Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 168
La esfera de calor que se formó en la palma de la mano de la criatura genera tanto calor y presión por su maná que toda forma de vida es vaporizada al instante. Steindra sabe que podría sufrir una herida mortal si golpea de lleno a su cuerpo, pero no le importa ya que la vida de seres inocentes, que para él tienen un valor incalculable para la tierra, están en peligro y su decisión es recibir cualquier ataque y golpe si es para protegerlos.
Doromak disfruta humillar al dragón dorado antes de disparar la bola de fuego. Su ira contenida por tanto tiempo bajo su mando, y el que haya sido vencido infinitas veces la expulsa sin que le interese lo que digan los demás.
Incluso Erezzia empieza a notar que el nuevo líder de los destructivos está perdiendo la cordura y lo toma del hombro para que se calme. Doromak entra en sí y sacude su cabeza. Luego mira a Alammor, Granikus y Dashbaran y ordena que se aparten, pues el ataque es muy peligroso y que al instante en que libera la esfera caliente de energía mágica pura, lo mejor es huir lo más rápido posible. Antes de que eso ocurra, Doromak piensa que lo mejor es tener una última conversación con su anterior líder, todo en frente de los demás:
—¿Por qué Steindra? Eras una colosal fuerza que respetábamos y seguíamos. Ahora mírate. Eres la sombra de lo que alguna vez fuiste. Intenta evitar que ese refugio de mierda sea destruido o que tu poder mágico no afecte a los de tu alrededor y por eso te contienes. ¿Acaso vale la pena haber traicionado a tu raza?
Sin embargo, Steindra permanece callado, no porque desafíe a Doromak, más bien porque no siente que tenga sentido responder a una decisión que él tomó y nunca se arrepintió ni se arrepentirá jamás:
—¿Así es como vas a terminar? Tirado en el suelo, sin ofrecer resistencia y tu nombre manchado entre las legiones del emperador Dramonzuk.
—Si…eso es lo que…me depara el destino…lo asumiré con gusto. —exclama Steindra. Su voz no refleja ira o frustración. La mirada es amigable, serena y casi como si demostrase que acepta su propia muerte. Esto irrita por demás a Doromak.
—Que imbécil eres. Podrías zafarte de esto y escapar para no volver a aparecer. Sabes que los humanos no te aceptarán por más que te plantes como el bueno de la película. Al final, nuestra existencia es tomar mundos y hacerlos nuestro. No protegemos, destruimos o conquistamos. Matamos o sometemos. Los cazadores nos dan caza o nosotros a ellos. ¡De eso se trata esto!
Entre los escombros, suelo, y arboles marchitos hay sangre seca de hace tiempo cuando los primeros ataques eran feroces y sin cuartel. Muchas personas no murieron solamente por las llamas de los dragones, sino por ser devoradas, mutiladas, atravesadas entre otras cosas. La sangre está por todas partes como símbolo de la matanza ejercita por las huestes de Dramonzuk.
Entonces, la sangre seca empieza a moverse y regresa a su estado liquido normal puesto que la composición sigue siendo la misma y una manipulación perfecta puede darle un uso concreto. La sangre se va acumulando en el aire formando secretas esferas y luego lanza con punta fina. Estas se ocultan mientras avanzan hacia donde están los dragones.
Ninguno se da cuenta salvo Steindra.
Una de las lanzas es enviada contra la espalda de Doromak. Sus escamas, al ser extremadamente duras, repelen sin problemas el ataque de la sangre solidificada en forma de lanza:
—¿Huh? —se da media vuelta el dragón al igual que sus compañeros. —¿Qué mierda es eso?
Detrás y por arriba de ellos encuentran cientos y miles de lanzas. Como si fuera producto del karma y venganza de los fallecidos por culpa de los dragones, todas las lanzas sangrientas apuntan a sus cuerpos. Erezzia averiguar de donde provienen y si su conjurador está cerca, pero en cuanto se mueve apenas, una decena de lanzas la siguen. Esto la detiene.
Granikus podría simplemente usar su cuerpo duro y blindado para aguantar los ataques y hasta proveerle a sus compañeros una manera de evitarlos. Pero no está en la naturaleza de esos monstruos la colaboración, sino la competencia y la lucha a muerte. Existen casos como el de Steindra, pero es la excepción a la regla y única.
Alammor piensa en escapar con su velocidad. Lastimosamente quien pierde de la situación es Dashbaran, ya que se encuentra fuera de su especialidad que es el mar. Su cuerpo al ser similar al de una serpiente, es de marcha lenta y a pesar de poseer escamas duras, un ataque continuo es peligroso.
Sin embargo, ningún intenta hacer algún movimiento sospechoso. Ven la peligrosidad de esas lanzas:
—Erezzia ¿puedes usar tu magia localizadora? —pregunta Doromak.
—Podría, pero tengo que moverme para eso. Además, no es tan eficaz como la de Steindra. Puede que el conjurador sea más poderoso de lo que parezca y esté a kilómetros.
—Si ese es el caso no tardará el emperador en darse cuenta de que un humano usa magia avanzada. —dice Alammor.
—Dudo mucho que el emperador esté por la región. —exclama Doromak.
—¿Por qué lo dices? —pregunta Dashbaran.
—Me contó hace unos días que debía regresar a Europa porque la resistencia allá está causando demasiados problemas.
—¿Te refieres a la antigua emperatriz salvaje y la sede de Victory en Europa? Maldita sea. Alianza entre humanos y monstruos, me da asco y nauseas. —exclama Erezzia.
—Por ese motivo es que estas cucarachas pueden dar rienda suelta para usar sus poderes mágicos. Ratas astutas. —dice Doromak.
—¿En serio crees eso? —dice Steindra.
—¿Huh? ¿Qué tanto balbuceas? ¡¿acaso no ves que te voy a freír?! —dispara la bola de fuego hacia la espalda de Steindra sin pensar bien las cosas.
Como si el tiempo se detuviera, una figura llega desde el estadio portando una guadaña carmesí de sangre. Esta se lleva las miradas de los dragones y Steindra, quien no sabe de que se trata. Si es amigo o enemigo.
Pero en el instante en que la esfera es disparada, todas las lanzas la envuelven y ejerciendo toda la fuerza ascendente posible alejan de la superficie rumbo hacia arriba, unos cinco kilómetros en los cielos donde estalla violentamente y genera ondas expansivas abrasando las nubes y por unos momentos, envuelve en llamas.
Los ojos de Doromak dirigen su atención hacia una joven de no más de quince años con vestido largo negro, ojos carmesíes y cabello plateado. Porta una extraña guadaña más grande que ella en tamaño. Por más que se vea inocente, su poder mágico es intrigante. Dashbaran se acerca con su tridente en mano apuntando a la chica:
—Mocosa humana ¿Cómo te atreves a interferir? ¡¿acaso no sabes quienes somos y lo que somos capaces?!
La chica sonríe. Dashbaran se siente nervioso al ver esa expresión tan extraña en una chica humana.
Una figura se asoma por un costado y da un salto sobre el dragón serpiente. Le da una fuerte patada en el rostro que lo tumba contra el suelo.
Luego otra figura se acerca sospechosamente silenciosa por detrás, lo rodea con ambos brazos y empuja hacia atrás. Una perfecta movida “german suplex” que lo toma por sorpresa a Dashbaran.
Junto a la chica, llega otra joven manipulando varias esferas de agua del tamaño de una pelota de tenis. Las esferas generan energía mágica que al introducirse dentro de la boca de quien ella desee, puede curar fática y heridas:
—¿Crees que esto funcione? —pregunta Luciana con nerviosismo.
—Confíen en mí. El trabajo de ustedes ya está hecho aquí. —responde la chica.
—¿Podrías decirme tu nombre? —pregunta Luciana.
—Soy Cromana. Familiar de Martín y principal comandante de la Resistencia en Buenos Aires.
—Yo creo que lo hicimos enojar. —dice Bautista mientras retrocede hasta Luciana y Bautista.
—A lo mejor tendríamos que haber atacado con más fuerza. —se lamenta Carlos.
—No se preocupen. Pudimos rescatarlo. —dice Cromana.
Al haber robado la atención de los dragones, Steindra pudo aprovechar y moverse velozmente para escapar de su aprisionamiento. Regresa con los cazadores y Cromana. Aún siente pesadez en su cuerpo por la presión que ejerció esa esfera tan cerca de él:
—¿Estás bien? —pregunta Bautista.
—Un poco agotado, pero dentro de todo, estoy perfecto. —responde Steindra, levantando el pulgar hacia arriba.
—Me alegro mucho. —exclama Luciana.
—Si, no nos hagas preocupar de esta forma. —dice Carlos.
—Si…—el dragón se siente complacido y feliz porque los humanos estén preocupados por él. —A todo esto…Cromana ¿Qué haces aquí? ¿no estabas en el refugio del Cabildo?
—Estaba, hasta que recibí la petición de venir hasta aquí.
Doromak, claramente furioso, vociferando y en el proceso llamas se filtran de su boca, camina hacia ellos con las alas extendidas. El brazo que Granikus había perdido ahora se empieza a reconstruir debido a su naturaleza elemental de roca y lava. Dashbaran, es quizás el que está en un estado de mayor furia porque recibió golpes por parte de humanos.
La humillación es tremenda.
Erezzia usa su magia localizadora para buscar a más cazadores que resulten ser problemas. En la zona no encuentra nadie, pero a varios kilómetros hay presencia de humanos acercándose a toda prisa, hasta que su magia localizadora deja de seguirles el rastro y los pierde. Esto la consterna:
—Que…extraño. —murmura.
—¿Qué cosa? —pregunta Alammor.
—Usé mi magia localizadora. Había encontrado un grupo pequeño de humanos, pero en cuanto los ubico, ellos desaparecen. No entiendo que sucedió. —exclama Erezzia con mucha frustración.
—¿Dónde se encontraban? —pregunta Doromak.
—¡Aaaaahhhh! ¡¿a quién carajos le importa?! ¡los voy a matar a todos malditos desgraciados! —grita, furioso Dashbaran y agitando el tridente apunta hacia los cazadores.
Cromana sigue sonriendo. Deja en pie la guadaña colocada sobre el suelo y levanta su mano. Chasquea los dedos y en un instante, el cuerpo entero de Dashbaran es atravesado desde adentro por púas de sangre matándolo al instante.
Los dragones quedan en shock y confundidos a excepción de Doromak. Él se dio cuenta apenas cuando Dashbaran cae al suelo sin vida.
Cuando Bautista y Carlos atacaron a Dashbaran, el dragón tenía una herida que no pudo sanar bien muy cerca de cuello por culpa de un cazador japonés que le logró cortar una escama. Esa herida, que, por descuido o vanidad del monstruo, hizo que los impactos tanto de Carlos como Bautista, permitieron que Cromana tuviera acceso a la sangre y así infiltrarla para obtener todo su sistema circulatorio.
En pocas palabras, Dashbaran cayó herido de muerte por su propia vanidad.
Para tomarlos desprevenidos, Dashbaran se levanta con sus últimas fuerzas, cubiertos de heridas, la barriga abierta y su cabeza apenas sostenida por el cuello, y ataca por detrás, aunque sea para llevar consigo a alguno de los humanos:
—¡Malditos, los maldigo, basuras, basuras, basuras! —grita fuera de sí.
Se oyen pisadas ligeras:
—Magia de Rayo…—una figura se asoma velozmente con una katana desenvainándose lentamente. —Corte destello.
En el instante en que desenvaina su espada y pasa por en frente de Dashbaran, la cabeza del monstruo se desprende y una fuente violenta de sangre sale dispara del cuello:
—Dashbaran…—Alammor se queda perplejo.
—Ese imbécil. No puedo creer que haya caído de esa forma. —dice Granikus.
—Fue un error tomarlos a la ligera. Si sabían sobre esa herida que ni nosotros, entonces…Doromak, tenemos que…—dice Erezzia pero es interrumpida cuando Doromak lanza un gruñido furioso y extiende las alas mientras expulsa mucho poder mágico. Apenas Cromana y Steindra logran proteger a los cazadores.
—Si, fue un error subestimar a estas cucarachas. No pasará de nuevo. —exclama el dragón carmesí. —Y tu…—dirige su atención hacia Cromana. —Te recuerdo. Eres esa vampiresa traidora. Al parecer los humanos se están llenando de traidores a sus emperadores. Son una plaga al final los humanos.
Doromak hace una mueca para que los demás rodeen a sus enemigos.
Cromana pisa el suelo y la guadaña sale disparada unos metros sobre ella y cae en la palma de su mano:
—Oshimura, sabía que serias el primero en llegar. —dice Cromana.
—La magia de rayo ayuda en estas circunstancias. Además, cumplí con mi promesa a Ichika así que podré regresar con ella a la resistencia en Japón. —exclama el espadachín.
—Me alegro por eso. ¿Los demás se tardarán mucho?
El líder de los destructivos se echa para atrás y prepara para disparar una llamarada mortal desde sus fauces. Alammor, Granikus y Erezzia esperan a que la barrera de sangre caiga ante el fuego de Doromak.
Entonces, cuando está por liberar la explosiva energía mágica en forma de llamas, un puño dirigido al mentón causa una explosión en la boca y cae al suelo. Gruñe, maldice por el dolor ejercido por su propio poder.
Alammor recibe el impacto de una lanza de hiel sobre su lomo y que lentamente va congelándole la superficie de su pie metálica:
—¿Qué mierda? —reacciona confundido.
Picos de arena salen del suelo apuntando a Erezzia. Solo reacciona levantando sus manos de manera pacífica. A diferencia de sus compañeros y líder, considera el camino diplomático mejor que desperdiciar fuerzas en la lucha. En otras ocasiones y si la situación lo obliga, ella resulta ser más letal que los destructivos:
—Evitemos la confrontación más de lo debido. —propone Erezzia.
—¡Que propuesta tan estúpida! ¡murió Dashbaran y Doromak acaba de ser golpeado por este idiota! —señala Granikus a una figura emponchada y con un sombrero.
—Lamento que hayamos llegado tan tarde, pero me alegro que no hayan resultado heridos. A partir de ahora…—lleva su mano al sombrero y se lo quita. Se da media vuelta y mira a Luciana, Carlos y Bautista y les sonríe. —nos encargaremos nosotros. —añade Julio.
—¡Que tonto eres hum…! —dice Granikus cuando es interrumpido por un mazazo directo a su cabeza que lo hunda contra el suelo.
—Hablan mucho. —exclama otra figura emponchada y de cabello largo que, al acomodar el mazo contra su hombro, se revela a Octavio, pero con la juventud aún visible y quemaduras en el cuerpo.
—Pero siguen subestimándonos. —exclama Macarena con la mano extendida y controlando las arenas que amenazas con atacar a Erezzia.
—Tienen dos opciones. Iniciar una batalla en la que los superamos numéricamente. —dice Lorkamos en su forma de troll, lejos de la del elfo de alto nivel.
—O escapar y dejarnos en paz. —dice María mientras llena de plantas, árboles y flores el estadio y enormes girasoles, que disparan energía mágica, apuntando a los dragones.
Doromak se levanta del suelo. Su boca está dislocada y expulsando humo añadiéndole una apariencia grotesca, pero sin problemas la acomoda cuando usa su mano para empujarla a su posición original. De frente tiene a un grupo y detrás a otro. Puede estar furioso y quiera matar a toda costa a Julio, pero no es para nada tonto. Una victoria sin costo es inútil y una derrota sería humillante y más aún con la tremenda baja de Dashbaran:
—Doromak, lo mejor sería tomar la opción de huida. —dice Alammor.
—¡¿Qué hay de nuestro orgullo?! ¡¿Qué hay de que nos…?!
—¡Nos apalearon Doromak y si no somos precavidos seremos los siguientes! —exclama Alammor con firmeza para que su líder entrase en razón.
—Alammor tiene razón. Acabaremos muertos y si haber podido servir al propósito de nuestro señor. —exclama Erezzia.
—¡Tsk! ¡carajo! —Doromak lanza una llamarada hacia el cielo simbolizando su frustración, engarfiado a su orgullo herido, y luego agita sus alas para alzar en vuelo. Mientras asciende por los cielos, su mirada se queda pegada hacia Julio, Bautista y Steindra, prometiendo aplastar sus cráneos por la vergüenza que le hicieron pasar.
La tensión se disipa y los cazadores se dan un respiro. Los cazadores del refugio de Mataderos caen con sus rodillas debilitadas incluyendo a Carlos, antiguo rey del octágono. Cromana saluda a sus compañeros del gremio Victory y presenta a ambos grupos. La calma regresa al refugio:
—Agradezco mucho todo lo que han hecho y estamos en deuda con ustedes. —les dice Julio a los tres cazadores de Mataderos. —Descansen y no duden en consultarnos todas las dudas que tengan. Hoy son los grandes héroes para la resistencia.
Después de esto, regresan al estadio Pedro Bidegain donde preparan la tienda de logística.
A petición de Bautista, tienen una reunión con Julio para que les explique la situación de la resistencia y fundamentalmente, que pasó ese día en que todo cambio para el mundo entero:
—¿No quieren descansar antes? Hay comida, agua y camas calientes. —exclama Julio, pero al ver que ninguno se ha movido y están en silencio, decide que lo mejor es compartir la información. —Para empezar, quiero que sepan que todo lo que se ha hecho durante este ultimo tiempo no fue en vano.
—¿En que sentido? —pregunta Luciana.
—Formamos una red de información con Arakneida a la cabeza, William Scott y Musume para que la resistencia se movilice sin tener que recorrer grandes distancias. Lo malo es que Martín sigue sin aparecer. Arakneida y Estela intentan que el enemigo no lo encuentre. Por eso la comunicación con ella es limitada y solo nos da indicaciones de donde abrirá un portal. De cualquier manera, estamos preparándonos. Todas las células en el mundo.
—¿Un ataque final? —pregunta Bautista.
—Es la idea, pero…—Julio se quita el poncho y muestra quemaduras que aún siguen ardiendo. —El camino fue difícil y siendo honesto, creí que cuando comenzó todo esto…haa…todo se puso patas para arriba. Ese día perdimos a muchas personas, aliados y amigos.
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