Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 62
A falta de solo un día para iniciar el ataque masivo contra los humanos restantes y desperdigados por diferentes puntos en el continente, Glermorog, emperador gigante de la escarcha se reúne con sus comandantes de manera física, abriendo una mazmorra que conecta los extremos de la misma como si fuera un puente, a excepción de Lorkamos, quien, por un asunto propio del increíblemente poderoso señor de esa mazmorra, se ha decidido no involucrarlo.
El lugar de la reunión es en un castillo tan grande como el mismísimo Monte Everest, casi inalcanzable para los humanos ordinarios, y en el medio inferior, donde se encuentra la base de esta, se alza la estructura que parece impenetrable, construida por no solo hielo sino también cristales, fuertemente custodiado por infinidad de criaturas, como trolls de diferentes clases, inclusive de fuego, gigantes de escarcha, los titánicos, también de fuego, y hasta montados en mamuts. Si se decidiera una incursión allí, se necesitaría ir a enfrentar esas fuerzas con un grupo de cazadores mínimo rango A+ ya que ninguno de esos monstruos baja de ese rango. Posiblemente la mazmorra más peligrosa en la actualidad, inclusive más que la que está en la Provincia de Salta, pero un tanto menos explosivo, ya que por esa razón nadie se ha percatado que la Antártida se transformó en el nido de gigantes tan peligrosos, sobre todo del emperador gigante de la escarcha.
Como tema principal para dicha reunión, Glermorog explica la situación del troll de hielo, a quien acusa de traidor y que forma parte de la fuerza humana, solo conociendo su naturaleza y que desde hace días sabe sobre la existencia de una humana que acompaña a los monstruos con cierta simpatía por la cultura humana:
Glermorog: “Es importante que ese bastardo malagradecido tenga su merecido. No olviden que es quien ha traicionado a nuestra raza”
Ingor: “Se sabe qué hace tiempo tiene interés por los humanos, hay que saber cómo golpear en el punto y momento exacto. Tenemos que destrozar a los humanos que protegen” — dice con la maza golpeando su hombro — “¡Jaaa! ¡ya deseo enfrentarme a Lorkamos, siempre ha rechazado mis desafíos, aun cuando en fuerza estamos casi igualados!” — ríe mientras golpea su enorme barriga
Gelial: “Creo que olvidas un hecho importante, y es la presencia del humano portador de la marca imperial. Si los rumores son ciertos, podría aplastarnos sin esfuerzo” — explica con voz esquelética
Glermorog: “A pesar de todo eso es una amenaza demasiado considerable. Nunca los emperadores hemos subestimado la capacidad destructiva de ese poder, y no empezaremos ahora”
Gelial: “Aun si estamos pensando la manera de vencer a esos humanos, nunca podríamos en realidad ¿cierto?”
Glermorog: “Si lo piensas desde esa lógica…no, no hay oportunidad”
Gelial: “Entonces, perdemos el tiempo”
Entre las sombras, Glermorog revela su imponente apariencia al acercarse hacia Gelial. De entre las criaturas de elemento hielo, no existe un ser como el gigante cuya apariencia se asemeja a los enanos de la mitología nórdica, barba larga color gris y que llega hasta la cintura, cuernos naturales que salen de ambos costados de la cabeza, ojos tan azules como el claro del cielo, musculatura prominente con venas que permanecen hinchadas todo el tiempo. Su armadura consiste en una pechera abierta, revelando su musculatura, y una prenda inferior que cubre hasta las rodillas, guantes de piel y un hacha que podría partir un autobús con apenas el suave movimiento del monstruo.
A simple vista solo parece un monstruo de tamaño medio, ya que sus casi 3 metros no aparenta lo que en verdad es, pero lejos de que su estatura sea algo negativo, la cantidad de energía que expulsa con cada paso hasta llegar al elemental de hielo es tan intensa, tan insana que las paredes se agrietan, Ingor no evita caer de rodillas y Gelial sucumbe de igual manera ya que sabe que sus palabras acaban de molestar al más fuerte y poderoso individuo de entre los gélidos:
Glermorog: “Intentar exterminar al usuario de la marca imperial…” — golpea levemente el suelo con la punta de su hacha, abriéndose una grieta mientras acerca su rostro hacia el temeroso Gelial — “nunca es una pérdida de tiempo ¿está claro?”
Gelial: “…”—asienta con su cabeza
Glermorog: “No te oigo” — acerca su oído, que a la vista de Gelial, es gigantesco, pero solo siendo su impresión de lo imponente que es Glermorog
Gelial: “S-Si, mi señor” — agacha su cabeza
Ingor: “Aunque fuera una equivocación de parte de ese saco de esqueleto helado, tiene sentido lo que dice ¿Cómo venceremos al usuario imperial? ¿no se supone que es infinitamente más poderoso que cualquiera?”
Glermorog: “Si, pero no es nuestra especialidad pensar planes complejos, ni tampoco ser estrategas. Lo único que haremos será envestir con todo lo que tenemos, y si queda alguien con vida, lo aplastaremos, machacaremos, destrozaremos, hasta poder encontrarlo…y en ese momento…tener la mejor batalla de mi vida”
Ingor: “Si, había olvidado que es adicto a buscar enemigos fuertes” — piensa el gigante con entusiasmo de tener la misma sangre guerrera que le permite amar las batallas
Al ser una clase de monstruo basado en la fuerza bruta y destructiva, tanto Glermorog como Ingor no se preocupan por idear estratagemas, sino el ir por lo más sencillo que es a gritos de guerra y mover sus armas en círculos para surtir un efecto psicológico en sus rivales y desmoralizarlos.
Pero a diferencia de esos poderosos gigantes, Gelial no es un monstruo de hielo que viva despreocupado, cada forma de su vida es calculada de manera precisa, desde su forma de moverse, el interactuar y dar órdenes a sus subordinados, y lo que debe o no decir, ese monstruo posee un nivel de inteligencia digno de alabar.
Gracias a su extremadamente baja resistencia, pero altísima inteligencia, el monstruo había desarrollado una extraña habilidad que le permite ignorar el seguimiento de su creador, Glermorog, pero solo puede usarse cuando el emperador se encuentra en estado de ebriedad o dormido, y así poder manejarse desde las sombras con un plan para salir de esa mazmorra o al menos eliminar a los demás comandantes. Sin siquiera saberlo, el elemental de hielo se había vuelto un ente tétrico, maquiavélico y tan peligroso como el mismo emperador, sediento de poder, pero sabiendo que no llega ni a la mugre debajo de las uñas del gigante, por eso es que ha logrado alertar al gigante y sus fuerzas, aun cuando Glermorog había pasado por alto la falta del troll azul:
Gelial: “De ninguna manera dejare que estos idiotas descerebrados me arrastren a morir a manos del usuario imperial” — piensa al llegar a su zona predispuesta, un lugar montañoso cubierto de espinas heladas hasta donde alcanza la vista, ubicado en el sector frio más cercano al centro, y criaturas subordinas que se asemejan a lobos, esqueletos y seres alados con forma de aves gélidas — “aun cuando toda esta mazmorra desaparezca, yo no seguiré aquí. Al fin y al cabo, él no me dejara morir…el trato sigue en pie…”
***PARTE II***
El grupo de Lorkamos continua su paso a través de los fríos campos nevados, protegiendo tanto a Macarena como a Marcos, a quien transportan herido por las bajas temperaturas que casi lo matan por hipotermia.
Durante las horas que sucedieron después de que fue rescatado y pudo cobrar la conciencia, no ha parado de conversar con Macarena, y cada cierto tiempo con el comandante troll, al comienzo mirándolo con temor y odio, luego desconfianza y casi sin darse cuenta su presencia ya no es algo extraña sino más bien de un ser amigable que está interesado en saber y conocer sobre el mundo de esos jóvenes.
Con cada momento en que intercambian palabras, el troll se deja ver simpático y como un aliado que está intentando hacer lo que puede para proteger tanto a Maca como a Marcos, aunque deba ir contra las ordenes de su propio creador, el emperador gigante de la escarcha.
Desconociendo de la existencia de ese titánico monstruo, Macarena se acerca a Lorkamos y le pregunta, considerando el éxito de la misión y como poder hacer para que los trolls no desaparezcan:
Macarena: “Lorkamos ¿sabes quién es el jefe de esta mazmorra?”
Lorkamos guarda silencio, uno muy incómodo, por cierto. Pero después de unos breves instantes le responde:
Lorkamos: “Ser monstruo monstruosamente poderoso. No enfrentarlo, el ser…demasiado poderoso” — mantiene su mirada al frente, evitando mostrarse preocupado
Macarena: “Tenemos que vencerlo, sino nuestra tierra estará en peligro, quizás no ahora, pero en un futuro si…” — aprieta su puño por lo bajo, impotente al pensar lo que ocurriría si los monstruos atacan Argentina
Lorkamos: “Sentirlo, pero preferir no decir”
Marcos: “¿Te refieres a que el emperador que gobierna por este territorio es demasiado para Martin?” — dice desde la camilla improvisada con madera y pieles que lo cubren casi al completo para recuperar el calor
Lorkamos: “Tu ¿c-como saber?” — se voltea sorprendido, deteniendo la marcha de los trolls
Marcos: “Eso es lo que nos dijo Martin”
Lorkamos: “Entonces, usuario imperial ser consciente de ellos…significa haber esperanza para humanos. Si existe persona que defender…aun poder ganar” — murmura
Para Lorkamos, los humanos son una especie que necesita de alguien que los proteja, porque, aunque existan cazadores extremadamente poderosos, los emperadores son entidades que completamente superan cualquier lógica o rango de poder. Pero el que exista alguien como Martin, cuya identidad más temida es la de ser usuario imperial, reduce a todos los emperadores a meras cucarachas, o es lo que piensa el troll al recordar una de las reuniones a las que concurrió con su señor y donde cada uno de sus super monstruos de mazmorra hablaron sobre la marca imperial y lo que sucedería si existiera alguien con eso, ninguno de ellos escaparía a su atroz destino.
La oportunidad es preciosa para hacer que ambos humanos lleguen sanos y salvo. También recuerda sobre los demás grupos de cazadores desparramados por la zona, entonces se comunica a través de una habilidad llamada “Líder” que es propia de comandantes.
En términos de concepto, es una habilidad que se equipara al de “Lazos” usado por Martin y Arakneida, sin embargo, lo que lo hace diferente es el hecho de que funciona con un grupo subordinado al monstruo, es decir, al ser un comandante, Lorkamos puede tener control de sus unidas inclusive a través de comunicaciones telepáticas. Si bien puede considerarse una habilidad común entre esos monstruos, la realidad es que muy pocos pueden, ya que dependerá propiamente de las habilidades de cada uno, que a lo sumo pueden albergar apenas 2, mientras que los emperadores inclusive el doble pero solo 2 habilidades únicas que los caracteriza del resto.
La noticia sobre Martin hace que Lorkamos tome cartas en el asunto y en silencio ordena a los trolls que vigilan y acechan en la distancia a los grupos humanos, guíen a estos hacia la base donde se encuentra el usuario imperial y así puedan salvarse del inminente ataque.
De pronto, Macarena lo interrumpe para preguntarle sobre el tiempo estimado en que llegaran al lugar:
Lorkamos: “Estar nosotros a menos distancia. Nosotros haber estado en zona más lejana dentro de mis dominios. Por eso tardar más que posiblemente el resto” — mira a Macarena y sonríe — “llegar sanos y salvos, eso asegurar”
Macarena: “M-Muchas gracias, por protegernos” — agradece con el rostro sonrojado
***PARTE III***
En Villa Hayes, departamento de Presidente Hayes, Paraguay…
Una niña recorre el rio que cruza junto a la ciudad, caminando al costado y dando pequeños saltos mientras canta y porta en su mano una bolsa con víveres como comida enlatada, golosinas, y una gaseosa. El día es caluroso al ser cercano del verano y en el cielo no hay nube alguna que de alivio más tarde después del calor que llega a los 40°.
Después de recorrer varios kilómetros junto al rio, llega a un túnel lo bastante grande como para que un animal enorme pudiera pasar, y donde por muchos años funcionaba como lugar donde salía agua de cloaca, pero por la modernización del país durante la llegada de las mazmorras, se dejaría de usar, permitiendo que ladrones, violadores y drogadictos usaran el sitio como escondite para sus acciones.
Sin embargo, durante algún tiempo que no se ha visto a nadie por ese sitio, casi como si hubieran desaparecido de la faz de la tierra.
La chica entra al túnel, oscuro y tétrico, caminando con sumo cuidado de pisar heces, ratas que transitan de a grupo o porquerías que arroja la gente y acaba en ese sitio, inclusive se encuentran jeringas por diferentes drogas inyectables. Luego avanzar varios metros en la penumbra oscura, se topa con una figura enorme y humanoide, pero que para nada es similar a lo humano:
Norma: “Hola señor, le traje algunas cosas para que coma” — le entrega la bolsa con mirada inocente y actitud entusiasta
Aquella figura no responde, y solo se aleja de ella, haciendo que sienta más curiosidad y continue con la conversación:
Norma: “Señor ¿Por qué se aleja? ¿no tiene frio?”
Ni siquiera las preguntas de la niña pequeña hacen que hable, pero ella sigue insistiendo:
Norma: “Señor ¿quiere un poco de compañía?”
De repente, una voz acompañada por el rostro inhumano de un insectoide se acerca a ella, asustándola al instante:
“Niña, creo haberte dejado en claro ayer, y antes de ayer, y la semana pasada que me dejaras tranquilos, soy una amenaza para tu vida”
Norma: “Yo no lo veo como alguien malo, señor” — responde con mucha inocencia, sorprendiendo a la criatura
“Bueno, al menos eres más educada que los adultos. Debes seguir siendo así de buena cuando llegues a adulta ¿está claro?”
Norma: “Si señor, hare mi mejor esfuerzo por no defraudarlo”
“Los niños sí que son una cosa difícil de entender. Gracias Norma”
Norma: “De nada señor. Hummm ¿Cuál es su nombre?” — pregunta avergonzada
Aun en una circunstancia donde si fuera un monstruo peligroso y sediento de sangre y carne humana, la niña pregunta algo tan honesto y puro que hace preguntar al insectoide si es normal.
Piensa la respuesta unos momentos, tratando de encontrarse con recuerdos que le permitan saber su propio nombre, pero lo único que encuentra es desesperación, dolor y muerte a manos de criaturas que lo devoran de a montones y una en particular que emana un aura feroz de muerte, imposible de escapar, aunque quisiera:
“Solo dejemos ese tema por un momento…” —responde — “aunque no se mi nombre, solo hay 3 que mi mente no evita olvidar…¿Quiénes son Arakneida, Martin y Lucas?” — piensa intrigado mientras devora los dulces que la niña le ha traído
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