Limit Breaker: Tokio Dungeon - 10
Bushiha, mejor conocido como el pueblo de los cazadores, es un sitio famoso por ser lugar de descanso para los cazadores que regresan a Tokio y descansar después de arduas misiones. También es un sitio de turismo por sus relajantes centros de spa, baños termales y templos dedicados al budismo.
Sin embargo, durante meses se ve acosado dicho lugar por el extraño y perturbador fenómeno de la niebla purpura, venenosa para animales y plantas, pero inofensivo para los humanos. Debido a las problemáticas que enfrenta la prefectura, el gobernador de Tokio decidió no prestar ayuda y dejar al pueblo de apenas 2000 habitantes a la espera de lo que se diga en los próximos meses con argumentos científicos sobre la niebla.
Mientras tanto, sus habitantes sobreviven como pueden con los escasos ingresos y el apoyo mutuo para superar tal crisis.
Desde hace unas semanas, todo cazador o grupo de cazadores que llega recibe la petición de explorar e investigar como detener ese fenómeno y así recuperar sus vidas normales, pero la realidad es muy distinta, ya que todos los que han acepto esa misión nunca han regresado, perdiéndose entre la niebla o mucho peor:
Yujin: “Eso es lo que me explicó el dueño de la posada” — explica mientras caminan dentro del bosque y se alejan del pueblo
Ichika: “Ahora sabemos un poco más de lo que estas personas están pasando. Tenemos que ayudarlas”
Kyubo: “Me da igual esta gente, solo recuerda que a la primera señal de peligro nos volvemos e incendiamos el bosque entero”
Yujin: “E-Entiendo tu preocupación ¿pero es necesario llegar a tal extremo?” — se exalta, preocupado por el radical pensamiento del yokai
Ichika: “Lo quieras o no haremos esto” — reafirma su decisión frente a un Kyubo sorprendido por el cambio tan repentino en ella.
Kyubo: “Ichika…”
Ichika: “¿Sí?”
Kyubo: “¿Qué te paso en pocas horas?”
Ichika: “¿Heh?” — exclama sin entender
Kyubo: “Nada, olvídalo” — sonríe — “¿tienes miedo?”
Ichika: “Un poco, si, no voy a negarlo, pero pienso en esas personas del pueblo y lo que he perdido por la niebla y me hace sentir con tanta impotencia que el temor es nada a comparación”
Kyubo: “A pesar de todo te tiemblan las manos” — piensa en silencio mientras observa el gesto corporal, encontrándola encogida en hombros, pero con la firmeza de continuar, algo que le encuentra admirable
Yujin se desvía unos metros hacia los arbustos que emanan una misteriosa luz proveniente de flores extrañas que se encuentran adheridas con sus raíces sobre los tallos de la vegetación y tronco de los árboles. Cuidadosamente arranca una y la guarda en su bolsillo:
Kyubo: “Yujin”
Ichika: “¿Pasa algo? ¿te sientes bien?”
Yujin: “Si, es solo que tengo un hobby por coleccionar plantas, jejeje. Disculpen por retrasarlos” — sonríe
Kyubo: “Esta bien. Sigamos”
Yujin: “Entendido” — regresa a la caminata mientras que mira de reojo como los arbustos se pudren
A medida que se alejan del pueblo ingresan a lo más profundo del bosque, la atmosfera se torna densa, humedad en su máximo, y una sensación como si alguien los estuviera vigilando. Definitivamente han llegado al territorio de quien es el causante.
La sombría zona obliga a subir la guardia de Yujin y Kyubo para proteger a Ichika, mientras que, sin saberlo, ella desprende pequeños hilos eléctricos que golpean las zonas donde enemigos vigilan al grupo, obligándolos a escapar despavoridos. Tanto Kyubo como Yujin se percatan de lo que ella acaba de hacer, pero para no ponerla nerviosa guardan silencio.
Incluso si ellos le dicen, sería lo mismo que nada porque lo principal es entrenarla y la situación por el momento no lo permite o al menos hasta que cumplan con éxito el cargo del pueblo.
En el camino se encuentra con decenas de cadáveres de animales a lo largo del lugar. El estado de los cuerpos es deplorable, nauseabundo y peligrosamente toxico si se entra en contacto. Ichika cubre su nariz y boca, ya que el hedor es tan fuerte que la impulsa a querer vomitar. Kyubo y Yujin no son la excepción y cubren sus narices mientras que el coreano se acerca a el cadáver de un pequeño roedor para analizarlo visualmente:
Yujin: “Dios santo”
Kyubo: “¿Qué pasa?”
Ichika: “¿Encontraste algo Yujin?”
Yujin: “Ni en todos mis años encontré algo similar en un cadáver de animal. Es como si este cadáver estuviera siendo carcomido lentamente por la niebla”
Ichika: “¿Eso tiene algún tipo de lógica?”
Yujin: “En lo absoluto. Un predador que haga tal cosa no existe porque solo se está produciendo por la niebla misma”
Kyubo: “Y aun no encontramos a lo que venimos a buscar. Siento que puede ser una pérdida de tiempo”
Yujin: “O puede que estemos en presencia de algo más macabro”
Kyubo: “Si ese es el caso no hace falta que continuemos esto. No podemos exponer a Ichika”
Yujin: “Ella tiene razón en que no podemos escapar de esto porque esa niebla seguirá acechando la zona. Hay que acabar con este fenómeno”
Kyubo: “Haaa, ya lo se. Ella no cederá ¿heh? ¿d-dónde está?” — la busca por todas partes hasta que la ve a lo lejos y rápidamente corre hacia ella — “no te vayas tan lejos”
Yujin: “¿Pasó algo?”
Ichika se queda mirando unos harapos y armaduras en el suelo, cubiertas de sangre y con pedazos de carne aun en descomposición. Yujin le pide a Kyubo que la aparte para que pueda examinar esos rastros tan macabros como si el mismo Jack el destripador hubiera hecho estragos con lo que fuera esa persona.
El solo hecho de ver en qué estado se encuentran los restos, hace que sus manos tiemblan de tan solo imaginar qué clase de horror han pasado para acabar así. Un sentimiento de congoja y temor lo obliga a retroceder, sin querer avanzar más allá de lo que podrían.
Kyubo presiente que algo está mal en el lugar, y la primera prueba es la expresión de Yujin y los restos de lo que alguna vez fue una persona:
Kyubo: “Esto está muy mal, tenemos que regresar” — piensa — “además ya tendría que haber amanecido hace horas, pero no hay luz dentro de la niebla” — observa que desde el cielo no penetran los rayos del sol
Ichika: “Kyubo” — retrocede
Kyubo: “¿Qué pasa?” — se acerca a ella
Ichika: “Tenemos que escapar. Por alguna razón siento como si estuviéramos en grave peligro si seguimos aquí” — dice con su cuerpo temblando
Yujin: “Mierda, mierda, mierda” — maldice a pesar de ser un monje devoto, sus palabras son sacudidas por el sentimiento de temor — “ya sabía que esto estaba muy mal. Este fenómeno…” — murmura
Ichika: “Yujin, cálmate por favor”
Yujin: “Hay que regresar al pueblo”
Kyubo: “¿Sabes que es este fenómeno?”
Yujin: “Ichika” — la mira fijamente con expresión perturbada — “la niebla purpura no es ser vivo o yokai. Este fenómeno, es una habilidad y una extremadamente peligrosa si continuamos en su lugar con mayor afluencia de maná”
Kyubo: “Ya me parecía extraño que te pongas así de nervioso, pero sigo sin entender a que nos enfrentamos”
Ichika: “Pero…” — mira hacia la oscuridad que se encuentra más adelante — “¿está bien dejar las cosas como están? Es decir, necesitamos hacer algo con este fenómeno”
Kyubo: “Hay algo más que quieres decirnos sobre esta habilidad ¿verdad?”
Yujin: “Eso quiero preguntarte a ti Kyubo ¿Qué sabes de la zona maná?” — le pregunta muy serio
***PARTE II***
Mientras que el grupo afronta una misión que podría ser considerada casi como suicida, Kamal recorre el bosque con la intención de encontrar la ciudad y así dirigirse al puerto rumbo hacia su patria natal. Las esperanzas de poder rescatar con éxito a su esposa sirven como impulso a tal decisión y por supuesto, la de ver el rostro tan sincero de Ichika antes de irse. Después de todo, él se encontraba en un limbo entre lo que no desea hacer, pero debe para rescatarla y lo que en verdad desea hacer. En este caso, su deseo de matar no es puro sino obligado, mientras que proteger a sus seres queridos es lo que evita que cometa aún más atrocidades.
La vida para Kamal no es sencillo ni en el más cercano futuro, donde no parece que vaya a ser feliz siendo parte de los Cuchillas Rojas y la tradición tan sanguinaria y carente de sentimientos como han pretendido inculcar durante cientos de años de existencia y más aún en la actualidad con Indira como brutal líder.
El plan es muy simple y carente de lógica, desafiar a Indira para disolver de una vez por todas a la organización y rescatar a su esposa de las crueles torturas que día a día la atormentan. Sin embargo, Kamal no considera que su potencial es inferior al de la líder gurka e inclusive debería enfrentar a todo el gremio que protegerá a Indira sin importar quien fuera el enemigo. De cualquiera manera, el plan es suicida.
Después de caminar sin parar por un largo tiempo y poco descanso en su cuerpo, se sienta junto a un árbol y come un poco de onigiris que se le obsequio en la posada para el viaje:
Kamal: “Nada mal, aunque le falte sal. Me cuesta creer que estos japoneses no les pongan a sus alimentos” — extiende su mano hacia lo alto y la observa detenidamente — “¿habré hecho lo correcto? No, no tengo que dudar. He tomado una decisión y no tengo que sentirme así. Esto es algo que se debe solucionar como una persona honorable. Además, ya he derramado suficiente sangre como para sentirme culpable al menos 100 años” — dice a modo de recordatorio para no olvidar que tiene una sola meta y su esposa no desearía que alguien inocente salga lastimado
Kamal frunce el ceño y se muestra preocupado por haber sido tan tonto y dejarse manipular ante la expresión falsamente sincera que Indira le mostró en ese momento cuando le prometió a él que todo saldría bien si se cumple las misiones.
El tiempo es muy corto y cada vez que descanse, coma o se detenga para ver como es el camino, es tiempo donde ella posiblemente sea torturada salvajemente. Imaginárselo le es insoportable como para poder aguantarlo:
Kamal: “Mejor continuo con mi camino. Primero debo llegar a Tokio y luego seguir hacia el puerto. El tiempo sigue corriendo y yo… ¿huh?” — se detiene al ver movimientos extraños entre la niebla espesa color purpura — “¿Qué es eso?” — se acerca lentamente — “¡no, no, no, no! ¡tengo que regresar a mi camino, tengo que ir hasta Tokio!” — se repite una y otra vez, recordándose que hay algo más importante esperándolo que personas que no conoce
Según su propia experiencia, debe evitar lo inevitable para otras personas si es que quiere recuperar y salvar lo que más aprecia, aunque se sacrifiquen vidas en el proceso. No es como si ellos hayan hecho algo por él o parecido. Si bien su vida le fue perdonada, es demasiado ayudarlos en la tarea encomendada, aunque no sepa que sucede ni que estarán haciendo en esos momentos.
La realidad tan cruda es que su prioridad es otra. Ayudar a otras personas es símbolo no solo de debilidad mental para los trabajos de asesinato sino porque acabarán estorbando y ningún profesional aceptará que suceda.
Kamal centra su mirada en el oscuro camino que lo llevará a Tokio sin impedimento ni más pérdida de tiempo. Su pie derecho se adelanta, luego lo sigue el izquierdo sin remordimiento, pero al intentar avanzar más metros continuos, la culpa empieza a golpear su pecho y así el recuerdo de unas bellas palabras que ella le ha dicho mientras veían el amanecer en la cama y con sus cuerpos desnudos pero cubiertos de una fina sabana:
Simakra: “A veces escucho como murmuras sobre nuestra situación y tus deseos de mejorar la vida que tenemos. Pero me gustaría recordarte que soy la mujer más feliz y plena a tu lado sin importa la pobreza o riqueza”
Kamal: “Perdón”
Simakra: “Cielo, no deberías disculparte por querer obrar bien. Llegará el día en que aquello que creas necesario, quizás no lo sea, pero lo que tengas de frente será lo que debas hacer, aunque sientas que no. Vaya trabalenguas ¿no? Jejeje” — sonríe mientras acomoda su cabeza sobre el pecho de Kamal
Kamal: “¿Por qué me dices esto? ¿acaso has visto algo?”
Simakra: “¿Sobre qué?”
Kamal: “Vamos, sé que tu magia de tiempo es tan avanzada que hasta puedes ver más allá”
Simakra: “Imposible, para mí sería demasiado ver más allá que 2 días apenas. Sabes que estoy limitada por mi cantidad de maná tan baja”
Eso fue lo que le había dicho en aquel momento, sin entender sus palabras ni la negatividad ante la estupenda habilidad de ver más allá en el tiempo. En ese momento le cree, sin saber lo que sucedería después pero como están las cosas y la situación que se presenta ante él, llega a la conclusión de que no fue del todo una coincidencia sino más bien una realidad increíble para:
Kamal: “Así que tú lo sabias amor desde el principio. Debiste contarme que aprendiste tal habilidad avanzada de tu magia de tiempo así podría haber impedido que te sucediera esto por mi culpa” — sonríe con lágrimas recorriendo por sus mejillas y cayendo sobre su camiseta — “dime, Simakra ¿Qué es lo que en verdad debería hacer en estos momentos? Te extraño, extraño a nuestro hijo sin nacer, y no creo tener la fuerza que siempre creíste que tenía y aun así…” — seca sus ojos y mira el camino que siguen las alimañas que marchan para acechar a los humanos — “tú me quisiste mostrar un camino que temía recorrer sin ti. Descuida Simakra, una vez termine con esto iré a salvarte y a cortarle el cuello a esa puta de Indira…” — dice con rostro iracundo
Guiado por su sentido de la justicia y las sabias palabras de su esposa, quien en aquel momento sonreía con tal pureza que el corazón de Kamal latió intensamente y no pudo evitar besarla apasionadamente, apura sus pasos y saca sus dos pequeñas cuchillas de entre sus ropajes con los que empieza a cortar cabezas de serpientes anormalmente grandes, y otras criaturas reptiloides que sirven a una mucho más peligrosa y de mayor rango.
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