Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 171
En algún lugar del Extremo Oriente Ruso en una mina de “manaria”, mineral surgido por la constante aparición de portales en un mismo sitio lo que ha modificado los minerales locales otorgándoles un color marrón tan distanciado del azul o celeste tradicional en los cristales.
En su momento, los rusos impulsaron ferozmente estas minas, pero cuando los Estados Unidos mejoraron la extracción de cristales mágicos y los centros de refinamiento, las minas de manaria debieron cerrar. También se debe a que la manaria contenía menos cantidad de maná que los cristales refinados Occidentales.
Actualmente las minas son el único refugio ante el cataclismo que amenaza con borrar a la humanidad.
Como si se tratase de una burla, un grupo bastante peculiar yace reunido a un costado de los refugiados que engloban a más de seis mil personas.
—¡Que horrible esta comida humana, carajo!
—Cierra la boca o los humanos podrían escucharnos.
—¿A mí que carajo me importa? Podrías borrarlos de la faz de la tierra. Son seres inferiores.
—Contrólate ¿quieres?
—Haaaa, que complicado eres.
Se quejan y ríen, pero entre ellos hay uno con una gran molestia. Una derrota lo enfurece y nadie sabe de qué se trata:
—¡Aaaah, no puedo creer que hayamos fracasado! ¡¿Cómo se supone que lo veamos a la cara?! —balbucea molesto un hombre de cabello rojo y barba candado vestido con chaqueta de cuero y gran porte.
—Te preocupas por eso, pero él lleva tiempo sin aparecer. ¿No se suponía que iba a encargarse de Europa? Ahora parece que simplemente nunca llegó. —cuestiona una mujer muy hermosa de cabello negro, ojos carmesíes y orejas puntiagudas.
—¿Supieron que en América del Sur empezó a nevar cenizas? —pregunta un hombre de cabello plateado.
—Si, pero ¿Por qué tiene tanto interés por ese lugar? —pregunta la mujer.
—A simple vista nada y quizás sea un fenómeno aislado. —exclama el hombre colorado. —Pero si lo piensan, solo ocurriría si en verdad haya algo importante.
—¿El usuario de la marca? —pregunta un hombre robusto.
—Eso parece, Granikus. —dice el hombre colorado que se revela como Doromak.
La mujer, cuya apariencia no podría ser más característica como la de Erezzia, choca sus manos y vigilando que nadie los observase, manipula la fogata de ellos con movimientos circulares para formar un mapa de Argentina. Las llamas empiezan a flotar y girar hasta dar forma al país sudamericano.
Una vez el mapa se construye de forma mágica sin que ningún refugiado se dé cuenta, Doromak señala varios puntos potenciales donde llegue a ubicarse el humano. Sin embargo, el hombre de cabello plateado o Alammor cuestiona la mirada del dragón carmesí no por la dirección del grupo como la elite de Dramonzuk sino que la ceniza ha aparecido en varios lugares del mundo por lo que no se está completamente seguro de si Argentina es un foco principal o hay más como los Estados Unidos o Japón:
—¿Sabes algo más, Alammor? —pregunta Doromak.
—Hace unos meses en mi recorrido por China y las estepas mongolas me topé con una fuerte tormenta de ceniza. Al poco tiempo me encontré con el mismo fenómeno en la selva del Congo y lo mismo hace un mes en Costa Rica. —responde.
—¿Qué significa eso? —pregunta Granikus.
—Bueno, es una habilidad del emperador que se manifiesta para detectar algo o alguien y como medio para intimidar y mostrar la extensión del poder de él. Me sorprendió que en esos lugares las cenizas se hicieron presente.
—No creo que sea coincidencia que hayas estado presente cuando ocurrió ¿cierto? —duda Doromak.
—El emperador me ordenó revisar esos lugares pero que jamás usaría su habilidad de ceniza. Eso me hizo pensar que hay o había algo más en esos sitios.
—No puedo creer que el emperador nos esté ocultando algo. —se molesta Doromak. Siente que merece ser respetado por ser el segundo al mando de todo el ejercito de dragones.
Erezzia ve movimientos a un costado por lo que decide desaparecer las llamas para pasar desapercibidos. Luego cierra los ojos para analizar el perímetro completo del refugio y anticiparse a una futura complicación indeseable:
—A mi parecer lo estás tomando demasiado a pecho. Si el emperador decide ocultar información es porque no hace falta que nos ocupemos. —dice Erezzia.
—Estoy de acuerdo. Por algo nos reunimos en Buenos Aires a petición del emperador. —exclama Alammor buscando la calma del grupo.
—Haaa…supongo que tienen razón. —dice Doromak.
—Tengo la sensación de que estás molesto por otra cosa. Quizás… ¿tu incapacidad de asesinar a Steindra? —Alammor lo mira fijamente sabiendo que esas palabras podrían enfurecerlo más aún.
—Oye, oye, cuida tu boca. Soy tu maldito líder ¿acaso quieres que te masacre en este lugar? —dice Doromak mientras manifiesta un aura carmesí en todo su cuerpo y brotando de los ojos.
—Cielos, ya contrólense. —los regaña Erezzia. —Nos descubrirán.
—Al carajo estos humanos. Perdimos a un miembro. Haya sido o no su negligencia, era parte del grupo. Nos pintaron la cara con su muerte ¿y se preocupan por el orgullo propio? Que estupidez. —dice Alammor confrontando a todos sus compañeros.
Doromak sonríe sarcásticamente mientras se pone de pie y sacude sus piernas.
Las palabras de su subordinado plateado resuenan muy molestamente, pero con una verdad tan cruda que no puede pasarla por alto. Su negligencia como líder hizo que Dashbaran muriera a manos de unos refugiados a los que no tendrían que haber dejado vivos y para peor, tuvieron que retirarse de manera vergonzosa.
No cabe la menor duda de que su orgullo está herido por segunda vez y la única manera es erradicando al dragón dorado, así como arrasar con el refugio.
Sin embargo, la perdida de un poderoso monstruo de rango SS+ resulta inaceptable para Dramonzuk por lo que los nervios en el actual líder de los destructivos cinco está palpable. Quizás reciba un regaño feroz. Quizás sea vapuleado por parte del emperador o simplemente los erradique al verlo como un inútil y el liderazgo pase a otro.
Erezzia intenta poner paños fríos al asunto y para que Doromak deje de castigarse y en lugar de eso busquen los cuatro una respuesta:
—Discutiendo entre nosotros no va a solucionar nada. El emperador está quien sabe donde pero mientras tanto podríamos hacer nuestro movimiento para arreglar el fracaso al eliminar a Steindra así que compórtense como es debido.
—Cierto, muy cierto. Erezzia tiene toda la razón. Yo mismo me di cuenta que fracasamos, pero por ese motivo es que tenemos que usar ese fracaso como un nuevo enfoque a no repetirlo. —exclama Granikus.
Esas palabras por parte del dragón de lava y roco dan por sentado lo que tienen que hacer. Doromak se sienta, abandonando su postura agresiva para meditar mejor. Mientras que Alammor sonríe y golpea la espalda de Granikus y felicita su increíblemente brillante aporte.
Apenas se tranquilizan las cosas, ocurre un temblor que hace entrar en pánico a los refugiados. Los cazadores, compuestos por casi cien que van desde el rango A+ al C+, se concentran en la entrada con el fin de observar el fenómeno causante de ese temblor. Se encuentran con un creciente número de dragones moviéndose de un lado hacia el otro en la zona que actualmente está bajo muchos metros de nieve.
La influencia del poder mágico de Dramonzuk no causó cambios en algunas zonas del mundo y el este ruso no es la excepción:
—Parece que las fuerzas de expedición están barriendo la zona. —exclama Erezzia.
—Si. Creo que nuestro tiempo de descanso aquí ya se acabó. —exclama Doromak.
—Cielo y yo que quería dormir un poco. —dice Granikus mientras rasca su barriga y barba.
—Si quieres te dejamos aquí y te nos unes luego. —le propone Alammor.
—¡Ja! Ni, aunque estuviera loco. Los alaridos de los humanos me aburren. Además, necesito destruir o me oxidaré. —responde el grandote.
Uno de los cazadores se apresura hacia el grupo para corroborar que estuvieran bien. La preocupación por parte de los humanos con habilidades mágicas es tan conmovedora que irrita a los monstruos que adoptaron forma humana para infiltrarse:
—¿Se encuentran bien? —pregunta el cazador.
—Si, estamos bien. Gracias Yuri. —agradece Doromak.
—No hay problema Alexander. Por favor procuren no estar tan lejos del grupo.
—Lo tendremos en mente. —exclama el líder de los destructivos.
—Bien. Regreso a la entrada.
—Si.
Granikus suspira agobiado por tanta presencia humana. A diferencia de sus compañeros en el grupo, es un dragón inquieto y siempre tiene la necesidad de matar y devorar a cualquier criatura que considere inferior.
Si no fuera porque Doromak lo obliga a calmarse solo con la mirada, ya estaría atacando a diestra y siniestra sin dejar vivo a ninguno de los seis mil refugiados:
—¿No tendríamos que movilizarnos? Llevamos días aquí. —dice Erezzia.
—Esperemos un poco más. Nada nos dice que vayan hacer algo esos malditos. —dice Doromak.
—Aunque si fuera el caso…estar con estas patéticas criaturas es un asco. —exclama Erezzia con aversión. Tan solo ver a los niños correr, las risas de las personas y aquella esperanza nacida por la dura resistencia humana, hace que sus entrañas se agobien.
—Podríamos viajar al desierto de Mongolia. —propone Alammor.
—¿Qué hay ahí? —pregunta Doromak.
—Dicen que hay una antigua ciudad que fue descubierta a principio de este siglo. Sería interesante poder viajar hasta allí. Nunca está de más aprender sobre los humanos.
—¿Acaso tiene que interesarnos? Es solo una ciudad humana antigua. ¡Maldición! —vocifera el grandote Granikus.
—¿Podrías dejarme terminar de hablar? Ese lugar es demasiado importante para nosotros. —continua Alammor. —Ya que desde hace semanas ese sitio es lugar de un enorme campo de cenizas y una tormenta que no para de caer.
—Continua. —ordena Doromak.
—Bien. —dice Alammor y prosigue a dibujar un mapa sobre el suelo cubierto de arena negra y restos de cristales mágicos. Ese mapa consiste en trazos que dan forma a una ciudad construida por un pueblo antiguo que formaba parte del imperio chino en su apogeo territorial. —Todo este sitio está cubierto de cenizas. ¿Por qué el emperador tiene tanto interés en este lugar? Está abandonado, pero persiste usando su habilidad sobre la ciudad.
—Porque sospecha que algo o alguien se oculta y es necesario corroborar su paradero. Maldita sea, es posible que ese humano se esté ocultando en la ciudad. —exclama Doromak con sorpresa.
—¡Entonces manos a la obra y aniquilemos todo a nuestro paso! —se pone de pie Granikus y eleva la voz como si fuera una declaración de guerra.
Doromak se cubre el rostro, pero no da vergüenza o preocupación sino más bien del entusiasmo por corregir sus errores. Sonríe feliz. Erezzia y Alammor se paran y esperan por lo que decida Doromak aunque para ellos la decisión de su líder está tomada:
—Como ya recuperamos energía ¿Qué les parece ir hasta el desierto de Mongolia y arrasar con todo a nuestro paso? —pregunta Doromak.
—No tienes que decirlo dos veces. —exclama Granikus mientras su cuerpo aumenta de tamaño y desprende un aura masiva que hace temblar el lugar.
De aquel refugio en el extremo oriental ruso nunca más se supo algo. Solo una explosión seguido de un cráter tan inmenso que es posible verlo desde el espacio. Más de cinco mil refugiados murieron devorados, calcinados y desmembrados y el resto por radiación del enorme poder mágico que los civiles no pueden soportar.
Los destructivos cinco avanzan sobre terreno virgen y árido rumbo a una ubicación obtenida por Alammor con la esperanza de encontrar a Martín y por fin darle caza tras varios años sin poder matarlo.
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