque, mi corazón seguía perteneciéndole a Iori. Sin embargo, creyendo que sólo estaría para darnos la bienvenida, en realidad se encargó personalmente de darnos el recorrido por las instalaciones de su compañía, limitándome a disfrutar del recorrido… y de su grata presencia.
El recorrido era algo de admirar y de disfrutar, y la compañía (Empire) contaba con departamentos de salud, desarrollo de nuevas tecnologías, sistemas, robótica, entre otras…
Casi había trascurrido una hora entera, y según el joven y apuesto presidente aún faltaba mucho que enseñar; sin embargo, algo me inquietaba durante el recorrido, ya que de cierta forma me sentía acechada por la incesante mirada de alguien a mis espaldas, sintiendo el peso de su mirada vigilante y persecutora que me llenaban de incertidumbre hasta llegar a intimidarme. Quise buscar la procedencia de aquella acechante mirada que me intranquilizaba, así que se me ocurrió separarme del grupo ante el descuido de uno de los docentes que nos acompañaba en el recorrido.
Caminé por un par de minutos hacia uno de los pasillos menos concurridos en el edificio, hasta que llegué a una espaciosa zona al interior, recordando que ya había pasado por ahí durante el recorrido de aquella vez, agregando que la única forma de reencontrarme con el resto del grupo era tomando el camino por donde vine; de esta manera…, logré descubrir y encarar a mi perseguidora…
— Hace rato me vienes siguiendo… ¿Qué deseas de mí…? —pregunté seria y calmadamente, detallándola de pies a cabeza.
La chica en cuestión, no me parecía muy familiar a pesar de llevar la camisa blanca con líneas rojas en el cuello y en las mangas cortas de la misma, el chaleco de ‘Corset’ negro, la falda roja colegial y las pantimedias negras, lo que corresponde al uniforme clásico de verano de la secundaria de la que ya me había graduado; sin embargo, durante casi 2 meses de estar internada en la sede académica de la ciudad de Londres, jamás la había visto.
Esta chica podría ser contemporánea conmigo y similar en ciertos aspectos, siendo que era un poco más bajita (sólo 3 centímetros), además de que su tono de piel era más claro que el mío, al igual que el tono de sus ojos; su cabello ondulado de corte mediano y de color rubio, adornado con una diadema azul, evidenciaba su descendencia europea, su busto era ligeramente más pequeño que el mío(un detalle innecesario ), y esa gargantilla azul con una placa metálica de oro con forma romboide, era el detalle que difícilmente se me escaparía de la mente si me la volviese a topar…; de repente, ella me habló con tanta familiaridad…
— “Kon’nichiwa, Yuna-chan” (“hola” en japonés)… —ella se expresaba sonrientemente; una sonrisa que consideraba tenebrosa— ¿Motte iru ‘Carmine Ruby’ o misete kuremasen ka? (¿Podrías mostrarme la ‘Carmine Ruby’ que portas?).
Su japonés era bastante fluido, no obstante su tierna sonrisa provocaba en mí cierto temor y ansiedad al verla…; pero, más allá del horrible sentimiento, correspondí a sus palabras sin antes indagar al respecto…
— ¿Anatahadaredesu ka? (¿Quién eres…?) Soshite… ¿Naze watashi no “Ruby” o sonoyōni imi suru nodesu ka? (Y… ¿Por qué te refieres así a mi Ruby?) —pregunté desconfiadamente, valiéndome de mis raíces niponas.
— Je, je… Creo que debería de dejar de hablarte en japonés. Parece que no has olvidado lo que aprendiste con Fujioka-sama… —agregó un misterio más a la lista; ella me indicaba apropósito que tenía cierto vinculo conmigo, incluso trataba respetuosamente la memoria de mi madre— Como sea… Si tengo que responder tus inquietudes en su orden, entonces puedo decirte que mi nombre es Serenity Meadows, estudiante de 3er año de la secundaria Sanctus Mica’el —dijo de manera sonriente; aquella sonrisa descarada y falsa como sus palabras, pues llegué a conocer a todas las alumnas de 3ero y ella nunca figuró en mi lista; igual eso me perturbó…
— Sabes que mientes… ¿Cierto? —expresé de manera escéptica, pretendiendo ocultar mis nervios.
— Puede ser, tal vez, quizás…, Yuna-chan… Ahora, respecto a cómo me refiero a tu antigua ‘Kurimuzon’ o… ¿Hmm? ¿Ruby, cierto…? ¿Hmm? Todavía no has liberado ninguna otra espada ¿Verdad? Je, je…
Conversar con ella me aterraba cada vez más; esa tierna sonrisa llegaba a ser intimidante con sólo detallarla, y sus inquietudes me sorprendían y confundían al mismo tiempo. Temblar asustada fue lo que ella logró al intercambiar solamente algunas palabras, eso significaba que algo debía hacer y pronto, sin embargo… su nombre me sonó de momento, aunque no sabía de dónde…
— ¿Q-Qué quieres de mí…? —pregunté intentando mantenerme inmutable, como si sus declaraciones no me afectaran, pero igual soné nerviosa.
— ¿Oh? Y-Yuna-chan…, n-no es mi intención asustarte… —mencionaba aparentemente apenada, pero esa actitud sólo fue efímera, agregando luego palabras intimidantemente sonrientes— pero si deseo responder a tu pregunta, entonces lo que quiero de ti es tener un duelo… Si te venzo, dejarás que te corte un brazo ¿Sí?
Definitivamente hablar con ella fue una experiencia totalmente horripilante; mi corazón se aceleró como nunca antes, tanto que estaba a punto de hiperventilarme, pero por fortuna conservé la calma o por lo menos un poco, asumiendo una actitud decidida en ese instante, tal vez subliminalmente intentando disipar mis miedos.
— ¿Sabes, Yuna-chan? Un joven Mysthic Slayer ha estado cazándonos desde hace un mes atrás… Ese mismo Mysthic Slayer, le arrebató un brazo a uno de mis camaradas… —dijo ella con su intimidante sonrisa.
— ¿Entonces es en represalia por lo que les hizo ese ‘Slayer’…? No…; estoy segura que Iori está relacionado con todo esto… —expresé valientemente seria, agregando mentalmente para mí misma— Así que ese es el motivo de la repentina desaparición de Iori… —luego le comenté a ella— Sin embargo, hacerme daño a mí no resolverá su conflicto con…
— Ya cállate, Yuna Gardner… —me interrumpió tranquilamente, borrando toda actitud juguetona que había tenido conmigo desde un principio y asumiendo una totalmente seria— Parece que tratarte amigablemente no hizo que me recordaras. Lo que menos quería era hacerte daño, y la verdad contemplaba llevarte conmigo lo más pacifica posible, pero veo que no se podrá… —agregó ella inmutablemente seria, confundiéndome de nuevo con lo que decía…
Con su última declaración malhumorada, de su mano derecha una flama azulada la envolvió por completa; del dorso de su mano una marca negra apareció, y ese tatuaje me parecía un símbolo bastante familiar. Era una espada superpuesta de un aro rodeado con alas, un símbolo difícil de olvidar, por lo menos a mí me fue sencillo recordarlo, viéndolo por primera vez sobre el hombro izquierdo del sátiro, Akakios, y también en la empuñadura de la espada que usó Grigore en aquella contienda en Liverpool…
Empuñando su flameante mano, una explosión calorífica sacudió el lugar que ella y yo compartíamos en ese momento, lo que también me pareció muy familiar, recordándome aquellas veces en las que estuve en el plano existencial en el que habitan los Mystics. No tenía tiempo para confusiones, ni tampoco de análisis para corroborar que sí me encontraba en dicho lugar, ya que veía como aquella chica llamada Serenity sumergía su mano izquierda sobre el suelo…; y sí, dije muy bien, sumergía su mano sobre el suelo sólido como si sumergiera un objeto en un recipiente lleno de agua, y de allí sacó una espada enfundada…; arma que, por su apariencia física, parecía una chokutou similar a la usada por el desaparecido Grigore, a diferencia de que esa poseía pequeños distintivos rojizos y una gema rómbica escarlata; su hoja negra desprendía una aura mucho más oscura y peligrosa, de la que atestigüe una vez la desenfundó empuñándola con su mano derecha y que a su vez apuntó hacia mí.
— Bienvenida al “Reflektierter Raum”, Yuna Gardner… El plano existencial, creado por los Mysthic Slayers para que los Mystics lo habitaran, y para que fuese custodiado por los ‘Versteckts’… —expresó Serenity convincentemente seria, mirándome fijamente a los ojos.
En definitiva no había marcha atrás; tener que luchar contra Serenity no estaba en mis pensamientos, pero ¿Qué otra opción me quedaba? Serenity Meadows nunca se deshizo de la funda negrada de su tenebrosa espada, y era lo de menos tras enseñar de nuevo esa sonrisa que me inquietaba, llena de perversión sutil que disfrazaba con mera ternura; así, y en esa clara actitud, ella se abalanzó rápidamente en mi contra balanceando su espada y funda, aquella que entrecruzaba para conectar su primera ofensiva; hoja oscura que apuntó a mi voluptuoso pecho y funda que apuntó hacia mi cuello. No obstante, en respuesta a tal ofensiva, di un simple paso hacia tras…, retrocediendo sutilmente con un mero salto que me otorgaba el tiempo suficiente para invocar mi arma.
Cuando estuve internada en el hospital, nunca tuve tiempo de confesarles a Iori y a Oana que no podía sentir la Tänzerin que me habían ayudado a liberar, hasta hace poco…, sin embargo había sufrido una extraña transformación, mucho más radical que cuando luché contra Akakios…
Actualmente Ruby, como decidí llamarla por su extravagante color, es una espada de hoja tenuemente curvada, adornada con figurillas metálicas plateadas y con una curvada empuñadura metalizada de tonalidad de plata; tiene un tamaño cercano a los 1.02 metros de largo, y lleva una gema romboide de color rojiza y brillante, además de contar con un solo filo de plata que resplandece con una fina luz rojiza. Con esa reformada espada fue con la que pude resistir el ataque de Serenity, materializando a Ruby poco antes de que una masa esférica de energía roja se concentrara sobre la palma de mi mano derecha; de esa manera, intercepté el tajo mientras colocaba mi mano izquierda por encima de mi brazo derecho para detener también el ataque hacia mi cuello expuesto.
Logrado eso, repelí bruscamente a Serenity, pero mi defensiva acción simplemente hizo que se irritara aún más, y eso que no lo demostró a simple vista. Reponiéndose del fallido ataque, la chica de sonrisa malévola detalló mi espada, y el retorno de su sonrisa denotaba cuan emocionada estaba por enfrentarme.
— Con que así es como luce ¿Eh? —comentó Serenity con su típica expresión sonriente.
Consideré su pregunta un tanto retórica; no existía respuesta que pudiera ofrecerle, inclusive a mí me sorprendió tanto cuando intenté invocarla tiempo después de aquel enfrentamiento en Liverpool, presenciando su drástica apariencia nueva, acompañada de una sorpresa más…
Sin la disposición de seguir conversando con ella, fue mi turno para actuar agresivamente, arremetiendo con todo lo que tenía en ese momento y demostrando todas las capacidades con las que contaba blandiendo a ‘Ruby’. Así inició nuestra contienda, y esa lucha entre nosotras exponía nuestras habilidades y destrezas con la espada, enseñando cuan agiles éramos usándolas sin lograr herirnos una a la otra. La mayoría de nuestras ofensivas terminaban chocando entre sí, valiéndonos de utilizar todo aquel recreado espacio solitario en donde podíamos realizar maniobras acrobáticas que engalanaron nuestra batalla, ya fuese para atacarnos o defendernos.
Serenity demostraba cierta brusquedad y poca elegancia en el combate; era fuerte, eso sí, tanto que me acorralaba en ciertos momentos durante el combate, pero su manera de luchar parecía un poco torpe…, bueno no, más bien algo incompleta, puesto que por su manera de luchar enseñaba un estilo que requería del uso de dos espadas, lo que compensaba al utilizar la funda de su arma tanto ofensiva y defensivamente, siempre reflejado en los 1.4 minutos aproximados que para ese instante tardaba nuestra lucha…
— ¿Qué sucede, Yuna-chan…? ¡Creí que eras más fuerte al presentarme una espada como esta…! —Exclamaba Serenity confiada y presumidamente— ¡Quiero que me demuestres de que estás hecha!
Entre ataques y palabrerías, ella balanceó su espada de forma vertical y descendente tras recitar lo que pareció ser un hechizo…, liberando una ráfaga entre negrada y rojiza de un solo tajo, aquel que dirigió obviamente hacia mí y sin piedad alguna…
— Conscidisti Obumbratio… —pero yo tampoco me quedé atrás, aun si la angustia no me dejó pensar con claridad…
— “Kuroi Chi no Odori”…
Si debía considerarla como una especie de hechizo o algo similar, pues debía llevar por lo menos un nombre ¿O no? ‘Kuroi Chi no Odori’ es una técnica que pretendo considerar de mi propia invención, la que de un tajo horizontal externo liberaba una negrada onda energizada lo suficientemente poderosa como para destrozar o, en esa ocasión, detener la peligrosa ráfaga negra-roja de Serenity, aquellas que tras encontrarse explotaron sin dejar rastro de nuestros ataques, sólo una cortina de polvo bastante densa.
Fui imprudente al usar esa técnica; no la usaba tan seguido debido a las secuelas que traía utilizarla. Perdida del equilibrio, visión borrosa y debilidad, eran uno de los síntomas adversos que experimentaba si invocaba desmedidamente esa onda oscura, y en esa situación parecía darle una oportunidad de oro a Serenity, quien arremetía en mi contra aun si le tocó atravesar la densa cortina polvorienta, lista para acecharme con un tajo que prometía herirme de gravedad; sin embargo, a las dos nos tomó desprevenidas el escuchar ciertas palabras que en ambas revolvieron nuestros recuerdos: “Magicae Incipere: Sanjigen Janpu”…
A simple vista, mi destino estaba sellado ante su imponente espada oscura, pero el destino es caprichoso y a la vez con la disposición de cambiar las cosas en un instante, dándole la vuelta a los sucesos en un parpadeo de 180°… Con su aparición repentina, calmaría mi corazón y la angustia que sentía al no conocer su paradero, pues ante mí se presentaba una vez más para salvar mi vida.
Quien imaginaria que aquel joven que vi en los alrededores del ‘Big Ben’ ese mismo día, se trataría de alguien súper especial en mi vida. Él dejaba caer inconscientemente su desaliñada capucha azul revelando su alborotado y no tan corto cabello negro, blandiendo su Shukketsu de guarda rómbica una vez más con la firme intención de protegerme…; mi querido Iori Kurosawa, nuevamente, se encontraba conmigo…
— ¡Iori Kurosawa…! —Y Serenity exclamaba con excitación; hasta a mí me resultó repugnante, más que perturbador— ¡Veo que mi plan finalmente ha dado resultados…! Nigrum Conscidisti… —agregó con su ágil recitar.
Concentrando una cantidad enorme de energía en el filo rojizo de su hoja negra, dicho filo se tornaba negro y llameante, invocando una ráfaga flameada oscura, mientras forcejeaba con la hoja de la Shukketsu que Iori interpuso para salvarme, sin embargo él no parecía estar dispuesto a ceder ante ella…
— “Dulcedo” (Dulchedo)…, jamás aprendes… ¿Verdad? —Iori dijo con seriedad, para después recitar con la misma actitud tosca acostumbrada en él— Moonburst Conscidisti…
No entendía del todo cuál era la relación entre ellos, pero aquel análisis era tan insignificante en ese instante, cuando en realidad lo que Iori lograba para contrarrestar la ofensiva de Serenity tomó más relevancia. El filo azulado de su Shukketsu desbordaba una inmensa energía, tan poderosa que fue capaz de repelar las llamas negras de Serenity, incluyéndola a ella. Hasta ahí es lo que puedo contarles, por ahora, de lo ocurrido en ese reencuentro veraniego…
***
Minutos antes…
En alguna parte de Londres…
Perspectiva de Heinz King: había regresado a Londres y fue el momento perfecto para hacerlo, presintiendo que cosas malas le sucederían a esta ciudad. Mi estilo laboral actual no se limita a operar desde un cuartel establecido por la organización; soy de los que, si es necesario, puedo operar con mi escuadrón personal desde cualquier punto improvisado, y aquel día, inicio del solsticio de verano, no fue la excepción.
— ¿Alguna anomalía, profesor? —pregunté con seriedad.
— No es sólo una anomalía cualquiera, Heinz; es una filtración entre dimensiones, pero más descarada que las de “cierta organización secreta”…
Ese fue Henry Jekyll, con sus apáticos comentarios de costumbre… ¿Les parece familiar ese nombre, cierto? El “Profesor”, como solemos llamarlo en mi escuadrón, nunca fue un simple y famoso protagonista de cierta novela de thriller psicológico del siglo XIX, aquella escrita por el dramaturgo R. L. Stevenson. Aquella vez, ese hombre de 1.77 de estatura que llevaba puesta una gabardina similar a la mía pero de color verde, era el responsable de monitorear los movimientos de cierto grupo al que le seguíamos los pasos.
— Creo que han decidido actuar tras varias semanas de ausencia —agregó él con un tono serio…
Jekyll, a pesar de su apariencia como un hombre de tez caucásica, de ojos cafés claros, cabello corto lacio de color castaño y entrecanas, anteojos circulares, barbudo con mostacho, y una diminuta cicatriz al costado izquierdo de su frente con forma de ‘&’, es más longevo de lo que aparenta demostrar con su apariencia de 50 años de edad, relativamente disimulados con su robusta complexión…
— Entonces…, él aparecerá… Estoy seguro de que ese Mysthic Slayer actuará pronto, suponiendo que continúe detrás de los “Krieger” —expresé seriamente.
— Es lo más probable, Heinz. Imagino que irás en busca de Iori Kurosawa ¿Cierto? —comentaba con seriedad y un tanto intranquilo el profesor Jekyll, suspirando impaciente por un momento— Saldrás a exponerte tan abiertamente como de costumbre… ¿Qué excusa le daré a Myghal esta vez?
— No se preocupe por Myghal, déjemelo a mí, que luego me encargaré de explicárselo. Concéntrese en enviarme las coordenadas del objetivo… —afirmaba con toda seguridad y confianza— Tengo a un joven Mysthic Slayer que detener, y a un posible ‘Krieger’ por someter… —y el profesor Jekyll se despidió de mí comentándome sonrientemente…
— ¿Así es? ¡Humm! Pues entonces muchos éxitos en tu misión, capitán Heinz Lion King…, “Caballero Escarlata” de K’…
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