La Daga del Emperador de Plata - Volumen II - 12
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- 12 - Caballeros vs Ángeles caídos: la tristeza del asesino de asesinos
Vivíamos en la ciudad de Trapani en la región de Sicilia (Italia), una ciudad costera al occidente de la misma región; vivía en una casa de techos rojizos que quedaba cerca del ayuntamiento, ‘Municipio di Trapani’, a unos 10 minutos caminando. Con mi padre, Antonino Fattore, y con mi hermana mayor, Adriana, crecí junto a ellos en ese humilde y acogedor hogar que nos dejó mi abuelo materno, ofreciéndonos el inmueble en su lecho de muerte en “compensación” por lo sucedido con mi madre, aquella que nos abandonó para construir una relación con otro hombre, un joven comerciante al que se le presumía su vinculación indirecta con la mafia.
Mi padre acostumbraba a comprar billetes de lotería con la intención de mejorar nuestra situación económica, la cual no era la mejor en ese entonces, pero gracias a Dios, mi hermana y yo, nunca nos fuimos a dormir sin comer. Como olvidar esa fría mañana de Enero, casi por terminar el mes; mi padre había logrado hacerse con la vacante de una prestigiosa empresa de la ciudad, tal pareció que él llenaba los requisitos exigidos, y a partir de ese momento nuestra situación comenzó a mejorar, hasta aquel día que tuvo que marcharse a Japón por cuestiones laborales; mi padre sí que destacó de inmediato en esa empresa.
No podía dejarnos a mí y a mi hermana solos; su mejor plan fue llevarnos con él, lo que en sí no representaba ningún inconveniente, ya que los viáticos habían sido financiados por la empresa, así que nuestros gastos los cubrió él de su propio bolsillo. Lamentablemente el último día que nos quedaba fue aprovechado para ociosidades familiares, sin embargo fue ese 8 de Marzo de 2.011 el último día en que los vería con vida…
Westminster Bridge. Londres, Inglaterra.
7:25 pm, hora local…
Perspectiva de Heinz: era osado lo que estábamos haciendo; actuar a espaldas de la misma K’ fue descabellado; sin apoyo de otros agentes y con recursos limitados, estábamos a punto de meternos en la “boca del lobo” al dirigirnos en dos camionetas negras cuyo modelo era de cierta compañía norteamericana. Transitábamos a menos de 70 kilómetros por hora por el puente que nos acercaba al icónico Big Ben, y la mayoría de los transeúntes que recorrían el “Westminster Bridge” no fue obstáculo para los automotores modelo “Suburban” que el profesor y yo conducíamos con suma experticia.
Conmigo en el auto estaban Amarïe Belrose, Iori Kurosawa y Vania; en el otro vehículo conducido por el profesor Jekyll estaban Damien von Ewig y Oana Northrop, y mientras nos dirigíamos a nuestro destino, era común que prosiguiéramos conversando los últimos detalles del plan que derrumbaría cualquier intención hostil que Klaus Labelle maquinaba…
— Está claro que los Krieger nos esperarán en las instalaciones de Empire, sin embargo algo que nos da ventaja es nuestra enorme experiencia de combate —comenté seriamente mientras conducía, pero la ‘Slayer’ Oana se comunicó de forma radial desde el otro auto.
— ¿En qué te basas para sostener tu estrategia, Heinz King? ¿Qué te asegura que bastará con nuestra experiencia para completar con éxito “tu misión”? —A Oana se le escuchó escéptica ese comentario, sin embargo respondí muy seguro.
— Sé que a ustedes, los Mysthic Slayers, los preparan desde temprana edad. Desde el principio pudieron adaptarse al estilo de combate de esos jóvenes Gläubiger; alguien ordinario no podría haber sobrevivido ante ellos, incluso si llegaran a combatir contra otros “Servus”, sé que podrán encararlos sin problema.
— ¿Así de fuertes pueden llegar a ser los ‘Slayers’? —Dijo Amarïe escépticamente, mirando de reojo a Iori desde el asiento del copiloto— Sería imprudente subestimarlos, pero me cuesta creer que puedan asistirnos si llegáramos a encarar a otro grupo de “Servus”, capitán.
— Igual no debemos confiarnos, agente Belrose —comentó el profesor remotamente desde el otro vehículo— Tengamos presente que los Krieger cuentan con un gran benefactor como Klaus Labelle, aunque no estemos completamente seguros de eso, e incluso debemos dudar de que sea él quien auspició la creación de los “Servus”.
— Deberán creer que tienen ventaja de terreno —comentó Iori Kurosawa con seriedad— también considerarán una ventaja la ausencia del señor Myghal, inclusive estén dispuestos a enfrentarnos de nuevo fuera del Reflektierter Raum; ellos aseguraron que podían usar toda su fuerza por fuera de ese espacio.
— Concuerdo con Iori, no obstante me aseguraré de que eso no suceda —agregó Oana muy determinada— Me encargaré de que la batalla se lleve a cabo al interior del Reflektierter Raum y así proteger a los seres humanos de nuestra emisión de partículas mágicas… Lo que menos deseo es traer la desgracia a este mundo inocente —ese último comentario de ella fue un tanto extraño…, pero decidí ignorarlo de momento.
— Estoy totalmente de acuerdo contigo, señorita Northrop —y el profesor Jekyll también comentó confiadamente— También me aseguraré de que esta ciudad no se convierta en el epicentro de una “cacería de brujas” moderna.
La conversación aparentó reducir el tiempo y la distancia que nos separaba de nuestro objetivo, y cada uno tenía claro lo que haría. Decidiendo detenernos justamente a la entrada a las instalaciones de Empire Company London, sólo nos separaban las férricas rejas altas que obstaculizaban el acceso a dicho complejo tecno-industrial.
Nos bajamos de los vehículos listos para iniciar nuestro asalto, sin embargo me llamó la atención de ver, por primera vez, a Iori lucir el uniforme “Black” de K’; el telar negro tipo “Ripstop” del que está hecho los pantalones tácticos lucía bien en él, al igual que las botas tácticas que el joven ‘Slayer’ Kurosawa usaba esa noche; me desilusionaba un poco que decidiera usar una camiseta azul petróleo, muy ajustada por cierto, debajo de la gabardina que le conferí y que dejaba sin abotonar, pero reconocí que de igual manera se veía imponente, remangándose por encima de sus codos las mangas largas de la oscura gabardina gótica de K’, luciendo las muñequeras azules en ambos antebrazos…
— Te quedó bien el uniforme de agente de K’, Iori Kurosawa —dije con seriedad, sonriendo tenuemente— Se ve raro que luzca en alguien como tú, pero igual te hace ver imponente.
— S-Sin comentarios, Heinz King —dijo Iori toscamente; en el fondo pude percibir lo apenado que se sintió por mis halagos— ¡…! ¿Lista, Oana…?
— Cuando quieras, Iori… —y Oana respondió seriamente decidida.
Lideraba el avance hacia la entrada a la recepción del edificio principal; Damien y Amarïe se ubicaban a mi izquierda y derecha respectivamente, mientras Vania y el profesor avanzaban justo al lado izquierdo de mi fiel licántropo, así que los dos jóvenes ‘Slayers’ avanzaban justo al lado derecho de mi favorita hibrida elfo; ambos ya contaban en sus manos dominantes (mano derecha) con sus respectivas Shukketsus en sus fundas, siendo que Iori Kurosawa sacudió la parte baja de su gabardina para tomar su arma, y sincrónicamente ambos golpearon el suelo con las puntas enfundadas de su espadas especiales, generando la casi imperceptible onda que nos trasladó hacia el interior del Reflektierter Raum.
Fue inmediato nuestro traslado hacia aquel espacio habitado por amenazantes Mystics y custodiado por los miles de Versteckts, fue evidente cuando contemplé el cielo nocturno iluminado por esa azulada luna llena, atestiguando por primera vez su majestuosidad. Sin embargo, pronto fuimos recibidos por una horda de “Servus” que salían uno a uno luego de que el primero de ellos abriera delicadamente la puerta de cristal, la misma que terminaba destruyéndose con la salida de los demás enmascarados.
— ¿…? Veo que lo han reconocido abiertamente, profesor Jekyll —comenté muy serio y calmado, y el profesor también comentó algo con suma seriedad.
— Podría decirse que no tiene caso seguir ocultándolo más… ¿No lo crees así…?
— Ya no importa —agregó Oana mientras recogió su alargada cabellera ondulada para hacerse una coleta de caballo— La tal Empire Company London o quien esté a la cabeza ha reconocido su vinculación con los Krieger.
Vagamente podía afirmar que habían cerca de 90 “Servus” y contando que se acercaban lenta pero decididamente hacia nosotros. Damien fue el primero en emocionarse, posicionándose ofensivamente como una bestia salvaje; eso indicaba que no se iba a contener como aquella tarde en que ni dejó rastro de aquel primer “Servus” que enfrentamos; aun así, antes de hacer su arremetida, sus filosas uñas agrietaron el suelo una vez su vellosidad corporal se erizó para perpetuar su primer movimiento, decapitando con su primer ataque a unos 8 a 10 de esos individuos enmascarados de un solo zarpazo…
— Profesor, me gustaría que dejara salir al señor Hyde —expresé seriamente tranquilo, casi inmutable, a lo que el profesor Jekyll respondió.
— ¡Ooh…! ¿Deseas al señor Hyde, Heinz…? —Se le notó el tenue sarcasmo al profesor, pero también una leve emoción que evidenció en esa leve sonrisa— Entonces tendrás al señor Hyde.
Supongo que algunos habrán oído sobre cierta novela famosa de misterio, aquella en el que cierto científico experimenta consigo mismo y termina desatando a su monstruo interior; como sea, el profesor Jekyll le bastó con sacar un pequeño pastillero que se alojaba en el bolsillo derecho de su pantalón café oscuro, y de la diminuta hendidura que destapó con el pulgar de su mano derecha sacó una píldora ovalada de palidecido color verde que arrojó al aire para tragársela como una apetitosa golosina. Guardando a duras penas el pastillero de vuelta a su bolsillo, el profesor cayó de rodillas de forma inesperada, y abrazándose a sí mismo nos demostró cuanto dolor comenzaba a experimentar; así iniciaba su transformación, viendo como las venas se hinchaban hasta volverse visibles bajo un tono verdoso que sobresalía de su tez palidecida; su robusta complexión crecía levemente hasta que su vestimenta se ceñía, enseñándonos su corpulencia adquirida mientras las canas de su castaña cabellera lacia desaparecían; cuando pudo colocarse de pie, vimos las pupilas de sus ojos efímeramente dilatadas, tornando el color de sus ojos más claros que de costumbre, atestiguando esa malévola y desquiciada sonrisa en su rejuvenecido rostro de tez pálida; se mantuvo encorvado tal como un homínido africano, y con un rugido de su voz más agravada exclamó antes de lanzarse a la “diversión”.
— ¡¡GRACIAS POR DEJARME SALIR, HENRY (el nombre del profesor Jekyll)!! ¡¡HYDE ESTÁ DE REGRESO!! ¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA…!! —agregó con carcajadas.
Su comportamiento me hizo dudar un poco; verlo arremeter tan brutalmente en contra de esos “Servus” fue un poco espeluznante. Cuando se abalanzó al primero de ellos (los Servus), fue tan poderoso su impulso inicial que levantó los escombros que él generó tras afirmar simplemente sus pies contra el suelo, y al tomar al primero de sus objetivos lo decapitó sin problema, arrancándole la cabeza por mera fuerza bruta sin antes agrietarle su máscara de arlequín…
— ¿…? ¿¡Es este todo el poder de estos insectos!? ¡¡Que lamentable!! ¡¡Que desperdicio de tiempo y esfuerzo!! —exclamó Hyde petulantemente, ensañándose con los demás objetivos de forma violenta.
— ¡No te confíes, Hyde…! ¡Son más peligrosos de lo que crees! —dije seriamente; en parte me sentía indignado por dejarlo “salir”, incluso Amarïe me lo cuestionó.
— ¿…? ¿Seguro que no siente arrepentimiento por dejarlo salir, capitán?
— No tenemos tiempo para cuestionar mis decisiones, Belrose —y yo simplemente le respondí de manera inmutable.
Era hora de que hiciera mi parte, pero si quería acabar con ellos de forma inmediata entonces debía acceder a aquellas habilidades que casi poco utilizaba. Desenfundé mi pistola en baño de oro (la que tiene grabada “Deus Sanat”), una de mis armas resguardadas en el interior de mi escarlata gabardina y que sostenía firmemente con mi mano derecha; apunté rápidamente hacia uno de mis objetivos elegidos al azar, y accionando el gatillo disparé una bala energizada de tonalidad azulada, provocando el estallido de la cabeza del individuo enmascarado que había elegido; luego le disparé a otros 4 objetivos más, y todos sufrieron el mismo destino.
Acceder a esas balas sólo podía ser por medio de las habilidades celestiales de Rafael, y cuando él me permitía usar ese poder mis ojos se tornaban de un azul celestial; también algunas hebras del costado derecho de mi cabello se tornaban de un color platino, y unas líneas cuyo patrón dibujaban una figurilla con forma de ala que se plasmaba sobre mi mejilla derecha; no obstante, al acceder a esa abrumadora fuerza, debía ceder parte del control de mi cuerpo al mismísimo Rafael, por lo que no sería raro que su aguda voz se mezclara junto con la mía cuando decidiera hablar…
— Iori Kurosawa, Oana Northrop, y Vania, la hija de Luxfero, nosotros nos encargaremos de todos ellos —expresó Rafael con seriedad; debió ser extraño para los ‘Slayers’ y para Vania el verme y oírme de esa manera— así que adéntrense al edificio en cuanto encuentren una oportunidad.
— ¡De acuerdo! —exclamó Iori seriamente; Vania también respondió de la misma manera.
— ¡Ya no hay marcha atrás!
— ¡Entendido! —Y Oana exclamó determinada como siempre— ¿Blossom?
En el momento en que Oana mencionó aquel nombre, una Versteckt descendió posicionándose a su diestra, aquella de inmutable expresión que acataba toda petición que la joven ‘Slayer’ podía ordenarle…
— A sus órdenes, Oana Laelia Northrop —dijo aquella Versteckt que respondía al nombre de Blossom— ¿Qué puedo hacer por usted?
— Ejecuta el protocolo que le asigné el nombre clave “Atalaya Dorada”. Solamente retorna cuando tu objetivo esté asegurado ¿De acuerdo, Blossom? —mencionó Oana; todo en ella me resultaba misterioso, igual la bella Versteckt acató sin oposición.
— Como ordene, Oana Laelia No… ¿…? Advertencia; alguien más ha accedido a este plano —dijo la tal Blossom de manera inmutable, aun así fue levemente angustiante lo que mencionó— No existen restricciones para que estén presentes. Han accedido cumpliendo todas las normas.
— ¿…? C-Como sea, Blossom… Vete y pon en marcha lo que te asigné —y Oana, con cierta preocupación, insistió en lo que ya le había ordenado a Blossom, la Versteckt que se marchó sin reproche alguno— Así que se vincularon por su propia cuenta ¿Eh…? Eso sí que es un problema…
— ¿Eso qué significa? —preguntó Amarïe levemente preocupada y confundida.
— Iori y yo accedidos al mismo tiempo con tal de vincularlos a todos ustedes a este espacio (Reflektierter Raum), inclusive intentamos vincular a los Krieger y al tal Klaus Labelle para que no escapasen, no obstante… han accedido voluntariamente a este espacio… y bajo toda regla…; eso significa que uno de ellos posee una Shukketsu o es un Mystic… —explicó Oana ligeramente angustiada.
— Debe ser la hija de Sam-El —comentó Rafael con cierta seriedad y angustia mediante el uso de mi cuerpo— Ariel Beaulieu tiene sangre de Mystic de clase A, pero eso no sería suficiente para hacer lo que dijiste, Oana Northrop… Lo único que se me ocurre es que posea la Shukketsu de Sam-El y… tenga acceso a uno de los Versteckts…
— Entonces nos esperan con los brazos abiertos —e Iori dijo sarcásticamente serio, para luego comentar con determinación— Está claro que desean terminar este conflicto de una vez por todas, así que… nos abriremos paso para enfrentar a los Krieger y capturar al tal Klaus…
Los jóvenes ‘Slayers’ desenfundaron sus Shukketsus al igual que Vania, abalanzándose hacia la interminable horda de Servus. Aun si Damien y Hyde abatían una decena cada uno de aquel ejército de clones, sus números se multiplicaban rápidamente al salir incluso de otros puntos de la vanguardista edificación principal, no obstante Iori Kurosawa y compañía (Oana y Vania) se abrían paso para poder adentrarse al interior de las instalaciones de Empire, y Oana Northrop, balanceando de manera ascendente su brazo izquierdo y agitando delicadamente su mano, generó una explosión gélida que se convirtió en una potente ráfaga que materializó un montículo, tenuemente empinado, que alcanzaba directamente la 2da planta del edificio; Iori Kurosawa se las arregló para destruir sin siquiera hacer contacto con el enorme ventanal, valiéndose de un mero tajo de su Shukketsu; tal pareció que aquel movimiento al vacío generó una gran onda que culminó fragmentando aquel ventanal, y así lograron irrumpir en aquella planta del complejo tecnológico e industrial de Empire…
Perspectiva de Iori: a simple vista habíamos superado el más difícil de los obstáculos, pero la verdad es que los Krieger serían el mayor de nuestros problemas; incluso, cuando logramos irrumpir la 2da planta de ese complejo tecno-industrial, Bellator (Hikari) y Nuntius (Huan) ya nos abordaban sorpresivamente, atacándonos con sus respectivas Zenmetsus…; por suerte Oana y Vania decidieron interceptarlos cada una con su respectiva Shukketsu, oportunidad que vi para continuar despreocupadamente mi camino hacia Klaus Labelle.
Al principio, cuando irrumpimos aquella planta, había ignorado lo espacioso que era aquel salón en donde Oana y Vania se rezagaron para lidiar con esos dos Krieger; sólo lo puse en mención porque habían demasiados pasillos antes de poder pasar a la siguiente planta superior. Fue tedioso recorrer cada pasillo en cada piso (planta del edificio), y no bastaba con recurrir a saltos entre paredes para agilizar mi avanzada; una vez alcancé la 6ta planta fui emboscado por una mortífera estocada de una oscura hoja, ataque que hubiese sido prácticamente mortal de no haberla avistado con antelación, estocada que destruía una columna que se ubicaba a mis espaldas, convirtiéndose nada más que en escombros y polvo.
Me alejé luego de percibir aquella poderosa y agresiva ofensiva, y mantuve la distancia cuando la cortina de polvo me imposibilitaba reconocer a mi enemigo, siendo el mismo Praedo quien surgía de la casi disipada cortina polvorienta que él mismo levantó. Consideré un poco osado que fuese él quien se atreviera a encararme, por eso ni me inmuté cuando se reveló ante mí, pensando que tarde o temprano volvería a enfrentarme a él…
— Creí que me decepcionarías como aquel día, Iori Kurosawa —quiso expresar soberbiamente, pero se le notaba a Praedo lo irritado que estaba— Veo que ya estás en perfectas condiciones para enfrentarme como es debido ¿Eh? ¡…! Creo que estás ansioso por demostrarme toda tu fuerza.
— ¡…! Para nada…, Marco Fattore… —así fue; no tenía caso seguir llamándolo por su supuesto alias, así que le enfrenté verbalmente manteniéndome inmutable— Yo soy el que veo mucha más ansiedad por demostrar tu verdadera fuerza —esa simple conjetura los desconcertó un poco, pero Marco simplemente sonrió.
— El plan original no implicaba enfrentarlos dentro del Reflektierter Raum; así no podíamos usar toda nuestra fuerza…, pero se nos han facilitado enormemente las cosas, así que no veo problema para no contenerme, bufón de ‘Slayer’.
No había terminado de hablar cuando decidió abalanzarse en contra mía, arrojando ese primer tajo en diagonal ascendente que daba inicio a su frenética e impredecible ofensiva. No bromeaba cuando presumió de que no se contendría, ya que cada ataque fallido o que esquivaba sin algún inconveniente terminaba repercutiendo en aquel espacio que tomamos para definir nuestra contienda, destrozando cuanta pared que se le atravesara en el camino; sin embargo, algunas veces, decidí defenderme directamente con mi Shukketsu, interceptando cada tajo tosco que él lanzaba con tal de medir su fuerza física, cosa que no fue impresionante de verdad.
— ¿Eso es todo? —pregunté inexpresivamente, buscando provocarlo.
— ¡Claro que no! —pero Marco se negaba a caer.
— ¡…! Así jamás me derrotarás, Marco Fattore…
Fueron 50 segundos de una batalla que se limitaba a meros cruces de hojas afiladas; no tenía caso recurrir a extravagantes o acrobáticas evasiones cuando Marco empezaba a ser predecible con cada tajo, por lo que cediendo a su impaciente personalidad detuvo su ataque para dedicarse a explotar su verdadero poder, ubicando la empuñadura y la guarda de su Zenmetsu cerca de su boca, donde prácticamente se alojaba una pequeña y desapercibida joya anaranjada de forma rómbica, y a la que le dijo ciertas palabras…
— ¡…! “Shinka: Sfondare le ombre (descubre la sombra)…, Sera…”.
En el momento en que mencionó esa frase completa, la joya empezó a desprender un intenso brillo que envolvió rápidamente a la Zenmetsu que cargaba en su mano derecha. Envuelta en esa intensa luz anaranjada, aquella espada de hoja recta sufría un cambio radical, alargándose la empuñadura al mismo tiempo que la hoja, sin embargo la hoja se anchaba considerablemente hasta alcanzar casi los 20 centímetros; su arma alcanzó un tamaño aproximado de 1.70 metros de largo, desde la punta negra de aquella hoja, adornada con figurillas de tono naranja y con un filo escarlata, hasta el extremo final de la alargada empuñadura entre negrada y anaranjada.
A simple vista su exagerado tamaño no representaba un inconveniente para ser empuñada con una sola mano, lucía imponente y muy ligera en la mano derecha de Marco, el Krieger que respondía al seudónimo “Praedo”; igual… eso no afectó… tanto…
— ¡Je, je…! ¿Abrumado, Iori Kurosawa…? —preguntó Marco sonriendo confiadamente, pero simplemente respondí inmutable.
— ¡Hmm…! Sólo es un arma grande… ¿Esa arma es a la que llaman una “Zanbato”?
Me ensañé en provocarlo; jugaba psicológicamente con Marco para que perdiera rápidamente los estribos, y casi siempre en aquellos encuentros lo lograba, sin embargo esa vez me resultaba más complicado lograrlo.
— ¡…! Mio ‘Sera’… “Giacca Nera”.
Desconocía las habilidades que obtenía al empuñar tan gigantesca espada, pero supe cuan peligrosa era cada vez que la balanceaba para ejecutar un simple tajo, viendo como más de la mitad de la ancha hoja negra desaparecía como si fuese tragada por alguna fisura dimensional; sin embargo lo que en realidad atestiguaba era aquella línea negra que borraba esa gran parte de la hoja de su zanbato, y esa misma parte que se perdía en aquella negrada fisura pretendió agredirme desde un punto que difícilmente podía esquivar, apareciendo aquella otra parte de la oscura hoja precisamente al costado izquierdo de mi espalda. Sentí cuan potente fue su inesperado ataque cuando interpuse la hoja de mi Shukketsu, apoyándola sobre mi antebrazo izquierdo con tal de amortiguar el impacto; no obstante, al tomarme desprevenido, afirmar mi pie de apoyo no fue posible…, resultando en mi abrupta pero escasa repulsión que me alejó sólo unos 4 metros, reponiéndome de tal ofensiva con paso tambaleante…
— ¿…? Conque este es la habilidad de tu zanbato ¿Cierto? —Comenté serio— ¿Quién imaginaría que serías capaz de atacarme a larga distancia?
— Esta es la habilidad de ‘Sera’, Iori Kurosawa; con ella puedo dirigir cualquier ataque a cualquier punto ineludible de mi oponente. Nunca sabrás de dónde vendrán mis ataques… —presumía Marco con su confiada sonrisa, pero me encargué rápidamente de borrarle esa fastidiosa confianza…
— Entonces… pongamos a prueba tu técnica, “Giacca Nera”; demuéstrame que puede ser más impredecible que mis movimientos…
Efectivamente lo “puse” a prueba, y con eso me bastó para desequilibrarlo mentalmente al no esperar que lo abordará rápida e inesperadamente. Descubrí de inmediato su más grande debilidad, considerando que un arma tan grande era muy compleja de manipular a tan corta distancia, mas no esperé que conservara su agilidad al eludir el tajo horizontal con el que pretendí herirle el abdomen, enseñándome que su zanbato era más ligera de lo imaginable.
Lo tomé desprevenido tras acortar nuestra distancia, e insistí ofensivamente para desesperarlo; dejar que usara de nuevo la extraña habilidad de su zanbato no representaría grandes inconvenientes para mí, pero mi idea siempre fue el desorganizar sus pensamientos. Por 30 estresantes segundos fui el más grande estorbo de Marco Fattore, atacándolo de varios puntos que difícilmente pudo defenderse con su enorme espada, y me esforzaba por darle la mejor de las batallas, luciéndome con movimientos extremadamente acrobáticos y dejarle claro la diferencia de niveles entre los dos.
Cuando tuvo la oportunidad de atacarme a tan corta distancia, noté lo desesperado que comenzaba a ponerse, arrojándome un tajo que aparentaba estar cargado de una potencia brutal, sin embargo no retrocedí jamás, golpeando aquel poderoso tajo con otro tajo igual o más poderoso que el de él, y que terminaba desviando la hoja negra de su zanbato. Claramente mi contraataque lo desequilibró, pero recobró su postura ofensiva gracias al firme apoyo de su pie izquierdo, y logrado eso pretendió arrojarme otro demoledor tajo que dirigió descaradamente hacia mi torso completo, y aparentemente expuesto, no obstante solté la empuñadura de mi Shukketsu por unos segundos y así girar mi mano derecha; igualmente mi Shukketsu también giró con un leve toque de mi puño izquierdo para luego tomarla nuevamente, pero con ambas manos, y desviar otra vez su ataque.
— ¿…? ¡Imposible…! ¡Mi imponente ‘Sera’ debería ser superior frente a la frágil cuchilla de su Shukketsu…! ¿¡Por qué me está acorralando así de fácil…!? —no puedo leer la mente, pero estaba seguro que algo así pasó por su cabeza tras detallar sus gestos…
Ya en ese momento Marco Fattore estaba desesperado, dejándose llevar por la rabia que le generaba al no poder comprender lo que estaba sucediendo; de hecho, aunque siempre se valió de usar sólo su mano derecha para empuñar su “poderosa” ‘Sera’, de repente utilizó ambas manos para arrojar el tajo más potente que le vi hacer durante aquel encuentro, pero igual eso no me hizo retroceder, es más… posicioné la hoja de mi Shukketsu de forma horizontal y sostuve la parte sin filo con mi mano izquierda, también afirmé mi pie derecho para completar lo que pretendía hacer, logrando absorber el impacto de su frenético ataque que terminó agrietando la baldosa de cerámica que pisé en su momento, y así… detener su ataque.
— ¿…? ¿¡L-Lo detuviste…!? —Marco exclamó atónito y confundido— ¿¡Cómo lo…!?
— Moonburst Conscidisti… —recité inmutablemente, sin dejarlo que acabara las inquietudes con las que me abordaba— “Infinitus Gradus”.
Recité un poderoso Exponentia que se manifestó en el filo azulado de mi Shukketsu, aquel resplandor intenso que logró ocasionar una diminuta fisura en la hoja negra de ‘Sera’, grieta que no superaba los 4 centímetros, pero que igual angustió e indignó a Marco…, llevándolo a arremeter desmedidamente luego de retroceder y considerar inútil el forcejeo de nuestras armas…
Intercambiamos algunos ataques que culminaban con choques entre nuestras cuchillas, lo que incluso llegó a prolongarse por otros 30 a 35 segundos más. Me sorprendía un poco el que Marco lograra desplazarse con gran velocidad, llegando a recurrir al apoyo de las paredes y de las columnas de aquella planta, demostrándome todo el conocimiento que poseía en combate, y eso que cargaba con una espada casi del mismo tamaño que él…, sin embargo eso fue todo lo que él pudo demostrarme, olvidándose del potencial de ‘Sera’ y recordándome cuan rezagado en experiencia estaba en comparación a mí, por lo que decidí terminar de una buena vez esa batalla…; no obstante, antes de alzarme con la victoria…, ciertos recuerdos retornaron a mi mente…
— Magicae Incipere: Sanjigen Janpu… —recité convincentemente serio, cuando aquellos recuerdos retornaron.
El señor Kenji se había reunido a solas con Oana a hablar sobre mí, lo supe porque tiempo después la misma Oana me lo confesó un día después de aquella tarde del 27 de Abril en Liverpool…
— ¡Humm! ¿Crees posible obtener la victoria, si desato el poder que Iori me pidió sellar? —Eso preguntó el señor Kenji con la mayor seriedad, y según Oana respondió asintiendo, logrando que él sonriera— ¡Je, je! ¡Bueno, pues entonces pongámonos en marcha…! ¿…? Pero antes… debo advertirte una cosa, princesa Northrop…
— ¿Qué sería esa advertencia? No me diga que… —según Oana, ella reaccionó un tanto preocupada, pero el señor Kenji la interrumpió.
— ¡Sshh! Calma, calma (palmea pidiendo paciencia)… Déjame explicarte, por lo menos, lo que sucederá si dejo en libertad el poder original de Iori… —eso dijo el señor Kenji, expresándose de forma casual— (suspiro) Iori no recuperará todo el control de su Maná.
— ¿En serio? ¿Por qué? —y Oana me comentó que eso la hizo desconfiar y, en parte, enojar— Si Iori no ha sido capaz de utilizar alguno de los dos Magicaes que domina, es porque debe tener un control del 10% de su Maná…
— ¡Sshh! Calma, calma (palmea pidiendo paciencia de nuevo)… Me refiero a que no recuperara el control total de su Maná enseguida —aclaró el señor Kenji sonriendo apenado— Si bien Iori, con su poder actual, puede rivalizar con cualquier ‘Slayer’ de 2 Stars; si dejo que recupere el control total de su Maná, es posible que sólo alcancé al 22% de control, permitiéndole usar el Sanjigen Janpu…
— ¿Sólo el 22% de su poder? —Oana volvió a cuestionar desconfiadamente, pero el señor Kenji prosiguió con su explicación.
— Déjame terminar, princesa Northrop (sonríe efímeramente con timidez)… Deben transcurrir, al menos, entre 3 a 4 semanas para que alcance un 40% de control; sin embargo, cuando alcance el 50%, entonces podrá usar el Jikan no Nagare, pero ya empezará a sufrir trastornos del sueño, entre otras cosas, que afectaran su salud física y mental debido a que su cuerpo se ha acostumbrado a tener un flujo débil de Maná… —comentó el señor Kenji sonriendo serenamente intimidante— Tengo vagos indicios de que si alcanzaras el dominio del “Shinka”, teniendo en cuenta el que lograses recuperar tu Shukketsu, entonces estarías al nivel mínimo de un Mysthic Slayer de 3 Stars…; por lo general eso es lo que pasa con otros ‘Slayers’.
— Y en el caso de Iori… ¿Qué nivel conseguiría? —preguntó Oana con seriedad.
— Bastaría con el 89% de control para estar a la par con un ‘Slayer’ de 3 Stars recién ascendido… —respondió el señor Kenji de forma casual— Entonces imagina que tan fuerte puede ser si controla su Maná al 100%, sin contar que algún día alcance el dominio del “Shinka” de su Shukketsu…
Así se ha arraigado en mi memoria lo que Oana aquella vez me reveló, pero no tenía caso seguir pensando sobre eso, simplemente me centré en terminar esa desequilibrada contienda que ya ni valía la pena continuar. Ejecuté el efecto espacial de mi Magicae sin antes posicionar la hoja de mi Shukketsu en estocada, inclinándola tan sólo 15° (grados) aproximados mientras el Nireru no Mahou-jin emergía de manera efímera al igual que el verdoso emblema representativo del Sanjigen Janpu; entonces, desplazándome por aquel salto espacial y en el momento preciso en el que Marco descendió para ejecutar su próximo ataque, logré herirle su pierna derecha, perforándole el muslo sin alguna consideración por ser meramente humano.
Marco Fattore soltó su frustrante alarido en el instante en que sacaba la hoja ensangrentada de mi Shukketsu de filo carmesí; con eso pretendí terminar nuestra batalla, ya que con una herida tan severa sus posibilidades de victoria se redujeron drásticamente, independiente de que fuese yo quien lo encaraba…, no obstante sólo conseguí insultos por parte de él…
— ¡¡Maldito miserable!! ¡¡Acaso…!! ¿¡Estás siendo compasivo conmigo!? —Marco exclamaba indignado; sus berrinches me hacían sentir apático con él— ¿¡…!? ¡¡Responde, infeliz…!! ¡¡Pudiste matarme con ese movimiento!! ¡¡Hazlo…; mátame…!! ¡¡Mátame ya!!
Su vaga y absurda petición ni siquiera me hizo salir de aquel estado de inmutabilidad, y me limité a retroceder con un simple salto una vez conseguí mi objetivo; aun así no había escapado del rango ofensivo de su zanbato, ‘Sera’, con la que pretendió agredirme una vez arrojó un tajo tan predecible que pude eludir si hubiese deseado, sin embargo me había hartado de su actitud…, desatando un tajo imbuido de puro Maná tras retornarle su azulado filo, terminando así por cortar la hoja de su extensa espada, apuntando en la fisura que antes había logrado hacerle a su arma. Lo dejé atónito, confundido, paralizado y en total silencio al dejarlo técnicamente desarmado, y en ese instante consideré aclararle el por qué antes no apunté a un punto vital de su cuerpo, diciéndole casi despóticamente: “No te tengo compasión, Marco Fattore…, lo que siento es lastima por ti…”.
Perspectiva de Marco: sentí un inmenso dolor en mi muslo herido, pero no se comparó con mi lastimado orgullo, inclusive si el movimiento que Iori perpetró después de expresar tan hirientes palabras era infinitamente más doloroso. Nunca pude ver cuando me atacó; sólo pude girar un poco mi cabeza para percibir su última postura, la que delató haber conseguido realizar un tajo certero…, pero me desplomé de inmediato cuando aquella herida en diagonal, que llegó a recorrer desde el lado izquierdo de mi pecho hasta el lado derecho de mi abdomen, estalló torrencialmente en sangre… creyendo que así mi existencia acabaría ese día…
Nunca olvidaré el momento en que me pidieron reconocer su cadáver; mi padre se aferró, hasta el último día de su vida, en conservar el anillo de bodas con el que juró amar a mi egoísta madre, y fue ese anillo el que me permitió identificarlo cuando lucía irreconocible… Con mi hermana fue más sencillo; jamás la abandoné cuando sacrificó su vida para protegerme de aquella monstruosidad que sólo me dejó una cicatriz imborrable en mi mejilla; esa cicatriz es un trágico recuerdo que me marcó para siempre, encaminándome a vivir en la tristeza y en la soledad que me condujo posteriormente a la amargura, dejando que la oscuridad invadiera mi corazón.
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