LA HIJA FAVORITA - 04
— Hijo necesito que comprendas que la teníamos que dejar ir. Tarde o temprano se la iban a llevar, aunque en mis planes, esperaba que nos dieran más tiempo.
— ¿Más tiempo?, padre ella era nuestra única fuente de información… Y… — Mateo suspira para retomar el aliento—… lo entiendo, pero no es justo.
El capitán Ansill se acerca a su hijo y apoyando su mano en el hombro de Mateo le recuerda que hace unas horas por poco lo pierde pues si no hubiera sido por Oscar o sus compañeros que fueron a rescatarlo, probablemente lo estaría velando ahora mismo, explicándole de padre a hijo que aún le falta mucho por aprender. Mateo respetando a su padre le responde que no quería causarle molestias y Arthur al verlo cansado le ordena que vaya a casa. Mateo se retira de la oficina de su padre, pero antes de salir el capitán le hace memoria que no se olvide de pasar saludando a su madre, Mateo asiente con la cabeza y se marcha.
El teléfono comienza a sonar, Arthur lo levanta y al contestar una voz profunda le comunica que tiene información que le podría interesar, él lo escucha muy interesado y comienzan a conversar.
Mateo va en su auto hacia la casa de sus padres, donde es recibido por su madre, ella algo asustada por el yeso que lleva su hijo en su nariz lo invita a pasar para examinar la herida que tiene, quien después de merendar, lo despide con un fuerte abrazo. —Es bueno que me visites, no debes olvidarte de tu madre ¿sí?
Mateo asiente y al alejarse le dice adiós a su madre desde su auto, una vez que llega a su departamento, se retira a descansar, su habitación tan ordenada como de costumbre hace que con el último de sus esfuerzos se recueste en su cama, solo piensa en lo ocurrido, sintiéndose muy agotado, logrando quedarse dormido al instante.
— Mi pequeño ya no llores, siempre estaré aquí contigo… —lo manifiesta una mujer en el sueño de Mateo, quien lo tiene en su regazo, tratando de que duerma.
La alarma de su celular suena haciendo que se levante de golpe, algo confundido hace que se toque la cabeza y al despertarse completamente trata de ponerse en pie.
— «Otra vez ese mismo sueño» —se lo dice así mismo, pero dejando eso atrás, comienza a alistarse para ir a trabajar, con su desayuno preparado al instante recoge sus llaves y se va. Tiempo después Mateo llega al Departamento para saludar a su padre, pero una vez dentro de la oficina, Arthur junto a Jhon quienes están conversando se tornan en silencio concluyendo con su charla.
— Muy bien se hará lo que dispongas Arthur, nos vemos más tarde —lo dice Jhon al salir de la oficina y después de compartir el saludo con Mateo se retira, padre e hijo se encuentran solos en el lugar y Arthur le pide que tome asiento para que pueda escucharlo con atención.
— Mira hijo, ayer recibí una llamada probablemente de un informante valioso. La verdad es que no se si confiar en ello, pero supo decirme quien es “Papá” y la relación que este tiene con el caso de los niños —se acomoda en su silla— a pesar de ganarme su confianza traté de encontrarme con él, pero dispuso que no fuera yo sino alguien con un nuevo rostro en las calles.
Mateo parece interesarse del testimonio de su padre y ya sabe a dónde va todo esto.
— Te necesito hijo, tal vez no todo está perdido sin Emily —eso suena como una buena noticia, aunque no sea fiable del todo, pero algo es algo.
La tarde llega y con ello la hora de toparse con el informante se aproxima, Mateo recuerda lo que su padre le indicó pues debería ir de encubierto como un adolescente, donde sus compañeros estarían en contacto, vigilándolo y que en el caso de ser una trampa lo ayudarían inmediatamente con refuerzos. Añadiendo que los únicos que sabrán de esto serian solo Jhon y Oscar.
3:00 pm, en la cafetería de San, el lugar que decidió el informante para ver al detective y dar información. Mateo está más que listo para ello y al entrar junto a Oscar quien toma distancia para no llamar la atención observa a su compañero dirigirse hacia el corredor donde se sienta en la mesa #8 junto a la ventana. Jhon los espera afuera en el auto pues el capitán no pudo acompañarlos por una reunión que tenía a esa hora, donde, Jhon al colocarle un micrófono puede escuchar claramente lo que rodea a Mateo.
El ambiente parece normal las personas se sirven su comida mientras platican, otros entretenidos con sus celulares mientras se encuentran esperando con paciencia el menú del día. Cinco minutos transcurren para que un chico se siente enfrente de Mateo, aquel con gafas de sol y una gran sudadera con capucha que cubre su rostro parcialmente.
— ¿Vienes departe del capitán? — lo pregunta el informante.
—Así es. — le responde con autoridad el detective mientras lo observa con detenimiento.
— Realmente eres joven tanto así que pasas desapercibido—lo comenta el informante logrando que Mateo lo mire algo molesto por lo que le dijo.
— Bueno estas aquí por una razón —saca un paquete marrón donde Mateo al verlo, el informante le indica al detective que allí está toda la información que necesitan: nombres, direcciones, transacciones lo suficiente como para poder comenzar su investigación, donde Mateo esta por agarrarlo, pero antes de tenerlo en sus manos el informante se lo retira y lo guarda en su bolsillo.
— Claro está que tengo mis demandas detective…
— ¿Cuáles? — le pregunta Mateo con lo que el joven se acomoda de su asiento y con la voz más seria le manifiesta que necesita amigos, afirmando que lo que les está entregando es algo muy delicado puesto que al hacerlo está cavando su propia tumba. Mateo intrigado le pregunta que es lo que el obtiene con todo esto, el joven le responde que solo quiere libertad.
De cierta manera a Mateo le conmueve esa respuesta pues pensó que solo quería dinero o simplemente que esa reunión era una trampa. Oscar solo los observa desde la barra mientras se sirve una taza de café, cuando todo concluye él se despide dejándole el paquete en su poder manifestando que se pondrá en contacto con ellos, el joven se marcha sin decir nada más.
Al alejarse de ahí, los detectives revisan el paquete dentro del auto donde los esperaba Jhon, aquel paquete que contiene un USB de 16 gigas, informes y una moneda de dólar. Confusos por la moneda no le toman la suficiente importancia como a los demás objetos que se encuentran en el sobre.
Ya en la oficina el capitán revisa la información del USB, contiene carpetas y dentro de ellos expedientes, tal y como lo dijo el informante están varios nombres y apellidos. La información es valiosa y sin que nadie lo note Mateo agarra la moneda y la guarda, para luego decirles que necesita retirarse, todos entretenidos con lo adquirido no le prestan mucha atención y su padre le expresa que hizo un buen trabajo, dejándolo ir.
Oscar va detrás de Mateo, pero otro compañero lo detiene pidiéndole que firme algunos documentos y cuando termina de desocuparse el novato ya se habría marchado.
7:30 pm es lo que marca el reloj de Mateo, el cual se encuentra trizado por lo del anterior día (cuando fue secuestrado por Emily), lo que le recuerda que no cometerá el mismo error pues esta vez asegura las cosas a su favor.
Una vez ya en el lugar es interceptado en la entrada por un hombre de altura considerable quien le impide entrar a la residencia, a lo que Mateo le muestra la moneda de dólar que el hombre al revisarla y verificar que es auténtica (pues en la estatua de la libertad que está impregnada en uno de los lados de la moneda, envés de sostener la antorcha se encuentra sosteniendo un pergamino, algo que obviamente Mateo se dio cuenta y que el informante le reveló que con eso lo encontraría) el hombre le pide que lo siga, haciéndolo pasar. Adentro se escucha música, bullicio y como las bolas de billar chocan tras ser golpeadas.
— Elizabeth te buscan —lo grita el hombre una vez ya en el lugar, de pronto una joven en la barra se voltea y al ver que su invitado finalmente llegó lo recibe. Mateo está confundido, no sabe quién es ella. Y Elizabeth al notarlo le dice: — Ja, realmente eres despistado detective —colocándose enseguida la capucha de su sudadera y sus gafas de sol donde Mateo se sorprende demostrándolo claramente en su rostro.
— Perdón por ello, tenía que ser muy cautelosa cuando me reunía contigo y…
— ¡¿Eres mujer?! —le pregunta el detective alterado pues el aún no lo puede creer.
— Bueno no tengo barba así que creo que soy mujer—mira al novato con detenimiento de pies a cabeza— relájate, solo usé un modificador de voz para hacer que mi voz parezca la de un chico —lo responde en forma de broma. Al dejarse de juegos Elizabeth le pide a Mateo que se siente, dirigiéndolo a una de las mesas donde se saca su gorro de lana que exhibe su largo cabello rubio.
— Descuida si hubiera querido matarte no hubieses ni llegado a la entrada —lo dice al percatarse que Mateo tiene entre sus piernas su arma apuntando directamente hacia el estómago de Elizabeth. Él lo desafía con su mirada, pero a ella no parece molestarle esa actitud y decide tomar asiento empezando una tranquila conversación con el detective.
— Ahora podemos hablar sin que nadie escuche lo que tengo que proponerte.
— ¿Y cómo sabes que no traigo micrófonos?
— Porque, aunque los tuvieras no te servirían de nada ya que este lugar tiene un dispositivo que hace que tú única forma de pedir ayuda se vuelva tan inútil como querer que los cerdos vuelen —lo dice mientras Elizabeth cruza de piernas— como ya escuchaste me llamo Elizabeth, un gusto conocerte —le extiende su mano y Mateo le corresponde para ser cortés con ella.
— Seré directa Mateo, necesito de tu padre —Mateo le pide una explicación y ella con una carpeta en su mano se la entrega al detective mientras se concentra en lo que va a decir.
— Se todo sobre ti, recién graduado de la academia, detective en 1er grado, un completo novato —Mateo hecha un ojo a la carpeta, pero sin dejar de ver a Elizabeth— pero dejando eso atrás tu padre no es un hombre corrupto, uno de los pocos que quedan en esta ciudad y es por lo que lo necesito. La verdad no sé si serás como tu padre, pero estoy dispuesta a confiar en ti si me ayudas.
— Dijiste que querías libertad, ¿de quién?
— De Papá Anthony — lo responde Elizabeth algo desanimada.
— ¿Quién eres? —Mateo trata de comprenderla—. Por ahora solo soy una amiga. Si aceptas no solo me ayudaras a mí Mateo, sino a muchos que perdimos la voz por culpa de ese hombre. De alguna forma me servirás para poder salir de este mundo.
Elizabeth se limita a decirlo con mucho fervor donde la autoridad que transmite es realmente intimidante. Mateo lo piensa, se toma su tiempo y lo medita. — ¿Y si digo que no? —lo dice de forma seria,
— Pues si ese es el caso, entonces tendré que matar a tu padre —lo responde Elizabeth mientras cruza de brazos, Mateo queda estupefacto por la tranquilidad en la que ella dijo eso…
Por otro lado, en el Departamento Oscar pregunta a todos los que se encuentran en la oficina si alguien ha visto a Mateo, pero nadie le responde, donde solo escucha murmullos mientras ve pasar a sus compañeros de un lado a otro atareados con documentos.
— Claro, que me van a escuchar —lo dice en voz alta, pero vuelve a ser ignorado.
— Oscar, ¿has visto a Mateo? El capitán lo está buscando — le pregunta Jhon a un Oscar molesto que le responde que no lo ha visto.
— ¿Dónde se metería?, ya lo llamo, pero tiene el celular apagado — culmina diciéndolo.
En el bar rebelándose a la respuesta de Elizabeth, Mateo se levanta de golpe y saca su arma apuntando en el rostro de ella provocando que todos los demás reaccionen sacando sus armas apuntándole al detective.
— No seas tonto, mira a tu alrededor, si me matas tus mueres conmigo. ¿Realmente crees que es buena idea hacerlo, detective?
Elizabeth se pone de pie y saca su Luger P08 quitándole el seguro para poder disparar en cualquier momento, le da la contra a Mateo apuntando también hacia el rostro del detective.
— Para que te enteres Mateo yo no quiero matar a tu padre, a él ni a nadie más, pero Papá Anthony, al hombre que tanto están buscando es quien maneja las cosas por aquí.
Se acerca aún más a Mateo donde las boquillas de sus armas tocan sus cabezas.
— Tu padre no merece morir como un animal… ¡Así que, ¿vas a ayudarme o no Mateo?!
En el Departamento el capitán Ansill esta pensativo en su escritorio mirando hacia una fotografía de su familia que se exhibe en un cuadro alado de su computadora, el sonido del teléfono hace que pierda su concentración y responda con normalidad.
— ¿Mateo?… —lo dice el capitán mientras bebe un poco de agua.
— Hola papá —le responde Mateo algo afligido al capitán.
— Hijo ¿Dónde estás?
— Tengo 21 llamadas perdidas por ti, ¿paso algo?
— No nada hijo solo que me preocupe, ¿Dónde estás?
— Ah fui a la farmacia a comprar algunos medicamentos, pero ya me dirijo a casa, creo que enfermé jaja…
— Comprendo, descansa, pero para otra no olvides tener prendido tu celular. Oscar se preocupó por eso.
Mateo se despide de su padre y cuelga la llamada. Arthur está más tranquilo sabiendo que su hijo solo tomó un descanso tras su jornada de trabajo. Mientras tanto, en la carretera Mateo se encuentra manejando, poniendo en marcha su auto después de haber hablado con su padre.
— Veo que son cercanos —lo menciona Elizabeth quien va de copiloto.
— Si lo somos —le contesta Mateo, pero concentrado viendo la carretera.
— Yo opino que vayamos a comer —lo dice uno de los muchachos de Elizabeth provocando que los demás propongan en voz alta lo que les gustaría cenar.
— Yo quiero alas picantes y hamburguesas.
— No, sería mejor comida china —. Pero Jack rompe sus anhelos declarando con picardía a sus compañeros sobre la partida de villar de hace unos momentos.
— Creo que están olvidando quien ganó en el billar. Por lo tanto, hoy comeremos tacos— lo indica Jack de forma inmutable pues es su respuesta final.
«Parecen niños» lo piensa Mateo mientras los ve por el retrovisor y al voltear a ver a Elizabeth. «… Pero ella es demasiado seria, parece una anciana atrapada en el cuerpo de una joven», Elizabeth se percata que Mateo la está mirando
— ¿Qué acaso no te gustan los tacos? —lo pregunta Elizabeth mientras revisa su celular y Mateo al ser descubierto por ella se justifica respondiéndole que si le gustan. Jack más que feliz presume ante los demás que hoy es noche de tacos.
«¿Cómo terminé así?», se lo pregunta así mismo, empezando a recordar el trato que hizo con Elizabeth.
— Te ayudaré, acepto tu propuesta, pero eso sí. Bajo mis condiciones… — en el bar, Elizabeth asiente ante las palabras de Mateo y pactan el trato con un fuerte apretón de manos.
Tras recordarlo el detective vuelve de nuevo en sí y pasan comprando para la merienda, donde una gran bolsa que emana el olor de la tan ansiada comida invade el interior del auto, Mateo ve como a los muchachos se les hace agua la boca y se une a ellos al sentir como su estómago ruge de hambre.
Elizabeth lo guía para llegar a una gran casa por Uptown donde lo deteriorado de la fachada hace que parezca una de las cuantas infraestructuras de los barrios bajos de Manhattan. Todos entran a la casa y son recibidos por una pequeña que les da la bienvenida quien va corriendo a saludarlos, pero al ver a Mateo se detiene a la defensiva.
— Descuida es un amigo — lo dice Elizabeth quien es la última en entrar mientras asegura la puerta principal, Mateo saluda a la niña y ella le sonríe indicándole su nombre.
— Me llamo Evelyn — le responde mientras exhibe sus dientes chimuelos.
— Mira lo que trajimos — lo manifiesta Jack mientras le muestra a la niña la funda repleta de ese delicioso olor y tras ello se dirigen a la cocina.
— ¿Quién es ella? —lo pregunta Mateo a Elizabeth.
— ¿Quién Evelyn?, es uno de mis muchachos, la más joven en realidad —añade a su respuesta para abrir un par de refrescos y al sentarse en el sofá de la sala que queda junto al comedor. — ¿Quieres? —lo pregunta Elizabeth quien brinda al detective una soda congelada— Te traje aquí porque es el lugar más seguro que conozco…
Mateo toma asiento observando de un lado a otro, todo se encuentra en orden y completamente limpio.
— ¿Tú vives aquí con todos ellos? — lo pregunta con interés a Elizabeth.
— Este lugar era demasiado vasto para mi sola, así que un día hice que vinieran a vivir conmigo. Aquí todos son hombres excepto por Evelyn, pero bueno se saben llevar muy bien.
— Son como una familia… —lo comenta Mateo y Elizabeth terminando de tomar su bebida y con una sonrisa le confiesa—. Son mi familia, haría cualquier cosa por ellos, eso sin contar que son lo único que me queda.
Lo deja muy en claro a Mateo, pero son interrumpidos cuando Evelyn quien animada les pide a ambos que vengan a comer donde una gran mesa para veinte y dos personas se llena de comida, enseguida Jack agrega una silla más para Mateo.
Sin demora comienzan a llegar los que faltan y al ver al detective lo reciben como si lo conocieran de toda la vida, «el ambiente es realmente reconfortante» lo menciona para el mismo.
Al terminar de merendar un grupo lava los platos, otro limpia la mesa junto al piso dejando todo en su lugar. Completamente llenos por la comida Elizabeth retorna a sentarse en el sofá, se la nota algo cansada, saca del bolsillo de su pantalón una fotografía entregándosela a Mateo quien lo toma con su mano derecha para prestar atención con lo que Elizabeth tiene que eludir.
— Él es papá Anthony —Mateo solo guarda silencio y escucha mientras se sienta al frente de ella.
— Te cuento todo esto porque vamos a trabajar juntos, así que permíteme ponerte al día con lo que está pasando.
La mayoría de los muchachos se retiran dejándolos solos y tan solo uno que otro curioso incluyendo a Evelyn y a Jack escuchan la conversación que mantienen los dos. Elizabeth le explica sobre sus trabajos, lo que debe hacer diariamente y como eso influye en toda la ciudad.
— Me encargo de este distrito, incluso del “trabajo” que papá no quiere hacer… Ya sabrás a lo que me refiero. En fin, comparándome enfrente de él, yo no soy nadie puesto que es el hombre más poderoso en New York.
Lo enuncia Elizabeth esclareciendo que nadie puede hacerlo frente, pues todo le pertenece y con ellos a todos los que viven ahí.
— Anthony Vexlam, ese es su nombre real. Maneja toda una mafia de dinero, drogas, sexo, armas, pandillas, hace millones mensualmente a costa de gente inocente que son víctimas de estos delitos… Además, que cientos de niños son vendidos como si fueran objetos, yo lo he visto incluso lo he administrado.
Elizabeth le da a conocer que Anthony tiene comprado a los federales de todos los distritos excepto por uno, Manhattan el lugar donde él reside, le explica que es por un hombre que al igual que el capitán Ansill no se vendía. El anterior jefe de Departamento, Cesar Torres quien andaba detrás de Anthony para llevarlo ante la justicia, quien al darle mucha pelea y al ver que era una molestia destacada simplemente Anthony se deshizo de él.
Le cuenta que ella estaba presente el día en el que murió, que desde antes pensaba enfrentar a Anthony y por ello trabajaba con Cesar, pero al estar agonizando por un impacto de bala, le pidió que solo confiara en el capitán Ansill, que su libertad estaría en manos de él.
— No pasó mucho tiempo para que papá Anthony sospechara de mí, aun así, pude mantener las cosas debajo de la mesa sin que él lo notara demasiado, logrando que perdiera el interés.
Dentro de poco, le indica que se mantendrá en contacto y hablará personalmente con el capitán pidiéndole que vaya a su trabajo con normalidad limitándose a no hablar sobre ella a nadie, ni siquiera a su mejor amigo, que sea cauteloso y más desconfiado con las personas que lo rodean. Afirmándole que es por su seguridad, la del capitán y la de ella.
Mateo toca su cabeza y con mucho carácter le pregunta. — Si tú eres la hija del hombre más adinerado y poderoso de New York. ¿Por qué quieres hacerlo? ¿No sería más fácil para ti dejar las cosas tal y como están?
Elizabeth lanza una carcajada y con un tono profundo en su voz le responde —. Porque quiero desenmascararlo, hacerlo pagar por todas las cosas que nos hizo.
Se pone de pie, el liderazgo y la iniciativa que tiene se transmite en toda la habitación.
— Quiero que el mundo se entere quien es el verdadero Anthony Vexlam… ¡Yo quiero justicia Mateo!
La decisión se ha tomado, ella piensa comenzar una guerra que como cualquier otro solo obtendrá el mismo resultado, muchas pérdidas y muerte.
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