Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 146
Momentos antes de que el grupo de Arakneida llegase a la plaza central…
Aunque Martín yace herido no solo por cortes y moretones en el cuerpo, sino también mentalmente, acosado por esa voz femenina que lo impulsa a matar y si no fuera por su fuerte voluntad habría cedido hace tiempo. Lo único que puede hacer para alejarse de ello es conversar con Leza, quien también sufre de esas voces y le pidió al joven que para distenderse conversen de lo que sea.
La pelea en la superficie que tiene a Julio y Zarael como protagonistas hace imposible que Martín despegue la mirada y continue hablando con la antigua emperatriz salvaje ahora convertida en una niña y con su energía mágica mermando a velocidades increíbles.
Ninguno de los dos está en condiciones de poder hacer algo, sienten que lo que los caracteriza abandona sus cuerpos y los deja a merced de lo que pretendan los ex candidatos a emperadores ahora vueltos en insurgentes con intenciones de hacer suyo el territorio y enfrascarse en una sangrienta batalla contra Dramonzuk y sus legiones de dragones hambrientos.
Leza es llevada una vez más hacia el altar para sustraer la energía mágica de su cuerpo, y Martín sigue siendo sofocado por la magia de sello de Kerba, quien toma intervalos pequeños de descanso ya que su magia para extraer maná es insuficiente para arrebatar todo del cuerpo de él. Cada vez que ella se retira para dar su informe y recuperar maná es un gran alivio para Martín y eso le permite conversar un poco con Leza.
Sin embargo, cuando ella está en el altar se pueden oír sus gritos en todos los rincones de las catacumbas y lo llena de enojo al joven argentino, deseoso por ponerle las manos sobre el grupo de Astapoh y salvar a Leza y sus amigos de ellos.
Unos pasos ligeros pero firmes se oyen acercarse hasta él. Daek Janmu, rey de los ghouls y ex candidato a emperador de la muerte lo visita mientras cruje su cuello con una expresión de verdadera impaciencia. Desde su pequeño combate en China contra los familiares de Martín no siente más que curiosidad y ganas de pelear contra Arakneida o Kargroot pero para no llamar mucho la atención se lo obligó a permanecer en las catacumbas. Sin embargo, no puede evitar querer demostrar que es capaz de derrotar a cualquiera. Su actitud belicosa lo convierte en un monstruo peligroso y adicto a matar.
Lejos de sentirse intimidado, Martín posa silencioso y fijamente sus ojos en él:
Daek: “¿No te sientes intimidado?”
Martín: “¿Debería sentirme así?”
Daek: “Estás frente a seres que tienen poder similar a los emperadores. ¿No crees que deberías sentirte así?”
Martín: “Yo creo que…”
De repente, Daek golpea con su pie el brazo de Martín y en lugar de gritar adolorido se queda en silencio y mirándolo sin despegarse en todo momento. El rey de los ghouls, asombrado por su actitud tan terca, continúa ejerciendo fuerza en su pisada mientras mueve un lado hacia el otro:
Daek: “¡Jajaja, no creas que soy amable como Kerba o Astapoh, tranquilamente podría romperte el cuello y entrega tu cuerpo sin vida a mis legiones de no muertos!”
Martín: “Entonces…”
Daek: “¿Huh?”
Martín: “¿Por qué actual tan bravucón y tomas una decisión por ti mismo?”
Daek: “¡Eres un…!”
Astapoh: “Daek”
Daek: “¡¿Huh, que quieres?!”
Astapoh: “Ven un momento, tenemos que hablar”
Daek: “Te salvaste maldito humano”
Si, Martín suspira al ver que el no muerto se aleja. A diferencia de los demás ex candidatos a emperadores, Daek usa su fuerza y resistencia para hacer lo que se le da la gana y mientras busca la muerte también lo hace con sus enemigos. Solo busca a los más fuertes.
Si no hubiera aparecido Astapoh, Daek habría hecho una masacre con Martín y todo habría acabado mal.
Leza intenta comunicarse con Martín, pero a medida que pasa el tiempo la fuerza de su voz disminuye:
Leza: “Haaaa, haaaa, ¿Martín, estás ahí?”
Martín: “Hola, compañera de encarcelamiento”
Leza: “Jajaja, eres muy bromista”
Martín: “¿Cómo te sientes?”
Leza: “Me duele todo el cuerpo y ya no siento los brazos y piernas”
Martín: “Intenta no cerrar los ojos, por favor, ya no falta mucho para que nos rescaten”
Leza: “Te creo, pero…estoy llegando a mi limite” —responde en un tono lleno de tristeza y desesperanza
Martin no evita sentirse triste de escuchar eso. No llevan mucho tiempo conversando, pero siente como si fuera parte de su gente, alguien honesta y amable. No puede desaparecer solo por las injusticias que está sufriendo, eso es lo que piensa.
Dejando de lado la situación tan angustiante que vive, Martín mantiene un rayo de esperanza en sus compañeros que luchan para rescatarlo. Está pendiente de como Julio batalla contra Zarael en la zona maná que creó. Cada tanto se filtran pequeñas ráfagas de fuego entre las grietas y estas van debilitando la estructura, quizás sin intención o adrede, lo cierto es que lentamente ocurren temblores que ponen en peligro a las catacumbas.
Mientras tanto, Astapoh se queda observando un pequeño portal que se acaba de abrir y contempla al universo del maná del otro lado. Deseoso por convertir el territorio humano en su propio imperio, empieza a reír a carcajadas mientras que Leza se queda sin habla y expresión pálida de que por su culpa fuera a tener éxito. Se siente impotente de la pérdida de su poder, su imperio y que estuviera en tales condiciones. Le resulta muy humillante. Todo su orgullo se perdió.
El papa Theodosius, junto con otros 4 más que conforman al grupo de homúnculos, se asoma hacia donde se encuentra Astapoh y frotándose las manos preguntas en tono servicial:
Theodosius: “Señor Astapoh ¿Cuánto tiempo cree que debamos tolerar la destrucción de esta ciudad?”
Astapoh: “¿Huh?” —apenas lo mira y resulta extraño que pregunte algo tan poco usual. No lo cuestiona, solo pregunta por la ciudad y esto lleva a que sienta curiosidad por ello— “¿Por qué lo preguntas?”
Theodosius: “Solo pienso que la reconstrucción llevará más tiempo y…”
Astapoh: “¿Tendrá recuerdos de su cuerpo original? No, no puede ser eso. El original está muerto. ¿Recuerdos colectivos? Kerba fue quien creó a los homúnculos de ese humano, sería extraño que no funcionase. Haaaa, me da igual. No va a cambiar en nada nuestra misión”
Daek: “¿Vas a decirme que quieres? Me estaba divirtiendo con el humano”
Astapoh: “Mas bien estabas a punto de matarlo”
Daek: “Seguramente, estaba actuando muy arrogante el humano”
Astapoh: “Ya veo”
Daek: “¿Entonces que quieres?”
Astapoh: “¿Crees poder entrar a pelear?”
Daek: “¿A dónde? ¿a la superficie?”
Astapoh: “Zarael no podrá solo”
Daek: “¿Qué? ¿dudas de él?”
Astapoh: “Dudar…no, más bien procuro que la situación no se de vuelta. El ser vivo, quizás más peligroso es el humano encadenado en aquella esquina”
Daek: “¿El usuario imperial? ¿enserio? Está moribundo, le rompe un brazo, está débil casi sin energía mágica y perdiendo la cabeza. Estás siendo demasiado precavido”
Astapoh: “Si, quizás” —exclama con muchas dudas y mira hacia el rincón donde está Martín metido en una celda.
Al mismo tiempo y sin que se den cuenta, Leza y Martín continúan conversando, tratando de sobrellevar el dolor que ambos sufren y con la esperanza de poder recuperarse siendo rescatados por los demás:
Leza: “¿Tienes miedo, Martín’”
Martín: “Como cualquier humano. ¿Ustedes sienten miedo?”
Leza: “Mas de lo que quisiéramos”
Martín: “Es irónico que con tanto poder que poseen apenas sentir el final de la vida hace que teman a la muerte”
Leza: “Digamos que morir, para nosotros, es más complejo. Nuestro cuerpo desaparece y la esencia formará parte de la energía en el universo de maná que alimentará a nuevos mundos y seres. Quizás, de alguna forma, mi existencia tenga fragmentos de esa energía que formaron parte de otra entidad pasada. Aunque jamás me puse a pensarlo”
Martín: “¿Tan malo es?”
Leza: “¿Qué cosa?”
Martín: “Formar parte de un todo”
Leza: “Velo de esta forma, si tu esencia forma parte de la creación de un emperador que gusta de matar a otros ¿no temerías algo así? ¿no te sentirías angustiado de formar parte de un ser tan atroz? Yo le temo a eso más que a la muerte en sí”
Martín: “Al contrario, nosotros tememos no saber que hay más allá”
Leza: “¿Te refieres a esa fina capa que separa la vida de la muerte?”
Martín: “Dejar de ver a las personas que amas, los lugares que alguna vez conociste, no tener un futuro. Hay mucho porque preocuparse cuando la muerte está cerca”
Leza: “Los humanos sí que tienen demasiadas preocupaciones cuando se trata de la muerte”
Martín: “Te sorprenderías”
Leza: “Ojalá hubiera tenido una vida…”—su voz se distorsiona cuando continua la frase
Martín: “¿Qué dijiste?”
Leza: “Nada, solo divago un poco de cosas sin sentido. Como a ustedes les pasa, nosotros deambulamos en ese camino y pensamos lo más extraño. Creo que esto se ha vuelto algo depresivo ¿Por qué no me cuentas sobre ella? La mencionaste varias veces, Estela”
Martín: “Si, ella” —sonríe
Leza: “¿La extrañas?”
Martín: “Mucho, pero prefiero ase. No quiero que esté en peligro en una pelea innecesaria”
Leza: “¿Crees que ella lo hace por alguna clase de presión u obligación?”
Martin: “Yo solo intento protegerla”
Leza: “¿Protegerla de las decisiones propias de ella? Malinterpretas su corazón. Por lo visto te ama honestamente y el querer protegerla solo hará que se sienta más reprimida por no ser útil en un mundo que necesita de hombres y mujeres luchando por igual, codo a codo y espalda con espalda. Incluso entre los monstruos creemos en que los unos y los otros son igual de fuertes. Aunque entre los emperadores haya rangos internos como el numero 5 o el número 1 en poder, no hay distinción de género en ello. Todos podríamos contribuir en la destrucción del otro”
Martín: “Nunca lo pensé de esa forma. Aunque ella pudo luchar a mi lado, siempre mantuve mis sentidos en la protección para no tener que volver a vivir…de una perdida”
Luego de eso, Martín piensa en cómo ha actuado con Estela, sintiendo que no confió plenamente en ella y sus capacidades que ya superaron los de un rango S+. Mas bien, procuró siempre protegerla ya sea que ella evite confrontación directa contra cualquier enemigo más fuerte o en la mayoría del tiempo. Lo que pasó en China fue una prueba de que casi pierde a muchos compañeros, amigos y a ella si no hubiera sido porque los enemigos se retiraron sorpresivamente.
Razas, clases, género y maná. No significa que alguien es superior sino útil en sociedades que se requiere de mejorarse a sí mismos, al menos en el caso de los que no llegan al poder del emperador. Todos luchan por serle fiel y talentoso para contribuir a los imperios del ser que los gobierna:
Martín: “¿Sabes? Es increíble lo que me dijiste, pero tienes razón. Hay cosas que se escapan de mi control y no tengo dudas de que debo confiar en ellos…sobre todo en Estela…muchas gracias Leza…”—le extraña el silencio de la emperatriz salvaje— “¿Leza? ¡Leza, responde por favor!”
Leza: “Martín…”
Martín: “Me asustaste ¿Qué sucedió?”
Leza: “Yo…”—dice con lágrimas en sus ojos y muerde su labio inferior hasta derramar sangre—“no quiero morir” — rompe en llanto desconsolada
***PARTE II***
En ese momento en la plaza central, Arakneida llega con los demás familiares de Martín y ven a Julio contra una de las columnas partidas a la mitad sobre las piernas del hombre. Ensangrentado, con el cuerpo quemado y varios cortes en su pecho y el brazo izquierdo desgarrado al punto de que un pequeño soplo podría terminar de cercenar esa extremidad los mira y trata de alcanzarlos al extender su mano derecha:
Julio: “Chicos…”
Arakneida: “¡Julio!” —corren para sostener su mano— “¡Estamos aquí!”
Julio: “Que gusto verlos. ¿P-Pudieron…encontrarse con…?”
Arakneida: “Tranquilo, tranquilo. Nos pudimos encontrar con María. Esta algo herida, pero está bien y sigue demostrando que es una aguerrida mujer”
Julio: “E-Eso es un gusto saberlo…”
Kargroot: “Julio, descansa” —exclama sin querer mirar a aquel humano que con apenas conocerlo un tiempo logró crear una admiración increíble y ahora verlo en tales condiciones hacen que le hierva la sangre.
Lorkamos y Cromana se sienten iracundos y sin pronunciar palabra alguna manifiestan al máximo sus poderes. Arco y flecha congelante por un lado y la guadaña de sangre por el otro.
Arakneida mira a Kargroot para hacer que controle a los otros dos, pero en cuanto alcanza a verle la expresión está llena de furia, venas hinchadas, mirada feroz y muerde sus labios en señal de que intenta contenerse para no hacer un mal movimiento. Julio tira del pantalón de Arakneida y esta lo mira como las facciones en el rostro de Julio se distorsionan para contener sus lágrimas y no verse patético:
Julio: “Por favor, no permitas que ella me vea de esta manera…por favor Arakneida”
Arakneida: “No, no, oye, cálmate. Vas a salir de esta, te lo prometo solo resiste”
Julio: “Ese…emperador…es demasiado poderoso. Ni siquiera lo herí con mi zona maná. Fracasé…fracasé” —sus ojos de cierran y deja caer su mano
Lorkamos: “¿Qué fue lo que le pasó?”
Arakneida: “Solo use esto” —le muestra un líquido que sale de la punta de la uña del meñique— “es una toxica que relaja el cuerpo. Es un calmante para que pueda descansar, pero necesitará ser trata de urgencia o podría morir”
Kargroot: “Entonces solo nos queda enfrentarlo con todo lo que tenemos a este bastardo”
Arakneida: “Sé que pido demasiado, pero…déjenme a este infeliz a mí”
Kargroot: “Lamento decírtelo, pero esta vez no”
Arakneida: “Kargroot no es una petición…”
Kargroot: “Me da igual” —recuerda cuando bebía cerveza con Julio en la sede del gremio y hablaban sobre deportes humanos. Una fuerte aura lo envuelve color purpura como ráfagas feroces— “podemos atacarlo ambos” —se quita la camisa y de su cuerpo surgen placas de color violeta oscuro que lo funden en una armadura y de su mano derecha se extiende una lanza de justas con la que apunta a Zarael
Arakneida: “Cromana, Lorkamos, ustedes vayan a las catacumbas y saquen a Martín”
Cromana: “Entendido”
Lorkamos: “Dalo por hecho”
Los dos monstruos más jóvenes corren hacia la grieta que permite llegar directamente hacia las catacumbas apenas dando un salto al vacío. Sin embargo, son atacados por varios Theodosius. Al comienzo siembra la duda y confusión, pero Cromana sonríe, incapaz de mantener la compostura:
Cromana: “Ya me parecía extraño”
Lorkamos: “¿Sobre qué?”
Cromana: “Este verdadero hijo de puta es un homúnculo”
Lorkamos: “El verdadero debe de estar escondido ¿verdad?” —extiende la cuerda de su arco y de la mano se forma una flecha helada y apunta al papa más cercano
Cromana: “O muerto” —aprieta la guadaña de sangre
Arakneida envuelve con seda de la palma de las manos a Julio para evitar que las quemaduras estén en contacto con la voraz energía mágica de Zarael. Mientras tanto ella libera su forma “Limit breaker” y señala con el dedo índice:
Arakneida: “Si ustedes son culpables de esto entonces…voy a matarlos a todos y cada uno”
Zarael: “Por fin rivales dignos de sentir el acero de mi espada”
Kargroot: “No nos entendiste” —mira con ojos desbordantes de aura— “¡de aquí no saldrás con vida…pedazo de estúpido!”
En la entrada mas lejana de la ciudad, Estela y los cazadores europeos corren por las calles vacías de Roma. Las explosiones de energía y la zona maná de Julio se ven por todos los rincones avisando que la batalla ha comenzado con toda violencia:
Norman: “¡Estela! ¡¿esa zona maná es de tu compañero? ¿cierto?”
Estela: “Creo que si”
Victoria: “Es un increíble estallido de energía mágica”
Norman: “Hay varios focos de energía mágica que son verdaderamente explosivas. Esperemos no tener que cruzarnos con nadie hasta llegar a la Basílica”
Marchello: “¿Quién dice que no se cruzarán con alguien?”
Se detienen al escuchar esa voz y son rodeados desde todos los rincones por cazadores de Santo Marco y Marchello se hace presente en la calle y frente a ellos, con una expresión sádica lista para destruirlos:
Victoria: “Me temía esto”
***PARTE III***
Sin mirarla, sin saber cómo es su rostro, estatura, color de cabello, si es humanoide o de apariencia monstruosa, pero con escuchar su voz en la cabeza llena de arrepentimientos y dolor en el alma hace que una enorme fuerza brote de su cuerpo. La voz deja de repercutir en su mente y algo del poder de la marca regresa a él, pero la fuerza permanece reducida debido a las torturas físicas y mentales.
De repente, el techo se derrumba cayéndose un enorme pedazo de concreto sobre las catacumbas y creando pánico y caos por doquier. Astapoh se queda inmóvil junto con los demás monstruos. El polvo y la tierra revolotean, reduciéndose así la visión de todos.
Kerba ve que en el suelo está el cadáver del homúnculo del papa y ahí se da cuenta que el combate está muy a favor del gremio argentino. Corre hacia la celda para verificar que el humano está aún encarcelado, pero cuando llega y ve la pared, los grilletes están arrancados de la roca y abiertos de par en par.
Tras ver eso lo busca, pero entre los escombros, el polvo y la oscuridad le es difícil encontrarlo. Astapoh y Daek se acercan a ella y la ven preocupada.
Kerba se pone firme y continua en la búsqueda del chico:
Astapoh: “Tendremos que ir a la superficie. Sería malo que entren y la pelea ocurra aquí”
Daek: “¡Al fin!” —se entusiasma y prepara sus puños
Astapoh: “Procura eliminarlos a todos”
Daek: “Por supuesto”
Astapoh: “Kerba, tu busca al humano y elimínalo. Tomaremos energía de los demás y si es necesario de los humanos que están aquí y avísale al humano alto rango, Marchello, que mantenga su posición en el otro extremo. Nadie debe cruzar por esa entrada”
Kerba: “Entendido… ¿ah?” —mira que muy cerca del altar donde se encuentra Leza se está arrastrando algo— “¿Qué es eso?”
Con sus dos brazos y con el cuerpo ardiendo en fiebre y adolorido, Martín se arrastra hasta Leza. La marca empieza hacerle daño, porque el cuerpo está recuperando todo el poder perdido muy de prisa.
A lo lejos el papa también se da cuenta de que el chico está buscando tener contacto mágico con ella y si lo logra sería muy peligroso.
El único Theodosius que queda en el oscuro sitio levanta su mano y manifiesta varias lanzas de luz con las que apunta al cuerpo de Martín. Lo intenta frenar cueste lo que cueste.
Baja abruptamente su mano y las lanzas salen despedidas con gran violencia hacia el cazador que apenas pudo llegar a las escaleras del altar. Leza, por su parte, mira el techo con vista borrosa y siente la presencia del muchacho, al que adolorida intenta alcanzar extendiéndole la mano. Su pecho, abierto para la experimentación, empieza a fallar y dentro el cristal se cubre de grietas hasta que se fragmenta en muchos pedazos.
Sin embargo y antes de que Kerba, Astapoh, Daek y el ataque del papa lleguen hasta él se detiene el tiempo.
Martín siente como recupera la totalidad de su fuerza ase como las heridas desaparecen. Dentro del capullo que envuelve Julio, la energía que emite el chico llega hasta él y lo cura por completo.
En ese lapso de tiempo detenido, Leza se reincorpora y ve su pecho, sin ninguna abertura ni nada. Se siente extrañamente bien y puede ponerse de pie. Lastimosamente su forma de niña lo mantiene y a pesar de ello desborda de increíble poder mágico.
Por fin ve cara a cara a Martín, a quien lo reconoce felizmente y sonríe agradecida:
Leza: “Hola Martín”
Martín: “Hola Leza”
Leza: “Es un gran placer conocerte por fin sin tener que soportar la oscuridad”
Martín: “Lo mismo digo, aunque es difícil de creer que seas una emperatriz”
Leza: “Si, lo mismo digo ahora. Si no fuera porque me han arrebatado mucho de mi poder mágico y mi título de emperatriz”
Martín: “Estoy seguro de que aún posees mucho poder”
Leza: “Por supuesto. Entonces ¿Qué sigue?”
Martín: “Buena pregunta” —exclama y le extiende su mano— “¿Qué me dices si te conviertes en mi familiar?”
Leza: “¿Qué?”
Martín: “Dudo que algo te siga atando y además…creo que quieres vengarte de ellos”
Leza: “Yo…”—duda de poder hacerlo
Martín: “Mejor dicho, sé mi familiar Leza…te ayudaremos a recuperarte…”
Leza abre su boca para dar su respuesta.
Entonces, las catacumbas permanecen en silencio hasta que el tiempo retorna a su cauce normal. Las lanzas impactan y estallan mientras que los ex candidatos a emperadores se quedan petrificados antes de llegar al lugar de la explosión.
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