Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 57
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- 57 - Capitulo XIII: El Arrepentimiento de Octavio
La tormenta no cesa, intranquilizando a Laura, Lucas y Octavio, esperando por poder moverse para retomar el camino previsto, rumbo a lo que queda de la base. A pesar de las temperaturas extremadamente frías cerca del centro en la mazmorra, se supone que el jefe del lugar no se encuentra allí sino más bien en los bordes, por lo que es impredecible lo que pueda suceder de ahora en más, considerando que ellos pueden ser o no los atacados, y mucho menos con una persona herida, reduciendo las fuerzas a nivelas preocupantes.
Con Octavio herido y descansando, queda bajo responsabilidad de Lucas el hacer guardia en la entrada. Laura realiza los cuidados al herido, por lo que su capacidad para poder vigilar es casi inútil, considerando también que bajo el ataque de los trolls fue neutralizada.
Aun en su propia forma de pensar, Lucas siente que es un error no haberse retirado cuando hizo falta y dejando a ambos cazadores a la deriva, priorizando mucho más su vida que la de ellos, pero sintiendo que podría arrepentirse no dudó ni por un segundo quedarse y proteger a toda costa:
Lucas: “¡Ahhh, mierda, mierda!” — murmura molesto mientras rasco su cabeza y desacomoda su cabello — “Paris, sexo, alcohol, vida cómoda, y yo aquí en el lugar más frio del mundo”
Octavio: “Jaja ¿aun te quejas?” — levanta su cabeza con dificultad
Lucas: “No deberías hacer fuerza, descansa ¿quieres?” — gira un poco su cabeza y mira al cazador
Octavio: “Ya me siento un poco mej…auch auch auch” — un fuerte dolor en su espalda le provoca ardor muscular y fatiga
Laura: “Tienes que descansar Octavio, por la mañana podremos movernos mejor sin preocuparnos del frio y la tormenta”
Octavio: “Estoy bien, solo este dolor me incomoda”
Lucas: “Ja, loco”
Octavio: “Oye, Lucas”
Lucas: “¿Ahora qué?”
Octavio: “Me sorprende que seas médico, pero no sanador”
Lucas: “¿Acaso quieres que te sane con hielo? ¿eres estúpido?”
Octavia: “Jaja” — intenta reír, pero el dolor en su cuerpo le dificultad tal acción — “eres muy…modesto, pero hablando enserio, gracias por no abandonarnos” — agradece con una sonrisa
Lucas lanza un largo suspiro y se voltea para mirarlos, con rostro un poco más relajado de lo usual.
Las palabras de agradecimiento por lo general son bien recibidas por Lucas, quien, a pesar de tener dificultades para tratar con la gente, se siente halagado e inclusive también agradecido por compartir ese momento tan extraño con ellos. Extiende su mano hacia la entrada y del suelo salen varias decenas de picos, desde abajo hacia arriba y por los costados, formando una estructura que oculta la cueva con el fin de protegerlos.
Después de ocuparse de la entrada, Lucas se acerca a Octavio y con una agradable expresión en el rostro corresponde a los agradecimientos, sosteniendo la mano de ambos cazadores y agachando su cabeza en señal de respeto:
Lucas: “No hace falta agradecerme, es mi trabajo como médico”
Laura: “Aun si te estamos agradecidos, pudiste haberte ido, dejándonos”
Lucas: “Si, esa idea estaba rondando por mi cabeza hasta hace un rato, pero pensándolo mejor no podrían hacer nada sin mí, así que aquí me ven”
Laura: “Eso dice mucho de ti, no eres tan malo como quieres mostrarte”
Lucas: “Como sea, traten de descansar, con mi magia de hielo protegiendo la entrada será difícil que nos detecten tan fácilmente. Cuando amanezca quitare los picos helados y volvemos al camino. Procuren no estorbar de nuevo” — dice en tono burlón y sonrisa simpática
Octavio: “Lo mismo digo” — responde también con una sonrisa
Por la madrugada, mientras que Laura duerme a un lado, cubierta por uno de los gruesos abrigos de Octavio, él y Lucas conversan de muchas cosas, encontrando que no son tan diferentes. Ambos se graduaron en carreras universitarias a edades muy jóvenes y decidieron no ejercerlas para poder ser cazadores.
Sin embargo, la historia de Octavio es muy diferente a lo que Lucas podría suponer:
Lucas: “Tengo entendido que viviste en España y Estados Unidos, pero por lo que me contaste no te graduaste en Europa” — dice curioso
En ese momento, la expresión alegre de Octavio se vuelve serie y con pequeños tintes de tristeza que tratan de salir:
Octavio: “Esa…es una historia que intento olvidar, pero siempre que la recuerdo, miles de sensaciones negativas me destrozan”
Lucas: “Siento mucho si te hice recordar algo innecesario, mis disculpas”
Octavio: “N-No, está bien. No es algo que Martin y Estela desconocen, me siento feliz de que ellos no me hayan juzgado cuando se los conté” — reconoce
Lucas: “¿Muy duro de contar?”
Octavio: “Bueno, podría decirse. Yo…era un acosador, o bulleador. Una persona que en su forma de ver las cosas se encontraba por arriba de todos. De alguna manera me sentía en la cúspide y me llevo hacer cosas terribles contra compañeros de escuela, eso llevo a que mis padres me estuvieran cambiando constantemente de lugar para estudiar. Pero continuaba con esas prácticas tan horrendas, desde insultar hasta agredir a los débiles. ¿Tienes idea del disfrute que yo tenía en aquel entonces? Hasta que conocí a una persona, un chico dos años menor que a sus 11 años recién iniciaba la secundaria”
Lucas: “¿Él es la victima que más recuerdas? Dicen que un bulleador cuando recuerda a una víctima, es porque guardan dos sentimientos, culpa y odio. Aquellos que de alguna manera sienten culpa por haber sido así y desean por sobre todas las cosas disculparse por el dolor causado, y aquellos que odian porque no tienen a quien culpar. ¿tu como lo recuerdas a ese chico?”
Octavio: “Lo recuerdo con mucho cariño porque a pesar de haber sido un imbécil con él, jamás me ha insultado ni odiado, solo sonreía, como si se entregara, pero con gran positivismo que lo motivaba a continuar hacia adelante. Llegué a admirarlo, pero por el circulo que me rodeaba y alentaba a continuar siendo así de imbécil, me llevo a perderme un posible gran amigo” — mientras cuenta como era esa persona, se escapa del rostro una sonrisa
Lucas: “Y ¿Qué ocurrió con el?”
Aunque el tiempo ha pasado para Octavio, los recuerdos de ese momento en el que observa la mirada muerta de ese chico, con una cuerda en su cuello, presionando con fuerza y privándole el oxígeno, mientras se retuerce por acción del post mortem, lo hacen moverse a un lado y vomitar debido al shock de rememorar eso.
Lucas le entrega un paño para que se limpie:
Octavio: “Gr-Gracias”
Lucas: “Evidentemente es algo que ha repercutido en tu vida”
Octavio: “Es algo que deseo olvidar de una buena vez”
Lucas: “Por otra parte está claro que ocurrió algo muy grave y la culpa va más allá de haber bulleado a alguien. Dime lo que ocurrió”
Octavio: “Él se suicidó, colgándose en el salón de clases. Había dejado una nota con solo una frase…Aquellos que son débiles tienen destinos imposibles de eludir…en ese momento sentí odio y asco hacia mí, si tan solo lo hubiera conocido mucho más” — dice impotente
Lucas: “Las personas llegan a ser muy crueles cuando se resisten a comprender a los demás, eso te pasó a ti y a cualquiera que agrade a alguien solo por no ser parte de un círculo o que represente lo que los demás desean”
Octavio: “Si, pero fui un tonto que se dejó influenciar por los demás. Muy débil fui, y es que por eso me arrepiento hasta el día de hoy. Ni siquiera pude ir a su funeral, porque para cuando se hizo me tuvieron que cambiar de escuela. Supongo que una persona como yo en ese momento fue visto como escoria inclusive por las personas que esperaban que fuera una basura”
Lucas: “Ya no hay motivos para sentir sentimientos negativos, dudo que sigas siendo esa persona, si te arrepientes de eso, pudiste continuar con tu vida y ahora ser parte de Victory, significa que mejoraste como persona, y hasta quizás en memoria de ese chico. Ahora me queda claro porque extrañamente has viajado constantemente entre ambos países hasta graduarte en la carrera de Abogacía en Harvard y te inscribiste como cazador en España, y ahora eres miembro oficial de un gremio argentino”
Octavio: “Si, vaya locura, jejeje. Creo que me siento un poco mejor de la herida y…auch auch auch” — siente un calambre muscular en todo su cuerpo
Lucas: “Creo que deberías descansar un poco más”
Octavio: “Eso creo”
Lucas: “Quedan un par de horas más hasta que pueda verse algo con este cielo negro, así que duerme un poco, les avisare cuando salgamos” — se asoma para observar el cielo y calcular el tiempo estimado
Octavio: “De acuerdo”
Lucas regresa a vigilar la entrada, pensando un poco sobre lo que había hablado con Octavio, y como las personas cambian para mejor, sin olvidar los hechos del pasado y continuando con la vida para evitar caer en aquella oscuridad. Aun incapaz de descifrar lo que es capaz alguien que desea mejorar a través de lo malo, Lucas comienza a pensar que es posible vivir con lo malo y la prueba es Octavio, con su propia oscuridad y carga con la vida de alguien que tomó una decisión brutal para abandonar el mundo.
Por consiguiente, el interés de Lucas en ser parte de Victory, junto con un nuevo significado a la palabra “Familia” se renueva bajo una nueva definición que no está ligado a la sangre, albergando un sentimiento agradable en su interior, áspero y frio como el hielo.
***PARTE II***
Las consecuencias por el incidente de la avalancha dejaron secuelas muy grandes en la moral de cada cazador, y aun en su estado físico en óptimas condiciones, lo emocional era difícilmente bueno, tal como se ve en Martin, Gonzalo o María, quienes a pesar de todo siguen su camino, intentando buscar sobrevivientes y lo que queda de la base:
Gonzalo: “Llevamos días buscando y no hay nadie vivo” — se queja, molesto por las pérdidas que sufrió su gremio
Martin: “Se supone que no estamos lejos de la base. Si hay sobrevivientes, quizás hayan continuado hasta la base y nosotros aquí preocupados”
María: “Tiene razón, Gonzalo, no perdamos las esperanzas, es posible que estemos cerca de encontrarlos”
Gonzalo: “Saber que todas esas personas quizás no vuelvan a sus hogares me carcome demasiado la mente. No quisiera llegar con banderas, identificaciones en mano y pedido de disculpas para con sus familiares, seria duro”
Martin: “Tu…¿has pasado por eso?”
Gonzalo: “Varias veces, pero como miembro de un gremio, no como Maestro, y créanme que es algo frustrante, el dar tales noticias a familias que esperan a sus esposos, hijos, nietos, primos, hermanos, padres, y solo se encuentran con cuerpos y objetos, a veces ni cuerpos hay. ¿Tienes idea de lo terrible que es enfrentar a padres que esperan por sus hijos? No es algo que le desee a las personas, y ojalá nunca tengas que hacerlo” — le desea con sinceridad
Martin: “No pasará, voy a proteger a todos sea como sea”
Gonzalo: “Demasiado positivo, pero si confías en que lo lograras, no hay lugar a dudas entonces” — sonríe ante la optimista locura que dice — “que mierda, sí que tienes una fuerte convicción”
El grupo se detiene justo delante de una extraña estructura, y varios metros detrás ven como se mueven unas siluetas que son tapadas por la aun fuerte tormenta de nieve que azota en la mañana.
Martin saca de un pequeño portal la característica daga dorada, María se prepara para usar su magia de planta al sostener una pequeña bolsa con semilla, a las cuales imbuye de magia y les da vida para poder atacar y defender, y Gonzalo saca dos cuchillas, listo para enfrentarse a lo que este a metros.
Sin embargo, lo que ha aparecido frente a ellos es algo que los llena de alegría y alivio. Un grupo de sobrevivientes que intentan construir tiendas de campaña y alguna casa que aún podría ser recuperada se mueven sin parar. Entre ellos, ven martillar un pedazo de madera al sargento Mayor Augusto, junto al teniente Santiago.
Se acercan exhaustos a los sobrevivientes, quienes lentamente detienen sus actividades para observar a los cazadores, y recibirlos con algo caliente para beber y comida que son devoradas sin control, debido a los días sin comer:
Sargento Augusto: “No puedo creerlo, chicos ¿están bien?” — se acerca a los tres hambrientos cazadores y los abraza, feliz de que los jóvenes se hayan podido salvar — “me asuste de que haya perecido”
Gonzalo: “Estamos bien Sargento, tenemos noticias y no son buenas”
Martin: “¿Dónde están durmiendo?”
Sargento Augusto: “Lo mejor es que hablemos en la única estructura que queda en pie” — les indica que le sigan — “denles un abrigo caliente y chocolate caliente” — ordena a unos soldados
María: “Parece que hace días están trabajando aquí” — dice, curiosa por las reparaciones para poder reconstruir la base
Sargento Augusto: “Asia es…”
El sargento Augusto los guía a un pequeño edificio que, por la solidez de su estructura, pudo soportar la avalancha y que ahora sirve para albergar a los heridos de la base y a quienes puedan llegar de los otros grupos:
Martin: “Increíble que este edificio esté intacto…”
Gonzalo: “Al menos eso parece” — acaricia una grieta en la pared
Sargento Augusto: “Creo que tenemos mucho que hablar y si me lo permiten empezare yo”
Gonzalo: “Adelante”
Sargento Augusto: “Gracias. Exactamente hace unos cinco o seis días sufrimos el ataque de gigantes y una avalancha, nuestras fuerzas fueron reducidas de casi 5.500 a menos de 1.000, y lo que creemos es que se han reducido mucho más. Empezamos a explorar en rangos que van de los 2km a los 20km, y nunca encontramos a nadie, solo sangre roja y rastros de ropa”
Gonzalo: “Que extraño” — se toma de la barbilla
Sargento Augusto: “Si, lo primero que pensamos es que no es trabajo de gigantes, sino de monstruos no tan masivos, y más agiles”
María: “Martin”
Martin: “Lo sé”
Sargento Augusto: “¿Pasa algo chicos?”
Martin: “Durante el ataque de los gigantes, varios cazadores murieron por lanzas de hielo, creemos que pueden ser otras criaturas, con mejor movilidad e inteligentes”
Sargento Augusto: “¿Qué? ¡eso no puede ser! Es decir, ¿cuántas criaturas más pudieron salir de la mazmorra? ¿no se supone que al intentar salir se desintegran por la cantidad absurda de mana que se emite en el portal?”
Martin: “Ahí está el otro problema…” — mira al Sargento con absoluta seriedad — “Esta ya no es la Antártida, hace años dejo de serlo, y por alguna razón nosotros fuimos el detonante para que eso pase”
Una serie de sentimientos llenan de confusión a la mente ya consternada del Sargento, aquel territorio que durante años han habitado por la patria argentina con fines de investigación y cuestiones históricas que datan de hace casi 150 años, no es más que una pequeña porción de la mazmorra considerada top de las peligrosas del mundo.
Todo el significado patriótico de tener un pedazo del territorio helado, no es más que una mera ilusión o posiblemente jamás lo ha sabido nadie, ni el gobierno, ni los científicos ni los militares, quienes han vivido muchos años en ese lugar. Lo que aún es más indignante para Augusto, era que tantos jóvenes han muerto sin saber que sus cuerpos humanos han caído lejos del territorio argentino aun habiendo entrado en el puerto estaban lejos de tierras criollas.
Durante casi tres horas, los cazadores le explican al Sargento sobre la situación actual, desde que ni siquiera la base es territorio argentino, monstruos que vigilan y acechan entre la tormenta de nieve, hasta la posible presencia de un monstruo que supera con creces el poder de cualquiera cazador presente.
Obviamente que al principio no quería creerle ni una sola palabra, más por el hecho de que deseaba que esa pesadilla se agravara, pero luego de tomarse unos minutos en silencio para pensarlo mejor, decide que hay que tomar acción. Sale del edificio y ordena a varios soldados que estén atentos si ven a algún cazador que se acerque, y en cuanto a los otros tres, les pide que vayan con el teniente Santiago para que les dé un lugar y descansar un poco.
Gonzalo y María salen en busca del teniente, sin embargo, Martin se queda con el Sargento:
Sargento Augusto: “¿Sucede algo, Martin?”
Martin: “Algo me está molestando, ¿Por qué no ordenaste mantener una alta seguridad?”
Sargento Augusto: “Por el momento no es algo que deba ser de prioridad, somos un puñado de personas, a menos que haya algo que motive a esas criaturas a querer atacarnos”
Martin: “Supongo, pero aún están vigilándonos. En cuanto vean que somos una amenaza…”
Sargento Augusto: “¡Si, si ya lo se! ¡¿Acaso crees que esto es un chiste para mí?! ¡He perdido muchos buenos hombres y mujeres!” — se acerca a Martin y lo confronta, molesto por la poca compresión de Martin sobre la dimensión de perder la vida por nada — “ustedes solo se dedican a morir, sin preocuparse por sus familias, no piensan en nada más que ir a mazmorras. Maldita sea Martin” — maldice, soportando las lágrimas y los dolorosos recuerdos de jóvenes muriendo en sus brazos, con sus cuerpos atravesados o mutilados y una mirada triste en ellos
Sin motivo para seguir discutiendo y una sensación de que sigue en punto muerto la discusión con Augusto, el joven se aparta y camina hacia la salida. Antes de llegar se detiene y sin voltearse a mirar al Sargento le dice:
Martin: “Tenias razón Augusto, salvo por una cosa…nosotros salvaremos las vidas que se puedan, sin importar si morimos o no. Esa es la diferencia con lo que piensas, morir o no en mazmorra como cazadores, es la decisión que adoptamos”
Las palabras del joven hacen recordar al veterano militar sobre cosas del pasado, como un joven había muerto en sus brazos, cuyos rostros se asemeja al Sargento, e inmediatamente las lágrimas caen después de soportarlas:
Sargento Augusto: “Esa no es la cuestión” — dice en voz baja — “sino el ver morir a tu hijo durante la expedición aquí, todo porque desea ayudar a las personas y siendo un cazador” —cruza la salida y levanta su mirada, observando al cielo, donde puede observar un pequeño fragmento que apenas se abre, revelando un rayo de sol, hasta que vuelve a oscurecerse — “Claudio, hijo mío, ¿seré yo el equivocado?”
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