Limit Breaker: Tokio Dungeon - 43
Como dos figuras sin forma, pero color violeta y rojo moviéndose por todos los lados, rompiendo con estruendosos choques de sus armas el suelo y casi imperceptibles, Ichika e Indira miden sus fuerzas. En cuestión de poder, Ichika es superior, pero en experiencia Indira es abismalmente mejor.
Sin embargo, la forma de pelear de la joven mejora a cada chispazo que sacuden la tierra cuando su Gikedo choca con las kukri de la nepalesa. Cada golpea, cada movimiento la hacen mejor a Ichika, y sumado a que en su tiempo como sacerdotisa en el templo lo dedicó para entrenarse como espadachina, lentamente recupera su memoria con la katana.
Los movimientos de ambas se entorpecen y cada vez el gekido le pesa a Ichika al sostenerla como si poco a poco perdiera su fuerza vital:
Indira: “Se cuan duro debe ser enfrentarse a la muerte. Pero es una lástima eliminar a una talentosa joven como tú. No es por querer insistir ni pedirte que seas mi aliada, pero…debo decirte que malgastar tu vida en batalla de adultos es algo innecesario”
Ichika: “Pelear contra la muerte es algo que he hecho desde que tengo memoria. Desde pelear por salvarme luego de quedar en coma por semanas después de un accidente de tránsito. Enterarme de que sufro de una enfermedad terminal y perder a familiares, amistades y seres queridos. Si, Indira, de hecho, no he dejado de pelear contra la muerte y no he malgastado todo mi tiempo en sentir pena por mí misma. De hecho, me siento bien conmigo misma”
Indira: “Me sorprende que exista una chica con ese carácter como tú. Siendo honesta ya no me queda más maná como para pelear por al menos cinco minutos. Así que aprovecharé para poner a prueba tu voluntad. Si es que no son simple habladurías, aunque por lo que me has demostrado…tienes valor…”
Ichika: “No hace falta continuar. Es innecesario pelear. Al menos ríndete y no sigas por favor. Yo…” — recuerda cuando asesino a los Leopardos de Mera Peak. Estos recuerdos vienen acompañados con una nauseabunda sensación que amarga su boca y le da ganas de hasta vomitar frente a Indira.
Indira: “Déjame adivinar, asesinaste a alguien ¿verdad? Si, no es fácil la primera vez. Se podría decir que las náuseas son constantes hasta que te acostumbras a que tu mano de hierro se adapte. Todo lo que queda…bueno…son manchas en el corazón. Nada nos hace escapar de eso” — sonríe — “Se que no voy a sobrevivir, pero tu…lo harás así que te daré una segunda enseñanza. La muerte nos acecha a todos. Morir por causa natural o que seamos los verdugos es solo una parte del destino que se nos tiene reservado. Yo por ejemplo he elegido que tú me mates. ¿Cobardía? Dejar que una chica tan joven arruine su vida con más muertes es algo que va contra mi filosofía, pero ¿sabes algo? Planeaba irme a vivir a otro país con Sryza y comenzar de nuevo. Criarla y cuidarla como una hermana menor. Como la hermana menor que perdí hace tiempo gracias a los gurkas” — continua mientras baja sus armas y empieza a jadear — “pero pensándolo…mejor…ya no me quedan fuerzas para seguir…siento como si mi vida se agota y estoy en la recta final…sé que no podré vencerte y es por eso que hago esto. Ven, Ichika de Japón. Quiero ver que puedes ofrecer a este mundo violento y oscuro y darle esa luz que necesita” — se recompone
Ichika: “Matar… ¡¿debo matar?!” — cae de rodillas, dejando en el suelo su espada y sintiendo una gran frustración
Indira: “Levántate, niña. No quiero que esa actitud manche la pelear”
Ichika: “N-No, no puedo hacerlo. No quiero pelear más…yo…no quiero…matar…no…” — muchos recuerdos golpean su mente como martillos. Pero lo que más shockea a Ichika es la muerte en sus manos de los Leopardos
Indira aleja sus pocas ganas de enfrentar a una chica tan joven. Levanta sus manos y apunta las hojas con forma de guadaña hacia el cuello y extremidades de Ichika. A pesar de la crisis emocional que tiene Ichika por haber asesinado a personas, Indira la considera un ser más peligroso que Nekomina. Ya de por si demostrar que puede pelear en plenitud contra Indira en condiciones iguales o sin exagerar, donde la chica está sufriendo los dolores de su enfermedad, es algo impensado.
Si Indira se considera como el pináculo en su país, la irrupción de alguien extranjero mucho más fuerte es un hecho del que no puede escapar y debe acabar con la amenaza. Con la mirada manipula las guadañas hacia los objetivos marcados:
Indira: “Discúlpame niña. Debo mantener a mi organización a flota al menos hasta culminar con mi trabajo”
Los filos cortantes ni bien chocan con la superficie de la piel de Ichika, estas grotescas armas se desintegran ante la enorme cantidad de maná que expulsa cuando usa su potencialmente peligrosa técnica:
Ichika: “Armadura resplandeciente del dios del rayo” — los mareos se intensifican al usar esta técnica que desgasta el cuerpo más rápido que con el Gekido — “hay una incansable sed de justicia dentro de mí. Yo…a lo largo de mi vida he considerado que mi existencia era de puro sufrimiento y perdida…pero ya no lo veo así…ahora estoy segura que tengo gente que me ama y no la perderé porque…” — aprieta su espada y levanta su cabeza — “yo no dejaré que las tragedias se repitan. Utilizaré todo mi poder al alcance para evitar que inocentes sufran”
Indira: “¿Y ese cambio tan abrupto? Hace momentos estabas revolcándote entre tu angustia por haber quitado vidas. Explícame una cosa ¿Por qué cambiaste de parecer?”
Ichika: “No sabría explicarlo correctamente. Por alguna razón siento que me debilito demasiado rápido. Sufro esta enfermedad que corroe mi cuerpo y no hay manera de evitarlo. Tener que sentirme miserable o triste aun sabiendo que el final se acerca no tiene sentido. Las vidas que quito no volverán y sea de quienes sean tienen una gran importancia para ellos y es por eso que tengo sentimientos encontrados”
Indira: “El valor por la vida no solo se limita a lo que dices. Aunque tiene sentido y lo comparto. Sin embargo, no tiene sentido que tu hayas cambiado de parecer tan rápido”
Ichika: “Estoy muriendo, Indira, y son mis últimos momentos de vida” — sonríe incómodamente — “Durante mi viaje hacia este país tuve que lidiar con esta dicotomía entre vivir pacíficamente lo poco que me queda pero que es más que ahora o luchar por algo. Debo ser realmente alguien egoísta o estúpida. Quizás ambas. Asesine a varias personas que querían cometer un crimen inhumano. Me deprimí por ello y luego combatí sin querer lastimar. Liberamos a inocentes y ahora estoy aquí, peleando a muerte contra ti sabiendo que mis órganos se están descomponiendo” —de sus ojos se escapan lagrimas desconsoladas — “¡jamás supe lo que es tener un primer amor! ¡No supe lo que es tener amigas de mi edad! ¡Nunca pude ir de compras! ¡Nunca pude aprender a maquillarme ni a salir a comer con amigas!” — seca sus lágrimas con las mangas de su abrigo
Indira: “Me sorprendes cada vez más niña. Admito que eres muy madura para tu edad y si no fuéramos enemigas me daría mucho gusto nombrarte como mi mano derecha. En respuesta a todo lo que me estas contando y el esfuerzo, iré con todo así que espero que hagas lo mismo”
Ichika: “Eso haré” — responde mientras cae una vez más hilos de sangre, esta vez en mayor cantidad
Como no pude usar su zona maná, Indira invoca a todas sus armas filosas para que rodeen la zona mientras tanto, Ichika se para con firmeza sobre el suelo, enterrando sus pies y mueve la Genkido hacia atrás, acumulando toda la energía que le queda. Al mismo tiempo que prepara su último ataque, los mareos se hacen intensos y las náuseas empeoran.
El sangrado en su boca, ojos, oído y nariz son constantes y el tono de piel es pálido como un fantasma. Los órganos se retuercen mientras envejecen ante el exceso de esfuerzo.
Entre tanta desolación ante su inminente muerte, Ichika sonríe un poco, pensando en que va a reencontrarse con sus seres amados en el más allá después de tanta pelea.
El tiempo se detiene a su alrededor mientras se sostienen la mirada por unos cuantos segundos:
Indira: “No lo negaré. Una vez que te ataque posiblemente muera cuando termine así que…intenta no hacer lo mismo. Al menos espera a alguien para no morir sola. Eres una buena chica por lo poco que hablamos así que no quisiera que cierres tus ojos y des tu último suspiro sobre el suelo mojado con sangre de asesinos y violadores sino en brazos de alguien a quien ames”
Ichika apenas puede sostener la espada con una mano. Sus sentidos se debilitan al punto de que empieza a perder la vista, la audición y el olfato:
Ichika: “Esta sensación es horrible pero no puedo perder el foco de esto. Yo…debo…”
Indira: “Bien ¡vamos!”
La brecha de ambas se corta en un instante. Indira e Ichika se encuentran cara a cara hasta que todo pasa sin que se percatasen.
La Genkido desaparece como así también lo hacen las cuchillas que apenas llegaron hasta centímetros del cuerpo de Ichika. Todo resulta extraño porque cuando intenta tocar a Indira se da cuenta de que no es ella sino alguien más:
Ichika: “¿Quién es? No se siente como si fuera Indira. Está dándome la espalda y se siente como si fuera…” — abre sus ojos — “¡no, no, no!”
Nekomina: “H-Hola…puaaaaaj…” — escupe sangre — “¿te…encuentras…bien?” — le sonríe. Se da cuenta de que Ichika se forzó demasiado al punto de haber perdido los sentidos — “lo…siento muchos…Ichika. Al final fracasé como madre y mentora…fracasé como líder…en…verdad mi esposa…tenía mucha…razón…no he sido más que…una inútil todo este tiempo…”
Ichika: “N-Neko, ¡¿Qué ha pasado?!” — le toca la espalda y ve que tiene atravesada la punta de la lanza que ella misma trajo para pelear y abandonó en los calabozos del castillo — “¡Nooooo! ¡esto no puede estar pasando, yo…!” — se agarra la cabeza muy angustiada
Nekomina: “No…te culpes…al parecer hay…alguien…puaaaajj…que la tomó y aprovecho…la…circunstancia”
Del otro lado de la lanza Indira mira a su espalda y ve que la causante es Ildra, quien esboza una expresión psicópata con intenciones asesinadas contra cualquier ser vivo. Algo en su mente la perturbo y manipuló mientras escapaba hacia Katmandú a pesar de la distancia:
Indira: “Ildra… ¿Por qué…no me…púaaaaajjj…sorprende?” — escupe incontables cantidades de sangre
Ildra: “No te hagas la estúpida Indira. Ambas sabíamos que algo así iba a pasar. ¿Tu segunda al mando? Cielos. No sabía que ibas a caer tan bajo como para preferir a las mocosas que a mí. Esa mocosa…tendría que haberla eliminado en los calabozos. No sirve para nada y acabó destruyendo a nuestra organización ¡la que yo he construido con tanto empeño y tiempo!”
Indira: “Pero… ¿Por qué?” — pregunta inocentemente
Ildra: “Esa es la razón. Te volviste demasiado débil al tener a esa mocosa como compañía. ¿Queres irte de aquí con ella a tener una vida normal? ¡¿acaso eres estúpida?! De esta vida no se sale y menos con la sangre que tienes en tus manos. Yo creía en ti y nuestro sueño de un mundo violento. Hasta me da asco cuan bajo caíste. Y te escucho conversar tan pacientemente con esa maldita mocosa medio muerte. ¡Maldita sea Indira! ¡estúpida, estúpida, estúpida! ¡yo te hice ser lo que eres! ¡yo ayude a fundar esta mierda y otorgue de gran y tenebrosa ambición los corazones de nuestros subordinados! ¡solo eres poder porque como líder eres estúpidamente inútil!” — gira la lanza con intención de ocasionar todo el daño posible mientras ella disfruta del dolor ajena
Las palabras de Ildra hacen sentir miserable a Indira con apenas una leve pincelada de vida sosteniéndola. Todo lo que creía y todo lo que estaba apostando para ayudar a las personas solo fueron una manipulación de Ildra y su adicción al caos. La retorcida mirada de la mujer era todo lo que Indira pretendía borrar de los gurkas y sin saberlo a cabo creando un Frankenstein con odio a las vidas humanas.
De repente, detrás de Ildra una figura extraña y monstruosa surge bajo un manto de tenebrosa oscuridad que le sacude hasta los huesos. Esta figura parece humana, pero con facciones algo demoniacas como dos cuernos largos, una altura realmente grande superando los tres metros, así como dientes tan afilados como cuchillos. Definitivamente no es un humano lo que apareció en plena batalla por la supervivencia:
Katón: “Oi, oi ¿Por qué te tardas tanto?” — le dice a Ildra mientras esta siente pánica
Ildra: “¿Heh?” — se voltea con miedo
De un garrotazo avienta a Ildra e Indira contra la pared y destrozándoles los huesos por completo.
Katón: “Ustedes, son las próximas” — las mira con indiferencia y agita su garrote contra ellas
Nekomina: “Perdóname, Ichika. En verdad perdóname” — gira su cuerpo después de romper la lanza y trata de abrazar a la chica — “eres la hija que nunca tuve” — dice entre lagrimas
Ichika: “…”— solloza desconsolada, pero con la calidez materna de parte de Nekomina
Normalmente cuando una persona afronta a la muerte suele revivir toda su vida frente a sus propios ojos. El tiempo se detiene mientras los recuerdos chocan una y otra vez en fila. Sin embargo, Ichika se aferra a la vida y en su último suspiro previo al impacto del garrote de aquel oni grita entre lágrimas:
Ichika: “¡Quiero vivir!”
Sin saber que ocurre, los segundos transcurren y el golpe no llega. Cuando se da cuenta una cola le acaricia la mejilla:
Kyubo: “Lamento que hayas tenido que cargar con esta situación. Pero ya no más. Ichika…por favor…piensa en ti misma a partir de ahora…hazlo. Te protegeré para toda mi existencia” — le pide en su forma de kitsune mientras retiene con su hocico el arma de Katón. Las púas de su garrote se incrustan dolorosamente en las fauces del yokai. Su fuerza mengua
Ichika: “Hacerlo…” — deja escapar en voz baja con Nekomina aun abrazándola a pesar de que sus latidos se han detenido inclusive antes de que se diera vuelta — “Neko se sacrificó por mi…por nosotros…ella nos concedió este tiempo para escapar y no hicimos caso…” — recuerda una vez más a sus seres queridos, quienes se alejan entre los cielos con la promesa de que se reencontraran con ella, pero no es el momento adecuado para ello porque Ichika tiene muchas cosas para hacer y una de ellas es… — “Kyubo”
Kyubo: “¿Huh?” — desvía su mirada hacia ella
Ichika: “Préstame tu fuerza. Quiero que hagamos el contrato… ¡quiero que te conviertas en mi familiar!”
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