La Daga del Emperador de Plata - Volumen II - 10
“Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro. Le dirás: Así dice el Señor Yahveh: Eras el sello de una obra maestra, lleno de sabiduría, acabado en belleza. En Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación. Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego. Fuiste perfecto en su conducta desde el día de tu creación, hasta el día en que se halló en ti iniquidad. Por la amplitud de tu comercio se ha llenado tu interior de violencia, y has pecado. Y yo te he degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría por causa de tu esplendor. Yo te he precipitado en tierra, te he expuesto como espectáculo a los reyes. Por la multitud de tus culpas por la inmoralidad de tu comercio, has profanado tus santuarios. Y yo he sacado de ti mismo el fuego que te ha devorado; te he reducido a ceniza sobre la tierra, a los ojos de todos los que te miraban. Todos los pueblos que te conocían están pasmados por ti. Eres un objeto de espanto, y has desaparecido para siempre…”
Las Vegas (Nevada), Estados Unidos.
Perspectiva de Heinz: en Cardiff fueron las 2:00 de la mañana del día martes 26 de junio, pero en Las Vegas apenas fueron las 9:00 de la noche del lunes 25 de junio; una tediosa diferencia horaria que tuve que tolerar si quería cumplir con éxito mi labor. No había pasado muchos minutos cuando ya me hallaba dentro de una elegante oficina, lleno de algunos 4 o 5 sujetos de rudo aspecto, hombres altos y fornidos que me rodeaban para someterme si era necesario; habían grandes pantallas que monitoreaban ese casino…, y frente a mí también aquel a quien le pertenecía el más famoso casino de todas Las Vegas, sujeto con el que al principio quería tropezarme.
Siempre me mantuve con una actitud calmada ante el intimidante ambiente que permanecía dentro de esa extravagante oficina; con total serenidad acomodé en una ocasión el cuello de mi camisa blanca, arreglé la grisácea corbata de seda que llevaba puesta aquella noche, ajustándose más de lo que me gustaba, sacudiendo delicadamente el chaleco de color vino-tinto, y ajustando también el saco de misma tonalidad que engalanaba mi renovado traje de coctel. Ni me inmutaba ante su presencia; podría tener frente a mí al hombre más valioso del estado de Nevada, administrando y zambullendo a todo aquel al vicio del juego, y las apuestas; ese estilo extravagante lleno de libertinaje excesivo, típico de Las Vegas…
Aunque su penetrante mirada, embellecida con esos celestiales ojos azules, sólo demostraron el placer de tenerme frente a él; su tez acaramelada era sólo un distintivo apetecido por algunas mujeres locales, al igual que su exuberante belleza facial de rasgos casi latinos, y que denotaban una madures juvenil que ni siquiera sobrepasa los 21 años de edad; su flequillo sobresaliente (al costado derecho de su frente) y ondulante cabellera castaña rojiza de corte medio, recaía sobre sus hombros anchos que contrastaban con una delgada complexión física; las brillantes argollas de oro puro se adherían con sencillez en cada oreja, y las alargadas patillas culminaban en una vellosa y lacia barbilla; por otra parte, su traje de coctel (chaqueta y chaleco negro, y pantalones negros), combinaban con una corbata de pañuelo roja y con esa camisa negra de seda…
— Heinz Lion King, el hombre en el K’ confía tanto… —comentaba el dueño y jefe del casino, sonriendo plácidamente— Dígame una cosa, señor King… ¿Cómo se encuentran mis hermanos?
— Tendrá que ser más específico, señor “gerente del casino” —respondí con tenue sonrisa.
— ¿Ooohh? Más específico ¿Eh…? ¿Hmm? Sólo pregunté por mera decencia.
— ¿Ah, sí? —Y me mantuve en la misma actitud, sonriendo con tenuidad— Entonces no importará si me rehúso a rendirle pleitesía sobre sus parientes ¿Verdad?
— ¡Para nada, señor King! ¿Por qué indagaría por aquellos que frenaron mis ambiciones en el pasado…? Ahora sólo tengo una inquietud mucho más importante para usted, agente King… ¿Qué pretende con venir a mi casino?
— ¿…? No necesito responder a eso…; sin querer ofenderlo, señor gerente… Usted tendrá sus dudas sobre mi presencia a este lado del mundo, donde lo que pasa en Las Vegas…
— Se queda en Las Vegas; clásico “Slogan” local —agregó mientras agarraba un habano, el que encendía uno de sus hombres de confianza— ¡…! (exhala humo) Ya comprendo el motivo de su visita, agente King. Tal parece que uno de mis hermanos fue lo suficientemente chismoso para aconsejarle que viniera a verme…
Creo que antes de continuar con mi historia, debería relatar los sucesos que me llevaron hasta esa situación tan complicada y peculiar…; así que… ¿Por dónde empiezo esta vez?
Gracias al sacrificio de Myghal obtuvimos grandes recursos informativos, sin embargo algunos estaban en deplorables condiciones para que dieran una declaración aceptable de lo sucedido en la tarde del domingo, 24 de Junio; por fortuna Vania y la nereida, Nesea, estaban en buenas condiciones para agregar detalles al informe que estaba justamente redactando. Nathalie Marston, como se identificaba la nereida, pareció declarar todo lo que sabía de aquella tarde, corroborando lo que Vania había informado antes con respecto a la chica que se le plantó a Myghal; fue bastante breve, revelándome el extraño nombre de una de sus compañeras: “Thruda”, incluso dándome la identidad que tomó en este mundo…
Procedo a leer, textualmente, el informe redactado por Amarïe Belrose en donde junto a Damien von Ewig llevaron a cabo su misión secreta; luego fue que le informé a la persona a cargo de la seccional en Cardiff, donde mis agentes partieron en busca del objetivo: “Thruda”. Así inicia el informe:
“Junio 24 del año 2.018, Londres, Inglaterra; eran las 8:33 pm, hora local, cuando llevaba cerca de media hora de iniciada el ‘Toque de queda’ emergente en respuesta a los acontecimientos que sacudieron a la ciudad en horas de la tarde. La marcha y presencia de uniformados fuertemente armados con fusiles de alto calibre sorprendía a algunos al desconocer las justificaciones que llevaron al confinamiento obligatorio, y tal vez nuestro objetivo fue también tomada desprevenida ante la repentina implementación de la medida.”
“Con sigilo, y extrema alerta, una mujer de aparentes 32 años de edad y 1.68 de estatura deambulaba abrazándose a sí misma en busca de calor, y eso que la susodicha ya contaba con un caluroso y oscuro abrigo de lana, ilógico durante la temporada inicial de verano; el taconeo de sus botas negras de cuero prácticamente señalan su ubicación, pero su andar continuo la convertían en alguien imposible de percibir por cualquier ser humano, incluso si el pantalón de mezclilla que usaba ralentizaba sus pasos. En medio de todo ese estresante ambiente, ella insistía en seguir huyendo, aprovechando la poca iluminación del recorrido que decidió tomar, entonces fue que Damien decidió actuar al abordarla inesperadamente desde las sombras, gala de su habilidad única como miembro del clan ‘Unsterblich’…”
— ¿Tawny Marston? —Preguntó Damien aquella noche— ¿Hermana de Nathalie Marston…?
“La dama ante la inquietud expuso su caucásico y bello rostro lleno de pecas, demostró su claro asombro en esos ojos claros como el atardecer, esa mirada que casi es opacada por los cabellos ondulados de su larga cabellera castaña oscura que cayeron casi ocultando su atractivo rostro…; ella supo que no debía gritar, pero huir por donde vino tampoco era una opción a considerar, puesto que yo (Amarïe) la había abordado desde atrás para sellar su camino. Verla tan nerviosa, me hizo dirigirle algunas palabras que la tranquilizaran, intentando ganarme su confianza…”
— Tranquilícese, señorita Marston —me expresé dócilmente buscando calmarla— Lo que menos deseamos, mi compañero y yo, es hacerle daño.
— ¡N-No sé de qué me están hablando…! —pero Tawny comentaba un poco asustada, insistiendo de mi parte que se calmara.
— Claro que sabe de qué estoy hablando, Thruda…; Nesea la necesita a usted, 7ma portadora del sello de ‘Sealant’, Thruda de las valquirias —expresé seriamente, cosa que la sorprendió mientras proseguí explicándole sobre la situación— Es usted la única que responde a la descripción que nos dio Nesea. Con nosotros estará a salvo; puede confiar en mi palabra.
El informe acaba con la custodia exitosa de Thruda, alias Tawny Marston, reuniéndose horas después con Nesea, alias Nathalie Marston. Al llegar al mundo humano, se hicieron pasar por hermanas para mezclarse entre la sociedad y vivir pacíficamente mientras portaban los sellos que custodiaban, hasta que supieron de la muerte del 1er portador del sello de ‘Sealant’… (Exhalación malgeniada) Sin embargo nuestros problemas aún no acababan ahí; Oana Northrop, tras reunirse con Iori Kurosawa y Yuna Gardner, le exigió a Vania un encuentro privado con Nesea…
— Entonces, Vania…, lo harás… ¿Verdad? —fue lo que Oana dijo según lo que me contó Vania— Creo que tenemos el mismo derecho de saber sobre los portadores de los sellos de ‘Sealant’…
Vania aparentó cumplir con las exigencias de la joven Mystic Slayer, pero la realidad fue otra cuando primero me consultó a mí para avalar su “encuentro secreto”; estuve seguro de que ellos consideraron que eso pasaría, igual creo que no les importó el que yo supiera de su petición cuando ya habíamos obtenido información sobre ‘Sealant’…, así que no le vi inconveniente el que se reunieran con Nesea, incluso ordené que les presentaran a Thruda…
Según Vania, ella los llevó a otra de las habitaciones una vez trajo a la nereida y a la valquiria según demandó la joven ‘Slayer’, Oana Northrop; Yuna Gardner demostraba incomodidad ante la presencia de alguien, mas no sabía Vania con certeza de quien se trataba. Nesea, al parecer, tuvo algún tipo de vínculo con Yuna en el pasado, desconociendo quizás que siempre trató con una bella Mystic; igual con Iori Kurosawa, la relación entre ella y el joven ‘Slayer’ era mucho más estrecha e íntima aparentemente, por lo que de ahí podría partir aquella reacción nerviosa de parte de Yuna Gardner, la que sólo se limitó a atender, a veces, las revelaciones de las dos Mystics. Todos, asimilando esa habitación como una improvisada sala de reunión, optaron por sentarse en el suelo y comenzar la plática.
— Antes de comenzar, quisiera aclararle a la señorita Yuna sobre mi identidad —dijo Nesea, entre otras cosas, según lo informado por Vania— Señorita Yuna (mira la susodicha), sepa que mi identidad real no es la de Nathalie Marston como lleva hace tiempo conociéndome, simplemente soy una Mystic al servicio del clan “Yosei”.
— Una nereida para ser más exactas ¿Cierto, Nesea? —Comentó Yuna con una melancólica mirada— Se me hará muy complicado llamarte por tu nombre real, así que me gustaría pedirte que me permitieras llamarte Nathalie, como siempre te he conocido… ¿Puedo, Nathalie?
— Está bien, Yuna —respondió Nesea sonriendo tenuemente, pero Thruda intervino.
— Nesea, no perdamos tiempo; sé que están ansiosos por conocer lo que sabemos de ‘Sealant’ y sus 7 sellos… —comentó Thruda muy seria— ¡Ahem! Como sea, en el mundo humano soy conocida como Tawny Marston, hermana de Nathalie Marston (mira a Nesea), pero en realidad no tengo parentesco alguno con ella, ya que yo estoy bajo el servicio del clan “Halbgott”. Mi nombre original es Thruda y soy una valquiria.
— Ya dejando las presentaciones a un lado, como ya deben saber, Thruda y yo somos portadoras de los sellos 7mo y 6to respectivamente —explicaba Nesea con seriedad— Al principio nos ofrecimos voluntariamente a cargar con esta maldición, responsabilidad confiada por lord Uri’el Tendo; sin embargo, con la pérdida del 1er portador, las cosas se complicaron bastante… (Suspiro triste) El “Sigillum Caelestis” es el encantamiento donde se originan los 7 sellos de ‘Sealant’; este sirvió para fragmentar algo del que pocos Mystics y ‘Slayers’ conocen, sin embargo debió ser algo muy importante para que lord Uriel (Uri’el Tendo) acortara su propia vida…
— El ‘Sigillum Caelestis’ era un encantamiento irrompible e intransferible —agregaba Thruda— Su secreto radicaba en romperlo en el orden correcto, pero saber el orden de quienes portaban los sellos era otra cosa. Nunca supimos cómo se supo la identidad de los portadores, o si fue mera casualidad que fuera abatido el portador del 1er sello…
— ¿Quién era el portador del 1er sello? —preguntó Oana interrumpiendo a Thruda, quien respondió de inmediato.
— Un destacado miembro del clan ‘Daitenshi’, alguien que para expiar sus pecados se ofreció a custodiar el 1ero de los 7 sellos, y siendo alguien del nivel de un ángel era muy difícil que fuese derrotado.
— Su nombre era Sam-El Tendo, aquel que asumió la identidad de Samael en este mundo —agregó Nesea, a lo que Vania, según me explicó ella misma, no pudo evitar reaccionar afligida.
— ¿…? N-No puede ser… El señor Samael no puede estar muerto… ¡No puede estar muerto…! —Vania lloró su pérdida; me reveló que consideraba al tal Samael como su padre, y yo no tenía idea de la gran relación que ella sostuvo con Samael— Y-Yo… quería mucho al señor Samael… ¿…? ¿Cómo murió? ¡Sniff! Por favor, díganmelo…
— No lo sabemos… Cuando nos enteramos de su muerte, también quedamos perplejas y atemorizadas por lo sucedido…, mucho más que cuando nos enteramos sobre la muerte de quien solía protegernos en este mundo… —y lo que comentó Nesea fue más confuso; eso fue lo que logró calmar a Vania.
— ¿…? ¿A qué se refieren…? Siendo Mystics de gran nivel… ¿Necesitaban de protección? —Iori Kurosawa no intervino mucho, pero cuando lo hacía lograba revelar más secretos— ¿Existió alguien mucho más fuerte que el tal Samael?
— De ser así habría complicaciones en este mundo —comentó Oana muy seria, pero según Vania ella siempre denotó una mirada sospechosa, como si algo supiera— Seres del calibre de un ángel afectarían el equilibrio del mundo humano. Decenas de Gläubigers surgirían, trayendo consigo otro periodo oscuro como el de la edad media o algo así; eso también atraería la atención de algunos Mystics y de la misma Juuni Bumon… —y Thruda tomó la palabra.
— Exactamente así sería… Los ángeles son Mystics de clase A capaces de ocultar su fuerza hasta pasar desapercibidos entre los seres humanos, aunque igual seguirán emitiendo partículas mágicas que afectarán a otros humanos, así que “nuestro guardián” tenía la labor de contener nuestra fuerza.
— ¿…? ¿Alguna vez tuvieron contacto con su “guardián”? —y Oana volvió a intervenir, recibiendo su respuesta de inmediato.
— N-No…, no fue necesario… —pero a Nesea se le notó nerviosa cuando respondió durante esa reunión— Por seguridad nunca debíamos toparnos con “nuestro guardián”, sin embargo nuestra conexión con él o ella era muy fuerte, así que podíamos saber cuándo estaba presente en este mundo, y al perder la conexión con “el guardián” me motivó a escapar…
— Fue durante aquella época ¿Verdad, Nathalie? —Comentó Yuna en una de sus pocas intervenciones— No olvidaré que a la mitad de la temporada primaveral de hace 2 años te marchaste de la mansión de mis abuelos paternos.
— S-Sí… Fue precisamente durante ese periodo… —respondió Nesea igual de nerviosa y angustiada. Esas fueron algunas revelaciones que ella omitió cuando la interrogué— Aquella vez contacté a Thruda para que me acompañara a contactar con los otros portadores…
— Sabíamos cuales sellos portábamos nosotras —agregaba Thruda— y aunque supiéramos la identidad de los demás portadores, no conocíamos cuales sellos conservaban todos…, claro que a excepción de lord Sam-El y de aquel que convivía con él.
— Fue entonces que decidimos viajar por el mundo… —y Nesea complementaba, ya entonces se expresaba menos nerviosa, pero Yuna otra vez intervino.
— ¿…? Por casualidad fueron a Estados Unidos…, China… e Inglaterra… los países que visitaron una vez que te marchaste… ¿Cierto, Nathalie…? —esa conjetura sorprendió a Nesea y a Thruda; tal parecía que Yuna conocía esos lugares de antemano.
— A-Así es… ¿C-Cómo lo sabes…? —y Nesea se tornó nerviosa nuevamente, pero después fue interrumpida por Thruda.
— Lord Sam-El residía en la ciudad de Chicago junto al portador del 4to sello…
— ¡Espera…! ¿El señor Samael vivía con mi madre…? —preguntó Vania; lo hizo una vez se calmó completamente.
— ¿…? ¿Tu madre? —y Thruda la cuestionó de manera confusa.
— ¡Sí! ¡Lilith…! Ella fue la portadora del 4to sello…
— Te equivocas, niña… Lord Sam-El vivió con Luxfero, conocido también en el mundo humano como Lucifer…, el legítimo portador del 4to sello…
Cuando Vania regresó tras terminada su improvisada reunión, me contó todo lo que platicaron junto a Yuna Gardner y los dos jóvenes ‘Slayers’, lo que me ayudó a complementar las declaratorias de Nesea y Thruda, convenciéndome de continuar mi investigación a espaldas de los altos mandos.
Con toda esta información recolectada de forma discreta, hice el viaje hacia mi país natal, dejando a cargo del equipo a Damien y a Amarïe. Cuando quise arribar a mi destino, eran cerca de las 4:15 de la tarde, así que me tomé el tiempo necesario para preparar mi encuentro con la persona que deseaba encarar, pues el individuo que necesitaba ver, según los archivos personales de Myghal, administraba su propio casino, uno de los más extravagantes y reconocidos casinos de Las Vegas durante los últimos 18 meses, el cual fue bautizado como ‘The Morningstar’; no pude planear un encuentro directo con mi objetivo, así que recurrí a algo que difícilmente ignoraría…, una vieja tetra en el juego de “Black Jack” que es repudiado en todo casino, logrando llamar su completa atención…
— Se equivoca, señor Lucifer, estoy aquí a expensas de que uno de sus parientes no se entere de mi visita —le aclaré sonriéndole de manera tenue y tranquila— Hubo recientes sucesos que me llevaron a contactarlo directamente…; por ejemplo… ¿Cómo hizo para transferir el sello de ‘Sealant’ que llevaba en su interior, señor Lucifer?
— ¿…? ¡Humm! Tiene toda mi atención, agente King… —respondió Lucifer con sonrisa tenue, exhalando el humo del habano que disfrutaba— ¿Un caramelo, agente King?
— Paso. Gracias —rechacé humildemente, retornando el bol con caramelos a la pequeña mesa— Entonces… ¿Puede responder a mi inquietud? Tengo entendido que dos portadoras vinieron en busca de su ayuda y de con quien convivía hace 2 años en Chicago.
— ¿…? Me impresiona, agente King… —comentó sonriendo plácidamente— Lastimosamente no puedo, literalmente, decirle como hice para transferir el sello que se me impuso proteger hace siglos…
— ¿Quiere decir que simplemente consiguió la manera y se lo transfirió a su amante, aquella con la que concibió a una hermosa chica mitad ángel y mitad súcubo?
— Le aclaro, agente King, que hace 2.000 de años fui exiliado del clan ‘Daitenshi’; perdí mis poderes celestiales gracias a… ¿Eh…? ¿Cuál es el nombre que adoptó esta vez? ¿Hmm? Miguel le quedaba bien, no sé por qué se lo cambió… En fin, gracias a mi “hermanito” me vi obligado a vivir en los confines de Wirrwarr, hasta el día en que fui elegido a cargar con esa tediosa maldición.
— Pero ya no carga con tal maldición… Sólo resta que me diga cómo lo hizo —insistía, pero parecía imposible hacerlo confesar— ¿Qué le impide decírmelo, señor Lucifer?
— En serio no se lo puedo decir, agente King —respondía sonriendo; estaba a punto de hacerme perder la paciencia— Ni deseaba que fuese a parar a manos de Lilith; es más…, ni tengo idea de qué estábamos ocultando con esos sellos, pero me apiado de aquellos que se ofrecieron voluntariamente a cargar con esa maldición y ahora han muerto…
Fue indignante al referirse, de esa manera, a aquellos que sacrificaron sus vidas protegiendo lo que se les encomendó en el pasado; me repudiaba el tener de frente a tan miserable ser, y una parte de mí se contuvo de lastimarlo, pero una tercera parte, literalmente, de mí no lo hizo. No me percaté de cuando se movió mi cuerpo por sí solo, solamente contemplaba como mi mano derecha se aferraba sujetándolo del cuello de su sedosa camisa, alzándolo irrelevantemente de sus 1.79 de estatura, viendo su mirada y sonrisa complaciente mientras aquellos hombres me apuntaban cargadas sus armas de fuego…
Lo había tomado desprevenido, al igual que a sus hombres que me exigían bajarlo al apuntarme sus armas, sin embargo le bastó a mi cuerpo milésimas de segundo para acortar los 2.5 metros que me separaban de Lucifer y someterlo en sus narices. Ciertamente él aparentaba calma y serenidad aun si poco o nada podía hacer en respuesta a mi repentina forma de actuar, no obstante sus palabras me demostraron que mi secreto no estaba muy bien escondido delante de él.
— Con que aquí estabas “mi querido hermanito”… ¿Mica’el…? ¿Miguel o Myghal? ¡Nah! No importa, todos son la misma persona… ¿Él sabe que andas de inquilino en el interior de este cuerpo, Rapa’el Tendo? —mencionó Lucifer, dirigiéndose a una parte que reside en mi interior, aquel que respondía por medio de mi cuerpo, mas no por mi tono de voz.
— ¡Me sorprende que Heinz (Cruzándose la voz de Heinz con otra voz aguda) no haya perdido la paciencia contigo, “Luxfero” (Lucifer)…! —Comentó Rafael (Rapa’el Tendo) muy indignado— ¡Es una falta de respeto para aquellos que decidieron cargar con “esa maldición”, como tú la llamas, el que te dirijas así tan…!
— Ja, ja, ja… Deja que Abaddon Shurado tome un momento tu lugar para darle la bienvenida al ‘The Morningstar’, Rapa’el —dijo mirándome, pero simplemente se dirigía a Rafael, el que controlaba mi cuerpo en ese instante— ¿…? ¿Por qué me miras de esa forma? ¿Crees que no sé qué dentro del agente King también está albergando el alma de Abaddon?
Algo que delata físicamente que Rafael ha tomado posesión de mi cuerpo son el color de mis ojos; si bien son de tono azul, cuando Rafael decide controlar mi cuerpo mis ojos cambian a un azul más claro, casi celestial; además, nuestras voces resuenan coordinadamente, como si habláramos al mismo tiempo y mencionando las misma palabras. En fin, aquella noche… Rafael había perdido la paciencia, sujetándole por el cuello a Lucifer con mi mano derecha y sometiéndolo al mantenerlo suspendido en el aire, hasta que lo liberó tras calmarse, dejándolo caer abruptamente sobre el sillón en el que antes estuvo sentado; Lucifer, como si nada, arregló el cuello de su extravagante camisa negra, continuando con sus tonterías que pretendían sacar nuevamente de quicio a Rafael, para que su círculo personal de seguridad nos apuntara otra vez con sus armas que enfundaron una vez se solucionó el altercado.
— Es mejor que cuides tus palabras, Luxfero —advirtió Rafael, comentando seriamente sin apartar la mirada de Lucifer— (Suspiro) Tal parece que Heinz no podrá sacarte más información sobre como cediste tu sello a otro Mystic… Sé que no tendrás ningún tipo de consideración con cualquiera de tus hermanos, y sabrá Uri’el lo que hizo cuando acortó su esperanza de vida para sellar quien sabe qué, imponiendo condiciones descabelladas que te impidan confesarlo.
— Ji, ji… Gracias por tu comprensión, Rapa’el; veo que recuerdas demasiado bien el cómo era nuestro querido hermano Uri’el —dijo Lucifer sonriendo tenuemente— por eso responderé cualquier pregunta que tengas, siempre y cuando esté al alcance de mis conocimientos.
— Te lo agradezco, Luxfero, así que iré al grano… ¿Quién fue capaz de asesinar a Sam-El? —eso preguntó Rafael; en cierta medida no era lo que yo deseaba indagar, pero presentía que algo obtendría.
— ¡…! (Suspiro) Te lo aclaro de una vez, Rapa’el, pero el día en que dejé de ser el portador del 4to sello ya Sam-El había sido asesinado —comentó Lucifer muy tranquilo, manteniendo esa sonrisa que fastidiaba— Siempre tuve una red informativa bastante confiable ¿Sabes? Y de todo y en cualquier momento me enteraba, inclusive conozco lo que sucedió el domingo en la ciudad de Londres, por eso sabía de antemano el motivo de la visita del agente Heinz King.
— Luxfero, por favor, no pierdas el tiempo conmigo —dijo Rafael; sentía toda su impaciencia, mas no era un fastidio para mí el que Lucifer no fuera breve, considerándolo información vital— Quisiera que fueras más conciso sobre la muerte de Sam-El.
— A eso voy, mi querido Rapa’el; simplemente quiero compartir un poco de mis experiencias. Recuerda que llevamos siglos sin hablar —comentaba Lucifer, pero tal vez la expresión impaciente de mi rostro hizo que se dejara de tonterías, tal y como Rafael las consideraba— C-Como sea…, se rumora sobre cierto producto clandestino que ha empezado a rondar por el mercado negro…; se dice que son como una especie de súper soldados, o algo así.
— ¿Qué tiene que ver con la muerte de Sam-El, Luxfero? —preguntó Rafael con mayor impaciencia, y Lucifer respondió de inmediato.
— Que nuestro hermanito Sam-El fue quien inició dicha producción…, bueno por así decirlo… Yo jamás tuve la oportunidad de ver las bases de su trabajo; sí, sabía que se había dedicado al estudio de la manipulación genética o alguna babosada de esas, auspiciado principalmente por la pareja con la que contrajo matrimonio hasta consumirlo, si sabes a qué me refiero ¿Verdad? ¿Eh? ¿Eh? —Lucifer, y las mímicas expuestas, lo hicieron lucir como a un total depravado; explícitamente Rafael y yo nos percatamos de lo a que quería referirse él.
— ¡Sí, sí! Tuvo un hijo… Prosigue, por favor —supuse que mi rostro se sonrojo de la pena, ya que podía sentir la vergüenza de Rafael.
— Pues una hija…, para ser más precisos… Sam-El registró a su hija en este mundo con el apellido de su esposa, una atractiva dama de origen francés…; y ¡Wow! El bastardo tuvo un muy buen gusto; estaba provocativa la verdad… Supongo que lo disfrutó cuando decidieron concebir a la… —de nuevo Lucifer hizo comentarios imprudentes y pasados de tono, provocando que Rafael lo interrumpiera reprendiéndolo avergonzado.
— ¡Por favor, Luxfero! ¡¡Ya basta!!
— ¿…? ¡Tch! ¿Cuándo dejarás de ser casto, Rapa’el? Eres aburrido… —y Lucifer se quejó, prosiguiendo con el relato— En fin…, llegué a conocer sólo una vez a su pequeña hija; a estas altura debería tener alrededor de 12 a 13 años de edad, y debe ser una hermosa jovencita como su difunta madre.
— Así que su madre también falleció ¿Cierto? —comentó Rafael con seriedad.
— Ajá… (Asiente), ese bello rostro no lo olvidaré nunca, ya que cuando llegó el momento de que me reuniera con ciertos empresarios de turbias riquezas, nos enseñaron el “producto”, el de los súper soldados ¿Recuerdas? —Y Rafael simplemente contestó con un “Ajá” impaciente, dejando que Lucifer continuara hablando— Estos poseían cierto parentesco físico con cierta descendiente…
— Entonces… la hija de Sam-El Tendo sea, posiblemente, el “sujeto base” de la creación de Servus y de Ancilla —fue lo que pensé, mientras Rafael realizaba otras inquietudes a Lucifer— ¿…? ¿En dónde reside la niña actualmente, Luxfero?
— No lo sé…; supe que la niña, tras la muerte de Sam-El y su esposa, fue tomada bajo la protección de una adinerada familia franco-alemana, parientes cercanos de la difunta madre; sin embargo dicha familia está al borde de desaparecer, ya que muchos prefirieron renunciar al apellido. Sólo el miembro más joven de esa familia se hizo recientemente accionista mayoritario de una distinguida compañía multinacional… —y lo que comentó Lucifer sonrientemente nos llenó de angustia; fue el instante en que Rafael me permitió tomar control de mi cuerpo— Usted, agente King, debe conocer a cual compañía debo referirme ¿Cierto?
Un día antes…
Empire Company. Londres, Inglaterra.
Perspectiva de Klaus: debía atender a su llamado; ella suele ser muy impaciente, odiando esperar cuando solicita la presencia de alguien. Sus padres llegaron a malcriarla, satisfaciéndole cualquier tipo de capricho que a ella se le antojara, por eso su habitación estuvo recientemente tapizado de un color rosado, cambiado por mero capricho; decenas de osos, conejos, monos y otros muñecos de felpa adornaban, y embellecían el lugar lleno de feminidad y ternura…, pero de entre todos aquellos peluches, sólo a ella le gustaba sostener lo que adoraba más; ella lo considera el tesoro de su difunto padre.
Ella era una niña de alargados cabellos dorados que desbordaban un brillo sedoso de tono casi platinado, cabellera que mantenía trenzada, aun si le sobresalía un abundante flequillo al costado izquierdo de su frente que no le ocultaba sus celestiales ojos azules, esos que engalanaban su tierno rostro adolecente de tez caucásico y de rosadas mejillas; las alargadas mangas de bordes dorados de aquella túnica negra de longitud completa de estilo gótico, a veces ocultaban la pulsera dorada que envolvía su muñeca izquierda, mano con la que se aferraba con firmeza a su más grande tesoro. Aunque tuviese la oportunidad, jamás pude poner mis manos en la envainada Shukketsu de funda tenuemente dorada, degradada con un vivo color morado…
— Solicitaste mi presencia… ¿Qué es lo que deseas? —pregunté con sonrisa serena.
— Es que estoy aburrida, Klaus… ¿Cuándo me tocará actuar? —comentaba ella, seria y desanimada.
— Je, je… Ten un poco de paciencia…; muy pronto te tocará actuar, mi hermosa Ariel. Mi querida “Furore”…
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