Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 121
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- 121 - Capítulo XVIII: Soportaré toda tu frustración
Lee Bao lanza feroces puñetazos a un Hiu Tan que lo único que puede hacer es esquivar mientras que recibe algún que otro golpe en el rostro y abdomen.
Se nota a gran distancia el enojo del cazador chino contra su ex subordinado.
En su desesperación para distanciarse, Hiu Tan apuesta por una patada con ambos pies contra Lee Bao, quien alcanza a cruzar sus brazos y protegerse del ataque, pero no así de cerrar la distancia entre ambos, por lo que es arrastrado con la fuerza de su enemigo.
El chino prosigue a continuar con el ataque de sus puños envueltos en llamas, apenas rozan a la bestia. La mayoría impacta en Hiu Tan pero lentamente su cuerpo va colapsando hasta que regresa a su forma humana y salta hacia atrás varios metros y cae al suelo de rodillas:
Hiu Tan: “Mierda, mierda…haaa…mierda…”—maldice en voz baja mientras jadea y siente un enorme dolor en todos sus músculos.
Lee Bao: “¿Creíste que no habría consecuencias? Esos monstruos solo te querían usar como su subordinado. Nunca contaban con que un humano pudiera ser parte de ellos y les creíste. Dime Hiu Tan ¿no pensaste en que habría personas a quienes amabas, heridas por tu decisión?”
Hiu Tan: “¿Acaso importa lo que yo decida? Es la misma estupidez de hace momentos. No intentes razonar conmigo…Lee Bao. He alcanzado la cúspide de la humanidad sin ayuda de tuya o de cualquiera que me hubiera menospreciado…
Lee Bao: “¡Oh, ya cierra la boca! Estoy harto de tus problemas con las personas. Intente hacer lo correcto para mis compañeros y subordinados, pero ¿así es como me tratas? Estoy cansado y enojado. ¿Sabes qué más? Traté de hacerte comprender que estoy dispuesto a no continuar con estas peleas, pero sigues queriendo matar a inocentes. No puedo permitirlo” —dice eso mientras se quita la parte superior de la ropa o de lo que queda debido a que está rasgada y deja al descubierto por completa su espalda con un tatuaje enorme de un dragón carmesí y una musculatura inusualmente pronunciada.
Lee Bao, en verdad siente mucho dolor al tener que tratar de esa forma a un viejo subordinado y también amigo a quien conoció en sus primeros días como maestro de gremio. El dolor que le causa por tener que decidir matarlo es suficientemente grande como para hacerlo sucumbir, pero es más fuerte que muchas personas dependan de su liderazgo.
La expresión característica de Lee Bao desaparece y se forma una feroz y seria, pero sin poder ocultar su dolor. Entonces se para firme y mueve su cuerpo hasta posicionarse con el estilo más conocido de arte marcial chino, el Kung Fu, donde él es uno de los maestros más famosos y formidables dentro de la práctica. Sus manos se mueven, una hacia arriba y otra hacia el frente y ambos pies se van separando uno delante del otro:
Hiu Tan: “Kung Fu Estilo Dragón Chino. Así que va enserio” —piensa y una gota de sudor cae por el costado de su rostro
Lee Bao respira hondo y libera el dióxido de carbono, una y otra vez hasta que sus ojos cerrados empiezan a abrirse y centrarse sobre el objetivo:
Hiu Tan: “Entonces, ahora iras enserio. Cuando dejas de usar tu magia de fuego y te posicionas con el estilo del dragón chino, es cuando irás con todo lo que tienes”
Lee Bao: “Me conoces bien. Me alegro por ello”
Hiu Tan: “Muy bien, tampoco me voy a contener”
Hiu Tan arrastra su pie derecho hacia el frente, dejando el izquierdo detrás y ambos brazos cruzados con las manos formando garras, arriba y el otro hacia abajo. Lee Bao se impresiona de que no haya olvidado aquel estilo de kung fu al cual reconoce como un igual:
Lee Bao: “El Estilo del Tigre no es para cualquier y el que aún lo recuerdas es sorprendente”
Hiu Tan: “No podría olvidar nunca la técnica que logró ponerte en apuros. Prepárate, señor top mundial, voy a despedazarte con mi kung fu”
Lee Bao: “Si, eso quiero ver”
Lentamente se acercan uno con el otro, entonces el primero que ataca es Hiu Tan con movimientos rápidos y apuntando al pecho de Lee Bao, mientras que este retrocede y bloquea el ataque, tomándolo velozmente de la muñeca y lo aleja con una patada en el estómago.
Lee Bao da unos pequeños pasos y lanza una patada que es esquivada y luego un puñetazo al pecho de Hiu Tan que lo hace tambalear.
Hiu Tan devuelve el ataque con una serie de puñetazos sin detenerse, varios llegan a raspar el rostro del chino, y un último golpea da de lleno contra el estómago y lo envía contra una pared de piedra varios metros lejos:
Hiu Tan: “Haaa…haaa…después…de mucho tiempo…he conseguido…superarte…”
De repente, un extraño malestar dentro de su cuerpo lo obliga a arrodillarse de dolor hasta hacer que vomite sangre en grandes cantidades que no cualquiera podría tolerar sin desmayarse en grave estado. El dolor se intensifica al mismo tiempo que le cuesta respirar:
Hiu Tan: “¿Q-Que mierda me está pasando?” —se pregunta mientras las venas de su rostro se hinchan— “me duele el estómago, siendo ardor como si me estuvieran quemando por dentro y respirar…yo…no puedo respirar como quisiera… ¿Qué fue lo que me hizo este bastardo de Lee Bao? Carajo…carajo…”
Lee Bao: “¿Lo sientes Hiu Tan?” —se acerca lentamente
Hiu Tan: “¿Qué me hiciste?”
Lee Bao: “No te hice nada, solo es el efecto de estar peleando contra alguien que sabe usar técnicas prohibidas”
Hiu Tan: “¿Técnicas prohibidas? Tu…tú no sabes ninguna”
Lee Bao: “Dentro del estilo dragón existen técnicas que se consideran prohibidas para su uso y en particular una en el que se usa magia. Se prohíbe porque su efecto mata a quien sufre dicho ataque, pero de una manera más lenta. Digamos que al golpear tu abdomen hice que entre una enorme cantidad de calor que lentamente va quemando los órganos”
Hiu Tan: “Tienes que estar bromeando. ¡Tienes que estar bromeando!”
Lee Bao: “Lo siento, amigo, pero eres alguien que ha perdido su humanidad y la sed de sangre que te carcome es demasiada, yo…”—lo mira con tristeza
Hiu Tan: “¡Ja…jajaja! ¡¿crees que quiero tu caridad?! ¡no la necesito!”
Hiu Tan se abalanza sobre Lee Bao, arrojándolo contra el suelo y le golpea en el rostro, pero con fuerza cada vez más mermadas debido a la incapacidad de soportar el dolor y los músculos van perdiendo intensidad. Sin embargo, sigue su ataque, incluso toma una roca e impacta en la cabeza de Lee Bao, pero solo le hace sangre la frente:
Hiu Tan: “¡Muérete de una puta vez, deja de hacerte el fuerte maldito infeliz!”
Lee Bao: “…”—siente gran tristeza al verlo en esa condición y deja que la ira y frustración de su amigo la desquite con él
Hiu Tan: “¡Eres un maldito bastardo hijo de puta! ¡¿te crees muy fuerte?! ¡defiéndete, defiéndete, maldito, defiéndete! ¡¿Qué esperas?!”
El traidor se enfurece cada vez más al notar que Lee Bao no se defiende, se deja golpear y maldecir. Se molesta y cada golpe que le da es más y más débil y sin el ímpetu del comienzo:
Hiu Tan: “¡Vamos…defiéndete maldita sea…! ¡¿Por qué no lo haces?!” —deja sus brazos caídos y la mirada en Lee Bao, quien solo queda mirando hacia un costado con indiferencia— “¿Qué pasa? ¿crees que eres superior a mí por no defenderte?”
Después de unos momentos sin responderle, Lee Bao mueve su cabeza y pose los ojos en su ex compañero con amarga tristeza y nostalgia. Hiu Tan deja caer un par de lágrimas y el rostro no parece ser el de alguien iracundo sino herido por las circunstancias de la vida y negar a darse cuenta que ha estado actuando mal:
Lee Bao: “No, no es como dices Hiu Tan” —responde suavemente
Hiu Tan: “E-Entonces ¡¿Por qué?! ¡dime algo!”
Lee Bao: “Porque es lo que debe hacer un líder…hacerse responsable por el sufrimiento de sus subordinados. Si yo no hago eso entonces… ¿Por qué tendría que continuar siendo maestro del gremio?”
Hiu Tan: “E-Eso es una maldita estupidez. Solo haces esto para sentirte bien contigo mismo. Tu ego…maldición…”—cae a un lado y escupe sangre
Lee Bao: “¡Hiu Tan!” —se levanta y va a socorrerlo, pero lo detiene
Hiu Tan: “No te me acerques ¡¿quieres?!” — empuja a Lee Bao, se apoya contra la pared y deja caer en el suelo— “eres despreciable”
Inevitablemente, Lee Bao recuerda la primera vez que Hiu Tan llegó a la puerta del gremio con intenciones de convertirse en el maestro y gritaba a los cuatro vientos que lo desafiaba por el puesto. Por supuesto que, al ser un novato, también como maestro, Lee Bao no le tomó importancia porque había mucho que hacer y aunque deseaba terminar rápido y entrenar, la presión del mismo gobierno obligaba a que cumpliera con su cometido.
Ante su insistencia que llevó a irrumpir violentamente en la oficina, Lee Bao aceptó al desafío, solo para derrotar al muchacho con suma facilidad, pero aceptando su determinación para que formase parte del gremio.
El tiempo pasó y se conformó una fuerte amistad entre ellos dos al punto de que en una ocasión Lee Bao mencionó a su secretario que pensaba nombrar a Hiu Tan como su sucesor, pero frente a la negativa de muchos miembros dentro del gremio, que, al ver el deseo de poder del muchacho, hizo que retrasase la elección en la espera de que madurara.
Finalmente, la frustración se acabaría adueñando de la vida de Hiu Tan y con la prematura muerte de toda su familia en el derrumbe ocasionado por terremoto en la zona de Shunnang, un feroz resentimiento contra las personas oscureció su corazón. Con esto, las propuestas de Hiu Tan para que el gremio se involucrase en otras funciones además de las de mazmorras se hacían cada vez más recurrentes hasta que a Lee Bao se le colmó la paciencia y todo acabó en la salida del muchacho, del que nunca más supieron nada hasta ese momento.
Lee Bao se sienta a su lado, con el cuerpo herido a duras penas gracias a la curación de Cromana pero a su lado, Hiu Tan agoniza y lucha por respirar. Sus órganos se queman internamente y la ira se disipa con un cuerpo colapsando. No hay manera de darle más atención a la ira que a la perdida de los sentidos del tacto:
Hiu Tan: “Haaaa…haaa…si los…cazadores…haaaa…no fueran solo eso…y destinaran sus habilidades…para ayudar a las personas…quien sabe si la humanidad continuara con…sus prácticas de lastimar…haaaa…haaaa…nunca lo entendiste…”
Lee Bao: “Hiu Tan, sabes que no es sencillo. Nada lo es”
Hiu Tan: “Nosotros tenemos…el poder…para obligar al cambio…haaaa…haaaa… ¿Por qué no hemos de lograrlo?”
Lee Bao: “Con nuestro poder ¿huh? Entonces no seriamos muy distintos a los políticos. Ellos tienen su propio poder y aun así a veces termina en dictadura o autoritarismo. Nosotros no somos ni jueces ni verdugos sino la espada que defiende a la humanidad de esos monstruos”
Con su ultimo y agonizante suspiro, Hiu Tan le explica:
Hiu Tan: “Quizás…pero podríamos hacer una diferencia que ellos no han hecho. Haaaa…haaa…la gente nunca ha perdido la esperanza en nosotros…y por ello…es que nos usan…solo para evitar que tomemos su lugar. No somos diferentes…es cierto…haaa…haaa…tenemos el poder para tomar el liderazgo…porque al final…podríamos mejorar las cosas con lo que sabemos y entendemos del mundo que ellos se niegan a explorar por deseo de ser ignorante…los cazadores…podríamos iluminar a las personas…somos un faro…haaa…haaaa…de luz…”
Lee Bao: “Un faro de luz. Al final ¿somos eso? Quizás…quizás tengas razón. Solo queda reconstruir todo y empezar de nuevo” —dice y mira al cuerpo sin vida de su compañero que yace con el rostro apoyado contra la pared— “al final de todo esto…demostraste ser más abierto en un mundo que lo necesitaba. Me hubiera alegro que fueras mi sucesor…”
GANADOR DE LA BATALLA EN EL REFUGIO: CAZADOR RANGO SS+ “EL DRAGÓN CARMESÍ” LEE BAO.
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