La Daga del Emperador de Plata - Volumen II - 05
Aquella vez que rehacía mi vida sin la protección de papá y mamá, pudo haber sido algo difícil, y con sólo contando con meros 8 añitos, nadie me garantizaba que sería fácil. Si bien Dorothy se le ordenó cuidar de mí, ella no fue la única persona que se hizo mi amiga…, Nathalie también me apoyó en esos difíciles momentos de mi niñez.
Nathalie Marston, así era su nombre completo, fue una empleada más en la mansión Gardner, conociéndola recién me mudaba a Liverpool a la casa de mis abuelos paternos tras el fallecimiento de mis padres. Dorothy siempre fue estricta conmigo, mas no apática hacia mí, tomándonos cariño mutuo…, y quizás era el motivo del por qué fue tan sobreprotectora; Nathalie, en cambio, fue aquella que alcahueteaba mis travesuras, sacando de quicio en más de una ocasión a Dorothy, quien terminaba reprendiéndonos a las dos muchas veces y de las que perdí la cuenta (risas); pasar el rato con Nathalie fue divertido.
Aunque he pasado la mayor parte de mi adolescencia con Dorothy, sin desmeritar su compañía, y mucho menos menoscabando el sentimiento tan especial que le guardo a mi ama de llaves favorita, Nathalie fue la que me acompañó durante esos momentos de depresión y aflicción, ayudándome a sobrellevar la pérdida más grande que había experimentado durante aquel tiempo. Me enseñó buenos modales en la mesa, hábitos sanos, e impulsó mi gusto casi extraviado por la literatura mitológica…; vivir junto a ella fue una experiencia maravillosa, y gracias a Nathalie pude continuar mi vida, llenando aquel vacío en mi pecho. Sin embargo, recordando con exactitud, que la mañana del 5 de Mayo de 2.016… decidió marcharse de la mansión Gardner, dejando nuevamente un espacio vacío en mi corazón…
Junio 24 de 2.018. Londres, Inglaterra.
Perspectiva de Yuna: fue cerca de la 1:13 de la tarde…; deleitarse con la dulzura y exquisitez de un postre como el ‘Trifle’, es un lujo que muy bien los británicos puedan jactarse en su diario vivir, a cualquier hora del día y en cualquier momento…, y más si se disfruta bajo una grata compañía en un concurrido restaurante de la ciudad, conocida como “The Sunflower” , donde Dorothy y yo estuvimos durante las horas del almuerzo.
Siempre ha sido complicado fingir ante los que te estiman y desean lo mejor en tu vida, y ocultar esos sentimientos de angustia o melancolía se pueden volver una tarea titánica de realizar; pero… ¿Cómo ocultárselo aquella vez a Dorothy? (Suspiro). Inconscientemente me desconectaba de la realidad, zambulléndome libremente en mis pensamientos, mientras que con tenedor en mano parecía jugar con aquel postre servido frente a mí…, actitud que llamaba la atención de quien se posicionaba al frente de mí…
— ¿Yuna? ¿Yuna…? Tierra llamando a Yuna… —estaba tan absorta en mis pensamientos, que no notaba los chasquidos de Dorothy, aquella que, con leve angustia, intentaba llamar mi atención— ¿Se encuentra bien, Yuna…?
— ¿Eh…? ¡Hmmm! ¿Me decías, Dorothy…? —y para mí fue evidente tal distracción o divagación.
— (Suspiro triste) A duras penas a tocado el ‘Trifle’ ¿Aún sigue pensando en aquel joven? —preguntó Dorothy.
— ¿Q-Qué te hace pensar en eso…? —y yo respondí con nerviosismo, apartando la mirada.
— Su cara me lo dice… Literalmente pide a gritos la presencia de Iori Kurosawa —mencionó Dorothy sonriendo pícaramente…
Por más que lo intenté ocultar, ella había dado en el clavo, y aunque quise inventar cualquier excusa relacionada al sentimiento que le tengo a Iori, no supe cómo convencerla, por lo que resignada le confesé todo… Avergonzada ante el reconocimiento de mis sentimientos, simplemente asentí, siendo Dorothy quien expresaba con alegría, y un tanto melosa, palabras que me hacían sentir mucho más avergonzada de lo que ya estaba.
— Entonces…, fue amor a primera vista ¿Cierto? ¡Awwm! Qué tierno de su parte.
— Sí, podría ser…, pero no sé en qué momento este sentimiento se hizo tan fuerte, Dorothy —expresé más relajada— Cuando quise darme cuenta sobre esta clase de sentimiento, era demasiado tarde…, y ahora me es muy difícil no pensar en él. En realidad…, lo extraño demasiado.
Conversar con Dorothy hacía que mi corazón se apaciguara, relajándome completamente. Expresarme con tanta libertad, sentía cierta satisfacción y serenidad en mi interior…; de alguna manera, al iniciar el verano, siempre pensaba que no podría disfrutar esos días tras aquellos sucesos que nos involucraban tanto a Iori como a mí, pero ahora pude expresar con toda certeza que estaba equivocada, olvidando que contaba con una gran amiga a mi lado… Gracias, mi Dorothy.
Por otra parte, una de las camareras del restaurante se nos acercó de forma inesperada, bajo una actitud sumamente amigable y cortes, en especial con Dorothy. La empleada en cuestión era una atractiva mujer de tez caucásica, de talla promedio, alrededor de los 1.66 de estatura; era de lacia cabellera bastante clara como el color de la miel, cuya belleza era equiparable a aquellos retratos representativos y honoríficos a las míticas ninfas, aunque fácilmente se podía apreciar la cola trenzada en su muy largo cabello, sobrepasando con sencillez sus caderas anchas; claramente se le podían apreciar esos brillantes ojos verdes que desprendían una cálida amabilidad y pureza al mirarla fijamente; sin embargo, pronto recordaría haberla visto antes, y Dorothy fue quien lo corroboró al mencionar su nombre…
— ¿N-Nathalie…? —efectivamente, la inesperada llegada de nuestra antigua amiga nos sorprendió a ambas.
— ¡Wow, Dorothy…! ¡Sabía que eras tú! —Exclamaba Nathalie alegremente, sin percatarse de mi presencia en un principio. No estaba claro si enojarme o no; aún me desconcertaba su aparición— ¿Hace cuánto estás aquí en Londres…?
— ¡Eso debería preguntarte yo, ingrata…! —Y Dorothy no aguantó en reclamarle a ella mientras se puso de pie y la abrazó; se le notó lo feliz de rencontrarse con Nathalie— ¡Mírate! ¡Sniff! ¡Estás hermosa como siempre! —agregó con lágrimas de felicidad, lo que provocó que Nathalie también dejara salir algunas lágrimas.
— ¡Je, je, je! ¡Sniff! ¡T-Tú también te has embellecido mucho, Dorothy! —dijo Nathalie sollozando y con voz quebrada, pero de repente se percató de mí— ¿…? ¡Oh, por dios! ¿Está hermosa chica es Yuna? ¡Está hecha toda una dama! —agregó Nathalie, reaccionando alegre y sorprendida.
En ese momento mi mente era un manojo de emociones confusas; no sabía si emocionarme por volverla a encontrar o enojarme…, igual me puse de pie para recibir su gentil muestra de afecto, abrazándome con fuerza mientras que yo no pude ser igual de reciproca con ella; también la abracé, mas no de la misma manera… y creo que ella, disimuladamente, lo notó. Nathalie nos pidió que la esperáramos un poco, y la verdad ni siquiera tardó en regresar…
— Disculpen la tardanza, pero antes tenía que pedirle a mi jefe que me diera unos minutos de descanso… —expresaba Nathalie sonriendo ligeramente avergonzada— Yuna, de verdad… has crecido mucho. Casi ni te reconocí —agregó ella de manera serena y con cierta actitud nostálgica, pero mi actitud hacia ella no cambiaba en el momento, limitándome a sólo oír la conversación entre ella y Dorothy.
— Jamás llegué a pensar que nos encontraríamos en Londres… ¡Cuéntanos! ¿Qué clase de vida has tenido durante todo este tiempo?
Dorothy no podía ocultar su felicidad, y aunque ambas atendíamos a las anécdotas vividas por Nathalie, para mí era lo que, sinceramente, menos me importaba; no porque tuviese algún tipo de resentimiento hacia ella, sino porque en ningún momento nos mencionaba los motivos que la llevaron a abandonar la mansión Gardner. Parecía más bien que, con sus experiencias, evitaba revelarnos aquellas razones que la direccionaron a tomar esa drástica decisión, o eso era lo que yo pensaba…
Nos contó, por lo poco que pude atender, que había estado viajando por ciertas partes del mundo. Visitó y se radicó en la ciudad de Chicago (EE.UU.) durante un año entero, luego se mudó a Shanghái (China) durante medio año, para luego viajar a Hong Kong (China), y posteriormente volver a Liverpool y terminar aquí en Londres (ambas ciudades importantes de Inglaterra)…; simplemente con oír los lugares en los que ella estuvo, me causó curiosidad el conocer que había regresado a cierta ciudad, reclamándole rápida y exigentemente.
— ¿Estuviste en Liverpool? —Pregunté exaltada— ¿Cuándo fue eso…? Y ¿Por qué no nos visitaste?
Ante mi desesperada y exaltada actitud, ella se quedó muda durante unos segundos, trasformando su actitud extrovertida en afligida…, cosa que me llevarían a calmar mi grosera e intimidante forma de expresar, sintiendo arrepentimiento en el momento. No creí que reaccionar de esa manera haría que cambiara su actitud, inclusive llamó la atención de los demás clientes dentro del restaurante, lo que me obligó a cambiar mi actitud y disculparme con ella.
— ¡L-Lo siento, Nathalie…! Créeme que no quería hacerte sentir mal…
— N-No, no tienes por qué disculparte, Yuna. Es verdad que me marché sin darte una explicación…, sólo que… no sabía cómo decírtelo aquella vez…; sin embargo…, es ahora y no sabría cómo explicártelo… —Nathalie me lo expresó con total franqueza, lejos de querer mentirme; así que, resignada…, simplemente dejé de insistirle…
Perspectiva de Iori: las horas pasaban, el “tic-tac” incesante golpeaba mi consciencia desprendiéndome de lo que podía reconocer como realidad o fantasía. No había podido dormir durante varias noches, no había logrado alimentarme con frecuencia, e incluso contar con buena comida…; cada día que pasaba, cada hora…, cada minuto…, cada segundo…, sólo era un peldaño más a mi quebrado estado de salud…; temía perder la cordura…, y lo único que me acompañaba hasta el momento eran las ganas de poder hallarlos…
Eran las 12:32 de la tarde…, el goteo perpetuo contaba los segundos como si tuviera alguna sincronía con ese reloj colgado en la pared en aquella mugrosa habitación. Mi “obsesión” me había llevado a conservar, de mala gana, alguno que otro moretón casi oscuro sobre mi torso desnudo, incluso profundas heridas ya cicatrizadas sobre mis delgados bíceps y tríceps que me recordaban mi diaria lucha; me veía al espejo y sólo veía a un obstinado joven de 15 años con su humedecido, oscuro y alborotado cabello lacio, flequillos que ocultaban aquellos ojos que parecían enseñarle lo que más temía con sólo mirarse frente al cristal.
No estaba tan lejos de perder la cordura cuando veía, cada vez que alzaba la mirada hacia ese espejo fijado en la pared, a mi reflejo de aspecto diabólico. Sus penetrantes ojos azules, desprendían una dudosa pureza que se tornaba a veces salvaje por sus rayadas pupilas negras, agregándole además ese plateado cabello lacio.
— ¿Aún me temes? —susurró mi endemoniado reflejo… Ahora saben a qué me refería ¿Cierto?
— Sólo quiero creer que me estoy volviendo loco…, ya que me encuentro conversando conmigo mismo… —y yo le respondí casi convencido de su existencia, pero él dijo sarcásticamente.
— ¡Jah! ¿Eso es lo que pretendes creer…? ¿Crees estar más cerca de la locura, Iori Kurosawa…? —Y sus palabras poseían tanta convicción, que era difícil no creerlo— ¿A quién pretendes engañar? Ni a ti mismo puedes engañar… Acaso ¿Puede más tu orgullo que tu raciocinio?
— ¿Qué pretendes con aparecer frente a mí…? —Pregunté sin exaltación exagerada— Sé que no he logrado conciliar el sueño durante varias noches, y presumo que tu repentina aparición se debe a este insomnio…
— Aun así no pareces muy convencido de lo que dices… ¿Desde cuándo te volviste tan orgulloso y testarudo, eh? Sólo puedo decirte lo siguiente, Iori Kurosawa…, la “Espada” cada vez está más cerca de ser liberada…
Si mi mente deseaba sacarme de quicio en medio de tanta locura, pues entonces lo había logrado. Ante la furia que invadió mi ser en ese instante, arrojé mi puño derecho enfurecido contra el frágil espejo frente a mí…, quebrándolo junto al muro en donde se fijaba.
Mi mano diestra temblaba sin sentido, y lo siguiente que pude hacer fue recostarme sobre el suelo de losa del baño que permanecía invadido por aquellos escombros esparcidos gracias a mi rabieta. Miré hacia el techo preguntándome “¿Qué diablos me está pasando?”; ya no sabía qué hacer ante ese estado mental distorsionado que me agotaba más de la cuenta…, y cerrando mis ojos casi caí en otro profundo sueño en el que no tardaría en despertar; entonces, sin darme cuenta de su llegada, sus cálidas manos acariciaron mis mejillas con tanta familiaridad, despertando mi interés hasta abrir rápidamente mis ojos, y para mi sorpresa… era Oana quien me susurraba insistentemente mi nombre, mientras que con somnolencia contemplaba su nueva apariencia y belleza…
Perspectiva de Yuna: casi eran la 1:59 de la tarde cuando revisé mi teléfono móvil; Nathalie y Dorothy, sumergidas en la felicidad de su reencuentro repentino, ignoraban el peligro que se avecinaba en aquella hora del día. Curiosamente miré hacia la ventana a mi izquierda, y en ese instante me llamó la atención la presencia de cierto sospechoso joven encapuchado, aparentando estar precisamente ahí al otro lado de la calle, como si estuviera esperando el momento oportuno para actuar.
No podía ver su rostro gracias a la capucha de su chaleco grisáceo de gótico estilo, sin embargo noté su tez caucásica y cierta cicatriz con forma de ‘X’. Pocos segundos después noté la presencia de una chica muy atractiva y de ascendencia nipona, joven que vagamente podía estar a menos de un metro del joven sospechoso, la que absorta en el reloj de pulsera que llevaba sobre su muñeca izquierda, algo fácil de notar a pesar de que llevaba un atuendo de mangas largas, largo vestido rojo de escote y estilo gótico que lucía llamativamente con su delgada figura.
Los transeúntes no estaban igual de pendientes como yo de su misteriosa presencia, y cuando alguien quiso poner atención sobre ellos, fue la chica de lacio cabello oscuro la que desató el caos aquella hora de la tarde (2:00 pm para ser exactos). Ninguno a su alrededor imaginó que de manera repentina una espada, de semejante apariencia a la que usó Serenity Meadows hace días, aparecería mágicamente sobre su mano izquierda, aquella que blandió con su mano derecha y terminó cercenando en dos el cuerpo de quien se atrevió a cruzarse en su camino con un simple tajo desenfundado, entonces fue que logré detallar someramente su arma de oscura hoja, y no cabía duda de que compartía rasgos similares a la espada de Serenity, siendo esta distintivamente de color negra con amarilla.
Desconcertadas aquellas personas que aun rodeaban al par de jóvenes, presenciaron atónitos el inicio de su atentado, impotentes al atestiguar como el joven de chaleco gris hizo aparecer su arma de aspecto similar al de su acompañante femenina, siendo esa espada de hoja recta entre negrada y anaranjada. Él desenfundó con gran velocidad su espada, abalanzándose de manera inesperada y en estocada contra aquel ventanal en el que por casualidad estábamos Dorothy, Nathalie y yo…
— Vadum Ictus… —fue lo que me pareció oírle decir a aquel joven antes de lograr su objetivo, mientras que yo intenté contrarrestar su acto…
— ¡¡Ruby, ven a mí…!!
Mi espada vino a mí oportunamente, sin embargo fue innecesaria su presencia cuando desconocía el efecto de su movimiento. Lo que haya ¿Recitado…? Sí…, recitado él en ese momento…, no necesitó que la hoja de su espada hiciera contacto con el cristal de aquel ventanal, puesto que liberó una onda tan poderosa que no sólo quebraba los vidrios, sino también que destruía la pared donde se alojaba la ventana, repeliéndonos en el proceso y a todo aquel que estuviese cerca en esa parte del establecimiento.
Aun bajo los escombros oía las sirenas que conformen sonaban más fuertes suponía su acercamiento al lugar atentado. Imaginé como muchos que las autoridades competentes desconocían el caos que emergía y de la forma en la que debían actuar frente a lo ocurrido; había un bullicio desesperante, una perturbadora mezcla de las sirenas de la policía londinense con el grito desesperanzador de las personas que huían despavoridas. Abrazaba a Dorothy mientras estaba inconsciente y malherida, y en medio de aquella caótica situación también intentaba hallar a Nathalie…
— ¿¡Nathalie…!? ¿¡NATHALIE!? ¿¡DÓNDE ESTÁS…!? —Gritaba con desespero, esfuerzo y angustia; me era difícil conservar la calma— ¡¡NATHALIIIIIE…!!
Era confuso para mí, pasando todo mucho más rápido de lo que podía procesar…; me angustiaba ver a Dorothy tan mal herida, y la sangre que brotaba del costado izquierdo de su frente no colaboraba a calmarme. Temía que fuese algo grave para ella en comparación a lo que mi cuerpo había sufrido, soportando muy fácil aquellos leves moretones y pequeñas laceraciones en ciertas partes de mi cuerpo, siendo mayormente visibles en mis brazos y piernas; para colmo, aquel atacante se adentraba a las recientes ruinas que él mismo provocó con su potente ofensiva, y oculta entre los escombros, pude detallarlo minuciosamente al caérsele la capucha por mera casualidad. Se me quedó grabada su cara en cuanto lo vi, mas no fue tan relevante comparado con lo que él reveló tras entrar.
— ¡¡Nathalie Marston, sé que sobreviviste a mi técnica!! —Exclamó malgeniadamente— ¿¡Por qué te empeñas en ocultarte entre los humanos, “Nesea de las Nereidas”…, portadora del 6to sello de ‘Sealant’…!?
¿Era en serio lo que escuchaba? Esa y otras inquietudes más surgieron rápidamente en mi mente, llenándome de enormes confusiones que llegaban a cortar mi respiración. Me estaba hiperventilando con lo que sin querer me revelaban, y me mantuve paralizada y dispuesta a atender los otros secretos que aquel chico con cicatriz en forma de X podía mencionar, sorprendiéndome por oírlo decir quien más era su objetivo…
— Fuiste muy hábil al evitar mi sorpresivo ataque, ninfa escurridiza…, pero más te vale que salgas de tu escondite antes de que me desquite con Yuna Gardner —agregó él muy irritado, mientras que yo simplemente reaccioné estupefacta y asustada.
— ¿Qué? ¿También viene por mí? —fue lo que pensé mientras intentaba analizar todo lo que oía, pero de repente se me vino a la mente un dato sobre cierto ser fantástico…
Viviendo en la mansión Gardner, en una ocasión, me metí a la habitación de Nathalie sin querer, ya que estábamos jugando a las escondidas con Dorothy, y casualmente hallé sobre su cama un pequeño diario que contenía en su primera página escrita la palabra “Ninfa”; curiosamente, esto me llevó a buscar su significado y encontré varias referencias asociadas a esa palabra. Entre tantas, me llamó la atención esta: “una ninfa en la mitología griega y latina es una diosa menor de la naturaleza asociada a un lugar en particular o relieve. A diferencia de otras diosas, las ninfas se consideraban por lo general como espíritus divinos que animaban la naturaleza, y se las representaba como jóvenes doncellas núbiles a quienes les encanta bailar y cantar; su libertad amorosa las separa de las castas y limitadas esposas e hijas de las polis griegas. Son queridas por muchos y habitan en regiones montañosas y bosques con lagos y manantiales. Aunque nunca mueren por envejecimiento o enfermedad, y pueden darles hijos inmortales a un dios, no son necesariamente inmortales, y pueden morir de distintas formas”…
— ¡¡Sal de donde estés!! ¡¡No tienes a donde ir!! —Exclamó impaciente aquel chico de chaleco gris— ¿¡Cuánto más me harás esperar, maldita perra!?
Si lo que decía era totalmente cierto, y Nathalie era una Nereida (ninfa del mar), significaba que ella era considerada como una Mystic Zero, por lo que lo más lógico sería traspasar el plano existencial resguardado por los Versteckts; sin embargo había algo que no cobraba sentido, ya que siguiendo esa lógica, y suponiendo que aquel joven poseía habilidades similares a las de Serenity Meadows, él podría continuar su cacería desde aquella dimensión paralela…, entonces ¿Qué lo limitaba de hacerlo?
Por otra parte, la escena en ese destrozado restaurante era un tanto desgarradora y llena de crueldad. Conocer el estado de aquellas personas que permanecían inmóviles en el suelo, muchas de ellas con heridas graves que a simple vista pude apreciar desde donde me refugiaba, me hacían entrar en un pánico que me forzaba a mantenerme oculta y en completo silencio.
No fue lo único que presencié, aun si fue meramente auditiva…, escuchando más cerca a las sirenas de los vehículos policiales que arribaron al caótico lugar; no obstante, si bien representaba una pizca de alivio, así como llegaron los oficiales de policía así desaparecieron los mismos. No tenía certeza de lo que pasaba allá fuera del destrozado restaurante; debía conformarme e imaginar lo peor al escuchar estruendosos sonidos y explosiones angustiantes que, para agregar al caos, se mezclaba con los sonidos de armas de fuego en acción y los despavoridos gritos de quienes se hallaban en medio, hasta que la “calma” llegaba…
Pasaron pocos segundos cuando vi el calzado femenino de aquella que se acercaba a quien había atentado al establecimiento, viendo también como una hoja negra impregnada de sangre dejaba un hilado camino rojo, escuchando la voz de la posible culpable de la masacre afuera; ahí confirme que mi situación era mucho peor de lo que imaginaba.
— Estás tardando demasiado, Praedo… —dijo aquella chica con tanta frialdad.
— ¡Jah! Sólo es cuestión de tiempo para que decida aparecerse, ya que no puede huir hacia el ‘Reflektierter Raum’ —respondió el que quizás era conocido como Praedo con la misma actitud demostrada desde que apareció, preguntándole a su compañera, la que por un instante se negó a responder— Por cierto… ¿A cuántos policías tuviste que enfrentar? ¿…? ¡Ah, cierto! A ti te gusta que seamos más específicos, Bellator… ¿A cuántos tuviste que asesinar?
— A menos de 14 oficiales de policía, incluyendo la destrucción de entre 3 a 4 patrullas más o menos… Y tú… ¿A cuántos crees que acabas de asesinar con tu poderosa estocada? —dijo muy tranquila aquella chica llamada Bellator.
— ¡Y eso qué…! —Respondió Praedo irritado— ¡Lo que me interesa ahora es acabar con la vida de esa ninfa de mar!
Me hirvió la sangre de solo escuchar cuan despectivo pudo ser ese tal Praedo; me indignaba totalmente el calificativo que le daba a la vida humana, y repudiaba su manera de pensar y actuar, por lo que impulsivamente emergí entre los escombros y me le abalancé con furia, preparando ese tajo violento con Ruby. Sus gestos me demostraron cuan desprevenidos los tomaba (Praedo y Bellator), no obstante mi manera de actuar fue más que imprudente…, provocando que aquella a que tenían como objetivo se expusiera para enmendar mi error…; Nathalie, con gran rapidez, salió desde lo que quedaba en pie del mostrador de cerámica de aquel destrozado establecimiento…
— ¡¡YUNA, NOOOO…!!
Su grito angustioso hizo que mi mente se apaciguara, y mi corazón abandonara toda ira que nubló mi buen juicio. Me había convencido de tenerlos en la palma de mi mano con tan sólo abordarlos desprevenidamente, ignorando por completo que el cazador se convirtió en la presa en sólo unos segundos; ellos me demostraron que sus reflejos superaban con creces a los míos, abordándome con tajos que pudieron herirme de no ser por mi rápida reacción defensiva, valiéndome de mi Ruby para interceptar sus letales tajos que terminaban repeliéndome abruptamente.
Habría sufrido mayores daños sobre mi cuerpo, y estaba claro que era repelida en dirección hacia lo que quedaba del mostrador, cuyo impacto contra aquel objeto sería bastante doloroso; sin embargo Nathalie, quien me recibía con su cuerpo, sufría los estragos de aquel choque demoledor, terminando por desmoronar ese objeto rígido con su esbelta figura. Me sentí un poco culpable y a la vez impotente, teniendo que soportar que Nathalie arriesgase su vida cuando ella misma era el claro objetivo de Bellator y Praedo, sin embargo… su ofensiva no estaba ni cerca de cesar, atestiguando las dos su ascenso en el aire mientras preparaba un tajo que iba a descender mortíferamente.
— Gravibus Impulsum —agregó Praedo a su letal movimiento.
La furia y el salvajismo evidente en el rojizo filo de su espada, no demostraban más que absoluta violencia y determinación en acabar de golpe con la existencia de Nathalie. Aquel tajo en descenso ganó la fuerza y la velocidad suficiente con tan sólo el efecto del recitado hechizo; ambas habríamos sufrido las consecuencias de su ataque sin cuartel, pero ella se las arregló para sacarme de la trayectoria de la ofensiva de Praedo, recibiendo de lleno tal destructiva ofensiva, fue tan poderoso su ataque que logró destrozar el suelo embaldosado del ya atentado restaurante, que con grietas que surgieron por el impacto hicieron que el terreno se hundiera y las destrozadas baldosas se levantaran por los aires junto a una espesa cortina de polvo, dejando un profundo cráter de 2 metros de diámetro.
Estuve en primera fila cuando vi como Nathalie recibía su potente y destructivo tajo descendente, pero igual a todos nos provocó la misma reacción…, asombro. Solamente se encontraba en el centro de aquel cráter de menos de un metro de profundidad un pequeño charco que ya estaba a punto de secarse; a todos nos dejó desconcertados por ese resultado, y fue más sorprendente el atestiguar como aquel cuerpo de agua casi extinto aumentó su cantidad de golpe, explotando torrencialmente en la cara del mismo Praedo y expulsándolo del cráter. Bellator también experimentaría la potencia de aquel chorro inesperado, recibiendo el efecto inmovilizador de aquella burbuja acuosa que la encerraba en su interior, la que fue invocada y moldeada por aquella dama que emergía desde la cocina.
— Elementum Aquae: Torrentes Eis In Praeceptum… —recitó Nathalie con determinación, mientras apuntaba con los dedos cordial e índice de su mano derecha hacia los peligrosos jóvenes— Yuna, toma a Dorothy y llévatela a un lugar seguro; no podré mantenerlos a los dos inmóviles por siempre… —agregó ella con seriedad y preocupación.
— ¿Eh…? ¡A-Ah…, sí…! Por s-supuesto… —y yo acaté nerviosa y dudosamente la petición sin antes mencionarle— N-Nathalie…, por favor… no mueras…
Dorothy seguía inconsciente, eso señalaba cual duro fue el golpe que recibió en su cabeza, lo que de alguna manera me preocupaba; aun así, hallándola entre los escombros del que emergí de rabia, la tomé con mis brazos sin antes desaparecer a Ruby y la cargué sobre mi espalda, saliendo lo más rápido posible de ese caótico lugar. Mi angustia no me permitió cuestionar sobre la identidad verdadera de Nathalie, sólo me concentraba en poner a salvo a Dorothy y a nadie más; sin embargo, al salir del restaurante, una perturbadora escena ya me esperaba.
Un horrible silencio acompañaba la solitaria calle en frente, lleno de los cuerpos cercenados y apuñaleados de aquellos policías que sin medir sus valientes actos, desconocían a quien enfrentaban en realidad. Fue una total masacre lo que mis ojos presenciaron, recordándome los brutales alcances que posee la humanidad…; pero, a pesar de estar en medio de una terrible situación, intenté proseguir con la fuga cuando Nathalie se unió a mí en la huida, mas no en total seguridad cuando Praedo era quien mantenía la persecución, uniéndosele segundos después Bellator, quien terminaba interponiendo en nuestro camino y nos decía indirectamente que no existía escapatoria para nosotras.
— Yuna Gardner…, que coincidencia tener que encontrarte junto a la nereida —dijo seria e intimidantemente Bellator— Ni Praedo ni yo contemplábamos el tener que llevarte con nosotros. Supongo que una vez acabemos con la vida de la nereida (mira a Nathalie), tendrás que acompañarnos quieras o no, Yuna Gardner.
— Bellator, no perdamos más tiempo. Aprovechemos que la nereida aún sigue débil —comentó Praedo levemente irritado e impaciente; eso explicaría el por qué Nathalie no podía hacerles frente, incluso si eran dos a enfrentar— Debemos actuar antes de que…
— ¡Ice Maker…!
Fue sorpresivo para todos nosotros el escuchar aquellas palabras del que no teníamos idea de su procedencia, pero fue mucho más esperanzador el oírlas en ese momento y en ese lugar a pesar de no conocer de dónde provenía; fue todo un alivio para mí, sin embargo fue más alentador el verlo aparecer a él tan de repente, luciéndose con su típico movimiento de manipulación espacial…
— Sanjigen Janpu… —decía Iori mientras apareció sorpresivamente delante de Praedo, a quien tomaba desprevenido.
— ¿…? ¿Iori Kurosawa…? —dijo Bellator sorprendida antes de ser interrumpida por…
— ¡Cazadora de Impuros! —agregaba Oana mientras apareció descendentemente, realizando un tajo gélido en contra de Bellator.
— ¿¡…!? ¿¡T-Tú quién…!? —exclamó atónita y confundida mientras eludía el tajo de Oana.
— ¡¡Iori, Oana!! —Y yo exclamaba con alegría— ¡¡Gracias al cielo!!
Como héroes que llegan para revertir las cosas, su aparición sólo provocaría el alivio que necesitaba en ese instante, corazón atormentado por la desesperación. Engalanada con su rojizo vestido de lana y las pantimedias de velo negras, el tajo cruzado de una Shukketsu de guarda hexagonal y gélido filo rojizo hizo retroceder a la amenazante guerrera de ascendencia asiática, mientras que su inesperada aparición por un salto espacial sujeta a esa sucia y harapienta capucha azul, tranquilizó mi corazón herido… Ellos regresaban para salvar mi vida y de aquellos que me acompañaban; Oana Northrop e Iori Kurosawa llegaban a mi rescate.
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