Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 186
—¡Aquí vienen con todo! —ruge Bautista al ver las columnas de llamas acercándose con le gigantesca producida por Dramonzuk. —¡invocadores, desplieguen muros!
Siguiendo a esa orden, los cazadores extienden sus manos a lo largo del perímetro formando una capa de maná de diversos colores expresando el elemento que corresponde a cada uno.
En un abrir y cerrar de ojos, todo el cielo desde el horizonte se ve envuelto en un color carmesí tan intenso que es difícil sostenerle la mirada. Steindra sale de la zona asegurada por el muro de maná para confrontar a esas llamas.
Con su nuevo poder y forma adquirida, el dragón dorado quizás no sea más o igual de poderoso que Dramonzuk o Andruseil, pero si puede considerarse una especie de calamidad cuando abre sus fauces y dispara una serie de bolas de fuego doradas que viajan a una velocidad incalculable.
Cada bola de fuego dorada impacta de lleno contra los dragones de enorme tamaño. Los desintegra al instante en estallido pequeños. Un par de ellos golpean contra el enorme dragón emperador y su mano derecha andrógina, apenas logra rozarlos sin peligro de ser heridos pero las llamas invocadas por ellos detienen su paso, permitiendo un breve momento de alivio:
—Lo sabía. Sus escamas son mucho más duras de lo que pensé. —exclama el dragón. Se mete dentro del muro y mira a Bautista. —Apenas eliminé a los grandes que son parte de la avanzada. Ahora solo dependemos de nuestros esfuerzos para aguantar.
—Esperemos que el plan funcione. —dice Bautista.
—Estoy seguro que sí. —respalda Steindra sin apartar la mirada en el ejercito enemigo.
—¿Vas a seguirnos? —pregunta el cazador. Ya no desconfía del dragón dorado, sino que buscará su espalda para apoyar la suya y luchar en igual de condiciones como hermanos de armas y aliados.
—¿Hasta la muerte? Vaya concepto tan dramático que tienen los humanos en estas situaciones. ¿Por qué no hasta la vida? No vamos a morir y dalo por hecho que lucharemos sin descanso hasta salvar a cada ser vivo de este mundo. —se golpea el pecho Steindra con total orgullo.
—Ojalá que sí. —sonríe Bautista.
Desde lo lejos, Dramonzuk ordena a sus dragones de cuerpo fino especializados en velocidad y ataques furtivos que sean los primeros en dar inicio al ataque. Los primeros cien agitan sus alas y se encaminan velozmente hacia el gigantesco muro de energía mágica.
Los lanzadores esperan el momento adecuado.
Cuando ven a los dragones llegando al muro, los cazadores toman un poco de valor y salen del muro. Extienden sus manos al frente y se forma en el aire un círculo mágico desde cada uno de ellos. Algunos disparan bolas de fuego intensificados. Otros disparan picos de huelo. Otros picos de roca, látigos de aire, esferas venenosas. Toda clase de magia contra los monstruos.
Al ser monstruos muy débiles, van cayendo al ser atravesados por los picos, quemados, envenenados o triturados. Tan solo es una avanzadilla y según Dramonzuk, son carne de cañón prescindible.
Lejos de sentirse frustrado, el emperador dragón se detiene mientras que sus legiones mantienen el paso rumbo al refugio. Andrusiel se queda a su lado a la espera de ordenes:
—¿Qué opinas Andrusiel? —pregunta Dramonzuk.
—Hay que arrasar esas construcciones y toda vida dentro de ellas. —se sincera.
—Si. Opino igual. Por eso es que…
Dramonzuk presencia una marea incalculable de monstruos tipo dragón surcando los cielos y arrastrándose en la tierra. Es como si tuviera consciencia propia, como una colmena con forma de un reptil alado negro.
Bautista ve venir la ola de dragones. Se ve intimidado, pero no se va a rendir. Mira hacia atrás y pide a los invocadores que persistan y los lanzadores sigan disparando. Todos desde las tribunas del estadio. Debajo del lugar esperan los cazadores, liderados por Charles, Marcos, Claustro y los ex Dark Eagle sin su líder.
Ellos ven un ejército de dragones con forma humanoide portando lanzas, espadas, grandes escudos y están acompañados por otros con enormes caparazones similares a los de las tortugas, pero poseen cuernos y cuerpos tan grandes como camiones. Se podría decir que son el equivalente a tanques de gran blindaje:
—No la tendremos muy fácil aquí. —exclama Jeff de Dark Eagle.
—Nunca se dijo que vaya a ser fácil, pero esto…es una locura. —dice Charles.
—Bueno, tendremos que dar todo de nosotros. Recuerden, lo importante es aguantar todo lo posible, ya que hay alguien que sin duda luchará sin descanso. Hagámoslo por los caídos y por Martín. —enuncia Marcos.
—Estás en lo correcto. —Claustro cruje su cuello mientras se quita las ojotas y el buzo. Libera todo su poder mágico de cazador con atributo animal.
Claustro desata todo su poder y con una velocidad difícil de seguir para humanos ordinarios, se abalanza con estallido de furia sobre los dragones. No importa cuál sea la clase o rango. Si está armado o se está defendiendo, ataque por igual a todos los monstruos que se encuentra y sean enemigos.
Charles da un grito de batalla y todos los cazadores clase guerrero, tanque, asesino, paladín, corren con sus armas envueltas en maná. Los tanques refuerzan sus cuerpos y los paladines otorgan un buff que aumenta el poder de ataque y defensa de sus compañeros. Por detrás, los sanadores siguen a los que son heridos y curan lo más rápido posible.
Es una batalla descontrolada iniciada por el afán de proteger su mundo, sus vidas y la gente que aman.
Los ataques cortantes con las uñas de Claustro son mortales, llegando a cortar extremidades de algunos dragones. Mientras, Charles usa su cuerpo preparado para el combate a corta distancia con un frenesí similar a los berserker antiguos. Marcos se queda muy cerca de los sanadores para cuidarlos junto con Jeff y otros más de Dark Eagle:
—Esto es una locura. Jamás había visto tanta cantidad de monstruos en un mismo lugar. —exclama Jeff mientras dispara con sus armas preparadas con tecnología de maná. Lleva cuarenta monstruos asesinados con una precisión inhumana.
—Parece que es apenas la punta del iceberg del ejército de Dramonzuk. —añade marcos. Él ataca velozmente gracias a su magia de rayo y cuchillas con las que corta puntos vitales de los monstruos.
—¿Cuánto tiempo crees que dure esto? —pregunta la mano derecha de William.
—Ojalá lo supiera. Por lo pronto, busquemos la manera de reducir el daño. —responde Marcos.
—Señores, dejen de hablar y dedíquense a defender el refugio. —los regaña Morgan siendo la más serie de Dark Eagle y más confiable tanto para Jeff como para William en situaciones de crisis.
—Si señora. —exclama a modo de profundo respeto y una sonrisa simpática.
La batalla a decenas de metros de ellos es cruenta. Sangre por todas partes, empapando el suelo, ropajes y piel de monstruos y humanos por igual. La marea de monstruos es tan grande que los humanos, acompañados por arañas y trolls aliados apenas pueden sostener una defensa consistente.
Vuelan flechas imbuidas en maná. Lanzas de hielo surcan las alturas y caen en un punto de la marea oscura de la que surge un témpano alto y grande, pero sin perjudicar los obscenos números. Claustro recibe varias heridas cortantes en el cuerpo, al igual que Charles, siendo ambos los que dieron inicio a la confrontación terrestre y también son los que están más alejados del refugio.
Una lanza atraviesa el costado del cuerpo de Claustro. Al instante en que siente el impacto, sangre empieza a brotar de su boca, pero aun así no deja de atacar como una bestia desenfrenada. Toma de la cabeza al draconiano que lo apuñaló y le revienta el cráneo solo con la mano. Siempre teniendo en su mente a su amigo Octavio, y a cada persona de Victory a quien considera una familia a la cual ama:
—¡Claustro! —grita Charles al ver que el chico sigue recibiendo heridas, pero no deja de atacar.
—¡No te preocupes por mí, tu sigue! —lo detiene al ver que el viejo tanque tiene intenciones de socorrerlo.
—No importa lo que nos pase. Lo que importa es darle a Martín un margen de tiempo. Es nuestra elección Charles.
—¡Si, entiendo!
—Entonces sigue apaleando a estas mierdas. Descontrólate si es necesario. Que estos malnacidos sepan que se metieron con las personas equivocas.
Sin mediar ninguna palabra más, Charles sonríe y refuerza su cuerpo para abalanzarse con mayor violencia. Golpea a sus enemigos con furia asesina a pesar de recibir cortes superficiales de espadas y hasta mordiscos en su hombro y piernas.
AVAVAVAVAV
Dramonzuk cierra sus alas mientras vuelve a su forma humana más no la original, posándose sobre el techo de un edificio. A su lado, Andrusiel se para con firmeza y de un latigazo de su cola contra el suelo, ejerce una presión inmensa que llega hasta el refugio.
Los dragones súbditos del emperador dragón siguen avanzando como un interminable rio de monstruos con fauces abiertas y aleteo de sus alas incapaces de mantenerse tranquilos. Dramonzuk se toma su tiempo puesto que sabe que la victoria es un hecho, pero, aunque así lo fuera, la mayor amenaza sigue estando con vida:
—¿Quieres que vaya y rompa ese muro defensivo? —pregunta Andrusiel, intrigado por ver que es lo que tienen para ofrecer los humanos.
—No, esperemos un poco más. —responde Dramonzuk.
—Entiendo.
—Todavía no podemos dar por hecho que sea seguro entrar en la batalla. No pienso permitirme volver a ser humillado, no como esa última vez. —piensa el emperador dragón y aprieta su puño. Sospecha que, aunque Martín no esté presente, los cazadores y familiares pueden resultar ser una molestia, aunque no estén al nivel necesario.
El líder de los dragones se tira su cabello hacia atrás y deja al descubierto una expresión sonriente y bastante sádica mientras levanta la otra mano con la que ordena a todos los dragones que avancen sin control y destruyan el refugio completo. No con palabras, sino con un simple gesto que mueve a cientos de miles de criaturas tan formidables que hasta el más frágil en voluntad sucumbiría de miedo y prefiriese escapar dejando a amigos, familiares y toda razón de lucha. Pero no es ese el caso. La sorpresa de Dramonzuk es total cuando que la potencia de fuego aumenta dramáticamente y uno tras otro, los dragones van cayendo incinerados, congelados, corroídos por veneno, cortados en pedazos o desintegrados.
Ahí es cuando comprende que es difícil vencer a la voluntad humana, por lo que opta por ir él mismo junto con Andrusiel y dar fin a todo a pesar de que hace momentos no quiso moverse sin un plan extra en caso de verse confrontando al usuario imperial.
Sin embargo, ahora está en un nivel mucho mayor que cualquier monstruo emperador, por lo que la confianza se eleva:
—Andrusiel.
—¿Si, mi señor?
—Usa tu habilidad de sonar. Quiero saber dónde está el humano.
—Si, como desee.
Andrusiel se lanza al vacío desde casi ochenta metros hasta el suelo cayendo con una sutileza impactante. Apenas golpea el suelo con la punta de sus dedos, la presión crea un cráter en el asfalto y escombros en los alrededores. Una vez allí se agacha y toda con la yema de los dedos el suelo mientras usa su habilidad de sonar, originalmente de Erezzia antes de formar parte del cuerpo de Andrusiel. Esta habilidad permite detectar cualquier ser en un radio de cinco kilómetros, en un momento inicial, pero con el poder que posee esta criatura puede hacerlo hasta cincuenta kilómetros incluso debajo de la tierra. Es una habilidad aterradora y mortal.
Despues de unos segundos, la criatura abre sus ojos y con el simple agite de sus alas vuela hasta arriba y regresa al lado de Dramonzuk. Lo mira con solemnidad casi como a una entidad divina y exclama:
—El usuario de la marca está ubicado debajo del refugio a unos cuatrocientos metros. —informa Andrusiel.
—Así que solo tendríamos que destruir el suelo hasta encontrarlo. —exclama Dramonzuk.
—¿Quiere que vaya y lo saque de allí?
—No. Lo mejor es ir los dos. A pesar de ser un simple humano, sigue siendo portador de la marca. Uno tendría problemas al enfrentarlo, pero dos, es probable que seamos capaces de eliminarlo.
Andrusiel agacha su cabeza en señal de aceptar las ordenes sin objeción.
De repente y cuando Dramonzuk da un paso, siente multiples presencias apareciendo de la nada. Lo mismo Andrusiel.
Ambos miran a su alrededor y arriba de sus cabezas ven muchas sombras bajando a toda prisa. Antes de que pudiera reaccionar, Dramonzuk es envuelto por varios círculos mágicos de magia espacial junto con Andrusiel:
—¡Mierda! ¡¿Qué es esto?! —piensa Dramonzuk.
—¡Ahora Arakneida! —grita Julio.
—¡Magia Espacial: Múltiples portales polarizantes!
Los círculos mágicos se transforman en portales que van consumiendo el cuerpo físico de los dos monstruos hasta que los desaparecen del lugar. Los dos son llevados en lugares opuestos. Andrusiel es llevado a un desierto mientras que Dramonzuk a una cadena montañosa en Europa.
Tal y como se organizaron, los dos grupos confrontan a ambos titánicos monstruos. La alternativa es enfrentarlos por separado quizás con la esperanza de poder lograr ganar tiempo.
Al transportar a dos monstruos demasiado poderoso, Arakneida siente mucho agotamiento por haber usado casi todo el maná que posee. Le duele el cuerpo, se siente mareada y hasta le cuesta mantenerse de pie y consciente. Un gasto mágico más y ella habría muerto, pero a estas alturas, todo tiene su costo. Para su fortuna, Cromana y Lorkamos apoyan a la soberana de las arañas como su líder y otorgan un poco de poder mágico para recomponer las fuerzas de ella.
El emperador se levanta sin problemas y ve todo un paisaje nevado con enormes cadenas montañosas. Inmediatamente observa a un grupo de tanto humanos como monstruos frente a él:
—Interesante vista. Traidores e insectos juntos. Dime, Arakneida, ¿piensan detenerme solo con separarme de mi subordinado? ¡¿Acaso me estás menospreciando?!
Todo el lugar se siente pesado cuando él desata apenas su poder mágico:
—¿Crees que te tenemos miedo? —pregunta Julio.
—¿Huh? —Dramonzuk mira al cazador. —¿Qué hace un insecto como tú respondiéndome a mí?
—Habla cuanto quieras lagartija. Vamos a detenerte aquí y ahora. —pronuncia con fuerza en su voz el poderoso cazador yanki.
—Bien. Los mataré aquí y ahora mismo. —se prepara Dramonzuk con una expresión ansiosa. —No veo la hora de encontrarme con ese maldito mocoso de la marca y mostrarle sus cabezas cercenadas.
Tanto Arakneida, como Cromana y Lorkamos son envueltos por columnas de energía mágica tan masiva que es digno de admirar. Junto con esto, los tres pronuncian en forma de declaración de guerra:
—¡Limit Breaker!
Una palabra que puede ser como una clave para manifestar la forma liberada de ellos, pero también simboliza a lo que también los humanos pueden llegar. Superar sus propios límites.
En un instante, Dramonzuk se ve rodeado por toda clase de ataques. Desde telas de arañas que se dirigen a él en punta afilada, lanzas de hielo o sangre, hasta arena disparadas como proyectiles, llamaradas feroces y pura fuerza bruta acercándose por el costado.
La batalla por todo inicia en algún lugar de los Alpes Suizos donde lo único que se escucha son los gritos y estruendos de magia elemental disparado con fuerza contra un enemigo infinitamente superior.
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