La Daga del Emperador de Plata - Volumen II - 02
La muerte de Blanimir, y la inesperada traición de Grigore, son situaciones que de cierta manera pretendieron alterar el balance en el grupo que permanece bajo mi mando. Intenté, por todos los medios posibles, llegar a tiempo ante esa noche trágica; ni con el poder que obtuve durante mi adolescencia, fui capaz de salvarlo de su agonía; además, es ahora y no logro asimilar su partida, pero supongo que esto hace parte de esos difíciles momentos que la vida nos pone como obstáculos a superar. Por otro lado, su forma de actuar se desvía de los lineamientos que alguna vez Myghal me explicó; reconozco que, a pesar de que nuestro enemigo en común representa una amenaza constante, no puedo permitirle que haga lo que se le plazca, poniendo por encima de todo el bienestar de los seres humanos…, por eso no puedo quedarme de brazos cruzados, mientras estés en mi camino, Iori Kurosawa…
Un matutino jueves de Junio. Londres, Inglaterra.
Perspectiva de Heinz: que inusual flujo vial durante aquella mañana que partía con el comienzo del solsticio de verano. Cuando había decidido partir en mi misión, mi amigo Myghal había regresado a nuestro improvisado cuartel secreto; y yo, mientras tanto, me movilizaba por la transitada Londres en mi deportiva motocicleta negra… Se supone que debía llevar mi uniforme; para K’ es imperativo que lo use en misiones secretas, mas no estaba en una misión oficial y, para colmo, estaba a la intemperie…, acosado por la mirada de algunos curiosos que me vieron merodear con tan extravagante motocicleta (tono presumido).
— ¡Santo cielo, Heinz! ¿En qué estás pensando con salir así de la nada? —Ese era Myghal quien me reprendía de manera remota, emitiendo su quejumbrosa actitud desde el intercomunicador en mi oreja izquierda— ¿¡Cuál es la obsesión con Iori Kurosawa…!?
— Ninguna obsesión, Myghal, pero no puedo ignorar lo que el profesor detectó… Posiblemente ese chico esté involucrado, ya que alguien ha cruzado el ‘Reflektierter Raum’ sin la autorización de los Versteckts… —respondí con tranquilidad, lejos de sentirme ansioso o impaciente frente a la emergente situación.
— (Suspiro impaciente) ¡Digamos que paso por alto tu indiscreta forma de actuar, pero aun así…! ¿De qué forma piensas actuar cuando llegues a Empire Company? —Comentaba Myghal con malgenio— ¡Espero que no sea de la misma forma que la anterior ocasión!
— Myghal, no quiero prometértelo porque no dependerá de mí; sólo deseo llegar a tiempo y evitar una tragedia más grande.
— ¡Eso espero…! Y por favor, Heinz… ¡No lastimes a Iori Kurosawa! —expresó Myghal tajantemente enojado. Fue lo último que me dijo para cerrar nuestra conversación radial.
— Haré lo que esté a mi alcance, Myghal, así que no haré promesas que no pueda cumplir… —me dije seria y mentalmente a mí mismo, pero después contacté de inmediato a cierto asistente— Profesor Jekyll ¿Tiene algún plan en mente que pueda servirme ahora, además de que cumpla con las condiciones de Myghal? —pregunté con determinación y un tanto inquieto, para no decir que preocupado.
— Antes deberías activar el dispositivo de inmersión espacial que diseñé…; luego te daré detalles del plan que tengo en mente para lidiar con esa situación… —comentaba el profesor muy serio y seguro.
— No cuento con la energía suficiente para activar el dispositivo de interferencia una vez que entre en el ‘Reflektierter Raum’. Sería un problema si los Verstecks me llegaran a detectar… Sólo… limítese a guiarme, profesor…, que yo me haré cargo del resto.
— (Suspiro profundo) Como digas, Heinz…
Perspectiva de Yuna: fue el filo azulado de la imponente Shukketsu de Iori la que superó instantáneamente el hechizo de la que recién apareció, Serenity Meadows; lucha llevada a cabo dentro de las instalaciones de ‘Empire Company’. Con su leve y efímera ráfaga azulada, él repulsó de forma abrupta a la chica de intimidante sonrisa, desgarrando en parte su uniforme en zonas ligeramente reveladoras, avergonzando aparentemente a Serenity…, pero fui totalmente ingenua el imaginármelo con sólo analizarla de momento, cuando su actitud era totalmente lo contrario…
Siendo repelida bruscamente por Iori, chocando contra el suelo al ser alejada algunos 5 metros aproximadamente, Serenity intentaba reponerse de aquella ofensiva, pero antes de poder reaccionar de forma agresiva, Iori ya se posicionaba a menos de un metro de distancia con la clara intención de agredirla, sin embargo… ante la sorpresa de avistarlo tan cerca, Serenity fue lo suficientemente rápida para evadir el sorpresivo tajo que Iori le lanzó, eludiéndolo con una lujuriosa acrobacia. Repuesta y dispuesta a seguir la violenta disputa, se le abalanzó con mayor velocidad, incomparable con la utilizada contra mí, inclusive su técnica se veía mucho más pulida que antes, como si conmigo se hubiese contenido o algo así; fue un poco frustrante el presenciar su contienda, y también me sentí impotente el no poder apoyarlo en esa situación, percatándome del demacrado estado en el que él se veía.
— ¡‘Umbra’ en realidad te estima demasiado, Iori Kurosawa…! —exclamó Serenity perceptiblemente excitada; su actitud me puso celosa y molesta.
— Trágate toda esa basura para ti y tu camada, Dulcedo… Me repugna el sólo cruzar palabras contigo… —dijo Iori despectivamente serio; nunca lo había visto expresarse de tal manera hacia alguien…, que yo recuerde, claro…
No sólo su ropa lucía desaliñada, en sus ojos se veía cuan agotado se encontraba, evidente en esas ojeras que solamente se apreciaban si se les detallaba de manera minuciosa… ¿Qué clase de vida estaba llevando Iori desde la última vez que nos vimos? Deseaba tener esa respuesta a mi disposición; aun así, la lucha entre ellos continuaba…
Con tanta precisión y velocidad, la chica de sonrisa intimidante se las arreglaba para convertir lo imposible en posible, interponiendo la hoja oscura de su espada recta al tiempo en que apoyaba el lado sin filo de la misma sobre la funda de la mencionada arma, defendiéndose así de la sorpresiva arremetida de mi ‘Slayer’ favorito. Como resultado, Serenity repulsaba a Iori tras desviar su Shukketsu hacia arriba, exponiéndolo a cualquier ofensiva ideada por la chica de intimidante sonrisa…; no obstante, activando las habilidades del ‘Sanjigen Janpu’, Iori se tele-transportaba solamente un metro aproximado, retrocediendo al prever el próximo ataque de la desquiciada Serenity Meadows.
Suponiendo, ante la postura que la fémina joven de aparente apariencia tierna, cuan evidente se veía su arremetida, Iori asumió una postura defensiva con su Shukketsu mientras Serenity continuaba abalanzándose con la evidente intención de agredirlo mortíferamente, mas ninguno predijo el inesperado y sorpresivo paso en freno de ella, quien invocaba una ráfaga ondeante negra que emergía del intercambio de espada con funda con sus manos, obteniendo la funda con su mano derecha la cual balanceó para materializar un arco negro de energía pura, manteniéndose en el espacio libre entre ella e Iori. Al obtener su espada con su mano izquierda, ella la posicionaba en estocada e invocando así una flecha roja de 1.30 metros de largo, hecha de energía pura, aquella disparada al completar la estocada prevista tras recitar su movimiento.
— Tan predecible como siempre, Iori-kun… —agregó Serenity sonriendo con la intimidante ternura que ya solía mostrar— Sagitta Arcus Et Caedis.
La flecha salió disparada a tan corta distancia, y yo era testigo en primera fila del posible deceso del chico a quien la había ofrecido mi corazón, invadiéndome la mayor impotencia que jamás había sentido…; no obstante, Iori revelaba lo que parecía ser su “As bajo la manga”.
— “Magicae Incipere: Jikan no Nagare”… —recitó Iori rápidamente, tranquilo y sin afán… Todo fríamente calculado…
¿Qué sucedió…? Todo pasó muy pero muy rápido; no hubo tiempo de analizar lo sucedido…, solamente conformarse con el confuso resultado y nada más. Cuando tuve tiempo de analizar lo acontecido, vi aquella pared detrás de mí prácticamente perforada y agrietada, como si algo hubiese impactado sobre esa…, recordando entonces la flecha que la anonada y confundida Serenity le lanzó a Iori; mientras que yo, una vez caí en cuenta, permanecía entre sentada y tirada en el suelo, despojada de mi espada, Ruby… ¿Cómo llegué a ese estado? No lo sabía…
— ¡Argh, Iori…! ¿¡Qué fue lo que hiciste!? —Serenity reclamaba malhumorada, haciendo un gesto de puchero que incluso a mí me asombraba tal actitud— ¡Esquivaste mi flecha y salvaste a Yuna-chan al mismo tiempo! ¡¡Hmph!!
— I-Iori… ¿Qué fue lo que…? —intenté preguntarle, formulándola con un mero susurro, pero él me sorprendió interrumpiéndome groseramente…
— ¿Por qué sigues aquí, Yuna?
— ¿Eh? —respondí nerviosa ante su inquietud tosca y malgeniada, sin embargo Iori insistía con esa actitud cerril.
— Debiste huir hace tiempo…, pero sólo me estás estorbando en esta batalla… Dulcedo, al igual que sus compañeros, es una Gläubiger de alta peligrosidad, y no puedo luchar con ella con todas mis fuerzas si estás en el medio…
Sus hirientes palabras apuñalearon mi frágil corazón; mis ojos se llenaron de lágrimas, pero por alguna razón no lloré en ese instante. La susceptibilidad empeoró cuando Serenity arrojó palabras que se salían del contexto inmaduro del que por nuestra edad experimentábamos todos los involucrados, tornándose una conversación mucho más madura y lasciva.
— Iori, Iori, Iori… ¿Qué es lo que puedes esperar de una chica que siquiera ha experimentado solamente un beso? —Comentaba Serenity despóticamente, sonriendo con una lujuriosa actitud que me recordaba a la difunta Lilith— Estoy dispuesta a ofrecerte algunas cositas que podrían disuadir esa obsesión que tienes de perseguirnos ¿Sí?
Valiéndose de su funda y espada, ella de forma lasciva levantó tenuemente su harapienta falda roja, enseñándonos sus bragas de tono vino tinto, lencería de encaje relativamente apreciable y bien modelada en esa delgada figura, aquella que no perdía sensualidad a pesar de sus rasgadas veladas pantimedias negras. Me era indiferente si Serenity Meadows contaba con la suficiente experiencia para satisfacer las necesidades del sexo opuesto, me pareció más relevante el mero hecho de haber sido tratada como lo fui por parte de Iori, y aun no podía asimilarlo…, no obstante aquella propuesta pasaba por alto cuando Iori decidió responderle inmutablemente, mientras ella dejaba quieta su falda.
— Perdería el tiempo con esas aventuras de adolescentes y ¿Crees que ofreciéndome tu cuerpo harás que deje la persecución contra todos ustedes (los Krieger)?
¿Qué tan claro fue Iori al decir tan desgarradoras palabras? No importaba mucho; igual, aunque no fueron dirigidas específicamente a mí, dolieron mucho, sintiendo como ya mi herido corazón terminaba por fragmentarse, sin embargo las lágrimas nunca brotaron de mis ojos aun con los suficientes motivos para hacerlo.
— Nunca pedí que se cruzaran en mi camino, así que aténganse a las consecuencias, porque no los dejaré en paz… —agregó Iori con serio enojo.
Su declaratoria señalaba lo inamovible; Iori estaba decidido en mantener su estado, sin embargo fue una perforante bala la que quebró el ventanal enorme de esa espaciosa y replicada zona de las instalaciones de ‘Empire’, proyectil balístico que impactaba en el hombro derecho de Iori y que provocaba su abrupta repulsión. Sometido mi ‘Slayer’ favorito por quien desconocía en ese momento el culpable de tal acción, simplemente le otorgó la oportunidad a Serenity Meadows de escapar de la escena, valiéndose del apoyo de cierta bestia que desafiaba la física misma.
Sorpresivamente, aquel felino asemejado a un lince de edad adulta apareció desde su costado izquierdo, irrumpiendo desde una brecha dimensional que ella misma creaba. No fueron imaginaciones mías, y en su momento lo pensé así cuando le oí a Serenity susurrar: “Katze”, entonces comprendí que ella se había referido a aquella bestia de pelaje negro y rayas azules que la ayudaba a huir de esta compleja situación, siendo absorbida por la distorsión espacial de donde aquel felino de óculos oscuros y azuladas iris de pupilas rayadas había repentinamente salido. Por otro lado, el hombre que recién irrumpía en nuestro conflicto lucía atuendos típicos de un motociclista, ropas negras de cuero que le otorgaban una apariencia un tanto rebelde; era de tez caucásica y de ojos azules, cabello corto lacio y rubio, y además también era bien parecido…; no obstante Iori lo reconoció de inmediato, reclamándole lo que él consideraba como un acto estúpido por parte de aquel desconocido…
— ¿¡Eres imbécil o qué, Heinz King!? —Exclamaba Iori con cierto enojo— ¿¡Por qué no le disparaste a Dulcedo!? ¡Desperdicias tus insignificantes balas en mí, perdiendo la oportunidad de apresar a una de los ‘Krieger’!
Aquel hombre que respondía a la identidad de Heinz King se limitaba a apuntar su arma contra el “sometido” Iori, pistola de aparente calibre 45 bañada en plata, sostenida por su mano izquierda y la cual tenía grabada unas palabras en latín: “abyssum irent”; sólo analizarlo con detenimiento, vi que el tal Heinz llevaba en su oreja izquierda una especie de comunicador diminuto que encajaba, perfectamente, en esa parte de su cuerpo; de ahí supuse que mantenía contacto con algún otro individuo, lo que justificaba su extraña conversación para sí mismo…
— Así es, profesor; he sometido a Iori Kurosawa… —expresaba seriamente inmutable— ¡…! Sí, sí… Era la única opción ¡…! Ajá…, pero ¿Qué podía hacer? ¡…! Yo me encargo de él… ¡…! Obvio que se molestará, pero también estará más complacido de conservar a Kurosawa sano y salvo… ¡…! Hablaremos luego, profesor…
Todo indicaba que su conversación con aquel detrás de ese intercomunicador daba por finalizada en ese momento, siendo entonces su oportunidad para sacar otra arma oculta dentro de su chaqueta de cuero, aquella que compartía rasgos semejantes a la que ya sostenía con su mano izquierda, pero con las distinciones de estar bañada en oro y tener grabada las palabras “deus sanat”. Posicionó su dorada pistola por encima de su brazo izquierdo, y la apoyó a medio lado contra la misma extremidad apuntando su cañón en mi contra, jalando el gatillo que creí acabaría con mi vida; y entonces el sonido apagado de su repentino disparo fue lo último que recordé una vez recobraba la consciencia, hallándome de nuevo en el suelo sin señales de daño físico, además de ser atendida por el señor Klaus Labelle…
— ¡Phew! ¡Qué alivio! —Dijo el señor Klaus con una sonrisa aliviada— Algunas de tus compañeras les preocupó tu ausencia, señorita Yuna Gardner.
— ¿…? ¿Q-Qué…? ¿Qué está…? —Intentaba preguntar bajo una confundida actitud, pero una terrible jaqueca “taladraba” mi cabeza— ¿…? ¿Dónde estoy…?
— Te encontramos aquí inconsciente. Por suerte te veías ilesa, excepto que sigues luciendo tenuemente pálida… —me explicaba el señor Klaus con una actitud serena— Debiste desmayarte por alguna descompensación física… ¿Seguro que esta mañana desayunaste debidamente?
Sé que no fue un sueño, ni siquiera algo producto de mi imaginación; sé que tuve la oportunidad de verlo con mis propios ojos…, pero por desgracia mi mente jugaba conmigo al intentar convencerme de que lo sucedido ese día fue sólo una ilusión. Algunas de mis ex compañeras, aquellas que por corto tiempo se convirtieron en mis amigas, me abrazaban muy preocupadas y llorando desconsoladas, temiendo que algo horrible hubiese experimentado…
El recorrido se suspendió debido al incidente en el que me involucré sin motivos aparentes, y por eso regresamos a la escuela ese día. Dorothy fue informada de lo sucedido, llegando a la escuela lo más pronto posible y sumamente alterada por mi estado de salud; sin embargo, a pesar de la larga charla que tuvimos ella y yo, logré convencerla de que me encontraba bien…, recalcando que no me sucedería lo mismo que en Liverpool.
Pasaron dos días luego de aquel violento encuentro con la misteriosa Serenity Meadows, además del reencuentro con Iori y también de conocer a Heinz King; no había ningún momento para analizar lo ocurrido en esa excursión, siendo la ceremonia de graduación de los estudiantes de 3er año de secundaria el mayor de mis motivos. Por fin había llegado mi anhelado momento, y a partir de ese día comenzaría una nueva etapa en mi vida junto a Dororthy, quien luciendo un vestido casual sin mangas de color amarillo, adornado con pétalos de flores estampadas de colores llamativos, pero suaves a la vez, como el azul celeste y el rosado que la hacían ver más bella de lo que ya es; también logré convencerla de que asistiera con su lacio y alargado cabello castaño claro suelto, el que adornó con una diadema de color amarillo, además vino calzando sandalias casuales de color café claro.
Todas las alumnas lucíamos nuestro uniforme de invierno a pesar del arduo calor, pero que más daba al ser un día tan especial para nosotras. Reímos, disfrutamos y atesoramos algunos gratos recuerdos con fotografías; algunas de mis compañeras, a pesar de la alegría, lloraron al no poder asimilar nuestra separación, y yo quise experimentar tal sensibilidad, mas no podía con las memorias frescas de aquel día…
— Señorita Yuna, sé que este es un día que puede generar algunos sentimientos encontrados, sin embargo pienso que su melancolía es debido a otra cosa…
Dorothy sí que es muy perspicaz; se notaba que ha vivido junto a mí bastante tiempo, compartiendo esos momentos que no pude experimentar con mamá, pero igual deseaba no hablar del tema…
— ¡Dorothy…! Insistes en tratarme formalmente cuando sólo estamos tú y yo… —le decía de manera casual, sonriendo tenuemente mientras le exigía lo que había acordado con ella— ¿Qué te pedí que hiciéramos apenas llegáramos a Londres?
— D-De acuerdo, Yuna (suspiro)… Entonces… ¿Qué es lo que le sucede? —preguntó Dorothy con cierto nerviosismo, mientras yo eludía su inquietud.
— Je, je… No sé de qué me hablas, Dorothy…
— ¿Yuna, aun me considera su amiga? —agregó ella al interrumpirme de forma inesperada.
— C-Claro… —respondía un poco nerviosa, sonriendo tímidamente— Claro que somos amigas, Dorothy ¿Por qué de repente me preguntas eso?
— Porque intenta evadir el tema… Acaso ¿No desea comentarme lo que ha estado sintiendo desde hace dos días? La he notado muy pensativa, además de notarla un poco deprimida por algo que ocurrió precisamente ese día de la excursión… —dijo Dorothy mirándome con seriedad.
Insistía en no abordar ese tema, respondiéndole a Dorothy cosas como: “Nada me está pasando” o “Seguro son imaginaciones tuyas”, pero mi boca y mis lágrimas no se pusieron de acuerdo para continuar encubriendo mis mentiras…
— ¿…? ¿Eh…? ¿Por qué estoy…? ¡Ja, ja, ja…! Que extraño ¿No? ¿Llorando yo…? —Expresaba con una sonrisa mientras se escurrían mis lágrimas sin cesar— ¡Sniff! P-Por fin he logrado unas de mis metas… ¡Hic! Y no p-puedo… s-sentirme feliz… ¡Hic!
Buscando consuelo entre sus brazos me le arrojé a Dorothy, y ella con tristeza y preocupación me recibió entre ellos intentando apaciguar mi fragilidad. Me aferraba con fuerza sin poder dejar de llorar como una bebita, y entonces fue que dejé salir todo lo que sentía en ese instante, confesándole en cierta medida por lo que estaba pasando…
— ¡¡Sniff!! ¡¡Hic!! ¡¡Me reencuentro con el chico que me gusta!! ¿¡Y qué es lo que recibo!? ¡¡Desprecio y sólo desprecio…!! —Exclamaba con voz quebrada, aferrándome a su delgado cuerpo mientras lloraba a cantaros— ¡¡Uuuh…!! (Llanto insonoro) ¡¡Hic!! ¡¡Sabía que nunca estaríamos juntos, pero no puedo creer que me lo restregara en mi cara!! ¡¡Sniff!! ¡¡Me humilló, Dorothy!! ¡¡Me humilló y me duele…!!
Con cada palabra que confesaba, Dorothy simplemente me abrazaba con mayor firmeza, sintiendo esa comprensión de su parte que delataba con lágrimas llenas de frustración e indignación, mientras que yo ansiaba que ese alegre día, que se empañaba con tristeza, terminara de una vez y poder regresar con Dorothy a la casa que ella había rentado por órdenes de mi abuelo paterno…
Para la mañana del día domingo (al día siguiente), aun me sigo preguntando cómo fue que cedí a salir paseo, con Dorothy, por el “Kensington Gardens” después de estar tan deprimida. Accedí a acompañarla y disfrutar de los verdes y puros jardines de la ciudad, aprovechando la soleada y refrescante mañana de un día de verano con mi más grande amiga de algunos años, aquella con la que he vivido prácticamente parte de mi niñez y adolescencia.
Como de costumbre Dorothy no sabía que ponerse, y tampoco es que fuese buena eligiendo ropa que resalte sus atributos; como siempre, decidí elegir el atuendo perfecto para ella, siendo un vestido de tipo ‘Mini Dress’ casual de color azul oscuro con holgadas mangas de hombros descubiertos, adornado de girasoles estampados, además calzaba azuladas sandalias veraniegas de suela plana, e insistí que mantuviera su cabello suelto pero adornado con un prendedor con la forma de una flor de margarita, aquel que dejara su largo flequillo controlado. Por mi parte, decidí vestir con pantalón ‘Capri’ de color morado, una blusa de mangas cortas con encaje estilo juvenil de color violeta, y ‘Baletas’ con moño violeta; mi cabello trenzado como suelo usarlo ahora, pero con un broche de moño rojo en el costado derecho de mi cabello que servía de mero adorno.
— Desde que llegué a Londres… siempre quise visitar este grandísimo parque, pero mientras estuvo internada en la escuela no tuve con quien venir —comentaba Dorothy con una serena sonrisa.
— Lamento eso, Dorothy. Prometo pasar más tiempo contigo… —le dije a ella con una tenue sonrisa, pero Dorothy, tranquilamente, me interrumpió con ciertas palabras.
— Yuna, no prometa lo que no pueda cumplir. Me conformo con que pueda pasar este esplendido día conmigo.
Ella me comentaba sonriente y alegremente, pero por más que intentaba pasarla bien, aun me sentía deprimida, lo que llamaba fácilmente la atención de Dorothy…; sin embargo, ante mi decaído estado de ánimo, hacía lo posible en mantenerla feliz y complacida conforme pasaban los minutos de caminata y distracción…, pero igual todo esfuerzo era inútil…
— ¿Yuna…, se siente bien…? —preguntó Dorothy levemente preocupada, pero yo, disimulando mi tristeza, le respondía sonrientemente.
— ¿Eh? S-Sí…, claro…, Dorothy… No te sientas mal por mí ¿Quieres…? Igual, lo que importa ahora es que la pases bien, y disfrutes de este esplendido lugar.
— Pero… ¿Cómo quiere que yo la pase bien si usted parece seguir triste…? —Dorothy comentaba un poco afligida y preocupada, claramente por mí, pero yo insistía en fingir una alegría que no sentía, respondiendo con una sonrisa llena de serenidad.
— Tranquila, Dorothy. Todo está bien… No debes preocuparte por mí…
Repentinamente noté un cambio un tanto extraño en el ambiente, como si el tiempo se hubiese detenido de repente, cosa que desde mi perspectiva sí pasó. Dorothy yacía inmóvil frente a mí, incluso aquellos que visitaron el parque ese día caluroso; todos… a excepción de mí… Había un circulo azul bajo mis pies que no superaba ni el metro de diámetro, y una figura luminiscente con extravagantes manecillas y números romanos que componían un reloj verdoso; pronto escuché su voz, sintiendo su cálida mano sobre mi hombro izquierdo; por un momento me asusté y dudé en voltear para encontrarme frente a frente con él…, pero su mero contacto en realidad originaba algo que distorsionaba la misma realidad, y más allá de todo…, frente a mí se encontraba el motivo de mis tristezas, cuyo corazón lastimó sin razón que yo conociera…
En alguna parte de los canales subterráneos de la ciudad de Londres…
Perspectiva de Serenity: su asquiento aroma y turbia tonalidad es parte de lo poco que debemos soportar si queremos mantenernos a salvo. Desde el instante en que tomamos como objetivo a Iori Kurosawa, cambiando inesperadamente de roles…, nuestras situaciones se han dificultado; no sé cuándo los cazadores nos convertimos en las presas…, sin embargo me parecía mucho más divertido y excitante el estar de ese lado…
Junto a mí, arrinconados como ratas en una parte amplia de aquellas cloacas, 3 individuos reposaban cómodamente portando sobre la parte posterior de su cintura y cadera, armas enfundadas semejantes a chokutous de funda negra; eran nuestras “Zenmetsus” lo que obtuvimos al convertirnos en el escuadrón personal de ‘Umbra’, los ‘Krieger’. Era un poco improvisto que consideráramos aquel indecoroso lugar nuestro hogar, sin embargo con Iori Kurosawa y el agente Heinz King ahí afuera… ¿Qué opción teníamos de más…?
Iori, ese chico lindo y rebelde, había destrozado el uniforme que tomé prestado en nuestro último encuentro, así que suelo llevar puesto un vestido corto negro de estilo gótico-medieval, con un escote revelador y mangas largas que enseñaban mis hombros; medias ligueras negras y botines negros de tacón con correas de estilo gótico que, deliberadamente, utilizo para provocar malos pensamientos en aquellos del sexo opuesto.
Algunos consideran mi tierna sonrisa un tanto malévola, pero otros como “Praedo” les parece irritante… Yo prefiero llamarlo por su nombre, Marco…, un chico de 15 años que cuenta con 1.65 de estatura, complexión delgada y piel caucásica que se torna más oscura de lo normal; Iori mancilló su lindo rostro al dejarle una cicatriz sobre su mejilla derecha en forma de X, pero si detallaran sus ojos cafés claros, cabello castaño claro, corto y ondulado, el cual le toca usar una balaca roja sobre el mismo, recogiéndole el flequillo abundante sobre su frente, creo que cualquier chica se enamoraría. Si yo me he tatuado el emblema de ‘Tanken’ sobre el dorso de mi mano derecha, Marco o ‘Praedo’, como lo quieran llamar, lo lleva tatuado sobre el hombro izquierdo. Si a él le parecía irritante mi manera de sonreír, yo detestaba su manera de vestir, siempre usando pantalones de cuero negro, el chaleco gótico con capucha de color gris ceniza, y esas muñequeras negras de cuero con pinchos alrededor… ¡Jah! Ridículo…
— Praedo, aun te cuesta acostumbrarte a este lugar… ¿Cierto? —pregunté sonrientemente a Marco, deleitándome con ver como poco a poco él comenzaba a irritarse.
— ¡Qué asco…! —Y él exclamaba con repudio, escupiendo sobre las aguas residuales— ¡Déjate de bromas, Dulcedo! ¡Sabes que nunca estuve de acuerdo en elegir este lugar como escondite…!
— ¿Y qué lugar de Londres pretendías tomar como escondite, Praedo…?
La exigente Hikari…, mi bella y siempre seria Hikari, la chica que yacía frente a mí aquella vez, la que respondía al nombre clave: “Bellator” (Belator). Hikari es una chica entre los 16 y 17 años de edad, con una estatura aproximada de 1.67 metros; cuenta con una complexión delgada y piel de tez malaya, sus ojos de color café oscuro rasgados denotan su ascendencia asiática y su belleza sutil; envidiaba un poco su muy larga y lacia cabellera negra, la que recogía siempre con una coleta de caballo que, incluso, le llegaba por debajo de su cintura, sin embargo no envidiaba el tamaño de su pequeño busto; para portar tatuado el símbolo que la arraiga a ‘Tanken’ sobre el costado izquierdo de su cuello, ella está lejos de ser atrevida como yo, y eso que vestir casi de manera similar a mí ya era algo a pesar de no querer usar medias ligueras, además de no ser porque su oscuro vestido rojo era un poco más largo, sobrepasando tenuemente sus rodillas…
— ¡Argh! ¡No lo sé, Bellator…! ¡Esperaba un sitio menos repugnante! —respondía Marco menos irritado de lo acostumbrado.
— De nada sirven tus quejas. Sólo te estás poniendo más irritable que de costumbre… —Hikari no era ni es tan buena leyendo emociones, suspirando de forma que imploraba paciencia— ¿”Squamae” (Escuamae), cuál es nuestro siguiente movimiento?
Ligeramente apartado de nosotros tres, reposaba cómodamente el último de los que podría describir dentro de aquellas cloacas, siendo Tyler, alias Squamae, el mayor de nosotros con tan sólo 20 años de edad. Tyler, a pesar de su delgada contextura, luce bastante tonificado…, tal y como los estereotipados de sus antepasados africanos, no obstante sus ojos claros semejantes al dorado de la miel le otorgaban cierto atractivo; con cabello crespo de corte medio que trenzaba al estilo jamaiquino, Tyler usaba una gabardina ‘Groom Coat’ sin mangas de color vino tinto, pantalones negros de estilo gótico, botines de cuero góticos con hebillas de acero, guantes a medio dedo con forma de brazales, con hebillas metálicas en cada brazo, siendo en el derecho donde conservaba tatuado el símbolo que lo vinculaba con ‘Tanken’ tatuado sobre el brazo derecho.
— Dulcedo fue capaz de atraer al ‘Slayer’ usando a la Gläubiger de la ‘Carmine Ruby’…, pero también atrajo al líder de ‘Dunkelrot’…; sin embargo, K’ desconoce el paradero del portador del 6to sello de ‘Sealant’, cosa que está a nuestro favor, pero mientras el ‘Slayer’ esté deambulando en nuestra búsqueda…, será un dolor de cabeza…
— Fue imprudente haber actuado sin la ayuda de ustedes dos (mira a Serenity y a Tyler) cuando apresaron a “Nuntius”… —comentaba Hikari, seria y ligeramente angustiada. Ternurita— ¿Cómo debemos actuar desde ahora?
— Y… ¿Cuándo podremos volver a ver a “Furore”…? —pregunté ansiosa, ignorando las preocupaciones de Hikari y compañía— La última vez me envió a ‘Katze’ para salvarme de las garras del agente de K’ y de Iori-kun…
— Furore tiene sus propios problemas. Ahora mismo, nuestra prioridad es asesinar al portador del 6to sello…, y para eso necesitaré de la colaboración de ustedes 3… —siempre tan serio y sin efusividad, Tyler; aun me cuesta acostumbrarme a tu manera de ser— Dulcedo, dices que Iori demostró nuevas habilidades ¿Cierto? ¿Puedes contarnos los detalles?
Más allá de aquella interrogante, todos nosotros comprendimos el plan, partiendo del hecho de que cada quien reaccionaba de manera distinta conforme a su forma de pensar o asimilar las cosas…, pero era yo quien debía responder a esa interrogante, y no pude evitar sonreír de placer, sonrisa lasciva que delataba cuan excitada me ponía el sólo recordar lo sucedido…, revelándoles todo lo que supe durante ese enfrentamiento contra Yuna-chan e Iori-kun…
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