Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 133
La entrada principal a la basílica de San Pedro es un caos de obispos y cazadores custodiando y fieles esperando a la comitiva argentina. Con tanta gente inundando las casillas principales y en la plaza central, no es de extrañar que hasta los medios de comunicación se hagan eco de la presencia del actual mejor cazador del mundo y el gremio que está en boca de todos.
La caravana de autos recorre la plaza central hasta la entrada principal. Se estacionan lentamente y en línea horizontal. Varios guardias suizos se acercan, portando lanzas ornamentales como dicta la tradición de tal unidad de protección para el papa, y abren las puertas de los transportes negros.
Uno a uno los miembros de Victory salen de los autos y llevan las miradas como si fueran celebridades, aunque un silencio incomodo reciben los familiares de Martin a la vez que decenas de francotiradores apuntan a ellos en la cabeza. El grupo se detiene por el camino y ven a su alrededor como los guardias suizos y algunos cazadores se ponen en alerta a la espera de poder atacar o al menos detener a los que para ellos siguen siendo monstruos:
Julio: “Municiones imbuidas en maná. Esas cosas no se ven hacen tiempo”
Macarena: “¿Balas con maná? ¿acaso eso existía?”
Julio: “En los primeros años de las mazmorras se usaban, pero al darse cuenta del enorme gasto de producción, las compañías se decantaron por las armas antiguas como espadas, lanzas, flechas entre otras. Ya sabes, menor gasto y mayor ganancia. Las compañías encontraron un mejor negocio que es vender o alquilar a cambio de las comisiones. Las armas de filo o más rudimentarias tienen mayor duración al estar expuestas al maná que las de fuego”
Arakneida: “No quiero interrumpirlos, pero…”—señala a los francotiradores
Julio: “Perdón, me dejé llevar”
María: “Cariño, sé que te encanta la historia, pero no es el momento adecuado”
Julio siempre se mantiene sereno incluso ante situaciones límite, sin embargo, estar en un lugar tan importante para occidental como lo es el Vaticano, lo hace inquietarse y termina de olvidar muchas cosas como dejar de estar con la guardia alta.
Martín da unos pasos hacia las escaleras, donde lo espera el santo padre y varios cazadores importantes del país como Marchello, el más fuerte de Italia y la maestra del gremio.
“Percepción Imperial”
Como si de un sonar se tratase, Martín despliega su habilidad para detectar cualquier presencia incluso los que se camuflan con diferentes magias. La habilidad alcanza extensiones tan amplias que puede llegar a detectar presencias hostiles hasta el mar Tirreno.
En el proceso, llega a encontrar a varios batallones de cazadores esperando en diferentes puntos de la ciudad. Una trampa bien pensada, para un gremio o cazador ordinario, pero no para Victory.
Antes de que Martín abriera la boca, el papa levanta su mano en señal para que se detengan.
Los francotiradores desaparecen de los edificios más cercanos, así como los guardias suizos y los cazadores se alejan del grupo. La tensión se disipa lentamente, pero una sensación de malestar crece en Victory así como los fieles que se hicieron presentes y miembros de la iglesia.
Theodosius sonríe y le dice a su arzobispo de mayor confianza:
Theodosius: “Si queremos hacer que esto funcione, no los provoquen. Ya tendremos nuestra oportunidad para atacar”
Marchello: “Hey, anciano”
Theodosius: “Dime Marchello”
Marchello: “Quiero probarlo”
Theodosius: “¿Cómo dices?”
Marchello: “Quiero ver si en verdad es tan fuerte como lo quieren hacer ver”
Theodosius: “¡No! Por ahora”
Marchello: “¿Qué mierda acabas de decir?”
Victoria: “¡Marchello, se más respetuoso con el santo padre”
Marchello: “¡Pero hermana!”
Victoria: “¡Haz caso! ¡¿quieres?!” —lo regaña.
Al recibir la reprimenda, Marchello se encoje en hombros y se disculpa con el papa. Luego de esto, Theodosius le acaricia la cabeza y susurra:
Theodosius: “Cuando hayamos preparado todo serás el indicado para eliminarlo”
Cuando Martín llega ante la presencia del papa, nota la intensa mirada de los demás cazadores italianos y en particular por el joven e impetuoso Marchello. Ambos intercambian escasas miradas como si estuvieran midiendo sus intenciones y poder. Para decepción del joven italiano, Martín limita su verdadero poder hasta un simple rango S+.
Tras esto, Marchello se retira del lugar con clara expresión llena de molestia ya que esperaba que el famoso cazador que venció a William fuera más de lo que aparenta, cayendo en la trampa del argentino.
Estela toma a Martín de la mano y lentamente cada uno de los miembros de Victory for San Martín demuestra la hermandad que los une al quedarse cerca de su compañero de al lado y mirando firme al papa, este no tiene de otra más que sonreír a pesar de sentirse insultado.
Theodosius le extiende la mano y da la bienvenida al Vaticano:
Theodosius: “Espero que el viaje haya sido muy agradable. Los esperamos con habitaciones listas para que pasen un fin de semana de redescubrimiento e intercambio entre tu país y el nuestro”
Martín: “Agradezco su invitación para la cena y el fin de semana. Espero que sea una grata experiencia para todos”
Theodosius: “Lo será, tenlo por seguro” —mira hacia el grupo de limpieza y ordena con la mirada que vayan a buscar el equipaje de todos— “Solo hay una pequeña cuestiona que espero no sea ningún inconveniente”
Martín: “¿Qué cosa?”
Theodosius: “Tengo entendido que posees la habilidad de convertir a monstruos en familiares”
Cuando dice eso, todos los familiares de Martín miran de reojo al papa:
Martín: “Así es”
Theodosius: “No podemos permitir que tus familiares se queden. Desafortunadamente tenemos reglas que prohíben la presencia de monstruos en nuestra santa sede por lo cual hemos preparado un hotel en las afueras aquí a tres kilómetros”
Martín: “Ya veo” —se da vuelta y los demás asientan con sus cabezas— “Ellos no tienen problemas”
Theodosius: “Esplendido. Nuestros conductos los llevarán a su destino. Mientras tanto, ustedes pueden ir a descansar y disfrutar de nuestros lugares turísticos”
Theodosius los invita a entrar al enorme complejo. Los cazadores avanzan en columna que rodea al grupo:
Estela: “Cada segundo que pasa se hace más evidente que es trampa y ahora quieren separar al grupo” —murmura
Martín: “Solo hay que aparentar que no nos damos cuenta. Dejemos que Arakneida investigue con total libertad”
Por la noche y después de haber distribuido a cada miembro, y de manera individual, en las habitaciones dentro de la Basílica, Martín sale de su cuarto y se encuentra con Arakneida. Ambos esperan a que Estela salga de la habitación frente de la de Martín.
Lo ocurrido por la mañana provocó una serie de sensaciones negativas en los cazadores argentinos, pero sabían que algo así ocurriría desde que Martín recibió la carta de invitación.
Ahora, el maestro del gremio se queda apoyado contra la pared, de brazos cruzados y pensando sobre los próximos movimientos. Están en territorio enemigo y no se trata de unas vacaciones de calma como el papa supuestamente prometió sino más bien una carrera por investigar lo que ocurre en el territorio sagrado para el catolicismo.
Gracias a su magia espacial, Arakneida puede reunirse con su amo y su amiga para discutir secretamente sobre la información reunida:
Martín: “¿Cómo están los demás?”
Arakneida: “Aburridos y algo inquietos”
Martín: “¿Inquietos? ¿será que los están vigilando?”
Arakneida: “Francotiradores nos apuntan abiertamente. Cazadores en las afueras del hotel esperan a que salgamos. Inclusive hay otros cazadores en diferentes habitaciones que esperan la señal para poder atacarnos. Estamos rodeados”
Martín: “Ya veo, entonces no solo se trata por separarnos, sino también buscan contenernos”
Arakneida: “Por el momento esperamos a que nos digas que hacer”
Martín: “Bien. Nosotros aquí estamos con vigilancia, pero cada cierto horario hace un cambio de guardia”
Arakneida: “Por esa razón me hiciste venir antes de la cena que tienen con ese maldito anciano”
Martín: “Sobre eso ¿Qué opinas de ellos?”
Arakneida: “¿El papa y los cazadores del gremio?”
Martín: “Si” —asienta con la cabeza— “te vi observándolo con mucha desconfianza. ¿Qué fue lo que encontraste?”
Arakneida guarda un momento de silencio y Estela sale de su habitación con un vestido despampanante color rojo y cabello recogido que deja sin palabras a su pareja. Saluda a los dos y Martín, quien, agitada su cabeza de un lado hacia el otro para volver en sí, le explica todo lo que la soberana del veneno y las arañas le comentó, no sin antes elogiarla tímidamente por cómo está vestida y lo hermosa que se encuentra. La curandera de ya rango superior al S+ le devuelve el elogio al verlo de un hermoso traje negro y sin corbata. Arakneida se pone muy seria y responde a la pregunta de Martín:
Arakneida: “Lo que sentir primero de ese viejo es…una intensa sed de sangre y olor a muerte que me hizo creer por un momento que fuera Kassio”
Estela: “E-Espera, Kassio está muerto ¿Cómo es que presientes algo similar a él?”
Arakneida: “No fue precisamente a él a quien presentí, más bien fue su magia”
Estela: “No, no lo entiendo del todo”
Martín: “Parece que el papa está jugando con magias prohibidas para la humanidad. Tenemos que descubrir donde está usándola”
Arakneida invoca en su hombro a una tarántula y le susurra la orden. La pequeña criatura salta del hombro de su ama y se aleja entre las paredes hasta el techo:
Arakneida: “Mi familiar me mantendrá informada”
Estela gira su cabeza y ve una sombra acercarse hacia ellos y en tono misterioso y casi de burla les dice para atraer su atención:
“Curioso, un familiar que puede crear a otro familiar”
Martín y Arakneida no dudan en ponerse en guardia, pero cuando lo hacen, Estela se interpone y confronta a esa extraña persona:
Estela: “Si vas a decir algo hazlo rápido”
***PARTE II***
En ese momento en el salón comedor donde sucede la cena especial para el gremio argentino, los invitados quedan deslumbrados con las paredes, columnas, candelabros y ciertos detalles en los muebles hechos con oro. Aunque en algunos miembros de Victory despierta las críticas de que vivan con tales lujos y las problemáticas como pobreza continúan aun en la era de las mazmorras. Además, muchas personas toman trabajos peligrosos en las mazmorras como al de recolectar recursos o materiales orgánicos y mágicos de los monstruos.
El grupo es distribuido en el otro extremo, lejos del papa y miembros de gremio y la iglesia. Su creencia es que tienen la esencia de los familiares de Martín y pueden adherirse a los puros de la iglesia.
A nadie de Victory parece importarle, pero Julio, con toda su experiencia y sinceridad, no deja de mirar a los enemigos que buscan iniciar un conflicto. Macarena lo ve muy serio y pregunta para apelar a su lado culto:
Macarena: “Julio ¿podrías contarme una vez mas sobre esas armas de fuego con las que nos apuntaron?”
Julio: “Si, por supuesto. Como te había comentado antes, cuando inició el fenómeno de las mazmorras se empezaron a usar municiones imbuidas en maná. Sin embargo, las compañías vieron que era muy costoso ya que era para un solo uso por lo que pensaron que la mejor manera es volver hacia el pasado”
Octavio: “Por esa razón empezaron a vender espadas, hachas y demás”
Julio: “Exacto”
Macarena: “¿Por qué creen que nos apuntaron con esas armas?” —murmura en voz baja
Julio: “Escuchen” — se asoma para que los demás del gremio puedan escucharlo— “muy lejos de lo que muchos lleguen a creer, la iglesia fue de las primeras instituciones humanas que se embarcó al negocio de las mazmorras y previo a eso tomaron estos fenómenos como la oportunidad para expandir su influencia. No es extraño que posean armamento de esa época”
Lucas: “Pero ¿no cazadores usando armas mágicas?”
Julio: “Eso es lo extraño, tal nivel de seguridad no es normal. Están ocultando algo de eso no hay duda”
Desde el otro extremo de la mesa, el papa simula que tose para llamar la atención de los invitados. Consciente de que pueden tramar algo y es difícil de escuchar lo que hablan, recurre a una estratagema para nada madura pero necesaria ante tales circunstancias:
Theodosius: “Eje, ejem, veo que nuestros invitados están lejos de nosotros. Esto no puede ser así, Es de falta de educación” —les ordena con la mirada a los obispos para que vayan y los ayuden a transportar las cosas como platos, comidas, copas y sillas— “¿creen que voy a permitir que murmuren frente a mis narices? No se olviden de que yo los traje aquí y nada dejare por alto” —piensa seriamente
Una vez se encuentran juntos, el papa planea sacar información de la manera poco sutil posible:
Theodosius: “Veo que nuestros horarios para cenar son diferentes. ¿Qué debe de hacer su maestro de gremio para llegar tan tarde?”
Entonces, Julio toma la posta para proteger al gremio y responde con total serenidad y contundencia:
Julio: “Nunca lo he visto llegar tarde. Descuide, llegará en un momento. Esta comida se disfruta…”—mira fijamente al papa y luego Marchello— “en total calma ¿no lo creen?”
Theodosius: “Estoy de acuerdo” —sonríe falsamente a la vez que maldice por dentro— “malditos sean, blasfemos” —piensa
La puerta que da a la salida del comedor se abre y allí entran Martín y Estela con todas las miradas sobre ellos.
Nadie queda exento de lo hermosa pareja que hacen y resalta mucho mas cuando están elegantes para la cena. Las chicas murmuran lo hermosa que se ve Estela y los muchachos bromean sobre lo diferente que se ve cuando no está cubierto de sangre de criaturas o sudor después de entrenar con Octavio. Este último chiste lo lanza el mismo Octavio quien para su mala suerte sobre de exceso de musculo y su propio traje no le hace justicia al quedarle al límite. Cualquier movimiento de más podría reventar el costoso traje.
Martín se sienta al lado de Julio, su mano derecha, y junto a él Estela:
Martín: “Lamentamos la espera. Es un sitio muy grande y nos perdimos”
Octavio: “Jajaja, eso por andar de tortolitos”
Macarena: “No bromees con eso, tonto” —lo regaña por la broma y golpea en el hombro
María: “Tengo que decir que es hermoso ese rojo”
Estela: “Gracias María”
Theodosius: “Veo que supieron aprovechar la larga selección de atuendos que les dimos para esta noche. De nuevo les doy la bienvenida y por supuesto, las gracias por aceptar venir a la humilde casa de dios”
Martín: “Gracias una vez más por su invitación”
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