Limit Breaker: Tokio Dungeon - 03
Han pasado un par de horas desde lo sucedido en el templo. Todos los miembros fueron asesinados a excepción de una joven que se encuentra desaparecida.
La explosión provocada por Ichika en su combate contra los yokais no pasó desapercibido y varios patrulleros, camiones de bomberos y ambulancias acuden al lugar encontrándose con cuerpos rostizados por los relámpagos y cuerpos no humanos desintegrándose en el aire, sin poder mantenerse en el mundo humano.
Ichika abre sus ojos, creyendo que todo lo que había pasado era solo una pesadilla y que al despertar encontraría a las chicas esperándola para poder salir. Sin embargo, se encuentra con paredes de tierra de lo que parece ser una cueva:
Ichika: “¿Huh? ¿d-donde estoy? ¿Qué es este lugar?” — piensa, observando cada rincón del sitio
Su mirada la lleva a la entrada de la cueva, donde una persona se encuentra parada en medio, mirando hacia el bosque:
Ichika: “¿Quién es?” — se mueve un poco hacia adelante. La manta que la cubre se mueve hacia un costado, revelando un poco de su pecho desnudo — “¿huh?” — se da cuenta de que no tiene prenda alguna, ni camiseta ni sostén, por lo que vuelve a cubrirse pudorosa — “¡n-no puede ser!” — retrocede creyendo que fue ultrajada por esa persona
Kyubo: “No te mueves mucho o las vendas podrían salirse y tu herida se abrirá”
Ichika: “Mis heridas…” — rápidamente revisa y encuentra una venda envolviendo entre su vientre y entre medio de los pechos
Kyubo: “Recibiste una fuerte quemadura de ese relámpago. Por alguna razón sobreviviste así que deberías sentir gratitud hacia mi tratamiento”
Ichika: “¿Quién eres?”
Kyubo: “Soy Kyubo y que te vaste con eso” — dice, sin voltearse a mirarla
Ichika: “Yo me llamo Ichika. G-Gracias por tratarme. Yo…”
Kyubo: “Deberías descansar un poco. Al fin y al cabo, no tienes a donde regresar”
Ichika: “¿Cómo?”
Por el daño que su cuerpo ha sufrido, Ichika no se había dado cuenta de lo que sucedió en el templo, pero al ponerse a recordar, decenas de escenas muy crudas y bestiales de ver a sus seres queridos siendo devorados, mutilados y descuartizados, tiñendo en un mar de sangre el lugar al que creía un cálido hogar. Se corre a un lado y vomita:
Kyubo: “…”— se queda mirándola, sintiendo aberración por ver a una humana tan débil — “te recomiendo que duermas un poco más. Se acerca una tormenta además la niebla no se ha esfumado del todo”
En silencio, Ichika solloza desconsoladamente mientras golpea su frente contra el suelo varias veces hasta abrirse una herida y grita durante unos segundos. Al final, ella es solo una adolescente que ha pasado por mucho dolor y no parece detenerse, aunque quiera vivir feliz.
Durante varios minutos de llanto, por fin se detiene y se queda en silencio en el fondo de la cueva, mirando a la indiferente persona que sigue vigilando sin perturbarse la entrada del lugar. Lo mira fijamente, es un joven de casi su misma edad, cabello castaño y corto, viste un pantalón de jean, camiseta blanca y chaqueta negra. Una cadena cuelga de su pantalón y extrañamente un bulto se asoma por su espalda a la altura de la cadera. Lo primero que piensa es que quizás sea alguien con una enfermedad.
Ichika se queda perdida en la bella del muchacho e inclusive llega a pensar que el hecho de haber sido salvada por alguien tan atractivo, es algo a agradecer:
Ichika: “Que lindo chico” — piensa
Las horas pasan hasta que el silencio incomodo se rompe cuando el joven da un paso al frente y se voltea, revelando un atractivo rostro y mirada feroz:
Kyubo: “Quédate aquí, humana. Esto no ha terminado”
Ichika: “¿Huh?”
Desaparece de repente, demostrando que no es un mero humano sino algo más poderoso y peligroso. Ichika empieza a asustarse por lo que llegue a sucederle cuando regrese. Como puede se arrastra hacia la salida y escapar, aunque deba usar toda la fuerza de sus brazos y se quiebren en el proceso.
Sin embargo, su paso es detenido con Kyubo, quien interfiere en su camino. La mira desde arriba con rostro indiferente y cubierto de un líquido purpura. Se agacha y le levanta el rostro con su mano desnuda:
Kyubo: “Dime, si hubieras salido de aquí ¿Cómo habrías de escapar del bosque? Que yo recuerde hay varios purpure-wolf. No hubieras sobrevivido”
Ichika: “…”— mira a un costado
Kyubo: “Será mejor que me mires a los ojos humana” — advierte
Ichika hace caso, más por temor que por valentía. Sus miradas chocan y algo en su interior se quiebra. De la nada empieza a llorar y entrar en desesperación:
Ichika: “P-Por favor, te lo suplico”
Kyubo: “¡Tsk! Si que eres patética” — le empuja el rostro a un lado. Se pone de pie y regresa a la entrada — “supongo que ya está hecho” — mira que la niebla desaparece definitivamente — “tal parece que mi jornada temporal en este mundo da comienzo” — murmura
Habiendo dicho eso, regresa al interior de la cueva, escapando de la lluvia que cae torrencialmente. Se recuesta a un lado de Ichika y cierra los ojos. Ella se acerca curiosa para saber si el chico está dormido y así poder huir.
Por supuesto que el temor hacia él es también un impulso para intentar escapar una vez más. Sin embargo, vuelve a interferir en su camino al moverse sin que ella se de cuenta y se siente frente a ella:
Kyubo: “Creí haberte dicho que no salgas ¿acaso quieres morir?”
Ichika: “¡Tu dijiste…!”
Kyubo: “Lo que haya dicho no es lo que acabo de decir. Vuelve a tu lugar y descansa”
Ichika: “¡¿Quién te crees que eres para secuestrarme?!”
Kyubo: “¿Quién soy? Pues tu salvador” — responde con expresión de burla
Ichika: “Salvarme o no ¿Qué importa? No es lo que yo quería y menos ahora”
Kyubo: “Vaya sorpresa, humana” — la mira muy interesado — “se podría decir que eres estúpida o muy valiente. Quizás tenga que esperar a averiguar cuál eres ¿no?”
Ichika: “¿De qué hablas? ¿huh?” — se sonroja al verlo caminar hacia ella y extender sus brazos — “¿q-que es lo que estás haciendo?”
Kyubo la levanta entre sus brazos y regresa al interior de la cueva:
Ichika: “¡Sueltamente, detente!”
Kyubo: “¡Mierda, eres demasiado ruidosa!” — la coloca con cuidado sobre la camina improvisada con mantas y hojas. La cubre con la manta y posa su mano en la frente de ella, sintiéndola caliente — “tienes temperatura. Lo mejor es que te quites lo de abajo junto con la ropa más pequeña”
Ichika: “¿Huh? ¡maldito degenerado!” — grita mientras se cubre sus pechos vendados
Kyubo: “¡Tienes fiebre maldita sea!” — le regresa el grito — “además…” — sonríe de manera perversa — “no es conveniente que estes maltrecha”
Ichika: “¿Por qué dices eso?”
Kyubo: “Duérmete. Iré a buscar algo para comer” — coloca un paño con agua en la frente — “si piensas en morir afuera por tu negligencia, bueno, es tu decisión” — desaparece de nuevo ante la vista confundida de Ichika
Mientras permanece sola en aquel sitio, Ichika piensa varias veces en escapar, pero al recordar que puede ser presa de cualquier cosa que esté afuera se da cuenta de que lo mejor es hacerle caso y quedarse esperando a su regreso.
Posiblemente pensárselo muchas veces es inútil cuando se tiene casi 40° de temperatura, el cuerpo herido y una profunda tristeza, casi al borde de la locura cuando recuerda lo sucedido en el templo. Apenas se echa a llorar y golpea con su puño el suelo. Todo ha pasado de golpe, sus emociones se ven afectadas al punto de imaginar voces por todo el lugar y apariciones de aquellas personas importantes en su vida como Ino, Ima, Mikami entre ellos, solo para recalcarle que todo fue su culpa y el solo hecho de haber nacido es un pecado contra natura.
La amarga se adueña de su corazón y rápidamente decide huir, morir o seguir viviendo, da igual cuando ya el significado de la vida se ha perdido en aquel accidente donde sus madres perdieron la vida y ella apenas un rasguño en su muslo derecho.
Como puede se pone de pie y camina hacia la entrada de la cueva. Una vez fuera, mira hacia el cielo como llueve a cantaros. Abre su boca para recibir un poco del agua de lluvia y toma del suelo un tronco mediano como para poder apoyar su cuerpo debilitado:
Ichika: “Me duele las piernas. Apenas puedo respirar correctamente. Mi vista es borrosa y empeora cada vez más. La fiebre ya de por si es alta y los dolores de cabeza son punzantes. Tengo que encontrar un lugar donde refugiarme” — piensa, mientras que cada paso que da lejos de la cueva hace que cada centímetro de su cuerpo duela como nunca antes
Por alguna razón Ichika se encuentra en una contradicción permanente entre añorar la muerte, pero también el instinto puramente biológico de buscar evitarla a toda costa y mantenerse con vida.
En medio del bosque, una voz que no se espera escuchar llega a su oído y la detiene. Se sorprende al encontrarse con Kyubo, quien sostiene a un enorme oso en su hombro y sus manos están ensangrentadas:
Kyubo: “Eres terca humana. Me pregunto ¿Cómo es que venciste a esas bestias de niebla purpura”
Ichika: “Haaa, haaaa…” — la fiebre empeora, obligándola a caer de rodillas — “estoy…estoy en mi limite…” — murmura
Kyubo: “¿Ves? En tu penosa condición solo eres una carga. Tranquilamente podría dejar tirada para que los lobos te maten y devoren. Como soy alguien bondadoso te ayudare a regresar. A menos que…¿huh?” — mira absorto como la chica se pone de pie como puede y levanta el pequeño tronco como si fuera una espada — “esa chica o está loca o es muy valiente”
Ichika: “Yo…no hare lo que te plazca ¿me oíste? No se quien o que eres, haaaa, haaa, pero ya he perdido demasiado como permitir que alguien como tu me tome por una basura”
Kyubo: “Vaya, creo que la fiebre te ha afectado” — deja caer el cuerpo del oso — “creo que tendré que mostrar la gran diferencia entre ambo” — sus uñas crece un poco y los colmillos sobresalen, adquiriendo una forma más bestial que pasa desapercibida por Ichika, quien ya no ve bien ni puede mantener su cuerpo estable — “esta es tu última oportunidad…¿huh?”
Ichika se lanza hacia Kyubo con el tronco envuelto en pequeños hilos eléctrico y lo golpea apenas en el rostro, dejando una pequeña herida. Sorprendido se toca donde fue atacado y voltea a mirar donde se encuentra:
Kyuba: “¿Huh?” — ve que ha llegado hacia su espalda, pero en el momento en que lo hizo su cuerpo se desploma, desmayándose en el barro — “no pude ver nada. Se movió de tal manera que fue casi como si un rayo me pasara por al lado” — sonríe al darse cuenta de lo que ha descubierto — “vaya, vaya, creo que esto será muy interesante. Aunque tengas que vivir menos de lo que esperabas”
***PARTE II***
Luego de un par de horas, Ichika despierta nuevamente en el oscuro y frio sitio, envuelta en telas acolchonadas y paño en la frente para bajar la fiebre. Se levanta un poco para reincorporarse y ve frente a su cama improvisada a Kyubo preparando un estofado de carne de oso con varios vegetales que se había encontrado en el bosque, algunas nueces y vayas comestibles que añaden sabor dulce:
Kyubo: “Si que duermes. Bueno, no me extraña, estas muy débil como para siquiera poder respirar correctamente”
Ichika: “No vas a dejarme al final”
Kyubo: “Da gracias que te salvé. A pocos metros de tu cuerpo desmayado estaban acechando una manada de lobos. Los acabé espantando por la enorme diferencia con esas bestias”
Ichika: “M-Muchas gracias”
Kyubo: “Vaya, parece que puedes ser agradecida de vez en cuando”
Ichika: “¿Disculpe? Te agradecí que me hayas salvado antes”
Kyubo: “Puede que sí. No lo recuerdo tan bien como tú”
Ichika: “Idiota”
Kyubo: “Supongo que ya te sientes mejor. Ten” — le acerca una cuchara de madera que encontró en lo que quedaba del templo con un poco de agua que pudo recoger de hojas cayéndose. Sin embargo, se resiste al cerrar la boca — “oye, abre la boca que tienes que comer”
Ichika: “…”— niega con su cabeza y hace ruidos en rechazo
Kyubo: “No me dejas otra opción” — toma el agua de la cuchara y se la da con su boca a Ichika, quien a pesar de resistirse se queda atónita por la situación. El corazón de ella late aceleradamente y miles de pensamientos rondan por su mente — “espero que al menos reconsideres aceptar tomar por ti misma. Aunque…” — se relame — “no estuvo tan mal. Deliciosa” — murmura mientras regresa a preparar el caldo
Ichika se queda en silencio. Con la punta de sus dedos se toca los labios. Es su primer beso y se lo ha dado alguien que no sabe quién es y las dudas de su es humano o no crecen cada vez más:
Ichika: “E-Eso fue un beso” — se cubre la cabeza con las mantas y mira hacia él joven — “no puedo creer que me haya robado mi primer beso. No puedo creerlo” — se sonroja
Por primera vez, ella piensa cosas que cualquier chica de su edad debería. Imaginar que los labios de ese chico chocaron con los suyos provocan una sensación extraña en su interior que nada tienen que ver con su fiebre o enfermedad sino algo puramente hormonal. Sin embargo, ella no le da importancia y se contiene al pensar que es por la fiebre:
Ichika: “T-Tengo que descansar un poco más”
Kyubo: “Ya falta poco para comer”
Ichika: “De acuerdo” — responde tímidamente
Kyubo: “Eres extraña humana ¿te lo han dicho?” — dice en tono de burla mientras agita frente a ella su mano cubierta de sangre del oso
Ichika: “¿Puedo preguntarte algo?” — sus dudas llegan a un punto sin retorno cuando mira las manos de él
Kyubo: “Si”
Ichika: “¿Por qué me dices humana?”
Kyubo: “¿No te lo dije?” — varias colas salen del bulto en la espalda, debajo de su camiseta y orejas de animal en la cabeza se levantan — “soy un zorro de 9 colas”
Aquella pregunta que por inocencia y curiosidad le hace a Ichika, sería el comienzo de una extraña relación donde el miedo, la pureza y la dualidad entre monstruo y humano otorgaría la fuerza necesaria para que ambos aprendan a necesitarse uno del otro y enfrenten a quien sea que los amenace, volviéndose una poderosa pareja digna del respeto a futuro.
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