Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 161
- Inicio
- Limit Breaker: Conquistando Mazmorras
- 161 - Capítulo 4: Steindra, el dragón dorado
Bautista se queda tendido en el suelo estupefacto pues la criatura frente a él detuvo el ataque de Doromak sin problemas, salvándolo de una muerte segura.
La criatura es de aspecto dragonoide con ciertas características tanto monstruosas como humanas. Su físico es musculoso y tonificado cubierto por escamas de color amarillo, una larga cola con púas y cabeza de dragón con una expresión solemne. A diferencia de Doromak, no tiene alas y presenta una actitud menos tosca.
Sin embargo, es evidente que su poder mágico es masivo y al mismo nivel que Doromak y se nota que no se llevan bien porque al momento en que cruzan miradas, el dragón carmesí lanza un poderoso puñetazo al rostro de la criatura que lo envía violentamente varias decenas de metros hacia unas casas precarias. En el camino, evita golpear a Bautista arqueando la cola y golpear el suelo y pasando sobre la cabeza del cazador y así impactar varias casas causando grandes destrozos:
—Que estúpido eres…Steindra. —exclama Doromak tras haberlo golpeado.
—Debiste prestar más atención, sabes. —dice Steindra por detrás del dragón carmesí.
Doromak se da media vuelta, pero en cuanto lo mira es golpeado salvajemente en el rostro y luego al estómago. Lo toma de la cabeza y salta con la rodilla en dirección al rostro para darle otro golpazo brutal. Todo ante la vista de Bautista. Steindra dirige su atención hacia Bautista mientras sigue con el castigo físico:
—Vete al refugio. Esta pelea no te incumbe ni siquiera como espectador. Anda, vete. —dice con calma.
—C-Claro. —responde Bautista sin hacer ninguna preguntar. Se pone de pie y corre de regreso.
—¡Ah no, no lo harás! —exclama Doromak y aletea sus alas y extiende sus garras para alcanzar al chico. Sin embargo, es obligado a retroceder cuando Steindra se pone en el camino. —¿Qué crees que hacer?
—¿Tu qué crees?
—Pensé que estabas de nuestro lado. —dice decepcionado y furioso.
—¿Sí? ¿Cuándo?
—¡No juegues conmigo basura!
Al decir eso, Doromak agita sus alas para impulsarse con violencia. Toma a Steindra a la altura de la cadera con ambos brazos y lo lleva hacia las alturas llegando a ascender a más de 5km. Se eleva tanto que es casi imposible que pueda vencerlo sin un par de alas. Detrás de ese manojo de violencia, ira y odio, Doromak es un guerrero con gran destreza y análisis de batalla. Sabe que hasta el momento los ataques físicos de Steindra son muy fuertes, pero hay algo más que ha olvidado.
Steindra no se deja intimidar así que sonríe y retrocede su cabeza y luego le golpea en medio de la cara a Doromak. Esto ocurre varias veces hasta que pierde fuerza y ambos caen al suelo:
—Eres un desgraciado infeliz. —exclama Doromak cuando Steindra se aferra al dragón carmesí. —¡¿Qué crees que haces?!
—Simplemente evito morir solo. —responde.
—¡¿Es una maldita broma?! ¡¿acaso eres idiota?!
—Puede que sí.
—¡Agh, maldita sea!
No le queda de otra más que extender sus alas y hacer que los dos terminen cayendo sobre el techo de un edificio todos sus pisos hasta impactar contra el suelo y generando una pequeña lluvia de escombros y polvo.
Ambos salen despedidos con la fuerza de sus piernas. Una vez logran estabilizarse en el suelo chocan sus puños con una fuerza monstruosa. Es tan grande el impacto que se forma una onda expansiva. Escombros, polvo, tierra y vidrio, así como distintos objetos salen volando.
Doromak usa un combo para atacarlo que consiste en dos puñetazos seguidos dirigidos hacia el rostro, luego uno desde abajo y finalmente usa la cola con la que finalmente asesta de lleno en el rostro.
Cuando desequilibra a Steindra lo toma por detrás de la cabeza y avienta contra el suelo hundiéndole el rostro sobre el pavimento y agrieta la zona del impacto:
—No debiste regresar maldito demente. —reniega Doromak.
—Haber regresado o no ¿tiene importancia ahora? —pregunta Steindra. Acomoda su cabeza al moverla a un lado y mira a Doromak. No se ve temor, ni culpa, ni ningún otro sentimiento. Le da asco pensar que ese dragonoide fue capaz de igualarlo y hasta superarlo en algún punto.
—¿Qué?
—Tal parece que dejarme ir no fue algo al azar. Seguramente lo sabes.
—No entiendo lo que dices.
—A lo que me refiero es que todo tiene un porque, y tengo que saberlo.
—¡Jajaja! ¡¿acaso perdiste la cabeza?! ¡eres un traidor! ¡¿ahora pretendes saber el porqué de una decisión que tomó el emperador?!
—Si, eso quiero saberlo.
—Maldito infeliz demente.
—No tengo porque ocultarlo. —responde Steindra.
Mientras tanto, la cola del dragón amarillo enrolla sutilmente la pierna de Doromak sin entrar en contacto. La conversación se torna cada vez más agresiva por parte del dragón carmesí con cada pregunta, cada palabra que sale de la boca de Steindra.
Doromak presiona la cabeza contra el suelo con mayor fuerza. Sin embargo, el dragón ni se inmuta. Sigue mirando desafiante al poderoso destructivo.
Decepcionado, el dragón carmesí levanta su cola con la punta apuntándole al cuello de Steindra. Su objetivo es claro, matarlo de una buena vez ya que no lo ve útil para el ejército de Dramonzuk:
—Sigues siendo una escoria sin valor, tampoco un objetivo claro. No eres más que una existencia innecesaria. Muérete. —prepara su cola y extiende hacia el cuello de Steindra.
—Oye ¿no habrás olvidado algo importante? —pregunta el dragón amarillo.
—¿Huh?
La cola de Steindra se aferra con fuerza a la pierna de Doromak y lo desestabiliza ocasionando que la punta de la cola impacte contra el suelo. Luego se reincorpora y usa su propia cola para aventarlo contra el suelo varias veces. Doromak es tomado por sorpresas ante la destreza de su oponente en batalla.
Steindra yace imperturbable de pie y casi sin un rasguño. Todo lo contrario, Doromak tiene el rostro con heridas sangrantes, unas costillas rotas, el hombro dislocado y un ala magullada:
—Si, sería un tonto si no reconociese que tienes aun la fuerza y capacidad perfecta para el combate. Por algo fuiste parte de los destructivos cinco y nuestro líder. Dime, maldito tonto, ¿Qué fue lo que ocurrió para que decidieras irte? Recuerdo que hasta el señor Dramonzuk te tenía en alta estima, pero de un día para el otro acabaste herido, humillado y obligado a irte lejos de Buenos Aires.
Steindra se niega a responder porque ese momento fue muy difícil para él ya que perdió su razón de ser, aunque surgió algo que lo motivó a continuar a pesar de todo. En los últimos tres años se vio como su existencia adoptó un nuevo significado al conocer a ciertos supervivientes del Vaticano. Desde entonces se dedicó a protegerlos a ellos y a muchas vidas civiles del continente asiático y africano. Tanto como pudo salvó incontables vidas de las garras y fauces de los dragones:
—Solo puedo decirte que el significado de mi existencia, destruido por Dramonzuk fue restaurado por alguien más y ahora tengo mi vida a la entrega de algo más que acabar con vidas inocentes.
—¡Ja! ¿Cuál es el nuevo significado de tu vida ahora?
—No tengo por qué decirte.
—Tienes razón. Me importa una mierda.
Doromak expulsa su poder mágico con la forma de llamas carmesí. Extiende sus alas y de la cola salen pues. Sus escamas se levantan para darle forma de armadura y sus ojos emiten resplandor igual de intensos que su color característico:
—Esta forma la he estado perfeccionando para algún día poder vencerte. —exclama Doromak con orgullosa expresión.
—Te esmeraste bastante. —reconoce los esfuerzos del que alguna vez fue su subordinado. —Así como tu representas el poder y la fuerza…yo por otro lado…—debajo de sus escamas doradas sale vapor que endurece toda su piel.
—¡Si, así quería que fuera! ¡por fin te mataré como es debido! ¡sin juegos, ni intervenciones, ni nada estúpido! ¡los dos en nuestro máximo poder!
La atmosfera se vuelve densa, fría y podría hasta volver loco a los mas valientes. Doromak contrae sus músculos para afinarlos. Ahora su apariencia es mucho más delgada, pero con la dureza suficiente como para pelear en igualdad de condiciones frente a quien es el dragón de la fortaleza. Steindra, por su parte, sigue expulsando vapores debajo de sus escamas. Esto puede parecer algo ilógico, pero cumple la función de aumentar la potencia de su cuerpo y superar la fuerza de su rival.
Se ponen en posición con sus puños cargando energía mágica y las intensiones asesinas de matar al otro.
El suelo tiembla y resquebraja. Los dragones circundantes se intentan alejar a toda prisa por la intimidación que produce la expulsión del maná proveniente de los dos. Mientras Doromak está iracundo y con ansias de romperle el cráneo, Steindra se mantiene sereno con la atención puesta en no solo el puño sino también cola, alas y pies. Confiarse en que usará solo un arma es un error bastante grosero por lo que desconfía de Doromak.
Inhala y exhala con calma. Doromak grita con fuerza y se impulsa hacia Steindra, mientras que él hace lo mismo. Sus colas se arquean para usarlas en algún punto del intercambio de golpes:
—¡Muérete imbécil! —dice Doromak con el rostro cubierto de sangre y una oreja partida a la mitad.
Justo antes de que choquen sus puños y vuelen todo a su paso, una figura desciende de las alturas interponiéndose entre ellos y deteniendo el impacto final. Lógicamente se producen dos estallidos que levanta polvo y roca por los aires y revienta vidrios y manda a volar autos varios metros lejos de donde se encontraban.
Steindra no se inmuta al ver a quien se encuentra frente a ellos. Su expresión no cambia, pero en cierta manera está contento, se ve en sus ojos. Una mujer hermosa, de cabello largo y negro, cuernos oscuros, alas extensas y afiladas garras carmesí adornan sus manos. A diferencia de Doromak y Steindra, esa criatura tiene más apariencia humana a pesar de ser una dragonoide. Su presencia causa precaución en Doromak, pues no consideró que ella intervenga en la pelea.
—Steindra. —ella lo mira con cierta decepción que no logra ocultar.
—Erezzia.
—¿Qué se supone que haces aquí? Tendrías que estar lejos. —indaga Erezzia.
—Si, lo se. —responde manteniendo la calma.
—Y aun así estás peleando contra Doromak en territorio del emperador.
—Si.
—Se te dio una oportunidad y dos opciones muy claras. Morir por su mano o abandonar estas tierras sin la oportunidad de volver a estar frente a él y con todo lo que conlleva. Inclusive la pérdida del liderazgo de nuestro grupo.
—No hace falta que me lo recuerdes. —exclama rascándose la parte trasera de la cabeza. — Se lo arriesgado que es.
—Parece que sabes lo que haces. Asumo que entiendes lo que pasará contigo ahora que estas aquí.
—No me interesa.
—Vaya, suenas desafiante y bastante altruista para venir de alguien que mató a muchos monstruos incluyendo a sus propios subordinados de rango inferior. —ella lo mira y no evita recordar el gran respeto que le tenía. Ahora solo ve lo que alguna vez fue. Hasta la forma física de Steindra causa pena y no tanto odio. —Bien. —se da media vuelta y camina unos pasos. —Doromak, retirémonos.
—¡¿Qué dices?! ¡no pienso abandonar esta pelea! —exclama el dragón carmesí.
—Por más que te reúses vendrás igual. —extiende sus dos alas y da media vuelta enfocando sus dos ojos en Steindra. —¿Descubriste a quien darle tu lealtad? —pregunta antes de salir volando a gran velocidad. Ella recuerda que Steindra luchaba contra sus propias dudas y la moralidad de ser quien era y lo que debía hacer.
—Si y estoy más que dispuesto a darle la victoria a él y a su gente. —responde con serenidad.
—Entiendo. Me alegro mucho saberlo, pero tu vida dejará de existir por ello. —al decir esto, ella se siente desdichada y triste pues ambos fueron muy amigos en la época en que los destructivos cinco eran liderados por él.
—Lo se.
—Claro que lo sabes. Siempre fuiste consciente de que hay algo más allá que la guerra y dominación de otros mundos y siempre te opusiste a cómo hacemos las cosas. Al final resultaste ser un tonto, pero justo. —piensa Erezzia mientras abandonar el lugar junto con Doromak y sus quejas.
Erezzia suspira y da un ultimo vistazo ya por arriba de las nubes. Doromak, sin embargo, escupe y maldice a su antiguo líder:
—¿Qué te tiene tan molesto? —pregunta Erezzia.
—¡¿No es obvio?! ¡pude haberlo matado! —responde furioso.
—¿Seguro? Porque tal y como lo veo, ese ataque final pudo haber acabado contigo. ¿Sabes lo que son esas escamas doradas?
—Ahora que lo dices…jamás vi ese color en sus escamas.
—Se dice que los dragones con escamas doradas son los más resistentes. Al alcanzar un cierto grado de poder mágico siendo usado constantemente para endurecerse en combate, cambia a un color dorado. Si no hubiera intervenido solo habrías mandado a volar a Steindra unos cuentos kilómetros y acabado muy herido, pero al final se habría podido levantar. En cambio, tu podrías haber muerto con la mitad de tu cuerpo desintegrado. Esa es la diferencia que tienen.
—¡Tsk! Al final…solo estuvo jugando conmigo ¿cierto?
—Yo diría que es un tonto idealista que aún sigue respetando a quienes fueron sus aliados. Eso acabará matándolo.
Llegan hasta una larga y ancha avenida y en medio una estructura calcinada con forma de trono, rodeado por dragones de tamaño descomunal y una figura aparentemente humana se encuentra sentada allí con una de sus piernas cruzada sobre la otra, el mentón apoyado sobre su puño y una mirada penetrante capaz de doblegar a monstruos de poder inimaginable.
Apenas lo ven, Erezzia y Doromak descienden hasta el suelo e hincan la rodilla y el rostro mirando hacia abajo rindiendo respeto y sumisión. Están frente al emperador Dramonzuk, quien adoptó apariencia de humano una vez destruyó ciudades, devastó países y aisló continentes. Se había sentido atraído por la esencia humana.
Los mira a sus subordinados como si fueran dos gusanos, competentes, pero gusanos al fin. Aún así se fija en su seguridad puesto que comparten raza y para Dramonzuk eso es algo importante. Junto al emperador se acerca un dragón sin alas, delgado y de cuerpo largo trepándose por las paredes de un edificio cercano:
—Mi señor. —exclama ese dragón.
—Emperador, que gusto volver a estar en su presencia. —exclama Erezzia.
—Si, lo mismo que dijo ella. —reitera Doromak.
—Díganme, destructivos ¿Qué fue lo que encontraron que nos pueda interesar? —pregunta Dramonzuk con una sonrisa y detrás de él, los dragones alzándose en vuelo. Decenas de esas criaturas de tamaño colosal inundando los cielos y crenado ventiscas con el aleteo de sus alas mientras el color carmesí de las nubes se cubre de relámpagos negros. —¿Qué fue lo que averiguaron del paradero…de Martín?
Comments for chapter "161"
QUE TE PARECIÓ?