Limit Breaker: Conquistando Mazmorras - 189
La piel gris de Andrusiel brilla con los destellos carmesí del cielo y su semblante frio e indiferente carcome la esencia más profunda de la resistencia humana, pero no por ello dejan de luchar.
Los ataques de los cazadores y los familiares de Martín se vuelven cada vez más eficaces y logran reducir a un pequeño espacio del desierto a la criatura andrógina. Sin embargo, uno de los ataques de Lee Bao que va hacia el cuello es detenido solo con la mano de la criatura y con una patada al estómago lo manda a volar contra unas construcciones de extracción de minerales mágicos:
—¡Lee! —grita Musume, viendo como su compañero es brutalmente golpeado.
—Preocúpate por ti misma. —exclama por detrás.
Kargroot llega y golpea con el hacha al brazo del monstruo. No llega a herirlo, pero observa que la dura piel se está agrietando y deja escapar un minúsculo polvo negro.
Dentro de la biología de los monstruos del maná, su existencia está compuesta por tres cosas: la sangre que según varía de la clase y raza del monstruo, en el caso de los familiares de Martín, se adapta a su señor por lo que es color rojo. Luego está el maná, que cuando un monstruo es eliminado, su cuerpo se desintegra liberando el poder mágico que quedaba antes del deceso. Y luego está el polvo mágico que se origina con la desintegración del cuerpo y es cuando ese cuerpo físico desaparece y pasa a volverse parte del mundo del maná.
Sin embargo, ese fenómeno que muestra Andrusiel, donde no sangra, sino que prácticamente sale de su grieta, polvo gris, lo hace sospechar que hay algo más.
Kargroot vuelve a arremeter con un giro veloz con el hecha y apunta al hombro de Andrusiel. El monstruo se aparta unos centímetros y el filo del arma pasa apenas por al lado. En ese momento es cuando todo tiene cada vez más sentido, y es que ahora los movimientos de la mano derecha de Dramonzuk se vuelven cautelosos y falto de confianza. Totalmente opuesto a como se estaba mostrando en el comienzo.
Oscar se apresura para dar apoyo al caballero oscuro y con el puño le asesta un violento golpe de lleno al rostro y luego, saltando hacia él, Octavio con el martillo impacta contra la cabeza de la criatura. El golpe es tan duro que el suelo se parte y forma un cráter tras otro y también genera ondas expansivas.
Estela se reincorpora y ve en qué condiciones se encuentra Leza. Rápidamente y sin mediar palabra, extiende sus manos para usar la magia de curación. Si aún se encuentra la extremidad, puede hacer que la recupere. Ella no puede regenerar algo desde cero, es imposible, por lo que su magia curativa está limitada a un aspecto en particular.
La antigua emperatriz se pone de pie y acaricia la cabeza de Estela en un gesto de profunda admiración y agradecimiento, pero también que no siga intentando curarla ya que la diferencia es demasiado grande en poder mágico y podría sufrir una perdida masiva y acabar gravemente perjudicada:
—Que la señorita Musume trate tus heridas. Alguien como yo, destinada a vivir de las batallas, debe encargarse de esto con todo su ser. Tu entenderás, ¿verdad? —esto último lo dice con una amable sonrisa.
—P-Pero…
Leza toma del suelo su hacha de un filo y arrastra contra el suelo. Su peso es monumental y se nota al cargarlo. Solo ella es capaz de hacerlo y de ello se jacta de portar el arma con filo más poderosa de entre todos los emperadores:
—¡Andrusiel! —grita desde escasa distancia.
—¿Huh? —mira la criatura hacia donde está ella. —¿Sigues con vida? Que molestia resultaron ser. Más de lo que jamás hubiera podido creer.
Entonces, una particular ventisca se siente de tal manera que enmudece al campo de batalla. Leza gira hacia atrás y ve una figura que brilla con un verde claro, pero tan luminoso que es difícil de saber quién puede ser.
De repente, despega en vuelo hasta varios cientos de metros y luego con una velocidad abismal, desciende y da una feroz patada en la frente de Andrusiel que lo estampa contra el suelo. Es la primera vez en toda la batalla que esa bestia es derriba. Nadie puede creer que Estela hay podido someter así a Andrusiel y usando su forma “armadura Sylphie” y en simultáneo “deja vú”, que le permite esquivar la cola con punta afilada en un claro intento de la criatura por defenderse:
—No pienso permitir que más gente querida caiga. Así como confío plenamente en que Martín va a vencer a la diosa Oscura, también lo haré con ustedes y en los que pelean en el otro sitio. —exclama con lágrimas. Los recuerdos de haber cuidado a Martín cuando estaba en coma, o la perdida de su suegra así como casi perder a todos sus compañeros en Roma la impulsas a sobrepasar sus miedos. —¡Quiero que venzamos y todos sobrevivamos a esto! ¡¿me entiendes Leza?! ¡casi pierdo a Arakneida, casi pierdo a Martín, y ya he perdido a muchas personas, no más!
—Que complejos son los humanos en los momentos más difíciles. Sacan conclusiones irrelevantes y buscan justificar esos momentos ¿para qué? El resultado es el mismo. Nunca ha cambiado ni antes de la batalla, tampoco ahora. —se reincorpora Andrusiel.
—¿Qué podría saber una maldita criatura sin alma? —exclama Kargroot.
—¿Huh? ¿Qué insinúas traidor?
—Ya deberías haberte dado cuenta.
—Se más claro.
Kargroot señala hacia la grieta que se supone debería ser una herida. Pero es como si fuera algo hueco:
—No sangras.
—¿Y eso que?
—Toda criatura de maná está constituida por tres cosas: sangre, maná y polvo. La sangre se hace maná y el maná se convierte en polvo y regresa al lugar origen. Todos los monstruos sabemos eso. Tu ignoras esa naturaleza. Eres antinatural.
—Que estupidez. —se inquieta de solo escuchar eso.
—El hecho de que no puedas sangrar significa que eres parte de la ruptura del orden natural. Te convierte en un paria. —añade Leza.
—Cierren la boca. —se molesta. Cada vez, su semblante indiferente y estoico se fragmenta ante los cuestionamientos de sus pares.
—Eso significa que no solo eres algo que no debería existir, sino que si no tiene sangre y te saltas ese orden natural. Tu existía es…
—¡Cállate!
—La de una mera marioneta sin vida.
—¡Malditos cállense de una buena vez! —su rostro es ahora muy humano, puesto que las venas del rostro se hinchan, sus ojos se muestran llenos de ira y escupe cuando grita. Abre la boca y varias líneas negras y carmesies entran a ella como si acumulasen energía. De pronto, se ve como dentro de sus fauces hay llamas de dos clases, negras y rojas listas para ser disparadas.
—¡Todos a cubierto! —grita Oscar.
—¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhh! —dispara sus llamaradas desde la boca mientras rasga con sus manos la piel del rostro. Usa sus uñas afiladas contra la frente, ojos y pómulos. Está en un estado de locura extrema desatada solo con escuchar que su existencia no es la que cree.
Las llamas vuelan por los aires todo el paisaje a los lejos.
De sus heridas causadas por las agarras propias sale polvo. Cada vez que ve brotarlos de allí, su locura empeora, así como las llamas que salen de la boca. El grupo se queda boca abajo sin poder hacer nada. Si se les ocurre ponerse de pie o atacar de frente, podrían recibir de frente ese monstruoso poder de lleno y sufrir heridas graves:
—¡Está en frenesí, no podemos hacer nada! —grita Leza.
—¡Sabía que algo así iba a pasar! —dice Kargroot, reconociendo las consecuencias. Sin embargo, sonríe de haber herido a esa bestia imparable y difícil de descifrar.
—¡Lo malo es que no podemos pelear así! —exclama Estela. —¡¿Cómo se supone que nos acerquemos?!
Como si fuera un acto del destino, una figura humana cubierta por escamas doradas se acerca mientras ágilmente se mueve esquivando los ataques de Andrusiel. Steindra aparece gracias a los portales de Arakneida. Pero no llega solo, pues detrás del dragón gris, aparece Bautista cayendo lentamente por detrás:
—“Magia de Sonido: Impacto perforante”.
Al decir eso, gira sobre su propio eje y cuando está a la altura de la cabeza de Andrusiel, extiende la pierna y le propina una feroz patada con la que su magia de “impacto perforante” actúa. Es un ataque que permite a su ejecutante golpear a su enemigo y el impacto de por sí se convierte en un sonido que sacude la zona, en el caso de la patada al costado de la cabeza, resuena dentro del cerebro ocasionando problemas de visión, y perdida de equilibrio.
Como Andrusiel es una criatura de tan alto nivel, apenas le hace algo, pero a favor del grupo, permite que Steindra se acerque y de una lluvia de puñetazos derecho al abdomen, pecho y rostro sin detenerse.
Luego, el dragón dorado salta con sus dos piernas dobladas y de un tirón le golpea a la cara que lo hace retroceder con todo el cuerpo hasta una montaña cercana. Andrusiel ya no puede mantenerse de pie y los golpes empiezan a surtir efecto.
Steindra se regresa con ellos junto con Bautista:
—¡¿Están bien?! —pregunta Bautista.
—S-Si, estamos bien, pero Leza, ella…—exclama Estela con gran sentimiento de culpa.
—Descuida, descuida, esto es un pequeño rasguño. —minimiza Leza.
—Por más que digas eso, estas muy herida. —insiste Estela.
—Lo mejor es que vengas al refugio conmigo. —dice Steindra.
—Por cierto ¿Cómo es que llegaron hasta aquí? —pregunta Octavio.
—Arakneida, ella nos pidió que vengamos a dar apoyo. —responde Steindra.
—¿Y la batalla en el refugio? —pregunta Oscar.
—Llegaron refuerzos de varios puntos de Latinoamérica. —dice Bautista.
—¿Enserio? —pregunta Oscar.
—Si. Por lo pronto, vinimos a dar apoyo, aunque… ¿Qué fue lo pasó? Ese sujeto estaba frenético y su masiva cantidad de energía ahora está disminuyendo. —dice Steindra.
—Es una larga historia, pero si aprovechamos la oportunidad, seguramente lo derrotemos. —dice Kargroot.
—Hoooo, entiendo, entiendo. —dice Steindra. —¿Huh?
—Ahí viene. —dice Musume, acercándose a ellos.
AVAVAVAVAV
En la dimensión oscura, todo es caos y oscuridad. La vez anterior que estuvo Martín, había estabilidad, pero ahora se ve claramente como la diosa sucumbió ante el temor y la locura.
Nunca imaginó que un simple humano pudiera acorralarla de tal manera.
Ella muestra su verdadera y grotesca forma con alas marchitas, cabello negro largo y muerto, así como expresión cubierta de un líquido negro brotando de ojos, nariz, boca y oídos. Su vestido negro está ahora desgarrado y debajo de él brota de las piernas el mismo líquido que adorna su cara.
Es la viva imagen de un ser que sobrepasa toda razón humana.
Martín siente miedo primordial ante eso desconocido. Ella lo mira como si lo hiciera con un insecto y sonríe ante lo insignificante que es:
—Bienvenido de nuevo. Le hice remodelaciones a este lugar. Espero que te agrade…por los próximos millones de años hasta que degrade tu cuerpo, alma y voluntad…humano.
Martín siente que no ve posible escapar, al menos no en la situación. La diosa está convencida de que hará de ese lugar la tumba espiritual para él.
Él camina hacia ella, con dudas, pero no se detiene pues tiene una misión. Mientras que todos luchan con valor en tres frentes principales distintos y en varios puntos del planeta se alzan en armas los humanos y cazadores, no puede fallarles.
La diosa extiende su mano al ver que sus dudas no lo dejan quieto. Del suelo brota líquido que empieza a dar forma a varias figuras. Martín se detiene al ver que ese líquido da forma a Estela, Arakneida y su madre. La diosa oscura planta esa duda en Martín de que, si pretende derrotarla, entonces deberá hacerles daño a sus seres amados:
—Martín ¿Por qué haces esto? —pregunta Estela.
—Hijo, ven, quédate con nosotros. —dice su madre.
—Vivir aquí para siempre, no suena tan mal ¿verdad? —dice Arakneida.
—Yo…no…no sé qué estoy haciendo…—empieza a dudar.
—No tienes porque dudar. Estaremos para siempre contigo. —alienta Estela.
—Anda Martín. Podremos vivir todos juntos como una gran familia. —se acerca Macarena.
—No es mala idea. —se acerca también Octavio. Detrás los demás miembros de Victory.
—Yo…—exclama Martín. —no quiero volver afuera. —baja sus brazos. —Estoy muy cansado de pelear…todo el tiempo…
La diosa sonríe con dientes apestados de ese líquido negro y la mirada sádica. Había esperado tanto tiempo que Martín sucumbiera y ahora por fin lo tiene a su merced:
—Si, tan solo queda algo más para hacer. Matarlo desde afuera y destruir esa asquerosa daga. Luego arrasaré todo ese mundo.
Una luz al final del camino. Un latido en su pecho. El cabello se eriza de manera imperceptible y un ligero movimiento de sus dedos anuncia algo más, pero Martín debe elegir al final.
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