Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 176
Unas horas antes de que se desencadene la gran batalla en el desierto oriental, el refugio en Buenos Aires intenta organizarse para posibles ataques de dragones.
Durante unos pocos días tras la caída de aquellas cenizas, se vieron a varios wyverns y dragones sobrevolar la zona sin siquiera tener idea a donde iba. Se los encontraba desorientados casi como si no tuvieran una dirección clara. En ese momento, Julio se dio cuenta de que algo anormal estaba ocurriendo y decidieron actuar.
Trampas, muros de contención con escombros, capas y capas defensivas tanto terrestres como en las alturas. Trolls, arañas, soldados, civiles, cazadores, trabajan codo a codo mientras buscan establecer una comunicación más eficaz con los Estados Unidos, Europa, Japón y algunas zonas de África, pero no hay caso debido a que se pierde la señal.
A pesar de haberse comunicado muy brevemente con el refugio liderado por William, apenas Julio pudo advertirle sobre los gemelos y sigue sin saber sobre los yankis.
Bautista es elegido por Julio para que le ayude a recorrer el perímetro en busca de algún punto ciego o infiltrado del ejercito draconiano. No se apartan ni un metro más de lo que tienen establecido.
Julio nota callado a Bautista, irónicamente es quien más energía parece tener y su magia es del sonido por lo que su función de alguien silencioso es crucial. Mientras aparta unas rocas y vigila que no haya ningún enemigo entre los escombros pregunta:
—¿Te preocupa algo?
—¿A mí?
—¿Quién más está por aquí? Claro. Sueles mostrarte muy animado y hasta conversas mucho pero hoy estás apagado.
—Si, algo así.
—Puede que no lo aparente y puede sorprenderte, pero Martín, Estela, incluso Macarena y Octavio me suelen consultar o pedir consejo. Es la mejor cualidad que tengo y en estos momentos, la que mejor encuentro para prestar ayuda.
Bautista ve un pedazo de roca lo bastante grande para ir y sentarse. Su mirada se ubica hacia el suelo y masajea sus manos como si algo de verdad le estuviera preocupando y compromete su forma de ser tan divertida y amable:
—Tengo mucho miedo. Yo…temo por mi gente. ¿Te ha pasado? Que algo más grande que tu se presenta y tus amigos tienen que luchar por sus vidas.
—Esa es una preocupación bastante válida. —se sienta al lado del chico. —No me extraña que tengas miedo, incluso lo aplaudiría. Muy pocas personas están hechas para esto en condiciones normales y en estas mucho menos. Vivimos en una crisis sin precedentes y puedo asegurar que es cuando en verdad sacamos a la luz nuestro carácter.
—Es que temo por lo que llegue a ocurrirle a Luciana y a esos niños, también a Carlos y Carla.
—Te preocupa mucho Luciana ¿cierto?
—Ella es como mi hermana pequeña. La quiero muchísimo como para dejar que le ocurra algo.
—Pero tuviste experiencia cercana a la muerte frente a monstruos y situaciones donde ella o los refugiados estuvieron en peligro. ¿Qué es lo que es diferente?
Bautista sonríe incómodamente:
—¿Me creerías si te dijera que no lo sé?
—No esperaba que tuvieras las respuestas a todos los sentimientos que aparecieran en tu interior. Lo mejor que puedes hacer en estos momentos es avanzar y saber cuando detenerte. Si crees que estás en peligro, ella o cualquier persona que estimes solo retrocede. —le aconseja con una serenidad que le provee de paz al afligido corazón de Bautista.
—Pero…
—No tienes que explicar ni decir nada más Bautista. Hiciste demasiado al defender durante mucho tiempo junto con Luciana a esos civiles. Hasta deberíamos considerarlos héroes. —extiende su mano y acaricia la cabeza del chico. Julio tuvo una vida bastante dura y ver a un chico tan valiente frente a él hace que sus dudas sobre si querer o no un hijo con María se despejen del todo. —Solo recuerda que ahora no están solos y pueden confiar en nosotros. ¿Puedes hacer eso?
—Claro.
—Bien.
Julio se para y aleja unos metros. Bautista hace lo mismo y vuelven a caminar a la par. Con la mente más clara, el joven se esfuerza por ayudar en todo lo que puede al cazador, mejor conocido como el fénix por sus proezas en el elemento fuego y sus características técnicas en honor a esa criatura mítica.
Del otro extremo a ellos se escuchan rocas caer hasta el suelo y rodar hasta sus pies. Bautista se altera y de la nada saca la daga de su cintura y gira adoptando una pose defensiva. Julio se sorprende de la reacción del chico a la vez que se preocupa por él y le golpea la cabeza. El joven mira al veterano con expresión como si fuera un niño pequeño esperando una explicación de porque tal castigo. Julio señala el porqué de eso y es que la roca cayó naturalmente sin siquiera un impulso o estímulo externo.
Julio hace un gesto para regresar al refugio y descansar. Mientras avanzan hacia los pasillos rumbo al campo en el medio del estadio, Bautista pregunta:
—Julio ¿Cómo es ese Martín? Se que lo ha preguntado muchas veces, pero tengo mucha curiosidad.
—Lo entiendo. Como decirte. Martín es un joven interesante ¿sabes? Puede que impulsivo en algunas ocasiones, pero si alguien a quien aprecia mucho está en peligro o necesitando ayuda, es capaz de ir contra los más fuertes solo para ayudar. El me ayudó a salir de la cárcel. Ayudo a Macarena cuando fue acosada. A Lucas y su hermano. A Daniel le dio la bienvenida cuando cualquier lo habría matado por herir de gravedad a Estela.
—Debe ser alguien extremadamente asombroso.
—Lo es. Le debemos mucho.
—Ojalá pueda volver. Me gustaría que lo conociéramos.
—Si, a mí también. Sé que se llevarán bien. De eso estoy muy seguro.
Los ojos de Bautista se iluminan. Una sonrisa sincera se forma en el rostro. Saber de alguien tan genial es el impulso que esperaba para poder continuar y no temer. Si existe alguien como Martín, que lucha y se sacrifica por los demás, entonces existe la esperanza. Se siente muy animado ahora que es posible vencer con alguien así en el mundo y del lado de los refugiados y cazadores.
Desde el norte, una fuerte sensación de oscuridad, violencia y odio sacude sus cuerpos como un terremoto lo haría a la tierra. En ese instante Julio y Bautista se ponen en guardia y miran en dirección hacia donde proviene tal sensación hostil. Ninguno habla, pero saben que el causante está más allá de su lógica.
Rápidamente se mueven hasta el refugio.
Bautista nota en la expresión de Julio la angustia y preocupación que cualquier tendría tras sentirse lo de hace momentos. Se pone a la par del cazador, pero no sabe que palabras escoger para saber que sucede o que acción tomaran de ahora en más. Sin embargo, Julio es quien rompe la tensión:
—Eso que sentimos recién es el poder monstruoso de Dramonzuk. ¿Has notado algo parecido? —exclama Julio.
—No, jamás.
—Nunca olvides algo así. Te pondrá los pies en la tierra y hará que seas humilde incluso si tu poder es muy grande. —se voltea y sonríe.
Bautista siente gran admiración por aquellas palabras y es que Julio es un cazador de rango SS+ que después de mucho sufrimiento y sacrificio propio logró ascender a tal posición y es reconocido por los humanos más fuertes. Esas palabras son un sabio consejo para los más jóvenes en tiempos tan oscuros.
AVAVAVAVAV
La peligrosa energía hostil no solo pone nerviosa a Julio y Bautista, también despierta de su descanso a Charles. El hombre corpulento se levanta abruptamente lleno de sudor y nervioso tras sentir la escandalosa cantidad de energía mágica proveniente desde un lugar tan remoto como lo es Alaska.
Toma una toalla que estaba ubicada sobre una silla para secarse el sudor. Luego sale de su habitación subterránea en búsqueda de alguien conocido para conversar. Estar mucho tiempo estático lo altera.
A lo lejos ve a Thiago y Juan jugar con Lorkamos a lo cual genera inquietud ya que no puede quitarse el prejuicio de que los monstruos son enemigos de la humanidad. Los ve felices y sin preocupaciones aún en tiempos tan crueles. Les recuerda a sus hijas. Recuerdos dolorosos de cuando la tragedia les arrebato a toda su familia y él apenas pudo observar como un mero espectador.
Tan solo el recuerdo le hace sentir pesadez en el cuerpo, taquicardia y pánico. Quiere salir de ese lugar lo más rápido posible y evitar esa sensación. Junto a unas cajas sentado sobre ellas, Steindra observa. Ambos cruzan miradas, pero se nota en el hombre que hay mucha indiferencia y hasta resentimiento.
De un brinco al frente, Steindra sale de la comodidad de la caja y avanza hasta Charles, quedando cara a cara:
—¿Qué quieres? —pregunta el yanki con expresión de molestia.
—Nada. Solo quiero saber porque tanto odio.
—No es nada que un monstruo deba saber. —responde y da media vuelta para regresar.
—Somos aliados ¿no te parece que merecemos algo de respeto? —dice Steindra provocando que Charles se detenga.
—Haaa…es lo que odio de ustedes. Se creen el centro de todo y los humanos no valemos nada. ¿Acaso tienen otra idea que no sea la supremacía de ustedes sobre cualquier ser vivo? —vuelve a confrontarlo. —Quiero y necesito saber de una buena vez ¿no hay dolor en sus malditos cristales mágicos que tienen por corazón?
—Seguramente te ha pasado algo y no puedes asumir que hay monstruos dispuestos a ayudar para lograr una paz necesaria. —a pesar de que Charles esta nervioso no siente animosidad hacia él.
—¿Asumir esa estupidez? ¡Mi familia fue consumida por las llamas mientras yo solo veía impotente sus cuerpos aún retorciéndose! ¡mi esposa Amanda, mis hijas Grace y Joselyn! ¡eran apenas unas niñas y ustedes malditos bastardos! —se quiebra cayéndose de rodillas y golpea el suelo mientras solloza.
Luciana y Carla llegan tras escuchar los gritos del hombre. Carla se acerca para socorrerlo y en el camino es detenida por Macarena. Le hace gestos para que espere, escuche y vea la situación.
Steindra permanece de pie. Pareciera que no importa nada de lo que sienta Charles y no es como si este espere algo. Sin embargo, un gesto que sorprende a todo el mundo y deja boquiabierto a Charles proveniente de Steindra y es que se agacha ofreciéndole la mano para que se recomponga.
No es por lástima o sentirse obligado sino un respeto que le tiene al humano. Las palabras sobran, tan solo ese gesto le hace comprender a Charles que tiene que levantase y mostrarse entero. Si alguien debe mantenerse fuerte para demostrar a los refugiados que nada está perdido es ese hombre. Charles acepta el gesto y luego queda cara a cara con Steindra, una vez más solo que al mirar a los ojos del monstruo, encuentra algo muy idéntico a lo humano, emociones nobles y no deseo de poder o destrucción:
—¿Cómo poder confiar en ustedes? Destruyeron todo lo que conocemos. —exclama Charles aguantando sus lágrimas.
—No pedimos perdón ni reconocimiento. —responde con total nobleza.
—¿Qué es lo que quieren?
—Puedes juzgarnos todo lo que quieras, pero no cambiara el hecho de que buscamos sanar este mundo herido.
—Ustedes…masacraron a mi familiar…
—Lo se. No espero perdón. Solo quiero que entiendes una cosa.
—¿Qué?
—Mi misión es defender lo que creo justo. Es también mi razón de haber desertado y lo que le dije a Arakneida cuando me presenté ante ella. ¿Puedes adivinarlo?
—…
—Lo suponía. —levanta y extiende su mano señalando a Thiago y Juan y demás niños que juegan con Lorkamos. —Por eso lucho al lado de los seres humanos. La humanidad tiene eso que nosotros no y es por lo que también ustedes resisten.
—Los niños. —dice en voz baja y abre sus ojos.
—Más bien su inocencia. Niños que no han conocido otra cosa más que ceniza, fuego y destrucción cuando deberían jugar en lugares verdes sin temer por su vida. Nosotros los monstruos somos creados para matar, pero ¿nosotros llegamos a saber que es la inocencia? No, solo un mundo plagado de violencia que sirve para fortalecernos. Yo me harté de eso ¿sabes? Y ciertamente si hubiera estado cuando tu familia murió no lo dudes ni por un instante en que habría aniquilado a todos para poder salvarlas.
—¿Cómo creerte?
—No lo hagas. Mira a tu alrededor y verás a que me refiero.
Charles sale del refugio y ve detalles que nunca se ha percatado como Arañas enormes priorizando la seguridad de las personas y estás ya adaptadas a la presencia de los monstruos. Los niños son cuidados por los trols aliados de Lorkamos y hasta Cromana destina su tiempo en entretener a los pequeños:
—¿Lo entiendes ahora? —pregunta Steindra mientras se acerca por detrás.
—Cuesta…—deja escapar el hombre.
—Siempre cuesta. Lo que importa es el camino que recorras y el tiempo que te tome.
—Si. Eso lo sé.
—Entonces vamos humano. A luchar por un mundo mejor para estos niños.
Carla se retira rumbo a ayudar con la defensa sur que necesita personal para moverse suministros, escombros y algunas maderas y rocas como muro. Luciana la sigue porque ahora tiene una fuerte determinación ya que acaba de ver algo increíble y que según ella ha logrado alimentar esa llama de la resistencia que le hacía falta.
En otro sitio dentro del estadio, María avanza revisando cada centímetro de los terrenos fuera del estadio. La acompaña Kargroot y varios trolls mientras transportan todo lo necesario para construir muros lo suficientemente altos para evitar a los dragones terrestres. La preocupación, sin embargo, son los aéreos.
Después de su recorrido con Bautista, Julio organiza en su tienda de fuera de la entrada al refugio. Dedica su tiempo a organizar papeles, mapas. Los grupos que van y vienen en búsqueda de suministros son recibidos por Macarena, pero como ahora todos se encargan de armar los muros, nadie sale del lugar. La chica hace compañía al fénix, encontrándolo bastante preocupado por la falta de cazadores y nada de noticias de aliados y amigos:
—Oscar está en Japón junto con varios grupos de cazadores. Lucas sigue en Paraguay después de encontrarse con su hermano. William no puede moverse de su sitio. —murmura en voz alta. Victory de Europa no da muestras de actividad.
—¿Te preocupa que haya pasado algo?
—Se supone que debían dar alguna muestra de vida o algo, pero solo hay señales intermitentes. ¿Qué se supone que deba hacer en estos casos?
—Esperar.
—¿Solo eso?
—Vamos Julio, eres el más confiable en mantener la calma ¿y ahora estás decayendo?
—No es eso.
—¿Entonces? Ilumíname.
—¿Sentiste esa ola inmensa de energía mágica? Eso fue Dramonzuk. No tengo la menor duda.
—Si, pero ¿Qué intentes decirme?
—En cualquier momento seremos atacados por él. Nadie aquí está el nivel. Además, recuerda lo que pasó en Roma. Sé que también vendrá con un ejercito inmenso a borrarnos de la existencia. Cielos, todavía no sabemos nada de Martín o las chicas.
— Confía en ellas.
—Lo intento, pero cada día que pasa me doy cuenta de que vamos perdiendo gente y refugios caen hora tras hora en todo el mundo. Pensar en que Martín deba solucionarlo todo él solo es una falsa esperanza que tenemos todos.
—Hay que aguantar sin importar que. No vamos a dejarnos vencer por más que sea un monstruo de tal rango. Daremos lo mejor de nosotros a pesar de que seamos superados en rango y numero.
Julio mira a Macarena y como un flash apareciéndose en ella, ve a aquella niña de catorce años tan vulnerable y recuperándose de los abusos de su familia en el norte de Argentina, ahora convertida en toda una mujer y cazadora fuerte. Sonríe al recordar con nostalgia y echa una leve carcajada:
—¿De que te ríes? —pregunta ella.
—Nada. Solo pensaba en que las cosas cambian sin siquiera darme cuenta. Tienes toda la razón Maca. Las dudas pueden aparecer, pero si flaqueo ahora entonces todo se acabó.
—Ya somos una familia por lo que, si alguno se cae, lo más justo es que lo levantemos ¿no te parece?
—Si. Muchas gracias.
—Por nada Julio. —sonríe Maca.
En ese momento, una sensación que les estruja el corazón los hace mirar al horizonte con mucha preocupación. Julio y Macarena tiemblan. Kargroot, Lorkamos, Cromana, llegan a toda prisa con sus rostros pálidos:
—¡¿Sintieron eso?! —pregunta Kargroot con una clara desesperación.
—Si, sí, pero no tenemos que sacar ninguna conclusión. —pide Julio para que se calmen.
—¡¿Ninguna conclusión?! ¡Julio, Arakneida se está muriendo! —se altera Cromana.
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