Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 162
- Inicio
- Limit Breaker: Conquistando Mazmorras
- 162 - Capítulo 5: Los rumores del cazador
Momentos antes del desenlace del combate entre Steindra y Doromak…
Bautista corre desesperadamente hacia el matadero mientras vuelan escombros por los aires y ráfagas de viento lo empujan con fuerza. Llega hasta una esquina y dobla por ella encontrando a Carlos de espalda, corriendo con los dos niños y Carla siendo transportados por él.
El panorama no es para nada bueno. Solo hay que correr. Sobrevivir otro día para no convertirse en carne de esas criaturas tan malvadas.
Acelera el paso hacia una puerta de la que desciende una escalera. A lo lejos se ven estallidos de energía mágica lo suficientemente poderosas como para desintegrar a humanos comunes y cazadores de rango bajo. Nadie quisiera estar cerca de esos dos colosos mientras se debaten entre la vida y la muerte a pura violencia.
Luciana se asoma saliendo del refugio subterráneo y mirando hacia ellos, empieza hacer gestos para que se apuren porque ve como la pelea es brutal:
—¡Vamos, vamos, rápido! —exclama Luciana.
—Haaa…haa…jamás en mi vida sentí tal peligro. —dice Carlos una vez llega con los tres a cuestas. —Luciana, nunca estuve frente a Dramonzuk pero si su poder es mayor al de ellos entonces…haa…tenemos que cuidarnos como nunca.
—Haremos todo lo que podamos. Solo entra y ponlos a salvo. —lo tranquiliza.
Bautista llega a la puerta del refugio. Luciana lo abraza con fuerza y tomándole la mano intenta llevar hacia adentro del refugio, pero su intento es en vano porque Bautista se queda mirando intrigado a Doromak ascendiendo por los cielos con Steindra:
—¿Bauti? ¿Qué pasa? —pregunta ella.
—Esa criatura…me salvó…—exclama Bautista.
—¿Qué dices? Tiene que ser un error.
—No puedo explicarlo, pero su voz y su mirada además evitó que el destructivo me matara de un golpe.
—¿Es eso posible? ¿un monstruo que nos ayude sin estar bajo el poder de la marca?
—Todo se está volviendo cada vez mas confuso. No quiero imaginar lo que está pasando más allá.
—Mejor regresemos al refugio. El maná que desprenden es muy intenso y está asustando a los civiles.
—S-Si, lo siento. V-Vamos adentro.
Luciana se lleva adentro a Bautista. Allí se encuentran con Carlos, quien acaricia la cabeza del joven hasta dejarle el cabello desalineado. Sonríe y ambos chocan sus puños en señal de plena confianza. Mientras, Luciana lo regaña a Bautista por haberse ido solo y sin avisar. Luego ella lo vuelve a abrazar y murmura cuando desea que haga caso y no se aleje tan seguido a lo que Bautista responde con una mueca de vergüenza por hacerle pasar por tanto a la joven. La hermandad que hay entre ambos es conmovedora:
—¿Estos son los niños y la chica que mencionaste? —pregunta Luciana.
—Si. Carla, Thiago y Juan. —responde Bautista.
—De acuerdo. Haré que los lleven en la zona de cuidados. No creo que haya mucho lugar, pero haremos algo al respecto.
—Gracias Lu.
—¿Qué tienes?
—¿Qué?
—Sabes de que hablo. No pareces el mismo de siempre. ¿Descubriste algo?
—Yo…no estoy seguro, pero ellos vienen de un refugio. Tengo que saber de cual provienen.
—¿Piensas que así podrás saber si vienen del Pedro Bidegain? Haaaa…sabes que paso en el monumental, la bombonera, y el estado de Ferro. Muchos estadios fueron blanco fácil para los dragones. No creo que…tú sabes Bauti.
—Si, lo sé, pero me gustaría tener esta esperanza o me volvería loco.
Entonces, una voz hace eco en su corazón con la respuesta clave que jamás esperaba:
—¿Te refieres al refugio del San Lorenzo? —pregunta Carla.
—¿Huh? —Bautista se da media vuelta y ve a Carla. —¿Carla?
—Lo siento Bautista, no venimos de ese refugio. —dice de manera tajante, pero sin ocultar su angustia por tener que darle tal noticia.
Luciana se acerca a ella y sostiene al notar que está débil por no haber comido ni dormido bien durante muchos días. Solo usaba su tiempo a pleno protegiendo a los niños:
—Carla ¿Por qué no vienes conmigo? Te daremos una cama y un poco de comida y agua. Los niños también tendrán su parte. Estarán a salvo, se los prometo. —dice Luciana.
—Muchas gracias, Luciana. Solo me gustaría decirle una cosa a Bautista. —exclama Carla.
—¿Sí? —dice Bautista.
—No creo que sirva de mucho, pero escuché de un grupo bastante numeroso de supervivientes siendo guiados por una persona de cabello negro. No se nada más que eso.
—Eso es algo. —exclama Carlos.
—Si. Muchas gracias. —dice Bautista con una sonrisa.
Luciana acompaña a Carla de regreso para que duerma un poco mientras que Bautista y Carlos hacen guardia en la entrada. A pesar de la insistencia de Carlos para que el chico descanse ya que tuvo una odisea para regresar al refugio, este se niega ya que necesita confirmar algo respecto al monstruo dorado que lo salvó y ahora pelea contra Doromak.
Carlos asegura que si hubiera algún indicio de lo que dice Bautista entonces puede que se trate de un caso muy aislado, aunque también puede que sea algo parecido a los familiares de Martín como Arakneida o Lorkamos y aún así desconfía de eso.
De repente se oyen golpes sutiles contra la puerta del refugio. Carlos alza sus puños y tensa el cuerpo con la mirada de un depredador feroz. Su sed de sangre es intensa con tal de proteger a los del refugio. Bautista, por su parte, se para sobre la caja frente a la salida del lugar y cierra sus ojos. A pesar de no poder usar su magia de sonido tiene cierto entrenamiento para poder escuchar con mayor agudeza y detenimiento:
—¿Qué detectaste? —pregunta Carlos.
—Una respiración calmada, aunque también siento como si su cuerpo estuviera volviendo a un estado de reposo.
—Dices eso como si supieras quien está del otro lado.
—Tengo mis sospechas. —exclama Bautista muy nervioso.
—Al parecer no tendremos un buen día.
—Me parece que no.
Bautista traga saliva y toma la manija de la puerta con su mano. Mira a Carlos y este asienta con la cabeza para asegurar que está listo, entonces gira la manija y abre la puerta hacia afuera encontrándose con el dragón dorado con cuerpo similar al de un humano. Su mirada es serena y no parece que tuviera heridas muy graves tras ese enfrentamiento brutal con Doromak.
Lo primero que hace Steindra es mirar a Carlos y luego a Bautista. Se muestra aliviado al verlo sano y salvo. Golpea con su cola el suelo y rasca la parte trasera de la cabeza buscando las palabras adecuadas para presentarse y no parecer hostil.
Carlos cierra abruptamente la puerta dejando a Steindra completamente impactado a la vez que preocupado de haberlos asustado. La realidad es que Carlos no lo entiende y siente que es peligroso interactuar con él. Bautista le dice con total seguridad:
—Si él quisiera destruir el refugio jamás me habría salvado. Hasta enfrentó a un aliado para ayudarme. Escuchemos que tiene para decir.
—Haaa. —suspira. —No puedo ir contra esa lógica, pero dudo que los demás estén cómodo.
—Me vasta con que podamos escucharlo.
—Está bien. —vuelve a la puerta y la abre. Se encuentra cara a cara con Steindra y este no sabe que decir. Hace muecas torpes y cómicas.
—Eres Steindra ¿cierto? —pregunta Bautista.
—Así es. Yo…siento mucho si los asusté. —exclama el dragón dorado.
—No…te preocupes. —responde Carlos.
—Quiero darte a ti las gracias, Steindra. Por salvarme. También quisiera saber porque me salvaste.
—¿A…gradecer…me? —hace una mueca de confusión.
Carlos mira con desconfianza a Steindra. Cualquier movimiento sospechoso que haga, automáticamente significa que lo tendrá que enfrentar para defender a Bautista y al grupo de supervivientes. En cambio, Bautista se lo toma con tranquilidad y prosigue con sus preguntas:
—Hace unos momentos hablaste perfectamente nuestra lengua. ¿Puedes hacerlo ahora?
—Si, claro. —no duda. —Pero no creo que sea el momento ni el lugar.
—¿A que te refieres? —interviene Carlos.
—Aún acechan los dragones y a pesar de que mi presencia sea la causante de que no hayan hecho nada, por ahora, es necesario que comprendan que su posición ya está comprometida. En cualquier momento vendrán por ustedes.
—¡Y tu los trajiste a nosotros! —acusa el hombre señalando con el dedo a Steindra.
—No Carlos. Fui yo. Por mi descuido revelamos nuestra posición. —exclama Bautista. —Gracias por avisarnos, pero ¿Por qué lo haces?
—Ahora que soy parte de la resistencia…mi deber es velar por la protección de ustedes y todos los humanos de la zona en un radio de cien kilómetros.
—¿Cien kilómetros? Parece que no entiendes lo que abarca ese radio. ¿Tu solo vas a cubrir tanto? —dice Carlos.
—Nadie dijo que yo estoy solo. —responde con calma.
—No entiendo ¿hay mas dragones que se unieron a nosotros?
—Dragones y otros monstruos. Arañas, trolls de hielo, inclusive bestias y no muertos.
—Eso me suena de algo. —piensa Bautista.
—Tus suposiciones son correctas.
Bautista mira a Steindra una vez más y luego a Carlos. La expresión del hombre entrado en años de vejez hace un gesto de negación, reprobando lo que piensa el chico, pero la decisión al final recae en él y Luciana.
Ella se asoma por detrás y da un brinco hacia su amigo. Luego mira al monstruo y observa sin alterarse. Sonríe brevemente y la expresión juguetona se vuelve seria. Así como desde hace días se había vuelto seria y agobiada por tanto esfuerzo en el refugio y la llegada de su amigo le dio ese aire y descanso tan necesario, Steindra añade un poco de desconfianza y a la vez que esperanza porque sus palabras transmiten una sinceridad que se ve difícil en los monstruos.
Tras unos momentos evaluando a Steindra y sus verdaderas intenciones, Luciana decide que hacer y dando un paso al frente y quedándose parada cara a cara con él, exclama:
—Si lo que dices es verdad, tendremos que planificar una mudanza de casi cien personas y al menos veinte cazadores de rangos entre el F y el E. ¿Nos ayudarás?
—Para eso estoy aquí.
—Déjame preguntarte algo.
—Claro.
—¿Qué rango eres?
—Soy lo que ustedes calificarían como rango SS+.
—Tienes el poder de una nación. —dice Carlos con voz firme.
—Seguramente.
—Podrías tranquilamente arrasar con nosotros. —exclama el hombre con cierta hostilidad.
—Pero no lo haría.
—¿Cómo estarías tan seguro?
—Es algo que le prometí a él.
—¿A quién? ¡Dinos! ¡¿a quién?!
—Ya basta Carlos. —dice Bautista. —Continua Luciana.
—¿Puedes adoptar forma humana? —pregunta ella.
—En cierta forma si, podría. No gasto mucha energía mágica, pero sería diferente si usara habilidades en forma humana. Y para responder a tu pregunta…—mira a Carlos. —Se lo prometí a un humano muy especial entre todos ustedes. Ese capaz de doblegar a los emperadores y que en su estado actual está demasiado vulnerable. —explica.
—Imposible…—deja escapar Bautista. —¿Él…donde se encuentra?
—Lo siento, no puedo decirlo.
—¿Martín? ¿estás hablando de Martín? —se entusiasma Luciana.
—¿Hablas de ese Martín? ¿el líder del gremio Victory? —pregunta Carlos.
—Sus preguntas se responderán a su debido tiempo, pero por ahora hay cosas más importantes que priorizar. —su cuerpo empieza a mutar. Las escamas dan lugar a piel oscura y cabello rizado evocando a las rastas. Lamentablemente para Luciana, acaba viendo a un joven de unos veinte años completamente desnudo.
Luciana se da media vuelta y cubre su rostro, el cual ya está sonrojado. Carlos se apura para entrar al refugio en búsqueda de ropa mientras que la chica lo sigue para alejarse de esa fea imagen. Bautista ríe a carcajadas mientras que Steindra finaliza su transformación en humano de origen jamaiquino:
—¿Ofendí a esa joven? —pregunta Steindra.
—No se si ofender sería la palabra. Digamos que no es normal que una chica vea desnudo a un hombre. —responde Bautista.
—Pero no soy humano. Tomé la forma de uno.
—Si, pero…bueno, es complejo.
Carlos llega con un poco de ropa, una musculosa y pantalones de jean, y se lo da en las manos a Steindra sin intercambiar palabra alguna. Sigue sin confiar en el monstruo por un hecho que lo marcó de por vida, como cualquier superviviente que ahora intenta superar las perdidas y las pésimas condiciones de vida que tienen a causa de los dragones y Dramonzuk.
Después de que Steindra se vista, Bautista lo hace entrar al refugio con la condición de que no se acerque a los civiles ni cazadores a lo que acepta sin dudarlo. No quiere interrumpir la delgada paz que hay en ese triste sitio.
Por eso es llevado hasta un cuarto pequeño pero acogedor para el dragón ahora convertido en humano. Se adentra al cuarto y se sienta sobre el suelo húmedo y frio con ambas piernas cruzadas y apoya la cabeza contra la pared. Cierra sus ojos lentamente. Entonces, Bautista se asoma para hacerle unas preguntas.
—¿Estás cómodo?
—Es solo un lugar para descansar y si cumple su función mejor.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Ir al grano parece que es tu mayor virtud. Claro. Pregunta hasta saciar tu desconfianza y dudas.
—¿Dónde está él?
—Como dije anteriormente, no puedo decirlo.
—¿Por qué no?
—Es simple. Las fuerzas contra las que intentamos luchar…también buscan su paradero y harán todo lo posible para lograrlo. Te podrás imaginar hasta donde llegarán. Ellos no dudan, hacen sin remordimiento.
—Si, lo sé. Lo sé muy bien. —Bautista aprieta sus puños de solo recordar la sangre, fuego quemando carne y destrucción por todas partes.
Durante horas, tanto Steindra como Bautista conversan sobre otras cosas como las que hacen los humanos cuando están aburrido o buscar distraer sus mentes en tiempos de crisis. El dragón choca con una realidad que pasan los seres humanos y para sorpresa de Bautista, el monstruo se indigna y rasguña la pared con una fuerza penetrante que deja marca.
A la conversación se suma Luciana quien comparte un poco de pan negro, que tiende a durar mucho más que el común hecho en panaderías. El tiempo transcurre lento, pero de alguna manera disfrutan la conversación.
Desde la puerta a pocos metros se encuentra Carlos escuchando cada palabra que sale de esa habitación. Está intranquilo, pues los recuerdos de una familia que perdió por las llamas de los dragones siguen ahí, insistiendo con hacerle daño como un veneno ardiente en sus venas.
AVAVAVAVAV
En el obelisco tras el combate, Dramonzuk espera una respuesta por parte de Doromak, sin embargo, ni él ni Erezzia dicen algo y solo la mirada intimidante del emperador causa pánico en los dos destructivos. La decepción es algo que Dramonzuk no tolera y es raro que esos dos monstruos de alto rango cometan errores por lo que comprende que no hayan podido averiguar el paradero de Martín:
—Haaa…supongo que seguimos en el mismo punto después de cinco años apostados aquí. Necesito que lo encontremos lo antes posible sin más perdida de tiempo. —exclama Dramonzuk.
—Mi…señor…—dice Doromak.
—¿Sí? —lo mira imponente causando terror y a la vez que respeto en sus subordinados más poderosos.
—Él…traidor…ha vuelto y no tengo dudas de que está a favor de los humanos.
—Ajá. ¿Crees que eso supondrá un obstáculo para nosotros?
—¿Qué?
—Dime. ¿Nos dificultará la búsqueda del portador de la marca?
—Yo…no tengo duda de que es un insecto frente a todo su imperio y…
—¿Y tú Erezzia? —mira a la mujer que aún sigue hincada de rodillas.
—Mi señor, usted tiene todo el poder necesario para arrasar con sus enemigos.
—Dices eso, pero… ¡¿Por qué mierda no consigo asesinar a Martín y a sus malditas mascotas?! —grita, furioso y expulsando muchísima energía mágica por todas partes. Uno de los estallidos golpea en un dragón gigantesco y lo pulveriza. Se percata de que pierde los estribos, por lo tanto, se tranquiliza y vuelve a su trono con solo saltar hacia atrás y dos alas que salen detrás de la espalda se agitan regresándolo. —No dejen de buscar al humano capaz de ser un obstáculo y tan solo un error más y acabarán con ese pedazo de carne ahí atrás. —señala hacia el dragón que acabó sin vida tras recibir ese estallido de maná. —¿Entendido?
—¡Si, mi señor! —dicen al unísono. El temor en el semblante de uno y desesperación en el otro son los motores capaces de las mayores atrocidades posibles.
Erezzia y Doromak alzan el vuelo hacia el mar Atlántico. Erezzia va camino hacia Europa mientras que Doromak decide recorrer el continente americano con la certeza de que encontrará la guarida donde se oculta Martín.
No obstante, Dramonzuk no deja de sentir preocupación por la amenaza de Steindra quien ahora está aliado a los humanos y una constante resistencia en Norteamérica, Japón, Francia, Argentina y Sudán.
Comments for chapter "162"
QUE TE PARECIÓ?