Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 173
William se apresura a recibir la comunicación con Buenos Aires. El aparato es una vieja radio usada por la marina de los Estados Unidos. Esto es debido a que los aparatos de comunicación actuales usan demasiado poder mágico y atrae a Dramonzuk por lo que los museos se convirtieron en sitios ideales para obtener recursos militares vitales.
Joe lleva al grupo al cuarto donde está la radio y hay varios ex militares, unos cinco, que trabajan constantemente para comunicarse con otros refugios del país con cinco aparatos que apenas funcionan.
Cuando ven al cazador se levantan de sus sillas y alcanza su mano hacia la frente en señal de respeto a una persona con muy alto rango para el ejército y la nación. El cazador se siente halagado y ruega que no se detengan en sus labores. El tiempo apremia para cualquier. Joe le hace un gesto para que se acerca y le entrega el viejo comunicador usado a principio del siglo XXI:
—¿H-Hola? Aquí alfa 187640. Soy William ¿con quién me estoy dirigiendo?
—¿William? ¿eres tú?
—Si. Hable más fuerte y claro por favor. Hay demasiada interferencia. Apenas podemos escucharte.
—Aquí beta 728045. William, soy Julio de Victory.
—¿Julio? Que gusto escucharte. ¿Qué sucede? ¿está todo bien por allá? Intentamos comunicarnos hace unos días, pero ha habido interferencias constantes.
—Si, todo bien o al menos por ahora. Escucha, no tenemos mucho tiempo por lo que voy a ser lo suficientemente claro.
—Entiendo. Te escuchamos.
—Bien. En un par de días vamos a retomar capital federal que me imagino sabes que Dramonzuk fijó su centro de dominio aquí.
—Ya veo, pero ¿están seguros de eso? Es decir, ¿tienen algún plan o algo?
—Se podría decir.
—No suenas muy convencido. ¿Hay algo más?
En un instante, la radio se queda en silencio bajo la lluvia de interferencia provocada por la radiación externa. William mira a Joe y este ordena al personal que lo arreglen lo más rápido que puedan. Jeff se queda pensativo y sale de la habitación, encara hacia la salida del refugio subterráneo donde está Jerry jugando con varios niños.
Morgan se queda con William. Ella trata de ayudar puesto que tiene cierto conocimiento sobre radios por lo que su apoyo en ese campo es crucial.
La señal vuelve escuchándose a Julio repetir una y otra vez:
—William, cambio. ¿Estás ahí?
—Si, aquí William. Dime.
—No tengo mucho tiempo así que escúchame con cuidado. Los comandantes de Dramonzuk se están moviendo peligrosamente.
—¿Los destructivos cinco? ¿no se habían ido lejos?
—Si. Según nuestra información, se fueron de Sudamérica, pero me preocupan dos monstruos en concreto.
—¿De qué hablas?
—Steindra ¿lo conoces?
—El dragón dorado. Si, lo conozco. Nos prestó ayuda hace unos meses.
—Él nos contó sobre dos dragones humanoides bastante peligrosos que no se suelen mostrar a menos que Dramonzuk lo requiera.
—¿Dices que están por fuera de los destructivos cinco? ¿más poderosos?
—No lo creo, pero ellos se dedican a matar cazadores no a conquistar territorios.
La transmisión se corta abruptamente.
Una sensación de preocupación recorre la mente del estadounidense. Los dos dragones mencionados por Julio es un nuevo tipo de enemigo que nunca han enfrentado, ya que el emperador dragón no tuvo necesidad de usarlo salvo en situaciones concretas.
Solo dos veces han sido usados y esas dos ocasiones nadie sobrevivió.
El enorme semblante de William se ve empequeñecido ante el misterio que significan esos dos nuevos enemigos. Sale de la habitación de comunicaciones. Está pensativo, casi no se fija hacia a donde se dirige hasta que Morgan lo saca del transe tomándolo de su hombro.
Viene siendo bastante común encontrarlo con esa preocupación pero que no se diera cuenta de los alrededores es bastante particular. Los gritos de Joe a los demás ex militares para trabajar mejor en las comunicaciones y no pasar vergüenza con William se escuchan resonando en todo el lugar. William asienta con la cabeza y Morgan regresa a donde están las radios para tranquilizar a Joe.
Los refugiados salen de sus habitaciones y descanso, atraídos por los gritos. William sonríe y asegura con su presencia que todo está bien.
William se gira y camina hacia la salida para respirar un poco de aire y hablar con Jeff y Jerry y los cazadores que están vigilando. A medida que se acerca escucha la lluvia caer torrencialmente. Los cazadores están dentro y no afuera. Eso resulta extraño.
Entonces, ve a Jeff y Jerry mirar también desde el lado de adentro:
—Jeff ¿Por qué están dentro?
—William, esto es lluvia radiactiva. —exclama en shock.
—¿Qué?
—No solo es radiactiva, sino que en cierta forma neutraliza el poder mágico. —irrumpe Jerry igual de impactado que Jeff.
—Imposible. —dice William y camina hacia las afueras. Los cazadores intentan advertirle, pero hacer eso con el antiguo héroe americano es inútil para la gente común.
La lluvia toca su cabeza y luego su piel. Lo siente raro. Lentamente siente como si su cuerpo perdiese fuerza y vitalidad:
—Esta lluvia no es ordinaria. —piensa William. —¿Acaso es por…? ¿huh? —mira hacia arriba, en la azotea de un edificio donde hay dos figuras observando. —Claro, malditos hijos de perra. —añade. Luego gira hacia los cazadores. —¡Ataque enemigo! —grita con fuerza.
Las dos figuras sacuden sus alas para subir un par de metros y con un último aleteo fijan su avance hacia donde están los cazadores. William alza su vista, viendo que ya están a medio camino. La velocidad de esas dos criaturas queda en evidencia, pero no cuentan con que se enfrentan a un cazador considerado como el segundo más fuerte del planeta.
Antes de que impacten con sus puños en dirección a William, este choca entre sí los nudillos y con ese golpe se desprenden destellos eléctricos:
—¡Magia de Rayo: Martillo de Thor!
Los puños se envuelven en energía mágica eléctrica color azul y luego aprovecha para lanzar el primer golpe. Uno de los dragones con aspecto azul recibe de lleno el puñetazo que lo manda a volar varios cientos de metros, atravesando decenas de edificios uno tras otros.
El otro, de apariencia menos agresiva y color marrón claro, esquiva el ataque y con la cola agarra el brazo de William, tomándolo desprevenido y lo arroja varios metros sobre el suelo.
Jerry corre hacia afuera del refugio y con la vista hacia arriba se agacha y da un salto lo suficientemente poderoso como para llegar hasta el dragón y tomarlo de la cola y arrastrarlo de regreso al suelo. Lo avienta con fuerza contra el suelo, destrozando el concreto con el cuerpo. Luego, sosteniéndolo por la cola, gira varias veces y suelta contra un edificio el cual atraviesa de un lado hacia el otro:
—¡Carajo, jamás imagine que estos bastardos ya estuvieran aquí! —dice William una vez vuelve al suelo con una caída limpia.
—¿A que nos enfrentamos ahora? —pregunta Jeff.
—Dragones. Sin duda rango SS+. —responde William.
—Y son bastante duros. —añade Jerry sintiendo dolor en los nudillos.
—No nos contengamos. —dice Morgan acercándose con una intensa sed de venganza y sonrisa en el rostro.
—Puede ser contraproducente. Dramonzuk puede sentir nuestra energía mágica. Recuerden que el planeta entero es su mazmorra. —advierte Jeff.
—Jeff tiene razón. Busquemos otra manera. Además, esta lluvia radiactiva no nos dejará pelear a plenitud. —exclama William.
—Tiene sentido. Ahora me siento muy somnoliento. —comenta Jerry.
A unos kilómetros, el dragón azul hace estallar los escombros y agita sus alas para salir como una enorme bala de poco más de dos metros. Mientras que el otro se reincorpora sin problemas y avanza lentamente a pie:
—Michael, lidera a los demás y muevan a los refugiados y todo el personal a la zona under. —ordena William.
—E-Entiendo.
—Y lleven todos los suministros disponibles. Si no regresamos en al menos un día, usen los túneles que preparamos. No garantizo que salgamos de esta con vida. Te dejo a cargo.
—De acuerdo. Cuenta conmigo jefe.
—Oye, no me digas jefe. Ya no hace falta.
—Lo digo porque se me da la gana. —dice con una sonrisa.
—Púdrete. —responde William devolviéndole la sonrisa. La confianza con su gente es vital para que crean en él como un símbolo de lucha y esperanza.
El dragón azul se aproxima a enorme velocidad hacia William, se lo lleva puesto y asciende rumbo a las alturas. El cazador trata de zafarse con fuertes puñetazos en la espalda y costado del cuerpo. Ningún golpe hace efecto.
Las escamas son tan duras que de tanto golpearlo se rompe los nudillos. Aun así, sigue golpeando para que lo suelte.
El dragón se burla entre risas.
William alcanza a ver una pequeña grieta que sus golpes hicieron. Con sus manos sobre esa herida al costado del abdomen del dragón, fuerza una abertura causando enorme dolor al punto de que termina soltándolo y cae al vacío.
Instintivamente, William toma la cola del dragón y lo obliga a descender abruptamente hasta una determinada altura. Entonces, William aprovecha la situación para arrastrar a la criatura contra un edificio mientras cae al vacío y llega hasta el suelo, impactando con fuerza en el suelo y dibujando un cráter considerable. La distancia respecto al refugio es bastante cercana:
—No podía esperar menos de un cazador al que llamaban “el mejor del mundo”. —exclama el dragón mientras desciende con sus alas extendidas.
—Eres duro. ¿Qué clase de monstruo eres? —lo mira William con prudencia.
—No necesitas saberlo.
—Ustedes son asesinos de cazadores. ¿A quiénes eliminaron?
—Como dije, no necesitas saberlo.
—Al carajo. No me interesa en estos momentos. —dice William con todas sus preocupaciones sobre el refugio y sus compañeros que combaten contra el otro gemelo.
—¡Si…a eso me refiero! —se inclina hacia delante. Sus alas se extienden al máximo y la cola se levanta. Las garras agigantan y expulsa una ráfaga mágica muy peligrosa.
—Mierda, no tengo otra opción. Voy a tener que usar eso. —piensa William.
Al mismo tiempo en las puertas del refugio, Jerry, Jeff y Morgan se enfrascan en una batalla física contra el otro gemelo. La superioridad del monstruo es tan grande que sin esfuerzo golpea al feroz Jerry en el estomago y luego de un puñetazo en el rostro lo manda a volar casi quinientos metros por varios edificios.
Morgan lo toma por sorpresa haciéndole una llave contra su cuello. El movimiento que usa es el conocido “mata leones” que consiste en subirse por detrás y aferrándose al cuello le impide respirar. Sin embargo, el monstruo sonríe y envuelve su cola en la pierna de la mujer y avienta varias veces contra el suelo hasta hacerle sangrar la frente y causar heridas en el cuerpo y luego la arroja contra un camión atravesándolo de lado a lado.
Jeff lo ataca de frente después de haber recibido un coletazo en el intento de los tres por ir al mismo tiempo. Le da una patada al costado de la cabeza solo para que se burle la criatura. Jerry se abalanza tomándolo por la espalda a la altura de la cintura, levanta con fuerza y lleva con una fuerza monstruosa contra el suelo impactando la cabeza. Ese impacto genera una explosión que arrastra escombros y destroza la calle:
—¿Te mofabas de mi compañero? ¡ja! Pobre de ti maldito monstruo. —exclama Jerry.
—No lo subestimes Jerry. —llega Morgan tronándose el cuello y moviendo el hombro tras habérselo acomodado luego del ataque del dragón gemelo.
—Descuida. Se que nada de lo que le hagamos puede hacer daño o asegurar que vayamos a ganarle.
—Pero si vamos los tres juntos con todo lo que tenemos es posible que sí. —exclama Jeff palmándole el hombro al hawaiano.
—Para nada me desagrada. —reconoce sonriendo.
—¿Ya terminaron de hablar estupideces? —pregunta el dragón humanoide. —En algo tienes razón, humano, nada puede hacerme daño. Cualquier esfuerzo que hagan es inútil frente a nosotros. Ya hemos asesinado a rangos SS+ y sin duda esta no será la excepción.
—Cielos, y tu me decías que no subestimara. —se queja Jerry con Morgan.
—Bueno, hay algo en lo que te equivocas. —dice Morgan.
—¿En qué? —pregunta el dragón.
Una explosión salvaje de energía interrumpe con la forma de una fuerte columna de fuego, relámpago y destellos eléctricos negros. William usa su máximo poder no para demostrar algo sino para eliminar a la amenaza que atenta contra la vida de los civiles y sus camaradas:
—¡Zona maná…! —anuncia William.
Su cuerpo es envuelto en llamas y metal hirviendo y magia de sombra ensamblando con cada parte para volver más robusta la apariencia de William mientras que destellos eléctricos le dan forma azolácea. El poder mágico que desborda hace temblar la tierra y pone en alerta a su rival que apenas soporta la ráfaga de maná saliendo del humano:
—Armadura del berserk. Hace tiempo que no uso todo mi poder con la zona maná. Que irónico…—observa sus puños completamente azules y eléctricos. Mira a su enemigo y desprende destellos eléctricos azules. —Por más que lo piense, jamás habría podido ganarle a Martín si estuviera en esta forma, pero me alegro de luchar en favor de lo que el creía.
—Que increíble poder emana de este humano. Dudo mucho que el emperador intervenga sabiendo que estamos nosotros, pero no tengo la menor duda de que tal insana cantidad de energía mágica llegaría a cualquier lugar del mundo. Además de eso, la lluvia radiactiva producto de la habilidad en conjunto con mi hermano no hace efecto en él. ¡¿Quién es este humano?! —piensa el dragón intentando cubrirse con sus propias alas de las ráfagas incesantes.
—¿Qué sucede? ¿no estabas tan orgulloso de matar a cazadores? ¡demuéstralo ahora!
—¡Maldito humano! ¡¿Quién demonios te crees que eres…?! ¿huh? —maldice, pero cuando pestañea se ve cara a cara con William quien a pesar de su gran tamaño ahora con la armadura del berserk corta distancia con el monstruo.
Sin intercambiar insultos le entierra el puño en el rostro y manda a volar con una fuerza explosiva capaz de hacer que impacte contra un edificio y reventarlo en millones de pedazos. Escombros vuelan. Las vigas ceden y caen al vacío. El gemelo azul despega en vuelo hacia las alturas. Se sacude la cabeza sin entender lo que pasó solo que su nariz y boca sangra y tiene un brazo dislocado.
Desde la distancia ve como su hermano pelea con mucha dificultad contra los tres cazadores. Por alguna razón que no se puede explicar, Jerry, Jeff y Morgan logran abrumar a su gemelo al punto de que Jerry le rompe el brazo y Morgan saca del bolsillo del pantalón una cuchilla y apuñala al costado del cuerpo:
—¡No, Kamos! —se mueve en dirección hacia su hermano, pero es interceptado por William quien salta entre los edificios y llega hasta el monstruo.
—¿Ignorarme en combate? ¡error fatal! —exclama William. Junta sus dos manos y como un martillo feroz lo golpea el azul en la cabeza y cae violentamente contra el suelo desde casi cien metros de altura. Las nubes de polvo y fuerza del impacto empujan varios vehículos lejos. Los dragones en los alrededores escuchan los sonidos y sienten el maná que se emite de la pelea, pero el temor de ello los hace huir.
—Maldito… ¡maldito seas! —grita.
—¿Frustrado? —pregunta William.
—Yo…debo ir…por mi…hermano…—se da media vuelta en dirección a su gemelo. Agita las alas, pero una de ellas está rota por lo que decide caminar.
—¿Por qué estas huyendo? —pregunta, confundido.
—Vete a la mierda, humano. Eso no te incumbe.
—Yo creo que sí. —se acerca por detrás y le da una patada que lo manda contra otro edificio. —Ustedes trajeron miseria, muerte y sufrimiento a personas inocentes. No permitiré que salgan con vida de esto.
Mientras tanto, el dragón de nombre Kamos se defiende usando su cola golpeando a Jerry en el rostro y haciéndolo sangre, pero no se permite doblegarse. Le devuelve el ataque con un derechazo feroz en el rostro.
Así como si ambos fueran boxeadores profesionales, Jerry y Kamos se enfrascan en una batalla a puño limpio. Morgan intenta meterse pero Jerry le grita pidiendo respeto de que dos hombres buscan la verdad de la fuerza y quien es mas fuerte que el otro. Jeff lo entiende y retrocede:
—¡Dios santo, no es momento para tomarlo a broma! ¡tenemos que eliminarlos! —se molesta Morgan.
—Lo haremos, pero esto es algo que Jerry tiene que hacer. Quiere quitarse la frustración de encima. Ahora lo entiendo. —exclama Jeff.
—¿Frustración? —se pregunta Morgan.
Jerry no es un hombre simple. Cada cosa que ha visto desde que empezó el cataclismo, civiles muertos entre ellos muchos amigos y familiares, pero sobre todo la pérdida de su pequeño hijo nacido meses antes de todo le hicieron llevar una carga que él mismo decidió. El dolor e ira son una cruz por la que él optó llevar a modo de actitud arrogante, historias que contar a los niños de sus expediciones en solitario y sobre todo ganas de salvar a quien sea sin importar el costo.
La pelea contra Kamos es justamente un modo que tiene Jerry de sacar toda esa angustia.
Cada puñetazo que da Jerry, el dragón lo siente como una declaración de que la humanidad con todo su dolor e impotencia jamás se doblegará.
Uno de los golpes del dragón llega sin fuerza a lo que Jerry intenta reunir la suya lo más que puede y le rompe la mandíbula a su enemigo y hace caer al suelo.
Horrorizado, Gamos, hermano mayor de Kamos ve como Jerry posa su pie derecho sobre el pecho del dragón y levanta el puño en señal de una victoria para la humanidad ante un enemigo que, sin duda, lo superaba en rango y capacidad, pero algo en su interior se encendió como una llama:
—No ¡no, no, no! —enloquece Gamos.
Para sorpresa de William, Gamos sale volando, aunque su ala derecha estuviera rota solo para socorrer a Kamos.
Jerry toma su cuchilla típica de Hawái y lo entierra en el pecho de Kamos. En su último aliento, el gemelo mira a su hermano, sonríe y extiende su mano para alcanzarlo.
La tristeza y enojo en Gamos es intensa. De los ojos salen sentidas gotas de lágrima y en silencio llega hasta el cuerpo del dragón extendiendo las alas para obligar a los cazadores a retroceder. Toma a su hermano muerto entre los brazos. Se da cuenta de que va desapareciendo lentamente. Ninguno puede creer que la expresión de un simple monstruo fuera de gran dolor:
—¡Rápido, no lo dejen escapar! —grita Morgan.
—Deténganse. —llega William con su transformación desapareciendo como si el viento la estuviera desintegrando al igual que la arena.
—Esta…no será la ultima vez que me verán. —advierte Gamos. Extiende sus alas una vez más y las agita con dificultad para emprender el vuelo. Asciende varios metros y como un avión caza se aleja lo más que puede para despedir a su gemelo.
Morgan se queda mirando furiosa y gritando, maldiciendo y arroja varias rocas hacia donde se va el monstruo:
—William ¡¿Qué fue eso?! ¡¿Por qué lo dejamos escapar?! —pregunta Morgan.
—Hay algo extraño con esos gemelos y habiendo visto lo que vi no tengo dudas de que mis sospechas son reales.
—¿De qué hablas? —pregunta Jeff. Se deja caer en el suelo para descansar.
—¿Qué saben de los familiares de Martín? —pregunta William.
—Pueden ser monstruos, pero son muy confiables. —dice Jeff.
—Exacto. Ellos son una excepción. Ahora ¿Qué tal si los monstruos no lo fueran?
—Se más claro. Ya estoy molesta por todo esto así que me cuesta entender. —dice Morgan.
—Espera un momento, esa conexión emocional de los gemelos. Eso no ocurre con los monstruos. ¿Quieres decir que…? —se sorprende Jerry.
—¿Y si estos monstruos son en realidad humanos convertidos? —pregunta William dejando atónitos a los cazadores.
Una verdad que muy pocos saben y ahora William logró atar los cabos sueltos. La clave ahora es todo lo que Julio pueda decirles tras el encuentro con los gemelos que casi termina en tragedia y a duras penas pudieron vencerlos.
La lluvia radiactiva cesa y por un breve instante una pequeña columna de luz que se abre paso permite un respiro para las personas que hace tiempo no ven los rayos del sol.
¿Esto augura cambios o será una falsa ilusión para la humanidad?
Comments for chapter "173"
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