Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 143
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- 143 - Capítulo XII: Nada es lo que parece en Roma
Momentos antes en las catacumbas, Julio y María son atacados por el papa y varios cazadores por los pasillos del rocoso subsuelo. Suben las escaleras de regreso a la basílica y corren a toda prisa para perderlo de vista.
En el camino son arribados por la guardia suiza y sus lanzas imbuidas en maná, así como miembros de la seguridad en pelotón. Cada cierta cantidad de metros y con el fin de no gastar su maná, Julio dispara de la palma de su mano izquierda bolas de fuego contra los que los persiguen. En el camino alcanza a darle a varios guardias.
María, que corre delante de Julio, llega hasta uno de los pasillos con habitaciones a lo largo, entonces toma de la mano a su esposo y corren sin descanso y abren la puerta para meterse dentro y pensar bien las cosas, además de poder darse un breve descanso.
Los pasos de múltiples personas se escuchan por el pasillo y las puertas partiéndose, irrumpiendo en las habitaciones no dejan respiro. Entonces, Julio mira a la ventana y se acerca para ver, corriendo a un lado las cortinas rojas que llegan hasta el suelo.
Su mayor preocupación es la seguridad de su esposa. Ya han visto lo que ocurre y no tienen pensado quedarse para pelear sin un plan y menos sin saber dónde están sus compañeros.
María saca de su bolsillo un poco de tierra y lo arroja debajo de la puerta. A pesar de no poder usar todo el poder mágico que desean debido a la interferencia descomunal, puede utilizar el mínimo y necesario. Por ese motivo alcanza a crear unas raíces que se enredan a la puerta y ejerce como un obstáculo frente a la innecesaria fuerza bruta de los guardias suizos en su afán de sacar de la habitación a ambos cazadores.
Julio llama a María y de su mano expulsa una bola de fuego que explotar contra toda la pared junto con la ventana. La toma de la cintura y saltan hacia el suelo de la plaza del Vaticano. Sin saberlo, allí los esperan cientos de guardias y cazadores con armas listas para atacar.
Una voz que parece retumbar en todo el lugar, se escucha omnipotente, es acompañada por una estela de luz que emerge del suelo y llega hasta el cielo. A continuación, todo el suelo estalla en llamas doradas y la mitad de la basílica queda reducida a escombros con estallidos y ondas expansiva tan sonoras que todos a su alrededor se ven afectados.
Julio y María quedan expuestos al estallido y el sonido que produce. Del suelo sale volando un enorme trozo de suelo y enviste contra el argentino que impacta con el paso de la roca contra la columna del centro de la plaza.
En un arrebato de ira al ver la sangre desparramarse por el suelo donde golpeo el cuerpo de su esposo, María grita iracunda:
María: “¡Juliooooooooooooo!” —levanta sus manos y pétalos de flores salen de las palmas— “Magia de Planta: Tormenta de pétalos”
Un tornado compuesto por pétalos rodea el lugar, llevándose a muchos hombres y mujeres que se acercaban para apresarlos. Rocas de diferentes tamaños empiezan a moverse y tallos salen del suelo con un tamaño enorme y en la punta de estos se forman flores:
María: “Magia de Planta: Cañón floreal”
Estas flores empiezan a cargar la energía solar hacia su interior, aprovechando que aún queda luz del sol y de su núcleo disparan rayos que parecen salidos de ciencia ficción y explosivos pétalos que al tocar cualquier superficie desprenden destellos calóricos.
Inmediatamente después de que sean disparados la magia de luz y la de planta, el incidente se ve desde varios kilómetros. El grupo de Arakneida se prepara para el ataque al igual que los británicos en conjunto con algunos del gremio italiano y Estela.
En las catacumbas tiembla todo el lugar ya que la magia de luz atravesó la superficie muy cerca de la zona de experimentación.
Astapoh se molesta al ver que las columnas, paredes y techo se están agrietando y a punto de colapsar por lo que se acerca a Martín y mira fijamente:
Astapoh: “Creo que es el momento idóneo para que sepas una verdad”
Martín: “¿Una verdad”
Astapoh: “Ya te habrás dado cuenta de que tus dos amigos están peleando contra el papa en la superficie y ese idiota de Theodosius usó su magia de luz muy cerca. Bueno, si a ello puedes llamar magia, aunque lo que es en realidad es el efecto de su arma apócrifa que le otorga cierta magia temporal. En fin…”—mira a un lado— “ven aquí…Theodosius”
Martín: “¡¿Qué?!”
Theodosius se acerca de entre las sombras con expresión inmutable con la misma túnica papal. Esto confunde realmente a Martín. No es normal lo que está mirando, incluso se pregunta si existe alguna magia que pueda clonar a un individuo.
El candidato a emperador, Astapoh, se siente en gracia porque ni el usuario imperial puede salir de su asombro. La oscuridad se cierne sobre Theodosius como humo negro y los ojos desprenden energía roja. Su confianza en saber bastante de muchas cosas ahora colapsa. Por primera vez se siente incapaz de digerir todo lo que ocurre en el vaticano.
El lugar se ha vuelto siniestro.
En respuesta, Astapoh sonríe y le explica:
Astapoh: “Veo que no sabes que pasa. Déjame explicarlo de la manera mas simple, humano” —al decirlo una sonrisa se dibuja en el rostro— “el Theodosius que ves aquí no es mas que una copia temporal e imperfecta, así como el que está peleando arriba en la superficie. Es lo que ustedes conocen como ‘homúnculos’ y ciertamente nos ha ayudado bastante para lo que planeamos aquí”
Martín: “¿Homúnculos? E-Entonces… ¡¿Dónde está el verdadero papa?!”
Astapoh: “Hace tiempo que está con nosotros… ¿verdad” —extiende su mano y un pequeño remolino de fuego y oscuridad danzan en la palma hasta que da forma de una cabeza cercenada y pútrida— “¿aquí lo ves?” —le muestra que la cabeza pertenecía al papa
Martín: “I-Imposible”
Nada en Roma es lo que se aparenta. Martín descubre la cruda verdad de que los monstruos catalogados como “clase catástrofe mundial” han irrumpido al lugar más sacro de la raza humana hasta reducir a su líder y corromper la religión.
Todo lo que parecía ser sospechoso ahora está muy mal.
En la plaza de San Pedro, la roca que aplastó a Julio sale despedida contra Theodosius e impacta contra uno de los edificios fuera de la basílica. Julio se reincorpora a la batalla con el rostro ensangrentado, pero al tope de su capacidad física. Gracias al segundo despertar le posibilitó adquirir un mayor poder y fortalecimiento físico.
Con ese ataque recibido, Julio pudo despejar las dudas y con ello asegurarse de que las verdaderas intenciones de la iglesia son en realidad hostiles. Sin embargo, ignora lo que verdaderamente sucede.
De repente, escuchan una voz que susurra acompañado por sensación de terror detrás acompañado por una poderosa presión hace retroceder a Julio, quien se lleva a María de la cintura varios metros lejos del obelisco en el centro de la plaza y en la punta de este se encuentra parado un monstruo con severas intenciones asesinas. De apariencia humana y distintivas marcas oscuras en el cuerpo que parecen haberse formado a base del filo de una navaja ya que se nota que no es alguna clase de tinta.
En su cintura hay una larga espada y en el rostro lleva una mascara de dragón. En su espalda y brazos hay escamas levemente visibles color rojizo con púas que apenas sobresalen.
María se baja de los brazos de su esposo y mira a Julio:
María: “Amor ¿estás bien?”
Julio: “Si. Me preocupa ese sujeto”
María: “¿Es un monstruo?”
Julio: “Si, y del mas alto nivel entre los monstruos”
María: “¿Será algún candidato a emperador?”
Julio: “Su aura a pesar de estar en estado pasivo es abrumadora. María, por favor, sal de aquí y ponte a salvo en la ciudad”
María: “¡¿Qué?! ¡no lo haré!”
Julio: “Por favor María esta situación es muy peligrosa para ambos y no quiero que te ocurra nada”
María: “Lo siento mi amor, pero no lo haré. Seré el escudo que cuide tu espalda”
Julio deja de querer convencerla y se concentra en el enemigo que se apareció frente a ellos:
Julio: “¿Crees poder enfrentarte al papa?”
María: “Haré el esfuerzo, no te preocupes por mi” — corre hacia donde se encuentra el papa
Julio: “Gracias amor”
Zarael: “Cazador” —señala con el dedo índice a Julo— “¿tu no eres ese humano que estuvo peleando en la mazmorra de Kassio?”
Julio: “Si ¿Por qué?”
Zarael: “Vaya sorpresa”
Julio: “¿Qué es lo que hacen aquí los candidatos?”
Zarael: “Investigamos, eso es todo”
Un ser de pocas palabras y analítico hasta en el núcleo, Zarael no permite que salga información vital de su boca y todo lo que diga es según lo desea. A diferencia de los demás candidatos y como característica única de este individuo es que posee la magia de fuego pero que se manifiesta desde su voz. Esa es la razón por la que tampoco suele hablar de manera extendida y la voz suena rasposa acompañada por humo que brota de la garganta.
Es un monstruo extremadamente peligroso y en el universo del maná considerado como un criminal de categoría catástrofe. No es tan poderoso como Astapoh, y mucho menos que Dramonzuk, pero como clase dragón es formidable y difícil de vencer.
Con tan solo verlo agachado sobre el obelisco y mirándolo de frente, Julio se da cuenta de la difícil situación en la que se encuentra.
Evitar una confrontación es irreal, Zarael no solo es una amenaza de tales características, sino que su sensibilidad a cualquier ser con maná y el posible alcance de sus poderes no son una broma por lo que tener que enfrentarlos es la única alternativa. Julio sabe de antemano que a pesar de ser rango SS+ no puede igualársele, pero aún así extiende sus manos y las envuelve en llamas al máximo de temperatura.
El cazador siente como el calor empieza a sofocar la piel, sigue siendo un humano, y a pesar de esto se pone en posición de combate con un puño delante y el otro protegiendo la cara mientras extiende el rango de ataque.
Zarael da un salto y cae contra el suelo, destrozando todo el concreto a su alrededor y el obelisco detrás se parte desde la base y cae derrumbado. Lleva su mano a la cintura, donde descansa la larga espada, y se quita el arma para arrojarla al suelo y por el inmenso peso, impacta y deja un cráter que llama la atención a Julio.
Será un monstruo con temible poder, pero Zarael tiene un sentido y honor en el combate que pretende ponerse de igual e igual con el cazador. Esto no deja de sorprender a Julio, aunque sabe que muchos monstruos son honorables y dignos, como los que conoce en el gremio a quienes considera como compañeros de confianza.
Sin embargo, Julio se equivoca…
De repente, se dibuja un circulo mágico detrás de Julio y de este sale una bola de fuego que golpea con fuerza por la espalda y luego Zarael se impulsa, dejando un camino de destrucción, y toma del rostro al argentino para derribarlo contra el suelo. El impacto forma un cráter que se expande varias veces por la fuerza que usa para enterrarlo:
Julio: “¡Q-Que fuerza tan monstruosa!” —piensa mientras lucha para no quedar inconsciente pero el apriete de Zarael es increíblemente poderosa. De su nariz brota sangre y su vista se nubla
Zarael: “Que extraño, había supuesto que podrías aguantar mi envestida, en cambio apenas puedes mantenerte despierto” —exclama y luego lo levanta con solo una mano sosteniéndole la cabeza
Julio: “Este sujeto no parece poner mucho esfuerzo en someterme y aún así es difícil salir de sus garras. Con que este es el nivel de los candidatos a emperadores. No hay duda de que es diferente al de Necriria…tengo que hacer algo…rápido, me estoy quedando sin aire” —le patea la cabeza y de la suela de sus zapatos sale expulsado fuego en enormes cantidades sobre el rostro de Zarael hasta que este, aburrido de la situación, lo arroja varios metros lejos que permite reincorporarse
Zarael: “Humano, me estás decepcionando. Creía que eras fuerte, pero viendo lo pobre que es tu desempeño no tengo dudas de que estas muy por debajo de mi nivel”
Julio: “Es verdad, no soy rival para él ni, aunque usara mi poder mágico a todo nivel… ¿huh, todo nivel? ¡claro, eso es!” —extiende ambas manos y exclama—“esto es todo lo que tengo…”
Zarael: “¿Ho?”
Julio: “Tengo varias costillas rotas, me cuesta respirar y María aún pelea contra el papa. No, no debo pensar en otras cosas, mi enemigo es demasiado poderoso y si fallo…mi amada esposa…ella…Magia de Fuego: Excalibur Inferno”
Una llameante espada se forma en las manos de Julio, convirtiéndose en un mandoble que quema lo cercano a él.
La vista de la espada deja asombrado a Zarael, quien con solo levantar su mano hace que la espada que abandonó a casi cincuenta metros salga despedida y se acomode en la palma lista para el combate.
Zarael separa a la espada de la funda y esta empieza a brillar con un hermoso rojo carmesí intenso, diferente al tono rojizo apagado que fluye del mandoble de Julio:
Zarael: “Eso me entusiasma humano, espero que estés listo porque iré con todo. Quiero que empuñes tu arma hasta que te sangren las manos ¿te quedó claro?” —dice en tono que impone respeto y temor
Julio: “Tranquilo Julio, que no te intimide. Podrá ser un candidato a emperador de mazmorras, pero aquí hay muchas cosas en juego…tengo que…”—cierra sus ojos y cuando los abre, auras color rojo salen de estos mientras su cuerpo se ve envuelto en estela de poder mágico— “vencerlo”
Ambos se impulsan al frente con sus armas listas para el choque, que cuando se produce genera una onda expansiva y energía mágica en forma de ráfagas violentas de fuego que son vistas desde cualquier punto de la ciudad sin excepción. Ni María ni el papa queda fuera del empuje generado por el choque de armas.
Martín se siente angustiado por tener que ser espectador mientras que Julio y María luchan por sus vidas. No puede hacer nada, mas que esperar, mientras esa voz que susurra de manera dolorosa vuelve a sofocarlo con una frase que repite una y otra vez:
“Mátalos, mátalos a todos”
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