Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 116
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- 116 - Capítulo XIII: Beelzatios, el dios de la gula
Así como la historia humana se define por las batallas y época de paz que se atravesaron en todos los confines de la tierra, el universo del maná también y mucho más. Diversas guerras, enfrentamientos individuales por el poder entre seres que van más allá de toda comprensión, intrigas, traiciones, casamientos por conveniencia, situaciones que fácilmente podrían ser parte de la humanidad también lo son para los monstruos inteligentes y razonables y no aquellos que se rigen ante el instinto y siguen ordenes de aquellos más poderosos sin poder de voluntad.
Mucho antes de que el imperio de la muerte surja, un joven Aztaergon vivía combatiendo con sus huestes a criaturas retorcidas sedientas de sangre, hambrientas de vida y carne que formaban parte de otro ejercito que buscaba librar batalla por otra clase de motivación, una mucho más siniestra. Aquel ejercito hambriento de todo era comandado por Beelzatios, el dios de la gula, la demencia, la sequía y la hambruna, todo lo que represente la falta y el exceso era parte de la existencia de ese antiguo monstruo clase SS+ muy cercano al nivel de lo que actualmente son los emperadores pero que a pesar de todo no podía contar con un requisito desconocido inclusive para ellos. A simple viste su representación como ser superior entre los monstruos oscuros y no muertos parece ser más simple y poco peligroso pero la verdad detrás es que representa eso para todos los monstruos que buscan el poder en exceso, el hambre entre las bestias y no muertos, la demencia entre los dragones al sentirse vacíos y carente de poder explorar más allá de su pequeño mundo, sequía y hambruna que los insectoides sufrían, eso significaba Beelzatios para los monstruos, un ser despreciable y que lo abarcaba todo.
Sin embargo, en las tantas luchas entre ese ser y Aztaergon, el señor de la muerte acabó por cortándole ambas piernas a Beelzatios y sin lugar a donde escapar el señor de la gula no tuvo ninguna opción que simplemente ceder su existencia a una vida que estaba por surgir en el abismo. Es por eso que su espectro con forma de maná se ocultó en esa criatura a la espera de su momento en forma de habilidad. Zatia, una criatura ninfa del abismo es ahora un usuario de la gula, más poderosa que cualquiera de su clase y quien apuntaba a ser mano derecha de Necriria.
Muy intrigado por la técnica liberada por Zatia, Arakneida aparta a Julio a un lado, entendiendo de lo que es capaz esa masa negra no duda en crear con sus telas de araña un muro pegajoso y lleno de maná para contrarrestar los efectos, pero es fácilmente engullido por la voraz gula:
Arakneida: “¡Tsk! Dudo que podamos detener esta cosa”
Julio: “¿Es la primera vez que se usa?”
Arakneida: “No, pero me sorprende que una ninfa oscura pueda usarla siendo una clase corrompida que no puede manejar tal habilidad. Algo no está bien con ella”
Julio: “Entonces no hay de otra más que eliminarla de raíz”
Arakneida: “¿Podrá desvanecerse esa técnica una vez la ataquemos? Presiento que consume incluso la magia”
Alaer: “No es de sorprender que una antigua reina insecto conozca la leyenda del dios maldito de la gula, Beelzatios. Entre las filas de cualquier imperio su nombre se ha mantenido realmente como de los más peligrosos y poderosos, rivalizando con el de Aztaergon y Dramonzuk. Hasta es curioso admitir que es el primer gran señor de la oscuridad y la muerte, el primigenio, el más antiguo”
Arakneida: “¿Qué disparates dices? Cualquier con sentido común e inteligencia sabría que el primero fue Aztaergon. Un ser que solo fue vencido jamás podría haberse consagrado como emperador”
Alaer: “Y no te equivocas salvo por un detalle. Beelzatios era el señor de la gula y quien lideraba a los no muerto más antiguos, los zombies y amos del caos y el abismo, él era quien comandaba a Zatia y por supuesto fue el creador de mi señora…”— de repente una voz caótica lo obliga a callarse antes de que continue hablando— “yo…me disculpo…”
Alaer sacude la tierra con varias cadenas que surgen del pavimento cubierto de sangre y toman en el aire al portal y lo llevan hasta otro edificio, intacto y lejano. Luego palpa el hombro de Hiu Tan y le ordena sin permitir cuestionamiento:
Alaer: “Vete al santuario humano. Definitivamente tienes que matar a todos allí ya que con eso podremos invocar a los candidatos”
Hiu Tan: “S-Si, entendido” — dice sin replicar y vuelve a su forma liberada y marcha a toda velocidad hacia el santuario, esquivando la masa oscura que continúa expandiéndose
Julio: “¡Mierda! Arakneida debo…”
Arakneida: “Seguro, confía en mí, líder” — sonríe confiándole la seguridad de las personas
Alaer: “Que desafortunado momento. No creo que se pueda” — se interpone en el camino. Cadenas que se asoman por la espalda del jinete de la tortura por todos los frentes la masa oscura y apestosa los rodea— “no vas a ninguna parte, humano”
Arakneida: “No nos detendrás” — desafía a su enemigo
Alaer: “Recibes el favor del usuario imperial y crees que puedes venir a darnos órdenes a nosotros, los legítimos comandantes de la poderosa emperatriz. ¡Deja de ser tan arrogante maldita!” — se enfurece y grita, liberando una fría y hostil sed de sangre
Cromana: “Te dije…que no nos detendrán. Estas personas ya han sufrido bastante” — dice cabizbaja y levanta lentamente su mano hacia la masa hambrienta que busca evitar que Julio continue avanzando— “¡vamos a terminar con esto!” —ejerce una fuerte presión en el pavimento que hace que se inunde de talas de araña y opaque la influencia corrosiva de la influencia de Beelzatios
El obstáculo se detiene ante la masiva cantidad de maná que Arakneida coloca en su trampa por lo que Julio aprovecha y acelera su paso sin mirar hacia atrás y confiando en las fortalezas de su compañera. La pegajosa textura se desintegra apenas logra detener a la masa:
Alaer: «Tienes demasiada confianza en ese humano. ¿Crees que tendrán éxito? Tan solo nos falta un puñado de energía mágica y los candidatos podrán surgir en este mundo»
Arakneida: «Di cuánto quieras, pero nosotros no vamos a rendirnos. Los insurgentes no tendrán éxito porque nuestro señor nunca lo permitiría»
Alaer: «Confías demasiado a esa escoria imperial, pero descuida…»
Al escuchar esas palabras, Arakneida se abalanza por detrás sin que Alaer llegase a dar cuenta, lo toma por detrás de la cabeza y empuja el rostro esquelético del jinete de la tortura contra el suelo, formando un enorme cráter y una explosión de tierra y polvo a su alrededor. Luego lo cubre con telas tan gruesas y pegajosas que impide que se mueva:
Arakneida: «Eres fuerte y resistente pero no voy a dudar en arrancarte las extremidades y matarte sin piedad. Todo aquel que se meta con mí señor o su gente merecerá mí desprecio y furia»
Alaer: “¡Desátame maldita sea!”
Arakneida: “Desesperante ¿verdad? No voy a matarte ahora, solo quiero información partiendo de ¿Quiénes son los candidatos? ¿Dónde colocaste el portal? ¿Cómo se lo destruye?”
Alaer: “¡Jajaja! ¡¿crees que voy a responder a tus preguntas? ¡soy el jinete de la tortura maldita sea, sirvo a mi señora y nadie más!”
Arakneida: “Cierto, no me esperaba que me contaras todo, pero…”— sonríe de oreja a oreja y se acerca al no muerto— “puedo hacerte cantar como un cantante de rock así que mejor que lo hagas voluntariamente” — muestra que de la punta de sus dedos sale un líquido pegajoso color verde y que al caer al suelo desintegra una pequeña porción del pavimento
Arakneida retrocede repentinamente al notar que su trampa está colapsando y desintegrando la estructura que tan bien conoce ella. De inmediato lo comprende, que el poder completo de Alaer no se ha revelado y que ahora es el momento para verlo en acción.
El capucho semicerrado empieza abrirse como si por dentro algo estuviera forzando a base de maná color azul que violentamente se filtra por las grietas hasta que explota, liberando fuertemente la energía mágica contenida dentro. Arakneida se cubre del estallido con ambos brazos. Cuando el fenómeno se calma, la soberana de las arañas y el veneno echa un vistazo y se encuentra con Alaer subido a un caballo negro con el cuerpo destrozado, un ala derecha similar a la de un ave y la izquierda como la de un murciélago. Los ojos en llamas negras del caballo despiertan el miedo de los pocos no muertos que pueden acercarse a la zona, siempre y cuando sorteen la masa que se sigue expandiendo, pero esta vez a paso lento.
De un rugido casi ensordecedor, el caballo expulsa una presión gigantesca que no es suficiente para doblegar a Arakneida pero si resulta en un aviso para ella de que por mí el jinete de la tortura va a ir enserio:
Arakneida: “Ara ara, entonces ese es tu máximo poder. Compartes el maná con tu caballo no muerto como si fuera un contenedor de la mayoría de tu poder y es por eso que sin estar subido a él no logras canalizar todo el potencial. Es interesante pero arriesgado”
Alaer: “Hablas mucho para ser alguien que conocerá la muerte indigna” — desenvaina su espada “la mata vida” y levanta hacia el cielo. La hoja es envuelta en llamas negras y una oscuridad perpetua sale de ella
Arakneida: “Puedo ver que esa espada es realmente peligrosa como para no prestarle atención” — baja su cabeza y brazos— “iré enserio también” — levanta brevemente su rostro y las pupilas de sus ojos se tornan de un color verde brilloso con aura que sale de su interior
***PARTE II***
En las alturas a varios miles de metros, las bestias aladas y demacradas que acompañan a las legiones de no muertos y rodeando la ciudad un domo que abarca bastantes kilómetros a la redonde. Una técnica misteriosa que evita que los dragones puedan pasar y hacer estragos en la ciudad y provoquen el fin de la resistencia humana en China.
Pero no es solo eso lo que evita que puedan llegar, ni las llamas azules envueltas en vapor negro, ni el choque de sus cabezas contra el domo, algo más los retiene y junto a las nubes descienden cientos de helicópteros impulsados por motores de maná refinados para darles movilidad.
Al costado de cada helicóptero se puede ver el símbolo de gremios y a su lado una pequeña bandera de donde provienen. Tailandia, Singapur, Corea del Sur, Nepal, Mongolia, India, Japón, y muchas naciones más se unen para dar batalla a los no muertos y por fin extenderle una mano a China.
En uno de los helicópteros con bandera japonesa saca la cabeza una joven con vestimenta de sacerdotisa y a su lado un joven que la quita de allí por lo peligroso que es. El chico la regaña al sentirse preocupado mientras que ella agacha su cabeza y pide perdón:
Kyubo: “¿Estás lista?” — toma la mano de ella
Ichika: “Si, no te preocupes” — aprieta con fuerza la mano de él y sonríe— “entonces, ¡vamos!” — dice en vos alta y mira hacia atrás a varios compañeros de su grupo, Tanya, Tomoyo, Yujin, Kamal, Troma y Musume
Tomoyo: “Señorita, los escuadrones liderados por Corea del Sur, India y Nepal están esperando por sus órdenes”
Ichika: “Así que ella decidió venir a apoyar”
Kamal: “Como nueva señora de la guerra y líder de los gurkas quizás siente que debe ayudar. Sabes que ahora el país es seguro gracias a ella”
Ichika: “Lo sé, lo sé” —mira una vez más a Kiubo y este asienta con su cabeza
Ambos se lanzan al vacío mientras cazadores de elemento aire y espacial empiezan a atacar a los dragones gélidos de la muerte, cortándoles sus aladas, cabezas, derribándolos con enormes pedazos de roca y escombros que impactan contra ellos. El viento golpea su cabello castaño. Con la mirada hacia el domo color gris y una apariencia de pelota de tela, Ichika sostiene la mano de Kyubo, mientras este empieza a convertirse en un kitsune de 9 colas y ella despliega destellos eléctricos de sus ojos y magia de viento en sus pies y brazos con los que planea sin dificultad. Sus compañeros más arriba siendo apoyados por Yujin y su magia de viento, así como Musume lo hará con agua al llegar al destino:
Ichika: “¡Resistan, los refuerzos han llegado!” — piensa, decidida a salvar a las personas del país y apoyar a los argentinos que fueron
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