Limit Breaker: Tokio Dungeon - 05
Unos días después, Ichika se recupera del shock por lo sucedido en el templo. La fiebre ha bajado considerablemente y su movilidad se ve mejorada gracias al descanso y la alimentación que Kyubo le cocinó.
A pesar de eso, aun continua débil por la pérdida de sangre y la fatiga por lo cual ella camina a paso lento detrás del yokai como si fuera un pequeño animal que depende de una mucho mayor:
Kyubo: “Tendríamos que acelerar el paso” — mira al cielo como se va ocultando el sol y empieza a refrescar — “lo mejor es encontrar un sitio adecuado para evitar a los animales o algo más” — se voltea y mira a Ichika, quien se ve agotada por tantas horas de caminata — “vamos, apúrate y mueve las piernas”
Ichika: “Esp…era…estoy muy cansada” — le responde agitada
Kyubo: “Supongo que los humanos son así al final. No creo que haya más cuevas por la zona. Es decir…” — mira a su alrededor la enorme densidad del bosque — “hay muchos árboles, pero la zona montañosa ya fue abandonada” — se acerca a un árbol caído y con movimientos veloces de sus uñas corta varios troncos y ramas para formar un refugio y hacer una fogata — “creo que con esto será suficiente” — levanta los troncos y ramas — “no será tan seguro como una cueva pero al menos estamos calientes y protegeré el perímetro” — dice mientras prepara el refugio con algunos troncos y hojas largas — “siéntate en ese pedazo de madera mientras te preparo una cama” — le indica con su dedo índice
Ichika: “E-Esta bien” — asienta con su cabeza — “a pesar de ser alguien rustico se siente como si fuera también muy amable. Mas aun de parte de un yokai. Esto es extraño. En cuanto me dijo eso…” — recuerda cuando las palabras de Kyubo y la promesa de protegerla y a la vez ser su dueño recalaron en su interior, dándole seguridad y sensación de que todo estará bien a partir de ahora — “mi cuerpo solo lo aceptó. No entiendo que está sucediéndome”
Kyubo: “Oh, casi lo olvido. Tendemos que ir hacia algún poblado cercano para que puedas obtener ropa. Estos días hará mucho frio y tengo entendido que los humanos suelen morir si están mucho tiempo, creo que lo llaman hipotermia”
Ichika: “Eso te quería preguntar, si eres un yokai ¿Por qué estas con forma humana y usas vestimenta de ese estilo?”
Kyubo: “Que curiosa eres. A decir verdad, ni yo logro entenderlo. Lo poco que recuerdo es que estaba en un bosque descansando y una luz me empezó a guiar entre sueños hacia un extraño estanque. Cuando me doy cuenta, me encontraba con forma humana y vi volar a alguien en lo profundo del bosque. No sé porque esta forma ni la vestimenta. Solo recuerdo…” — la figura de una mujer envuelta en silueta de luz le sonríe sin poder recordar quien era — “ella…” — lagrimas caen de sus ojos y su expresión tan fría se torna como la de un niño pequeño que se ha golpeado al dar sus primeros pasos — “¿ella…?” — seca sus lágrimas y regresa a preparar la cama de Ichika — “será mejor que no te muevas de ahí y quédate callada a menos que quieras que te mate ahora. Habrá muchos animales por la zona por lo que moverte tampoco te convendría”
Ichika no insiste en preguntar y se queda en silencio, pero con la curiosidad de saber ¿Quién es “ella”? y porque tiene tal impacto en un yokai que hasta minutos parecía intocable e imperturbable en su actuar. Nada de lo que se pregunta podrá tener respuesta, no por el momento, ni siquiera, aunque trate de averiguarlo por sí misma.
Y ello no tiene nada de malo porque igualmente Ichika tiene sus propios secretos que el yokai no se preocupa en preguntar.
Aun así, la simple palabra de “ella” y su expresión después de mencionarla, hacen pensar que hay un motivo por el que está en el mundo humano y también por el que la ayuda.
El sol se oculta y las bajas temperaturas hacen que Ichika se recueste con todas las mantas que Kyubo le ha entregado para que se proteja del frio.
En el otoño e invierno, se vuelven cada vez más fríos a medida que la noche avanza hasta el otro día, y muchas personas mueren al año por hipotermia, preferentemente cazadores que intrépidos enfrentar las temperaturas a la espera de que surja una mazmorra o para poder entrar a una:
Kyubo: “La comida casi está terminada” — se acerca a ella y sienta junto a un tronco que descansa a su lado — “la carne de oso aun abunda para más estofado. Después de eso quizás nos espere poca comida”
Ichika: “Ah, sí”
Kyubo: “Sobre lo de antes. Supongo…” — se rasca la mejilla y mira incomodo hacia otro lado — “supongo…que lo…siento…no quería tratarte tan brusco” — dice avergonzado
Ichika: “N-No hay problema, de verdad” — responde sorprendida
Kyubo: “Bien, porque no pediré disculpas una vez más”
Por primera vez desde que lo conoce, su rostro se ve inocente y a la vez que extrañamente peculiar como si fuera un chico humano de su misma edad. Ichika lanza una pequeña carcajada y se sienta sobre la cama improvisada con troncos, hojas y las capas de manta de piel que Kyubo le preparó:
Ichika: “¿Sabes? Creo que no te di las gracias por haberme salvado y siendo honesta aun no comprendo muchas cosas. Siento que debí morir allí para que mi dolorosa existencia abandone este mundo, pero al recordar la situación me aterra ser devorada viva o entre las llamas o con escombros aplastando mi cuerpo. Soy patética ¿no?”
Mientras Ichika espera una respuesta, Kyubo se queda pensativo sin poder saber que decirle. Solo le acaricia la cabeza y regresa a la fogata para servir la comida.
Con mucho cuidado coloca el estofado en un plato que había recogido en el templo y se lo da a Ichika:
Kyubo: “Ten cuidado con la temperatura del estofado. Y…procura no decir estupideces sobre morir” — se acerca a ella y le besa la frente — “además te lo advertí. Solo yo puedo decidir cuando, como y donde mueres. Te aseguro que falta mucho para eso”
Ichika: “S-Si, como tu digas” — responde con el rostro rojo
Misteriosamente los árboles se mueven más de la cuenta y un incómodo silencio llama la atención de Kyubo. Gracias a los sentidos tan agudos que posee como yokai del tipo bestia, Kyubo puede mantenerse en alerta frente a cualquier amenaza de la zona, sea animal, otros yokais e inclusive humanos, por lo que no es extraño que pudiera saber cuándo algo anda mal. A esa capacidad tan elevada de detectar cuando algo anda mal se le suma su enorme habilidad extrasensorial que lo hace un yokai difícil de engañar:
Kyubo: “Los árboles se agitan. El silencio es sorprendentemente denso. La presión del lugar cambió drásticamente” — mira hacia los árboles y la perpetua oscuridad que no es iluminada por la fogata — “hay algo o alguien y nos está vigilando, pero ¿Por qué no nos ataca?” — sospecha — “si lo confronto es posible que la ataquen si es que hay más. Tampoco sé si es humano o animal. Mi capacidad se limita en eso, pero aun así ¿Qué puedo hacer? Si esperamos hasta mañana quizás en la noche o madrugada nos ataque, pero si no es así quizás nos vigilen para atacarnos por separado. Entonces no debería dejarla cuando haga sus necesidades o se bañe” — imagina a Ichika bañándose y rápidamente se sonroja
Ichika: “Kyubo ¿estas bien?”
Kyubo: “¿Huh? S-Si, solo quédate ahí que voy a revisar la zona”
Ichika: “Esta bien”
Kyubo desaparece ante la vista de ella.
Se sube hacia las ramas gruesas mas altas de los arboles y recorre la zona buscando esa sensación que tanto lo intriga:
Kyubo: “No hay de otra, tendré que ir a buscarlo yo mismo si quiero protegerla” — piensa mientras salta entre las ramas en la oscuridad — “¿huh?” — se detiene y mira a unos 10 metros — “¿Quién eres?” — pregunta
Deja de sentir la presencia de esa extraña figura que acechaba en la oscuridad, pero queda la sensación de que el peligro recién comienza. Entonces, regresa con Ichika para protegerla durante el resto de la noche:
Ichika: “¿Esta todo en orden? Te veo muy distraído”
Kyubo: “No pasa nada. Duérmete que mañana seguimos nuestro viaje”
Ichika: “¿Sabes dónde hay algún pueblo por aquí cerca?”
Kyubo: “N-No” — dice avergonzado
Ichika: “Juju” — sonríe coquetamente — “entonces voy a guiarte”
Kyubo: “¡Tsk! Haz lo que quieras” — suspira — “¿Quién demonios era ese humano? Se volteó apenas y sonrió para desaparecer después” — piensa en la situación — “¿estará vigilando a Ichika? ¿o a mí? No puedo pasar por alto esto”
Durante la noche, se pregunta si sea lo mejor ocultarle a la chica esa presencia de un humano que los acecha desde la oscuridad. Las razones son nulas y ciertamente relajarse es una grave equivocación, al menos por su parte ya que Ichika necesita todo el descanso posible para no ser una verdadera carga y deshacerse de ella.
Desafortunadamente para él, sus pensamientos sobre la seguridad de Ichika se intensifican cuando ella se aferra a él entre sueños y murmura varios nombres que Kyubo desconoce:
Ichika: “Mama…papa…Ino…Ima…Mikami…perdónenme por favor…soy una mala persona” — llora
Kyubo: “Tan frágil y para nada valientes. Podría simplemente romperle el cuello mientras duerme y nadie se preocuparía por ella” — piensa mientras la observa tan vulnerable con los ojos cerrados — “pero eso no me corresponde. Decidir sobre la vida de los indefensos. Solo debo mantener mi imagen. Diablos ¿en qué estaré pensando?” — se lamenta en silencio y lágrimas en sus ojos
***PARTE III***
Mientras tanto en la zona clausurada donde se encontraba el templo.
Un hombre de apariencia pulcra, cabeza rapada, cuyo abrigo tiene un cierto color anaranjado y rojo. En su mano sostiene lo que muchos budistas usan para recitar los mantras, denominado como “yapa mala” y expresión solemne con miles de días de penitencia y laboriosa dedicación hacia el budismo mismo.
Se acerca el sitio donde custodian un par de policías y uno de ellos lo detiene:
“Disculpe, no puede pasar. Esta prohibido para los civiles”
Yujin: “Oh, mis disculpas. Quisiera saber lo que ha pasado para poder continuar con mi camino”
“Si…claro…” — lo mira raro — “vera, ocurrió una explosión en el templo de allí arriba. Al parecer fue una fuga de gas, por lo que no encontramos sobrevivientes”
Mientras el oficial le explica lo ocurrido, Yujin mira a su alrededor y encuentra rastros muy intensos de mana que envuelven a donde se encontraba el templo:
“Por lo tanto es imposible dejar a los intrépidos el paso. Veo que es un monje budista. Entenderá el porque no podemos dejar pasar a nadie”
Yujin: “Si, si, por supuesto. Entonces me retiro. Mis disculpas” — se inclina varias veces mientras junta sus manos y se voltea para seguir su camino
Sin que se den cuenta los oficiales, Yujin desaparece para adentrarse al bosque y subir la montaña hasta el templo:
Yujin: “Dudo mucho que sepan lo que en verdad ocurrió, pero tampoco puedo ignorar el hecho de que una animalia haya causado ese desastre” — piensa mientras se acerca rápidamente a templo
Se detiene a unos metros al ver las condiciones en las que se encuentra el lugar. De a poco avanza sin hacer ruido para no alarmar a los guardias que vigilan por la noche los alrededores de la zona afectada:
Yujin: “Miren como ha quedado este lugar” — dice en shock — “¿Qué fue lo que ocasionó tal desastre?” — mira a un costado la espada que pertenecía a Ino. La toma del mango y observa con detenimiento que tiene rastros de maná de un ser humano y la hoja quemada por fuego ordinario — “entonces eso fue lo que paso” —murmura con la mente enfocada en el objeto — “fuego sin maná, pudo haber sido producto de cierta explosión lo cual acreditaría a lo que el oficial me dijo abajo pero el maná que tiene el mango dice lo opuesto. Así que esa chica ha despertado su poder mágico y se impregno en el mango. Ino, me dejaste un trabajo realmente complicado. ¿Huh?” — sigue el rastro que Ichika había dejado al ser expulsada por la explosión — “este rastro no es de una acción en concreto de ella sino el efecto de algo. El rastro se detiene aquí e interviene otro pero que no es humano… ¡¿Qué?!” — sus ojos se abren de par en par y mira hacia lo profundo del bosque — “por alguna razón este rastro sigue más allá del monte Fuji, pero se mantiene en el bosque, alejándose de la ciudad…” — sonríe incomodo y aprieta su yapa mala — “con que eso era. Un monstruo que no le ha hecho nada, quien lo diría. Pero no es muy seguro, algo mas ronde por estos bosques. No quiero imaginar lo que ocurra si ella no puede defender, al menos no con su enfermedad. Tengo que encontrarla rápido o será demasiado tarde. Haaaa, ya no estoy para persecuciones ni trabajo de investigación, pero es un favor que le debo a Ino que en paz descanse” — se agacha como si fuera atleta de 100 metros llanos — “Magia de Viento: Impulso fugaz del señor de la ventisca” — al decir eso, la plata de sus pies se envuelve en pequeños torbellinos que lo impulsan hacia el frente, otorgándole enorme velocidad de movimiento — “no creo que haya sido asesinada pero esa criatura que la acompaña debe pretender algo” — piensa intrigado
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