Las Colinas del Grial - 00
– Eran la tres de la tarde.
De un momento a otro todo se había vuelto un caos. El sonido de las rocas cayendo era el motivo de ello, los jugadores corrían en pánico y confundidos por el ataque. La atmósfera de un segundo a otro se volvió rojiza y amarillenta, remarcando más que estaban dentro de una batalla. Los jugadores buscaban un lugar por donde proteger de la lluvia de rocas que le venía.
Las piedras en su parte, destruían sin complicación a la mayoría de los edificios que se alzaban en la ciudad, solo aquellos que estaban aferrados fervientemente de los árboles de su interior no eran derribados. La sangre no se hacía esperar, pobres jugadores eran víctimas de los enormes peñascos, siendo totalmente aplastados sin piedad.
Un grupo armado de jugadores se dirigían con sus armas en mano hacia el origen de todo el caos, aunque valientes, a la vista de los veteranos que veían ese acto de temeridad, no podían hacer más que unirse al grupo solo para que no hubiera tantas bajas. Entre todo esos jugadores había un trío singular: una nórdica fortachona; un elfo con una varita de madera; y un ser que oscilaba entre elfo y humano.
Mucho más adelante, a las grandes puertas de la ciudad, un pequeño ejército de no mucho menos de cien soldados entraban de forma violenta, como si de un grupo de mercenarios se tratase, pero no era así. Los jugadores al ver el bordado en las armaduras de los soldados, pudieron reconocer con facilidad de dónde provenían.
—¡Oigan, ustedes! —gritó vehemente un jugador—. ¡No deberían estar atacándonos, no les hicimos nada!
Los soldados por su parte, arremetieron con una carga con sus escudos en alto, derribando a muchos de los jugadores inexpertos. Los guerreros, sin ser unos salvajes, no atacaron a los jugadores con sus espadas al ver que estos ni siquiera sabían defenderse de una carga tan débil.
—Son soldados de la capital… —reveló la nórdica.
El trío veía desde la distancia junto con otros jugadores curiosos y otros dudosos de si entrar o no a la batalla, pero viendo de quienes se trataban, la mejor opción era retroceder.
Los soldados se aparataron para dejar pasar a alguien montado en caballo, este a diferencia de los otros, poseía una robusta armadura que inspiraba respeto y temor gracias a la espinas de sus hombreras y su yelmo con forma del cráneo de un león, dando un toque siniestro.
—¡Escorias! ¡Sean respetuosos ante la presencia del capitán Willman!
El capitán se subió su visera, revelando un rostro lleno de cicatrices y quemaduras de crueles batallas que tuvo que batallar por su reino. Su semblante infundaba el miedo y respeto en los soldados, quienes se mantenían firmes y rectos en presencia de su líder.
Los jugadores, a diferencia de los soldados, no sentían una presencia amenazante en él, lo veían como otro NPC más dentro del juego, además de que ya unos lo conocían desde otro juego. Sin embargo, para no desatar la ira de ellos, los jugadores se mantuvieron quietos y callados, atentos a lo que pueda decir el capitán.
La lluvia de piedras había cesado. Todos estaban a la expectativa, viendo con enojo en sus rostro al líder; los jugadores no iban dejar pasar este ataque por alto, los más nuevos iban a contraatacar mientras que los veteranos sabían en la clase de lío que se iba a formar si cruzaban sus armas con esa pequeña avanzadilla de la capital.
Todos aquellos jugadores fueron forzados a ser transportados al mundo de su videojuego favorito, puede sonar como una fantasía que cualquiera se imaginaria, pero la realidad era innegable, estaban atrapados y tenían que luchar para salir de ahí.
Bienvenido a la Colinas del Grial.
Deseamos que puedas sobrevivir otro día más.
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