Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 54
El desastre en la Antártida ha dejado al grupo completamente separado en cuatro más pequeños, unos más alejados que otros, y de la base, ninguno está cerca, salvo dos personas que por suerte lograron impedir ser empujados aún más lejos por la avalancha, sea suerte o no.
Octavio y Laura fueron los únicos de los cinco mil cazadores reunidos en estar muy cerca de la base militar argentina.
Por lo que alcanzan a ver, no hay manera de encontrar un camino seguro, solo observan un horizonte envuelto en fuertes vientos y nieves que caen violentamente:
Octavio: “No alcanzo a ver nada, ¿y tú Laura?”
Laura: “Tampoco, y por lo que noto es el atardecer. Esta tormenta es un problema”
Octavio: “Cierto, tendremos que apurarnos antes de que anochezca”
Laura: “Hmmm”
Octavio: “¿Qué sucede?”
Laura: “Me preocupa los demás y más aún Marcos”
Octavio: “Te entiendo, yo estoy igual por los demás, pero no tenemos tiempo para eso, ahora tenemos que conseguir llegar a la base, tenemos el tiempo en nuestra contra”
Laura: “Lo sé, lo sé”
Octavio: “Oye” — le dice, tocando su hombro
Laura: “¿Sí?”
Octavio: “Confía en ellos, nos reencontraremos. Solo confía”
Laura: “Si” — asienta con su cabeza y una sonrisa de alivio
La preocupación que Laura cargaba en su pecho, se pudo calmar con las palabras de Octavio, confiando en el líder que tienen como lo es Martin, quien no dejaría que los suyos cayeran en una situación tan difícil.
A decir verdad, es muy difícil que exista personas que logren mantener la cordura en tales situaciones, y Laura cree en que Octavio es una persona confiable como para mantener las cosas en su orden. Aunque ambos ignoran lo que sucede con Martin en ese momento, están convencidos sin dudarlo de la capacidad de su líder para tener éxito en la misión.
Al brindarle calma a ella, el dúo retoma su camino con la esperanza de poder encontrarse con los demás:
Laura: “Octavio, tú eres muy cercano a Martin ¿Qué crees que haría en nuestro lugar? N-no es que no crea en nosotros, pero a veces me pregunto qué es lo que piensa, cuál es su meta”
Octavio: “Buena pregunta” — se detiene para pensar mientras recorren el mar nevado que parece no tener fin — “es complicado, porque el en muchas ocasiones se muestra reservado. Es cierto, sabemos sobre su pasado, y si, conoces a su madre y su secreto, pero eso no nos hace conocerlo del todo, es como si…”
Laura: “El estuviera cargando con un peso y no quisiera decirnos”
Octavio: “Podría decirse. Aunque quisiéramos saberlo, el jamás lo dirá, no serviría de nada preguntarle. No te preocupes, todo a su tiempo ¿cierto?”
Laura, con su cabeza mirando al suelo, se muestra algo preocupada. Ella fue testigo del poder gigantesco del joven y el imaginarse en la carga que conlleva poseerlo debe ser igual de abrumador, por lo que Laura no evitar preocuparse por él. Desde que fue salvada por Martin, ella lo ha considerado como un hermano menor al igual que a Estela, y Octavio, buenos chicos que sin duda ayudaron mucho a ellos, y siente que su lado más maternal desea ayudarlos en lo posible, pero el simple hecho de no poder con el maestro de Victory, es casi tan duro como sentirse inútil.
Octavio extiende su mano hacia adelante y toma varios copos de nieve que caen con la palma de la mano y sonríe como un niño pequeño:
Laura: “¿Es la primera vez que tocas nieve?” — lo mira con rostro sonriente
Octavio: “¿Se nota? Jejeje, si, es mi primera vez. Antes no pude disfrutarlo porque quería dar una imagen de rudeza, inmaduro de mi parte ¿no?” — sonríe
Laura: “No, no, en lo absoluto, es muy tierno de tu parte tener esa faceta. Estela me había contado que viviste en España y Estados Unidos, pero ¿Cómo es que no conoces la nieve si es normal allí?”
Octavio: “Bueno, depende de qué parte, aunque si, es normal en esos lugares. Pero…”
Su rostro se vuelve infeliz, recordando hechos que el mismo quisiera borrar de la faz de la tierra. Octavio mira a Laura, devolviéndole la sonrisa honesta y amable que ella le había entregado hace momentos:
Octavio: “Vamos, tenemos que regresar a la base”
Laura: “E-Espera” — intenta alcanzarlo, pero cuando extiende su mano para detenerlo, acaba por tocar el vacío mismo, ya que Octavio apura el paso lo más rápido que puede — “de acuerdo”
Un silencio extraño inquieta al dúo, esto no evita que sigan su camino, pero con mayor precaución. Sin notarlo, una extraña figura con forma de cristal en punta y una esfera en el extremo superior flota sobre ellos, calculando la altura y la fuerza con la que pueda impactar contra ambos cazadores. Como si un hilo se cortara, esta gran figura hecha de hielo que mide más de dos metros, cae al vacío donde se encuentra Laura y Octavio.
Con un breve grito, Octavio empuja a Laura a un lado, y como puede, antepone el mazo de batalla contra la estructura de hielo que cayó desde varias decenas de metros. El impacto es tan fuerte que el solo bloquearlo hace que Octavio hunda sus pies contra la nieve y pierda muy brevemente el equilibrio, pero finalmente explota en pedazos muy pequeños, casi imperceptibles a la vista.
Por detrás se acerca corriendo Lucas, preocupado por sus compañeros, casi al borde de las lágrimas:
Octavio: “¿Tu?” — lo mira sorprendido
Laura: “Lucas” — se acerca al joven y lo abraza — “qué bueno que estés bien”
Lucas: “¿Q-Que es lo que haces? ¡Sal de aquí, no me interesan las mujeres!”
Octavio: “Oye, ten más respeto, ella estaba preocupada por todos nosotros”
Lucas: “Si, si, guárdense sus estupideces de familia ensamblada disfuncional. Maldita sea, estoy en esta porquería de lugar, muriéndome de frio cuando podría estar en París y acostándome con algún idiota, todo por un capricho”
Octavio: “¡Tsk!” — se acerca a Lucas, sosteniendo el mazo — “dime ¿Cuál es tu puto problema? ¿quieres resolverlo aquí y ahora?”
Lucas: “¿Crees que eres fuerte en mi terreno? Te recuerdo que estamos en el continente de hielo. Nieve o hielo, aquí tengo mucho poder”
Laura: “¡Ya…!” — separa a ambos, empujándolos con sus manos — “¡basta! ¡¿no entienden la situación en la que estamos?! ¡nuestros amigos y compañeros están perdidos en este lugar y lo que menos debemos hacer es tener estas discusiones! ¡Háganlo cuando regresemos a casa, pero ahora ayuden!” — dice entre llantos
Octavio y Lucas siguen con la mirada a Laura, y luego exclamaron con sentimiento de vergüenza por actuar de forma tan infantil en una situación crítica como la que están viviendo:
Octavio: “L-Lo…siento mucho”
Lucas: “Si, igual yo”
Octavio: “También creía que esa cosa que nos cayo era tuya, en parte me enfurecí por eso”
Lucas: “No te equivocaste, fui yo”
Octavio: “¿Qué dices?” — la ira regresa a su espíritu
Lucas: “Pero no era para ustedes” — reconoce perturbado mientras mira a todas direcciones
Laura: “¿Si ese ataque no era para nosotros, entonces…?”
Lucas: “Hace rato que estamos siendo vigilados, y esta cortina de niebla y ventisca por momentos, es lo que nos impide verlos. Pero son mucho, diría que cientos”
Octavio: “No me esperaba que suceda algo así, tampoco me sorprende”
Lucas: “Lamento decirles que las cosas son un poco más complicadas de lo que imaginan”
Laura: “¿En qué sentido lo dices?”
Lucas: “Este lugar…la Antártida, como decirlo…es territorio de monstruos, fue convertido el continente en una mega mazmorra helada, y el causante puede que siga aquí”
***PARTE II***
Durante la noche, el grupo de Martin prepara una fogata mientras que María busca entre lo poco que les queda, alguna bolsa con alimento para poder comer o cocinar, pero solo encuentra un paquete de papas pequeña, una botella de agua y unos dulces:
María: “Esto es lo único que queda” — le muestra lo que encontró
Martin: “Supongo que es entendible, no nos preparamos lo suficiente”
Gonzalo regresa de patrullar y explorar el terreno en busca de supervivientes y si hay un camino para regresar a la base, sin embargo, la expresión que lleva no es la mejor:
María: “No encontraste a nadie ¿cierto?”
Gonzalo: “…”— niega con la cabeza — “la tormenta de nieve es demasiado intensa y no alcanzo a ver más allá de cien metros”
María: “¿Martin?”
Martin: “Descansemos por hoy, retornaremos la busca de la base y supervivientes al amanecer” — responde si mirarlos y manteniendo la atención sobre las llamas
Gonzalo: “¡Tsk!” — refunfuña, molesto por las actitudes que está teniendo el cazador argentino — “¿hasta cuándo piensa estar así?” — se pregunta
Una y otra vez la mente vulnerable de Martin, y lo que conlleva el que no esté al completo de su estabilidad, colma la paciencia a Gonzalo, al punto de pensar en abandonarlos para regresar a la base solo, e inventar una excusa en la que ambos argentinos no pudieron encontrar el camino para luego ser atacados por enemigos.
Sin embargo, esto es lo que haría un enemigo y que sin duda sería algo que el propio Gonzalo no haría jamás, pero la situación tan desgastante hace que tales pensamientos surquen por su cabeza.
Luego de comer todo lo que podían y racionar para lo que reste, aunque no es mucho ni siquiera para dos días, Martin permanece en guardia unas horas para cuidar que no ataquen monstruos mientras duermen, mientras que María duerme junto a la fogata y Gonzalo afila sus cuchillas cubiertas por magia elemental de rayo, moviendo la hoja de arriba hacia abajo contra un trozo de roca con mayor potencia mágica y que otorga una mayor durabilidad:
Martin: “Se lo que piensas de mí, Gonzalo” — dice en voz baja, con los ojos bien abiertos y mirando hacia la oscuridad que no logra iluminar la fogata
Gonzalo: “¿Sí? ¿piensas que me conoces?” — responde indiferente
Martin: “No, pero conozco esa actitud, esa mirada, sé qué crees que soy débil, sé que aún no comprendes la naturaleza de mis habilidades”
Gonzalo: “Escúchame una cosa” — lo interrumpe — “de lo único que estoy seguro en todo esto es que con lo que ha ocurrido me será muy difícil en creer que podemos ganar. Aposté que tú nos llevarías a la victoria, pero mírate ahora, eres un manojo de nervios, pensando en tu gente ¿Y yo que? He perdido a muchos hombres, mi vice maestro está muerto. Si hubiera traído a mi cazadora más poderosa y una de los altos rango, quien sabe si esto hubiera acabado así”
Martin: “¿Te refieres a Abel?”
Gonzalo: “Si, ella iba a venir, pero…tuve que enviarla a China, por petición de ese país para una mazmorra rango SS+ que apareció en el desierto de Gobi. Fui un ingenuo. Pero eso no viene al caso ahora. La cuestión Martin, es que te noto débil de mente, puede que tengas un poder que rebase a los altos rango, y posiblemente te equipares a los cinco mejores cazadores del mundo, pero no tienes estabilidad emocional y eso nos ha costado esta misión y la caída de varios gremios en un santiamén” —dice indignado
Martin: “Eso no te lo discuto, porque tienes razón. Y no por ello dejare que mi gente muera, hasta tu consideras a los de tu gremio como personas cercanas a una familia ¿Cómo podría dejar que ocurra? Me prometí a mí mismo que no dejare que mi gente muera, y eso involucra a todos los que estuvimos en esa base. Si, hay veces que me siento patético e impotente, y es que hasta hace medio año era un cazador desconocido y ahora alguien que se espera que fuera la esperanza del continente. Yo solo quería una vida normal, poder tener una relación con Estela, y nada más, pero luego llegaron Arakneida, Octavio, Marcos, Laura, Macarena, Julio, María. Mi madre y Estela ya no son las únicas personas que me importan, y mantendré eso cueste lo que cueste”
A medida que Martin revela sus deseos que cualquiera pensaría que son banales e ilógicos, en lugar de pretender más poder, fama y riquezas, Gonzalo se sorprende al solo prejuzgarlo por el simple hecho de mostrar muy humano, desesperación, tristeza, miedo, sentimientos que cualquiera podría tener y pretender que un joven de apenas 19 años tenga que cargar con tanto e inclusive molestarse con que no lo haga, lo hace sentir al chileno como un idiota e inmaduro.
Gonzalo se toma del rostro y levanta su cabeza hacia arriba mientras murmura entre irónica sonrisa:
Gonzalo: “Proteger lo más preciado y que lo demás arda. En verdad me sorprendes cada vez más argentino tonto”
Martin: “¿Qué? ¿por…?”
Gonzalo: “Pero ¿sabes qué?” — lo interrumpe — “empiezo a respetarte, cielos, hasta me siento tan tonto de exigirte que hagas cosas, siendo que has hecho mucho y en exceso” — agrega aliviado de estar equivocado
Martin: “Reconozco que sentirme así no es lo mejor, pero en cuanto recupere a mis amigos con vida…” — un destello áurico color rojo sale de su ojo derecho — “volveré a esta mazmorra un infierno que ni siquiera el monstruo jefe podrá soportar”
Nivel de Poder Manifiesto: 35%
***PARTE III***
En ese momento en la parte más alejada de donde estaba la base argentina…
Macarena yace enterrada hasta los hombros de nieve, sin poder moverse y desmayada por el tremendo golpe que había sufrido, al punto de tener una herida abierta y sangrante en el costado de la frente y que desborda el líquido a través del rostro.
Sin darse cuenta, a la adolescente la toman del brazo y con gran fuerza sacan su cuerpo del frio suelo.
Después de esto, la joven abre lentamente sus ojos, encontrándose con que es arrastrada por una enorme criatura de no más de dos metros, cuerpo musculoso color azulado, vestimenta que es solo de piel y que cubre las partes necesarias para evitar la vulgaridad y una enorme crista roja que sobresale de la cabeza. Esto claro está, por lo que ella logra notar al verlo de espalda, pero lo que sí está segura es que un monstruo de esa mazmorra la arrastra de los pies para quien sabe que cosas hacerle.
Lo único que puede hacer es mantenerse en silencio y esperar un milagro.
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